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UNIVERSIDAD DE CHILE

Facultad  de  Ciencias  Sociales  


Programa  de  Magíster  en  Psicología,  mención  Comunitaria  
Dinámicas  de  Población  y  Estructura  Espacial  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Reflexiones  en  torno  a  la  Psiquiatría  
Comunitaria  del  Hospital  de  Día  Barros  
Luco  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Estudiantes:              Amira  Aguilera  Char  
                                       Natalia  Beamin  Santander    
 
Profesor:                          Cristian  Zamora  Astudillo  
 
 
 
 
 
 
 
Santiago,  Julio  
 
2014  
Introducción

El presente trabajo consistirá en una reflexión sobre la Psiquiatría Comunitaria en

Chile, situado en el trabajo que se realiza en el Hospital de día Barros Luco. De manera que

pueda darse a entender el contexto en el que progresa la Psiquiatría Comunitaria en el país,

se desarrollará un recorrido desde los antecedentes históricos, para luego revisar las bases

que estipula el Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría en Chile, un breve contexto

sobre el Hospital de Día Barros Luco y la relación existente entre teoría y práctica desde la

Psicología Comunitaria y los modelos y estrategias de intervención que ésta hace posible

para su integral desarrollo desde una mirada psicosocial.

La historia de la psiquiatría en Chile, ha evolucionado de una forma similar al resto

del mundo occidental, consistiendo hasta los años 90’s en una atención entregada por

manicomios, que luego se llamarán hospitales psiquiátricos. En estos últimos, los pacientes

permanecían institucionalizados por largos periodos de tiempo, e incluso toda su vida

sometidos a condiciones de hacinamiento y maltrato. De esta forma, el tratamiento no

respondía de una forma integral a las necesidades de las personas.

Ahora, si bien existen algunas experiencias en los años 60’s en las cuales se otorga

una mirada humanizada al tratamiento respetando los derechos humanos e incorporando a

las familias y comunidades, éstas no tienen un asidero en las políticas públicas, ni tampoco

un financiamiento específico desde el gobierno central, y finalmente, terminan

extinguiéndose con la dictadura. En 1952, se integra por primera vez una red de servicios de

psiquiatría a un Hospital General, la cual contaba con una unidad de hospitalización diurna y

completa, un centro de atención ambulatoria (Torres, 2001).


Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría

El Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría tiene como propósito “Contribuir a

que las personas, las familias y las comunidades alcancen y mantengan la mayor capacidad

posible para interactuar entre sí y con el medio ambiente, de modo de promover el bienestar

subjetivo, el desarrollo y uso óptimo de sus potencialidades psicológicas, cognitivas,

afectivas y relacionales, el logro de sus metas individuales y colectivas, en concordancia con

la justicia y el bien común.” (Minsal, s.f.)

De este texto, se desprende que el Plan Nacional considera no sólo a la persona con

una enfermedad mental, sino que incluye los conceptos de promoción y prevención en salud

mental, incorporando a la familia y a la comunidad, lo cual sienta las bases para el desarrollo

de la Psiquiatría Comunitaria.

La Psiquiatría Comunitaria constituye un modelo de organización de asistencia en el

área de Salud Mental y Psiquiatría. Este modelo privilegia la necesidad de entregar atención

a personas afectadas por enfermedades psiquiátricas severas y desde este punto deriva a la

satisfacción de necesidades en Salud Mental.

Estos objetivos pueden alcanzarse en términos de calidad y costo-efectividad cuando los

servicios se desarrollan en la comunidad, en sus barrios. En este sentido, la Atención

Primaria en Salud cumple un rol fundamental estableciendo mecanismos de referencia y

contra-referencia entre los distintos niveles de atención, por lo que adquiere gran

importancia la capacitación para el desarrollo de competencias en funcionarios de Atención

Primaria (Sepúlveda, 2004).

La Psiquiatría Comunitaria aborda la promoción, prevención, la curación,

rehabilitación y reinserción social en Salud Mental y Psiquiatría, promoviendo el

protagonismo de las personas y comunidades, el desarrollo de redes sociales territoriales de

carácter comunitario, más allá de las redes institucionales. En concordancia con esto,
propicia el desarrollo adecuado de la política social, para promover la autonomía, la calidad

de vida y el desarrollo integral de las personas y comunidades que serán el foco de este

continuo de intervención desde la promoción a la reinserción social (Sepúlveda, 2004).

