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ABUSO DE FIRMA EN BLANCO - ABOGADO ~ CONDUCTA

PROCESAL ~ DAÑO MORAL ~ FIRMA ~ INSTRUMENTO PRIVADO ~


NOTA MARGINAL ~ PRUEBA DOCUMENTAL ~ RECURSO DE
INAPLICABILIDAD DE LA LEY ~ VALOR PROBATORIO

Tribunal: Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires


(S C Buenos Aires)

Fecha: 13/06/2001

Partes: Calderón, Héctor c. Wilkens, Haroldo (Ac. 74.082)

TEXTO COMPLETO:

La Plata, junio 13 de 2001.

¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley?

El doctor de Lázzari dijo:

I. La Cámara confirmó la sentencia de primera instancia que había


hecho lugar a la acción, revocándola en lo que hace al progreso de la
reconvención, la que rechaza.

Basó su decisión, en lo que interesa al recurso, en que:

Resulta válida la cláusula inserta en el documento por la que se


reconoce que el 2 de agosto de 1994 Calderón abona a Wilkens la
suma de U$S 35.000 y el saldo se conviene en cinco cuotas iguales y
consecutivas de U$S 1.400 a partir de agosto de 1994, toda vez que
las notas escritas por el acreedor en el margen o a continuación de un
instrumento privado existente en poder del deudor si estuviesen
firmadas por él probarán para desobligar al deudor, siendo la forma
de demostrar que dicha cláusula fue abusiva o fraudulenta mediante
el doble ejemplar que se firmó y que el vendedor dice haber perdido,
por lo que debe sufrir los efectos de su propia negligencia.

No existe duda alguna que la firma que aparece al final del


documento es la del vendedor, por lo que lo único que éste podría
argüir es que hubo abuso o falsedad en el llenado del claro que
quedaba entre la última frase del contrato y el lugar donde firmó,
siendo de aplicación lo dispuesto en los arts. 1016 y 1017 del Cód.
Civil, debiendo el firmante que se dice defraudado probar que la
cláusula adicional fue llenada con un contenido fraudulento,
circunstancia ésta que no acreditó, habiendo en cambio con sus
propios actos demostrado que la cláusula fue realmente convenida
entre las partes.
El actor ha pagado la suma de $ 4.000 más que se deben devolver
por los vicios ocultos de la cosa, ya que el resto se compensa con el
menor pagado por la vivienda por los vicios que ésta tenía.

Es procedente el daño moral, toda vez que el demandado conocía los


vicios, tratándose de un arquitecto que además construyó él mismo la
casa y que además reconoce que la habitó, surgiendo el daño "in re
ipsa", ya que no se trata de una relación contractual cualquiera, sino
la adquisición de un inmueble destinado a vivienda, derivado el
mismo de los defectos de la casa.

II. Contra esta resolución se alza la accionada mediante recurso


extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que denuncia la violación
de los arts. 1012, 1016, 1017, 1030 del Cód. Civil, 17 y 18 de la
Constitución Nacional , vulneración de la doctrina legal; y absurdo en
la valoración de las pruebas. Plantea el caso federal.

Expresa que la Cámara desinterpreta la prueba al afirmar la validez


de la cláusula adicional por la que el vendedor reconoce haber
percibido U$S 35.000 y devengarse el saldo en cinco cuotas de U$S
1.400, agregando que la cláusula ha sido puesta después de la firma
del vendedor, y puntualizando que las rúbricas que aparecen al final
del documento son del comprador y su cónyuge.

Afirma que del examen del documento surge que la firma no se halla
ni antes de la cláusula, ni al final del documento, sino puesta al
costado derecho, comenzando a la altura del primer renglón de esa
cláusula y que ésta colocada entre las firmas existentes como surge
de la pericia.

