Vous êtes sur la page 1sur 30

Castoriadis

La institución: la visión económico-funcional

o la alienación aparece como una modalidad de la relación con la institución, y, por su


intermediario, de la relación a la historia

render mejor qué es la institución. En las sociedades históricas, la alienación aparece como
encarnada en la estructura de clase y la dominación por una minoría, pero de hecho supera
estos rasgos

en una sociedad de alienación, la clase dominante misma está en situación de alienación: sus
instituciones no tienen con ella la relación de pura exterioridad y de instrumentalidad que le
atribuyen a veces algunos marxistas inocentes, no puede mistificar el resto de la sociedad con
su ideología sin mistificarse al mismo tiempo ella misma. La alienación se presenta primero
como alienación de la sociedad a sus instituciones, como autonomización de las instituciones
[183] con respecto a la sociedad. ¿

Cuestionamos la visión funcionalista, sobre todo a causa del vacío [185] que presenta allí
donde debiera estar para ella el punto central: ¿cuáles son las «necesidades reales» de una
sociedad, cuyas instituciones, se supone, no están ahí sino para servir

La visión funcionalista no puede cumplir su programa más que si se otorga un criterio de la


«realidad» de las necesidades de una sociedad; ¿de dónde lo sacará? Se conocen las
necesidades de un ser viviente, del organismo biológico, y las funciones que les corresponden;
pero es que el organismo biológico no es más que la totalidad de las funciones que cumple y
que le hacen vivir

r el punto de partida de nuestra investigación, es la manera de ser bajo la cual se da la


institución –a saber, lo simbólico.

La institución y lo simbólico

Toda visión funcionalista conoce y debe reconocer el papel del simbolismo en la vida social.
Pero tan sólo algunas veces reconoce su importancia –y tiende entonces a limitarla. O bien el
simbolismo es visto como simple revestimiento neutro, como instrumento perfectamente
adecuado a la expresión de un contenido preexistente, de la «verdadera sustancia» de las
relaciones sociales, que no les añade ni les recorta nada. O bien la existencia de una «lógica
propia» del simbolismo es reconocida, pero esta lógica es vista exclusivamente como la
inserción de lo simbólico en un orden racional, que impone sus consecuencias, se las haya
querido o no.117 Finalmente, en esta visión, la forma está siempre al servicio del fondo, y el
fondo es «real-racional».

la relación simbólica es evidente por sí misma, mientras que plantea problemas inmensos:
para comenzar, el hecho de que la «elección» de un símbolo jamás es ni absolutamente
ineluctable, ni puramente aleatoria. Un símbolo ni se impone con una necesidad natural, ni
puede privarse en su temor de toda referencia a lo real

nada permite determinar en este asunto las fronteras de lo simbólico. Unas veces, desde el
punto de vista del ritual, es la materia la que es indiferente, otras veces es la forma, otras
ninguna de las dos: se [189] fija la materia de tal objeto, pero no de todos; lo mismo ocurre
para la forma
En una palabra, un ritual no es un asunto racional –y esto permite responder a la segunda
cuestión que planteábamos: ¿por qué todos los detalles están colocados allí, sobre el mismo
plano? Si un ritual fuera un asunto racional, podría reencontrarse en él esa distinción entre lo
esencial y lo secundario, esa jerarquización propia de toda red nacional. Pero, en un ritual, no
hay manera de distinguir, según cualquier consideración de contenido, lo que cuenta mucho
de lo que cuenta menos. La respuesta sobre un mismo plano, desde el punto de vista de la
importancia, de todo lo que compone un ritual es precisamente el índice del carácter no
racional de su contenido. Decir que no puede haber grados en lo sagrado es otra manera de
decir lo mismo: todo aquello de lo cual se [190] apropió lo sagrado es igualmente sagrado (y
esto vale también para los rituales de los neuróticos obsesivos o de las perversiones).

tipo de relaciones entre la institución y la «realidad social subyacente»: esta evolución fue un
largo esfuerzo para llegar precisamente a esta funcionalidad, a partir de un estado que estaba
lejos de poseerla.

