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y LÍMITES
desde la
CRIANZA RESPETUOSA
PRESENTACIÓN DE DULCE CRIANZA
Es diferente que una madre o padre crea que tiene que comunicar un
límite, un límite que existe, a que piense que tiene que poner un límite. La
idea de “poner límites” desorienta a los padres porque no saben dónde ni
cuándo.
LA COMUNICACIÓN DE LOS LÍMITES
Un ejemplo de esto puede ser cuando muchas veces alguien le dice a una
mamá de un bebé de meses o incluso días “no lo tengas mucho en brazos,
tenés que empezar a poner límites desde ahora porque sino te toman el
tiempo”. Este tipo de consejos desconoce las necesidades del bebé o niño y
a la vez desconcierta a los padres quienes se preguntan ¿Desde cuándo
tengo que poner límites? ¿Cómo hago para que mi hijo no me tome el
tiempo?
La idea de que “hay que poner límites” nos enfrenta a los niños, nos
distancia de ellos, de sus necesidades y de sus deseos. Genera en los
padres un sentimiento de tener que crear los límites, de tener que
inventarlos, cuando en realidad éstos existen. Como padres, nuestra
función es transmitirlos y acompañar a nuestros hijos en el encuentro con
ellos, aunque muchas veces les produce grandes frustraciones.
Veremos que existen diferentes formas de comunicación y que las mismas están
relacionadas con valores que subyacen a diferentes estilos de crianza.
EL ESTILO AUTORITARIO
EL ESTILO PERMISIVO
EL ESTILO RESPETUOSO
En relación a los límites, los padres creen que tienen que ponerlos todo el
tiempo. De lo contrario, los niños no tendrán disciplina. Los límites son
arbitrarios y se “informan” sin que medie explicación. Continuamente se les
dice a los niños “No porque NO”. Esto no propicia que los niños vayan
aprendiendo y comprendiendo las consecuencias de sus actos.
Los castigos son parte de este estilo de crianza, en su forma extrema son los
castigos físico. Desde este espacio estamos totalmente en contra de cualquier
tipo de golpe o maltrato justificado como un modo de educación.
Estos padres permiten hacer de todo a sus hijos, pero desde la ausencia,
desde la ignorancia, desde la pereza, la comodidad o la negligencia. No los
escuchan ni los conocen, no pasan tiempo con ellos, y por lo tanto,
tampoco los respetan, sino que en general los ignoran.
Este estilo es lo que elegimos como guía para una crianza saludable de los
niños.
Como padres tenemos que pensar que la educación que les demos a
nuestros hijos va a ser la forma en que los preparemos para insertarse en
la sociedad. Creemos que desde una maternidad y paternidad consciente
es importante detenernos a pensar cómo estamos preparando a nuestro
hijo para este mundo. Qué características tiene y qué recursos le
brindamos al niño para que pueda hacer frente a los obstáculos que se le
presentarán en la vida. Claramente cada estilo de crianza tendrá
consecuencias diferentes en el crecimiento del niño.
Muchas mamás y papás han sido criados de una manera más autoritaria,
y esto es un verdadero desafío al quieres cambiar el estilo en la crianza de
sus hijos.
0 a 8 meses:
Los primeros tiempos de la crianza: todo es
“A LIBRE DEMANDA”
Los padres ponen límites al mundo
9 a 24 meses:
Mayor autonomía física
Aparición de los límites y las limitaciones
Los límites son una cuestión personal, son diferentes para cada individuo.
En este camino nuestro rol es por momentos lograr que asuma sus límites
y otras veces ayudar a superarlos.
Por naturaleza los niños corren, gritan, juegan, interrumpen, entre otras
cosas. Estos son los comportamientos de un niño. En ciertas
oportunidades no se les permiten estos actos y son pequeños para
incorporar todas las normas al respecto. A veces como padres los
exponemos a situaciones donde no van a poder comportarse de la forma
que quisiéramos y donde no se tiene consideración frente a
comportamiento infantil sino que priman los deseos y el accionar del
adulto.
Por ejemplo, se los lleva a reuniones sociales pero se les impide que se
porten como niños. Tienen que estar quietos, hablar tranquilos, no meterse
en las conversaciones de los adultos, etc.
