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Asignatura:

Psicologia Clinica

Presentado por:
Jennifer Ordoñez
Sharik Alfonso
David Salgado
Jenny Pinzon

Presentado a:
Fabian Medina

Psicologia VII

Bogota D.C
5/07/2019
Buscando a sara, bulimia y esperanza
Por: Sharik Alfonso, Jennifer Ordoñez, Jenny Pinzón y Alejandro Salgado

Cuando Sara* decidió pedir ayuda habían pasado más de cinco años desde aquella noche a
principios de diciembre en la que en medio de un episodio, que ella describe como depresivo,
devoró ávidamente toda la comida que había en su apartamento, ese día, recuerda, no sintió nada
especial, simplemente una sensación de inagotable de vacío en el estómago que en su cabeza se
volvió equivalente al hambre. Después vino la culpa. Después de muchas noches como esa frente
al televisor en medio de su soledad y aislamiento, Sara comprendió, borrosamente, que algo no
estaba del todo bien con ella, al mirarse al espejo empezó a verse más gorda, más desaliñada y a
sentir algo similar al asco, así lo describe mientras hablamos sentados frente a nuestras tazas de
café.

Como Sara, miles de personas viven una extraña relación con sus cuerpos, una relación que se
consolida y deteriora a través de sus estómagos. La bulimia nerviosa afecta alrededor del 1% de
las mujeres jóvenes, es un trastorno de la conducta alimenticia en el que el género femenino se
lleva la peor parte, aunque puede presentarse en hombres se puede decir que es un problema
prevalentemente femenino, en una sociedad que pone altísimas expectativas de perfección sobre
el cuerpo de las mujeres es difícil pensar que podría ser de otra forma.
En un mundo cada vez más globalizado, donde la población del mundo occidental corre de forma
acelerada hacia una homogenización en sus patrones de consumo, acceso a la educación y
satisfacción de necesidades el grupo de riesgo para los trastornos alimenticios ha crecido
considerablemente. Sin restricción de clases sociales, edades o grupos específicos la bulimia
puede pasar desapercibida durante mucho tiempo; al contrario de los anoréxicos, los bulímicos
poseen pesos e imágenes corporales que pueden pasar por ser ajustados y estar dentro de lo que
cualquier doctor o profesional de la salud consideraría como normal. Sin embargo, por sus
características la bulimia deja huellas severas en el cuerpo de aquellos que la padecen. En el caso
de Sara unos de los problemas que más le afectan en la actualidad tiene que ver con las ulceras
gástricas, un remanente de ese episodio de su vida que le recuerda lo cerca que estuvo de
autodestruirse.
*Se ha cambiado el nombre por razones de privacidad
Después de los atracones empezó a venir la necesidad de poner las cosas en orden, la culpa que
inexorablemente le atenazaba la garganta y le hacia sentir que necesitaba equilibrar la balanza,
para ello empezó a ingerir grandes cantidades de laxantes, una de las estrategias más comunes
utilizada por las personas con trastornos de la conducta alimentaria, en su caso Sara no utilizó el
vómito, aunque a menudo luego de sus maratones de glotonería, sentía la necesidad de vomitar
nunca llegó a ello, esta fue quizá una de las razones por las que no creyó que se tratará de
bulimia, tampoco su médico luego de que Sara le comentara sobre estos episodios la derivó al
psiquiatra que le diagnosticó un desorden de ansiedad, debido a esto y a los continuos episodios
de insomnio le recetaría las píldoras con las que Sara querría quitarse la vida.

Para Sara el camino ha sido complicado, luego de recibir ayuda recapitula ese episodio de su vida
y trata de entender qué la llevó a esa situación. Sara creció en una ciudad pequeña, donde siempre
se sintió instigada a actuar y comportarse de formas que se adecuaran a la opinión que de ella
tenían los demás, sus excesiva sensibilidad y su poca tolerancia a las críticas le hicieron crecer en
una especia de aislamiento que logró incrementar sus sentimientos de inadecuación y falibilidad,
al crecer y hacerse enfermera encontró en sus profesión un bastión de esperanza y un espacio
para expresar sus habilidades, sin embargo el nivel de estrés, los cambios de horario y la carga
laboral sirvieron como detonantes para sus problemas de ansiedad, de la ansiedad vino el
insomnio, del insomnio el vacío y del vacío el hambre, esa hambre inagotable y sempiterna que le
hacia levantarse en medio de la noche a devorar de manera incontenible todo cuanto pudiera
comerse a su paso, luego la culpa los laxantes, el ciclo, la piedra del mito de Sísifo cayendo
aceleradamente por la ladera todo para comenzar de nuevo.

