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María Camila Fonseca Caro

SFM Kant-Darwin
Sesión: Junio 4 de 2019
Batallas tras batallas han de repetirse continuamente
con diferente éxito, y, sin embargo, tarde o temprano,
las fuerzas quedan tan perfectamente equilibradas que el
aspecto del mundo permanece uniforme durante largos
periodos de tiempo, a pesar de que la cosa más insignificante
daría la victoria a un ser orgánico sobre otro.

Charles Darwin
El origen de las especies

La naturaleza nos da varios ejemplos de hechos evolutivos, como lo es la variabilidad y la


adaptación de los organismos, y el surgimiento de nuevas especies. Un ejemplo evidente es el caso
de los pájaros carpinteros. Además de que existen más de 25 géneros y 180 especies de estos
pájaros, su particular anatomía es muestra de lo que se entiende por adaptación. Se trata de pájaros
que se han adaptado a la vida en los árboles. Gracias a la estructura del pico, el largor de la lengua,
los músculos del cuello, el agarre de las patas, entre otras características, es que el pájaro carpintero
consigue su alimento haciendo huecos en la madera, y construye sus nidos en el interior de los
árboles. Aquellas particularidades se pueden ver en las figuras 1 y 2. Por un lado, en la primera se
muestra cómo la lengua de estas aves cubre la parte trasera del cerebro, lo que le permite, a
diferencia de otras aves, picotear la madera sin sufrir algún daño. En la segunda, por otro lado, se
muestran las patas, las cuales, similares a las del loro, le dan un eficaz agarre en la corteza de los
árboles.

Ante los mencionados hechos evolutivos, surgen varias preguntas subsecuentes, por ejemplo,
¿cómo ocurre el perfeccionamiento y las adaptaciones en los organismos? o ¿cómo se originan
nuevas especies y la extinción de otras? La teoría de la evolución propuesta por Charles Darwin,
y más específicamente, la noción de la lucha de las especies, aparece como propuesta para la
comprensión de aquellos hechos y como parte de la respuesta a aquellas preguntas subsecuentes.
En el capítulo III del Origen de las Especies Darwin explica y desarrolla la noción de la lucha de
las especies, y, además, muestra cómo esta es fundamental para comprender hechos evolutivos
como, por ejemplo, la variabilidad individual, la adaptación de los individuos, o la transformación
de una especie incipiente en una buena y distinta. Para ello, expone en qué sentido se debe pensar
la ‘lucha de las especies’, y, además, cómo es que esta se relaciona con la selección natural, y
cómo esta tiene a la base la idea de la progresión geométrica del aumento, de la lucha por la vida,
y de la dependencia entre los seres orgánicos y su ambiente.

Teniendo en cuenta lo anterior, en esta ponencia expondré el antedicho capítulo en tres secciones
que se complementan, pero que apuntan a distintas ideas centrales. En la primera sección se reúnen
los tres primeros apartados del capítulo, de los cuales se desprenden tres ideas centrales, a saber:
1. La lucha por la vida fundamenta la selección natural. 2. La lucha por la existencia “(...) incluye
la dependencia de un ser respecto de otro y (...) no sólo la vida del individuo, sino también el éxito
al dejar descendencia.” (p. 132). Y 3. Los organismos tienden a una rápida progresión geométrica
y esta (...) “ha de ser contrarrestada por la destrucción en algún periodo de la vida.” (p. 136). Por
su parte, en la segunda sección reúno el cuarto y el quinto apartado del capítulo, pues en ambos se
desarrolla la idea de la dependencia o relación de los organismos con su medio ambiente; bien sea
para soportar la idea de que “(...) las causas que impiden la tendencia natural de cada especie al
aumento son oscurísimas.” (p. 137), o bien sea para demostrar con ejemplos la complejidad de las
relaciones entre los organismos en la lucha por la existencia. Finalmente, la tercera sección
corresponde al apartado final del capítulo. Este, a pesar de que es una prolongación de la
disertación acerca de las relaciones entre los organismos, desarrolla específicamente la idea de la
rigurosidad que se presenta en la lucha entre individuos y variedades de la misma especie.