Sostiene que la sentencia establece que la cláusula fue colocada por


el acreedor, cuando desde un primer momento se denunció como
fraudulenta, no habiéndola insertado ni firmado, conforme surge de
las declaraciones del testigo propuesto por el actor y de la pericia
caligráfica que señala que las rúbricas del vendedor y de su cónyuge
están sobre los tres últimos renglones de la cláusula y destaca lo
inusual de la forma en que resulta colocado el texto mecanografiado.

Señala que los propios accionantes han expresado que sus firmas
correspondientes al momento de la suscripción del boleto se
encuentran al pie de la cláusula adicional, por lo que resulta absurda
la conclusión del sentenciante que la firma del recurrente se
encuentre al pie de aquélla, violando asimismo la doctrina legal.

Expresa que son inaplicables al caso los arts. 1016 y 1017 del Cód.
Civil, toda vez que la cláusula adiciona está puesta después de la
firma, lo que es reconocido por los mismos actores.

Dice que la Cámara desinterpreta la cara documento enviada el 16 de


febrero de 1995, en la que no se reclama el saldo de precio, sino de
las cuotas vencidas. Asimismo, puntualiza que no se reclama la suma
de $ 42.000, sino la de $ 35.500, no surgiendo de los autos los datos
consignados en el fallo.

Agrega que en cada párrafo de la sentencia varían los montos que se


dicen pagados o debidos, incurriendo en contradicción.

Sostiene que la Cámara desinterpreta las conclusiones q las que


arriba la pericia técnica en cuanto al monto de los daños.

Agrega que si bien en la sentencia se dice que no debe tratarse el


agravio relativo a la necesidad de una mudanza por no haber
integrado la pretensión inicial, donde sólo se reclamó la
indemnización del daño moral, incluye dicho rubro en este último
ámbito, duplicando la suma reclamada.

III. Entiendo que le asiste razón al recurrente.

1. En la especie, el a quo ha aplicado erróneamente al caso el Art.


1030 del Cód. Civil.

El citado precepto dispone que las notas escritas por el acreedor en el


margen o a continuación de un instrumento privado, existente en
poder del deudor, si estuviesen firmadas por él, probarán para
desobligar al deudor.

El órgano, en base a esta norma ha entendido válida la cláusula


accesoria del boleto de compraventa acompañada por los
accionantes por la que los compradores entregan al vendedor la suma
de U$S 35.000, estableciendo el saldo en cinco cuotas mensuales y
consecutivas de U$S 1.400. El texto contempla el caso de
instrumentos redactados en doble ejemplar, en uno de los cuales -el
que queda en poder del deudor-, el acreedor hace agregados y los
rubrica con su firma. En principio, esta modalidad constituiría un
defecto formal, por carecer el ejemplar del acreedor de igual nota,
suscripta por el deudor. La disposición permite obviar este defecto
formal, pero únicamente en el caso que los agregados del acreedor
tiendan a la liberación del deudor, y no a aumentar sus obligaciones.
Esta limitación es obvia, desde el momento que para obligar al
deudor se necesitaría su consentimiento, expresado mediante la firma
al pie del agregado (Conf. Bueres, Alberto J., Higton, Elena, "Código
Civil y Normas complementarias. Análisis doctrinario y
jurisprudencial", Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1999, t. 2 C , p. 186).

Asimismo, para arribar a la solución dada en las actuaciones, el


sentenciante fundamenta su postura en los arts. 1016 y 1017 del
Cód. Civil, no resultando en mi opinión tampoco aplicables al presente
proceso.
El Art. 1016 contempla el caso de la firma dada en blanco, donde para
la validez del instrumento es necesario que éste haya sido entregado
en blanco y firmado, para que sea llenado -como dice el artículo- "por
la parte a la cual se lo ha confiado". Lo que da fuerza jurídica al
documento no es el hecho de la firma, sino el de su entrega firmada y
en blanco. No constituye documento firmado en blanco aquél en el
cual se ha dejado un espacio entre el texto y la firma, sin intención de
que ello fuere un claro a llenar, en cuyo caso, la cláusula modificatoria
inserta en dicho espacio, sin mandato del firmante, carece de valor
(conf. op. cit. p. 159 y jurisprudencia allí citada). En cuanto al art.
1017, contempla el caso del mandatario que en vez de llenar el papel
de acuerdo con las instrucciones recibidas, produce una declaración
distinta de la querida por el firmante, incurriendo en abuso de firma.

