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Efectos de la música
en el cerebro
Autor: Christopher I. Sierra P.
Mayo de 2018.
ÍNDICE
Objetivos Específicos.
La música tiene un pasado muy largo, tanto o más que el lenguaje verbal.
¿Cómo los sabemos? Por hallazgos arqueológicos de flautas construidas con
hueso de ave, cuya antigüedad se cree de 6.000 a 8.000 años. Existen diversas
teorías sobre esta coexistencia íntima con la música en la evolución. Algunas de
estas se dieron porque al estudiar la respuesta del cerebro a la música, las áreas
claves que se ven involucradas son las del control y la ejecución de movimientos.
Una de las teorías dice que ésta es la razón por la que se desarrolló la música:
para ayudarnos a todos a movernos juntos. Y la razón por la que esto tendría un
beneficio evolutivo es que cuando la gente se mueve al unísono tiende a actuar de
forma más humanitaria y estar más unida. Algunos científicos, a su vez, proponen
que la influencia de la música sobre nosotros puede haber surgido de un hecho
accidental, por la capacidad de ésta para envolver los sistemas cerebrales
construidos para otros fines, tales como el lenguaje, la emoción y el movimiento.
Ahora bien, si ya sabemos que la música ha estado con nosotros desde hace más
de 8.000 años, ¿qué efectos tiene ahora la música en el cerebro? Escuchamos
música desde la cuna o, incluso, en el período de gestación. Los bebés, en los
primeros meses de vida, tienen la capacidad de responder a melodías antes que a
una comunicación verbal de sus padres. Los sonidos musicales suaves los relajan.
Se sabe también que niños prematuros que no pueden dormir son beneficiados
por los latidos de la madre o sonidos que los imitan. Otro ejemplo muy importante
es la música en las películas… manipulan nuestras emociones. Philip Ball, autor
de "El instinto de la música", afirma que las bandas sonoras pueden producir
reacciones de cualquier tipo, dependiendo de si la música sea buena o mala.En
2007, las audiencias del film de horror "Actividad Paranormal" reportaron haber
sentido altos niveles de miedo a pesar de la falta de acción en la pantalla. Se
piensa que fueron provocados por ondas sonoras de baja frecuencia.
Sabemos también que los que son músicos, tienen mejores beneficios que
los que sólo la escuchan, ya que, al comparar a músicos con no músicos,
encontramos que los primeros tienen más actividad en el área del lóbulo temporal,
lo hacen de los dos lados del cerebro, y en una parte donde los no músicos
normalmente reclutan para el lenguaje.
Justificación.
La música está considerada entre los elementos que causan más placer en la
vida. Libera dopamina en el cerebro como también lo hacen la comida, el sexo y
las drogas. Todos ellos son estímulos que dependen de un circuito cerebral
subcortical en el sistema límbico, es decir, aquel sistema formado por estructuras
cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales.
Como dijimos anteriormente, la música manipula nuestras emociones.
En los músicos, a diferencia de los que sólo escuchan música, la zona cuya
función es registrar y diferenciar los estímulos acústicos es un 25% más grande
que en el de las personas que jamás han tocado un instrumento; varias áreas del
cerebro, como la corteza motora primaria y el cerebelo que están involucrados con
el movimiento y la coordinación, también es más grande en músicos adultos que
en no músicos; desarrollan los dos hemisferios del cerebro mejor que los no
músicos.
Para poder empezar a hablar sobre qué efectos tiene la música sobre
nuestro cerebro, tenemos que saber su definición; la música es el arte de
combinar los sonidos en una secuencia temporal atendiendo a las leyes de la
armonía, la melodía y el ritmo, o de producirlos con instrumentos musicales, o,
más acorde a este tema, es el conjunto de sonidos sucesivos combinados según
este arte, que por lo general producen un efecto estético o expresivo y resultan
agradables al oído. Ahora, ¿qué es ‘’efecto’’? En términos generales, es una cosa
producida por una causa, o, más acorde a este tema, es la impresión producida en
el ánimo.
