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Revista de Cultura N° 22, Diciembre 1984 ceery 2COMO NARRAR LA HISTORIA? CAI ee De nuestro fondo editorial U, Eco., El nombre de la rosa, Ed. Lumen 4. Gelman, Si, dulcemente, Ed. Lumen 4. Gelman, Hechos y relaciones, Ed. Lumen E. Kant, Transicion de los principias metafisicas de li Ciencia Natural 2 1a Fisica, Editera Necional de Espana E. Galeano, Las venas abiertas de América Latina, Ed. Siglo XXI E Galeano, Memorias del fuego. Ed. Siglo XX! J. Lacan, Escritos (dos volmenes), nueva edicién corregida y aumentada, Ed. Siglo XX! Varios autores, Modos de produccion en América Latina, Ed, Siglo XXI D. Vities, Los duetios de la tierra, Ed. Origenes E, Galeano, Dias y noches de amor y de guerra, Ed. Catdlogos 4. Amicola, Astrologia y fascismo en la obra de Arle, Ed, Weimar ©. Marx, El capital, XX! D. Viflas, Cuerpo 2 cuerpo, Ed. Siglo XX! Varios autores, Legados del monetarismo, Ed. Soler Revistas Nueva Sociedad, Critica & Utopia, Ultimo Reino, CEDES, Eserita L.Mercier Vega, Autopsia de Peron, Ed. Tusquets IN. Bussiinger, Armonia de fragancias, Ed. Tusquets A. Vallejo, Para una epistemologia del psicoandlisis, Ed, Seibal echo voliimenes, Ed. Siglo PIDALOS EN SU LIBRERIA Catélogos $.R.L., Avda. Independencia 1860 Tel. 38-5708 — (1225) Buenos Aires PUNTO. DE NISTA ARO VII, NUMERO 22 Diciembre 1984 Consejo de direccién: Carlos Altamirano José Aricé Marfa Teresa Gramuglio Juan Carlos Portantiero Hilda Sabato Beatriz Sarlo Hugo Vezzetti Directora: Beatriz Sarlo Diagramaci6n: Carlos Boccardo Suseripciones: Suscripcion en la Argentina: un af SuscripeiOn en el exterior: seis nimeros por correo aéreo: uSs25 Los dibujos que ilustran este ntimero pertenecen a la expo- sicion realizada en México, en 1982, por Henry Moore Punto de Vista recibe toda su comespondencia, cheques y giros a nombre de Beatriz Sarlo, Casilla de Correo 39, Sucursal 49 (B), Buenos Aires, Argentina, Punto de Vista fue compuesta’en Estudio Century, 48-0166. Peliculas: Carlos Tirabassi, 921-1723. Impresa en los Talle- res Graficos Litodar, Viel 1444, Buenos Aires. Hecho el depésito que marca la ley. Registro de propiedad intelec- ‘ual en trimite, Carlos Altamirano LAICISMO “Ese espiritu representa... la experiencia del mun- do, ese sentido de la realidad al que pertenece tam- bign el pensamiento.” P ara qué volver a una nocidn de eco decimondnico y que sdlo recuerda, en los que ya tenemos afios para eso, las contiendas por el art, 28 en el primer afo del frondizismo? No estoy pensando, sin embargo, en el mono- polio estatal de la ensefianza ni en resucitar la ideologia po- sitivista que ha acompahado habitualmente a la reivindica- cin del espiritu laico. En cuanto a aquella controversia sobre la ensefianza libre (0 privada), los que recordamos ¥, Sobre todo, los que ingresamos a través de ella en el mun- do de Is politica estudiantil, sabemos que su interés se con- sumid ripidamente. Bien pronto, otras cuestiones ocupa- on el primer plano (incluso dentro del reformismo univer- sitario movilizado contra la habilitaciOn de las universidades privadas): la “batalla del petroleo”, 1a industrializacion pesada y el capital extranjero, el Plan Conintes.., es deci todas aquellas cuestiones en torno a las cuales se consi maba lo que por entonces se llamé la “traicion de Fron- dizi”, En el propio campo universitario cl debate sobre 1a reaccién clerical fae dejando paso a otfos temas y en Ia figura del “cientificismo” se halld el correlato de la penetra- cin imperialista en la economia. (Algin dia habri que analizar todo cuanto st puso bajo el rotulo de cientificis- mo y todo cuanto se puso en su critica) Finalmente, ta emergencia de un progresismo catdlico con impulsos radi- ‘ales e inclinado al didlogo con la izquierda, cuando no « disputarle el sentido de la transformacién de la sociedad, volvié completamente anacronico, yaa mediados de los "60, el alineamiento laico de 1958. No tengo, pues, la intencion de suscitar querellas