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Actualizaciones
La comunicación no verbal (I):
¿cómo interpretar los gestos
de nuestro interlocutor?
J. Llacuna Morera
Doctor en Filosofía y Letras. Profesor del Gabinete de Orientación Universitaria de la Universidad de Barcelona.

Hablar es una manifestación dispuestos a bellezas literarias, el mismísimo sonido de la


virtual tempestad a lo largo de tanta rotunda “r”. La onomatopeya
podría ser otro ejemplo, parecido al anterior, de transmisión
Los seres humanos hablamos. Hablar supone articular una de la realidad a partir del sonido de la misma. No obstante,
serie de sonidos habiéndonos puesto de acuerdo, previamen- lo normal en la generación de las palabras es que éstas nada
te, en “qué quiere decir” cada uno de los determinados soni- tengan que ver con el contenido que transmiten y que, como
dos que componemos. Estos sonidos tienen también una re- ya hemos mencionado, tal contenido se haya establecido a
presentación gráfica, un dibujo, y (previamente al habernos partir de un “pacto”, de un convenio, entre los usuarios de
puesto también de acuerdo) cada uno de los dibujos corres- dichos signos.
ponde a un conjunto de sonidos articulados y ellos, a su vez, Lo que une dichos signos, o señales (de momento, poco
a un contenido concreto de nuestra realidad. Quiere decir clara está la denominación), es la pertenencia a un mismo
que hablamos cuando nos intercambiamos “sonidos-conteni- código. El conjunto de palabras que tienen significaciones
dos” y, por extensión, cuando nos transmitimos “dibujos-so- concretas en un determinado grupo social forma lo que de-
nidos-contenidos”. Generalmente, a esta segunda opción la nominamos código de la lengua; pertenecen, por llamarlo
denominamos escribir, dejando el término hablar para cuan- así, al código de la lengua española, francesa, catalana, etc.
do la transmisión se produce fonéticamente. Lo que con ello estamos diciendo es algo tan remotamen-
Da lo mismo. La realidad es que, a través de sonidos o de te extraño (y tan real) como que el ser humano, a lo largo de
gráficos, los seres humanos “hablamos”, nos transmitimos la historia (y a lo largo de las “historias” respectivas de los
una serie de ideas, conceptos, sugerencias, indicaciones, diferentes grupos culturales), ha sido capaz de elaborar un
etc., que pretenden ser retazos de la “realidad” que nos rodea amplio conjunto de sonidos y dibujos que quieren “decir”
o de la interpretación que hacemos de ella. cosas concretas, que hacen referencia a espacios determina-
En todo caso, lo que nos importa ahora es que, sean soni- dos de la realidad que nos rodea (no únicamente realidad
dos o sean gráficos, estos elementos de comunicación huma- material, sino también y con mayor amplitud, realidad inte-
na, denominados palabras, son manifestaciones que nada tie- lectual, cognitiva). Y, lo que es más extraño si cabe, que di-
nen que ver con la “realidad” que transmiten. Son señales chos sonidos y dibujos le permiten “transportar” la realidad
(signos digitales, según Cosnier y Brossard), cuya relación de un lado a otro, cederla a terceros y, por encima de todo,
con la realidad es absolutamente declarada por la intenciona- pensar. Es como si la creación de las palabras hubiera sido el
lidad de los hablantes. Es una identificación contingente, primer gran invento netamente virtual del ser humano.
voluntaria, y una relación arbitraria. Nada relaciona la pa- Nos admiramos cuando un correo electrónico transmite
labra casa con la realidad que transmite, ni fonética ni gráfi- mensajes larguísimos en instantes y a través de complejos
camente. mecanismos, pero no nos admiramos de que cuando yo digo
La figura poética denominada aliteración podría identifi- a mi esposa “estoy muy contento de pasar las vacaciones
car los sonidos de las palabras con los sonidos de la reali- contigo”, ella lo entienda, sea capaz de compartir (o no) la
dad; así, el famoso verso modernista “el ruido con que rueda misma sensación y pueda referirse a la misma experiencia
la ronca tempestad”, podría sugerir, a oídos poéticos y pre- (compleja experiencia, no olvidemos que las palabras usadas

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pueden resultar “naturales” en nuestro contexto, pero resul- comportamiento y que no suponen código alguno. Sé que
tarían muy raras entre los lamas tibetanos, por poner un esta definición puede resultar compleja, pero no hallo otra
ejemplo). para identificar los dos tipos de manifestaciones).
La virtualización (entendiendo por “virtual” que tiene Diríamos, por tanto, que usamos signos (palabras) cuando
existencia aparente y no real, como dice Casares), nos per- deseamos “hablar”, transmitirnos un concepto, y que para su
mite “entender” la mayoría de “sucesos” (materiales o no) normal comprensión debemos proceder a la descodificación
que se producen en nuestro entorno y, más importante, como de dicha manifestación. Usamos señales cuando, a través del
antes decíamos, nos permiten organizar nuestro propio cau- cuerpo, hacemos movimientos (todos son movimientos) que
dal experimental (pensamiento). son interpretables por el receptor y que suponemos, además,
que dicha interpretación es más o menos universal.
Ello nos lleva a interesantes consideraciones. La primera
No sólo de hablar de ellas es considerar signos a todos aquellos movimientos
(para comunicarse) que tienen un significado (propiamente dicho) perteneciente
vive el hombre a un código (cerrar el puño levantando el brazo, hacer un
“corte de mangas”, darnos la mano en un encuentro, etc.),
Pero lo que atañe a este artículo es que lo dicho no resulta todo el caudal de movimientos a los que hemos asignado un
tan fácil ni tan sencillo. Resulta que mi esposa entiende per- contenido concreto perteneciente a un código y, por tanto no
fectamente el conjunto de sonidos que le transmito, resulta como interpretación más o menos universal de la manifesta-
que puede compartir o no mi deseo o esperanza, resulta que ción. Por estas últimas manifestaciones, a las que denomina-
pueden encantarle todo tipo de vacaciones, pero… pero tam- remos señales, entenderemos las muecas, las sonrisas, los
bién resulta que no sólo de hablar vive el hombre. Lo que movimientos oculares, los perceptibles o no movimientos de
pudo ser un proceso comunicativo correctísimo (una estruc- las piernas, de los brazos, de la cabeza, los “suspiros”, los
turada transmisión de sonidos pertenecientes a un determi- olores, etc.
nado código y con capacidad semántica –contenido– idó- Son todas aquellas manifestaciones humanas que Poyatos
nea), se ha convertido en una “duda”, en un “engaño” en un denomina: a) componentes personales sensibles corporales
alejamiento “cínico” de la realidad. ¿Por qué? Porque mi es- (excepto el lenguaje codificado propiamente dicho); b) com-
posa no cree el mensaje emitido o, lo que es lo mismo, no ponentes personales sensibles de base corporal; c) compo-
cree al mensajero, que en este caso soy yo, su amantísimo nentes personales inteligibles, y d) componentes sensibles
compañero que cada año le dice lo mismo y que jamás ha objetuales y ambientales. Para desenmarañar tamaño gali-
sido capaz de transformar en placenteras las fatales vaca- matías lingüístico (en la práctica es muy útil), diremos que
ciones. pertenecen al primer grupo los sonidos emitidos por el cuer-
Ello quiere decir que en la transmisión del mensaje inter- po, los olores y aspectos relacionados con el color (sonrojo,
vienen variables que no son únicamente los signos pertene- palidez), al segundo el silencio o quietud, los rasgos faciales
cientes a determinado código. Existen otras señales (u otros y expresiones de ojos y cara, al tercero la cultura, edad y
signos, según la conflictiva denominación que después in- personalidad, y al cuarto todo el conjunto de materiales
tentaremos solucionar), que sí tienen determinada relación (muebles, arquitectura, espacio, etc.) que envuelven el desa-
con la realidad y que alteran profundamente el contenido del rrollo de nuestro proceso comunicativo.
mensaje. La segunda consideración es aceptar (y podemos hacerlo
Los autores citados (haciéndose eco de las famosas defi- o no) que las señales que emite nuestro cuerpo, en simulta-
niciones de la Escuela de Palo Alto, California), las denomi- neidad con la emisión de signos codificados, son de inter-
nan señales analógicas, expresiones corporales (al fin y al pretación “más o menos” universal. Universalidad, por lo
cabo el cuerpo es lo único que tenemos para comunicarlo to- menos, en lo que hace referencia a grandes grupos sociales.
do), que pueden tener un sentido más allá de las posibles Ignoro si alguna cultura desconocida (para mí) se estremece
descodificaciones de sonidos y gráficos. Probablemente, una de placer ante una cara que toma ásperas formas de ira; des-
mueca es un gesto desagradable aquí y en Tel Aviv. conozco si la misma cultura interpreta delicadamente mis
Ello nos llevaría a pensar que existen determinados ges- berridos acompañados del voltear de una gruesa estaca ante
tos, determinadas “señales” emitidas por nuestro cuerpo, que una frágil cabeza. Supongo que, en general, lo que denomi-
tienen una relación inmediata con la realidad, que no son namos señales “naturales” no codificadas deben ser más o
signos (y a partir de este momento podemos denominar, pa- menos interpretadas de la misma manera. Estas señales son
ra entendernos, “signos” a las manifestaciones humanas que las expresiones faciales, las proximidades corporales (proxe-
necesariamente deben pertenecer a un código para que se mia), los gestos de manos y extremidades, los movimientos
conviertan en portadoras de contenido, y “señales” a aque- (posturas) del cuerpo, etc. Bien entendido que no estamos
llas manifestaciones que pertenecen a la “naturalidad” del hablando de expresiones, insistimos, codificadas, en cuyo