La idea de que el simbolismo es perfectamente «neutro», o bien –lo cual viene a ser lo mismo-
totalmente «adecuado» al funcionamiento de los procesos reales, es inaceptable y, a decir
verdad, no tiene sentido. El simbolismo no puede ser ni neutro, ni totalmente adecuado,
primero porque no puede tomar sus signos en cualquier lugar, ni un signo cualquiera. Esto es
evidente para el individuo que se encuentra siempre ante él con un lenguaje ya constituido123
y que, si carga con un sentido «privado» tal palabra, tal expresión, no lo hace en una libertad
ilimitada, sino que debe apropiarse de algo que «se encuentra ahí». Pero esto es igualmente
cierto para la sociedad, aunque de una manera diferente. La sociedad constituye cada vez su
orden simbólico, en un sentido totalmente otro del [193] que el individuo puede hacer. Pero
esta constitución no es «libre». Debe también tomar su materia en «lo que ya se encuentra
ahí». Esto es ante todo la naturaleza –y, como la naturaleza no es un caos, como los objetos
están ligados unos a los otros, esto implica consecuencias.

que jamás ha tenido probablemente entre los esquimales. Pero esto es también la historia.
Todo simbolismo se edifica sobre las ruinas de los edificios simbólicos precedentes, y utiliza sus
materiales

Por sus conexiones naturales e históricas virtualmente ilimitadas, el significante supera


siempre la vinculación rígida a un significado preciso y puede conducir a unos vínculos
totalmente inesperados. La constitución del simbolismo en la vida social e histórica real no
tiene relación alguna con las definiciones «cerradas» y «transparentes» de los símbolos a lo
largo de una obra matemática (que, por otra parte, jamás puede cerrarse sobre sí misma).

Se creaba un nuevo lenguaje y, según se creía, unas nuevas instituciones. El nombre era nuevo
y había, en tendencia al menos, un nuevo contenido social a expresar (…) los Siviets estaban
ahí en un nivel intermedio (…) la institución en su naturaleza simbólica de segundo grado.

querían decir con palabras nuevas cosas antiguas. Pero estos símbolos, estos significantes, ya
cuando se trata del lenguaje, e infinitamente más si se trata de las instituciones, no están
totalmente sometidos al «contenido» que se supone que vehiculan, también por otra razón.
Pertenecen de hecho a estructuras ideales que les son propias, que insertan en unas
relaciones casi racionales. (…) algún sistema simbólico debe ser manejado con coherencia; que
lo sea o no, el caso es que surge una serie de consecuencias que se imponen, hayan o no sido
sabidas o queridas como tales.
Un funcionalista puede considerar como evidente que, cuando una sociedad se otorga a sí
misma una institución, se da al mismo tiempo como poseíbles todas las relaciones simbólicas y
racionales que esta institución conlleva o engendra –o que, en todo caso, no podría haber
contradicción o incoherencia entre los «fines» funcionales de la institución y los efectos de su
funcionamiento real, y que cada vez que se plantea una regla queda garantizada la coherencia
de cada una de sus innumerables consecuencias con el conjunto de las demás reglas ya
existentes y con los fines consciente u «objetivamente» perseguidos.

a desvelar estas implicaciones y someterlas aproximadamente al simbolismo del sistema. La


conquista de la lógica simbólica de las instituciones y su «racionalización» progresiva, son ellas
mismas procesos históricos [196] (y relativamente recientes). En el intervalo, tanto la
comprensión por la sociedad de la lógica de sus instituciones como su no comprensión son
factores que pesan mucho sobre su evolución (sin hablar de sus consecuencias sobre la acción

