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7/2/2018 36 Argumentos a Favor de la Existencia de Dios: Goldstein Habla sobre el Argumento Cosmológico | Spanish

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36 Argumentos a Favor de la Existencia de Dios: Goldstein Habla sobre el Argumento


Cosmológico

g f u l A
SUMMARY

La novela de Rebecca Goldstein presenta y refuta tres docenas de "argumentos" a favor de la existencia de Dios. Sin embargo, los argumentos son hombres de
pajas que ella misma construyó, teniendo sólo un parecido pasajero a los argumentos clásicos. ¡Además, por lo menos en el caso del argumento cosmológico, el
hombre de paja parece estar ganando! Sus críticas se pueden vencer fácilmente, haciendo de su crítica un buen ejercicio para principiantes en la apologética.
"36 Argumentos a Favor de la Existencia de Dios: Goldstein Habla sobre el Argumento Cosmológico". Christian Research Journal 34/01 (2010), páginas 52-53.

Debo confesar que no tengo paciencia para leer libros como este y tampoco los encuentro entretenidos. Como lósofo, quiero premisas y argumentos de apoyo
sin que yo tenga que separar el trigo losó co de la paja de un relato cticio popular. Afortunadamente, el libro tiene un apéndice con los 36 argumentos teístas
que los cali ca con claridad y presenta sus premisas y argumentos de apoyo. Por lo tanto, pude ir directamente al grano y ver lo que Rebecca Goldstein tenía que
decir acerca de mi argumento favorito: el argumento cosmológico (# 1 en la lista de ella). Estuve en shock.

Acabo de escribir un artículo de nivel popular sobre "Las Diez Peores Objeciones del Mundo para el Argumento Cosmológico Kalam" que recopilé de YouTube y
del Internet. Debí haber leído el libro de Goldstein primero. Nunca he visto en algún lugar en el Internet o en YouTube que se haga una caricatura tan ridícula del
argumento cosmológico como la que hace Goldstein. Ella hace que las publicaciones que hacen los adolescentes en el Internet se parezcan a las charlas de Gi ord
cuando hacemos la comparación.

Ahora bien, Goldstein se ha provisto de cierta protección para sus argumentos inmaduros, ya que el apéndice se supone que tenga los 36 argumentos formulados
por la protagonista de la novela del nuevo ateísmo, Cass Seltzer, y presentados en su best-seller. Goldstein podría a rmar con cierta plausibilidad que los
argumentos del apéndice son una representación justa de los argumentos del nuevo ateísmo que existen hoy—“¡Así que no me culpen!” Inclusive, la funda de su
libro dice, “Sobre bases puramente intelectuales, los escépticos parecerían tener todo en su bando. Aún así, las personas no aceptan sus argumentos
aparentemente irrefutables y continúan adoptando la fe en Dios como su fuente de signi cado, propósito y consuelo”.

Simplemente cuando vemos los argumentos, se hace evidente lo risible que es esa postura. En primer lugar, Goldstein los tergiversa y después presenta
refutaciones pobres de ellas. Por ejemplo, aquí está la declaración que ella hace del argumento cosmológico:

1. Todo lo que existe debe tener una causa.

2. El universo debe tener una causa (de la premisa 1).

3. Nada puede ser la causa de sí misma.

4. El universo no puede ser la causa de sí mismo (de la premisa 3).

5. Algo fuera del universo debió haber causado el universo (de la 2 y la 4).

6. Dios es la única cosa fuera del universo.

7. Dios causó el universo (de la 5 y la 6).

8. Dios existe.

Lo que es divertido es que Goldstein procede a señalar dos “defectos” o fallas en esta conglomeración de enunciados disfrazados como el argumento cosmológico.
Ella ni siquiera se detiene a observar que esto no sólo es lógicamente inválido, sino que comete una petición de principio, ya que (8) se deduce de (6) únicamente,
de modo que todas las premisas que quedan simplemente están de más. Este argumento de hombre de paja nunca ha sido defendido por algún lósofo en la
historia del pensamiento.