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caso es evidente que determinado gesto quiere decir una co- nen entre sí y, sobre todo, en la eficacia (repercusión) del
sa aquí y otra allá, no estamos hablando de signos (en la de- mensaje.
finición que hemos dado), sino de señales. Todo mensaje tiene una intencionalidad. Probablemen-
Cuando una persona siente vergüenza, experimentan de- te, no exista mensaje si no existe el deseo del emisor de
terminada tensión “interior” frente a una situación externa hallar una respuesta a lo que se ha manifestado. Los men-
producto de notarse en desventaja, relativamente humillada sajes no se “dicen” porque sí, se emiten porque esperamos
o en situación penosa (Casares) suele (no todos, por supues- que el receptor actúe de determinada manera, responda,
to) sonrojarse. Ignoro si en la cultura de la que antes hablá- “repercuta”. Pues bien, la repercusión del mensaje depen-
bamos, el individuo en cuestión se pone verde, o se le defor- de de la interacción entre el fondo y la forma del mismo.
man las orejas o se le caen los dientes. Sería interesante Por decirlo en otras palabras: el azufre tiene determinadas
comprobar que, como a Pinocho, cuando alguien miente se propiedades físicas y químicas, lo mismo le ocurre al hie-
le alargara la nariz: sería la señal pura, la evidente. Por cier- rro, pero todos quienes estudiamos nociones rudimentarias
to, según un grupo de estudiosos de la comunicación inter- de química en nuestra enseñanza básica sabemos que
personal, este fenómeno podría darse, por lo menos en la cuando se unen los dos, azufre y hierro, y a dicha unión se
apreciación del receptor, a causa de determinadas contrac- le aplica calor, aparece un compuesto denominado sulfato
ciones faciales del mentiroso que facilitarían cierta aprecia- de hierro que tiene propiedades específicas y que éstas son
ción de alargamiento del apéndice olfativo. Sea o no sea diferentes de los dos elementos anteriores. Éste es el ejem-
cierto esto último, lo que sí es cierto es que la tensión inter- plo más básico de lo que entendemos por proceso comuni-
na del emisor mentiroso favorece la dilatación de la pupila, cativo.
como muy bien han estudiado los autores de la conocida Las palabras, por sí solas, quieren decir cosas (descodifi-
Programación Neurolingüística (PNL). cándolas); la forma de emitirlas (gestos, miradas, tonos, con-
Nos referimos, pues, a estas manifestaciones, que de ma- texto, posturas corporales, etc.), determina absolutamente el
nera “natural” (hasta donde esto sea posible) corresponden a contenido del mensaje y, en consecuencia, la repercusión del
determinadas situaciones comunicativas y que acompañan, mismo.
queramos o no, la emisión de las palabras.

“Usted es muy malo”


La fórmula de la eficacia (expresión de Louis van Gaal,
comunicativa entrenador de fútbol,
a un periodista impertinente).
Es evidente que si yo dispusiera de la “fórmula” de la efica- Los seis modelos básicos
cia comunicativa, no la escribiría aquí. ¡Faltaría más! La re-
servaría para aquellos momentos trascendentales en los que
de la comunicación no verbal
debo entenderme con el jefe o conmigo mismo (mucho más
frecuentemente lo último). El título de este apartado es una Es una lástima que los artículos no puedan incluir imágenes
simple expresión para que sigan leyendo. No obstante, po- en movimiento (por ello, son artículos y no conferencias o
dríamos hablar de una “fórmula” más o menos general para películas), pero sería interesante analizar el “fondo-forma”
que un proceso comunicativo no se convierta en un acto fa- del Sr. Van Gaal cuando manifestó, airadamente, la frase
llido completamente (siempre es un acto fallido en parte). que transcribimos.
Cuando lo que quieren decir los signos y lo que quieren Cuando uno maneja sin gran destreza un código lingüísti-
decir las señales coincide, podemos decir que vamos por el co (como todos nosotros cuando hablamos un idioma dife-
buen camino. rente del materno), la evidencia de lo dicho se hace más pa-
Las manifestaciones codificadas “quieren decir” blanco, tente. Es evidente que si usted, amable lector, “dice” desde
pero las señales que necesariamente acompañan a las pala- su poltrona de director general a un subordinado que éste es
bras (tanto si son habladas como si son escritas), “quieren “muy malo”, y acompaña esto de una leve sonrisa de conejo,
decir” negro. Es evidente que la comunicación se nos ha una mirada por debajo de los entornados párpados y una in-
convertido en un acto fallido. clinación hacia abajo de la cabeza, tiene todas las posibilida-
Si hemos entendido bien (lo cual es, básicamente, conse- des de que el receptor huya desaforadamente ante la eviden-
cuencia de que yo lo haya escrito bien), quiere decir que en cia de un cataclismo fulminante. Si tiene que decir a alguien
todo proceso comunicativo existen dos “cosas” simultáneas: que “es muy malo”, por lo menos no sonría al hacerlo, Me-
un fondo y una forma. Dicha apreciación no resulta en absolu- fistófeles lo hizo una sola vez y llevó a Fausto a la perdi-
to una novedad y es conocida de todos, lo que probablemente ción. Porque decir “es muy malo” se puede hacer de muchas
olvidemos muchos es la interacción que las dos variables tie- manera. Veamos algunas de ellas:

