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VIBRAR LA CUERPA - Facundo Ternavasio

Jornada: “Debates políticos y epistemológicos en torno a la Educación Sexual Integral”


– Facultad de Trabajo Social UNER – Paraná – Organizada por el Proyecto de Extensión
“El derecho a la educación sexual integral. Promoviendo una mirada transversal en la
escuela” – 3 de agosto de 2018

A la Vero, maestra de las intensidades

Hablar sobre la esi es algo que nos gusta mucho. Me resulta hoy
particularmente difícil y al mismo tiempo apremiante y necesario
conversar, en una instancia como esta, en la que nos encontramos con
tantas personas queridas, apasionadamente comprometidas con el
feminismo, las disidencias sexuales, la defensa de la educación como
derecho, las luchas por los derechos humanos. Lo digo, por motivos que
serán fáciles de comprender si menciono que estamos a menos de una
semana de la votación en el senado para que se legalice el aborto, una
fecha que será decisiva para nuestras modalidades de agencia esi.

Me siento en una zona de suspensión e incertidumbre, entre el optimismo


y la desconfianza. Dora Barrancos decía, en un programa de TV no hace
mucho –unos días antes de la votación en diputadxs-, que en situaciones
en las que estamos tan mal conviene ser optimistas.

Se me dificulta la reflexión optimista en una temporalidad quebrada


entre la promesa y la ruina. En un contexto signado por la represión, la
militarización de los espacios y los cuerpos, el punitivismo contra la
protesta social y sexual, los ajustes, los despidos, las desapariciones,
la precarización, los femicidios y travesticidios…

Mientras hay todavía muchas formas de violencia oculta que requieren ser
develadas, la desinhibición de discursos de odio (racistas,
homolesbotransfóbicos, misóginos, etc.), así como la evidente estupidez,
la promoción de la ignorancia y la normalidad exorbitante de las
afirmaciones de quienes se oponen al aborto como derecho muestran cómo
se está produciendo a escala internacional el aumento de prácticas y
discursos en los que las formas de violencia se hacen hipervisibles y se
ofrecen como espectáculos ejemplares en lugar de ocultarse como secreto
(Eve K. Sedgwick: 2003, p. 146).

Las controversias sobre la ESI como política de derechos humanos o las


disputas sobre el derecho al aborto en Argentina, no parecen ya depender
del desvelamiento de unas prácticas de violencia que se ocultan o
naturalizan, sino de una pugna entre diferentes marcos de visibilidad o
textualidad –una pugna entre modos de vida

Ante formas de violencia paradigmáticamente visibles, que se señalan a


sí mismas directamente y sin eufemismos, que sirven explícitamente de
aviso público y amenaza a comunidades concretas, los esfuerzos críticos
más productivos no apuntan al develamiento de lo que está oculto o a la
desmitificación de lo naturalizado, sino a multiplicar las luchas
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desestabilizadoras entre marcos antagónicos de vida y los combates para


desplazar, redirigir o simplemente expandir los intersticios de
visibilidad (Eve K. Segwick: 2003, p. 149) en formaciones sociales,
educativas y epistemológicas en las que buena parte de la violencia es
visible y –muchas veces- la propia visibilidad puede configurarse como
violencia.

La pregunta aquí, para compartir con quienes queremos sostener proyectos


esi, tendría que ver con repensar el valor otorgado a los procedimientos
de develamiento, desmitificación o desnaturalización como dispositivos
de generación de promesas redentoras contra la violencia, para no
avanzar con una fe idealista en el saber, ni con una categoría ética o
políticamente simple de “conocimiento” sino abordando la opacidad de una
actualidad en la que “la ignorancia es tan poderosa y múltiple como el
conocimiento” (Eve K. Sedgwick: 1990, p. 4), así como la violencia hacia
los cuerpos es tanto oculta como visible.

Benjamin proponía desenterrar los futuros soterrados que el pasado


atesora, las promesas clausuradas que quedan latentes en historias
signadas por el exterminio (Walter Benjamin: 1996).

Hoy, haciendo un juego de inversión temporal a la propuesta de Benjamin,


pienso que seremos el pasado de ese futuro que se abrirá después del 8
de agosto de 2018, y algo se conmueve en mis fibras y me eriza la piel…
porque la alegría se toca con la tristeza, la esperanza con la
desesperación, y la aproximación a ese futuro se vuelve puramente
afectiva, colapsando la duración y la pertenencia a este hoy, con todas
las certezas e incertezas que podríamos traer a la conversación.