Muchos profesionales de la salud establecen la anorexia y la bulimia como los dos extremos de
un continuo, no es raro que una persona con un trastorno anoréxico pase a consolidar un trastorno
del síndrome bulímico, juntos trastornos comparten características similares, tanto en los aspectos
comportamentales como en lo referido a las afectaciones cognitivas que de ellos se derivan, en
juntos trastornos las personas tienen una imagen
distorsionada de sí mismos generando trastornos de la imagen corporal, afectaciones cognitivas y
alteraciones interoceptivas, las personas pueden percibirse como mucho más grandes y pesadas
de lo que en realidad son, incluso yendo contra la propia razón y los hechos que se les puedan
presentar. En el caso de la anorexia existe una necesidad de ingente de control, el paciente
anoréxico es una persona perfeccionista, con altos estándares para sí mismo y para las personas
con las que decide relacionarse, la imagen ideal que la persona desea proyectar cumple un papel
preponderante en la adquisición y mantenimiento de las conductas asociadas con el trastorno, el
orden, la constante necesidad de control y los sentimientos de autoeficacia no son extraños o
incompatibles para el trastornado, su mayor temor se concentra en ganar peso, ese temor es
también el temor al fracaso, engordar es fracasar, por eso es común que las personas con
anorexia desarrollen fobias sobre su propio cuerpo, sobre la imagen fisurada y distorsionada que
sostienen de sí mismos, la aversión a los propios muslos, al aspecto de sus caderas o su imagen
en el espejo; estos mismos rasgos y pensamientos distorsionados son comunes en las personas
con bulimia, sin embargo, el bulímico tiende a dejarse, abandonarse en todos los aspectos de su
vida, su problema con la comida trasmuta hacia un problema con su entorno, su descuido en la
forma de comer, la impulsividad que le lleva al hartazgo, invade otras esferas de su vida y la
personas bulímica disminuye su rendimiento en la universidad, en el trabajo, descuidad su
imagen, lo que refuerza la idea de que no tiene control sobre lo que le está sucediendo, juntos
pacientes se encontraran cercados por sentimientos de culpa, la depresión, el llanto espontaneo, la
fatal sensación de la inutilidad de sus esfuerzos, el insomnio y la permanente presencia del estrés
puede llevarles a sentirse abrumadas por sentimientos de fracaso, inutilidad y desvaloración de sí
mismas.

Según el DSM-V la bulimia nerviosa se caracteriza por:

• Episodios recurrentes de atracones.


• Comportamientos compensatorios inapropiados recurrentes para evitar el aumento de
peso, como el vómito autoprovocado, el uso incorrecto de laxantes, diuréticos o
medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo.
• Los atracones y los comportamientos compensatorios inapropiados se producen, de
promedio, al menos una vez a la semana durante 3 meses.
• La autoevaluación se ve indebidamente influida por la constitución y el peso corporal.
• La alteración no se produce exclusivamente durante los episodios de anorexia nerviosa.
Estos criterios han sido establecidos de acuerdo a estudios clínicos y epidemiológicos, pero al
contrario de lo que podría pensarse no están exentos de encontrarse con dificultades para definir
qué es exactamente un episodio de ingesta voraz, otro criterio de compleja aplicación tiene que
ver con si es más determinante la cantidad de comida ingerida o el tiempo en el que se ingiere, así
como la frecuencia o cantidad de conductas de purga.

El cuerpo de Sara aun se resiente de estas últimas, las conductas de purgas suelen hacer mella
sobre el cuerpo. Si entendemos el cuerpo de una forma sistémica, lo que se hace en una parte del
sistema puede impactar de forma desproporcionada otra parte del mismo, el simple acto de
vomitar puede generar toda una cascada de acontecimientos que a largo plazo acabaran por
deteriorar la calidad de vida, la alta concentración de ácido clorhídrico en los jugos intestinales
afectan la garganta, el estómago, el esmalte dental, provocando el deterioro anormal de la
dentadura, aumenta la susceptibilidad a las ulceras gástricas, así como en la boca. Sara toma su
café lentamente, no muy caliente porque últimamente se le destiemplan los dientes, además aún
no se acostumbra al acto de beber, de comer sin que este sea una fuente de ansiedad.