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No se mueva, no haga gestos, no mire, únicamente hable termina ninguna posición de superioridad”. Recordemos que
(si es que puede) en numerosas situaciones profesionales este esquema comu-
Intente convertir la expresión en una simple manifestación nicativo puede ser frecuente (jefe-subordinado, profesor-
lingüística y únicamente lingüística, es decir, desencajándo- alumno, médico-paciente, etc.).
la (valga la expresión) de toda señal. Prácticamente, esto es
imposible cuando se habla, por lo menos en situación “pre- Hable rápidamente, con voz aguda, gesticule con los brazos
sencial”. Supondría la negación de lo dicho anteriormente, en alto, levántese y siéntese nerviosamente, mueva las manos
es decir, el emisor es capaz de transmitir un mensaje “sin con las palmas hacia usted, mire “al infinito” mientras suspira
forma”. Lo curioso del tema es que mucha gente piensa que Estará poniendo nervioso al receptor (escucha una “bron-
es capaz de hacerlo. Se supone que yo soy capaz de emitir ca”). Lo más probable es que, al cabo de un rato, desconec-
un mensaje únicamente en los aspectos lingüísticos del mis- te. Atención con dicha “desconexión”. Puede creer que el re-
mo, emitiendo sólo las palabras. En determinados ambientes ceptor le atiende perfectamente y que está avergonzado de
“profesionales” se cree que la emisión de frases puede ha- su conducta. Falso. El receptor no puede descodificar las pa-
cerse sin que éstas adquieran forma alguna. Incluso puede labras y se está quedando en las señales. Las señales “se han
llegar a suponerse que tal actuación es la más “científica”, la comido” los signos. No crea usted que está convenciendo al
más “clara”, la más “operativa”. Algunos profesionales de la receptor, que sus contundencias verbales le están repercu-
sanidad (cada vez menos) creen que hablar “sin expresión” tiendo, pueden intimidarle, pero la eficacia comunicativa no
(sin carga emotiva, sin forma) es la manera más contundente se producirá. Los autores de Palo Alto (especialmente Watz-
de hacerse entender por sus pacientes. Fatal error: nuestros lawick) trataron el tema de los mitos comunicativos; entre
mensajes no son palabras desnudas y en la forma, como an- ellos, se hallan dos que nos interesa destacar en este momen-
tes decíamos, se halla precisamente uno de los aspectos fun- to: hablar con contundencia (contundencia de señal, tonos
damentales de la repercusión. Esta repercusión está en los altos, miradas nerviosas, gestos cortados) no supone demos-
aspectos afectivos de los gestos, las miradas, el tono o la trar la razón y el receptor atiende poco al contenido para
cercanía que acompañan las palabras y que forman parte del quedarse en el rechazo de la forma. El segundo mito intere-
mensaje. sante al respecto es el que dice que tener razón y manifestar-
la continuamente supone una “descarga” semántica o, lo que
Sonría levemente, entrecruce las manos sobre la mesa, es lo mismo, que el receptor no tiene en cuenta lo que dice
mire con ojos “achinados”, hable lentamente usando palabras porque asume que siempre “dice lo mismo”. Que le entien-
más o menos infantiles: estará usted asumiendo un carácter dan muy bien, porque “siempre tiene la razón”, no supone
paternal que su mensaje vaya a repercutir. Estas situaciones son fa-
El receptor pensará que se burla de él o que le espera una miliares a quienes “pierden los estribos” siendo incapaces de
tormenta de mucho cuidado. Esta situación es más frecuente controlar, básicamente, tres cosas: a) el tono de la voz; b)
de lo que imaginamos. Recuerde que un proceso de comuni- los gestos de las manos, y c) la expresión de la cara (ojos-ce-
cación es ante todo una relación interpersonal. Lipiansky jas).
(1992) decía que toda comunicación se establece cuando el
emisor piensa ¿qué piensa de mí el receptor? Y el receptor Mire hacia la mesa, no se atreva a mirar los ojos del receptor,
¿qué piensa de mí el emisor? A partir de este juego de espe- “esconda” la cabeza, hable excesivamente lento, en voz muy
jos se establece la relación “formal” que determina la reper- baja, frótese suavemente las manos o escóndalas, toque
cusión. Cuidado, la relación establecida puede ser simétrica objetos del escritorio (papeles, bolígrafos, etc.), chasquee
o complementaria. Denominamos relación simétrica a la que levemente la lengua
se da entre dos iguales (en este caso, dos adultos), y comple- Siga haciendo todos los gestos habituales de quien está min-
mentaria en la que la “forma” comunicativa se da entre per- tiendo. Si el receptor es hábil se habrá dado cuenta de que
sonas de diferente “importancia”, por llamarlo así. La com- no mantiene la mirada, que no sabe qué hacer con las manos
plementariedad da origen al paternalismo: yo soy superior a y que las palabras que emite están condicionadas por el de-
usted pero no por ello le desprecio, sino que intento entender seo de hacerle “pasar gato por liebre”. Es muy improbable
su situación de inferioridad. Ello se da a través de los gestos que una extrema habilidad del emisor (que las hay, por su-
“naturales” que hemos indicado: situación de “escucha” apa- puesto) impida que usted no perciba ninguno de estos indi-
rentemente tolerante, uso de gestos amplios, que abarcan al cadores. Puede disimularlos muy bien, pero el receptor no
“otro”, miradas aparentemente afables, sonrisas dirigidas a suele ser tan ingenuo para no percatarse de la situación. Por
los ojos, tono de “maestro”. La repercusión de un mensaje otra parte (y siguiendo con las conclusiones de Palo Alto),
está íntimamente relacionada con la situación de simetría. de la misma manera que es imposible no comunicar (preci-
“Los dos nos hablamos en posiciones similares (adultos), samente por la imposibilidad de esconder las señales del
puede que yo sepa más que usted del tema, pero ello no de- cuerpo), también es imposible mentir sin ser descubierto de

