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PREVENTIVA
INTRODUCCIÓN
INDICE
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INTRODUCCIÓN 2
1. HECHOS 4
4. PELIGRO DE OBSTACULIZACIÓN 11
5. CONCLUSIÓN 12
6. BIBLIOGRAFÍA: 13
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LA PRISIÓN PREVENTIVA EN EL CASO DE LA PROFESORA
QUE ATROPELLÓ A MENORES
1. HECHOS
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2. FUNDAMENTOS DEL JUEZ PARA MANIFESTAR QUE SÍ EXISTE
PELIGRO DE FUGA Y PELIGRO DE OBSTACULIZACIÓN
El juez afirmó, al emitir el auto de prisión preventiva, que para evaluar el arraigo se
deben tener en cuenta: el arraigo domiciliario, el arraigo laboral y el arraigo
familiar.
En cuanto al primer tipo de arraigo, el juez consideró que no existe certeza de que
la procesada tenga domicilio, pues si bien su defensa ha presentado un testimonio
de compraventa de un predio, este no señala la dirección de la procesada; además,
afirmó que no ha presentado una constatación domiciliaria efectuada por notario
público. En cuanto a los dos últimos tipos de arraigo –laboral y familiar–, el juez
consideró que sí existen.
Respecto al criterio de la gravedad del delito, el juez afirmó que la imputada podría
eludir a la acción de la justicia debido a la gravedad de la pena que se espera como
resultado del proceso, esto es, 5 años 8 meses, lo que, a consideración del juez,
acrecienta el peligro procesal en el presente caso.
En suma, para el juez existe peligro de fuga: primero, porque la Sra. Velásquez no
tiene arraigo domiciliario; segundo, por la gravedad del delito; y, finalmente, por la
magnitud del daño causado y la ausencia de una actitud voluntaria de repararlo.
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De otro lado, en cuanto al peligro de obstaculización, el juez afirmó que este está
latente toda vez que en el colegio donde enseña la procesada también estudian los
agraviados y, por tanto, ella podría influir para que cambien su versión, debido a
que solo se tiene el acta de entrevista y todavía no han brindado su declaración.
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La Corte IDH ha sido claro al respecto, pues ha manifestado que “al ser la prisión preventiva una
medida cautelar y no punitiva, existe una obligación estatal de no restringir la libertad del detenido más
allá de los límites estrictamente necesarios para asegurar que aquél no impedirá el desarrollo del
procedimiento ni eludirá la acción de la justicia”. Corte IDH. Caso Usón Ramírez Vs. Venezuela, de 20
de noviembre de 2009, párr. 144.
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domiciliario, cuando lo que corresponde es que el fiscal acredite que la
procesada no tiene dicho arraigo. En efecto, la carga de la prueba en el proceso,
en general, y en la prisión preventiva, en particular, lo ostenta el Ministerio
Público, de manera que a él le corresponde acreditar, porque además cuenta
con los elementos necesarios para hacerlo. Por ejemplo, podría acudir al lugar
indicado por la procesada para constatar si esta vive o no en dicho lugar.
“son las autoridades judiciales las que deben acreditar la concurrencia de las
condiciones establecidas en la ley, incluyendo los valores morales demostrados
por la persona, su ocupación, bienes que posee, vínculos familiares y otros que
le mantendrían en el país, además de una posible sentencia prolongada. En
consecuencia, si los magistrados que entienden en la causa no tienen la
posibilidad de demostrar que existe suficiente evidencia de una eventual
intención de fuga u ocultamiento, la prisión preventiva se vuelve
injustificada”3. “Es por ello que corresponde al tribunal y no al acusado o a su
defensa acreditar la existencia de dichos elementos”4.
Siendo ello así, el razonamiento del juez en este caso debió ser como sigue: el
fiscal ha acreditado con datos objetivos que la imputada no cuenta con arraigo
domiciliario, y no debió trasladarle dicha carga a esta. Y es que el hecho de que
la procesada no haya podido acreditar el arraigo domiciliario no supone
necesariamente que no lo tenga.