2. Considero que las normas actuadas por el a quo no son las que
corresponde aplicar conforme a las circunstancias probadas de la
causa, que fueron desinterpretadas y teñidas del vicio lógico que
habilita en esta instancia al examen de las mismas.

En tal sentido, sostiene el decisorio recurrido, que "la cláusula en


cuestión ha sido puesta antes de la firma del vendedor" (fs. 597),
agregando que "No existe duda alguna en que la firma que aparece al
final del documento es del vendedor, por lo que lo único que éste
podría argüir es si hubo abuso o falsedad en el llenado del claro que
quedaba entre la última frase del contrato y el lugar donde firmó
siendo de aplicación lo dispuesto por los arts. 1016 y 1017 del Cód.
Civil.

A su turno, el experto calígrafo a fs. 358 sostiene: "Sin embargo, y a


pesar de no existir los citados entrecruzamientos, es menester
advertir a V. S. la particularidad con que fue confeccionada la 'la
cláusula adicional', ya que fue impresa dentro de los límites que
marcan las signaturas. También se observa que las firmas del
'vendedor' y su cónyuge están por sobre los tres últimos renglones de
la cláusula". Agrega a fs. 359, que "... resulta excesivamente
llamativo lo inusual de la forma en que resulta colocado el texto
mecanográfico de la 'cláusula adicional'. que parece haber sido
puesto buscando los espacios libres entre las firmas. Incluso la falta
de entrecruzamiento podría haber sido una consecuencia buscada 'ex
profeso'".

Lo dicho por el experto surge evidente, a poco que se analice el


documento y el agregado objetado, que la firma del demandado, si
bien le corresponde, no se encuentra al pie de la misma, sino sobre el
margen izquierdo antes de la finalización del texto.

A fs. 137 de su escrito liminar los accionantes expresan: "... con fecha
3 de junio de 1994, se procedió a la firma de boleto de compraventa
con su titular de dominio, Haroldo Edgardo Wilkens ... 'passim' ... Con
fecha 2 de agosto de 1994, mediante una cláusula adicional agregada
al boleto de compraventa, el demandado entrega la posesión del
inmueble a los suscriptos y éstos abonan en dicho acto a cuenta de
precio la suma de U$S 35.000; pactando que el saldo de precio se
abonaría en cinco cuotas mensuales y consecutivas de U$S 1.400,
cada una, a partir de agosto de 1994".

Son entonces los propios accionantes quienes reconocen que el


boleto de compraventa fue firmado dos meses antes de inserta la
cláusula cuestionada, y ello a pesar de que en el responde a la
demanda reconvencional propongan otra versión de los hechos, que
puede calificarse por lo menos de imaginativa y que contradice el
claro reconocimiento efectuado inicialmente.

A ello debe adunarse que a fs. 308 obra el testimonio de Omar G.


Turri Zanoni integrante de la inmobiliaria intermediaria de la
operación de compraventa que vinculara a las partes, quien al
preguntársele si el boleto que hizo en la oficina llevaba alguna
cláusula adicional hecho con otra máquina de escribir y con fecha
aproximada dos meses posterior al boleto, expresa: "... no cree.
No...". Al inquirírsele sobre si el testigo le dictó a Wilkens la cláusula
adicional que figura al pie del contrato responde: "... no se la dictó a
Wilkens...".

Resulta manifiesto que la firma no ha sido dada en blanco, con el


mandato de completarla conforme las instrucciones dadas, sino que
evidentemente y a tenor de lo que surge de la propia declaración de
los accionantes, concluido el boleto se suscribió el mismo por el
vendedor, su cónyuge y los compradores, siendo la cláusula agregada
con posterioridad a dicho acto.