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una manera u otra. El cuerpo es nuestro escaparate hacia el sión (no como un “examen”), dejando hablar, interesándose
receptor y, probablemente, es muy difícil decorarlo de ma- por lo que oye y “siente”. Debemos recordar que todo men-
nera que ningún indicador demuestre claramente nuestras saje “entra” mejor a partir de la convicción de que el emisor
“intenciones”. De una manera u otra, los comunicantes (en está verdaderamente interesado en nosotros, que le importa
situación presencial), estamos “desnudos” ante “el otro”, lo que decimos y que se establecerá un verdadero diálogo.
siempre que éste disponga de la más elemental capacidad de
observación. Incluso si dicha capacidad de observación no
existiera de forma consciente, es probable que el receptor Los movimientos que el cuerpo
notara cierta sensación de desagrado, de tensión comunicati- realiza (en presencia de otra
va (evidencia de que signos y señales no “dicen” la misma persona) son indicadores
cosa, no emiten el mismo mensaje). Se trata, por llamarlo de la relación establecida
así, de una cierta percepción “natural” de que se está produ- (¿no ha tenido nunca
ciendo una comunicación poco sincera.
sensación de ser invisible?)
Mire a los ojos de su interlocutor mientras se quita lentamente
las gafas o se pasa la mano por la boca (tapándosela Existe una situación sumamente incómoda que ocurre con
con un gesto acariciador), tarde en hablar, incline suavemente más frecuencia de lo habitual, tal situación genera una pro-
el cuerpo hacia delante, levante las cejas, siga mirando funda sensación de desagrado. Nos referimos a ese especial
sin sonrisa alguna y con aire de curiosidad a su receptor momento en el cual, antes de entrar discretamente en una
Estará inquietándole profundamente, puede esperar de usted tienda en la que hay otros clientes (esto mismo suele suceder
cualquier “salida”, pero ninguna buena. Está despertando en algunas recepciones de hotel, de centro de atención sani-
una expectativa que, de tardar mucho en iniciar el discurso, taria, en los bares, en los pagos de las gasolineras de auto-
puede acabar con los nervios del más templado. La sensa- servicio, etc.), el vendedor o vendedora no se “percata” en
ción es que está “pensando” cómo abordar el problema. Si le absoluto de la presencia del recién llegado. Por lo menos eso
mira muy fijamente (si aún lleva las gafas, puede mirarlo parece.
por encima de ellas), estará intentando “desequilibrarle” to- Personalmente, me he preguntado en diversas ocasiones
talmente. En todo caso, el intento más o menos deliberado si una “humanidad” de 1,75 m. y de 90 kg de peso puede pa-
de “poner nervioso” al receptor no es nunca la manera más sar desapercibida a 2 m escasos del vendedor o receptor per-
operativa de establecer una buena relación comunicativa. tinente. Lo cierto es que dichos posibles receptores, siguen
Los mensajes transmitidos, como ya hemos dicho, repercu- hablando de sus cosas, haciendo los trabajos con la misma
ten en virtud de que las señales posibiliten la interpretación lentitud, evitando cualquier “roce” gestual (no miran, no me
correcta de los signos, no lo contrario. A estas situaciones sonríen, no hacen el menor gesto con la mano que limite mi
podríamos darles el nombre de “situaciones teatrales de co- extrañeza, nada de nada). Soy invisible.
municación”; suelen ser más frecuentes de lo que creemos La sensación de no “existir” la transmite, lógicamente, la
por el deseo del emisor de atraer la atención totalmente. Es- inexistencia de indicadores que permitan al recién llegado
tas situaciones teatrales, niegan el aspecto fundamental de la darse cuenta de que “ha conectado” con los demás. En situa-
eficacia comunicativa: la naturalidad. Dicha naturalidad es ciones laborales, esta sensación, en un grupo de trabajo, es
la “herramienta” fundamental para conseguir que un mensa- profundamente negativa. Algunos autores hablan de “gestos
je llegue donde deseamos y con la intencionalidad que pone- de continuidad” (Goffman, en 1974, denominó a estas mani-
mos en él, consiguiendo, en consecuencia, la repercusión. festaciones “rituales de acceso”, que, conjuntamente con los
rituales de confirmación y de reparación, establecían la rela-
Mire a los ojos del receptor sin ser persistente en ello, sonría ción deseada) al referirse a aquellas manifestaciones corpo-
francamente, estréchele la mano si es pertinente, levántese, rales que indican que todo sigue bien, es decir, que nos
hable en tono pausado pero “natural”, no teatralice, olvide damos por enterados de la presencia del otro y que “conta-
lo que estaba haciendo, dispóngase más a escuchar que mos” con él, esperando la posibilidad de atenderlo como se
a hablar, no haga movimientos bruscos, no se toque las merece.
manos, intente que el receptor “vea” todo su cuerpo (evite Es evidente que los gestos, todos los movimientos que
en lo posible muebles intermediarios), actúe con confianza nuestro cuerpo realiza en presencia de otros y dirigidos a
y naturalidad ellos, establecen el tipo de relación que deseamos entablar.
Hará con ello que el receptor pierda “interés” por las señales De ahí la importancia de los mismos. La misma ausencia de
y pueda centrase en los signos, es decir: pueda estar atento a dichos movimientos, el mantenimiento de movimientos no
lo que “oye”, no a lo que “ve”. Y lo que oye debe ser el relacionales (como los mencionados anteriormente), decla-
mensaje claramente emitido, interrogado sobre su compren- ran una manera de relacionarse, manifiestan la poca impor-

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tancia que tiene el otro y, en consecuencia, las pocas ganas Los primeros estudiosos de la lingüística estaban mucho
que se tienen de establecer un proceso comunicativo. más preocupados por la génesis de los signos y por su trans-
Cuando esto se produce en una relación laboral, las perso- misión que por la relación nacida entre los comunicantes. Es
nas suelen actuar deseando demostrar que en la relación no evidente que las dos posiciones son importantes, tanto im-
existe un trato afectivo, suponiendo que ello es natural en tales porta el sistema de codificación-descodificación de los sig-
situaciones. Fatal error: dado que estamos insistiendo en que nos como el esquema de relaciones que se establece entre
los mensajes pasan, se canalizan, se potencian o se niegan pre- los participantes; las dos cosas, unidas, determinan la citada
cisamente a través de los gestos relacionales que realizamos. eficacia.
Fundamentalmente, dichos gestos son: discretas sonrisas No obstante, las apreciaciones de Lasswell importan mu-
acompañadas de una mirada, pequeños gestos de saludo con cho porque dan énfasis al emisor, a quién es el emisor y, en
las manos, palabras de saludo, miradas abiertas mientras se consecuencia, qué relación mantiene conmigo, cuáles son
está hablando con una tercera persona. Todo ello dirigido a sus aspectos de credibilidad, de autoridad, de afecto, etc. Si
que las personas, recién llegadas o no (p. ej., una reunión en me pregunto quién es el emisor, estoy planteándome tam-
la que un elemento es sistemáticamente olvidado), se sientan bién cómo es. Y si, además, me preocupa cómo transmite el
partícipes del grupo. mensaje, estoy “intuyendo” aspectos de intencionalidad de-
Lair Ribeiro habla de una zona de comodidad, en la que rivados de la forma del mensaje y de la relación establecida.
la persona no se halla como una desconocida, no siente que Igual ocurre si me pregunto quién es el emisor y, funda-
su presencia es un inconveniente y no genera, a su vez, inco- mentalmente, qué intención tiene cuando me emite el men-
modidad en el resto de los elementos del grupo (o en rela- saje. Tales preguntas están mucho más cerca de lo que en la
ción a otra persona aunque sea singular). Asegura Ribeiro actualidad denominamos “psicolingüística” que de la lin-
que la repercusión de un mensaje (él habla también del güística tradicional. Nos hallamos, ya a mediados de siglo,
aprendizaje), se establece siempre en la zona de comodidad. ante la necesidad de estudiar qué relaciones se establecen
Ello quiere decir, dado que son los movimientos corporales entre los comunicantes, qué verdadera intención les mueve
los que establecen fundamentalmente la relación, que son los al transmitirse sus mensajes y cómo lo hacen.
gestos, miradas, expresiones, cercanías, posturas, etc., lo que Lo que parece evidente es que la “interpretación” que ha-
determina dicha zona. cemos del otro, del interlocutor, se nos presenta de forma
Ribeiro expresa lo dicho con una frase interesante: “La muy rápida. Ello quiere decir que la “interpretación-valora-
postura corporal habla más alto que la voz”. ción” de los participantes en un proceso de comunicación
(uno del otro) es la interpretación-valoración de las señales
emitidas. Todo lo que el otro puede interpretar de nosotros,
Ver, oír y “sentir”. es porque nosotros lo hemos manifestado. Es decir, el recep-
Las personas nos vemos, tor no tiene más datos que los que nosotros le ofrecemos.
nos oímos y nos “sentimos” Puede interpretarlos como le parezca ( y, probablemente, los
interpretará a partir de unas pautas culturales más o menos
Ya en el año 1948, Harold Lasswell explicaba que los com- universales, como decíamos), pero lo que está claro es que la
ponentes fundamentales de un proceso de comunicación son información sobre nosotros se la hemos dado nosotros mis-
cinco: a) quién emite el mensaje; b) qué dice dicho mensaje; mos. Esto hace referencia, por supuesto, a la información
c) cómo lo dice y por qué medios; d) a quién lo dice, y e) “presencial”, no a la posible información que le llegara de
con qué efecto lo dice. terceras personas o de la interpretación general del grupo al
Es interesante notar cómo, medio siglo después, los ele- que pertenezco.
mentos esenciales que preconiza la “nueva comunicación” Catherine Cudicio, una de las autoras más interesantes de
siguen siendo los mismos, más o menos. Ello no es extraor- la PNL, habla del sistema analógico de “interpretación” de lo
dinariamente normal, en el caso de los estudios lingüísticos, externo a nosotros (anteriormente habíamos mencionado las
porque es conocido que sólo recientemente se habla de las señales analógicas). Para Cudicio, el sistema analógico es el
relaciones “psicológicas” (por llamarlas así) que se estable- que nos permite las actuaciones relativas a la intuición, la
cen entre emisor y receptor en una situación presencial (y síntesis, la comprensión global de un suceso, el comporta-
presencial es también el teléfono o una carta). miento no verbal y las emociones.
La convicción de que entre emisor y receptor se establece Nos hallamos, dice Cudicio, por primera vez con una per-
una “corriente” más o menos afectiva, nacida fundamental- sona, nuestro sistema analógico se pone en marcha rápida-
mente de la forma del mensaje y de la interpretación simul- mente para hacer una interpretación global del conjunto de
tánea que los comunicantes hacen uno del otro, no tiene una estímulos que recibe, llegamos a la conclusión (consciente o
larga tradición, especialmente si la eficacia o no del proceso inconscientemente) de que tal persona “no nos cae bien”. A
se hace depender, en parte, de dicha relación. partir de este momento, sigue diciendo Cudicio, será el siste-

