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COLOMBIA MASACRE BANANERAS JORGE ELIÉCER GAITÁN

Compilación Eliseo Mora Yovera

Sabana de Pararana 2019

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Jorge Eliécer Gaitán: biografía, características, y más

Jorge Eliécer Gaitán fue un gran líder político colombiano quien estaba en contra de los
partidos que engañaban al pueblo, un hombre que entendía las necesidades de las
personas y entendía como eran tratadas por los lideres de los estados, era un fiel defensor
de las causas populares y de los derechos humanos.

Indice De Contenido
1 Biografía de Jorge Eliécer Gaitán
2 Características de Jorge Eliécer Gaitán

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3 ¿Por qué mataron a Jorge Eliécer Gaitán?
4 Discurso de Jorge Eliécer Gaitán
5 Frases de Jorge Eliécer Gaitán
6 Jorge Eliécer Gaitán y el bogotazo
Biografía de Jorge Eliécer Gaitán

Jorge Eliécer Gaitán nació el 23 de enero de 1903, aunque existen dudas acerca de la
fecha de su nacimiento pues se encontró una una partida de nacimiento del 30 de enero
de 1903 y una partida de bautismo del 26 de enero del mismo año, también hay otros
documentos como el pasaporte en los que dicen que su fecha de nacimiento fue el 26 de
enero de 1903 en cuanto a su lugar de nacimiento existen varias teorías, así que se podría
decir que su fecha de nacimiento es incierta al igual que su procedencia aunque mucho
historiadores apoyan que su lugar de nacimiento fue en Bogotá en el barrio de Las Cruces.

Hijo de Eliécer Gaitán Otálora, liberal radical quien se dedicba a la venta de libros usados,
y de Manuela Ayala, maestra de escuela . Su madre fue Manuela Ayala de Gaitán, maestra
de escuela, mujer activa y progresista que dejó honda huella en la formación de su hijo.
Esta pareja contaban con 6 hijos, siendo Jorge el mayor de todos.

A los doce años de edad Gaitán ingresó en una escuela para así terminar sus estudios
primarios en, ya que su madre antes de tal hecho era la que lo instruía en las primeras
letras.

Se graduó de bachiller en el Colegio Martín Restrepo.

Para el año de 1920 Jorge Eliécer Gaitán ingresó en la Universidad Nacional, en la facultad
de Derecho y Ciencias Póliticas, donde años más tarde se le otorgó el título de abogado,
después de haber presentado su importante y relevante tesis “Las ideas socialistas en
Colombia”.

En su época de estudiante, Gaitán participó en la política. Este apoyó la candidatura de


Guillermo Valencia en 1918, y también participó en las manifestaciones en contra de
Marco Fidel Suárez.

También recibió los consejos que Alfonso Villegas Restrepo tenia para dar a los jóvenes
desde las oficinas de si periódico. Y estableció el Centro Liberal Universitario, el que llego a
tener influencia política.

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En 1924 y 1925 fue electo para la Asamblea de Cundinamarca, su principio en el ejercicio
fueron algo dificiles para Gaitán debido a su condición social, pero poco a poco logró
conseguir reconocimiento gracias a su eficacia en el campo.

Gaitan también fue miembro del movimiento estudiantil liberal.

Para el año 1926, después de grandes esfuerzos y con la ayuda de su hermano Manuel
José Gaitán viaja a Italia en donde logró matricularse en la Real Universidad de Roma, una
escuela muy prestigiosa en el ámbito del derecho, aquí obtuvo el título de doctor en
jurisprudencia. Su tesis logró que este tuviera la calificación Magna Cum Laude y el premio
Enrico Ferri.

El año 1928 fue un año fuerte tanto como para Gaitán, como para la política de su país, al
cual volvió ese mismo año. Ahí fue elegido representante de la Cámara y también formó
parte de las manifestaciones en contra de la corrupción, no soo formó parte, si no que
también fue quien lideró este hecho.

Jorge Eliécer Gaitán hizo una visita a la zona bananera, en donde investigó acerca de la
masacre allí ocurrida, de los trabajadores de la United Fruit . Su disgusto por dicho hecho
se transformaron en debates en contra del gobierno de Abadía Méndes. Sus denuncias
sobre los graves acontecimientos se convirtieron en abiertos debates contra el gobierno
de Abadía Méndez, y logró que muchos trabajadores fueran liberados e indemnizaciones
para las familias de los caídos.

Jorge Eliécer Gaitán fue elegido Presidente de la Cámara de Representantes en 1931,


también tomó el cargo de Profesor Catedrático de Derecho Penal en la Universidad
Nacional y en la Universidad Libre de la que posteriormente fue designado como rector,
cargo que ocupó entre 1936 y 1939,

Hizo de representante de la clase media, pues mediante sus discursos, este lleno de
esperanza e ilusiones a dicha gente.

Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria fue fundado en 1933 por Gaitán

Amparo Jaramillo, fue la mujer con la que en el año 1936, Jorge contrajo matrimonio.

Para el mismo año, pero en el mes de junio Este consiguió ser Alcalde de Bogotá, llevando
a cabo un buen trabajo progresista, pero por presión de la Derecha, se vio en la obligación
de dejar el cargo.

Un año después Jorge Gaitán recibió la dura noticia de que su madre había fallecido, pero
ese mismo año también llegó a su vida su única hija Gloria Gaitán.

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Para el año 1939, se posiciona como Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, y para el
año 1940 el presidente de esa época Eduardo Santos Montejo lo nombra Ministro de
Educación.

A partir de ese momento Gaitán tiene la idea de iniciar una campaña de alfabetización.

Para este entonces Gaitan inicia una carrera política con fines de llegar a la presidencia, en
1942 llegó a ser senador y presidente del Senado. También llegó a ser ministro del Trabajo
y finalmente un candidato presidencial de la oposición al oficialista Gabriel Turbay.
Naciendo así el Movimiento Liberal Gaitanista.

El 8 de abril de 1948, luego de defender y salir victorioso del tribunal al Teniente Jesús
María Cortéz, Jorge se fue a descansar ya que era entrada la noche.

Al día siguiente Juan Roa Sierra, esperaba a Gaitán en la entrada del edificio en donde se
ubicaba su oficina, cuando este se dirigía a encontrarse con sus amigos para almorzar,
antes de que ir a cumplir con algunas otras reuniones que tenía en el día, Allí Juan le
disparó con un revolver, hiriéndolo de muerte, este fue trasladado de inmediato a la
Clínica Central donde murió a los 45 años de edad.
Características de Jorge Eliécer Gaitán
Jorge Eliécer Gaitán se caracterizaba por ser un hombre que entendía las necesidades de
las personas con menos suerte en el ámbito social, y era consciente de lo injustos que
podían a llegar a ser lo líderes del Estados con esas personas, por lo que él se dedicó a
defender y luchar por los derechos y porque estos fueran tomados más en cuenta por el
Gobierno.

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¿Por qué mataron a Jorge Eliécer Gaitán?
Se presume que la muerte de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 fue una venganza.

Una semana luego del asesinato de dicho personaje en Bogotá, hubo una cita por parte de
un subcomité especial de la Cámara de Representantes, con el en ese momento el
directopr de la CIA Roscoe H. Hillenkoenkoetter, para así conversar y aclarar, ese fatídico
hecho del 9 de abril.

En una copia del texto de lo que se habló en esa reunión se lee que Hillenkoetter les dice a
los legisladores que José Sierra (Juan) le quitó la vida a Jorge porque este logró salvar al
hombre responsable de matar a su tío, de la cárcel.

Gaitán había logrado esto en la madrugada del mismo 9 de abril en que fue asesinado. Al
medio día se reunió con unos amigos, para almorzar y celebrar su victoria, cuando fue
atacado por el hombre que cercenó su vida.

A continuación un fragmento de lo más relevante que se dijo ese día en la audiencia:

Clarence Brown (presidente del Subcomité Especial en Desembolsos para Departamentos


de la Rama Ejecutiva): Nos puede dar información de quien mató a Gaitán?.

Hillenkoetter: Gaitán fue asesinado por un individuo de nombre José Sierra.

Brown: Puedo preguntar quién es Sierra?.

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Hillenkoetter: Quiere que le cuenta toda la historia? Sierra era el sobrino de un oficial del
Ejército de apellido Galarza Ossa. Galarza Ossa fue asesinado por Cortés (el teniente
Cortés) en 1938. Cortés era juzgado por este asesinato y Gaitán era su abogado. Fue
exonerado por la muerte de Ossa antes del mediodía del 9 de abril.

McCormak (legislador): A qué horas fue la muerte de Gaitán?.

Hillenkoetter: Gaitán fue asesinado a la una de la tarde por el sobrino de este señor Ossa.

Hoffman (legislador): Fue un acto puro de venganza personal?.

Hillenkoetter: Sí, fue una represalia…

Aunque este asesinato se ajudico a Roa, no se puede saber a ciencia cierta si detrás de
esto, hubo una planificación, si este sujeto fue enviado o lo hizo por decisión propia.

Todo este caso se vio contrariado cuando Gloria Gaitán, hija de Jorge Gaitán dijo en una
entrevista ofrecida a EL TIEMPO que la CIA en ningun momento habló con Roa Sierra, y
que este no era pariente de Galarza, y reiteró lo que su padre había dicho en vida, que
todo ese tema de la violencia se inició en el año 1945, y permaneció a lo largo de los años
1946 y 1947, que todo esto se trataba de algo en contra del movimiento gaitanista.

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Gloria también agrega que si su padre fuese sido el único muerto del momento, ahí si se le
podía atribuir a una venganza individual, pero para esas fechas los asesinatos a personas
pertencientes al gaitanismo, eran frecuentes.