Partes de la música.
El ritmo.
La melodía.
Los matices.
Sabemos que el sonido incide sobre nuestro oído estimulando células situadas
en el oído interno, células que traducen la energía mecánica en energía eléctrica,
es decir, potenciales de acción, el único lenguaje que el cerebro entiende. Estos
potenciales son todos iguales, provengan de la piel, de la retina del ojo o de las
papilas gustativas de la lengua. Pero en el caso de los sonidos, los potenciales
eléctricos, a través de vías específicas, llegan a la corteza cerebral auditiva
primaria localizada en el lóbulo temporal. El cerebro clasifica los sonidos en
bandas de frecuencia, en intensidades y duraciones, así como en graduaciones de
frecuencia, intensidad y duración.
Las células de la corteza auditiva primaria no sólo se excitan entre sí, sino que
también utilizan la inhibición para simplificar la información acústica, aumentar los
contrastes y suprimir los ruidos de fondo. No hay que olvidar que el cerebro está
sólo interesado en cambios y contrastes. Un sonido igual y constante termina por
no oírse, gracias a dos fenómenos: la adaptación de los receptores y un proceso
inhibitorio llamado habituación. Tampoco le interesa al cerebro la frecuencia
exacta de un sonido. Cualquier violinista puede cambiar su nota ‘la’ media de 440
a 450 hercios y el cerebro se adapta inmediatamente a ese cambio. Como se
mostrado, somos sordos respecto a las frecuencias exactas de los tonos, al
cerebro le interesan las distancias relativas entre las frecuencias más que las
frecuencias absolutas. Esto es válido para todos los sentidos. En la visión, la
luminosidad absoluta no es interesante para el cerebro, sino sólo los contrastes.
Por otra parte el cerebro no es ningún órgano pasivo. Envía fibras hacia las
células sensoriales del oído interno controlando su sensibilidad. Y también
participa activamente en los diversos escalones que recorre la información
auditiva, modificando y filtrando esa información. Esto quiere decir que los tonos
que percibimos no existen en la Naturaleza, sino que son atribuciones que la
corteza cerebral asigna a las señales eléctricas que le llegan desde la periferia,
interviniendo además en cada uno de las estaciones de relevo, desde el oído
hasta el lóbulo temporal. Sin este sistema centrífugo, el efecto llamado de “cocktail
party”, o sea la capacidad de escuchar una conversación en una fiesta, a pesar del
ruido de fondo, sería imposible. El cerebro no se contenta con el análisis de los
sonidos, sino que se preocupa más bien de la interpretación activa de esos
sonidos.
Los pacientes que sufren de amusia, o sea incapacidad para percibir la música,
mientras su capacidad lingüística permanezca intacta suelen tener lesiones en los
lóbulos temporales derecho o izquierdo. Sin embargo, los que mantienen su
capacidad musical, pero pierden las lingüísticas, suelen sufrir lesiones sólo en el
lóbulo temporal derecho.
Pero hay opiniones, como las del lingüista Steven Pinker, que se inclinan por
pensar que la música es una “auditory cheesecake”, o sea, una delicia auditiva,
algo marginal en la evolución, que, en el mejor de los casos es adaptativa al
promover una solidaridad del grupo.
Uno de los fundadores del laboratorio de investigación Brain, Music and Sound
[cerebro, música y sonido], en Canadá, el científico Robert Zatorre describe así los
mecanismos neuronales de percepción musical: una vez que los sonidos impactan
en el oído, se transmiten al tronco cerebral y de ahí a la corteza auditiva primaria;
estos impulsos viajan a redes distribuidas del cerebro importantes para la
percepción musical, pero también para el almacenamiento de la música ya
escuchada; la respuesta cerebral a los sonidos está condicionada por lo que se ha
escuchado anteriormente, dado que el cerebro tiene una base de datos
almacenada y proporcionada por todas las melodías conocidas.