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Volumen 7, Número 9, Noviembre 2000

ma asociativo el que se pondrá en marcha para intentar “ra- esquema de representación de la realidad que se traduce en
zonar” dicha “sensación”. Razonamientos para buscar justi- los gestos que transmite a sus compañeros de grupo. Análi-
ficaciones que refuercen el sentimiento o razonamientos que sis éste que posibilita la comprensión más o menos universal
lo nieguen (“no puede ser que me caiga mal una persona a la (como decíamos anteriormente) de los gestos, por lo menos
que no conozco”, “estoy haciendo una injusticia”, “me mue- dentro del ámbito de una determinada cultura.
vo por prejuicios”). El sistema analógico haría una interpre- Es en este sentido en el que pueden hallarse los tres “ca-
tación global y rápida de las señales recibidas, mientras que nales” (la denominación no es extraordinariamente correcta
el sistema asociativo elaboraría, lentamente, la interpreta- pero, supongo, comprensible) sensitivos predominantes en
ción de los detalles a partir del razonamiento. las personas. Incluso podríamos hablar de culturas que son
En el sentido interpretativo que da Cudicio a las señales predominantemente visuales, auditivas o kinestésicas, según
analógicas (que ahora podemos decir que, además, son ma- la predominancia gestual “corra” por uno de estos cauces.
nejadas a través del denominado sistema analógico), lo que
resultaría interesante es hallar los “canales” sensitivos más
importantes o “naturales” de emisión y recepción de estímu- Las “señales mínimas”.
los-señales. Vigile la voz, la mirada
Parece ser que podríamos “clasificar” (y el término es y la postura
muy malo) a las personas según la predominancia del canal
sensitivo por el que perciben las señales del otro. Se trata de Roger Neighbour, entre otros (p. ej. el citado Poyatos), in-
analizar lo que se ha denominado sistema de representación tenta sistematizar las señales mínimas (no exactamente los
sensorial dominante. “kinemas”, éstos serían aún más “pequeños”, para entender-
Ello querría decir que las personas “emitimos y recibimos” nos, las “letras” de las señales, de los gestos) que emite el
predominantemente por lo que hemos denominado un “canal” cuerpo humano en situación comunicativa, diferenciando
sensorial: la vista, el oído, la percepción “afectiva”. Los movi- el sentido predominante de emisión y recepción (la Progra-
mientos que realizan las personas son emitidos por uno de es- mación Neurolingüística sería la escuela que mayor interés
tos canales y son percibidos, también, por el mismo. Así, una ha tenido en dicha matización).
persona concreta es predominantemente visual cuando las se- Si tomáramos la clasificación de Neighbour para ha-
ñales que emite con mayor frecuencia y que interpreta del llar dichas señales mínimas, podríamos hacer el siguiente
emisor son las que “entran” por los ojos, lo que se “ve”. Otra, cuadro:
sería predominantemente auditiva cuando el “canal” más sig-
nificativo para sus relaciones no verbales fuera el oído y, fi- Aspectos visuales:
nalmente, otra podría ser predominantemente kinestésica,
cuando las señales usadas pertenecieran a otros “sentidos”, lo – Expresión facial.
que huele, lo que siente, lo que nota, la cercanía, etc. – Mirada.
En general, al estudio del conjunto de señales emitidas – Contacto ocular.
por el ser humano en un proceso de relación interpersonal se – Señales de acceso de los movimientos oculares.
le denomina kinésica, englobando en dicha denominación
todos los sentidos a través de los cuales emitimos y recibi- Aspectos auditivos:
mos. Probablemente, el padre de dichos estudios es Ray
Birdwhistell (muy relacionado con Margaret Mead y Gre- – Ritmo.
gory Bateson, estudiosos de la denominada y ya citada Es- – Tono.
cuela de Palo Alto). – Volumen.
En esta dirección, en la determinación de los movimien- – Cadencia.
tos corporales y en su influencia sobre el mensaje transmiti- – Modulación.
do a través de signos (codificados), giran los estudios que
relacionan los “gestos” con el mensaje propiamente lingüís- Aspectos kinestésicos:
tico. Birdwhistell analiza muy detenidamente los gestos de
las personas, sus manifestaciones “corporales”, llegando a – Postura.
determinar la existencia de los kinemas, la unidad menor de – Distancia.
un gesto (de la misma manera que el fonema lo sería de la – Contacto.
fonología o el morfema de la morfología). Ello le permite – Gestos.
“desmenuzar” los gestos de tal manera que pueda hallar un – Movilidad.
determinado sentido a cada uno de ellos, dentro del contexto – Tono muscular.
cultural, por supuesto, asumiendo que cada cultura tiene un – Respiración.

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J. Llacuna Morera.– La comunicación no verbal (I): ¿cómo interpretar los gestos de nuestro interlocutor?

