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ACTIVIDAD 3
INFORME
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DESARROLLO
Toda profesión tiene un código y unas reglas por las cuales se rige su ética
y moral, la carrera de educación no es la excepción, ya que es una profesión de
suma importancia para la sociedades de todo el mundo, pues los educadores
manejan la formación de las futuras generaciones de relevo, por tanto el papel del
educador es un modelo a seguir por sus alumnos, y he allí el asunto delicado, ya
que hoy en día existe un trecho muy largo entre “el ser y el deber ser”.
La ética está relacionada con la cultura inherente a un pueblo, a una
comunidad. El Profesor debe responder de sus actitudes frente al medio donde se
desenvuelve y respetar la escala de valores que la sociedad tiene, no sin negar el
derecho que le asiste para que esa escala de valores se perfeccione, se supere. De
allí que se entiende la profesión como un servicio público en beneficio del colectivo.
En este sentido, la ética del docente se basa en fundamentos, en comportamientos
aceptados por los miembros del gremio y, en consecuencia, es de obligatorio
cumplimiento. Es un comportamiento ético autoimpuesto que le permite
satisfacciones y sentirse orgulloso por actuar sin atender las deformaciones
producidas por las crisis que comúnmente son aprovechadas para deformar los
verdaderos principios sobre los cuales debe descansar la nación.
Asimismo, la ética profesional no es simplemente una deontología o un
conjunto de normas para regir la conducta de quien ejerce una labor profesional; es
un compromiso vivencial que va más allá de la norma escrita y debe hacerse
efectivo teórica y prácticamente. En el ámbito de la educación, para cumplir con ese
compromiso los docentes han de ser conscientes de sus tenencias prácticas,
intelectivas y morales, así como del deber de desarrollarlas constantemente para
ponerlas a disposición de sus estudiantes y ayudarles a crecer cognitiva, afectiva y
moralmente de manera integral.
En efecto, el trabajo del docente es uno de los más exigentes que existen,
tanto a nivel educativo como a nivel ético. Un buen profesor debe ser capaz de
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proporcionar una educación de calidad a sus alumnos, pero la sombra de su labor
se extiende mucho más allá. Al respecto Cortina (2000) postula:
Un profesional excelente es aquel que compite consigo mismo para
ofrecer un buen producto profesional; no se conforma con la
mediocridad profesional, sino que aspira a la excelencia en el servicio
a las personas que le requieren como usuarios de su profesión. Para
esa revolución moral de la vida corriente es necesario apuntar si
queremos profesiones y profesionales que contribuyan a una sociedad
civil decente y vigorosa.
Por otro lado, Silva Camarena (2001) señala que, en la profesión, más allá
de la eficiencia, se requiere de un carácter ético. Argumenta con base en las
definiciones de profesar, profesor, profesión y ética, que “’un profesional’ renuncia
a los intereses de su profesión, cuyo fundamento ético… impide tomar al hombre
como un medio” (p. 1). Es decir, en la profesión se debe asumir el sentido ético que
conecte la dignidad del profesional con la de su desempeño laboral. De esta manera
sigue explicando que “la ética, en el sentido profesional… implica entrega
vocacional, responsabilidad, honestidad intelectual y práctica” (p. 3). Así, el
compromiso con nuestro trabajo surge de la lealtad a nuestra vocación: “La ética
profesional se llama precisamente así porque es el fundamento ético de lo que
profesionalmente hago y de lo que soy, en el desarrollo de una determinada forma
de vida” (p. 5).
No obstante, la adjudicación del término profesional al servicio docente, ha
marcado el inicio de una nueva ética educativa en cuanto al rol del docente en la
sociedad y en la escuela. La ética, como ideal de la conducta humana, desarrollada
en conjunto con el proceso de civilización, orienta a cada ser humano sobre lo que
es bueno y correcto y lo que debería asumir, orientando su vida hacia la relación
con sus semejantes y buscando el bien común. La ética, en el caso de la profesión
docente, se consolida en el momento en que el docente internaliza las normas, de
tal modo que no sea preciso ningún tipo de presión exógena para su cumplimiento,
aunque también surge cuando el docente se siente parte del grupo societal que le
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enmarca como profesión, captando determinadas pautas por la vía de las normas y
tradiciones.
Por tanto, el conocimiento de la ética no es casuístico ni arbitrario en la
profesión docente, sino que corresponde a una organización racional, a una
conjunción de voluntades y a las características de la comunidad que agremia a los
docentes, y no es estático porque dichas comunidades gremiales evolucionan los
valores y se transforma ante los factores del colectivo, como la economía, la política,
la ciencia, entre otros.
En este sentido, el conocimiento de la ética es contextual, es decir, funciona
en un espacio y tiempo determinados, se sustenta sobre una base filosófica que es
general para muchos. Las personas tienen experiencias, crecen y aprenden; de las
experiencias surgen guías de conducta, que tienden a dar dirección determinada a
la vida y pueden ser llamados valores. Los valores son términos aceptados por un
grupo para normar las actuaciones humanas y surgen de la reflexión, y ésta de la
experiencia, es por ello que los valores son, en definitiva, experienciales.