Entonces, ¿cuáles defectos vislumbra Goldstein que hay en este argumento? Por supuesto, ustedes ya adivinaron: “¿Quién causó a Dios?” El proponente del
argumento cosmológico, dice ella, debe decir o que Dios no tiene una causa, lo cual contradice (1), o que Dios se causó a sí mismo, lo cual contradice (3).

El problema con esa refutación es que ninguna versión del argumento cosmológico que se encuentra en las obras de sus proponentes principales a rma la
premisa (1) de Goldstein. Más bien, la premisa que se presenta en los argumentos de ellos será algo como:

1’. Todo lo que comienza a existir tiene una causa.

1’’. Todo lo que existe tiene una explicación para su existencia (ya sea en la necesidad de su propia naturaleza o en una causa externa).

Las versiones del argumento cosmológico que muestran (1’) a rman que cualquier cosa que llegue a existir debe tener una causa (algo sencillamente no viene de
la nada). Pero si algo ha existido desde la eternidad, entonces es obvio que nunca vino a la existencia y de esa manera no hay necesidad de una causa. Entonces

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esa versión del argumento va a presentar una premisa que diga que el universo comenzó a existir, una premisa que notablemente no se encuentra en la
formulación de Goldstein.

Otras versiones del argumento cosmológico que presentan (1’’) a rman, en vez, que cualquier cosa que exista, inclusive un universo eterno, debe tener una
explicación de por qué este existe. Esa explicación puede ser una de dos tipos: en primer lugar, la cosa existe por la necesidad de su propia naturaleza, de manera
que es un ser metafísicamente necesario, o en segundo lugar, ella tiene una causa externa, en cual caso es un ser contingente. Entonces esta versión del
argumento va a presentar una premisa con el propósito de mostrar que el universo no existe por necesidad y por lo tanto debe tener una causa externa en un ser
que exista por una necesidad de su propia naturaleza y [quien] es la causa de todas las cosas contingentes.

Goldstein sale con su premisa (1) al confundir esas dos versiones del argumento cosmológico. Al correr juntas las premisas (1’) y (1’’), ella surge con una premisa
que ningún proponente del argumento a rma, de que “todo lo que existe”—tomada de la (1”)—“tiene una causa”—tomada de la (1’).

Curiosamente, Goldstein no culpa el argumento cosmológico por tener una premisa falsa. Más bien, el problema que ella ve es “explicando el porqué Dios debe
ser la única excepción” en vez del universo mismo. Si ella hubiese reproducido elmente el argumento cosmológico en lugar de hacer esta caricatura del mismo,
ella sabría la respuesta a la pregunta. Los proponentes de la primera versión proceden a argumentar que el universo comenzó a existir y por lo tanto debe tener
una causa, mientras que los proponentes de la segunda versión proceden a argumentar de que el universo no existe por una necesidad de su propia naturaleza y
por lo tanto debe ser contingente. Estas son a rmaciones importantes y controversiales. Sin embargo, ellas no se van a discutir si el argumento está tan mal
presentado que estas premisas ni siquiera aparecen.

Ahora bien, en el argumento # 4 “El Argumento del Big Bang” Goldstein aborda, de manera breve, la evidencia de la cosmología física a favor del comienzo del
universo. El “defecto” que ella ve en este argumento es: Los cosmólogos mismos no concuerdan en lo absoluto en que el Big Bang es una singularidad […] El Big
Bang podría representar el surgimiento legitimo de un nuevo universo desde uno que existía previamente”. ¿Es esto un defecto? ¿Desde cuando se requiere de un
consenso universal a favor de la evidencia física para con rmar una hipótesis? Además, mencionar una singularidad es un arenque rojo, ya que los modelos del
universo con un pasado nito, como el de Stephen Hawking y James Hartle, podrían exhibir un comienzo no singular. En el 2003, Arvind Borde, Alan Guth y
Alexander Vilenkin probaron que cualquier universo que esté, en promedio, en un estado de expansión cósmica no puede ser eterno en el pasado, sino que debe
tener un comienzo absoluto. El hecho es: no hay ningún modelo matemática y físicamente sostenible del universo que sea extrapolable al pasado in nito. Si
Goldstein piensa lo contrario, dejemos que ella nos diga el modelo. El punto es: la física no trata en posibilidades. Las posibilidades resultan ser baratas. Lo que
queremos saber es hacia donde señala la evidencia.