Deberíamos introducir en este apartado la idea de que, a involuntaria, etc.): nos hallamos ante una persona que emite
pesar de la “universalidad” que atribuimos a las señales emi- señales y nos resulta difícil no relacionarnos a través de la
tidas por el cuerpo (señales, como ya hemos indicado varias interpretación de las mismas, tal como antes señalábamos.
veces, que no pertenecen a un código y que se dan en un Es importante dicho control (y para controlar es necesario
contexto cultural), no sería “correcto”, más en un sentido so- “saber”), para que no ocurra lo que también comentábamos:
cial que comunicativo, “fichar” (valga la expresión) a las el deseo de hallar una explicación razonada a lo que es una
personas según las manifestaciones no verbales que transmi- interpretación cultural.
ten. Sería profundamente injusto que la interpretación que Si pudiéramos marcar unas ciertas pautas de observación
hacemos de una mirada, de una postura o de un tono de voz (señalando que únicamente se trata de unas “pautas”) y utili-
determinara una relación negativa con el emisor, especial- záramos los elementos señalados anteriormente, diríamos:
mente si esa interpretación conlleva aspectos perjudiciales
para el interpretado. La expresión facial. La cara es el espejo
Por poner un ejemplo muy elemental, pero de gran efica- del alma (o, por lo menos, eso dicen)
cia, al finalizar el último curso universitario que imparto re- Se supone que las expresiones de la cara son aspectos clara-
gularmente y que aborda el tema de la comunicación en el mente universales. Expresión de dolor, de ira, de temor, etc.,
mundo del trabajo, se me ocurrió preguntar a mis alumnos suelen ser parecidas en todas las culturas. El rostro ha sido
(50 estudiantes de los últimos cursos de carrera) cuál sería considerado desde siempre como la expresión del “alma” de
para ellos, gente joven, la “señal” corporal que con mayor la persona, y suele decirse que, a partir de los 40 años, todos
fuerza rechazan. Curiosamente, existió casi unanimidad en tenemos la cara “que nos merecemos” o que “hemos desea-
aceptar que la señal capaz de crear un fuerte rechazo hacia do tener”. Existe un libro de muy reciente publicación que
quién la emitía era “oler mal”. trata del tema, desde diversos puntos de vista: El rostro, de
Parece que el entorno cultural (el “contexto”, tan impor- Daniel McNeill.
tante en los temas de comunicación) en el que suele moverse En todo caso, son los ojos los determinantes de dicha ex-
la juventud universitaria (y probablemente toda), amparada presión facial. No olvidemos que los ojos son la “llave” de
en movimientos sociales que, muy adecuadamente, propi- la comunicación interpersonal. Tan positivo resulta mirar a
cian la higiene corporal, han creado un entorno comunicati- los ojos del otro comunicante, como mirarlos intensamente
vo en el cual se valora muy positivamente oler bien y se re- en determinadas situaciones. En principio, debemos decir
chaza lo contrario. Aspecto éste que, como sabemos, deter- que la “norma” general es hablar mirando a los ojos de la
mina el consumo, por otra parte, de determinados productos otra persona, pero dicho mirar (el contacto ocular) está rela-
personales relacionados con los olores (perfumes, colonias, cionado con dos cosas: en primer lugar, con la situación y,
desodorantes, etc.). en segundo, con la distancia entre las personas (proxemia).
No sabremos si la publicidad ha creado la necesidad o si El contacto ocular, el mantenimiento de la mirada, puede
la necesidad ha potenciado la existencia de los productos; denunciar agresividad, si el contexto la propicia. En dichos
esta realidad social suele quedar siempre en la duda. En todo momentos, una buena manera de “desconectar” de tal agre-
caso, lo que nos interesa analizar es cómo una señal ha to- sividad es romper el lazo comunicativo que establecíamos
mado la importancia que tiene en la actualidad y, mucho con los ojos. Recordemos las veces que hemos “reñido” a
más importante y directamente relacionado con lo que decía- uno de nuestros hijos por “mantener una mirada desafiante”
mos, hasta qué punto una señal interpretada negativamente y, pocos minutos después, le hemos increpado precisamente
puede condicionar la relación interpersonal e, incluso, la porque no nos “mira” cuando le hablamos.
convivencia social. Dicha contradicción es absolutamente normal, dado que
Los mismos alumnos y alumnas aceptaban que dicha in- el contacto ocular, la interpretación del mismo, depende de
terpretación negativa les “obligaba” a ser injustos con com- la situación. Notemos que, en el primer caso, lo que desea-
pañeros y compañeras que, al margen del olor, eran personas mos es que el receptor, el niño en este caso, se “humille” an-
afables, trabajadoras, competentes, etc. La señal se imponía, te nuestra presencia. Obligar a desviar la mirada es vencer
consciente o inconscientemente, por encima de la “objetivi- en una absurda competencia comunicativa.
dad” y determinaba, tal vez injustamente, una relación. En el segundo caso, cuando somos nosotros quienes ha-
Por ello, deberíamos ser capaces de no dejarnos “determi- blamos, cuando dirigimos la expresión verbal, deseamos que
nar” de una manera tan contundente por las señales emitidas. nos miren a los ojos, como un acto de aceptación de nuestras
Controlar nuestra interpretación nos permitirá, conociendo palabras.
el “sentido”, más o menos exacto, de la señal generar un tipo En la situación de habla, lo “normal” es establecer un
de relación en la cual primen más los aspectos que nos inte- contacto ocular más o menos constante con el otro. Ello,
resen. Es cierto que la interpretación de las señales suele ser fundamentalmente, potencia la sensación por parte del otro
una actividad fundamentalmente inconsciente (automática, de que estamos atendiendo lo que dice. Es mucho más im-

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Volumen 7, Número 9, Noviembre 2000

portante mirar cuando escuchamos que cuando hablamos. emisor) como aspectos de futuro, y hacia la izquierda como
Cuando escuchamos, aspecto éste tan difícil, debemos esta- aspectos de recuerdo. Puede que dicha interpretación sea
blecer el mayor número posible de contactos con el emisor, muy elemental (no deja de ser curioso, y no es una crítica a
sólo así éste será consciente de que el mensaje está llegando la escuela de la PNL) que “mirar” hacia la izquierda (el ori-
y está interesando. Ello no niega en absoluto la importancia gen, en nuestra cultura las cosas empiezan por la izquierda)
de mirar también cuando se habla. No obstante, la “norma” sea recordar, y mirar hacia la derecha (la derecha es lo “si-
puede convertirse en obsesiva si no existen momentos de guiente”, las cosas van, en nuestra cultura, de izquierda a de-
“descanso”, por llamarlos así. Recordemos que una insisten- recha) sea visionar el futuro.
cia gratuita puede hacer que el receptor se halle excesiva- Probablemente sea cierto, y tal vez, y esto sería muy inte-
mente presionado por nuestra presencia. La mirada, el con- resante comprobarlo científicamente, el hecho de que nues-
tacto ocular, es una señal fuerte, tal vez la más fuerte, de ahí tra cultura discurra de izquierda a derecha (escritura y todo
la prudencia en su “utilización”. lo relacionado con ella: calendarios, desplazamiento de las
El otro aspecto del que depende dicha señal es la distan- páginas de los libros, incluso la mayoría de las aperturas de
cia entre los comunicantes. Tradicionalmente, la proxemia puertas, etc.) determine el movimiento incluso de los ojos.
nos señala que cuando los comunicantes se hallan entre 3 y Sería sumamente interesante constatar que un sentido de
8 m de distancia nos hallamos a una distancia pública, cuan- movimiento, asumido culturalmente a través de los tiempos,
do se hallan entre 1,2 y 2 a una distancia social, y entre 0,5 y determina un movimiento inconsciente de nuestro cuerpo.
0,75 m a una distancia personal. Dichas distancias suelen En todo caso, así lo afirma la PNL y no es una escuela, pre-
ser más o menos así en las culturas a las que pertenecemos cisamente, que no haya estudiado en profundidad dichos te-
en el mundo occidental y no tienen por qué ser las mismas en mas y que no esté de constante actualidad.
otras latitudes. Particularmente, sin menospreciar los accesos de los mo-
Lo importante, refiriéndonos a la mirada (aunque, por su- vimientos oculares de la PNL, considero que la importancia
puesto, dichas distancias deben ser también consideradas pa- de los movimientos oculares estriba más en la armonía de
ra la postura general del cuerpo), es que no podemos “rom- los mismos frente al nerviosismo (por llamarlo así) del cons-
per” la norma social que nos impide mirar a distancias acci- tante mirar a un sitio u otro. Cuando nos hallamos frente a
dentalmente irregulares. Tal sería el caso de mirar fijamente un interlocutor, la prueba más clara de inestabilidad, nervio-
a los ojos a un pasajero del metro que tenemos materialmen- sismo, temor, duda, tensión, etc., es, obviamente, la constan-
te pegado a nosotros en un trayecto de hora punta, o en un te movilidad de la mirada, la incapacidad de centrarla en al-
ascensor. Se trata, deliberadamente, de aceptar que la situa- go concreto, en nosotros (como receptores) o en los objetos
ción de cercanía es una circunstancia accidental y que no a los que desea hacer referencia.
reúne las características normales de tal contacto. La mirada
sería, en esos casos, impertinente. Lo que oímos. La “voz” de las palabras.
En las situaciones de distancia pública y distancia social, El rapport entre los comunicantes.
la actuación debería ser la indicada anteriormente. Recorde- ¿Quiere usted bailar conmigo?
mos que la distancia social es la que mantiene un médico Si hacemos referencia al sonido de las palabras, podremos
con un paciente (en la consulta, no en una exploración), y notar que una misma expresión fonética puede “decirse” de
que la distancia pública es la normal en una situación docen- muchas maneras. Es evidente que nos estamos refiriendo a
te, por ejemplo. la forma de decirse los mensajes, pero podríamos hablar
Finalmente, en lo que hace referencia al rostro, y específi- también (y estaríamos hablando propiamente de “señales”),
camente a los ojos, debemos citar lo que hemos denominado de los ruidos que emite nuestro cuerpo tanto mientras habla-
como movimientos oculares, que darán lugar a las señales mos como cuando no. Estos ruidos, tan universalizables co-
de acceso. Tradicionalmente, y simplificando mucho, la mo los gestos, las miradas y la expresión facial, no tienen
PNL suele diferenciar dichas señales en movimientos de los que estar forzosamente unidos a la emisión de signos lin-
ojos hacia arriba, hacia abajo y hacia los lados. güísticos (signos descodificables), pueden darse al margen
La interpretación, según dicha escuela, es que los movi- de ellos.
mientos hacia la derecha (del emisor de la señal) suponen Poyatos distingue, en el apartado Componentes personales
que dicho emisor está pensando (hacia arriba una escena, ha- sensibles corporales (en actividades no comportamentales),
cia el lado sonidos o palabras, hacia abajo sentimientos). los ruidos que emite el cuerpo como aquellos que tienen una
Cuando la mirada se dirige hacia la izquierda, el emisor está percepción social de aquellos que tienen una percepción clí-
recordando (hacia arriba una escena, hacia el lado sonidos o nica. Los ruidos que hacemos al andar transmiten informa-
palabras y hacia abajo lo que está hablando). ción; los bostezos, toses, etc. transmiten también informa-
Resumiendo, suelen interpretarse las señales de acceso re- ción. Dan información “social”, siempre a través de la inter-
lacionando los movimientos hacia la derecha (siempre del pretación cultural de los mismos (en este campo, la