En consecuencia, el docente moderno, en esa estética de su rol profesional,
procede con desinterés, lealtad, veracidad, eficiencia y honradez. No aconseja ni
ejecuta actos dolosos, ni hace aseveraciones falsas o maliciosas, que puedan
desviarlo de su función. Como docente de profesión, no participa activa o
pasivamente en lo que vaya en contra de los derechos humanos reconocidos
mundialmente; preserva el respeto a su dignidad como persona y como profesional.
Asimismo, la práctica docente, además de ser una práctica técnica, es una
práctica ética en el sentido de que realiza o actualiza los bienes sociales que le son
propios. Una práctica profesional ética es una acción moralmente informada; de ahí
que las prácticas no sean un medio para producir el bien o los valores a los que se
aspira, sino el lugar mismo donde se encarnan y viven los valores, Puig (2003).
Estos valores son, por ejemplo: el respeto a la dignidad de los usuarios del servicio
docente; la ayuda que se les presta; la responsabilidad para con ellos y para con la
comunidad social a la que se garantiza la satisfacción de sus necesidades por la
prestación de servicios profesionales competentes, Chávez (2008); la colaboración
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para que sea el usuario mismo quien se responsabilice de su vida y de la solución
de sus problemas, y el diálogo desde el reconocimiento del otro como interlocutor
válido.
La ética del profesional docente, en la actual sociedad del conocimiento, tiene
que ser construida entre todos los ciudadanos a quienes afectan las decisiones que
se toman en el terreno de la enseñanza y el aprendizaje, Cortina (2003). Las
decisiones que se toman en el sistema educativo afectan a toda la ciudadanía, de
una u otra manera, y esto plantea la exigencia de asumir no sólo la perspectiva del
experto, ni la del representante sindical o colegial, sino la de todas las personas
afectadas por las decisiones, que no son simples objetos beneficiarios de ellas, sino
sujetos autónomos, facultados para y con derecho a participar significativamente en
tales decisiones. Esa participación de todas las personas implicadas es necesaria
en una democracia real y en una sociedad civil vigorosa.
Desde esta perspectiva, en una sociedad del conocimiento compleja como la
actual, la ética docente debe atender al menos a cinco puntos de referencia, Cortina
(2003): las metas sociales por las que cobra su sentido; los mecanismos adecuados
para alcanzarlos en una sociedad moderna; el marco jurídico-político
correspondiente a la sociedad, expresado en la constitución y en la legislación
complementaria vigente; las exigencias de la moral cívica alcanzada por la actual
sociedad, y las exigencias de una hermenéutica crítica, como marco de
fundamentación de las normas de actuación ética.
En otro orden de ideas, cabe mencionar los principios éticos que regulan el
ejercicio de la profesión docente, según la Constitución de la república Bolivariana
de Venezuela, la Ley Orgánica de Educación y el Reglamento de la Profesión
Docente.
Constitución de La República Bolivariana de Venezuela. Capítulo IV de
los derechos Culturales y educativos:
Artículo 102. La Carta Magna establece que la educación es un derecho de
todos, también debe ser gratuita y obligatoria, el estado es quien brinda las
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condiciones necesarias, fundamentales y de participación, con el objetivo de
desarrollar el potencial de todos los seres humanos de la nación.
Artículo 103. Resalta que la educación debe ser total y de calidad, sin
importar raza, religión, sexo, todos deben gozar de las mismas oportunidades para
recibir educación.
Artículo 104. Las personas responsables de educar deben ser ejemplo para
los estudiantes, por lo tanto, han de ser de reconocida moralidad y comprobado
desempeño académico.
Ley Orgánica de Educación (LOE) 2009. Principios y valores que rigen la
educación:
Artículo 3. Se establece que la educación es pública y social, obligatoria,
gratuita, de calidad, de carácter laico, integral, permanente, de pertinencia social,
creativa, artística, innovadora, crítica, pluricultural, multiétnica, intercultural y
plurilingüe.
Artículo 13. Toda vez que el estado ha otorgado el derecho a ser educado, el
mismo tiene la responsabilidad de realizar su aporte a la nación, cooperando con el
desarrollo del país.
Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente
Artículo 4. La carrera docente debe estar en manos de individuos de una
moral reconocida y capacidad comprobada de enseñar, con su correspondiente
título profesional acreditado.
Artículo 6. Deberes del personal docente. Un docente debe cumplir los
numerales del 1 al 15, donde se indica de qué manera debe contribuir al desarrollo
integral de los estudiantes de los cuales está a cargo y así al desarrollo del país.
Artículo 9. Acá una vez más se hace hincapié al aspecto de la moralidad de
los docentes, recalcando que estos deben ser un ejemplo de vida para sus
estudiantes.
