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TRABAJO PRÁCTICO DE

PSICOANÁLISIS.

ψ Profesor de Cátedra: Ariel Delgado.

ψ Alumnas: - Diana Bogado.


- Natalia Fabio.

ψ Curso: Tercer Curso de Psicología.

ψ Tema: Regresión y Represión.

Loma Pytã.
2009
Introducción.
El trabajo de investigación que realizamos trata sobre un par de los

mecanismos de defensa que son REGRESIÓN y REPRESIÓN, en

clase aprendimos que REGRESIÓN es cuando una persona adulta

se comporta como si fuera un niño para tratar de esquivarse de los

problemas que tiene parea no afrontarlos como lo debiera hacer.

REPRESIÓN es cuando reprimimos recuerdos indeseables par

nosotros, cosas que no queremos recordar porque nos hacen daño,

nos lastiman y el único modo de hacer que no nos lastimen es

reprimiendo los recuerdos.

Cabe destacar que tanto la REPRESIÓN como la REGRESIÓN se

realizan inconscientemente, es decir la persona no sabe que esta

utilizando estos mecanismos de defensa y a veces ni siquiera sabe

que es los que esta reprimiendo. A continuación hablaremos más

acerca del trabajo de investigación y puedan informarse mejor

acerca de estos dos mecanismos de defensa.

El recuerdo más temido es el inconsciente reprimido.

La Represión, defensa que Anna Freud llamó también “olvido


motivado” es simplemente la imposibilidad de recordar una
situación, persona o evento estresante. Esta defensa también es
peligrosa y casi siempre va acompañada de otras más.

Cuando era un adolescente, desarrollo un fuerte sentimiento de


miedo hacia las arañas, especialmente aquellas con patas
largas. No sabía de donde venía ese miedo, pero empezaba a
ser bastante engorroso cuando precisamente iba a entrar en el
instituto, antes de la universidad. En el instituto, un consejero
me ayudó a llevarlo mejor (con algo que él llamaba
desensibilización sistemática), pero aún no tenía ni idea de
dónde podía provenir el miedo. Años más tarde, tuve un sueño
particularmente vívido y claro donde me veía encerrado por mi
primo en un cortijo de la parte de atrás de la casa de mis
abuelos. La habitación era oscura y estaba muy sucio. El suelo
estaba cubierto de (ya lo habrán sabido) ¡arañas con patas
largas!).

La comprensión freudiana de este sueño es bastante simple:


reprimí un evento traumático (el incidente del cortijo), pero
cuando en la realidad veía arañas, surgía la ansiedad del evento
sin traer consigo el recuerdo del acontecimiento.

Otros ejemplos abundan en la literatura. Anna Freud habla de


uno en concreto que es particularmente especial: una chica
joven, acosada de una culpa importante por sus fuertes deseos
sexuales, tiende a olvidar el nombre de su novio, aún cuando le
está presentando a sus amistades. O un alcohólico que no puede
recordar su intento de suicidio, argumentando que debió
“haberse bloqueado”. O alguien que casi se ahoga de pequeño,
pero es incapaz de recordar el evento aunque los demás
intenten recordárselo…pero presenta un miedo terrible a los
lagos y mares.

Nótese que para que haya un verdadero ejemplo de defensa,


debe funcionar de forma inconsciente (Laplanche y Pontalis en
su Diccionario de Psicoanálisis) Ed. Labor, 1993- establecen que
la defensa adquiere a menudo un carácter compulsivo y actúa,
al menos parcialmente, inconscientemente. N.T.).
Mi hermano tenía un miedo terrible a los perros cuando era niño,
pero no había en esta experiencia ninguna defensa en juego.
Simplemente él no que ría repetir la experiencia de haber sido
mordido por uno de ellos. Comúnmente, eso que llamamos
miedos irracionales o fobias derivan de la represión de traumas.

El mecanismo de la represión ha sido tratado e investigado a


fondo por Sigmund Freud, representando la base del
Psicoanálisis.

Freud comenzó a utilizar este término ocasionalmente como una


defensa del yo, que se encuentra en numerosos procesos
defensivos complejos.

La represión es la operación mediante la cual una persona intenta


rechazar o mantener en el inconsciente, pensamientos, imágenes,
recuerdos que están ligados a una pulsión. Se produce cuando la
satisfacción de una pulsión placentera puede provocar displacer en
virtud de otras exigencias.

