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NEURODIDÁCTICA
http://www.nuecesyneuronas.com/la-neurociencia-entra-en-las-aulas-la-neurodidactica/
Entre las aportaciones más destacables de la nuerodidáctica a la educación, podemos destacar las
siguientes:
Aprendemos a través de todos los sentidos. La idea de que algunos son más visuales y aprenden
mejor a través de imágenes, otros más auditivos y otros requieren más del tacto y la manipulación
está muy extendida, no obstante las investigaciones revelan que esto no influye ni en la memoria
ni en el aprendizaje. Lo que se sabe es que por cuantos más canales nos llegue la información,
mejor.
Para aprender utilizamos todo nuestro cerebro. El mito dice que los más intuitivos han
desarrollado más su hemisferio derecho y los analíticos el izquierdo. Parece cierto que cada zona
del cerebro está especializada, ¡pero funcionan en conjunto! Lo que nos diferencia es la capacidad
o dificultad de interconectar ambas partes y hacer que trabajen en armonía.
No solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro. Este es un mito muy extendido. Las imágenes
cerebrales que nos permite la tecnología actual, demuestran que todas las partes de
nuestro cerebro presentan algún nivel de actividad en todo momento. Lo mismo ocurre en el
proceso de aprendizaje.
Neurodidáctica en las aulas
¿Efecto Mozart? Es cierto que la música ejerce una poderosa influencia en la mente humana y su
estudio permite desarrollar la audición, la motricidad fina, la intuición y el razonamiento espacio
temporal. Pero no se ha podido demostrar que la de Mozart, en concreto, aumente nuestras
capacidades.
Cuantos más proyectos en grupos mejor. Con los proyectos realizados por grupos conseguimos
varios beneficios. Por un lado conseguimos que el alumno se involucre más en su
propio aprendizaje, ya que propiciamos que el niño descubra cosas nuevas por sí mismo y además
se emocione con ellas. Además nuestro cerebro es un órgano social que aprende de los
conocimientos de los demás.
La letra con sangre… ¡no entra! La eficacia de la disciplina férrea en el aprendizaje ha sido
desbancada por la ciencia. El cerebro necesita para aprender con eficacia de la emoción y
la motivación. Éstas son las que mejor despiertan nuestra atención y las que facilitan que lo
aprendido se instale en las zonas como el hipocampo, encargadas de la memoria a largo plazo. En
otras palabras, si al alumno no le emociona lo que está aprendiendo, podrá asimilarlo de forma
momentánea pero no lo interiorizará y no perdurará.
Nuevas tecnologías sí, pero también papel y lápiz. La buena base del aprendizaje está siempre
en el contacto con las manos y la manipulación. No es lo mismo escribir una palabra en el papel
que en una pantalla. No se trata de eliminar todos los medios tecnológicos, pero es esencial que
sepamos que en el desarrollo de la escritura y la grafomotricidad se activa la región del lóbulo
frontal, la cual permite mantener la atención durante más tiempo.