Hemos intentado indicar las razones por las que la idea de que el simbolismo institucional sería
una expresión «neutra» o «adecuada» de la funcionalidad, de la «sustancia» de las relaciones
sociales subyacentes, es inaceptable (…) la vida social tiene «algo que expresar», ya
plenamente real antes de la lengua en la cual será expresado. Pero es imposible captar un
«contenido» de la vida social que sería primero y «se daría» una expresión en las instituciones
independientemente de éstas; este «contenido» (de otro modo que como momento parcial y
abstracto, separado a posteriori) no puede definirse más que en una estructura, y ésta
comporta siempre la institución. Las «relaciones sociales reales» de las que se trata son
siempre instituidas (…) fueron planteadas como maneras de hacer universales, simbolizadas y
sancionadas. Esto vale, está claro también, quizás incluso sobre todo, para las
«infraestructuras», las relaciones de producción. La relación amo-esclavo, siervo-señor,
proletario-capitalista, asalariados-Burocracia, [199] es ya una institución y no puede surgir
como relación social sin institucionalizarse enseguida.

Tomadas en el sentido estricto, las instituciones pertenecen a la «superestructura». Esta visión


es de por sí insostenible, como intentamos mostrarlo más arriba. Además, si se aceptase,
debería verse las instituciones como «formas» que servirían y expresarían un «contenido», o
una sustancia de la vida social, estructurado antes ya de estas instituciones, de otro modo esta
determinación de éstas por aquéllas no tendría sentido alguno. Esta sustancia sería la
«infraestructura» (…) como la palabra lo indica, está ya estructurada.

estas características del simbolismo, si indican el problema que constituye cada vez para la
sociedad la naturaleza simbólica de sus instituciones, (…) no son suficientes para dar cuenta de
la autonomización de las instituciones relativas a la sociedad. En la medida en que se
encuentra en la historia una autonomización del simbolismo, ésta no es un hecho último, y no
se explica por sí sola. (…) se realiza, y muestra así la vía y la posibilidad de otra relación en la
que lo simbólico ya no esté autonomizado y pueda ser llevado a la adecuación con el
contenido. . Jamás podemos salir del lenguaje, pero nuestra movilidad en el lenguaje no tiene
límites y nos permite ponerlo todo en cuestión, incluso el lenguaje y nuestra relación con él.c
Lo mismo ocurre con el simbolismo institucional.

Una nueva sociedad creará con toda evidencia un nuevo simbolismo institucional, y el
simbolismo institucional de una sociedad autónoma tendrá poca relación con lo que hemos
conocido hasta aquí. El dominio del simbolismo de las instituciones no plantearía, pues,
problemas esencialmente diferentes de los del dominio del lenguaje.

Lo simbólico y lo imaginario
Las determinaciones de lo simbólico que acabamos de describir no agotan su sustancia. Queda
un componente esencial, y, para nuestro propósito, decisivo: es el componente imaginario de
todo [203] símbolo y de todo simbolismo, a cualquier nivel que se sitúen. Recordemos el
sentido corriente del término imaginario (…) hablar de algo “inventado” (…) desplazamiento de
sentido, en el que unos símbolos ya disponibles son investidos con otras significaciones que las
suyas «normales» o canónicas. (…) se da por supuesto que lo imaginario se separa de lo real,
ya sea que pretenda ponerse en su lugar (una mentira) o que no lo pretenda (una novela)

(…) lo imaginario debe utilizar lo simbólico, no sólo para «expresarse», lo cual es evidente, sino
para «existir», para pasar de lo virtual a cualquier otra cosa más. El delirio más elaborado,
como el fantasma más secreto y más vago, están hechos de «imágenes», pero estas
«imágenes» están ahí como representantes de otra cosa, tienen, pues, una función simbólica.
(…) un imaginario efectivo y de lo simbólico.134 Es finalmente la capacidad elemental e
irreductible de evocar una imagen.

(…) el simbolismo supone la capacidad de poner entre dos términos un vínculo permanente de
manera que uno «represente» al otro.

(…) el simbolismo presupone lo imaginario radical, y se apoya en él, no significa que el


simbolismo no sea, globalmente, sino imaginario efectivo en su contenido. Lo simbólico
comporta, casi siempre, un componente «racional-real»: lo que representa lo real, o lo que es
indispensable para pensarlo, o para actuarlo.

