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1
Los caminos para la evangelización
l. La paz romana
2. La cultura griega
El idioma griego
El pensamiento griego
Los cultos de misterio
3. La religión judía
Romanos y judíos
expresar, el sendero más amplio
para el avance del cristianismo lo proveyó, indudablemente, el
judaísm
Tan ventajosa
era su situación que, posteriormente, cuando los cristianos
fueron perseguidos, los judíos que creían en Cristo estaban
tentados a ~r por causa de los beneficios económicos y
sociales que poseían en su carácter de judíos.
l. Obstáculos judíos
Cristo, piedra de tropiezo
Nunca ha sido fácil ganar judíos para la religión cristiana. y
tampoco lo fue en el siglo 1, pese a que el cristianismo había
nacido de la matriz del judaísmo.
La primera y la mayor de las dificultades que los misioneros
debieron enfrentar fue su propio anonimato: ellos no eran nadie.
Un puñado de hombres sin preparación rabínica formal estaba
intentando corregir la teología y la creencia -no hablemos de las
prácticas religiosas- de calificados líderes religiosos profesionales
que, además, se mantenían en la tradición de la instrucción
oral que se remontaba, supuestamente, a los tiempos de Moisés.!
Pero
cuanto más conocían acerca del cristianismo, menos dudas había
en cuanto a que la nueva fe era por completo incompatible con
la religión de Israel y que por eso mismo debía ser eliminada
definitivamente. De allí los alborotos relatados en el libro de
Hechos cuando los primeros misioneros predicaban el evangelio
en las sinagogas. De allí también la persecución de los judíos en
Jerusalén en el tiempo de Esteban (Hch. 8.1); en Damasco, bajo
Saulo de Tarso (Hch. 9.2); en las ciudades asiáticas en tiempos
del Apocalipsis (Ap. 2.9-10; 3.9); Yen la muerte de Policarpo en
la hoguera, cuando los judíos instigaron al procónsul.
2. Obstáculos grecorromanos
No era necesario que las personas creyeran en los dioses
antiguos. La creencia era un asunto privado. Pero lo que se
esperaba era la participación en el culto oficial.
En el año
64 d.C. los cristianos cayeron bajo sospecha de haber provocado
un incendio premeditadamente y, en consecuencia, se los
sometió a crueles torturas en los jardines de Nerón.31 En lo
sucesivo el ser miembro de una sociedad con reputación criminal
y antisocial podría ser, en cualquier momento, causa suficiente
para una acción punitiva por parte del estado.
Era asunto
muy serio presentar una acusación oficial ante un procónsul. Si
se comprobaba la inexactitud de la denuncia, el responsable
podía hacerse acreedor a gravísimas penalidades. Estos factores
se combinaron para proteger a la mayoría de los cristianos
durante un tiempo lo suficientemente prolongado como para que
la iglesia pudiese establecerse a lo ancho y a lo largo de todo el
Imperio.
Tres factores que perjudicaron a los cristianos
No obstante, hubo otros elementos que actuaron en dirección
opuesta. En principio y, tal vez en primer orden de importancia,
podemos mencionar los crímenes -reales o imaginarios- que
el pueblo común relacionaba con la causa cristiapa.
Los
seguü:iores de Cristo eran acusados de ~o, tal como lo
habían sido anteriormente los judíos, porque no honraban a los
dioses tradicionales.43 Como ya hemos visto, esto no sólo
constituía una impiedad sino también una deslealtad para con el
estado. Los judíos eran una excepción permitida, pero no se
podía tolerar que gente de cualquier nación se uniese a este
repudio público de los dioses. Los ateos eran un peligro para el
bienestar de la comunidad.
Tertuliano. Sus
obras De Spectaculís, De Corona y De Idolatría muestran cuán
mezclada con la idolatría estaba la vida social de la época, y con
cuánta sensibilidad (quizá hipersensibilidad) la conciencia
cristiana reaccionaba frente al problema. Por tal motivo, el
cristiano no asistía a exhibiciones de gladiadores ni a juegos ni a
representaciones teatrales. No leía literatura pagana. No se
alistaba como soldado porque, en tal caso, podía quedar bajo
órdenes incompatibles con sus normas y con su lealtad a
Jesucristo. Tampoco podía ser pintor ni escultor para no incurrir
en la idolatría, ni maestro de escuela porque entonces,
inevitablemente, tendría que enseñar relatos inmorales sobre los
dioses paganos. Era mejor que el cristiano se abstuviera de hacer
contratos comerciales puesto que dichos contratos requerían
juramentos de los cuales los cristianos debían abstenerse. Mejor
era mantenerse alejado de los cargos administrativos a causa de
la idolatría que ellos implicaban ... y así sucesivamente. ¿ ¿Hay que
sorprenderse de que con normas como éstas los cristianos
pareciesen estar «unidos para odiar a la raza humana»?