A traves de los años han venido surgiendo varías hipótesis en cuanto a la muerte de Jorge
Gaitán, hipótesis que nunca han sido comprobadas:

Que fue ideada por los conservadores en vista de que Gaitán, con estrechos vínculos con
la izquierda, había logrado la dominación del partido liberal y se perfilaba como el nuevo
presidente de Colombia.
Que fueron los comunistas para, con su muerte, lograr una ola de indignación popular. Así
pensaba el agregado militar de la embajada E.U. cuando ocurrió el episodio.
Que fue la CIA, que temía que la Unión Soviética, su enemigo geoestratégico, comenzara a
sembrar las semillas del comunismo de este lado del planeta: esta fue la hipótesis que
sostuvieron y sostienen algunos sectores de izquierda e incluso Mepples Spirito, antiguo
agente de la CIA.
Que Roa Sierra actuó en venganza porque era hijo ilegítimo del mismo padre de Gaitán.
Que Roa Sierra actuó en venganza por un lío de faldas (que Gaitán cortejaba a su novia).
Con esto se puede decir que todavía el porqué mataron a Gaitan, es impreciso, no se sabe
con exactitud que llevo a que asesinaran a este político. (Ver artículo: Luciano Pavarotti)

Discurso de Jorge Eliécer Gaitán

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A lo largo de su carrera política, Jorge Eliécer fue protagonista de varios discursos, entre
los más importantes esta uno al que podemos denominar “Oración por la Paz”, que dictó
en una marcha encabezada por Gaitan el 7 de febrero de 1948 con fines de protesta
contra el gobierno de Mariano Ospina Pérez:

Bajo el peso de una honda emoción me dirijo a vuestra Excelencia, interpretando el


querer y la voluntad de esta inmensa multitud que esconde su ardiente corazón, lacerado
por tanta injusticia, bajo un silencio clamoroso, para pedir que haya paz y piedad para la
patria.
En todo el día de hoy, Excelentísimo señor, la capital de Colombia ha presenciado un
espectáculo que no tiene precedentes en su historia. Gentes que vinieron de todo el país,
de todas las latitudes —de los llanos ardientes y de las frías altiplanicies— han llegado a
congregarse en esta plaza, cuna de nuestras libertades, para expresar la irrevocable
decisión de defender sus derechos. Dos horas hace que la inmensa multitud desemboca
en esta plaza y no se ha escuchado sin embargo un solo grito, porque en el fondo de los
corazones sólo se escucha el golpe de la emoción. Durante las grandes tempestades la
fuerza subterránea es mucho más poderosa, y esta tiene el poder de imponer la paz
cuando quienes están obligados a imponerla no la imponen.
Señor Presidente: Aquí no se oyen aplausos: ¡Solo se ven banderas negras que seagitan!
Señor Presidente: Vos que sois un hombre de universidad debéis comprender de lo que es
capaz la disciplina de un partido, que logra contrariar las leyes de la psicología colectiva
para recatar la emoción en su silencio, como el de esta inmensa muchedumbre. Bien
comprendéis que un partido que logra esto, muy fácilmente podría reaccionar bajo el
estímulo de la legítima defensa.
Ninguna colectividad en el mundo ha dado una demostración superior a la presente.
Pero si esta manifestación sucede, es porque hay algo grave, y no por triviales razones.
Hay un partido de orden capaz de realizar este acto para evitar que la sangre siga
derramándose y para que las leyes se cumplan, porque ellas son la expresión de la
conciencia general. No me he engañado cuando he dicho que creo en la conciencia del
pueblo, porque ese concepto ha sido ratificado ampliamente en esta demostración,donde
los vítores y los aplausos desaparecen para que solo se escuche el rumor emocionado de
los millares de banderas negras, que aquí se han traído

para recordar a nuestros hombres villanamente asesinados.

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Señor Presidente: Serenamente, tranquilamente, con la emoción que atraviesa el espíritu
de los ciudadanos que llenan esta plaza, os pedimos que ejerzáis vuestro mandato, el
mismo que os ha dado el pueblo, para devolver al país la tranquilidad pública. ¡Todo
depende ahora de vos! Quienes anegan en sangre el territorio de la patria, cesarían en su
ciega perfidia. Esos espíritus de mala intención callarían al simple
imperio de vuestra voluntad. Amamos hondamente a esta nación y no queremos que
nuestra barca victoriosa tenga que navegar sobre ríos de sangre hacia el puerto de su
destino inexorable. (Ver Articulo: Nelson Mandela)
Señor Presidente: En esta ocasión no os reclamamos tesis económicas o políticas.
Apenas os pedimos que nuestra patria no transite por caminos que nos avergüencen ante
propios y extraños. ¡Os pedimos hechos de paz y de civilización!
Nosotros, señor Presidente, no somos cobardes. Somos descendientes de los bravos que
aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. ¡Somos capaces de sacrificar nuestras vidas
para salvar la paz y la libertad de Colombia! Impedid, Señor, la violencia. Queremos la
defensa de la vida humana, que es lo que puede pedir un pueblo. En vez de esta fuerza
ciega desatada, debemos aprovechar la capacidad de trabajo del pueblo para beneficio del
progreso de Colombia.
Señor Presidente: Nuestra bandera está enlutada y esta silenciosa muchedumbre y este
grito mudo de nuestros corazones solo os reclama: ¡que nos tratéis a nosotros, a nuestras
madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros bienes, como queráis que os
traten a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros hijos y a
vuestros bienes!
Os decimos finalmente, Excelentísimo señor: bienaventurados los que entienden que las
palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y
exterminio.

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¡Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad
para los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia
en las páginas de la historia!

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Aquí podemos ver que Jorge Eliécer Gaitán hace un llamado de atención al presidente en
ejercicio Mario Ospina Pérez, para que tome cartas en el asunto para pacificar a Colombia,
y no permitir con su silencio, con su no acción y complicidad, la
persecución de lideres políticos de izquierda y derecha , como ajusticiamiento de lideres
campesinos y sindicales.

La marcha silenciosa convocada da muestra la inconformidad del pueblo ante esta


situación y con la gran cantidad de personas que asistieron, le da claros indicios del pueblo
movilizado organizadamente en defensa de los derechos de los pobres más necesitados
pidiendo ser tratados como iguales.

Y acusa al gobierno de estar más pendiente de estar bien con gobiernos extranjeros que
de ver que pasa con su pueblo, estas inconformidades demostrada por la inmensa marcha
y banderas negras desplegadas, aludiendo el líder al carácter pacifico de está que fue
hecha en silencio pero exigiendo respuestas y puntualizando que el pueblo también puede
ejercer este derecho en la legítima defensa para evitar más derramamiento de sangre.

Frases de Jorge Eliécer Gaitán

Aquí encontraremos una selección de frases célebres que en vida el político Jorge Gaitán
dijo

“Parece que a este nuestro pueblo, al igual del personaje de Poe, lo ha invadido la
irremediable cobardía de no abrir los ojos, no tanto por esquivar la visión de horribles
cosas cuanto por el fundado temor de no ver nada.”
Fuente: Tesis de grado, sobre las ideas socialistas en Colombia, 1924
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“Yo confío en la multitud. Hoy, mañana y pasado, esa multitud que sufre el suplicio, que lo
sufre en silencio, sabrá desperezarse y para ese día, ¡oh bellacos!, será el crujir de
dientes.”

“Antes que la vida miserable y perecedera están el dolor, la justicia y el ideal.”

“Dolorosamente sabemos que en este país el gobierno tiene la metralla homicida para los
hijos de la patria y la temblorosa rodilla en tierra ante el oro americano.”

Fuente: Memorias del congreso, durante el debate sobre la Masacre de las Bananeras
“Cuando los trabajadores sean en realidad una organización de clase, podrán influir
decisivamente en la vida nacional.”

“La Constitución del 86 ha hecho de Colombia algo peor que un coloniaje y peor que una
monarquía. Cercano está el momento en que veremos al pueblo barriendo con este
engendro cavernario.”

“Cercano está el momento en que veremos si el pueblo manda, si el pueblo ordena, si el


pueblo es el pueblo y no una multitud anónima de siervos.”

“Un principio que debería ser la base fundamental de las auténticas democracias: el que
no trabaja no come, que es opuesto a la simulación de la democracia en donde el que
menos trabaja es el que más come.”

Fuente: Declaración de principios 1930

“Nos hallamos apenas en el período inicial de toda revolución: la emoción. Por eso no
somos revolucionarios sino simplemente rebeldes, es decir inconformes.”
Fuente: Carta a Darío Samper 1931

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“Jamás de los jamases sobre nuestro suelo sagrado ha de pisar insolente la planta invasora
porque nuestro orgullo lo impide porque las naves del invasor para llegar a la presa de sus
designios tendrán que navegar sobre la púrpura encendida de nuestra sangre joven.”
Fuente:Discurso en defensa de Olaya Herrera. 1931

“Nada más cruel e inhumano que una guerra. Nada más deseable que la paz. Pero la paz
tiene sus causas, es un efecto. El efecto del respeto a los mutuos derechos.”
Fuente: Públicado en “El Combate” de Costa Rica. 1933

“Yo no soy un hombre soy un pueblo, y el pueblo es mayor que sus dirigentes.”
“Por la restauración moral de la república, pueblo: ¡a la carga!”
“El pueblo es superior a sus dirigentes.”
“Hay que procurar que los ricos sean menos ricos y los pobres sean menos pobres.”
“Esta avalancha humana: libra una batalla, librará una batalla; vencerá a la oligarquía
liberal y aplastará a la oligarquía conservadora.”
“Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe
que si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel
normal.”
“…nos sentimos muy orgullosos de esta vieja raza indígena!, ¡y odiamos a la oligarquía que
nos ignora!”
“El que sentencia una causa sin oír la parte opuesta, aunque sentencie lo justo es injusta
esa sentencia.”