En este contexto, considera el origen multifactorial de las enfermedades mentales, las

cuales tendrían su etiopatogenia en factores biopsicosociales. Por lo tanto, el tratamiento

debe abarcar todos estos aspectos. El tratamiento integral debe ser entonces desde una

mirada biopsicosocial, en el que se realizan intervenciones especializadas en salud mental

por parte de equipos multidisciplinarios, con relaciones horizontales y construcción

colectiva de diagnósticos terapéuticos.

En coherencia con estos aspectos, adquiere relevancia la integración de una red de

servicios de salud mental desde la cual se realizan las distintas intervenciones, que considere

la diversidad de niveles de atención en salud, y que incorpore el trabajo intersectorial

(Minoletti et. al., 2008).

La red de atención de salud mental en el Servicio de Salud Metropolitano Sur (SSMS)

La atención de salud mental, en consonancia con el Plan Nacional de Salud Mental y

Psiquiatría, se realiza a través de una red de atención constituida por dispositivos de los

distintos niveles de atención.

Las personas acceden a la red a través del CESFAM, donde se realizan actividades

de promoción, prevención, detección precoz y tratamiento. De manera que, en casos en los

cuales el CESFAM no puede dar respuesta al problema de salud, éste realiza una referencia

al Centro de Psiquiatría Ambulatoria, donde la persona recibe atención de la especialidad.

Considerando que el Plan Nacional apoya el tratamiento de las enfermedades de

salud mental en la comunidad, se han creado, en el SSMS dos Centros Especializados de

Salud Mental (CESAM) en Lo Espejo y San Joaquín, los cuales constituyen el equipo
territorial de atención ambulatoria. Desde estos equipos territoriales, ya sea en el Centro de

Psiquiatría Ambulatoria como en CESAM, se entrega tratamiento y también se realizan las

referencias a los servicios pertinentes, según el estado de salud.

La red puede verse representada en la figura que se presenta a continuación:

Abordaje psicosocial del Hospital de Día Barros Luco

El Hospital de Día (HDD) es un dispositivo especializado, que forma parte de la Red

Territorial de servicios en Salud Mental y Psiquiatría.

Su desarrollo conjuga objetivos de Salud Pública y de carácter clínico. Entre los

primeros está contribuir a la consolidación de un modelo de atención que enfatiza la

resolución integral, ambulatoria y territorializada de los problemas de salud mental y

psiquiatría, con dispositivos articulados en redes de servicios.


Entre sus objetivos clínicos se encuentran el tratamiento y rehabilitación de personas

con enfermedades psiquiátricas severas que requieren manejo en el periodo de agudización

de su sintomatología o se encuentran en transición desde una hospitalización breve hacia

una atención plenamente ambulatoria e idealmente territorializada.

Las intervenciones terapéuticas que se realizan en este dispositivo, dirigidas al

cumplimiento de los anteriores objetivos, son de carácter integral, abordando los aspectos

biológicos, psicológicos y sociales, tanto de la persona como de su familia.

Al ingreso al HDD, se realiza una entrevista de admisión, donde se explica el

tratamiento en el dispositivo y se realiza el contrato terapéutico entre un miembro del

equipo, la persona y un familiar como parte de su red de apoyo. La persona se compromete

voluntariamente a asistir a la Unidad y participar de las actividades que se realizan. Al

igual, el familiar se compromete a apoyar el tratamiento y a asistir al taller de

psicoeducación para familiares. Por su parte, el profesional se compromete, a nombre del

equipo, a apoyar el proceso terapéutico y a resolver inquietudes respecto del mismo,

respetando su autonomía, con el objetivo de empoderar a las personas en su proceso.

Si bien las prestaciones se encuentran protocolizadas según las “Orientaciones

técnicas para el funcionamiento de Hospitales de Día”, la visión de la Unidad favorece que

el proceso terapéutico sea participativo; las personas al ingresar tienen una entrevista

llamada “Ingreso en Equipo”, en la cual el usuario, su familiar y el equipo, en conjunto,

desarrollan un Plan de Tratamiento Individual, donde se establecen los objetivos

terapéuticos según las propias necesidades, incluyendo la visión del familiar.

