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Hablar sobre la esi es algo que nos gusta mucho. Me resulta hoy
particularmente difícil y al mismo tiempo apremiante y necesario
conversar, en una instancia como esta, en la que nos encontramos con
tantas personas queridas, apasionadamente comprometidas con el
feminismo, las disidencias sexuales, la defensa de la educación como
derecho, las luchas por los derechos humanos. Lo digo, por motivos que
serán fáciles de comprender si menciono que estamos a menos de una
semana de la votación en el senado para que se legalice el aborto, una
fecha que será decisiva para nuestras modalidades de agencia esi.
Mientras hay todavía muchas formas de violencia oculta que requieren ser
develadas, la desinhibición de discursos de odio (racistas,
homolesbotransfóbicos, misóginos, etc.), así como la evidente estupidez,
la promoción de la ignorancia y la normalidad exorbitante de las
afirmaciones de quienes se oponen al aborto como derecho muestran cómo
se está produciendo a escala internacional el aumento de prácticas y
discursos en los que las formas de violencia se hacen hipervisibles y se
ofrecen como espectáculos ejemplares en lugar de ocultarse como secreto
(Eve K. Sedgwick: 2003, p. 146).
Entonces sucede algo que tiene que ver con la creación: hay que expresar
algo que es del orden de la realidad sensible, que nos está afectando
(nos toca las fibras), que de alguna manera ya existe (antes de la
votación del 8 de agosto, por ejemplo), pero que todavía no es una
realidad y por lo tanto tampoco hay un leguaje capaz del todo de
decirla.
Creo que esta paradoja temporal dice algo importante para la esi: quiero
decir, en la cuerpa vibrátil (que es una cuerpa que nos pone en conexión
–pienso por ejemplo en la vibración al intercambiar miradas cuando me
cruzo con alguna desconocida que lleva al pañuelo verde; o la tensión
que se produce cuando otra mirada me insulta por llevarlo) hay algo, que
ya existe, fuerzas que están vivas, que nos atraviesan, nos tocan, que
nos afectan, que no están ni afuera ni adentro, que son piel, textura,
fibra, vibra… algo que se vuelve parte de unx nosotxs y de una
temporalidad que es el c orazón mismo de la creación, un impulso para
inventar. Suely Rolnik: “Crear es darle sentido a lo que ya está en tu
cuerpa, pero no coincide con las referencias existentes, [forzándote a
reorganizar] tus relaciones con el entorno y modificando todo tu modo de
ser”. (Suely Rolnik: 2009, p. 50)
Pero la esi, como nueva palabra, designa particularmente hoy algo que
conecta y al mismo tiempo rebasa la multiplicidad de esos campos y
disputas, algo que nos hace vibrar la cuerpa, señalando experiencias de
temblores sensibles y terrestres, la realidad de una poética al nivel de
las fibras, de lo material, de lo carnal… de lo que pasa… que tenemos
que tensar y sacudir con palabras, imágenes y expresiones a inventar:
como cuando hacemos vibrar el parche de un tambor, la cuerda de una
guitarra, un color o el verso de un poema… para extraer sonidos nuevos o
imágenes nunca vistas…
que nada graficaría mejor que la imagen de la marea que el feminismo nos
ha enseñado a apreciar: una oscilación oceánica, furiosa y vibrante.
Bibliografía