No sólo en la vida pública los cristianos suscitaban tanta
sospecha y hostilidad. Imaginemos qué podía ocurrir en un
matrimonio donde uno de los cónyuges era cristiano y otro
pagano. Tertuliano describe gráficamente una casa dividida y
nos da un vívido cuadro de los problemas de una esposa
cristiana así como de lo que un marido pagano pudo haber
pensado respecto a las actividades cristianas de su esposa:55
Todos los días conmemorativos de los demonios ... ella se
sentirá agitada por el olor del incienso. Y tendrá que salir
por una puerta adornada con laureles y faroles, como si se
tratara de un nuevo consistorio de concupiscencias públicas;
frecuentemente tendrá que sentarse junto con su esposo en
reuniones de círculos y en tabernas.
¿Qué esposo habría tolerado la obra y el culto cristiano
practicados por ella?
Si hay que asistir a un culto matutino, su marido la cita para
reunirse con ella en los baños al amanecer. Si hay un ayuno
que guardar, el esposo ese mismo día organiza una reunión
seguida por una cena. Si hay que hacer un viaje para realizar
obras de caridad, nunca son más urgentes los asuntos de la
familia. Porque, ¿quién permitiría que su esposa, bajo el
pretexto de visitar a los hermanos, ande de calle en calle
entrando en las casas de otros hombres y, lo que es peor, en
las casuchas más misérrimas? ¿Quién iba a tolerar que ella
estuviese ausente del lecho conyugal a causa de reuniones
nocturnas? ¿Quién, sin ansiedad, sufriría la ausencia de la
esposa durante toda la noche para la vigilia de la Pascua?
¿Quién permitiría, sin sospecha, que ella saliese para asistir
a la cena del Señor, de la cual circulaban informes tan
difamatorios? ¿Quién le iba a permitir que se arrastrase hasta
la prisión para besar las cadenas de un mártir? ¿Quién le iba
a tolerar que se encontrase con los hermanos para
intercambiar con ellos el beso?
Podemos
sospechar que algo semejante tiene que haber ocurrido en Bitinia
hacia fines del siglo 1. Plinio nos dice que la «superstición
contagiosa» del cristianismo se ha extendido no sólo a las
ciudades sino también a las aldeas y a los distritos rurales, que
los templos han sido prácticamente abandonados y que, como
consecuencia de ello, no ha habido (hasta que el oficioso Plinio
no apareció en la escena para poner las cosas en orden) ninguna
demanda de animales para el sacrificio ritual, «que con anterioridad
ya había tenido pocos compradores». Si nos atenemos a los
términos de semejante declaración, es imposible imaginar una
evangelización que no haya soportado los efectos de la oposición
organizada de los gremios, con intereses creados en el culto
pagano. Cuando la subsistencia y las convicciones humanas son
desafiadas por algún movimiento nuevo, la reacción generalmente
es severa. En su breve tratado De Idolatria, Tertuliano
encara detalladamente este asunto y muestra la variedad de
gremios asociados con la idolatría, práctica de la cual un
cristiano debía abstenerse.
En el Nuevo
Testamento la raíz keryssein ((procl~l11ar») de ninguna manera es
la única: se trata simplemente de uno de los tres grandes
vocablos utilizados para proclamar el mensaje cristiano; los otros
dos son euangelizesthai ((dar buenas noticias») y martyrein ((dar
testimonio»). En el curso de esta sección examinaremos, a su
debido tiempo, los tres conceptos, y bien pudiera ser que surja de
ellos una comprensión más amplia del evangelio cristiano
primitivo. §l evangelio es buena noticia, es proclamación y es
testimonio.
l. La buena noticia
La buena noticia mesiánica
La buena noticia que circuló en Palestina alrededor del año 30
d.C. no era una noticia común. No se trataba de un simple
mensaje respecto a un carpintero y maestro ejecutado por orden
del procurador romano. Se trataba nada menos que del alborozado
anuncio de la tan esperada salvación mesiánica mediante
la cual Dios venía a rescatar al mundo ñecesitado. No es de
sorprenderse, entonces, que el contenido de ~se mensaje llegase
a conocerse como .lo euangelion/ la buena noticia. Sólo
posteriormente se utilizó este término para referirse a ciertos
documentos en los cuales quedó registrado el relato: los
Evangelios escritos. Primeramente fue aplicado a los acontecimientos
propiamente dichos y a la acción de proclamarlos.3
Cuando,.~empo despu~:,
Juan tuvo dudas acerca de Jesús, éste le enVIO una tranqUlhzadora
respuesta: «Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos
son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y,a
los pobres es anunciado el evangelio» (Lc. 7.22). Una vez mas
Isaías 61.1 aparece en labios de nuestro Señor en esta respuesta
-ahora juntamente con Isaías 35.5- con la intención de
subrayar el tema del cumplimiento. pios h~bía he~ho honor a la
fe depositada en él: su libertador prometido habla llegado
Los
cristianos «proclamaron las buenas nuevas» de «el evangelio» o
de «la fe» (Gl. 1.23). Más específicamente, proclamaron las
~uenas nuevas «del reino» (Hch. 8.U), como Jeslís lo había hecho.
