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Liberación
Alberto MOLINER
I. EL MÉTODO DE LA TL
Asumir que los lugares teológicos guían la tarea teológica y que una
opción creyente que merezca el nombre de cristiana deba atender con
preocupación al lugarcristiano de la experiencia de Dios[51], ayudan a
establecer que los pobres son un lugar teológico por su pobreza[52].
Hablar del pobre como lugar teológico implica, entonces, ver en ellos una
nueva manifestación de la cruz, y al igual que ésta, la pobreza entonces
revela porque desinstala[53]; esto es, ante el sufrimiento de las víctimas, el
ser humano reacciona con misericordia: sale de sí mismo y se rebela para
erradicar ese sufrimiento[54]. Se trata de lo que J. Sobrino denomina
el principio de descentramiento provocado por la alteridad radical que significan
los pobres[55]. Por eso, para descubrir a los pobres como lugar teológico
hay que optar por ellos y asumir su causa.
Desde la perspectiva del Crucificado son también los pobres los que
cargan con el pecado del mundo y llevan sobre sí la cruz del mundo. (...)
Puede hablarse de un pueblo crucificado que desde su cruz histórica
interpela a sus verdugos y les reclama conversión, conversión personal e
histórica, que lleve a liberar de su opresión y de su pobreza a la mayor parte
de la humanidad.[57]
Una vez asumida la causa del pobre, se nos hace patente el postulado
fundamental de la presencia y manifestación de Dios entre nosotros: “Dios
se hace presente allí donde lo no-humano llega a convertirse en humano, de acuerdo
con la visión de lo humano que tiene Dios (porque el hombre, al vivir en
la mentira, también es capaz de llamar humana a su misma falta de
humanidad)”[58]. Por tanto, a través del vínculo existente entre el amor a
Dios y el amor al prójimo, es necesario que el hombre deposite su afecto
en el pobre porque esta es “la única forma para el hombre de dejarse amar
por Dios”[59]. De este modo, el pobre revela a la vez el pecado y la
justificación del hombre: la revelación de la verdad del mal y la culpabilidad
del hombre, pues “hay una palabra -una sola- que no es posible borrar: las
víctimas”[60].
Por esta presencia solidaria de Dios entre los pobres de la tierra es por
lo que la perspectiva del pobre es mucho más que un mero criterio
sociológico o hermenéutico: si los pobres son “el lugar teológico” es, en
definitiva, porque ellos son el lugar donde Dios mismo ha decidido
manifestarse. Ahí es donde se funda su importancia radical para cualquier
hermenéutica teológica cristiana[61]. Desde la perspectiva del pobre, la
pregunta por la realidad de Dios como salvador presenta un carácter más
dialéctico que analógico[62]. Aunque en realidad, más que de analogía o de
dialéctica se trata de un problema previo, que no se sitúa al nivel del logos
griego, sino en la realidad misma de un Dios que está al lado de los pobres.
Por eso, el problema no es sólo teórico, sino primariamente práctico: “ir a
Dios es ir al pobre”[63].
2. El lugar de la teología
Tres años después de la clausura del Vaticano II, en 1968, los obispos
latinoamericanos se reunían en la que sería la II Conferencia general del
CELAM en Medellín (Colombia)[78]. Asesorados por expertos y
atendiendo a los signos de los tiempos, los obispos analizaron la realidad
latinoamericana y se percataron de las trampas que encerraba el modelo de
política desarrollista seguido por los gobiernos nacionales. Política que
mantenía a las mayorías populares en un estado de postración contrario a
los anhelos de emancipación del pueblo y a la ética liberadora del evangelio.
Esta percepción se materializó en esta conferencia que asumió una de las
propuestas de Juan XXIII: responder al desafío de la pobreza en el mundo
actual[79].