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9 DE ABRIL DEL 1949/ EL BOGOTAZO

Jorge Eliécer Gaitán y el bogotazo

El Bogotazo se podría decir que inició a raíz del asesinato del líder popular Jorge Eliécer
Gaitán, enfrentamientos entre partidarios liberales y conservadores se llevaron a cabo.
Hubieron fuertes manifestaciones en la que hubo represión mílitar y esto dió como
resultado un aproximado de tres mil fallecidos, también hubieron desaparecidos y hubo al
menos unas 140 edificaciones totalmente destruidas en varios lugares del país, siendo la
mayoría en la ciudad de Bogotá.

El descontento del pueblo ante la muerte de su líder político, hizo que estos salieran a la
calle clamando justicia, saqueando e incendiando más de un centenar de edificaciones.
Varias ciudades de Colombia se vieron afectadas ante este hecho.

Toda esta situación finalizó cuando tres tanques de guerra en busca de controlar la
situación, dispararon en contra de las personas que se unieron a lo que en ese entonces se
consideraba rebelión popular . Este hecho se considera como el inicio de La Violencia un
conflicto sangriento que se extendió a lo largo de los años.

A partir de “El Bogotazo” se dio pie a el nacimiento de lo que hoy en día conocemos como
la Guerrilla en Colombia. Luego de que transcurriera el tiempo con una aparente calma.
esto pasó a ser una guerra del Estado contra los movimientos que se oponian a su
gobierno, lo que ha dejado a más de doscientos mil muertos y 5,3 millones desplazados en
más de medio siglo.

La mayoría del pueblo colombiano seguían fielmente a Jorge Eliécer Gaitán ya que este se
mostraba verdaderamente interesado en lo que eran los intereses de las personas con

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menos bienes, en los pobres, en los más necesitados y buscaba arrebatarles los privilegios
a la oligarquía.

https://personajeshistoricos.com/c-politicos/jorge-eliecer-gaitan/

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Memoria de la masacre de las bananeras. Boicot a Chiquita Brands

Este 6 de diciembre se cumple un año más de la masacre de las bananeras de 1928. Los
invitamos recordar este hecho en un ejercicio de memoria activa y a unirse al boicot a
chiquita brands.

En Colombia Chiquita Brans ha reconocido su apoyo y financiación de fuerzas


paramilitares que han asesinado y masacrado campesinos, pero este no es únicamente un
hecho reciente sino que tiene una larga historia, que se remonta a cuando esta empresa
se llamaba United Fruit Compañy y junto con el apoyo del ejército y la policía asesinaron a
sus trabajadores que se encontraban protestando, este hecho es conocido como la
masacre de las bananeras.

Este recorrido de muerte ejecutado por esta multinacional, nos recuerda otro hecho
doloroso ocurrido en Cienaga Magdalena, la masacre de las bananeras. 6 de diciembre de
1928, miles de obreros agroalimentarios fueron asesinados por el ejercito nacional al
mando del general de la república Carlos Cortes Vargas, el beneplácito del presidente
Miguel Abadía Méndez y en beneficio de la transnacional United Fruit Company; la misma
que hoy con el nombre de Chiquita Brands, financia paramilitares, contrabandea armas
con destino a los paramiliatares y corrompe instituciones del estado; se enriquece a costa
de la explotación y muerte de los obreros y del saqueo de nuestros recursos naturales.
Desde Honduras, con el objetivo de rechazar y boicotear a las empresas que han
financiado el golpe de estado, les pedimos todo su apoyo para llevar a cabo un BOICOT
MUNDIAL INDEFINIDO contra la compañía bananera CHIQUITA que, tras bambalinas, está
apoyando a los golpistas y sigue financiando el asesinato de luchadores sociales en
Colombia.

Para el Boicot:

Campaña mundial de boicot a Chiquita por su apoyo a la represión en América Latina, su


financiación al golpe de Estado en Honduras, por su apoyo al paramilitarismo en
Colombia, por la masacre de las bananeras...

¿Cómo adherirse a la iniciativa?:

a) No comprar productos Chiquita;

b) Difundir el boicot entre sus amigos, familiares y conocidos;

c) Imprimir en calcomanías, camisetas, posters, flyer el logo del boicot en su respectivo


idioma;

d) Entrar a la página de la matriz de Chiquita en Cincinnati, OH (USA)


http://www.chiquita.com/CompanyInfo/ContactUs.aspx

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y mandarle el siguiente mensaje:

I DON’T BUY CHIQUITA BECAUSE IT SUPPORTS COUP DE ETAT IN HONDURAS, THE


PARAMILITAR FOURCES IN COLOMBIA AND THE "BANANERAS " SLAUGHTER IN 1928.
Golpe de Memoria para llevar al supermercado

Para denunciar la constante histórica (United Fruit Company-Chiquita Brands) de alianza


entre capitalismo transnacional y asesinatos a trabajadores:

1) Imprime las plantillas en papel autoadhesivo:


http://www.flickr.com/photos/37980736@N06/sets/72157620554301024/

2) Recorta los sellos.

3) Dirígete a algún supermercado y pega los sellos en los bananos de Chiquita Brands.

4) Si te es posible, haz un registro (fotos, videos, notas) y súbelo al grupo de El Colectivo o


envíalo a subetealcolectivo@gmail.com

por favor reenviar e invitar a más personas a unirse.

Con este artículo María Tila Uribe nos refresca la memoria de cómo y porqué se produjo la
masacre de las bananeras hace 80 años, a manos del Ejército y de la United Fruit Company
(hoy Chiquita Brands).http://www.prensarural.org/spip/spip.php?article1726

Masacre de las bananeras Diciembre 6 de 1928. Por: Mauricio Archila.


http://www.banrep.gov.co/blaavirtual/revistas/credencial/septiembre1999/117masacre.
htm

Las Victimas del Banano el Caso Chiquita


http://www.youtube.com/watch?v=yclsJpI_UoQ&feature=fvw
Publicado 5th December 2009 por Memoria y Palabra

https://memoriaypalabra.blogspot.com/2009/12/memoria-de-la-masacre-de-las-
bananeras.html

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Colombia, 1928
La masacre de las bananeras

A 85 años de la matanza de los trabajadores de las plantaciones bananeras

María Tila Uribe / Jueves 5 de diciembre de 2013

Con este artículo María Tila Uribe nos refresca la memoria de cómo y porqué se produjo
la masacre de las bananeras hace 85 años, a manos del Ejército y de la United Fruit
Company (hoy Chiquita Brands).

María Tila Uribe

Es hija del lider del Partido Socialista Revolucionario, Tomás Uribe Márquez, quien apoyó
la huelga de los bananeros de 1928. Es autora del libro "Los años escondidos: sueños y
rebeldías en la década del veinte".

Con cerca de 7 millones de habitantes en esa época, nuestro país tenía cierto carácter de
selva virgen, pululaban las haciendas tradicionales de costumbres casi feudales, era país
de minas de oro, platino, carbón, sal, esmeraldas, inmensas plantaciones de café, banano,
también tabaco y formas de esclavitud en las zonas caucheras del Amazonas.

25 años habían pasado del “rapto de Panamá” –así lo llamaban- y con la primera cuota de
5 millones, de 25 que pagaron a plazos por ese territorio los EE.UU., más el alza del precio
del café, mas la Deuda Externa contraída entonces y la violenta irrupción de capitales
extranjeros, los años 20 se convirtieron en la década de la aceleración de la industria y de
la iniciación de la infraestructura económica y física necesaria para el desarrollo del
incipiente capitalismo colombiano.

Así llegó la modernización a nuestro país, entonces se conocieron las máquinas nuevas
para la producción fabril que aceleraban la industria y el trabajo manual de los artesanos,
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las trilladoras de café, las máquinas de coser de pedal que usaron las abuelas, los molinos
y por supuesto todo lo eléctrico, a más de la mecánica automotriz, pues los carros
reemplazaban a los románticos coches tirados por caballos.

Fue un decenio clave y sobresaliente en el siglo XX, no solo por la transformación que la
tecnología de entonces obró en la vida de las gentes sino por lo que significaron los 2 más
grandes fenómenos sociales de los primeros 50 años de ese siglo: el nacimiento de una
clase obrera y la incorporación de las mujeres al mercado laboral. Lo primero se dio por el
cambio de vida de millares de campesinos que dejaron de estar atados a las haciendas
como aparceros o arrendatarios y comenzaron a incorporarse masivamente a las
concentraciones obreras mediante un nuevo sistema de pago: el salario. Legiones de
trabajadores se incorporaban a deferentes frentes de trabajo: 20 mil en ferrocarriles, más
de 600 mil hombres y mujeres hacían posible la exportación de café, otros millares en la
construcción de canales, cables aéreos, carreteras, adecuación de puertos, en fin……. Por
su parte a las mujeres, que en ese tiempo solo podían trabajar como maestras,
enfermeras o tegrafistas, las necesitaban ahora en los talleres de confección, las textileras
antioqueñas, las fabricas de fósforos, cerveza, tabaco y otras recién abiertas. Además,
comenzaban a conformarse ejércitos de secretarias para las oficinas.

Para esa desproporcionada movilización el gobierno expidió la ley de circulación, lo que


permitió que masas enteras llegaran a trabajar como obreros en los enclaves
norteamericanos: la tropical Oil. Co, en Barrancabermeja, explotaba el petróleo; la
Frontino Goil Mines y la Choco Pacifico, oro y platino y la famosa United Fruit Company,
protagonista de la masacre de los trabajadores al final del decenio, en la Zona bananera
de Santa Marta.

La consecuencia natural de aquellas concentraciones obreras fue la organización y el


descubrimiento del poder de la huelga. Las abismales diferencias sociales de riqueza y
pobreza y la barbarie de un régimen hegemónico con 42 años en el poder, que utilizó el
destierro, la muerte y la tortura para sus adversarios, cohesionó los distintos sectores
sociales y a mitad de la década se fundaba la primera Confederación Obrera Nacional y el
Partido Socialista Revolucionario, ambas instancias como resultado de un proceso de
organización y de experiencias de años.

