En la pubertad, comienzan a producirse las hormonas sexuales. No sólo se producen
cambios físicos (como el crecimiento de vello o el desarrollo de los genitales) sino también cambios psicológicos. Estos cambios influyen en el carácter de todo adolescente y en sus relaciones con los demás. Cambios en uno mismo: • Se busca la “autoafirmación”, el ser uno mismo y salir de la niñez. • Se busca la soledad y la intimidad. • Se necesita cierta independencia de las personas más cercanas con las que se convive (padres, hermanos, etc.). • Es frecuente una excesiva preocupación por el aspecto físico. • Los sentimientos son cambiantes e incluso contradictorios, provocando inestabilidad de ánimo y reacciones bruscas. Cambios en la relación con los demás: • Se valora mucho el sentimiento de la amistad. Se buscan amigos en quienes confiar y un grupo en el que estar integrado. • Surgen temores y complejos, inseguridad y dudas. • Se presta más atención a la imagen y se tiene gran sensibilidad frente a los signos de rechazo de los demás. • Aparecen los primeros sentimientos de atracción que, a pesar de ser cambiantes, se viven muy intensamente. En relación con el mundo: • Se transforma el pensamiento, empezando a plantearse cuestiones sobre temas trascendentes como el sentido de la vida, la justicia, la libertad y otros similares. • Comienzan a definirse las posturas sobre temas sociales y políticos. • Es frecuente tener grandes ideales, el deseo de mejorar el mundo y la sensación de que puede lograrse, lo que suele llevar al adolescente a implicarse en movimientos juveniles o de voluntariado. • Se tiene afán de experiencias nuevas acompañado de un sentimiento de omnipotencia que puede traducirse en “a mí no me pasará nada malo” y “yo no me equivocaré”. Con frecuencia estos cambios naturales –que te pueden sorprender, como a todo adolescente– generan inseguridad y cambios bruscos del estado de ánimo o sentimientos de incomprensión, por eso se habla de “crisis”. Es necesario que tomes esta experiencia con una actitud positiva, aprovecha para aprender a conocer cómo eres, desarrollando tu personalidad, mejorando todo lo que se pueda mejorar y madurando como persona. Aunque te cueste, procura hablar con tus padres y educadores, que te ayudarán a comprender mejor estos cambios y su significado. Aunque estos cambios pueden llevarte a tomar decisiones arriesgadas, son, sobre todo, una gran oportunidad para crecer como persona si los manejas adecuadamente. Por ejemplo, el “afán de experiencias nuevas” y el sentimiento de omnipotencia te pueden llevar tanto a probar las drogas (conducta de riesgo dañina para ti) como a implicarte en una asociación de atención a discapacitados (oportunidad de crecimiento y servicio: eres útil para otros, eres útil para ti mismo). ¡Piensa y decide cómo transformar “las oportunidades de la adolescencia” en “oportunidades aprovechadas para toda la vida!