Otras instancias participativas, las constituyen la realización de Jornadas

multifamiliares, en las que se invita a los usuarios y a sus familiares responsables con el

objetivo de identificar necesidades colectivas. De estas Jornadas, emanan temáticas

relevantes para el trabajo con familias, especialmente en el taller de psicoeducación tanto


de usuarios como de familiares y la creación del taller de Expresividad Emocional para

familiares. Todo esto, teniendo en cuenta una perspectiva psicosocial, desde abajo hacia

arriba, en lo que se refiere a la construcción desde la comunidad hacia lo institucional.

Revisión teórica a la luz de la Psicología Comunitaria

Durante la historia de la psiquiatría, las personas con problemas psiquiátricos han

sido segregadas, ya sea territorialmente, considerando que los hospitales han sido

construidos a las afueras de la ciudad, o socialmente, puesto que las personas no eran

incluidas dentro de la sociedad. Estas personas eran recluidas en hospitales asilares

sufriendo fuertemente el lastre de la exclusión y la indiferencia. La carencia de información

certera sobre el tema, Favorecía que los familiares abandonaran a los enfermos en estos

lugares, ya que según la visión sesgada de la sociedad, se encontraban en una condición “sin

arreglo”.

Por otro lado, las experiencias de desinstitucionalización que se realizan en Chile

muestran la imperante necesidad que tiene nuestra sociedad de humanizar los procesos de

atención en Salud Mental. Hoy por hoy, la mirada de la psiquiatría comunitaria se dirige a la

inclusión de las personas en la comunidad a través del desempeño de roles normalizados, a

diferencia de lo que ocurría 30 años atrás donde las personas se consideraban incapacitadas

mental, física y funcionalmente. De esta forma, se limitaba a las personas dictaminándose

arbitrariamente el rol de enfermo desde una postura patologizadora y estática (Diaz et. al.,

2008).

Esta visión que trae la sociedad de antaño, se refleja hasta el día de hoy a través de la

falta de conocimiento que tienen muchas personas sobre las enfermedades psiquiátricas,

aspecto que aporta a la exclusión que se viene dando en América Latina en relación a esta

población. Es por esto que para la transformación de tal limitación, que le resta posibilidades
a la comunidad de interactuar adecuadamente, que desde el Hospital de Día Barros Luco se

movilizan esfuerzos para la educación concerniente. Acercándose así los profesionales

psicosociales a la comunidad para la realización de intervenciones para visibilizar la

temática y cambiar las creencias erróneas al respecto de los enfermos psiquiátricos. Además

de sensibilizar a la población acerca de la responsabilidad que posee la sociedad en la

inclusión de las personas que poseen enfermedades psiquiátricas, de la misma manera como

lo harían con otra persona, reconociendo y apreciando la diferencia.

En conexión con esta visible exclusión que la sociedad ha venido construyendo a lo

largo del tiempo, Bengoa (1996), se refiere a una sociedad dual al exponer la forma en que

las sociedades se componen de sectores integrados y excluidos, o bien, un sector

integrado/desarrollado y uno atrasado/marginal. Dualidad resultante de la pérdida de un

sistema vinculante que es producto de la Revolución de 1989, y que reaparece a finales del

siglo XX. Esta dualidad implica un grado de necesidad entre ambos grupos de personas y

sectores de la sociedad, puesto que en relación al ámbito económico y social, estos grupos se

necesitan mutuamente. Esta dualidad de las estructuras sociales permiten la perpetuación de

barreras que separan a los sectores y que se caracteriza por mantener la brecha social, la

exclusión y la desintegración social.

Este autor afirma que “En este juego de intercambios, existe como algo normal un

sector residual que va quedando rezagado, deshecho, o simplemente desprovisto de

habilidades para competir en forma adecuada. Son los excluidos”.  (Bengoa,  1996,  pg.2)

En la actualidad, con el progresivo desarrollo de la psiquiatría comunitaria en el país,

se ha visibilizado esta exclusión y se han realizado intervenciones en el marco de los

derechos humanos, que se dirigen a la inclusión social de las personas con trastornos

psiquiátricos severos, mediante la integración de Servicios de Psiquiatría en los Hospitales


Generales, a la disminución de camas de Larga Estadía, promoviendo el tratamiento en la

comunidad y evitando la institucionalización de los usuarios.