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J. Llacuna Morera.– La comunicación no verbal (I): ¿cómo interpretar los gestos de nuestro interlocutor?

interpretación cultural es muy importante, no olvidemos las Existen aspectos de la voz que pueden modificarse, otros,
diversas interpretaciones que tienen determinados ruidos re- evidentemente, no. Los aspectos inmodificables, los que re-
lacionados con el comer y su aceptación positiva o negativa). presentan aspectos “profundos” de nuestra forma de comu-
El cuerpo emite también sonidos “clínicos”, el corazón “va” nicarnos, suelen permitirnos observar pautas de interpreta-
más rápido o menos rápido informando, en situación no pato- ción de la realidad (tal es el caso de los “canales” visuales,
lógica, del estado de ánimo, por ejemplo, del emisor (existen auditivos o kinestésicos que, en el fondo, no dejan de ser
también en este aspecto, sonidos claramente interpretados de una forma de interpretación del mundo, a partir de lo que ve-
diferente manera según la cultura a la que se pertenece). mos, oímos o sentimos). Los aspectos modificables de la
Aquí, no obstante, nos referiremos al sonido de las pala- voz representan las exigencias de relación (hablar en voz
bras, a la forma de dicción de las mismas; en primer lugar, muy alta, rápidamente, entrecortadamente, etc.), representan
porque son una fuente de información muy importante y, en el modelo de relación que seleccionamos para entendernos
segundo lugar, porque dichas señales son fácilmente obser- con el interlocutor (deseo herirle, impresionarle, intimidarle,
vables. humillarle, potenciarle, etc.). Cuando esto es así, selecciona-
Cuando hablamos de la “voz” de las palabras, estamos mos un volumen, un ritmo y una cadencia específicos, aque-
hablando (por seguir la clasificación hecha anteriormente), llas señales-formas que correspondan al esquema cultural
del ritmo, el tono, el volumen, la cadencia y la modulación. que nos interesa transmitir y que deben determinar la rela-
Hablar rápida o lentamente es una señal que aporta mucha ción con el interlocutor.
información sobre el emisor. La PNL asocia el ritmo rápido, Lo interesante del proceso de determinación del rapport,
la respiración superficial y también rápida, el hablar a a través de los aspectos no verbales de la voz, es la capaci-
“trompicones” con los emisores predominantemente visua- dad que tenemos de modificarlo. Esto quiere decir: pode-
les, aquellos, como antes decíamos, que “usan” la vista co- mos, con tiempo y experiencia, “llevar” al emisor a nuestro
mo el canal predominante de la transmisión de mensajes no campo, estableciendo unos nuevos parámetros del rapport.
verbales. Necesitan ver las cosas para creerlas, para aceptar- Podemos tranquilizar, bajar la tensión, negar aspectos vio-
las, para “entrar” en ellas. Su ritmo al hablar es rápido, seco, lentos, simplemente introduciendo en nuestra forma de ha-
a “golpes”. Las palabras aluden a una realidad que es nece- blar las oportunas señales que modifiquen la relación.
sario ver para constatarla. La escuela de Palo Alto “descubrió” hace tiempo que la
Los ritmos medios, acompañados de una respiración más manera de disminuir la tensión comunicativa entre dos inter-
profunda, suelen corresponder a personas predominantemen- locuores era, precisamente, “soltar” muy lentamente los as-
te auditivas. En ellas sí es importante lo que están oyendo, la pectos determinantes de dicha tensión. Por decirlo en otras
“forma” de las palabras. palabras: podemos “atenuar” una agresión verbal no “bailan-
Los ritmos lentos, con grandes pausas, con respiraciones do” con las mismas formas (no gritando, no precipitándo-
profundas y amplias, corresponderían a personas predomi- nos, no hablando rápidamente), “obligando” al emisor a
nantemente kinestésicas, personas que requieren el contacto acercarse, muy lentamente, al rapport que nosotros hemos
de los demás, que atienden más a sentimientos, a relacionar- propuesto, a la forma de relación que consideramos más po-
se afectivamente. sitiva.
El ritmo se une a la cadencia. ¿Se emiten los sonidos, las Este obligar al emisor a “bailar al son que nosotros toca-
palabras, de manera regular? Y esta cadencia se suma a la mos”, esta “descarga” de aspectos generadores de tensión, se
modulación. obtiene, fundamentalmente, a través de las señales de la voz,
Pero donde hallamos aspectos más informativos es en el de los aspectos no codificados de la expresión lingüística.
tono de la voz. El tono es alto o bajo. Los tonos bajos co-
rresponden a personas más kinestésicas, los tonos altos a Las “posturas” del cuerpo.
personas más visuales. Notemos que esta interpretación in- Las señales kinestésicas
forma al receptor de las características comunicativo-rela- La disposición que el cuerpo adquiere en el espacio es fun-
cionales. Las “exigencias” que el emisor establece para ge- damental como aporte de información. Cuando hablamos de
nerar el rapport. señales kinestésicas, no estamos, no obstante, hablando úni-
Helmut Krusche identifica el rapport como “una especie camente de posturas, estamos hablando del conjunto de se-
de tierno abrazo”. Alexa Mohl habla de sintonía, de estable- ñales que emisor y receptor (uno del otro) perciben y le obli-
cer los lazos que permitan una correcta relación. En ocasio- gan a “sentir” de determinada manera. Los conceptos “sen-
nes, se ha identificado el rapport con el arte de “bailar” en tir”, “notar” o “intuir” suponen la apreciación sensorial de la
un proceso comunicativo, el arte de moverse juntos, de ma- persona de aspectos “más allá de lo que se ve y se oye”. En
nera armónica. Tal vez sean las señales de la voz las que de- este sentido, olores, vestimenta, modas, complementos, dis-
terminen mejor la posibilidad de establecer la sintonía opor- tribución del espacio físico en el que se comunica, adornos,
tuna entre dos personas. útiles materiales en los que se apoya la comunicación y, por