2
Corte IDH. Caso Usón Ramírez Vs. Venezuela, de 20 de noviembre de 2009, párr. 144.
3
Comisión IDH; informe n.o 2/97, casos 11.205, 11.236, 11.238, 11.239, 11.242, 11.243, 11.244, 11.247,
11.248 11.249, 11.251, 11.254, 11.255, 11.257, 11.258, 11.261, 11.263 11.305, 11.320, 11.326, 11.330,
11.499, Y 11.504 Argentina; 11 de marzo de 1997, párr. 29.
4
Comisión IDH, Demanda ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de Francisco
Usón Ramírez (Caso 12.554) contra la República Bolivariana de Venezuela, párr. 172.
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fiscal (48 horas). Es decir, la persona procesada, por el tiempo, muchas veces
no puede acreditar que tiene arraigo domiciliario, lo que abona a que debe ser
el fiscal quien tenga esa carga probatoria.
El art. 269.3 establece como un criterio que el juez debe tener en consideración
para calificar el peligro de fuga “La gravedad de la pena que se espera como
resultado del procedimiento”. En virtud a ello, el juez ha manifestado, pero sin
citar el artículo, que en función a la gravedad de la pena, la imputada podría
obstaculizar la averiguación de la verdad y eludir la acción de la justicia,
motivo por el cual este criterio también debe ser tomado en consideración para
la determinación del peligro de fuga.
5
CIDH. Informe n.° 84/10, Caso 12.703, caso: Díaz Peña vs. Venezuela, 13 de julio de 2010, párrs. 150,
152, 153, y 172; ComIDH, Informe sobre el uso de la prisión preventiva en las américas, 2013,
http://www.cidh.org
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que sólo se puede fundamentar […] en un fin legítimo, a saber: asegurar que el
acusado no impedirá el desarrollo del procedimiento ni eludirá la acción de la
justicia”6.
El juez afirma que el criterio de “La magnitud del daño causado y la ausencia
de una actitud voluntaria de la imputada para repararlo”, también fundamenta,
en este caso, la presencia del peligro de fuga. En efecto, el juez considera que
no hay una voluntad para reparar el daño, debido a que la imputada permaneció
en su vehículo y no bajó para auxiliar a los menores agraviados.
Este criterio se encuentra regulado en el art. 269.3 del CPP de 2004, el cual
prescribe que el peligro de fuga puede evaluarse a la luz de “La magnitud del
daño causado y la ausencia de una actitud voluntaria del imputado para
repararlo”.
San Martín Castro afirma que una interpretación literal de dicho criterio es
“(…) desacertado, pues condiciona la valoración de la conducta del procesado
frente a un hecho futuro e incierto como es el pago de una eventual reparación
6
CIDH, Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez Vs. Ecuador, de 21 de noviembre de 2007, párr. 103;
Caso Barreto Leiva Vs. Venezuela, de 17 de noviembre de 2009, párr. 111; entre otros.
7
Sentencia casatoria n.° 626-2013-Moquegua (cons. 48)
8
Sentencia casatoria n.° 626-2013-Moquegua (cons. 49).
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civil y, además, adopta un canon para la determinación de la pena como es el
hecho de analizar su comportamiento frente a la víctima”9.
Del Río Labarthe, por su parte, afirma que este criterio debe ser interpretado, si
es que se tiene en consideración, siempre en forma favorable al procesado,
como indicador de su buena conducta procesal, y como un criterio que
desincentiva el riesgo de fuga”10. Se entiende, en consecuencia, que no podrá
ser tomado con consideración como un criterio en contra del imputado para
afirmar que existe peligro de fuga. Es decir, si el imputado busca resarcir el
daño causado, se valorará positivamente esta conducta para sostener que no
hay peligro de fuga; pero si el imputado no asume tal posición, simplemente no
se tendrá en consideración este criterio. Esta interpretación sería, coincidiendo
con la Corte Suprema y con los autores citados, la única que resulta compatible
con la finalidad de la prisión preventiva.