De la prueba aportada no surge que la cláusula reputada válida por el


juzgador de grado haya sido escrita o inserta por el vendedor hoy
demandado. Tampoco la misma se halla firmada -como lo sostiene el
a quo- por el mismo, y tratándose de una cláusula en la que el
vendedor reconoce haber recibido una importante suma de dinero,
que representaba más del 50 % del precio total de la operación y
pactaba además una forma de pago por el saldo adeudado, mal
puede aplicársele el Art. 1030 del Cód. Civil que necesariamente
exige -para la desobligación del deudor- que las notas escritas en el
margen o a continuación de un instrumento privado contenga la firma
del acreedor, supuesto que a tenor de todo lo expuesto, no se verificó
en las actuaciones.

Tampoco puede sostenerse en el caso la existencia de abuso de firma


en blanco, pues lo que el quejoso suscribió fue el boleto de
compraventa, el que se hallaba completo en ese momento,
firmándolo al pie del mismo.

Se produce en el fallo en crisis también la vulneración de la doctrina


legal, toda vez que tiene ya dicho esta Corte que la firma de un
instrumento privado supone conformidad con el texto que antecede,
pero no con las cláusulas o notas escritas a continuación de ella, las
cuales carecen, en principio, de valor como prueba documental (Conf.
Ac. 3870, sent. 28/V/1963, "El Derecho", t. 7, p. 99).

En ese sentido, el reconocimiento de la firma puesta al pie de la


instrumentación del contrato de compraventa, no implica la de la
cláusula accesoria que no ha sido suscripta por el mismo y ello
porque falta para la validez de la misma el requisito esencial de la
firma, lo que a tenor de todas las consideraciones vertidas me inclina
a considerar procedente la queja intentada en el aspecto que se
reseña, correspondiendo remitir a la sentencia de primera instancia
en cuanto hizo procedente la reconvención deducida por el quejoso.

3. Se agravia también el recurrente de lo relativo a los vicios ocultos.


En este sector del alzamiento, tratándose de cuestiones de hecho y
prueba, se aprecia total omisión en vincular el reclamo con la
denuncia de absurdo y la cita de las normas eventualmente
quebrantadas, razón por la cual cabe el rechazo. Ahora bien, la
firmeza que adquiere en tal sentido el pronunciamiento de la alzada
ha de cohonestarse y mantener congruencia con lo que se propone
en cuanto a la procedencia de la reconvención. En este sentido las
bases que fija la sentencia al abordar los referidos vicios ocultos
consisten en que "el valor por el que se compró la casa fue $ 60.000,
que atento a la existencia de vicios la casa costaba $ 50.500". (fs.
598 vta.) Ello conduce a la determinación del importe de $ 9.600 que
constituye su diferencia -siempre en el razonamiento de la sentencia,
que por las razones antedichas ha de mantenerse- sin que pueda
tomarse en cuenta el párrafo de fs. 598 vta. en que se hace mérito de
que "el actor ha pagado $ 54.500" (y por ende sólo debería
devolvérsele $ 4.000), pues como se ha visto, en ese aspecto el fallo
merece revocación. Por lo tanto, sin alterar -reitero- el sentido del
pronunciamiento, que resultó consentido por los actores e
inmodificable en virtud del rechazo del recurso en este tramo, el
monto a abonar por el demandado a la parte actora por el referido
concepto (vicios ocultos), o en su caso la cantidad que corresponderá
deducir del saldo de precio, asciende a $ 9.500.

Las mismas razones expresadas precedentemente, (omisión de


denuncia de absurdo con cita de los textos legales atingentes),
conducen a la desestimación de los agravios vertidos con respecto al
daño moral (art. 279, C .P.C.). A ello cabe agregar que el fallo no
incurre en demasía decisoria al condenar al pago de una suma mayor
a la reclamada en la demanda si el actor exhibió su intención de no
inmovilizar su reclamo al monto peticionado. Dicha intención queda
demostrada, si al reclamar en la demanda, se lo hizo refiriendo dicho
reclamo "a lo que en más o en menos resulte de la prueba" (art. 163
inc. 6), Cód. Procesal Civil y Comercial; conf. Ac. 48.970, sent. del
20/IV/1993), intención que surge nítida a poco que se examine la
pretensión incoada por la accionante, por lo que corresponde la
desestimación del ataque vertido.