Estas memorias fueron la base para una original investigación, liderada por
Agustín Ibáñez y Lucía Amoruso, que realizó el Instituto de Neurociencias
Cognitivas (INECO) sobre mecanismos cerebrales que permiten anticipar
acciones. Nuestro cerebro constantemente trata de anticipar qué va a suceder.
Para analizar esto, les mostraron a expertos bailarines de tango vídeos en los que,
según el nivel de experiencia, pudieran prever (o no) cuándo otros bailarines
cometerían un error. Mientras ellos observaban, se registró la activación de ciertas
regiones del cerebro con electroencefalograma de alta densidad. Esta
investigación reveló que solo en los expertos, 400 milisegundos antes de que se
iniciara la secuencia, la actividad cerebral ya anticipaba que iba a ocurrir un error.
Existen circuitos en la corteza cerebral involucrados en la percepción, codificación,
almacenamiento y en la construcción de los esquemas abstractos que representan
las regularidades extraídas de nuestras experiencias musicales previas. La
construcción de expectativas y su posible violación es clave para una respuesta
emocional.
Emoción.
Memoria.
Aprendizaje y Neuroplasticidad.
Atención.
Desde siempre se han atribuido poderes casi mágicos a la música y hay hasta
quienes aseguran que calma a las fieras, lo que a veces se tomaba como broma,
pero gracias a investigaciones que se realizaron sobre el tema hoy es posible
tener la certeza de que su influencia va más allá y que en verdad incide en la
estabilidad emocional y la salud física.
Dejar que los niños se acerquen a la música crea más enlaces y conexiones
neuronales. Son muchas, a veces quizá demasiadas, las voces que señalan los
beneficios de exponer a los niños a la música, incluso desde el vientre. Y como en
casi todos los asuntos que merecen atención, algunas de estas voces pueden
tener más o menos razón que otras.
Sin embargo, en lo que todas parecen estar de acuerdo es en que no hay nada
de malo, y sí mucho de bueno, en dar a los niños la posibilidad de desarrollar un
mejor sistema sensorial (esto es, de crear más enlaces en las conexiones
neuronales del cerebro) exponiéndolos no sólo a escuchar música, sino a
interpretarla, bien sea mediante el canto o aprendiendo algún instrumento.
No son pocos los estudios que ya demuestran que los niños que participan
plenamente en actividades musicales mejoran no sólo su memoria, su atención y
concentración sino, además, sus capacidades motrices y de razonamiento
complejo.
Escuchar música durante la infancia ayuda a los cerebros de los niños a crear
ciertos patrones. En la medida en la que más patrones cerebrales se puedan
formar en las edades más tempranas, existen mayores posibilidades de mejorar el
desempeño de los niños, tanto en actividades intelectuales como físicas.
Por ejemplo, algunos estudios señalan que los niños pueden recordar melodías
que han escuchado desde los tres meses de edad, y que asociar estas canciones
a ciertas tareas pueden ayudarlos a reproducir con más facilidad la tarea hecha
¿acaso no nos enseñaron a muchos a cepillarnos los dientes repitiendo una
canción que, hasta el sol de hoy, podemos recordar?
Efecto Mozart.
A pesar de que la investigación científica sugiere que hay una parte real en
este tipo de afirmaciones, lo cierto es que la revisión de la literatura existente
evidencia que los potenciales beneficios de escuchar música se han
sobredimensionado, al menos en el campo de la inteligencia. No obstante, la
música puede ser muy positiva para las personas por otros motivos.
De un modo más amplio, este concepto puede utilizarse para hacer referencia
a la idea de que la música, especialmente la clásica, resulta terapéutica para las
personas y/o aumenta sus capacidades intelectuales.
Historia y popularización.
Artículos en los diarios New York Times o Boston Globe también contribuyeron
a la actual fama del efecto Mozart. Después de la publicación de toda esta
literatura empezó a formarse un negocio en torno a recopilaciones musicales con
supuestos beneficios intelectuales, especialmente para niños, dado que Campbell
escribió también el libro “El Efecto Mozart para niños”.