Desde ahí, los teólogos han basado la opción por los pobres en
razones ético-racionales de honradez hacia la realidad, teologales y
teológicas, y también políticas, pues son los pobres mismos quienes salen
de su condición de oprimidos, son también los que van a realizar entre los
hombres la verdadera salvación y la liberación integral. La opción por los
pobres está motivada por la consideración ética de la realidad escandalosa
e injusta de la pobreza ya que la solidaridad con el pobre y el oprimido nace
de ser justos con la realidad. El fundamento teologal viene dado por la fe
en un Dios que toma partido por los pobres; desde la teología encontramos
una argumentación pneumatológica: la parcialidad de Dios hacia los pobres
se expresa ahora de forma sacramental en la opción por los pobres del
creyente, que al seguir a Jesús, es conducido por el dinamismo del Espíritu.
Por su parte, las razones políticas confieren a la opción por los pobres su
consistencia histórica y la concretan en una praxis liberadora: quienes optan
por ellos se sitúan en un lugar concreto de la correlación existente de las
fuerzas sociales al asumir activamente la causa de los pobres y compartir su
destino[84].
Estas comunidades han nacido entre los más pobres de los pobres y
están formadas por aquellos sectores creyentes de la población que carecen
de poder religioso, económico y social. Son comunidades martiriales que
comparten la vida y las luchas del pueblo, sufren persecución por defender
la justicia y llegan hasta dar la vida por los hermanos.[94]
III. LA EPISTEMOLOGÍA DE LA TL
Conocer el mundo real del pobre forma parte del proceso teológico
global de la TL. Se trata de un momento o mediación indispensable para
un entendimiento más profundo del saber propio de la fe. La utilización de
la mediación socioanalítica está en relación con una opción previa en favor
de los oprimidos en la que se privilegia aquel análisis social que conduce a
una praxis de liberación. Es preciso partir de esa opresión para analizar el
mundo de los pobres, y también tener en cuenta su historia y sus prácticas
liberadoras, por incipientes que sean[117].
Por otro lado, el marxismo era la única ciencia social hecha para los
pobres, desde sus intereses, y de esto, de que fuera la única, son –somos-
responsables los propios cristianos al no desarrollar ninguna ciencia social
que observara la realidad desde el punto de vista de los oprimidos. El
marxismo aclara teóricamente que los pobres constituyen el auténtico lugar
social de la Iglesia, fundamenta y activa la opción histórica por los pobres,
promueve prácticas liberadoras en consonancia con las necesidades de las
mayorías oprimidas y refuerza la actitud evangélica de ver y construir la
sociedad y la historia desde los olvidados del sistema[133]. Al mismo
tiempo la TL se diferencia de las políticas marxistas de diversas formas:
2. La mediación hermenéutica
3. La mediación práctica
[1] Una síntesis sobre los diversos métodos teológicos que han
existido a lo largo de la historia de la Iglesia se halla en C.
FLORISTÁN, Teología práctica. Teoría y praxis de la acción pastoral.
Salamanca 21993, pp.195-198.
[21] Nos referimos a las teologías que siguen tanto a la llamada “línea
Daniélou” como a la “línea Rahner”. Puede verse lo que decimos al
respecto en el capítulo tercero de la tesis, titulado “El cristianismo y el
diálogo interereligioso”.
[54] Como J. I. González Faus afirma en otro lugar: “Es la acción del
Espíritu la que hace a los pobres lugar teológico”. J. I. GONZÁLEZ
FAUS, De alternativa inmediata a fermento a largo plazo. Resumen y conclusiones, en
J. COMBLIN, J. I. GONZÁLEZ FAUS y J. SOBRINO (eds.), Cambio social
y pensamiento cristiano en América Latina. II Encuentro de El Escorial 1992.
Madrid 1993, p.355.
[97] “Una teologia només és cristiana quan deixa parlar els pobres.
No es tracta que parli en nom dels pobres. Sinó que es converteixi a
l’Evangeli fins al punt que els pobres tornin a trobar-hi l’ús de la paraula.
El llenguatge de l’Església ha de convertir-se en el de Jesús”. Véase, E.
VILANOVA, Història de la Teologia Cristiana, vol. III. Barcelona 1989, p.714.
Alberto Moliner