Desde los primeros tratamientos de la Histeria, pudo observar que


los pacientes tenían a su disposición recuerdos que, no obstante,
conservaban toda su vivacidad cuando eran evocados nuevamente.
Eran cosas que se querían olvidar y que se rechazaban y reprimían
fuera del pensamiento consciente.

La represión aparece desde un principio como un sinónimo de


inconsciente.

La teoría psicoanalítica tiene como fundamento dos leyes derivadas


del campo de la física: “Nada se pierde todo se transforma” y “En
todo gasto de energía hay pérdida de energía”.

Desde el punto de vista dinámico, una pulsión cuya satisfacción,


produce placer, suscita un displacer tal que desencadena el
mecanismo de la represión, que siempre puede fracasar por la
fuerza del deseo inconsciente que busca volver a la conciencia.
El contenido reprimido tiende a retornar en forma de síntomas,
sueños, actos fallidos, etc. Los actos fallidos son los errores al
hablar, o de la memoria y de la acción que habitualmente no se
cometen pero cuando ocurren son atribuidos al azar o a la falta de
atención. Sin embargo son como los síntomas, formaciones entre la
intención consciente del sujeto y lo reprimido.

La represión no sólo se manifiesta en la patología sino también en


la psicología normal y se puede considerar como un proceso
psíquico universal, considerando al inconsciente como una
instancia separada del resto del psiquismo.

Para entender el funcionamiento psíquico Freud denomina aparato


psíquico a la organización interna que tiene diferentes funciones
comparándolo con los aparatos ópticos. El aparato psíquico debe
concebirse como un aparato reflejo compuesto por tres instancias:
El Superyó, el Yo y el Ello.

El Superyo es una de las instancias de la personalidad que


representa la conciencia moral. Se define como el heredero del
Complejo de Edipo, porque se forma por interiorización de las
exigencias y prohibiciones parentales.

El Yo se encuentra en una relación de dependencia, tanto con


respecto al ello como al Superyo, apareciendo como mediador,
encargado de los intereses de la totalidad de la persona.

Desde el punto de vista dinámico el yo representa el polo defensivo


de la personalidad que pone en marcha una serie de mecanismos
de defensa tratando de lograr el equilibrio.

El Ello constituye el polo pulsional de la personalidad, sus


contenidos son inconscientes, en parte hereditarios e innatos, en
parte reprimidos y adquiridos.

Para Freud, el Ello representa el reservorio primario de la energía


psíquica y desde el punto de vista dinámico entra en conflicto con
el yo y el Superyo.
Para Freud, el Yo se comporta en la vida de un modo
completamente pasivo y es influenciado por fuerzas desconocidas
e ingobernables provenientes del Ello y del Superyo; concepto
ampliamente cuestionado por otras corrientes psicológicas.

La instancia represora es el Yo y sus operaciones defensivas son


igualmente en su mayor parte inconscientes.

Freud indica en varios lugares que el psicoanálisis es


fundamentalmente una teoría de la represión. Su estudio le llevó a
Freud a postular la existencia de lo inconsciente y a comprender los
trastornos histéricos. La represión es el mecanismo de defensa más
importante; por él experiencias y apetitos que el sujeto considera
inaceptables y que no consigue integrar adecuadamente en su
personalidad se proyectan o empujan hacia las zonas inconscientes
de la mente. La eficacia de la represión puede ser tal que el sujeto
ignore lo que ha reprimido pero también que ha reprimido. De ahí
que el terapeuta deba luchar para que el paciente sea consciente
también de su responsabilidad en la represión. La represión no anula
la energía psíquica reprimida; ésta pugnará por manifestarse en la
vida del sujeto, bien en los sueños, los "lapsus linguae", o los actos
fallidos, bien de modo más espectacular o traumático produciendo
trastornos orgánicos o somatizaciones.

Mecanismo de defensa que consiste en rechazar y sacar fuera de la


conciencia todo aquello que resulta doloroso o inaceptable para la
persona.