Sus lideres nacionales, entre ellos Tomas Uribe Márquez, Raúl Eduardo Mahecha y María
Cano sintieron y enfrentaron su lucha en el fragor de las grandes huelgas, la ultima de las
cuales fue la de la Zona Bananera, dirigida por los mas representativos Sixto Ospino, Adán
Ortiz Salas, Aurelio Rodríguez, José G. Russo, Erasmo Coronel, igualmente por mujeres
como Josefa Blanco, secretaria del sindicato de Orihueca, quien bajo su responsabilidad
tuvo a 100 obreros, con ellos vigilaba que no hubiera corte de racimos de bananos y

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emboscó y redujo pequeños grupos de uniformados que luego llevaba al comité de huelga
para hacerlos reflexionar si era el caso, o sacarles información o juzgarlos. Otra mujer
olvidada fue Petrona Yance, la más destacada de entre 800 mujeres que participaron en la
Huelga.

El Presidente Abadía Méndez y su ministro de guerra nombraron como comandante


general a Carlos Cortes Vargas con exceso de atribuciones. El fijó el 5 de diciembre como
la fecha para negociar el pliego de peticiones que contenía 9 puntos.

Los 25 mil huelguistas tenían a su favor la simpatía de la población y del propio Alcalde, de
los indígenas de la Sierra Nevada, de los comerciantes y algunos ganaderos que les
enviaban reses para su manutención. Y algo inusitado, por lo contrario a las ideas
generalizadas, fue el hecho que muchos trabajadores norteamericanos se solidarizaron
con ellos. Se sabe, también, que hubo deserciones individuales y de grupo en el primer
tiempo de la huelga, reclutas que se negaron a disparar y otros que entregaron sus armas
a los obreros.

Se estimaron en 5000 los trabajadores que estaban en la plaza cuando fueron rodeados
por los 300 hombres armados. Contaban los sobrevivientes que después de un toque de
corneta el propio Cortes Vargas dio la orden de fuego por 3 veces, sin embargo, nunca se
supo cuantos muertos hubo: las narraciones populares orales y escritas difieren: de 800 a
3 mil, y agregan que los botaron al mar. Las oficiales admitieron de 15 a 20.

Aquel fue el “bautizo de fuego” de la clase trabajadora colombiana. Vinieron los Consejos
de Guerra, posteriores asesinatos selectivos de otros líderes y cárceles para los dirigentes
nacionales y locales.

En defensa de los condenados salió el joven Abogado Jorge Eliécer Gaitán, quien dejó para
la historia colombiana una página inolvidable que terminó con éxito pues absolvieron a
todas las personas acusadas.

La década de los 20 ha sido llamada con razón, la época de oro revolucionaria de


Colombia.

https://www.prensarural.org/spip/spip.php?article1726

21
RECORDANDO La masacre de las bananeras: «no ha pasado nada, ni está pasando ni
pasará nunca»

ByEditor RedesPosted on 05/12/2018 COMMENTS

5 dic. CI.- El 5 y 6 de diciembre de 1928, el Ejército colombiano asesinó a miles de mujeres,


hombres y niños en Ciénaga, Magdalena, en lo que se conoció como la masacre de las
bananeras. La matanza de los militares buscó proteger los intereses de la multinacional
United Fruit Company.

En la década de 1920, el departamento del Magdalena, en el caribe colombiano fue el


epicentro de la producción bananera que lideró la multinacional United Fruit Company.
Esta multinacional controló el mercado del banano en varios países de centro América y el
caribe.

La United Fruit Company se apoderó de extensiones de tierras en la región para garantizar


la producción de banano. Igualmente, se aseguró de traer a miles de personas de
diferentes regiones del país para que trabajaran como obreros en las plantaciones
bananeras.

La historiadora Judith White señala que a finales de los años veinte, en la economía a nivel
global era evidente la dominación de la United Fruit Company sobre el mercado
internacional del banano, sin embargo era desafiada por algunas compañías que lograban
reducir los costos de producción de la fruta. Para mantener su participación en el

22
mercado, esta multinacional buscó reducir los costos de producción. De igual forma, en
esos años era evidente que la zona bananera de Santa Marta, dejo de ser
económicamente competitiva: el banano colombiano pesaba menos que los de
Centroamérica, además los fletes desde Colombia hacia los Estados Unidos eran mayores.

Por otra parte los movimientos revolucionarios habían ganado importancia en amplias
revindicaciones de los sectores populares, los cuales sufrían enormes condiciones de
desigualdad y miseria. Los trabajadores de esta multinacional estadounidense y sus
familias sufrían enfermedades, falta de acceso a la salud, hambre, carecían de acceso a la
educación entre otros derechos. La situación que sufrían y el clima de luchas populares
incentivo a los trabajadores a buscar organizarse para exigir a la United Fruit Company,
mejores condiciones laborales.

Tras organizarse los trabajadores definieron unas reivindicaciones precisas y buscaron


sentarse dialogar con la United Fruit Company, a la cual le presentaron estas
reivindicaciones:

23
Estas sencillas exigencias fueron rechazadas por las directivas de la empresa, las cuales se
negaron a sentarse a dialogar con los dirigentes obreros a los cuales desconocieron.

La United Fruit Company consideraba las demandas de los trabajadores como una
amenaza a su operación en Colombia. Si los trabajadores las imponían, la compañía
tendría que aumentar los salarios y el precio de compra a los cultivadores colombianos.
Por lo tanto, la United Fruit Company se negó a negociar. La compañía argumentó que la
huelga no podía ser vista como un paro legítimo de trabajo, sino como una rebelión contra
la autoridad establecida, fomentada por agitadores extraños al conflicto.

Cuando la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena escribió el pliego de peticiones,


no solamente le envió copias a la United Fruit Company, también al presidente de la
República, al Congreso y al Ministerio de Industrias. Los trabajadores solicitaban al
gobierno que admitiera la legalidad de sus demandas, y pidieron a la Oficina General del
Trabajo que mediara entre ellos y la United Fruit Company.

Sin embargo, el gobierno del presidente Miguel Abadía Méndez buscó proteger los
intereses de la United Fruit Company, por lo cual encargó al General Carlos Cortés Vargas
para que destruyera la protesta iniciada por los trabajadores.

Tras varias protestas por parte de los trabajadores y de continuas detenciones que
realizaba el ejército, el General Carlos Cortés Vargas, el gobierno y sobre todo la
multinacional United Fruit Company presionaron para que la huelga fuera finalizada a
toda costa. Incluso enviaron soldados de Antioquia, pues el general considero que los de
la región no actuarían, pues tenían relaciones familiares y fraternales con la gente de la
región.

En la noche del 5 de diciembre, el coronel se concentró en la plaza de Ciénaga con un


contingente de aproximadamente 300 soldados traídos de los departamentos de
Antioquia y Boyacá. Los manifestantes, quienes estaban preparándose para otra
movilización pacífica estaban seguros de que el ejército no dispararía, por lo que nadie se
inmuto frente a las amenazas del militar. Cuando empezaron los disparos el horror se
apoderó de las personas en la plaza, mientras los nidos de ametralladora disparaban
indiscriminadamente contra los manifestantes.

No es preciso el número de muertos que dejó la masacre. Después del seis de diciembre
continuaron los días de terror a manos del ejército colombiano. Según el general Cortés
Vargas solo hubo 9 muertos, el embajador norteamericano de la época admitió que la
cifra podía llegar a 1000 personas asesinadas, el dirigente Sindical Alberto Castrillón
aseguro que la cifra ascendía a 5000 muertos. Varios historiadores coinciden en que la
causa para que no se tenga claridad en la cifra radica en el control a la información que
hicieron los militares.

24
Jorge Eliecer Gaitán visitó la región y tras regresar a Bogotá, en el congreso denunció la
forma como el ejército colombiano por orden del gobierno asesinó a miles de mujeres,
hombres y niños para proteger los intereses de la United Fruit Company. El General Cortés
Vargas, quien fue exonerado por estos hechos explicó que decidió atacar a los
manifestantes, para impedir que los buques de guerra de los Estados Unidos invadieran el
territorio colombiano para proteger a la multinacional extranjera.

CI FC/CC/05/12/18/06:00

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http://www.colombiainforma.info/5-y-6-de-diciembre-la-masacre-de-las-bananeras-la-
matanza-que-si-ocurrio/

25
Colombia, diciembre de 1928
La masacre de las bananeras

Hernando Calvo Ospina.


monde-diplomatique.fr

No ha sido la imaginación del colombiano Gabriel García Márquez, premio Nobel de


Literatura. No. Lo que narró sobre ello en su obra cumbre, «Cien años de Soledad» es la
absoluta y triste verdad. La matanza y represión a los obreros comenzó a la madrugada
del 6 de diciembre de 1928, y sólo se detuvo como tres semanas después. Fue en las
plantaciones bananeras de la United Fruit Company, en el Caribe colombiano. Así fueron
los primeros pasos del terrorismo de Estado en Colombia…

En Colombia, con las primeras luces del Siglo XX los yacimientos de petróleo, oro, platino y
otros preciosos metales son casi regalados a empresas estadounidenses e inglesas. A
sociedades de estas naciones son entregados extensos territorios para la explotación sin
moderación de banano, cacao, tabaco y caucho. Con el beneplácito del gobierno, el
personal empleado por estas compañías era tratado como en la época de la colonia.

La industrialización iniciada en aquellos primeros veinte años dio nacimiento a una


burguesía urbana, y asimismo a un sector obrero que comenzó a reclamar mejoras
sociales. Siguiendo su ejemplo, campesinos, indígenas y artesanos también procuraron
organizarse. Estos incipientes movimientos reivindicativos dieron paso a las primeras
organizaciones sindicales y políticas.