La lucha de las especies y su relación con la progresión geométrica y la selección natural:

Antes de considerar la relación que existe entre la selección natural y la lucha de las especies, es
necesario entender por qué la lucha de las especies implica la lucha por la vida o la existencia. En
el párrafo previo al inicio del apartado intitulado La expresión “lucha por la existencia” se usa en
sentido amplio se muestra la lucha por la vida como una dinámica evidente y fácil de admitir para
el juicio. Sin embargo, mantenerla presente resulta más bien difícil, pues la muerte o la destrucción
no siempre relucen a la vista. Mientras distraídos contemplamos la belleza de la naturaleza, como
el cantar de los pájaros, o las hermosas figuras de los animales y las plantas, no vemos la lucha
que se libra entre los organismos para que todo ello subsista, o la facilidad con la que tal hermosura
puede ser destruida. (cf. p. 132) Aquella lucha es una rigurosa competencia a la que están sujetos
los organismos. (cf. 131)

Ahora bien, si queremos preguntarnos por la causa de aquella lucha, debemos dirigirnos a la rápida
progresión con la que tienden a aumentar los organismos. En condiciones ideales si un organismo
no es destruido antes de que cumpla su máximo de vida, y si tampoco su generación por un largo
periodo de años, entonces este individuo al cabo de un tiempo se habrá multiplicado y crecido
exponencial o geométricamente. Por ejemplo, en el caso de un elefante, Darwin nos dice, que al
cabo de 740 a 750 años, en aquella condición ideal, “(...) habría aproximadamente 19 millones de
elefantes vivos descendientes de la primera pareja. (...) (p. 134) Se trata entonces de un crecimiento
exponencial en el que, a no ser por ciertos obstáculos que lo impidan, toda una especie terminaría
poblando la tierra e impidiendo la diversificación de los organismos. Pero no es necesario
plantearnos situaciones ideales para demostrar la tendencia del rápido aumento de los organismos.
Un ejemplo real de aquel crecimiento lo podemos evidenciar en la rápida proliferación de los pinos
traídos a América. En Colombia podemos ver cómo estos, a pesar de los esfuerzos en varias
reservas ecológicas por eliminarlos, siguen multiplicándose e impidiendo el desarrollo y
reproducción de plantas nativas que favorecen nuestro ecosistema.

De lo dicho se sigue, entonces, que por tendencia se producen más individuos de los que pueden
sobrevivir; que si todos los organismos tienden a este aumento, entonces todos lucharan entre sí
por su existencia y reproducción; y que, por lo tanto, aquella tendencia al aumento geométrico será
contrarrestada por la destrucción en algún momento de la vida. Y es que, en últimas, un organismo,
mientras vive, se encuentra a predeterminado a librar una lucha con tres frentes distintos, bien con
individuos de su misma especie, con individuos de otras especies, o con las condiciones físicas de
la vida. (cf. p. 133-136)

Pero antes de exponer la relación entre selección natural y la lucha de las especies, cabe resaltar
de lo anterior la idea de que a la lucha por la existencia subyace una dependencia entre individuos
y la subsistencia de toda una generación. El hecho de que se libre una lucha entre individuos de la
misma o de otra especie supone una relación de dependencia
entre organismos. Sin embargo, no siempre se trata de una en
la que cada organismo, en miras a su supervivencia, destruye
a otro. En muchas ocasiones se trata de relaciones de
cooperación, ello se muestra, por ejemplo, en la dependencia
que el muérdago tiene con los pájaros (fig 3). Para que este
pueda ser diseminado y pueda reproducirse requiere de que
los pájaros tomen de sus frutos, y, por esa misma razón, se
encuentra en una lucha con otro árboles frutales que también
dependen de los pájaros.