Por tanto, los beneficios del efecto Mozart, que es real en cierto modo, no son
específicos de la obra de este autor ni de la música clásica, sino que son
compartidos por muchas otras composiciones e incluso por actividades muy
diferentes, como pueden ser la lectura o el deporte.
Por otro lado, y aunque no se ha demostrado que escuchar música clásica
durante el desarrollo temprano sea necesariamente beneficioso, la práctica de un
instrumento musical puede favorecer el bienestar emocional y el desarrollo
cognitivo de los niños si ello les motiva y estimula intelectualmente. Algo similar
sucede con otras formas de arte y creatividad.
Se podría decir que para los músicos la música es una mezcla de sonido y
lenguaje.
Aún no se sabe si los músicos usan esta área del lenguaje con este fin
desde su nacimiento y esa es la razón para dedicarse a esta actividad, o si es el
entrenamiento musical lo que hace que la actividad se amplíe en el área del
lenguaje. Para determinarlo sería necesario hacer más observaciones detalladas.
Hemisferios cerebrales.
Uno de los motivos por el que se encuentra una diferencia entre los
músicos y los no músicos en la dominancia de los hemisferios cerebrales a la hora
de procesar la melodía, es porque los músicos son capaces de distinguir intervalos
(actividad característica del hemisferio izquierdo), mientras que los no músicos
perciben la melodía de manera más holística (basada en emociones y
sensaciones).
Hemisferio Izquierdo:
Hemisferio Derecho:
Pero hay una relación entre los dos hemisferios a través del cuerpo calloso, de
manera que intercambian información y se complementan. Es lo que llamamos
intrahemisfericidad e interhemisfericidad cerebral. Por ejemplo, en los casos de
memoria el cerebro trabaja holográficamente.
Así según Despins5 (1989) “el ritmo musical estimula los dos hemisferios
cerebrales. … el hemisferio derecho recibe el estímulo musical y el izquierdo
interpreta y controla la ejecución. … La música siempre será el mejor medio para
desarrollar y acrecentar en forma adecuada este fenómeno cerebral”
Este estudio, que se publica hoy en la revista Nature, coincide con otros
descubrimientos anteriores. Hace tres años se descubrió que una zona del
hemisferio izquierdo es más grande en el cerebro de los músicos. Otro trabajo
anterior también había revelado que una región cerebral relacionada con la
agilidad digital se desarrolla más en los violinistas.
La música y la salud.
Si alguna vez has cantado en un coro o has hecho música con alguien más
sabrás a qué se refiere este punto. Un estudio muy interesante encontró la
respuesta científica a esa sensación de trabajo en conjunto o las olas de
emoción que corren cuando estás cantando junto a otras personas. Y es
que literalmente se sincronizan. Se encontró por ejemplo que un canto al
unísono hace que los corazones de los cantantes aceleren y desaceleren
de forma simultánea.
Ayuda a ponerse en contacto con uno mismo. Un estudio de 2013 sugiere
que ya que nos pone de mejor humor, la música nos ayuda a ponernos en
contacto con nuestras emociones. Los participantes indicaron el sentimiento
de “conciencia de sí mismo” como una de las ventajas más importantes de
la música.
Actúa como un motivador para los ciclistas y corredores. Estudiantes
universitarios realizaron una investigación y demostraron que las personas
que montaban bicicletas estacionarias fueron capaces de trabajar más duro
mientras escuchaban música rápida en comparación con los que no
estaban escuchando música durante todo el experimento. Si corres,
escuchar tus canciones favoritas puede ayudarte a vencer sus registros
personales e incluso fortalecer tu resistencia. La música te ayuda a
desempeñarte mejor durante tus entrenamientos y también te hace sentir
mucho más agradable.
Te hace consciente mientras comes. Teniendo un poco de música de
fondo, se ha demostrado que ayuda a las personas a comer más lento y
disfrutar de su proceso de alimentación. Esto hace que sean más
conscientes de lo que están consumiendo y realmente disfrutan la comida
en vez de comer rápidamente, lo que les deja la sensación de hambre y
descontento con la comida.