Ese embrionario proceso organizativo recibió un aliciente externo decisivo. En octubre de


1917 se produjo la Revolución de Octubre en Rusia, liderada por Vladimir Lenín, y el
establecimiento de la Unión Soviética, estableciéndose la primera experiencia de
construcción del socialismo. Este acontecimiento pasaría a influir de manera determinante
en el pensamiento político y social mundial, como lo había sido la Revolución Francesa en
1789. Colombia no podía ser la excepción, menos cuando la palabra “socialismo” no era
desconocida en círculos de la intelectualidad liberal.

Ahora la igualdad social se veía como posibilidad. A base de movilizaciones y huelgas se


fueron logrando derechos y concesiones inimaginables unos años antes, siendo los
obreros petroleros de la Tropical Oil Company quienes estuvieron en la vanguardia de la
lucha.

A los ojos del gobierno conservador, de la oligarquía y de la jerarquía eclesial -la mayor
latifundista de la nación-, toda la organización y el descontento social eran prueba de la
existencia de un complot comunista internacional para acabar con sus propiedades y
vidas. Su paranoia aumenta cuando en 1926 se crea el Partido Socialista Revolucionario,
alternativa a los partidos tradicionales, Liberal y Conservador. Aunque un sector

26
importante de la intelectualidad liberal favorecía los cambios sociales, no por establecer el
socialismo, sino por modernizar un Estado que manejaba al país como un mayordomo. (1)

Desde el gobierno, el parlamento, los púlpitos y periódicos, las prédicas no daban tregua
contra la “subversión bolchevique”. Aterrorizados, la dirección conservadora y los jerarcas
católicos decidieron actuar estratégicamente.

A mediados de 1927, el ministro de Guerra, Ignacio Rengifo, un intelectual que antes se


había declarado “revolucionario”, expresó: “Al amparo del ambiente de amplia libertad
que se respira en el territorio colombiano no pocos nacionales y extranjeros por su propia
cuenta, o en calidad de agentes asalariados del gobierno soviético, hacen por doquier
activa y constante propaganda comunista.” (2)

Rengifo fue el principal inspirador de la Ley de Defensa Social, más conocida como “Ley
Heroica”. Promulgada en octubre de 1928, ésta marcó la pauta en la concretización de un
marco teórico altamente represivo. Con ella Colombia se adelantó a los teóricos de las
guerras colonialistas europeas y estadounidenses, formulando una doctrina destinada a
combatir a lo que se conocerá a inicios de los años sesenta como “enemigo interno”. La
Ley inscribía como “subversiva” la acción reivindicativa, política y social de los sindicatos y
organizaciones populares nacientes.

Finalizando el Siglo XIX la empresa estadounidense United Fruit Company se instala en


Santa Marta, en el Caribe colombiano. El gobierno no solo le entrega extensos territorios,
sino los privilegios que no tenían otras empresas extranjeras. La United pasó a funcionar y
actuar en la inmensa región como una república independiente.

Para 1927, más de 25 000 personas trabajaban en las plantaciones de la United, con
jornadas de 12 horas mínimo. Los obreros no recibían salarios en dinero: se les
entregaban bonos que únicamente podían ser utilizados en las tiendas de la empresa, a
cambio de productos transportados desde Estados Unidos en los barcos que habían
llevado el banano. Además de no contar con asistencia médica, los trabajadores dormían
amontonados en barracas insalubres. Existía un sistema de contratistas intermediarios
como único vínculo laboral, y así la frutera se desatendía de las obligaciones básicas con
los trabajadores. Buscando remediar esto, el sindicato presentó un pliego de peticiones.

Las negociaciones, que no avanzaban, se estancaron cuando se aprobó la Ley Heroica. La


United rechazó el pliego al considerarlo subversivo. A los trabajadores no les quedó otra
alternativa que ir a la huelga el 12 de noviembre de 1928. La consigna era: “Por el obrero y
por Colombia”. Lógicamente, el movimiento fue catalogado como “subversivo” por el
gobierno, la iglesia y la prensa. Se aseguró que “agentes de Moscú” habían desembarcado
clandestinamente para preparar la insurrección.

Los Directivos de la United exigieron al gobierno la presencia del ejército. Inmediatamente


el presidente Miguel Abadía Méndez declaró el estado de sitio en la zona, encargando al

27
general Carlos Cortés Vargas de acabar con la “banda de malhechores”. El centro de
mando militar se ubicó en las dependencias de la compañía, donde la oficialidad tenía a
disposición licores, cigarrillos, un salario, y la posibilidad de realizar grandes bacanales con
las prostitutas “recogidas” en la región. (3)

Se debía proteger en prioridad la vida de los directivos de la United, todos


estadounidenses, pues se decía que los trabajadores los iban a degollar junto a sus
familias.

El clima laboral se deterioró y los trabajadores realizaron mítines permanentes y bloqueos


de la vía ferroviaria por donde iba el banano al puerto. El 5 de diciembre fueron
convocados los huelguistas a la población de Ciénaga con el pretexto de recibir al
gobernador, quien supuestamente iba a participar en la negociación. Pero nunca llegó. En
su lugar estuvo el general Cortés Vargas, quien, a las 11 y media de la noche, expidió el
decreto que ordenaba disolver "toda reunión mayor de tres individuos" y amenazaba con
disparar "sobre la multitud si fuera el caso". Pero en la madrugada del 6 el general Cortés,
completamente borracho,

Dos horas después el militar, completamente borracho, leyó el decreto sobre


perturbación de orden público frente a la multitud que se encontraba durmiendo en la
plaza. Al finalizar, mientras algunos huelguistas gritaban “¡Viva Colombia!”, “¡Viva el
ejército!”, y se negaban a desalojar la plaza, ordenó a la tropa disparar las ametralladoras
emplazadas sobre los techos. (4) Posteriormente el militar dijo, "era menester cumplir la
ley, y se cumplió".

Se ha calculado que había unos cinco mil campesinos, muchos acompañados con sus
mujeres e hijos, rodeados de 300 soldados.

Los que no murieron instantáneamente fueron rematados a bayoneta, o se les enterró


vivos en fosas comunes. En los trenes de la empresa se embarcaron centenares de
cadáveres y llevados hasta el mar, donde se echaron como al banano de mala calidad. Tal
como contara García Márquez en “Cien años de soledad”.

Se decretó la persecución para todos aquellos que quedaron vivos, sin diferenciar si
trabajaban o no para la United. Otros cientos fueron brutalmente golpeados y
encarcelados, mientras a los líderes se les juzgaba rápidamente en tribunales militares.

La matanza duró varios días, hasta que la noticia se expandió por el país a pesar de la
censura de prensa instaurada, y se empezaron las movilizaciones de protesta. Para la
United y el gobierno las cosas seguían como si nada hubiera pasado, al punto que el
general Cortés firmó por los obreros un “arreglo laboral”.

28
Algunos trabajadores se organizaron en especie de guerrilla y quemaron plantaciones,
sabotearon el servicio telegráfico, eléctrico y cortaron las carrileras de la empresa. La zona
estuvo militarizada casi un año.

El general Carlos Cortés Vargas reconoció nueve muertos. El gobierno trece y 19 heridos.
El 16 de enero de 1929, el diplomático estadounidense Jefferson Caffery reportó al
Departamento de Estado: “Tengo el honor de informar que el representante de la United
Fruit Company en Bogotá, me dijo ayer que el número de huelguistas muertos por las
fuerzas militares colombianas pasa de un mil.” Pero la comisión de investigación del
Congreso, encabezada por Jorge Eliécer Gaitán, descubrió fosas comunes, por lo tanto es
seguro que las víctimas fueron más de 1.500.

El militar explicó su decisión argumentando que existía una situación insurreccional, que
podría llevar a que tropas estadounidenses desembarcaran para proteger los intereses de
la frutera. Y él quiso evitar una invasión a Colombia.

El Presidente de la república felicitó al general Cortés Vargas por haber salvado al país de
la anarquía. Mientras el editorial del diario liberal El Tiempo, del 17 de diciembre decía:
“resta averiguar si no hay medidas preferibles y más eficaces que las de dedicar la mitad
del ejército de la República a la matanza de trabajadores.”

Durante la presentación de la investigación parlamentaria, en septiembre 1929, Jorge


Eliécer Gaitán, en una enardecida denuncia señaló a la oligarquía como responsable de la
masacre. Del clero dijo: “aquellos misioneros de Cristo son fariseos que traicionan su
doctrina, descuidan sus deberes para entrar en la palestra de las menesterosas luchas
políticas, terrenas e interesadas”.

Gaitán constataría que se había aplicado contra los huelguistas, en favor de los intereses
estadounidenses, la política del “enemigo interno”: “No es que yo niegue que una gran
agitación de justicia social recorre de uno a otro extremo del país para todos los espíritus.
Ella existe, pero no como fruto del comunismo, sino como razón vital de un pueblo que
quiere defenderse contra la casta de los políticos inescrupulosos (…) Así proceden las
autoridades colombianas cuando se trata en este país de la lucha entre la ambición
desmedida de los extranjeros y de la equidad de los reclamos de los colombianos (…)
Naturalmente no hay que pensar que el gobierno ejerció ninguna presión para que se
reconociera la justicia de los obreros. Estos eran colombianos y la compañía era
americana, y dolorosamente lo sabemos que en este país el gobierno tiene para los
colombianos la metralla homicida, y una temblorosa rodilla en tierra ante el oro
americano.” (5)

La matanza de las bananeras no generó ninguna responsabilidad penal ni política. El


general Carlos Cortés Vargas fue ascendido a director de la Policía Nacional. Pero
ostentaba ese cargo cuando fue destituido, no por la masacre de las bananeras sino por el
asesinato de un joven, el 8 de junio de 1929, durante una protesta callejera en Bogotá. Era

29
un estudiante de la élite bogotana e hijo de un amigo del presidente Abadía Méndez. La
oligarquía y el alto clero se escandalizaron. Por igual motivo también fue destituido el
ministro Rengifo, el que antes había sido elogiado como el hombre providencial del
régimen.