Pensándonos como pasado de ese próximo futuro decisivo para la esi,


comienzo a sentir una contrariedad que perturba cualquier cosa que diga
y más me gustaría con palabras poder tocar, rozar una textura afectiva
presente en el aire hoy.

Entonces, pienso en cómo hablar de la esi, y algo al nivel del cuerpo


vibrátil, como lo llama Suely Rolnik, comienza a suceder (Suely Rolnik:
2009, p. 54). Voy a preferir ahora pasar al femenino y conovocarnos
entonces a poner a vibrar la cuerpa.

La cuerpa vibrátil no es el cuerpo individual (unificado, encapsulado en


la identidad), sino una multiplicidad de fuerzas vivas, vibraciones que
nos afectan y atraviesan subjetiva y colectivamente. Intensidades donde
el mundo y la subjetividad se confunden, se conectan y disuelven: una
textura sensible ante la que ya no sirven representaciones previas,
disponibles, normales. Una capacidad de “estar conectadxs de manera
inmanente con las cosas, sin codificación previa” (Suely Rolnik, 2009,
p. 56). Como cuando estoy frente a una poesía, cargada de intensidades
(que claro, están hechas de palabras, pero no son las mismas palabras de
todos los días… algo les pasa y las trasforma en otra cosa… y la
intensidad se vuelve muy difícil de nombrar, aunque está dicha en el
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poema). La cuerpa vibrátil sería como la cuerpa intensiva de la poesía,


que pone a vibrar, desestabiliza, sacude.

Entonces sucede algo que tiene que ver con la creación: hay que expresar
algo que es del orden de la realidad sensible, que nos está afectando
(nos toca las fibras), que de alguna manera ya existe (antes de la
votación del 8 de agosto, por ejemplo), pero que todavía no es una
realidad y por lo tanto tampoco hay un leguaje capaz del todo de
decirla.

Creo que esta paradoja temporal dice algo importante para la esi: quiero
decir, en la cuerpa vibrátil (que es una cuerpa que nos pone en conexión
–pienso por ejemplo en la vibración al intercambiar miradas cuando me
cruzo con alguna desconocida que lleva al pañuelo verde; o la tensión
que se produce cuando otra mirada me insulta por llevarlo) hay algo, que
ya existe, fuerzas que están vivas, que nos atraviesan, nos tocan, que
nos afectan, que no están ni afuera ni adentro, que son piel, textura,
fibra, vibra… algo que se vuelve parte de unx nosotxs y de una
temporalidad que es el c orazón mismo de la creación, un impulso para
inventar. Suely Rolnik: “Crear es darle sentido a lo que ya está en tu
cuerpa, pero no coincide con las referencias existentes, [forzándote a
reorganizar] tus relaciones con el entorno y modificando todo tu modo de
ser”. (Suely Rolnik: 2009, p. 50)

Quería remitirme a esta paradoja temporal en la que estamos hoy, que es


algo más que una mera incertidumbre frente a la semana que viene, y por
eso creo que dice algo importante para la esi, porque nos remite a esta
pasión por la creación, nos remite a algo que está pasando, algo que
vibra al nivel de las fibras… las fuerzas intensivas que actúan y muchas
veces sobrepasan las representaciones que tenemos disponibles para
expresarlas, que desbordan los saberes y certezas que tenemos (aunque
también las incertezas), hacen que se toquen emociones que creemos
contrarias (como decía hoy, la tristeza y la alegría, el entusiasmo y el
pesimismo…), las referencias habituales se vuelven volátiles, precarias…
y esto nos fuerza a inventar, otras palabras, otras imágenes, otras
maneras de expresión.

De hecho la esi, que estamos usando e inventando como palabra autónoma,


que ya no es solo el acrónimo de “educación sexual integral”, sino algo
más… un significante que, si bien se desprende de la ley 26.150, empieza
a desbordar los sentidos allí contenidos, abriendo un horizonte de
preguntas, de memorias, de deseos, de relaciones y de vidas que ya están
aquí, o vidas que ya se fueron, pero están… de manera vibratoria,
desafiando cualquier normalidad cotidiana, o los modos normalizados de
pensar y percibir que conocemos.