El segundo defecto en el argumento cosmológico que Goldstein encuentra es que nuestra mejor de nición de la causa es “una relación que se sostiene entre
acontecimientos que están conectados por las leyes físicas”. “Aplicar este concepto al universo mismo es utilizar incorrectamente el concepto de la causa,
extendiéndolo a una esfera en la que no tenemos ni idea de cómo utilizarlo”. Aquí Goldstein está confundida. La pregunta relevante no es una de nición de “causa”.
Para encontrar eso, buscamos la palabra en el diccionario. (Ciertamente la de nición de Goldstein no lo logra: por ejemplo, la simultaneidad es “una relación que
se sostiene entre acontecimientos que están conectados por las leyes físicas”. Pero “ser simultaneo con” no signi ca o implica “ser causado por”). El diccionario
Webster de ne “causa” como “una persona o cosa actuando voluntaria o involuntariamente como el agente que ocasiona un efecto o resultado”. ¡No hay ningún
problema con eso!

Más bien, la pregunta relevante es de si podemos proporcionar un análisis de la relación causal en términos más primitivos o básicos, o de si la causalidad es en sí
una idea sólida. Por ejemplo, algunos lósofos han pensado en analizar la relación causal de la siguiente manera:

Para algunas entidades X y Z, X es la causa de Z si y sólo si

(i) Si X no fuese a existir, Z no existiría, y

(ii) Si Z no fuese a existir, X aún existiría

Si dejamos que X sea Dios y Z sea el universo, entonces según este análisis Dios cumple con las condiciones para ser la causa del universo, ya que si Dios no fuese
a existir, el universo no existiría. Pero si el universo no fuese a existir, Dios aún existiría. De modo que contrario a Goldstein, la causalidad se puede extender más
allá del universo y tenemos una idea clara de como usarla. Ahora bien, no pretendo que este análisis de la causalidad sea adecuado para todos los casos. El análisis
correcto de la causalidad es un asunto de gran controversia entre los lósofos y muchos dirían que es simplemente un concepto básico e irreducible. Pero
observemos que lo adecuado de esos análisis será evaluado por cuán bien ellos encajan con nuestro entendimiento pre- losó co e intuitivo de la relación de
causa y efecto. Tú no necesitas tener un análisis losó co para reconocer que las cosas que comenzaron a existir tienen causas. Hay mucho más que se puede
decir aquí de una naturaleza técnica (por ejemplo, ¿por qué pensar, como ella a rma, que la causalidad debe ser una relación solamente entre los acontecimientos
y por qué deben los acontecimientos estar conectados por las leyes físicas?), pero dejemos pasar eso. No es más objetable decir que Dios es la causa del universo
de que Tolstoi es la causa de la Guerra y la Paz.

Por último, Goldstein comenta de que el argumento cosmológico es una expresión de la confusión que tenemos con la pregunta: ¿Por qué existe algo en lugar de
nada?—a la cual ella recomienda la réplica: “¿Y si no hubiese nada? ¡Aún te estuvieras quejando!” Esto está supuesto a ser ingenioso, me imagino, porque si no
hubiese nada, tú no estarías ahí para estar quejándote. ¿Pero no es ese simplemente el punto? La nada no necesita, ni puede, tener una explicación (¡no hay nada
que explicar o que sea explicado!). Pero el hecho de que algo existe es un hecho positivo que clama por una explicación. Pensadores no teístas reconocen el peso o
la importancia de esta pregunta. El lósofo naturalista, Derek Par t, por ejemplo, re exiona, “ninguna pregunta es más sublime que por qué hay un Universo:
¿por qué existe algo en lugar que nada?”

Es trágico que en esta época, en la que está en pleno orecimiento un renacimiento verdadero de la losofía cristiana, que sea el tipo de basura que se encuentra
en el libro de Goldstein lo que se le esté dando de alimento al público carente.

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