Por consiguiente, El Estado venezolano a través de sus políticas públicas
manifiesta como objetivo alcanzar la justicia social basada en la inclusión social,
para disfrutar los derechos, disminuyendo las inequidades y priorizando
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necesidades sociales. Asimismo, lograr el bien común es un valor preeminente; los
valores culturales, la interculturalidad, el deporte y recreación. Ética del trabajo,
participación ciudadana, corresponsabilidad educativa, actualización y tecnología,
identidad nacional y respeto a corrientes de pensamiento, las cuales son políticas
emprendidas por el Estado en materia educativa.
Así pues, el ejercicio de la profesión docente venezolana se rige por los
documentos antes señalados, es decir, el marco legal que rige la Educación en
Venezuela, teniendo como punto de partida la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, ello atendiendo a la brillante construcción jurídica del
pensamiento del excelente jurista Hans Kelsen (1986), cuando bajo su teoría “La
jerarquía de las leyes”, estableció la Constitución, como la norma suprema y sobre
la cual deben emerger el resto de los instrumentos normativos en cualquier
sociedad, ello sobre la base de considerar el respeto a la Constitución como norma
superior dentro de la jerarquía de las Leyes a las que se hace referencia.
Presentación de caso
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instituciones educativas, han abandonado su cargo, sin participación ni notificación
alguna, dejando de esta manera desamparados a un grupo de estudiantes, lo cual
trae como consecuencia retrasos en el normal desarrollo de sus actividades
escolares. Aunado a esto, ocasiona conflictos dentro de la institución, entre
directivos y docentes, puesto que el personal que sigue cumpliendo sus funciones
regulares, a pesar de la crisis que se vive, ven con frustración la actitud tomada por
sus compañeros y colegas al abandonar sus cargos, y que en algunos casos (en su
mayoría) los directivos y/o autoridades educativas no tomen cartas en el asunto
inmediatamente.
Pues, existen muchos casos, comprobados, donde los directores y
autoridades educativas son complacientes con este personal, sabiendo que están
incursos en ilegalidad administrativa. En el caso de los directores de los planteles
educativos, dejando pasar el tiempo sin notificar el abandono del cargo de este
personal ante las autoridades competentes, ya sea Zona Educativa Regional, o
Ministerio de Educación.
En este sentido, entra en juego la ética del profesional de la docencia, en el
caso de directores deben ajustarse plenamente a la justicia, conciencia, legalidad,
y ser consecuentes con la realidad de sus estudiantes, quienes a pesar de
circunstancias tan adversas siguen asistiendo a sus colegios, claro está, con el gran
sacrificio de sus padres y representantes. En consecuencia, deben reportar las
faltas, ausencias y el abandono del puesto de trabajo del personal inmerso en esa
situación. Cabe resaltar, que en la mayoría de los casos esto no sucede.
Por su parte, los docentes que han decidido emigrar a otras latitudes en
busca de mejoras económicas, mejores condiciones laborales, pues, no se les
puede juzgar en cierto sentido, porque están en la búsqueda de mejoras, para
brindar a sus familias el sustento en calidad de vida que no logran obtener en este
país, que luego de haberse preparado académicamente, no solamente con un título
universitario, sino con Especializaciones, Diplomados, Maestrías, Doctorados, entre
otros, pues, no consideran justas las reivindicaciones que brinda el gobierno a su
labor docente.
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Entonces, son dos puntos de vista contrapuestos, ¿quién tiene la razón? ...,
las autoridades educativas, los directores o los docentes, que papel juega la ética
profesional en este punto. Si realmente se considerara la ética profesional para
aplicarla en este caso, debería las autoridades educativas (el gobierno) brindar las
condiciones óptimas y la remuneración justa, acorde con la realidad inflacionaria del
país para el normal desarrollo de la actividad docente. Asimismo, el director del
plantel y los docentes teniendo estos beneficios que son obligación y
responsabilidad del Estado, no estarían en la necesidad de, el director estar
notificando y reportando ante sus superiores los abandonos del personal; y los
docentes no estarían en la imperiosa necesidad de buscar otros horizontes para
garantizar un sustento digno para sus familias, cosa que no es nada fácil, pues con
testimonio propio de docentes que han regresado luego de largo tiempo fuera, y que
no les fue nada bien, pues la realidad es otra…
Finalmente, se debe tomar en cuenta la normativa legal del Sistema
Educativo Venezolano, puesto que esta situación está en completa ilegalidad, y
cada uno de los instrumentos legales que rigen la educación venezolana
contemplan las sanciones administrativas y disciplinarias coadyuvantes a solventar
las situaciones irregulares en las instituciones educativas.
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CONCLUSIÓN
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BIBLIOGRAFÍA
https://www.analitica.com/opinion/la-etica-del-docente-y-la-estetica-de-educador-
moderno/
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