Desde ese momento se demostró la asimetría moral y política del sistema que se
construiría en Colombia.

* Periodista y escritor.

© "Valise Diplomatique" de Le Monde Diplomatique, Francia.

http://www.monde-diplomatique.fr/ca...

Notas:

1) Calvo Ospina, Hernando. Colombia, historia del terrorismo de Estado. Editorial Akal.
Madrid, 2008.

2) Rengifo, Ignacio. Memorias del Ministerio de Guerra. Bogotá, 1927.

3) El desarrollo de la huelga y la posterior represión que sufrieron los trabajadores, está en


la investigación realizada por el representante liberal, Jorge Eliécer Gaitán, y presentada al
Congreso de Colombia en septiembre de 1929.

4) Sánchez, Ricardo, Historia Política de la Clase Obrera en Colombia, Ed. La Rosa Roja,
Bogotá, 1982.

5) Gaitán, siendo candidato a la presidencia, y convertido en el gran enemigo de la


oligarquía, fue asesinado el 9 de abril de 1948 en Bogotá. Esto desató lo que se conoce
como la “Época de la violencia”, que en 6 años dejó unos 300 mil muertos, casi todos
campesinos.

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30
La masacre de las bananeras

RetratoRetrato © Derechos Reservados


Autor: Credencial Historia
Diciembre 6 de 1928
La masacre de las bananeras

Después de varios días de huelga los obreros de la zona bananera en el Departamento del
Magdalena, se enfrentaron con el ejército, desplegado allí para evitar alteraciones del
orden público y “un golpe de mano” que tenían planeado los comunistas, organizadores
de la huelga, según rezaba la propaganda difundida por distintos medios de comunicación.
Sobra decir que impresos, pues entonces no había de otros.

¿Qué pretendían los supuestos comunistas al lanzar a los obreros de las bananeras a una
huelga que, desde el primer momento, fue calificada de subversiva por el Gobierno? ¿Qué
intentaban subvertir los obreros de la zona bananera? ¿Acaso estaban formando un ciclón
revolucionario bolchevique –como editorializaban los respetados periódicos
conservadores y preconizaban desde los púlpitos los venerables representantes de Dios en
la Tierra—ciclón que barrería con las vidas y haciendas de la gente de bien?

No podría explicarse, ni menos comprenderse, por qué ocurrió un episodio como la


masacre de la Zona bananera del Magdalena, sin tratar de entender el influjo de un
acontecimiento acaecido diez años antes, la Revolución bolchevique de Rusia, al concluir
la primera guerra Mundial, y el establecimiento de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, primera república socialista en el mundo, que a su vez produjo el nacimiento
de dos corrientes opuestas: la de los que veían por fin materializado el ideal de la igualdad
social y de la justicia verdadera, encarnado en Lenin y sus bolcheviques, la redención de
las clases trabajadoras y la condena definitiva de la explotación del hombre por el
hombre; y la de los que advirtieron en a revolución soviética una amenaza mortal para el
orden capitalista, la desaparición de la propiedad privada y el establecimiento de la
horrenda dictadura del proletariado. La primera corriente ganó muchos adeptos en todo
el mundo. Los obreros se organizaron en sindicatos, las huelgas se extendieron y poco a
poco los trabajadores le arrancaron al capital amedrentado concesiones y derechos con
los que, diez años atrás, ni se hubieran atrevido a soñar.

En los albores de la revolución soviética el escritor liberal colombiano Max Grillo había
pregonado, a mediados de 1919, que “los obreros *colombianos+ desean formar un nuevo
partido que tenga por programa las grandes reivindicaciones socialistas. El liberalismo, por
evolución, puede ser ese partido socialista”. No eran palabras vanas. Los intelectuales
liberales, su clase dirigente, su juventud, se lanzaron a una en pos del ideal socialista, ya
aclamado por Rafael Uribe Uribe mucho antes de la revolución de octubre de 1917, como
un imperativo para el liberalismo. Los patriarcas Baldomero Sanín Cano, Benjamín Herrera
y Max Grillo, y los jóvenes Enrique Olaya Herrera, Alfonso López, Eduardo Santos, Luis
López de Mesa, Eduardo y Agustín Nieto Caballero, Armando Solano, Benjamín Palacio

31
Uribe, Luis Cano, Enrique Santos, Ricardo Rendón, María Cano, y varios centenares más de
la extraordinaria Pléyade de liberales de la Generación del Centenario que supieron
combinar el pensamiento con la acción, acordaron, al comenzar la década de los veintes,
que el propósito sagrado del Partido Liberal, en su búsqueda del poder, era plasmar la
reforma social, y acogieron en su plataforma no pocos de los postulados del socialismo
soviético.

Como es natural el Partido Conservador –en el que militaban personalidades progresistas


como José Vicente Concha, Marco Fidel Suárez, Pedro Nel Ospina o Guillermo Valencia—
no podía estar de acuerdo con las prédicas subversivas del bolcheviquismo, y las combatió
sin tregua en el parlamento, en el Gobierno, en la prensa y en los púlpitos. Para 1928 el
liberalismo –todavía minoritario en el Congreso—había popularizado su acción social y
gozaba del fervor de las masas. Los obreros, a los que el sector más reaccionario del
conservatismo calificaba de comunistas, eran fervientes liberales porque encontraban en
los editoriales de la prensa liberal, en los discursos de los jefes del liberalismo, en la idea
de la reforma social, su gran esperanza.

Asustados los jefes conservadores y los jerarcas de la Iglesia --que también eran jefes
conservadores, o mejor, los verdaderos jefes—ante la catástrofe electoral que veían venir
para 1930, y la inminente caída del régimen conservador, adoptaron estrategias
desesperadas. Una de ellas fue la presentación de la ley 69, que so pretexto de
reglamentar la actividad obrera, buscaba meter en cintura a los sindicatos y disminuir la
capacidad de acción política de las masas liberales “comunistas”. Esta Ley 69, apodada
“Ley heroica” por sus promotores, vedaba que los sindicatos atacaran el derecho de
propiedad privada o desconocieran su legitimidad, les prohibía fomentar la lucha de clases
y les desconocía el derecho de promover huelgas. La divulgación de escritos, carteles y
publicaciones que respaldaron los actos declarados ilicititos por la ley 69, sería sancionada
con severidad. En adelante los obreros se convertían en objeto de aguda vigilancia policial.
Sancionó la Ley el Presidente de la República, doctor Miguel Abadía Méndez, jurista
eminente, hombre probo, temeroso de Dios y más temeroso aún de los poderes
terrenales que, tal la United Fruit Company, eran así mismo omnímodos, como lo dijese
en alguna ocasión el doctor Eduardo Santos, Director de El Tiempo.

Huelga y Masacre

Las gestiones entre el sindicato obrero de las bananeras, dirigido por Raúl Eduardo
Mahecha, y la United Fruit Company, también llamada Compañía Frutera de Sevilla,
llegaron a su punto culminante con la aprobación de la Ley Heroica. La United endureció
sus posiciones y rechazó de plano el pliego de los trabajadores, cuyas peticiones
principales eran la abolición del sistema de contratistas, el aumento general de los
salarios, el descanso dominical remunerado, la indemnización por accidente y la
construcción de viviendas decorosas para los obreros de la zona bananera. La Frutera de
Sevilla rechazó esas peticiones “subversivas” amparada en la ley 69 de 30 de octubre de
1928 que había declarado la ilegalidad anticipada de cualquier pretensión obrero que

32
tratara de obtener, mediante huelgas o cualesquiera otros medios “de fuerza”,
concesiones por parte de los patronos. A los trabajadores de la zona bananera no les
quedó otro recurso que ir a la huelga. Los Directivos de la United movieron enseguida su
vasto aparato de influencias en el alto Gobierno, que desplegó un contingente del ejército,
al mando del general Carlos Cortés Vargas, para proteger las propiedades en la zona
bananera, las vidas de los directivos de la United, y el orden público amenazado por “los
comunistas”. La huelga de los trabajadores de la zona comenzó el 12 de noviembre.

Durante el lapso transcurrido entre el 12 de noviembre y el 6 de diciembre la huelga en la


zona bananera no fue una noticia que llamara la atención de la prensa en la remota capital
de la república, ni de las capitales departamentales. Los diarios conservadores se referían
a ella como a una peligrosa conspiración comunista, y los liberales daban cuenta de las
justas peticiones formuladas por los trabajadores de la zona bananera; pero sin mayor
despliegue en unos y otros.
Los primeros comunicados recibidos en Bogotá daban cuenta de que los huelguistas, hasta
ese momento pacíficos, manipulados por agitadores comunistas, habían emprendido una
revolución de tipo bolchevique cuyo primer paso era la degollina de los directivos de la
United Fruit y de sus familias, acto que debía ejecutarse el 6 de diciembre, lo que obligó a
la pronta intervención del ejército. Los huelguistas, resueltos a llevar a cabo sus
propósitos, enfrentaron la tropa que, a la orden dada por el general Carlos Cortés Vargas,
disparó contra ellos, mató a varios, tomó el control de la zona y puso fin con éxito al
movimiento subversivo. El Presidente de la república felicitó al general Cortés Vargas por
haber salvado al país de la anarquía.

Hubo enorme confusión en las primeras versiones. Los despachos periodísticos hablaban
en unos caos de “miles de muertos” y en otros de “unos pocos muertos y heridos”. La
pensa liberal destacó el hecho de que se había disparados osbre obreros inermes que
efectuaban una marcha pacífica compuesta por trabajadores, sus mujeres y sus niños,
dato reconocido por el propio general Cortés Vargas, que justificó el abaleo en el supuesto
de que los huelguistas habían puesto de mampara a las mujeres y a los niños en la
creencia absoluta de que el ejército no se atrevería a dispararles y que así los obreros
podrían llegar a salvo a los cuarteles de Ciénaga y apoderarse de ellos.