Con la música se puede entrar en un estado similar a la meditación. La
música lenta puede tener efecto sobre la velocidad de las ondas cerebrales
que las hace similares a alguien que está en un estado de meditación o
hipnótico. Esto puede tener un efecto curativo, ya que alivia los síntomas
del síndrome premenstrual y problemas de comportamiento, además que
ofrece posibilidades de conseguir estados de relajación.
La música como energizante. Se dice esto de la música ya que escucharla
afecta el latido del corazón, el pulso y la presión arterial. También, como
mencionaba líneas arriba, la música es capaz de cambiar la velocidad de
ondas cerebrales, así pues, la música con un pulso de unos sesenta beats
(golpes) por minuto puede cambiar la conciencia beta hacia el rango alfa,
esto mejora el estado de alerta y el bienestar general, algo muy parecido a
lo que sucede con la meditación y la yoga.
La música puede fortalecer el sistema inmunológico. También se ha
encontrado que escuchar música mientras nos ejercitamos nos puede
ayudar a "confundir" a nuestro cerebro y anular sus constantes señales de
fatiga que envía lo cual desembocaría en detener la actividad. El ritmo que
utilicemos para hacer ejercicio puede resultar beneficioso. De hecho se
encontró en otro estudio que los ciclistas que escucharon música requieren
7% menos de oxígeno para hacer el mismo entrenamiento que los ciclistas
que lo hacen en silencio. Acá una pequeña gráfica con el tipo de ejercicio y
los beats que necesitas poner en tus listas de reproducción para
incrementar tus resultados.
El mejor estímulo para el cerebro humano. Diversos han sido los estudios
científicos e investigaciones basados en el poder que tiene la música sobre
las personas, los resultados han sido sorprendentes. En ellos queda
demostrado, que no existe nada igual a la música, la misma tiene un
impacto abrumador, ya que nos hace trabajar más partes de la mente que
cualquier otro estimulo.
Ayuda a dormir mejor. La música contribuye para un sueño saludable. Los
investigadores han encontrado que la música clásica puede ayudar a lidiar
con el insomnio, especialmente a los estudiantes universitarios. Esto es
definitivamente una solución más saludable y mucho más barata para el
trastorno del sueño que tomar pastillas.
Combate el estrés. No es ninguna sorpresa que escuchar música ayuda a
aliviar el estrés de tus hombros. Los estudios han encontrado que la música
estimula reductores de estrés bioquímicos que nos ayuda a sentirnos más
relajados.
Alivia el dolor. La música tiene la capacidad de disminuir la intensidad del
dolor. Se activan vías sensoriales que combaten las vías del dolor y desvía
la atención de una persona lejos del dolor.
La música alivia la ansiedad. Cuando nos sentimos ansiosos, escuchar
música puede ayudarnos a aliviarla, ya que tiene el mismo efecto en el
cerebro como un masaje tiene en el cuerpo.
Alivia la tristeza. Los investigadores han encontrado que la música puede
aliviar con éxito los síntomas de la depresión, pero el género es muy
importante. La música clásica y la meditación pueden mejorar el estado de
ánimo cuando nos sentimos deprimidos, pero escuchando heavy metal o
música tecno no ayudará mucho en ahuyentar los malos pensamientos.
Ayuda a la función de los vasos sanguíneos. La ciencia ha demostrado que
las emociones que tienen las personas mientras se escucha música
contribuyen a las funciones más saludables de los vasos sanguíneos.
Como la música te hace sentir más feliz, aumenta el flujo de sangre en los
vasos sanguíneos.
Ayuda con la recuperación del accidente cerebro vascular. Un estudio
finlandés encontró que si los pacientes con ataques del corazón
escuchaban música durante 2 horas al día, se recuperaban más rápido. No
sólo mejoran su estado de ánimo, sino también sus habilidades verbales y
la capacidad de atención.
Mejora el rendimiento en las experiencias de alta presión. Música rápida
puede ayudar a combatir el estrés antes de una experiencia- un partido
importante de alta presión, por ejemplo. Las investigaciones han
demostrado que escuchar música rápida justo antes de un partido de
baloncesto ayudó a jugadores a aliviar el estrés y a tener un mejor
desempeño.