Puede darse la represión inconsciente como mecanismo de defensa


del Yo, por el que el individuo se niega a reconocer alguna realidad
determinada. Por otra parte puede darse una represión consciente.
Aunque la persona reprima algo que le resulte doloroso, esta
represión puede seguir influyéndole en su vida por medio de los
sueños, de los lapsus o de cualquier otro tipo de síntomas.
La represión es un mecanismo estructural en el sujeto y
constituyente del mismo, que consta de tres tiempos lógicos
denominados como represión primaria, represión secundaria y
retorno de lo reprimido.
La idea de un tiempo lógico nos sitúa al margen de la cronología, y
nos indica que lo central, lo que adquiere mayor importancia es que
haya funciones que se cumplan, sin que la edad constituya un dato
relevante. La intervención de una función produce efectos, y crea las
condiciones de posibilidad para que intervenga una función
siguiente, sin que la segunda anule a la primera; diríamos más bien
que se enlaza, se articula con esta en estructurar al aparato psíquico
en un nivel de complejidad creciente. Por ejemplo, no habría
principio de realidad si antes no hubiera estado formado el principio
del placer; mas el principio de realidad no anula al primero, sino que
se enlaza con él. En la misma línea, podríamos agregar que no habría
principio del placer sin una previa erogenización del cuerpo, y que
esta no sería posible sin la función materna, etc.
De acuerdo a lo planteado, represión primaria, secundaria y retorno
de lo reprimido serán abordados en función de tiempos lógicos, que
es lo que veremos a continuación.
Los tres tiempos de la represión
Para Freud, la represión primaria constituye una primera fase de la
estructuración psíquica, y consiste en la fijación de la pulsión a un
representante representativo. A ello debemos agregar que divide al
aparato psíquico en consciente e inconsciente. Esto parece una
formulación muy enigmática, y trataremos de desglosarla un poco a
fin de comprender mejor su alcance.

¿Qué es la pulsión? Es una fuerza de empuje en busca de la


satisfacción, que da cuenta de la erogenización del cuerpo. La
sexualidad para el psicoanálisis trasciende a la función genital, va
más allá de la genitalidad para comprender todo aquello susceptible
de generar placer en el sujeto, desde el coito propiamente dicho
hasta las más variadas formas de expresión (desde succionar el
pecho materno hasta leer un libro, ver una película, practicar algún
deporte, trabajar en algo que al sujeto le gusta, etc.). Esta
sexualidad comienza a estructurarse desde que el cuerpo es
erogenizado, siendo la pulsión la estructura que la representa.
Mas la pulsión no sólo es energía, fuerza de empuje, sino que está
ligada a ciertas ideas, representaciones. Con la represión primaria se
establece el primer nexo entre la energía pulsional y la idea, que
Freud denominó como este representante–representativo. Este
permanecerá inmutable, quedando la pulsión fijada a él. Dicho
representante nunca fue consciente y tampoco lo será, y ejercerá
una fuerza de atracción hacia todas las representaciones que entren
en contacto con él, las cuales serán reprimidas secundariamente.
La represión secundaria o propiamente dicha es un mecanismo de
defensa del yo, tendiente a apartar de la conciencia todas aquellas
representaciones que, por su carácter displaciente, generen en el
sujeto un estado de malestar. Para ello son necesarias dos
condiciones: la repulsa del yo hacia la idea intolerable, y la atracción
que las ideas ya reprimidas ejercen sobre esta representación. De
esta manera, la idea de un conflicto psíquico es determinante a la
hora de considerar las causas de la represión. Dice Freud al respecto:
“Ateniéndonos ahora a la experiencia clínica que la práctica
psicoanalítica nos ofrece, vemos que la satisfacción de la pulsión
reprimida sería posible y placiente en sí, pero inconciliable en otros
principios y aspiraciones. Despertaría, pues, placer en un lugar y
displacer en otro. Por tanto, será condición indispensable de la
represión el que la fuerza motivacional de displacer adquiera un
poder superior a la del placer producido por la satisfacción” . Es de
esta represión, la propiamente dicha, de la que hablaremos en
nuestra presentación del caso.
Si líneas atrás hemos expresado que la represión recae sobre una
idea displaciente, cabe ahora plantearnos qué sucede con el
montante energético ligado a ella. Freud sostiene que ambos
componentes de la pulsión siguen destinos diferentes: la idea (o
representación, o pensamiento, términos que Freud utiliza como
sinónimos) pasa a ser inconsciente, y la energía (o carga, o catexia,
también sinónimos entre sí) puede tener tres destinos posibles:
transformarse en angustia, transformarse en cualquier otro afecto, o
bien permanecer sofocado. Sobre este último punto, cabe hacer una
precisión: sofocado quiere decir que el monto energético no se
manifiesta bajo la forma de algún afecto, pero no indica que quede
reprimido, siendo la razón para ello muy sencilla: la energía no se
reprime, sólo pueden reprimirse las ideas.
Es en la formación de los síntomas neuróticos donde Freud llega a
apreciar diferentes formas de manifestación del retorno de lo
reprimido (tercer tiempo de la represión), y también del monto
energético. Distingue tres cuadros clínicos, que son la histeria de
conversión, la histeria de angustia (o fobia) y la neurosis obsesiva.
Veremos a continuación, brevemente, las características que posee
cada uno de ellos.
En el caso de la histeria de conversión, el síntoma se forma a partir
de un retorno de las ideas reprimidas, y posee como particularidad
que éste se expresa a través de una parte del cuerpo que se ve
afectada, “capturada” por las ideas inconscientes, que se realizan
simbólicamente bajo la forma de una afección somática (sin que
posea, desde luego, una base orgánica). Por otra parte, el monto
energético permanece, en este caso, “sofocado”; esto es, no se
manifiesta bajo la forma de algún afecto.
En psicoanálisis, la regresión es la vuelta a etapas de la personalidad
ya superadas por el sujeto, vuelta que implica el afán por formas de
satisfacción de la libido más primitivas que las que utilizaba el sujeto
antes de la regresión (por ejemplo, a las que corresponden a las
fases oral, anal o fálica).
La regresión, en la psicología, es un mecanismo de defensa que
consiste en un retroceso mental hasta alguna etapa de menor
maduración que implica, a veces, una regresión infantil en que sujeto
empieza a actuar como si fuera un niño.
Este mecanismo se activa, por lo general, en situaciones de mucha
presión, angustia, ansiedad o inseguridad. La etapa que la mente
elige como correcta para la regresión, es una en la cual el individuo
haya sentido mayor seguridad emocional, de entre todo lo que fue
vivido en su infancia. Un ejemplo es el de personas encarceladas que
empiezan a padecer incontinencia fecal; o de soldados de los
campos de concentración que adoptaban actitudes infantiles al
enfadarse y contentarse rápidamente.