Habiendo dicho lo anterior, pasemos ahora a la pregunta por


cómo es que la lucha de las especies se relaciona con la selección natural. Respecto a este vínculo
Darwin afirma lo siguiente:

“Debido a esta lucha -la lucha por la vida-, las variaciones, por ligeras que sean y cualquiera que
sea la causa de que procedan, si son en algún grado provechosas a los individuos de una especie en
sus relaciones infinitamente complejas con otros seres orgánicos y con sus condicione físicas de
vida, tenderán a la conservación de estos individuos y serán, en general, heredadas por la
descendencia.” (p. 130-131)

Más arriba he dicho que la lucha por la vida fundamenta la selección natural. Esta afirmación se
deduce del anterior fragmento. Cuando Darwin hace referencia a aquel principio por el cual las
variaciones, si son provechosas, tienden a la conservación, describe lo que él entiende por
selección natural. Así pues, lo que se afirma en este fragmento es que la lucha por la vida es causa
de la selección natural. Resta, sin embargo, comprender mejor a qué se refiere él con selección
natural.

Para comprender tal concepto, es importante subrayar la


necesidad de que la variación -como sea que se haya dado-
sea provechosa - pues perfecciona una capacidad- y de que,
por lo tanto, sea conservada y heredada. Hacer este énfasis
resulta importante, pues con él se impide que cualquier
variación sea considerada como parte de la selección natural,
o como adaptación de un individuo a su medio ambiente. Un
ejemplo de variaciones que cumplen con los requisitos para
plantearse como selección natural son las del pájaro
carpintero, o las que marcan la evolución de la aves en
general. Por ejemplo, al remontamos a los orígenes de las
aves, nos encontramos con un género de aves primitivas
denominado Archaeopteryx (fig 4). Este compartía
características de
los reptiles, pero
también de las aves
modernas, pues
poseían dientes y
huesos sólidos, pero también plumas (fig. 5). Si nos
centramos específicamente en la evolución de los huesos,
notaremos cómo el ave moderna evolucionó de modo que
los huesos ya no son sólidos, sino huecos. Aquél cambio
es ejemplo de las variaciones de la selección natural, pues
los huesos huecos son un perfeccionamiento de los huesos con respecto a la capacidad de vuelo
que fue heredado y ha sido conservado debido a su utilidad. Quizás, por el contrario, el color
rosado del flamenco no pueda llamarse una adaptación o variación de la selección natural. A
diferencia de su pico, que ha sido diseñado para filtrar el lodo en el que se encuentra su alimento,
el color rojo de sus plumas, que es causado por los carotenoides del alimento que consume, como
en camarones o algas, no revela algún perfeccionamiento. Incluso, muchos de ellos que fueron
llevados al zoológico cambiaron su color debido al cambio en la alimentación.
Otro aspecto que se debe tener en cuenta, o más bien aclarar, es el sentido con el que Darwin habla
de selección, y la relación que este concepto tiene con el de adaptación. Seguidamente de postular
el concepto, se sugiere una relación de este con la facultad de selección del hombre, y afirma:

Hemos visto que el hombre puede, indudablemente, producir por selección grandes resultados y
puede adaptar a los seres orgánicos a sus usos particulares mediante la acumulación de variaciones,
ligeras pero útiles, que le son dadas por la mano de la Naturaleza; pero la selección natural, como
veremos más adelante, es una fuerza siempre dispuesta a la acción y tan inconmensurablemente
superior a los débiles esfuerzos del hombre como las obras de la Naturaleza lo son a las del Arte.
(p. 131)

Teniendo en cuenta la relación que Darwin supone entre la selección natural y la facultad del
hombre de seleccionar, a partir de este fragmento podemos deducir que la selección natural
consiste en un principio por el cual, por selección -de la mejores y más útiles variaciones- surge
una adaptación de los seres orgánicos a su medio ambiente; una adaptación que responde a
requerimientos para la supervivencia en un medio ambiente determinado. Y a esto se añade, que
la diferencia entre la capacidad del hombre, y la de la naturaleza consiste, entre otras cosas, en el
grado de intensidad y de grandeza con la que esta fuerza de selección ocurre.

Por otro lado, además de relacionar este principio con la facultad humana, Darwin sugiere otra
manera de nombrarlo, esto es, como supervivencia de los más aptos. Pareciera que no hay gran
diferencia entre ambos conceptos, pues dice que esta expresión es algunas veces más exacta, e
igualmente conveniente. (cf. p. 131) Sin embargo, a pesar de que en últimas nombra un mismo
principio, pues la conservación de las variaciones más provechosas implica que en cada caso
sobrevive el más apto, o el mejor adaptado, hay que reconocer que la expresión selección podría
implicar un proceso teleologico. Digo esto pues el concepto conlleva a pensar en un fin en medio
del principio, a saber, el de la conservación de la variación más úti.