Buscar ayuda fue lo más difícil, afrontar los sentimientos de soledad y culpa que la acompañaron
durante tanto tiempo, el hecho de tener que enfrentarse a sí misma, de moverse con reticencia
hacia el salvavidas aún teniendo el agua al cuello, encarar el sentimiento de inutilidad y fracaso y
entender que estaba encaminándose lentamente hacia su propia destrucción no fue una tarea nada
fácil. Cuando al fin después de varios días pudo conciliar el sueño gracias a las pastillas que le
recetaron para el insomnio, pensó seriamente en tomárselas todas de un golpe creyendo que el
único alivio a su sufrimiento vendría de la muerte, ahí fue cuando decidió buscar ayuda, el
enfrentarse a las preguntas del psicoterapeuta era enfrentarse con su propia incapacidad para
responderlas, lo más fácil era achacarle la culpa a todos esos sentimientos negativos que había
desarrollado sobre sí misma, a su ineptitud social y al hecho de que le costaba pensar que podía
ser realmente amada tal y como era, a menudo le aterraba la perspectiva de mostrar su cuerpo,
cómo iba un hombre a desear un cuerpo como ese, flácido, pesado e informe, ese solo
pensamiento había obliterado para ella la posibilidad de establecer una relación sentimental, así
como su relaciones personales, su trastorno alimenticio terminó de aislarla de sus pocas amigas,
el cuerpo de los otros y las otras se convirtió sin percibirlo de forma consciente en el espejo
donde se reflejaba toda la fealdad y la inadecuación del cuerpo propio.

De las primeras consultas recuerda el llanto, recuerda hablar durante largos periodos de tiempo
con una voz opaca y llorosa, fue casi una confesión, dice, y da un sorbo de café mirando hacia lo
lejos, de su boca se desprende el destello de una sonrisa velada, como aquel que recuerda una
travesura inconfesable.

Sara acudió a un especialista en terapia cognitiva conductual, la TCC es un tipo de terapia que
ayuda a entender la forma en que pensamos acerca de nosotros mismos, otras personas y el
mundo que nos rodea, al intentar cambiar la forma cómo se piensa se está intentado cambiar la
forma como se actúa, este tipo de terapia tiene la importante ventaja de centrarse en la mejora del
estado de ánimo actual de la persona y ha sido amplia y efectivamente usada en situaciones de
estrés, depresión, fobias, trastorno de estrés postraumático e incluso como parte importante para
el tratamiento de la esquizofrenia. La TCC utiliza técnicas que permiten una contextualización de
los problemas a través de la descomposición de los mismo en partes más pequeñas, mostrando así
como estos se relacionan con el todo de la vida psíquica.

La efectividad de la TCC para el tratamiento de la bulimia fue puesta de relieve inicialmente por
Fairburn a mediados de los años ochenta, los objetivos de la TCC relacionados con la bulimia
nerviosa se centran en reducir los atracones y las conductas compensatorias, tales como la
provocación de vómitos e ingesta de laxantes, modificar la tendencia a hacer dietas drásticas o
excesivas y cambiar las actitudes respecto al peso y a el propio cuerpo. Según la teoría que
cognitivo conductual las personas aquejadas por trastornos alimenticios centran de forma
excesiva la evaluación de sí mismos de acuerdo a sus hábitos al comer, mientras una persona
relativamente normal y sana hará uso de otras herramientas para evaluarse a sí mismo, esta
fijación en los hábitos de ingesta produce una sobrevaloración de aspectos como el peso, la
cantidad de calorías y la capacidad para controlarlos, la valoración de esa necesidad de controlar
dichos aspectos se muestra entonces congruente con la imposición de regímenes de ejercicio
intenso, reducción extrema en la ingesta de alimentos y conductas de purga como medio para
compensar los episodios de ingesta que la persona considera excesivo, si bien en el caso de la
bulimia sí existe una ingesta excesiva (atracones) esta se encuentra determinada y hasta reforzada
por la idea que tiene la persona de la falta de control, lo que a su vez produce los complejos de
culpa y frustración.

De acuerdo a el mismo Fairburn existen al menos cuatro mecanismos específicos que favorecen
el mantenimiento de las conductas asociadas a los trastornos alimenticios:

• Perfeccionismo clínico: son esquemas disfuncionales en los que el valor personal se


deriva casi exclusivamente de por el esfuerzo de alcanzar objetivos elevados y el éxito
que se puede derivar de su consecución.
• Baja autoestima: el sostenimiento, no sustentando por hechos reales, de visiones
negativas sobre sí mismo, la constante sensación de incapacidad al no poder controlar o
lograr las metas propuestas por más difíciles y poco realistas que sean.
• Intolerancia a los cambios de los estados de ánimo: incapacidad para lidiar con cambios
de estados de ánimo ya sean positivos o negativos por encontrarlos inadecuados de
acuerdo a sus expectativas.
• Dificultades interpersonales: la dificultad para establecer relaciones significativas que se
encuentren alineadas a sus propias demandas y la incapacidad para establecer relaciones
interpersonales.