Pero en el Imperio Romano esto podía interpretarse mal con
fa9lidad, como ocurrió en Tesalónica (Hch. 17.7); por eso se los
encuentra con frecuencia predicando simplemente la persona y
la obra de Jesús como la buena noticia. ¡De todos modos esto
también es sorprendente y fantástico!
De manera que
encontramos a los primeros seguidores de Cristo difundiendo la
ª
buena noticia de que Jesús es el Mesías, o que, través de él, la
anti as romesas han sido cumplidas (Hch. 13.32ss, citando Sal.
2.7; Is. 55.3; Sal. 1 . os a amos proclamando la buena
nueva de!a paz mediante Jesús (Hch. 10.36), del señorío de Jesús
(Hch. 11.20), de la cruz de Jesús (1 Co. 15.2-3), de la resurrección
s!e Jesús @ch. 17.18; 1 Co. 15.4) o sencillamente la buena nueva
d~mismo (Hch. 8.35).
creer (Me. 1.15). Puede ser llamado la buena noticia de! regio
dominio de Dios (Me 1 14s.), O simplemente de aquel que
inaugura ese reino, Jesús (Me. 1.1). En realidad Jesús aparece
identificado con ccel evangelio» en dos lugares en Marcos, e
íntimamente relacionado con él en otro (Me. 8.35; 10.29; 14.9).
Marcos preserva una y otra vez en su Evangelio la centralidad de
Jesús dentro de la buena noticia.
Sin
embargo, § dinámicq de su predicación, la autorización para
predicar y s-u convicción al respecto procedían no de un mero ' conocimiento de los sucesos, ni de recitación
alguna del credo de
Jerusalén, sino de un encuentro con el mismo Cristo resucitado.!?
EJ-ta era la fuente de su convicción en cuanto a que había una
buena noticia -un evangelio de validez universal- para
proclamar a un mundo necesitado.
Pablo enfatiza
el tema del juicio implícito en el evangelio: si los hombres no lo ~eptan serán considerados culpables (Ro.
2.16; 10.16, 21; 2 Ts.
l.ªLResulta bastante significativo que las otras dos únicas
menciones de euangelion en las epístolas subrayen lo mismo,lB
énfasis que aparece claro y evidente en la predicación del siglo
2.19
Los elementos genuinamente distintivos en la predicación del
evangelio de Pablo parecen haber sido los siguientes... Primero,
utilizó el lenguaje forense de justificación/o especialmente en
cOñtextos donde las buenas obras judías eran consideradas como
merecedoras del favor divino; procedió así con el objeto de
salvaguardar la iniciativa de Dios de proveer la salvación.
Segundo, subrayó el carácter absoluto y definitivo del evangelio:
es el evangelio de verdad, de esperanza, de poder, de
inmortalidad, de la gloria de Dios presente dentro de nuestro
mundo (Col. 1.5, 23; 1 Ts. 1.5s.; 2 Ti. 1.8; 1 Ti. 1.11). En pocas
palabras: es el misterio de Dios, la verdad que estuvo oculta y
ahora se ha revelado a las personas; es nada menos que la
sabiduría de Dios (Ef. 6.19; 1 Ca. 2.4-6). Tercero, Pablo destacó
las implicaciones éticas del evangelio. Si alguien está sujeto al
evangelio de DIOS, ello significa que la gracia divina obra dentro
de él (2 Ca. 9.13s.); de allí que deba vivir cada día de su vida de
t~ manera que s~a digno del evangelio que profesa (PIp. ~27).
2. La proclamación
la centralidad absoluta dE
Jesús en aquello que se proclamaba, y la naturaleza, identificable
a grandes rasgos, de la proclamación.
Quizá surja la pregunta acerca de por qué kerysso y
euangelizomai aparecen con tanta frecuencia relacionados entre sí
en el Nuevo Testamento. La respuesta, me parece, tiene que
darla Isaías 61.1s., pasaje que, como hemos visto, era básico para
el entendimiento de «la buena noticia» y para su predicación,34 y
que, por otra parte, también encierra una doble referencia a
keyssein: «Me ha enviado oo. a publicar libertad a los cautivos oo. a
proclamar el año de la buena voluntad de Jehová».
Macario 54