El Debate. Gaitán en escena

Sin quererlo, el general Cortés vargas había colocado en primer plano noticioso la huelga
de los trabajadores bananeros. La versión de los miles de muertos pujaba por las primeras
planas con la de la conspiración comunista. Nadie podía decir con certeza cuántos obreros
cayeron el 6 de diciembre, pero sí quedó establecido desde el principio que la tropa
disparó sobre hombres y mujeres desarmados y que marchaban en paz, aunque
vociferantes y con encendidas consignas revolucionarias. El editorial de El Tiempo del 7 de
diciembre hizo un retrato magistral de la situación:

33
“No es apropiado todavía llamar revolución, así con esa palabra trascendental que alude
al intento de toma del poder con la violencia, el movimiento de las masas borrascosas del
magdalena. Hay una huelga convertida en revuelta, en una revuelta desastrosa que
nosotros no podemos, demás está decirlo, aprobar explícita o implícitamente y cuyos
incidentes, escenas, y complicaciones perjudican ante los espectadores importantes de
esta lucha sangrienta la causa justa de los obreros, el nombre del gobierno, el prestigio
que debe ser intocable de las armas de la republica, y acaso, desgraciadamente, los más
altos intereses del país. Desatada la violencia no es discutible la necesidad de restablecer
el orden, y el gobierno principalmente es el llamado a realizar esa tarea. Pero resta
averiguar si no hay medidas preferibles y más eficaces que las de dedicar la mitad del
ejército de la República a la matanza de trabajadores colombianos a quienes, durante la
huelga mantenida hasta hace poco en perfecto orden, hizo exaltar y enfurecer la
presencia provocadora de las tropas movilizadas, la sustitución de funcionarios civiles por
militares, la certidumbre larga, dolorosamente fundamentada de que la United Fruit
Company tiene corrompida y dominada la organización del Estado en el departamento y la
mayoría de los estamentos sociales directivos…”.

No eran acusaciones veniales y a partir de ellas el liberalismo, adalid de los trabajadores


colombianos, asumió el sangriento episodio de las bananeras como el ariete con el que
acabaría de derrumbar el muro del largo reinado conservador; pero era necesario primero
aclarar los hechos y las circunstancia, para lo cual viajó a Ciénaga, y recorrió las
poblaciones de Sevilla y Aracataca, el representante liberal Jorge Eliécer Gaitán.

Gaitán investigó a fondo. Realizó más de un centenar de entrevistas con obreros y


pobladores de la zona, tomó fotografías de cadáveres insepultos y de los destrozos
ocasionados en Ciénaga y Sevilla, que se atribuyeron en principio a los huelguistas y que,
según la investigación de Gaitán, fueron ocasionados, en su mayor parte, por la tropa y
por orden de su comandante el general Cortés Vargas. Armado con una documentación
impresionante, regresó Gaitán a Bogotá, y los días 3, 4, 5 y 6 de septiembre de 1929
suscitó uno de los más intensos e históricos debates que se hayan vivido en el parlamento
colombiano.

¿Qué demostró Gaitán en su debate? Demostró la grave situación de explotación a que


eran sometidos los obreros de la zona bananera por la United Fruit Company; demostró la
corruptuela en el departamento propiciada por esa compañía frutera, que en la práctica
gobernaba los destinos del magdalena; demostró que los trabajadores no habían dado
ningún motivo para que se disparara contra ellos, y probó a todas luces que la represión
contra los huelguistas del Magdalena había generado un genocidio y que el número de
trabajadores muertos por las balas oficiales en Ciénaga, Aracataca y Sevilla alcanzó, por lo
menos, a trescientos.

"La palabra del Presidente"


En uno de los apartes de su extensa intervención, el representante Jorge Eliécer Gaitán
comenta los elogios prodigados por el Presidente de la República al general Cortés Vargas.

34
“Ya habéis oído leer *honorables senadores y representantes] la alocución del señor
Presidente de la República. Habéis oído cómo allí se dice, hablando de los obreros, que
ellos perpetraron ‘verdaderos delitos de traición y felonía, porque a trueque de herir al
adversario político, no vacilan en atravesar con su puñal envenenado el corazón amante
de la Patria’. Decidle, señores, al taciturno Presidente de la República que aplique estas
palabras no a los obreros, que fueron las víctimas, sino que las aplique a los militares, a los
cuáles él les ha hecho el más inconcebible elogio. Que el señor Presidente de la República
se levante sobre la tumba de los sacrificados para escupir su hiel y su veneno, cuando por
simples sentimientos de humanidad tales vocablos le estaban vedados ante la majestad
de la muerte y del dolor, es cosa que causa ironía y que muestra las lacras de la mentida
justicia humana. Y que no hable el Presidente de la República de hechos políticos, aquí
donde sólo hubo por parte de los militares pecados contra los artículos del Código penal. Y
en esa alocución misma habéis leído el elogio férvido, el elogio ilimitado que el señor
presidente hace a quienes sólo merecen el dicterio de los hombres que tienen en estima
los sentimientos esenciales de la bondad”.

El Debate. Gaitán en escena


Uno de los aludidos merecedor de esos dicterios era el comandante de las fuerzas del
Magdalena, general Carlos Cortés Vargas, a quien Gaitán no se los ahorra. En otro aparte
de su intervención, el representante liberal asume el análisis de la personalidad del
general Cortés Vargas, (destituido del ejército dos meses y medio antes del famoso debate
de las bananeras, no por los hechos de la masacre del 6 de diciembre de 1928, sino por su
torpe actuación, como Director de la Policía nacional, en los graves sucesos del 8 de junio
de 1929 en Bogotá, que acabaron de remachar el ya irreparable desprestigio del gobierno
conservador).

“Entremos a analizar un poco la personalidad del señor Cortés Vargas; pero no quiero
hacerlo con conceptos míos; quiero apenas presentar documentos que los demuestren; y
quiero hacerlo así porque a mí no me guía en esto ninguna animadversión contra ese
señor; personalmente no me interesa; solo un deber imprescindible me obliga a
demostrar ante vosotros quién era el supremo juzgador y cuáles sus actuaciones. Y esto
tiene grande importancia para el efecto de los procesos. Porque aun cuando haya gentes
ignorantes que piensen que esto es inútil, yo les digo que quienes hemos entregado un
poco la vida a los estudios penales sabemos que un hombre o una corporación no pueden
fallar sin antes entrar en el estudio de la personalidad del juzgador, de la personalidad del
sindicado. Leamos ante todo una carta dirigida por el señor Cortés Vargas a Santa Marta a
persona a quien el doctor Eduardo Castro, conservador, afirma ser agente de la United
Fruit Company en el ferrocarril de Santa marta, después de haber sido expulsado del
ejército. Carta en la cual se ultraja al arzobispo primado de Colombia. Y todavía más, al
actual Ministro de Guerra, doctor Rodríguez Diago. Esta carta está rubricada por el señor
juez primero del circuito de Santa Marta, debidamente autenticada ante él y consta aquí
también la certificación de la persona que la facilitó. Esta carta parece que fue dirigida no
con carácter privado sino precisamente para que la conociera todo el mundo en Santa

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Marta, ya que son numerosas las personas que allí la leyeron. Se pretendía con ella hacer
alarde de la miseria y de la pobreza que diariamente predica el señor Cortés Vargas”.

A continuación el representante Gaitán leyó “la sensacional carta de Cortés Vargas”,


escrita desde Chapinero el 1º. De julio de 1929 y dirigida al coronel Gabriel de Páramo en
Santa Marta. La carta, que tiene como propósito pedirle al coronel de Páramo que le
gestione un puesto con la United a un médico amigo del general Cortés Vargas (ya ex
general), sirve para que su autor se desahogue y haga menciones desobligantes del
arzobispo primado, Ismael Perdomo, y del Ministro de Guerra, además de mandarle
recuerdos a Mr. George, ejecutivo de la United Fruit.
“Como tú sabes muy bien –dice Cortés Vargas en uno de los párrafos de su carta—
Rodríguez Diago está de acuerdo con don Nicolás Dávila, por lo tanto con Robles y Núñez
Roca; caído Rengifo ¿quién defiende el pleito de las bananeras? Nadie, mejor dicho, yo
solo. Sabrás que va para esa Arbeláez, el nuevo director de la Policía, a investigar mis
actuaciones en la zona; Rodríguez Diago lo manda para que se ponga de acuerdo con los
villanos de allá. Ahora sí me llevó el diablo, de seguro que allá no habrá una persona que
salga a decir la verdad, no a defenderme, que eso sería pedir mucho”.