Esta sociedad no duda en decir que “los niños necesitan límites”. Sin
embargo si nos detenemos a pensar, los niños en su vida cotidiana tienen
muchos límites. Los niños son las personas con mayores limitaciones. No
pueden decidir dónde quieren vivir, ni cómo, ni qué tipo de educación
recibir, ni a qué colegio acudir, en la mayoría de los casos no deciden qué
ropa ponerse ni qué comer, no deciden sus horarios, no pueden ir a
ninguna parte sin ser acompañados y vigilados. No deciden cuántas horas ir
al colegio ni cuánto tiempo pueden destinar a jugar. No deciden cuántas
horas trabajarán sus padres ni cuánto tiempo jugarán con ellos. Los niños
no deciden cuándo ir ni cuándo irse de la plaza.
Piensen cuántas veces durante el día les dicen que no a sus hijos, cuántas
veces les dicen que los esperen. En general son muchísimas.
Sin embargo seguimos escuchando que hay que “ponerles límites”. Esto
proviene de esta misma sociedad que prioriza a los adultos por sobre los
niños.
En este sentido, hay muchas cosas que se le permiten a los adultos pero no
a los niños. En su defecto, hay muchos límites que esta sociedad les quiere
imponer a los niños pero no cuentan para los adultos.
Por ejemplo, se les exige a los niños que compartan sus juguetes que son
sus bienes más preciados, cuando los adultos en general no comparten sus
pertenencias de más valor (pensemos cuántas veces compartimos nuestra
casa, nuestro auto o incluso nuestro celular).
Los límites en esta sociedad nos tienen que llevar a pensar ¿Por qué pongo
el límite? ¿Por qué le estoy diciendo que no a tal cosa? Porque realmente no
se lo puedo dar, porque realmente considero que no debe o no puede
acceder a lo solicitado o porque vivimos en una sociedad que limita todo
tipo de deseo de los niños considerándolo un capricho.
Los niños obedientes aceptan las normas impuestas por sus padres o por los
adultos principalmente porque aprendieron a hacer caso o de lo contrario
serían castigados.
Muchas veces escuchamos alabar a padres que tienen niños muy obedientes,
como si esto fuera una virtud. ¿Es una virtud la obediencia? ¿Es bueno para el
desarrollo del niño y para su futuro ser muy obediente?
Criar hijos respetuosos implica criar hijos con criterio para poder saber qué
está bien y mal, para poder actuar, decidir y no acatar. Que tengan valores.
Educar para que puedan resolver y no para que obedezcan sin pensar. Es
importante como padres brindar recursos para que puedan cuestionar o
analizar una orden dada por la autoridad en un futuro.
REFLEXIONES SOBRE LOS
LÍMITES
Una vez una mamá que participó de un taller nos cuenta que para poder
cocinar dejaba que su hijo de un año y medio juegue con harina por toda la
cocina. Otra mamá comentó que a ella ni se le ocurría permitir eso, que
preferiría no cocinar, o darle otra cosa para jugar. No podemos pensar si
está bien o mal que el nene juegue con harina. En este caso, los límites son
los nuestros: si a mí como mamá no me molesta, le doy la harina para jugar.
Si mi límite está en que no voy a limpiar la harina por toda la cocina, no se
la doy.
El problema surgiría si le
doy la harina y le exijo que
no ensucie nada.
Aceptar que como adultos tenemos límites y no podemos con todo, por
más que a veces lo intentemos, nos va a ayudar a establecer prioridades.
En los talleres tenemos muchas madres que trabajan muchas horas al día,
por necesidad o por el motivo que sea, y siempre tratamos de transmitirles
que a veces el problema no son las horas que trabajan, sino que cuando
regresan a sus hogares tendrán que darle la atención a su hijo que tanto
esperó para verlas.
Criar con respeto no es criar sin normas y sin límites. Por el contrario, es
transmitir normas de convivencia, las cuales implican el respeto y la
aceptación de los otros. Considerando que la forma esencial es partir
desde el ejemplo. Para que los niños aprendan a respetar, primero hay
que respetarlos a ellos.
Ser padres exige mucha paciencia y dedicación. Nos exige mucho tiempo y
la realidad laboral de hoy y demás obligaciones, muchas veces no nos
permite darles esto que necesitan. Cuando estemos con nuestros hijos
simplemente estemos con ellos, brindémosle la atención que se merecen.
Por ellos y por nosotros.