Mejora las funciones cognitivas. La reproducción de música de fondo
mientras se trabaja en tareas que requieren la atención mental puede
aumentar su rendimiento. Una investigación ha encontrado que la música
puede aumentar las capacidades cognitivas, pero sólo si tiene el mismo
efecto en el estado emocional.
Ayuda a pacientes que pasan por una cirugía. Una investigación descubrió
que cuando los pacientes reproducen música justo antes de una cirugía
cardiovascular, empiezan a sentirse menos preocupado. Por otra parte, la
música reduce la presión después de la cirugía si es escuchada cuando los
pacientes están descansando en sus camas.
En otros estudios se ha encontrado que la música incide directamente en el
fortalecimiento del sistema inmunológico, esto debido a la actividad del
cerebro que se presenta, al bienestar que se puede sentir, así como el
decremento de los niveles de ansiedad. De hecho se encontró que
escuchar música durante sólo quince minutos podría aumentar los niveles
de una familia de proteínas asociadas con la sangre y la producción de
plaquetas, estimulación de linfocitos y la protección celular contra el SIDA,
el cáncer y otras enfermedades.
La música puede ser una herramienta poderosa en el tratamiento de
trastornos cerebrales y lesiones adquiridas ayudando a los pacientes a
recuperar habilidades lingüísticas y motrices, ya que activa a casi todas las
regiones del cerebro. Estudios de neuroimagen muestran que tanto al
escuchar como al hacer música se estimulan conexiones en una amplia
franja de regiones cerebrales normalmente involucradas en la emoción, la
recompensa, la cognición, la sensación y el movimiento. Las nuevas
terapias basadas en la música pueden favorecer la Neuroplasticidad -
nuevas conexiones y circuitos- que compensan en parte las deficiencias en
las regiones dañadas del cerebro. La música es física y anima a la gente a
moverse con el ritmo. Cuanto más destacado es el ritmo, más radical y
contundente el movimiento del cuerpo. El ejercicio físico puede ayudar a
mejorar la circulación, a proteger el cerebro y facilitar la función motora. La
música induce estados emocionales al facilitar cambios en la distribución de
sustancias químicas que puede inducir estados de ánimo positivos y
aumento de la excitación, lo que a su vez puede ayudar a la rehabilitación.
La música genera una mayor concentración. Colocar música de fondo
mientras realizamos una labor nos exigirá una mayor concentración, con lo
cual haremos que nuestras capacidades cognitivas aumenten.
Fortalece la memoria.
Nos otorga un mejor conocimiento de nosotros mismos.
Nos permite lidiar con situaciones de mucha presión.
Aumenta la capacidad de aprender nuevos idiomas, sobre todo cuando se
tiene un conocimiento básico que se quiere pasar a avanzado, pues nuestro
cerebro busca relacionar lo que oímos con lo que estamos aprendiendo,
buscando expandir la biblioteca de conocimientos.
Los efectos de la música en el estado de ánimo son demostrables. Tanto,
que no creerás cuán beneficiosos pueden ser en la salud emocional.
Durante más de dos milenios, la música ha sido uno de los escapes más
importantes de la humanidad. Es, dentro de las bellas artes, la más
elevada. Por ejemplo, en la filosofía de Platón, se habla de la música como
la cura del alma. De esta teoría hace ya unos 2400 años atrás. De cualquier
forma, la música es una herramienta liberadora.
Está comprobado que la música es una de los mejores ansiolíticos para el
ser humano. Sus efectos positivos contribuyen enormemente en la
ansiedad. Por ello, los psicólogos y psiquiatras recomiendan a los pacientes
que sufren de ansiedad escuchar música. Es un tratamiento, en el cual no
se necesita de una píldora. Por esta razón, la música es una herramienta
altamente utilizada en el campo de la medicina. Ayuda a reducir los altos
niveles de ansiedad, sobre todo en las personas de la tercera edad. Los
expertos aseguran que escuchar música otorga una mejor salud emocional.
