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Spinoza y Locke vivieron en un contexto social muy revolucionario, dando a conocer

diferentes modos de pensamiento filosófico lo cual dio un giro a la sociedad. En el siglo

XVI-XVII nace la Ilustración la cual se caracteriza por su postura crítica, analítica y

autocrítica que tiene un análisis agudo de la realidad, que nace de la aplicación de la

razón a todos los dominios del saber humano (religioso, ético, político, científico y

social). Esto significa que se van a replantear todos los valores sociales admitidos hasta

entonces, lo que da lugar a una crisis de la conciencia, también especifica que es el

cambio profundo de la visión del mundo que con su acerada crítica contribuye a que se

produzcan profundos cambios sociales y culturales.

Una característica fundamental de la Ilustración, para el tema que nos ocupa, es su

capacidad secularizadora: se termina el problema de la razón-fe, reduciendo la fe a lo

racional (el deísmo). Esto no significa que la Ilustración sea anti teológica, sino que se

analiza el fenómeno religioso como un saber más, es decir, justificado por la razón. La

verdadera religión es la racional y la razón es la verdadera revelación.

Después de algunas décadas nace la aparición del potente pensamiento de Baruch

Spinoza (1632-1677). Spinoza asume como empresa principal la tarea abandonada por

Descartes: construir un sistema para la ética en cuyo centro se encuentre situada la

metafísica. Para tal pretensión, abrir una mirada completa de lo real no resulta una

elección, sino sobre todo una exigencia. En este sentido, una descripción lógica de la

realidad del ser humano tiene que asumir tanto los componentes racionales como los

“irracionales” de un hecho, Spinoza es uno de los primeros filósofos en conceder un

estatus ontológico al deseo y las afecciones en general.

Spinoza señala que podríamos establecer una división entre la acción y la pasión: en el

primer caso, la causa se ubica en nosotros mismos, en mi propia alma y en el segundo,

la causa es totalmente exterior. Esta simple división conlleva enormes implicancias para
una concepción de la libertad, algo de lo cual Spinoza es consciente, él acusa en los

hombres la pobre creencia de ser libres por saber qué es lo que quieren e ignoran por

completo por qué precisamente desean lo que desean.

De acuerdo a la división de Spinoza, los individuos de nuestra actual sociedad de

consumo no actúan en sentido estricto, solo tienen los distintos condicionamientos

ideológicos. Para efectuar una verdadera acción, Spinoza no recomienda algún tipo de

represión o algo semejante a un rompimiento de la necesidad de los afectos, pues son

precisamente ellos los que nos hacen humanos. Por el contrario, el camino a seguir tiene

que ver con la fuente de nuestros deseos, con una toma de consciencia de nuestra vida

diaria y sus decisiones, mediante una autocrítica constante.

Por otro lado, en el pensamiento social de Locke el estado de naturaleza se caracteriza

por la libertad e igualdad de todos los hombres, en ausencia de una autoridad común.

Los hombres se mantendrán en ese estado hasta que, por su propia voluntad, se

conviertan en miembros de una sociedad política, para Locke el estado de naturaleza no

se identifica con el estado de guerra sino lo contrario, el estado de guerra constituye una

violación, una degeneración del estado de naturaleza, mediante la imposición de la

fuerza en ausencia de todo derecho, una desvalorización de lo que el estado de

naturaleza debe ser.

La ley moral natural proclama, al mismo tiempo, la existencia de unos derechos

naturales y sus propias tareas, por ejemplo, el derecho a la propia conservación, a

defender su vida, a la libertad, y a la propiedad privada. Puesto que el hombre tiene el

derecho y el deber a la propia conservación, tendrá derecho a poseer las cosas

necesarias para ese fin, por eso para Locke, el derecho a la propiedad privada es un

derecho natural.

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