En el camino hacia la inclusión, la existencia de espacios significativos que permitan

el desarrollo integral y holístico de los usuarios, adquieren un rol fundamental.

En este orden de ideas, el aspecto simbólico es una propiedad del espacio y tiene un

significado propio que puede derivarse de las características físico-estructurales o de las

interacciones que se dan entre los sujetos que ocupan o utilizan el lugar (Valera, 1996).

En cuanto al espacio físico, el Hospital de Día del Complejo Asistencial Barros Luco

enfatiza en un ambiente terapéutico.

Este propone un ambiente de Hogar, puesto que la distribución contiene

características parecidas a la de una casa, de manera que pueda inspirar un espacio familiar

para los usuarios. Entre los espacios que comprende, se encuentra una sala para la

realización de talleres, un amplio comedor comunitario, baños y un patio cómodo para que

los pacientes puedan fumar y realizar algunas actividades sociorecreativas.

Por otra parte, se establecen dinámicas clásicas del modelo de competencias, en las

cuales los usuarios comparten los oficios del cuidado y mantenimiento de la casa con el

interés de que estructuren rutinas y las puedan desempeñar en sus hogares. Estas actividades

cotidianas son supervisadas o más bien acompañadas por los profesionales, en mayor o

menor medida según las necesidades de cada persona, para que puedan ir desarrollando

habilidades, que pudieran haberse visto afectadas tanto por su sintomatología o por cultura

familiar.

En este sentido, se propende por la inclusión y convivencia de las personas en la

medida en que puedan sentirse responsables de sus deberes como compañeros en el caso del

espacio del Hospital de Día, y asimismo para que sea llevado al espacio del hogar, donde
pueden ejercer su ciudadanía, participando activamente desde el sistema de socialización

primaria, la familia.

Además, en coherencia con esta postura de calidez y familiaridad, los profesionales

que trabajan asisten en ropa de calle, rompiendo con la estructura institucional que brinda un

uniforme que usualmente se usa en los Hospitales.

El espacio terapéutico que se desenvuelve en el hospital, propicia la construcción de

significados en torno al espacio que comparten en común, pacientes y terapeutas. Una

mirada psicosocial permite que los usuarios construyan relaciones de confianza y respeto

con los profesionales, los cuales están en una posición más horizontal desde la cual se

humaniza el trabajo y la vida cotidiana.


Referencias Bibliográficas

Bengoa, J. (1998) “La Comunidad Perdida”. Capítulo VI : La Exclusión.

Díaz, F.; Erazo, J.; Sandoval, C. (2008). Actuales políticas públicas para la desinstitucionalización y
rehabilitación de personas psicóticas en Chile. Experiencia de la Comunidad terapéutica de
Peñalolén. Revista de Psicología Vol. XVII (1) 2008. En Línea:
http://www.revistapsicologia.uchile.cl/index.php/RDP/article/viewFile/17140/17868.
Recuperado el 10 de Julio de 2014.

Minsal (s.f). Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría. En línea:


http://web.minsal.cl/portal/url/item/71e4f2dd2b628460e04001011f01239d.pdf. Recuperado
el 10 de Julio de 2014.

Minoletti, A.; Narvaez, P.; Sepúlveda, R.; Caprile, A. (2008). Chile: Lecciones aprendidas en la
implementación de un modelo comunitario de atención en salud mental. En: Salud mental en
la comunidad. Pg 339-348.

Sepúlveda, R. (2004). Psiquiatría comunitaria: Una definición posible.


http://www.inprfcd.org.mx/salmenlineaweb/busqueda/veruno.php?Boleano=and&Buscar=B
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2014.

Torres, R. (2001). Experiencias De Psiquiatría Comunitaria En Chile. Curso de educación continúa


Gestión en psiquiatría y salud mental. Facultad de Ciencias Médicas USACH. En línea:
https://c29feefa-a-62cb3a1a-s-
sites.googlegroups.com/site/psiqiatriacomunitaria2010/lecturas-
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Valera, S. (1996). Análisis de los aspectos simbólicos del espacio urbano. Perspectivas desde la
Psicología Ambiental. Revista de Psicología Universitas Tarraconesis, 18(1), pp.63-84.

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