4. Debo abocarme en otro orden de ideas, a los términos del escrito


recursivo presentado y a lo expresado a fs. 659 punto b. 2 primera
frase. A fs. 660 la oración que se inicia con "Nadie que no sea..."; la
frase a partir de "es sujetar el derecho..."; la comenzada en el punto
"b. 6". En fs. 660 vta. todo lo subrayado de la última parte del punto
"b. 7". A fs. 662 lo subrayado al principio y primera frase del punto "d.
2". A fs. 662 vta. la última frase del punto "d. 4". A fs. 664 la totalidad
de los puntos "d. 14", "d. 15" y "e". A fs. 664 vta.; la primera frase del
punto "g". A fs. 665 la primera frase del punto "g. 1". A fs. 666 la
totalidad del punto "i".

Debe señalarse, que más allá de la justicia del reclamo, nada justifica
la inclusión de frases o adjetivos ofensivos y descalificadores respecto
de los magistrados. En ese sentido, tiene ya dicho esta Corte que
corresponde apercibir (art. 75 bis inc. 1, ley 5827 texto ley 10.012) al
letrado que formula apreciaciones que no se condicen con el lenguaje
que debe observarse en los juicios, incorporando expresiones que
exceden manifiestamente el legítimo ejercicio del derecho de defensa
y que afectan gratuitamente el decoro de los magistrados (conf. Ac.
65.193, sent. 3/XI/1999). Es que como ajustadamente decía el doctor
Legón -siempre de grato recuerdo- "no es calzando manopla de hierro
que se abren las puertas de la justicia".

5. Si lo que dejo expuesto es compartido corresponde hacer lugar


parcialmente al recurso en estudio, revocándose la sentencia
impugnada en igual medida y manteniéndose la dictada en primera
instancia en cuanto acoge parcialmente la reconvención interpuesta
por Haroldo E. Wilkens por cumplimiento de contrato en la suma allí
fijada, con costas (arts. 68 y 289, C .P.C.C.) Y -además del testado de
las frases individualizadas en el punto 4- corresponde imponer un
apercibimiento en los términos del Art. 75 bis inc. 1 de la ley 5827
(texto según dec.-ley 10.012) al letrado que suscribe el recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley; oportunamente comuníquese
la misma al respectivo Colegio de Abogados departamental y al
Colegio de Abogados de esta provincia (Art. 92, ley 5177).

Con los alcances señalados, doy mi voto por la afirmativa.

Los doctores Pisano, Negri, Pettigiani e Hitters, por los mismos


fundamentos del doctor de Lázzari, votaron también por la afirmativa.

Por el acuerdo que antecede, se hace lugar parcialmente al recurso


extraordinario interpuesto, revocándose la sentencia impugnada en
igual medida y manteniéndose la dictada en primera instancia en
cuanto acoge parcialmente la reconvención interpuesta por Haroldo E.
Wilkens por cumplimiento de contrato en la suma allí fijada, con
costas (arts. 68 y 289, C .P.C.C.). Asimismo corresponde imponer un
apercibimiento en los términos del art. 75 inc. 1 de la ley 5827 (texto
según ley 10.012) al letrado que suscribe el recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley; oportunamente comuníquese la misma al
respectivo Colegio de Abogados departamental y al Colegio de
Abogados de esta provincia (art. 92, ley 5177). El depósito previo
efectuado se restituirá al interesado. - Eduardo N. de Lázzari. - Alberto
O. Pisano. - Héctor Negri. - Eduardo J. Pettigiani. - Juan C. Hitters.

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