Las personas que padecen este trastorno psicológico quedan


descartadas de ser violadores, asesinos seriales y/o abusadores
sexuales de otro tipo, así como de ejercer violencia contra otros
individuos.

Una de las personas más famosas que padeció este, es el fallecido


Michael Jackson; quien fue acusado de haber abusado sexualmente de
varios niños y, tras análisis clínico de su psique, fue exonerado de los
cargos por padecer Regresión Psicológica.

Los individuos que poseen este tipo de enfermedad son inofensivos,


tiernos y accesibles; difícilmente se alteran y poseen una gran
sensibilidad a los eventos, personas y actitudes.

La regresión es algo que está implícito en el desarrollo. La


maduración de una personalidad es un proceso que gradualmente se
va cumpliendo, a través de etapas, pero la etapa a la que se ha
llegado no implica la superación total de la anterior, la etapa actual
está como incorporada a las anteriores y las posteriores sobre ésta.
Es patológica cuando se ha hecho estable e impide todo avance
ulterior. Actúa como un mecanismo de defensa cuando el sujeto se
encuentra ante una situación que no puede resolver, recurre a la
regresión, retrocediendo a una etapa en su evolución, que el sujeto
cree que las condiciones eran más favorables.

La Regresión constituye una vuelta atrás en el tiempo psicológico


cuando uno se enfrenta a un estrés. Cuando estamos en problemas o
estamos atemorizados, nuestros comportamientos se tornan más
infantiles o primitivos. Un niño, por ejemplo, puede empezar a
chuparse el dedo nuevamente o a hacerse pis si necesitan pasarse un
tiempo en el hospital. Un adolescente puede empezar a reírse
descontroladamente en una situación de encuentro social con el sexo
opuesto. Un estudiante preuniversitario debe traerse consigo un
muñeco de peluche de casa a un examen. Un grupo de personas
civilizadas se pueden volver violentas en un momento de amenaza. O
un señor mayor que después de 20 años en una empresa es
despedido y a partir de ese momento se vuelve perezoso y
dependiente de su esposa de una manera infantil.

Conclusión:
Del trabajo de investigación aprendimos que los

mecanismos de defensa siempre están activos en las

personas aunque no nos demos cuenta. Es como una

forma de protegernos contra las cosas que nos lastiman.

Es un mecanismo para protegernos de las adversidades o

de lo que nos hace mal, pero lo realizamos de manera

inconsciente, es decir que no sabemos que lo estamos

utilizando como una manera de protección ante lo que

externamente nos hace mal.

Cabe destacar que estos mecanismos nos ayudan de tal

forma que hace que no nos desmoronemos ante cualquier

situación adversa a la que siempre estamos expuestos en

la vida.

Anexo:

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