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12 abril, 2018
INVESTIGADOR - INCISPP
Como señalé aquella vez, en el artículo 45 (norma sumamente extensa y densa), la Ley
regula los medios de solución de controversias “de la ejecución contractual”. Dicho artículo,
en su numeral 1 establece que están previstos como medios de solución de controversias
la conciliación, el arbitraje y la Junta de Resolución de Disputas, para el caso de obras. Esto
es desarrollado en el artículo 182 del Reglamento, el que señala que las controversias que
surjan entre las partes sobre la ejecución, interpretación, resolución, inexistencia, ineficacia
o invalidez del contrato “se resuelven mediante conciliación, junta de resolución de disputas
o arbitraje, según el acuerdo de las partes”. Es decir, son las partes las que definirán qué
alternativas quieren tener para afrontar sus controversias eventuales. Sin embargo, precisa
que las controversias referidas al incumplimiento del pago final son resueltas mediante
conciliación y/o arbitraje; no sería aplicable, por tanto, la junta de resolución de disputas.
Conciliación
El mismo artículo 182 establece, desarrollando la Ley, que, bajo responsabilidad, “el Titular
de la Entidad o por [sic] quien este haya delegado tal función evalúa la decisión de conciliar
o de rechazar la propuesta de acuerdo conciliatorio considerando criterios de costo-beneficio
y ponderando los costos y riesgos de no adoptar un acuerdo conciliatorio. Dicha evaluación
debe estar contenida en un informe técnico legal. Este paso es fundamental y, creo, dará
lugar a una mayor seriedad de parte de las entidades y funcionarios públicos frente a la
posibilidad y hasta necesidad de que se resuelvan controversias directamente por las partes
cuando esto sea posible y hasta conveniente.
El artículo 183 establece aspectos de tipo más procedimental para la efectiva aplicación de
la conciliación, incluyendo la obligación de registrar en el SEACE las actas de acuerdo por
parte de las Entidades.
Arbitraje
El artículo 184 establece que el arbitraje en materia de contrataciones del Estado “es
nacional y de derecho”. Esta norma zanja el tema de si resulta posible en este ámbito el
arbitraje internacional. Sin embargo, puede plantearse todavía algunas dudas, toda vez que
mediante una norma de carácter reglamentario se estaría modificando una norma de
jerarquía legal, como es el Decreto Legislativo N° 1071, Ley de arbitraje. Si bien esto podría
defenderse desde la perspectiva de la especialidad de las normas, lo cierto es que resulta
por lo menos discutible desde la perspectiva de la jerarquía normativa. Además, ¿qué tipo
de arbitraje se desarrolla, fácticamente, entre un proveedor no domiciliado y una entidad
pública? Insisto en que esta realidad, plausible a la luz de la normativa de contrataciones
del Estado, debiera abordarse expresamente.
En el artículo 185 se establece que el OSCE debe publicar en su web “la relación de
instituciones arbitrales acreditadas, así como los convenios arbitrales tipo”. Asimismo, se
precisa que la acreditación de la institución arbitral “debe ser verificada por el funcionario
que suscribe el contrato”.
Ese mismo artículo establece ciertos criterios de aplicación de los denominados convenios
arbitrales patológicos, es decir, aquellos que contienen errores o imprecisiones. Así,
tenemos los siguientes casos:
Un tema que hay que destacar es que se ha establecido, de manera expresa en varios
artículos, la naturaleza supletoria de esas disposiciones. De ese modo, solo se aplicarían en
los casos en los que estemos frente a un arbitraje ad ho (independiente) y siempre que las
partes no hayan pactado sobre el particular.
El artículo 189, referido a los árbitros, establece, como novedad, que en los arbitrajes ad
hoc, “tratándose de controversias cuya cuantía sea igual o superior a mil Unidades
Impositivas Tributarias (1000 UIT) o se refieran a resolución o nulidad de contrato suscritos
por montos iguales o superiores a dicho límite, a falta de acuerdo de partes o en caso de
duda, serán resueltos por un Tribunal Arbitral conformado por tres (3) árbitros”.
Una novedad adicional de ese artículo es que los árbitros deben encontrarse inscritos en el
Registro Nacional de Árbitros (RNA). Este Registro está regulado en los artículo 201 al 203.
En el artículo 201 se establece que el RNA y el Registro Nacional de Secretarios Arbitrales
“tienen por objeto transparentar la información que consignen los profesionales” que se
consideren aptos para desempeñar tales cargos. Claro está que el estar inscritos en el RNA
no exime a los árbitros del deber de información o de revelación. Además, el RNA es
independiente de las nóminas de árbitros que el OSCE y las instituciones arbitrales
acreditadas deben elaborar.
Por último, con respecto a los registros comentados, el artículo 203 establece los supuestos
de nulidad de la inscripción en el registro, que son, primero, que el profesional no cumple
con presentar la documentación requerida para acreditar la información declarada, dentro
del plazo otorgado; segundo, cuando existe falsedad, inexactitud, incongruencia,
inconsistencia de la información consignada.
Es importante, además, la precisión que hace esa norma de que los profesionales cuya
inscripción en el RNA o el RNSA haya sido declarada nula solo pueden solicitar su
reinscripción luego de transcurridos 5 años, en caso de falsedad de la información
consignada, o de 2 años, en los demás casos, desde que quedó administrativamente firme
la resolución que declaró la nulidad.
En cuanto a los impedimentos para ser árbitro (artículo 190), la norma ha establecido una
cantidad mayor de supuestos, incluyendo de manera absoluta a los titulares de instituciones
o de organismos públicos del poder ejecutivo; además, están los sometidos a proceso
concursal, los sancionados con inhabilitación o suspensión por el Consejo de Ética; los
sancionados por los colegios profesionales o entes administrativos; los sancionados con
condena que apareje la inhabilitación de la profesión y los sancionados por delito doloso.
El artículo 197 establece que el laudo arbitral vincula a las partes del arbitraje, “no pudiendo
afectar derechos ni facultades legales de personas ni autoridades ajenas al proceso. El
laudo debe ser motivado, no pudiéndose pactar en contrario”. Esta norma es correcta, para
evitar que mediante Laudos Arbitrales se afecten derechos de terceros ajenos al proceso
arbitral; en cuanto a la motivación que debe incluir el Laudo, la pregunta es qué sucede si
no se cumple con esta obligación de motivación del Laudo, ¿cuál es la consecuencia
jurídica?
La extensión del presente post me obliga a cortar aquí y continuar en uno posterior.