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Volumen 7, Número 9, Noviembre 2000

supuesto, las posturas (que incorporan los grandes “gestos” partir). El estudio de Sommer se realizó en cafeterías, salas
del cuerpo), suponen los indicadores que transmitimos a los de reunión y despachos.
demás y que darían lugar a la denominada “interpretación En lo que hace referencia a las extremidades, podemos
kinestésica”. hablar de cuatro posiciones generales de los brazos y cuatro
Para sistematizar una tan amplia gama de señales, podría- de las piernas. Básicamente, los brazos pueden cruzarse (so-
mos hablar, fundamentalmente de: proximidad entre los co- lemos interpretarlo como gesto de defensa y protección), en
municantes (la proxemia ya comentada), postura general del reposo a lo largo del cuerpo (cierta comodidad, reposo, tran-
cuerpo, señales de las extremidades, manos, contactos físi- quilidad), agarrando las manos por detrás de la espalda (co-
cos entre emisor y receptor y movilidad general. modidad, seguridad, autoridad) y cruzarlos por detrás de la
La postura general, relajación-tensión, suele percibirse cabeza (seguridad, arrogancia, satisfacción). En cuanto a las
cuando la persona está sentada. Es en este momento en el piernas, podemos cruzarlas en las rodillas (cierta señal de
que con mayor facilidad puede percatarse dicha señal. Es in- defensa), abrirlas (arrogancia, confianza, comodidad), cru-
teresante observar el acercamiento corporal de uno de los zarlas con el tobillo una sobre la rodilla de la otra (arrogan-
hablantes, con el cuerpo inclinado hacia delante, mirando al cia, superioridad, seguridad) y moverlas continuamente (in-
otro y con las extremidades y manos en reposo. Se trata de seguridad, nerviosismo).
una situación de atención importante para indicar la capaci- Notemos que cada una de estas posiciones tiene impor-
dad receptora. Es lo que denominamos postura de escucha tancia, en el estudio de la comunicación humana, siempre
activa. Dicha postura (que supone, por otra parte, la recep- que se adoptan frente al interlocutor. Es muy importante, pa-
ción de los signos y su correcta descodificación) ofrece al ra poder hablar de cierta universalización interpretativa (que
interlocutor los aspectos afectivos que determinarán el acer- hemos considerado fundamental desde el inicio), no alejar-
camiento personal. nos del contexto cultural en el que tal postura se da y, más
En ocasiones, dicha postura de recepción se acompaña del importante aún, considerar que tal postura es “natural” en la
gesto de hablar por teléfono, gesto que consiste en apoyar la situación que analizamos (la naturalidad hace referencia al
cara sobre una mano, cerca de la oreja. Dicha posición suele deseo, generalmente inconsciente, de establecer un tipo de
corresponder a las personas que hemos considerado predo- relación concreta con el interlocutor). H. Wallon, ya en el
minantemente auditivas. En todo caso, supone una postura año 1952, establecía la comparación de los aspectos no ver-
(y un correspondiente gesto) de recepción activa, de aten- bales de la comunicación con los gestos que los niños reali-
ción. zan antes de controlar los signos propios de lo que será su
La posición de atención, que mantiene el cuerpo “quieto”, lengua materna. Dichos gestos se realizan con el único obje-
se aprecia, como decimos, cuando el individuo está sentado. tivo de establecer una relación con los adultos. A dichos
Si la postura de quietud se produce estando de pie, suele in- gestos los denomina “gestos de expresión”, a través de los
terpretarse como indicativo de cierta autoridad. El cuerpo se cuales establecemos nuestras actitudes de prestancia, orien-
“ofrece” para ser visto en estado de rigidez (hay quienes ha- tación hacia los otros, llamada, etc. El lenguaje gestual ten-
blan de “posición militar”). dría por función mantener ciertas funciones expresivas del
Sentado, el cuerpo puede adoptar un aire de “flacidez”; discurso: indicación, imitación, referencial, reproductiva,
dicha situación corporal se ofrece en situaciones de confian- acompañamiento, sustitución, etc. Se trata de establecer lo
za o de menosprecio al receptor. No es una posición que de- que algunos autores han denominado la “estrategia de rela-
note interés hacia el mensaje que se recibe. ción” (sobre la que se manifiesta la comunicación a través
La postura que adopta el cuerpo, como toda señal, repre- de signos codificados).
senta la manera específica de establecer la relación entre los Con ello queremos decir que las apreciaciones interpreta-
comunicantes. En este sentido, y hablando de posturas (es- tivas que estamos manifestando sólo pueden ser válidas co-
pecialmente en sectores profesionales en los que el diálogo mo elementos de relación. El “significado” debe estar rela-
es importante), es interesante la diferenciación que se hace cionado con el contexto, con la particular situación comuni-
en los trabajos de Sommer. Dicho autor, especialmente pre- cativa de los interlocutores.
ocupado por la interacción entre personas en grupos peque- Finalmente, las manos representan un aspecto muy im-
ños, habla de situaciones de “cooperación” (nos acercamos, portante en la emisión de señales. Puede asociarse este as-
nos miramos, estamos en gesto de escucha activa), de “cola- pecto al de la movilidad general del cuerpo, dado que son
boración” (trabajamos juntos, nos sentamos uno al lado de las manos los elementos que más suelen moverse en un pro-
otro, nos acercamos más, dirigimos la mirada al mismo pun- ceso de interacción personal. En general, mostrar las manos
to de colaboración exterior) y de “competencia” (mantene- es una señal de apertura hacia el otro y esconderlas una se-
mos posturas rígidas, nos alejamos, interponemos muebles ñal de cerrazón, introspección, deseo de no mostrar, de no
entre los dos, hablamos con ritmos rápidos, miramos al es- querer que el interlocutor conozca las verdaderas intencio-
pacio cuando expresamos ideas que el otro no desea com- nes del emisor.

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Ya indicábamos anteriormente que tocarse las manos


(frotárselas, estrechárselas, “jugar” con ellas) suele ser un
indicador de centrarse sobre uno mismo. Mostrar al otro que
la relación que se desea establecer parte de uno, tiene a ese
emisor por centro. No suele ser un buen punto de partida pa-
ra un encuentro, para una entrevista.
Mantener las manos ocupadas mientras se habla con una
persona es indicar que la atención no se dirige a ella. Puede
ocurrir, es muy frecuente, que ocupemos las manos con al-
gún elemento concreto (“somatoadaptadores” y “objeto-
adaptadores”, en denominación de Poyatos), como un bolí-
grafo, un cigarrillo, papeles, etc. Suele indicar, aparte de la
tradicional inseguridad de relación, la necesidad de apoyar
nuestra relación en algo que está fuera de nosotros. La co-
municación con aportes más positivos en la relación debería
prescindir de tales elementos.
Otra manifestación muy frecuente realizada con las ma-
nos es la de tocarse alguna parte del cuerpo. Suele tocarse la
cara, las rodillas, los brazos. De una manera u otra, estamos
utilizando partes de nuestro cuerpo como somatoadaptado-
res. Diremos, como conclusión, que las manos deben verse
(podríamos hablar de las manos como la “segunda llave” de
acceso a la comunicación interpersonal; los ojos serían, co-
mo decíamos, la primera), de manera que se “ofrecen” (de
ahí tantos rituales comunicativos que tienen las manos por
elemento), como base de una relación amistosa, con el deseo
de establecer una relación empática.

Bibliografía general

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