Como resultado la terapia propuesta para la bulimia desde este enfoque se ha denominado
Terapia Cognitivo-Conductual Mejorada, esta terapia consta de 20 sesiones en un tiempo de
veinte semanas, alrededor de cinco meses, divida en cinco etapas.

La primera etapa se desarrolla entre la primea y cuarta semana, los objetivos principales se
centran en la motivación y educación sobre las TCC, una formulación del caso y la realización de
autorregistros por parte del paciente sobre las frecuencias y características de sus episodios, así
como de registro del peso y la condición física genera del paciente. Una segunda etapa, entre la
quita y sexta semana, donde de revisa el progresa y se hace una revisión de la formulación del
caso, se busca también durante esta etapa identificar factores que dificultan e impiden el cambio
y plantear el diseño de la siguiente etapa, que es cuando se realiza una intervención focalizada
sobre el problema del paciente. La etapa tres es crítica, ya que durante ella se pretenden modificar
los mantenedores del trastorno, abordar la preocupación por la figura y la dieta y analizar los
factores externos y los cambios de ánimo que se han presentado como eventos significativos y
relevantes para el tratamiento, finalmente la etapa cuatro se consumirá en la evaluación de los
progresos y la elaboración junto con el paciente de programas de mantenimiento a largo plazo.

Lejos de ser un proceso apoyado por un sistema perfecto, la terapia requiere de compromiso y
determinación y entraña una reformulación de las forma en que se ha vivido hasta el momento
“es como ver la luz, es como que se cae un velo y se empiezan a entender las cosas desde un
punto de vista que nunca se me había pasado por la cabeza” para Sara se torna imposible volver
atrás, el solo pensamiento parece aterrarla, pero en la semana trece de su tratamiento empieza
sentir lejanos y casi ajenos los momentos más álgidos y ver una luz al final del túnel, esa misma
luz que se ve en su mirada cuando se encuentra sin querer haciendo planes para el futuro, aunque
aún es demasiado prematuro hablar de una recuperación total Sara siente que la persona que era
va dando paso poco a poco y tímidamente a la persona que va surgiendo “Hay una claridad, es
como si antes hubiese estado viendo todo con unos lentes que distorsionaban los contornos de las
cosas, la vida era en general mucho más obtusa, mucho más… no sé cómo decirlo ¿gris, oscura?
y a la vez siempre lanzando dentelladas que me estaban rasgando por dentro, es como si el
sufrimiento dejara de ser tan pesado y ahora puedo a veces sonreír medio avergonzada de la
forma como me compliqué la vida durante tanto tiempo. Es como si lentamente fuera
encontrando a una persona distinta, una más tranquila, más positiva, como si Sara hubiese estado
todo el tiempo ahí escondida dentro de un cuerpo que no era suyo, un cuerpo demasiado grande y
a la vez demasiado vacío que había que llenar con algo, y esa persona empezara a acomodarse a
ese cuerpo, como quien se acomoda lentamente a una casa nueva, y la va llenando de otras cosas,
un cuadro, un libro, una matera y que no todo gira alrededor de cuanto comes… es como si me
hubiera encontrado, espero no volver a perderme.”

Con varias semanas más de tratamiento por delante, Sara entiende que tendrá que hacer cambios
radicales a su estilo de vida, que habrá días buenos y malos y que el camino para recuperar su
cuerpo apenas está comenzando, pero también sabe que lo peor ya ha pasado y que desandar el
camino que la lleno a sí misma es ya imposible.

Referencias

Bulimia. (2015). (). Boston: Harvard Health Publications. Retrieved from ProQuest Central
Retrieved from https://search-proquest-
com.ezproxy.uniminuto.edu/docview/1746621008?accountid=48797
Ekstrand, A., & Roca Villanueva, E. (2011). Terapia cognitivo-conductual para los trastornos de
la conducta alimentaria según la visión transdiagnóstica. Acción Psicológica, 8(1), 21-33.
doi:https://doi.org/10.5944/ap.8.1.198
Jarne, A., Tarlarn, A. (2015) Manual de Psicopatología Clínica, Segunda Edición, Ed. Herder,
Barcelona.

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