Pero, pese a estas relaciones con las quizás algo se aclara, a mi modo de ver, aún son varias las
preguntas que surgen y que se han dejado sin responder, entre ellas se encuentran: ¿A qué se refiere
Darwin con adaptación? ¿El principio de selección natural implica una teleología? y si es así ¿de
qué tipo de teleología se trata? ¿qué diferencia implica la analogía con la facultad de selección del
hombre? y, finalmente, ¿en qué se diferencia el concepto de selección natural con el de
supervivencia de los más aptos?

La compleja relación de dependencia de los organismos con su medio ambiente: una relación
que impide o favorece la tendencia natural de cada especie al aumento:

Como mencionamos en la sección anterior, el aumento de los organismos de una especie se


encuentra contrarrestado por obstáculos que la misma especie, otras especies o las condiciones
físicas medioambientales ocasionan. Sin embargo, conocer y entender a fondo las relaciones que
se establecen entre los tres factores y el organismo no es una tarea precisa, pues las relaciones no
son del todo claras. (cf. p. 137-138) Para demostrar la oscuridad de aquellas relaciones, Darwin se
sirve de varios ejemplos que ilustran cómo en unos casos un factor determinado ocasiona la
destrucción, pero cómo en otros ese mismo factor es inferior a otros al momento de evaluar el
impacto que cada uno tiene sobre un organismo. Así pues, pareciera como si se tratará de un
conocimiento que es más bien circunstancial, y que nunca va estar del todo completo. Piénsese por
ejemplo en los seres humanos, a pesar de que los avances modernos en la medicina nos han
permitido el control de muchas enfermedades, aún son bastantes los factores que afectan nuestra
salud y que desconocemos. Y aún cuando estemos cerca de encontrar la cura de la más mortales
enfermedades, tendremos que recordar que “la selección natural es una fuerza siempre dispuesta a
la acción”, y que, por lo tanto, siempre surgirán nuevas o se transformarán las relaciones que
contrarrestan nuestro aumento exponencial; un caso de ello es la actual crisis de los antibióticos,
los cuales en muchos casos ya no resultan útiles, pues las bacterias han mutado de modo que estas
ya no son sensibles a ellos.

Es así que, cuando más se está cerca de descubrir algo así como una “ley”, aparecen excepciones
que dificultan hacerlo o que obligan a trazar ciertos matices. Por ejemplo, generalmente, en lo que
respecta a las etapas del crecimiento de las plantas, la semillas son las que sufren mayor
destrucción, no obstante, en algunos casos son las plántulas las que más la sufren a causa de otras
plantas que impiden su desarrollo o de animales que se las comen. (cf. p. 138) Otro caso típico, es
el que corresponde al alimento. Naturalmente que este determina el límite extremo al que una
especie puede llegar, no obstante, con mucha frecuencia, es el servir de presa a otros animales lo
que señala el promedio numérico de una especie. (cf. p. 138-139) También esto ocurre con el
clima; a pesar de que este es un factor importante, en ocasiones no es suficiente para permitir el
desarrollo de una especie. En resumen, la dificultad en establecer la naturaleza de los obstáculos
se fundamenta en el hecho de que en ningún caso se trata de relaciones unilaterales y unívocas,
sino de varias relaciones que varían dependiendo las circunstancias. En pocas palabra, las
relaciones entre los individuos y su medio ambiente son complejas.