Así las cosas, queda claro que la decisión del juez en este extremo ha
distorsionado la finalidad de la prisión preventiva, ya que la interpretación que
ha realizado no guarda sintonía con la manifestada por la Corte Suprema ni con
los autores citados, sino que su interpretación apunta a que hay ausencia de
voluntad de reparar el daño porque la procesada no se bajó del auto y, por
tanto, no ayudó a los menores.
Otro aspecto que el juez no tomó en consideración fue que la procesada sí tuvo
una actitud voluntaria de reparar el daño, toda vez que hizo entrega de dinero,
en diferentes cantidades, a cada una de las víctimas. El propio juez lo
mencionó en la audiencia; sin embargo, al momento de resolver no lo valoró ni
positiva ni negativamente. Lo que correspondía es que sí lo valore y que lo
haga de forma positiva, a efectos de afirmar que, tal conducta, da cuenta de que
no hay voluntad de rehuir la justicia, sino todo lo contrario: de hacerse
responsable de sus actos.
9
SAN MARTÍN CASTRO, César, Derecho procesal penal. Lecciones, Lima (Inpeccp), 2015, p. 461
10
DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo, Prisión preventiva y medidas alternativas, Lima (Instituto Pacífico),
2016, p. 214.
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4. PELIGRO DE OBSTACULIZACIÓN
La pregunta que resulta evidente es: ¿hay algo que pueda obstaculizarse en este
caso?, ¿la declaración de los menores sería fundamental para la acreditación del
hecho delictivo?, ¿puede existir peligro de obstaculización, en este caso, si la
procesada no cuestiona el primer presupuesto y, además, les proporciona dinero a
las víctimas?
Este tema resulta sumamente cuestionable y lamentable que un juez afirme que
pueda existir peligro de obstaculización porque ella enseña en el mismo colegio
donde los menores estudian y que, por tanto, puede influir en su declaración. Y es
lamentable porque no advierte que en este caso los hechos están claros, no es un
aspecto, por los vídeos que existen, que tenga que discutirse, de ahí que sea
llamativo que la procesada no se acoja a un proceso especial. Si los hechos están
claros, ¿sobre qué podría influir la procesada en la declaración de los menores?,
¿sobre qué declararían los menores, respecto a si fueron atropellados por la
procesada?
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5. CONCLUSIÓN
Finalmente, debemos recordar las palabras del profesor Julio Maier: la prisión
preventiva “quiere decir, en principio, que desconfiamos del imputado en grado sumo,
pues él es capaz de poner en peligro la realización del procedimiento o la consecución
de sus fines, razones por las cuales, para evitar esos riesgos, la ley propone mantenerlo
prisionero durante el procedimiento penal, caso excepcional –definido jurídicamente–
frente a la regla de la libertad personal”11. La pregunta es: ¿la profesora a quien se le
impuso la prisión preventiva ponía en peligro la realización del proceso?
11
Maier, Julio, Derecho procesal penal, t. III, Buenos Aires (Del puerto), 2011, p. 416.
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6. BIBLIOGRAFÍA:
- Comisión IDH; informe n.o 2/97, casos 11.205, 11.236, 11.238, 11.239, 11.242,
11.243, 11.244, 11.247, 11.248 11.249, 11.251, 11.254, 11.255, 11.257, 11.258,
11.261, 11.263 11.305, 11.320, 11.326, 11.330, 11.499, Y 11.504 Argentina; 11
de marzo de 1997, párr. 29.
- CIDH. Informe n.° 84/10, Caso 12.703, caso: Díaz Peña vs. Venezuela, 13 de
julio de 2010, párrs. 150, 152, 153, y 172; ComIDH, Informe sobre el uso de la
prisión preventiva en las américas, 2013, http://www.cidh.org
- Maier, Julio, Derecho procesal penal, t. III, Buenos Aires (Del puerto), 2011, p.
416.
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