vicjas, aunque cfeo'que valdria la pena un anilisis historico de ex tas vicisitudes de 1s cultura argenting de los ditimos veinti- ineo afios (de ta cultura de los intelectuales, al menos: no quiero irtitar a los especialistas en Cultura popular), Hay algo, sin embargo, que las palabras laicismo o laico evocan ¥ que quiero rescatar: la negativa a conceder a alguna ins- titucion, doctrina o autoridad el lugar de guardianes de la verdad 6 del sentido de nuestra existencia como colectt- vidad nacional, por un lado, y el estimulo, por el otro, a la plena secularizacion de fa vida social y de la cultura, No $e trata entonces, y como es obvio, ni de la religio- sidad ni de los valores religiosos, Tales valores no sOlo for- man parte del tejido de nuestra cultura, sino que dinica- mente alguna especie trivial y fandtica de positivismo po- dia imaginar una campana de “esclarceimiento™ para esalojarlos. Pero no hay ningin peligro mas alejado que Th. W. Adomo éste en la Argentina de hoy. De lo que se trata, en todo ca- institucion y de la autoridad que asumen a in oficial dé esos valores para reivindicar. cl derecho exclusivo a inspirar los principios de la cultura y Ja moral colectivas. De eso se trata hoy, cuando se obser- va, tras la restauracin de las instituciones de la demoera- cia politica, a la conservadora ciipula de Ia Iglesia Catéli- ca argentina nuevamente instalada en el centro de la vida pablica, censurando, ejerciendo presiones mas © menos discretas, y reclamando para si la custodia del orden moral y de la nacionalidad, ¥ resulta deprimente comprobar con ‘euinta facilidad se le concede ese lugar. Basta reparar en el embarazo que provoca en la mayoria de los partidos Politicos el tema del divorcio, para no hablar de los funcio- narios del gobierno (los divorciados incluidos). No podri decirse que la Iglesia obtuvo ese reconoct miento porque fue un foco protector o de disidencia con- tra el autoritarismo y la represion salvaje durante el diti- mo régimen militar, Sélo algunas parroquias, aqui y alli, ¥-unos pocns sacerdotes, que todo el mundo conoce, ha- blaron y actuaron con dignidad y coraje en esos afios. Con el resto, y st contaban en 6 a los mis autorizados portavo- es del ‘clero local, 1a dictadura mantuvo fluidas relacio ries, (No es necesario referirse a los que exaltaron las proc- zas.de nuestros “seflores de la guerra”.) Del experimento politico reaccionario que se inicié en 1976 y que no dej6 institucion ni tejido de la sociedad civil sin afectar, tinica mente la Iglesia emergio reforzada en el papel que se atri- buye. Asi sc halla ahora, como foco de resistencia a la se- cularizacion de las relaciones sociales y de nuestros modos de vida, més preocupada por el divorcio, por el avance de siertos funcionarios en areas que considera de su compe- tencia o por los especticulos del Teatro San Martin, que Por la barbarie de los witimos anos. EI hecho de que Ia Iplesia recupere, o mantenga, desde hhace décadss y sin que importen demasiado las vicisitudes historicas, su papel de tutela e intérprete privilegiado del orden moral, con el poder informal pero efectivo de apro- bar, censurat 0 pronunciar vetos de significado politico, no es ajeno a la afinidad que el integrismo de su prédi- ca encuentra en otros “integrismos” extendidos en la socie- dad y la cultura argentinas, No es necesario insistir sobre el caso demasiado elocuente de las fuerzas armadas y el mundo ideoldgico que reina hasta ahora en ellas, para cuya comprensién, digamos al pasar, no basta remitirse a la “doc- trina de Ja seguridad nacional”. En ls sociedad civil hay otras formaciones culturales, con fuertes impulsos integris- tas, y cuya imagen de la nacidncomo comunidad orginica = alimenta del recelo cuando no de la hostilidad ante las Innovaciones tanto politicas como ideoldgicas. Estas son percibidas y encaradas como amenazas abiertas o latentes al nicleo de la nacionalidad, un niicleo que debe ser culti- 1

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