“ESI: esa sexualidad ingorbernable”, dice vale flores (valeria flores:


2015, p. 147). Me gusta esta palabra, “ingobernable”, porque creo que
hace referencia a la “fuga de la normalidad”, la ruptura en acto con la
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disciplina, el andar por los escombros de las autoridades educativas


(Alicia Naput)… pero no quiero tampoco romantizar, porque, como decía
Perlongher “toda fuga de la normalidad abre un campo minado de peligros”
(Nestor Perlongher: 1988, p. 39).

Entonces, ¿cómo hablar de la esi?, ¿cómo hacer la esi?, en esta


temporalidad vibrátil y al mismo tiempo terrible, en la inminencia de
que algo hermoso puede pasar, va a pasar, y algo muy peligroso también
está pasando y es extremadamente visible… y muchas veces no nos alcanza
lo que tenemos para decir lo uno o lo otra, lo uno y lo otro, ni para
verlo, ni para expresarlo.

Podemos imaginar que la esi designa un modelo pedagógico o


epistemológico dotado de formas y contenidos. Una serie de lineamientos
curriculares. O, por el contrario, que es un término en el que se
inscriben perspectivas colectivas, y en consecuencia heterogéneas, que
pueden ser incluso antagónicas, entrar en conflicto, abriendo un espacio
de disputas, de aprietos, de problemas no cerrados, no clausurables, ni
reducibles a un modelo. Un territorio de exploración y creatividad tanto
colectivo como subjetivo. Lo propio de toda autentica creación, ser una
cosa y la otra a la vez, inseparablemente.

De ahí la importancia de las redes y frentes por la esi, que se


multiplican en el país, y su necesario fortalecimiento… que habla de
posiciones diversas, de conflictos, de disputas… pero también de un
lugar articulatorio, de conversaciones, de permanente discusión
pedagógica, política, epistemológica, estética. Frentes y rede proponen
pensar la esi en los empalmes y conexiones que desestabilizan el orden
jerárquico que pone la teoría por encima de la práctica, el conocido por
encima de lo desconocido, porque esa es una jerarquía que limita la
posibilidad inventiva y vibratoria de las cuerpas. Para la esi no hay
primero acción y después reflexión, o primero reflexión y después
acción, o primero desconocimiento y después conocimiento. No hay un
orden previo, sino agenciamientos necesariamente colectivos y variables:
lo vibrátil designa a las cuerpas como agenciamientos, agrupamientos,
redes, manadas… no como individualidad.

Creemos que para que la esi produzca movimientos en los umbrales


epistemológicos y las imaginaciones pedagógicas, para que sea
efectivamente una herramienta contra los regímenes de normalización, por
un horizonte de justicia erótica e igualdad de género, nos exige que
reforcemos, revisemos, repensemos y re-creemos permanentemente los
campos relacionales que constituyen los procesos sociales de
subjetivación.

Desde lo hegemónico a lo minoritario, la esi, como “educación sexual


integral”, además de ser un marco de “legalidad habilitante” (val
flores: 2015, p.151), es un territorio donde se tensionan, se reinventa,
se contradicen, saberes, subjetividades, valores sociales, paradigmas de
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género… un campo de “disputas por la realidad y la legitimidad de los


cuerpos, los deseos, las prácticas, las formas de vida…” “Diasporas de
la esi” dice vale flores, para referirse a esta multiplicidad (val
flores: 2017).

Pero la esi, como nueva palabra, designa particularmente hoy algo que
conecta y al mismo tiempo rebasa la multiplicidad de esos campos y
disputas, algo que nos hace vibrar la cuerpa, señalando experiencias de
temblores sensibles y terrestres, la realidad de una poética al nivel de
las fibras, de lo material, de lo carnal… de lo que pasa… que tenemos
que tensar y sacudir con palabras, imágenes y expresiones a inventar:
como cuando hacemos vibrar el parche de un tambor, la cuerda de una
guitarra, un color o el verso de un poema… para extraer sonidos nuevos o
imágenes nunca vistas…

Muy lejos de un espacio pedagógico iluminado o de un conocimiento


subordinado al saber de lxs expertxs, y más cercana a esas poéticas que
en su opacidad son “memorias de lo inminente” (pienso en el jueves 8A)
me gustaría imaginarme la esi como espacio para la invención de las
cuerpas vibrátiles. Un campo que ninguna posición de saber podría ya
acotar de manera soberana o definir, aunque sea en formas políticamente
correctas, con independencia de una constitutiva y contingente
relacionalidad.