En los efectos de la música, hallarás lo necesario para colmar las
preocupaciones de cualquier ser humano. Así que, no esperes más, explora
y encuentra en la música de tu preferencia la tranquilidad que necesitas. Te
permitirá encontrar estabilidad e integridad psicológica. Dale un descanso a
tus tormentos y preocupaciones, es momento para la relajación. Lo más
importante que se tiene en la vida es el vigor y la salud emocional. Es por
ello que, debemos cuidar muy bien de ella, porque nadie más lo hará por ti.
Mantén eso siempre en mente.
Una cura para el insomnio. La música es, también, una especie de
somnífero. De igual forma como existe música para controlar la ansiedad, la
hay para conciliar el sueño. La mayoría de los psicoterapeutas recomiendan
escuchar música en un volumen moderado. Normalmente, recomiendan
escuchar música para relajarse. Por eso, es importante que pruebes esta
opción, quizá sea la que más te ayude a alcanzar el sueño. Inténtalo, tu
estado de ánimo y salud emocional te lo agradecerán. No sufras más de
estrés, la música es tu mejor opción.
Así como la música puede ser un ansiolítico o un relajante, también sirve
como una forma sencilla de combatir la fatiga mental. ¿Y quién no se relaja
cuando escucha lo que más le gusta o que le hace sentir bien?
Es importante comprender que, a través de la música se pueden controlar
enfermedades como el estrés.
Es preciso aclarar que los diferentes géneros de música son los que
marcan la diferencia. Es decir, hay distintos tipos de música para cada ocasión y
estado de salud emocional. En recientes estudios acerca de los géneros
musicales, se han obtenidos resultados interesantes. Una investigación se basó
en una clasificación de varios géneros para distintas personas. El estudio evaluó a
144 personas adultas y adolescentes que escuchaban diferentes tipos de música,
entre ellos: pop, rock, clásica y balada. Los resultados fueron óptimos.
Metodología.
Tipos de metodología.
Exploratoria.
Descriptiva.
Analítica o crítica.
Comparativa.
Explicativa.
Predictiva.
Proyectiva.
Interactiva.
Confirmatoria.
Evaluativa.
Metodología documental.
Metodología experimental.
Fuente primaria.
Fuente secundaria.
Metodología usada.
Antes de finalizar, quiero mostrar un hecho que refuerza aún más esta
investigación.
Nadie ha aguantado más de una hora en el lugar más silencioso del planeta
sin volverse loco (Cámara anecoica).
Esto puede acabar produciendo una pérdida del control de nuestra mente,
tanto como provocar efectos en el equilibrio. De hecho, esos 45 minutos son el
límite marcado por la persona que había permanecido más tiempo en el interior de
la cámara de Orfield antes de dar síntomas de locura.
La cámara de Microsoft.
Una vez que la puerta de la cámara está sellada con un humano dentro,
inmediatamente nota la diferencia: su voz deja sonar, simplemente porque no está
rebotando en las paredes. Todo el ruido de fondo desaparece totalmente. Quienes
han entrado dicen que hablar normalmente es una sensación parecida a gritar en
una almohada, el ruido apenas viaja. [Wikipedia, Slate, Venture Beat,
Smithsonian].
Con esta investigación, queda más que claro que la música sólo tiene
efectos positivos en el cerebro, en cambio, sin música (sonidos), podemos
volvernos locos.
Vimos que escuchar músico no es sólo un proceso de que entra por el oído
y sale por el otro; es un proceso bastante complejo y que durante ese proceso,
valga la redundancia, nuestro cerebro se beneficia de todos sus efectos,
beneficiando también a nuestra salud.
https://es.gizmodo.com/nadie-ha-aguantado-mas-de-una-hora-en-el-lugar-
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para-la-salud-9250.html
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ANEXOS
Cerebro de un músico.
Música y salud.
Musicoterapia.
Cámara anecóica.
Música y cerebro.