Antes de seguir adelante conviene detenernos en las reflexiones que desarrolla Darwin respecto a
las relaciones mutuas de plantas y animales en la lucha por la existencia. Aunque ya se ha
demostrado que se trata de relaciones complejas, el autor nos presenta unos cuantos ejemplos que
continúan apoyando tal idea, y, además, el hecho de que “La dependencia de un ser orgánico
respecto de otro, como la de un parásito respecto de su víctima, existe generalmente entre seres
distantes en la escala de la naturaleza.” (p. 147)

Uno de los ejemplos tratados corresponde a las condiciones en la se encuentra el ganado en


Paraguay. Con este se nos revela el círculo de complejas relaciones causado por la interacción
entre el ganado, los insectos parásitos, las moscas, las aves, el ser humano y la vegetación. Según
él, la vegetación se ve afectada de manera indirecta por los moscos, las aves, los insectos, y la
mano del hombre, quienes afectan de manera directa al ganado, pues impiden que este se vuelva
cimarrón y que, por ende, no beneficie a la vegetación. (cf. p.
144) Otro ejemplo más conocido es el caso de los abejorros,
pues si no fuera por ellos, el trébol rojo (fig. 6), a quien solo
ellos vistan, se extinguiría.

Se puede concluir entonces, partiendo de estos ejemplos y lo


dicho previamente, que en lo que se refiere al número de
individuos de las especies y las variaciones entre organismos,
nada hay en ellos de casualidad, pues ambas cosas están
fundamentadas en una interdependencia entre organismos y medioambiente que las causa. Sin
embargo, conocer aquellas relaciones que las fundamentan, como se ha mostrado, es tarea
compleja. De ahí que Darwin afirme:

Échese al aire un puñado de plumas, y todas caen al suelo, según leyes definidas; pero ¡qué sencillo
es el problema de cómo caerá cada una comparado con el de la acción y reacción de las
innumerables plantas y animales que han determinado en el transcurso de siglos los números
proporcionales y las clases de árboles que crecen actualmente en las antiguas ruinas indias! (p. 147)

Acerca de la rigurosidad que se presenta en la lucha entre individuos y variedades de la misma


especie:

Previamente se ha mostrado cómo dependen y luchan los organismos con otros que se encuentran
distantes a ellos en la escala de la naturaleza, como la planta con la babosa, o la vaca con mosca.
Pero Cuando se trata de la lucha entre individuos de la misma especie la dinámica es rigurosa. Ello
se debe a las semejanzas en costumbres, constitución y estructura entre ambas, pues tal afinidad
implican que ocupan el mismo lugar en la economía de la naturaleza, y, por lo tanto, que se
enfrentan a obstáculos y a requerimientos similares. Así, cuando luchan entre sí, cualquier ligera
variación hace la diferencia, y cualquier ligero detalle en las costumbres, la estructura o la
anatomía, con respecto al ambiente, es significativo a la hora de determinar el resultado. Sin
embargo, pese a la complejidad de la relaciones y a nuestra ignorancia de ellas, “(...) en ningún
caso podríamos decir con precisión por qué una especie ha vencido a otra en la gran batalla de la
vida.” (cf. p 149)

Un caso que nos permite entrever aquella rigurosidad o severidad es la competencia entre la abeja
común importada y la abeja nativa de Australia. Ya que la importada posee aguijón y, por ende,
una ventaja frente a la nativa respecto a su mecanismo de defensa, es la importada la que extermina
a la nativa.

Consideración final
Aunque en este capítulo no se trata a fondo el tema de la selección natural, que es el nos lleva a
preguntarnos por la teleología, quisiera que consideramos la pregunta pues para el texto la relación
entre la lucha de las especies y la selección natural es un tema transversal. En efecto, la noción de
lucha implica la idea de la conservación de las variaciones, y preguntarnos por estas es importante,
pues dependiendo como sean interpretadas entenderemos de mejor manera el principio de la
selección natural. Es decir, cabe preguntarnos si la conservación de las variaciones se fundamenta
en causas mecánicas o, por el contrario, en causas teleológicas.

Por un lado, decir que se fundamenta en causas mecánicas implica pensar, por ejemplo, que
podemos entender la lengua del pájaro carpintero, como una variación conservada sin apelar a
finalidades. Por otro lado, afirmar su fundamento en causas finales implica pensar que la lengua
del pájaro carpintero fue diseñada y se conservó por una finalidad que necesariamente implicaba
el perfeccionamiento o utilidad de la variación.

Bibliografía:

Darwin, Ch. 2008. Origen de las especies (OE). México. Veracruz.

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