Porque creemos que la esi vale por su proximidad a una temporalidad


plagada de peligros y de duplicidades, desestabiliza las formas de lo
evidente desde una actitud que no tiene que ver con las sólidas virtudes
del conocimiento o las promesas del gran acontecimiento –que dejan
intactas las insistencias en identidades estables y predecibles. Por
estar en conexión con microfugas de lo normal que ponen al mismo tiempo
en crisis lo real y lo imaginable, no es una estrategia de
visibilización espectacular de lo “extraño” (tan cara a la mirada
normativa), ni de “integración” de lxs sujetxs excluídxs (tan cara a las
retóricas de lo correcto), tampoco una maniobra para sumar información
que de otro modo no se vería, sino un trayecto compartido de
desestabilización de la noción misma de identidad.

La vibración es una textura de la temporalidad, una forma de percibir


las propiedades reversibles de la materialidad temporal cuando ésta
fluctúa, como siento que fluctúa el futuro en el día de hoy. Como
textura de la temporalidad, la vibración siempre implica más de un
sentido, o más exactamente, la absorción, la reversibilidad o
multiplicidad de cualquier sentido, y por eso mismo vuelve inútil
cualquier enfoque dualista sobre acción y pasividad, conocimiento e
ignorancia, narrativas de origen o finalidad, de pesimismo y optimismo.
Invitar a pensar la esi hoy, poniendo a vibrar la cuerpa, dejando sentir
las fuerzas que actúan al nivel de los agenciamientos vibrátiles,
permite abrir un resquicio que no se organiza por los dualismos de la
forma y la estabilidad, sino por la textura de una nueva temporalidad
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que nada graficaría mejor que la imagen de la marea que el feminismo nos
ha enseñado a apreciar: una oscilación oceánica, furiosa y vibrante.

Siento que la esi no supone subjetividades normalizadas por la búsqueda


o la promesa de un paraíso. La invención de la justicia erótica y la
igualdad de género no es un lugar de salvación, sino ejercicios
colectivos y cotidianos, iniciativas de movimientos conjuntos, agites,
oscilaciones, tensiones, dificultades… que suceden al borde de lo
visible, en los intersticios de las palabras, en las grietas de las
instituciones y a contrapelo de las autoridades. “Pequeñas
modificaciones de gran significación” (Suely Rolnik: 2009, p. 61) No
creo con esto estar negando las relaciones de poder y desigualdad
basadas en el género y la sexualidad, ni su intersección con otras
modalidades de opresión, sino tratando de pensar cómo la esi implica
trabajos en áreas en desplazamiento, con desviaciones y
descentramientos, que evaden los intentos de enlazarlas en estructuras
fijas, y mantienen vivas las tensiones y vibraciones políticas,
pedagógicas y epistemológicas como terrenos de lucha.

Creamos, de este modo, en la temporalidad productiva de los márgenes


donde acontecen o se inventan los devenires… devenir mujer, devenir
torta, devenir marica, devenir trava, devenir trans, devenir niñe,
devenir wachi… y creamos en lo que sucede hoy, porque de ahora en más ya
no podemos movernos sin la opaca lucidez de unas conciencias de andar a
tientas por un campo minado, ya no solo de peligros sino, de
intensidades.

Bibliografía

Suely Rolnik (2009); “Para una crítica de la promesa”, en AA.VV.


Colectivo situaciones, Conversaciones en el impasse. Dilemas políticos
del presente, Tinta y Limón, Buenos Aires, 2009.

valeria flores (2015); “ESI: esa sexualidad ingobernable. El reto de


des-heterosexualizar la pedagogía”, en Tropismos de la disidencia,
Palinodia, Santiago de Chile, 2017.

valeria flores (2017); “Diásporas de la ESI”,


http://escritoshereticos.blogspot.com/2017/10/diasporas-de-la-esi.html

Nestor Perlongher (1988); “Matan a una marica”, en Prosa plebeya.


Ensayos 1980-1992, Colihe, 2008.

Walter Benjamin (1996); “Sobre el concepto de historia”, en Dialéctica


en suspenso, Editorial Lom, Santiago de Chile, 1996.

Eve K. Sedgwick (1990); “Introducción”, en Epistemología del armario, La


Tempestad, Barcelona, 1998.

Eve K. Sedgwick (2003); “Lectura paranoica y lectura reparadora, o eres


tan paranoico, que quizás pienses que este texto se refiere a ti”, en
7

Tocar la fibra. Afecto, pedagogía, performatividad, UDL libros,


Barcelona, 2018.

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