Gaitán se limita a apostillar: “… No se lo llevará el diablo, como lo dice, porque bajo el


nivel moral de la política en que nos asfixiamos, no sería extraño que mañana el señor
Cortés Vargas fuera el Ministro de Guerra o el candidato a la presidencia de la República.
Si este no fuera el país de los políticos corrompidos, no sería el diablo el que se llevara al
señor Cortés Vargas, sino los guardias del panóptico”.
El diablo no se llevó al general Cortés Vargas, pero sí al régimen conservador, hundido por
los muertos del 6 de diciembre y del 8 de junio. ESM

http://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-190/la-
masacre-de-las-bananeras

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La masacre en la literatura

Autor: García Márquez, Gabriel

APARTES DE CIEN AÑOS DE SOLEDAD


Si bien las cifras no son exactas y el episodio está envuelto de “Realismo Mágico”, existe,
como en todo lo mítico, un componente de verdad, y en este fragmento de Cien años de
soledad ese componente es desgarrador:

“José Arcadio Segundo estaba entre la muchedumbre que se concentró en la estación


desde la mañana del viernes. Había participado en una reunión de los dirigentes sindicales
y había sido comisionado junto con el coronel Gavilán para confundirse con la multitud y
orientarla según las circunstancias. No se sentía bien, y amasaba una pasta salitrosa en el
paladar, desde que advirtió que el ejército había emplazado nidos de ametralladoras
alrededor de la plazoleta, y que la ciudad alambrada de la compañía bananera estaba
protegida con piezas de artillería. Hacia las doce, esperando un tren que no llegaba, mas
de tres mil personas, entre trabajadores, mujeres y niños, habían desbordado el espacio
descubierto frente a la estación y se apretujaban en las calles adyacentes que el ejercito
cerró con filas de ametralladoras. Aquello parecía entonces, mas que una recepción, una
feria jubilosa. Habían trasladado los puestos de fritangas y las tiendas de bebidas de la
Calle de los Turcos, y la gente soportaba con muy buen ánimo, el fastidio de la espera y el
sol abrasante. Un poco antes de las tres corrió el rumor de que el tren oficial no llegaría
hasta el día siguiente. La muchedumbre cansada exhaló un suspiro de desaliento. Un
teniente del ejercito se subió entonces en el techo de la estación, donde había cuatro
nidos de ametralladoras enfiladas hacia la multitud, y se dio un toque de silencio. Al lado
de José Arcadio Segundo, estaba una mujer descalza, muy gorda, con dos niños de unos
cuatro y siete años. Cargó al menor, y le pidió a José Arcadio Segundo, sin conocerlo, que
levantara al otro para que oyera mejor lo que iban a decir. José Arcadio Segundo se
acaballó al niño en la nuca. Muchos años después, ese niño había de seguir contando, sin
que nadie se lo creyera, que había visto al teniente leyendo con una bocina de gramófono
el Decreto Numero 4 del Jefe Civil y Militar de la provincia. Estaba firmado por el general
Carlos Cortés Vargas, y por su secretario, el mayor Enrique García Isaza, y en tres artículos
de ochenta palabras declaraba a los huelguistas cuadrilla de malhechores y facultaba al
ejército para matarlos a bala.

Leído el decreto, en medio de una ensordecedora rechifla de protesta, un capitán


sustituyó al teniente en el techo de la estación, y con la bocina de gramófono hizo señas
de que quería hablar. La muchedumbre volvió a guardar silencio.

-Señoras y señores-dijo el capitán con una voz baja, lenta, un poco cansada-, tienen cinco
minutos para retirarse.
La rechifla y los gritos redoblados ahogaron el toque de clarín que anuncio el principio del
plazo. Nadie se movió.

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-Han pasado cinco minutos dijo- el capitán en el mismo tono-.Un minuto mas y se hará
fuego.

José Arcadio Segundo, sudando hielo, se bajó al niño de los hombros y se lo entrego a la
mujer. “Estos cabrones son capaces de disparar”, murmuró ella. José Arcadio Segundo no
tuvo tiempo de hablar, porque al instante reconoció la voz ronca del coronel Gavilán
haciéndoles eco con un grito a las palabras de la mujer. Embriagado por la tensión, por la
maravillosa profundidad del silencio y, además, convencido de que nadie haría mover a
aquella muchedumbre pasmada por la fascinación de la muerte, José Arcadio Segundo se
empinó por encima de las cabezas que tenia en frente y por primera vez en su vida
levantó la voz.

-iCabrones! –grito-. Les regalamos el minuto que falta. Al final de su grito ocurrió algo que
no le produjo espanto, sino una especie de alucinación. El capitán dio la orden de fuego y
catorce nidos de ametralladoras le respondieron en el acto. Pero todo parecía una farsa.
Era como si las ametralladoras hubieran estado cargadas con engañifas de pirotecnia,
porque se escuchaba su anhelante tableteo, y se veían sus escupitajos incandescentes,
pero no se percibía la más leve reacción, ni una voz, ni siquiera un suspiro, entre la
muchedumbre compacta que parecía petrificada por una invulnerabilidad instantánea. De
pronto, a un lado de la estación, un grito de muerte desgarró el encantamiento: “AYYY MI
MADRE.” Una fuerza sísmica, un aliento volcánico, un rugido de cataclismo, estallaron en
el centro de la muchedumbre con una descomunal potencia expansiva. José Arcadio
Segundo tuvo tiempo de levantar al niño, mientras la madre con el otro era absorbida por
la muchedumbre centrifugada por el pánico.”

Gabriel García Márquez

http://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-190/la-
masacre-en-la-literatura

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La masacre de las bananeras
8 Ene 2018 - 9:00 PM
Por: Óscar Alarcón

Vuelve a hablarse de la masacre de las bananeras. Cada cierto tiempo el tema se recicla y
tratan de controvertir los 3.000 muertos de los que habla García Márquez en Cien años de
soledad, cuando esa es una cifra de ficción, porque es novela y no historia. Pero la verdad
es que sí hubo masacre. El propio general Carlos Cortés Vargas (autor de los hechos)
reconoció que murieron 47 personas, un número que no es de poca monta en la plaza de
un pueblo de la costa en 1928. ¡Matanza! ¡Claro! ¿Poco? Pero es que fueron más. Un
documento desclasificado de la época del embajador de EE. UU. en Bogotá Jefferson
Caffery, enviado a su gobierno, dice: “Tengo el honor de informar que el representante en
Bogotá de la United Fruit Company me dijo ayer que el número total de huelguistas
muertos por el ejército colombiano superó el millar” (El Espectador, 1º de mayo de 2012,
p. 27).

Qué se puede esperar de ese general (al que le sobraba todo menos inteligencia), quien al
año siguiente, el 8 de junio de 1929, tomó parte en los hechos que condujeron en Bogotá
a la muerte del estudiante Gonzalo Bravo Páez, discípulo y ahijado del presidente de la
época, Miguel Abadía Méndez. Solo después de ese asesinato salió del Ejército junto con
el ministro de Guerra, Ignacio Rengifo.

La matanza de las bananeras habría quedado en el olvido si no hubiera sido por un joven
parlamentario, Jorge Eliécer Gaitán, quien en la Cámara hizo una largo debate con muchas
denuncias. Pero es bueno advertir que Gaitán fue al sitio de la tragedia como abogado
penalista, no como político. Le dieron poderes los afectados y adelanto de honorarios. Los
juzgados y tribunales se quedaron esperando sus alegatos y él se limitó a hacer las
denuncias en el Congreso. Pero de lo otro, nada. Eso, por lo menos, es lo que dicen en
Ciénaga. Hoy esa conducta le habría costado una pérdida de investidura. Esta es otra duda
que queda sobre la matanza de las bananeras. Por algo seguimos siendo una “banana
republic”. Afortunadamente sin Maduro.

https://www.elespectador.com/opinion/la-masacre-de-las-bananeras-columna-732314

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Las ideas de Gaitán

Autor: Carlos Alberto Montoya Corrales

8 de Abril de 2008

A los 60 años del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, considerado por muchos el más fiel de
los representantes de las masas populares en la historia reciente del país, no sólo sus
ideas siguen vigentes, sus proclamas a favor de la restauración moral de la República y las
denuncias en contra de la injusticia social son tan válidas como en aquellos años. Continúa
pendiente la moralización de importantes segmentos de la clase política, en no pocas
ocasiones inmune al desamparo de las clases desprotegidas, en otras vinculada con
narcotraficantes y más recientemente con el paramilitarismo; al tiempo que crece la gran
deuda social, tan crítica como en aquel entonces cuando se reclamaba una transformación
gradual que beneficiara a las clases populares.

Con matices, propios de la época, los senderos que recorren el “país político" y el “país
nacional" siguen siendo diferentes; mientras el primero continúa pensando en el poder y
la burocracia, el segundo, el “país nacional", sigue demandando trabajo, salud, vivienda y
educación.

La histórica Oración Por la Paz, proclamada por Jorge Eliécer Gaitán el 7 de febrero de
1948, en la que reivindicaba los canales constitucionales como el terreno natural para el
ejercicio de la democracia y en las que se reconocía el poder del pueblo y su capacidad
para imponer la paz, cuando quienes están obligados a imponerla no la imponen, siguen
haciendo eco; esta vez en defensa y perfeccionamiento de la institucionalidad, en el
cumplimiento de las leyes de justicia y paz y la búsqueda de una salida al tan prolongado
conflicto interno y sus manifestaciones de terror.

Hoy, como en los tiempos de Gaitán, el pueblo ofrece demostraciones de poder y de toma
de conciencia, en esta ocasión en rechazo a la parapolítica, en su demanda a la sentida y
tan anhelada paz para el país y en el rechazo a los grupos violentos; y corresponde al
señor Presidente el hacer uso adecuado de sus manifestaciones contra la corrupción
política, el terrorismo de las Farc y la barbarie de los paramilitares, y no desoír la forma
serena y tranquila con que solicita, a través de marchas y concentraciones, se abran las
compuertas al acuerdo humanitario, se ejerza la plena defensa a los derechos humanos y
se aplique justicia.

Parodiando a este gran líder político bien podría decirse en el marco de la búsqueda de la
paz y el progreso del país: Señor Presidente: En esta ocasión no os reclamamos tesis
económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra patria no transite por caminos
que nos avergüencen ante propios y extraños. ¡Os pedimos hechos de paz y de
civilización!". De la mano de la población la Seguridad Democrática ha probado ser una
estrategia adecuada frente al objetivo de la paz, pero no es suficiente; ella deberá

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complementarse con la exaltación del valor de la vida, con acciones de justicia social y
defensa de la institucionalidad. Sólo así será una paz verdadera y duradera.

La celebración de los 60 años de la muerte Gaitán es una excelente ocasión para recordar
que el conflicto interno viene de tiempo atrás, que muchas de las causas se encuentran
enquistadas en el 9 de abril de 1948, que la dirigencia política no puede actuar a espaldas
del pueblo y que los múltiples problemas que acechan a nuestro país político y a nuestro
país nacional no pueden trivializarse como se logro trivializar la muerte de Jorge Eliécer
Gaitán.

https://www.elmundo.com/portal/pagina.general.impresion.php?idx=81383

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