(…) la institución de un imaginario investido con más realidad que lo real (…) no se excluyen,
sino que se completan), que esta sociedad produce necesariamente este imaginario, esta
«ilusión» (…) ¿por qué es en lo imaginario en lo que una sociedad debe buscar el complemento
necesario de su orden? ¿Por qué se encuentra cada vez, en el núcleo de este imaginario y a
través de todas sus expresiones, algo irreductible a lo funcional, que es como una inversión
inicial del mundo y de sí mismo por la sociedad con un sentido que no está «dictado» por los
factores reales, puesto que es más bien él el que confiere a estos factores reales tal
importancia y tal lugar en el universo que se constituye esta sociedad –sentido que se
reconoce a la vez en el contenido y en el estilo de su vida (y que no están tan alejados de lo
que Hegel llamaba «el espíritu de un pueblo»)?

El acceso de una serie de individuos a la plenitud de sus derechos debe estar marcado pública
y solemnemente (…) crista- liza una sedimentación de incontables reglas, actos, ritos,
símbolos, en una palabra, de componentes llenos de elementos mágicos y más generalmente
imaginarios, cuya justificación relativa al núcleo funcional es más y más mediata, y finalmente
nula.

La interpretación comportará una serie de reducciones indirectas a otros componentes, en los


que se encontrará de nuevo un elemento funcional y otra cosa. Estas sucesivas reducciones se
encuentran, tarde o temprano, con su límite, y esto bajo dos formas: los elementos últimos
son símbolos, de cuya constitución el imaginario no puede separarse ni aislarse; las sucesivas
síntesis de estos elementos, las «totalidades parciales» de las que están hechas la vida y la
estructura de una sociedad, las «figuras» en las que se deja ver para sí misma (los clanes, las
ceremonias, los momentos de la religión, las formas de las relaciones de autoridad, etc.)
poseen a su vez un sentido indivisible, como si procediese de una operación originaria que la
planteó de entrada –y en este sentido, a partir de este momento activo como tal, se sitúa a
otro nivel que el de cualquier determinación funcional.

Se revela en el totemismo, en el que un símbolo «elemental» es al mismo tiempo principio de


organización del mundo y fundamento de la existencia de la tribu. Se revela en la cultura
griega, en la que la religión (inseparable de la ciudad y de la organización socio-política)
recubre con sus símbolos cada elemento de la naturaleza y de las actividades humanas y
confiere en el mismo acto un sentido global al universo y al lugar de los hombres en éste.137
Aparece incluso en la sociedad capitalista occidental, en [209] la que, como veremos, el
«desencanto del mundo» y la destrucción de las formas anteriores de lo imaginario han ido
paradójicamente a la par con la constitución de un nuevo imaginario, centrado sobre lo
«pseudoracional» y que afecta a la vez a los «elementos últimos» del mundo y a su
organización total.

La visión moderna de la institución, que reduce su significación a lo funcional, no es sino


parcialmente correcta. En la medida en que se presenta como la verdad sobre el problema de
la institución, no es más que proyección. Proyecta sobre el conjunto de la historia una idea
tomada, no ya de la realidad efectiva de las instituciones del mundo capitalista occidental (que
jamás han sido y siguen sin ser, a pesar del enorme movimiento de «racionalización», sino
parcialmente funcionales), sino de lo que este mundo quisiera que fuesen sus instituciones.
Visiones aún más recientes, que no quieren ver en la institución más que lo simbólico (e
identifican éste con lo racional) representan también una verdad tan sólo parcial, y su
generalización contiene igualmente una proyección.

Más allá de la actividad consciente de institucionalización, las instituciones encontraron su


fuente en lo imaginario social. Este imaginario debe entrecruzarse con lo simbólico, de lo
contrario la sociedad no hubiese podido «reunirse», y con lo económico-funcional, de lo
contrario no hubiese podido sobrevivir. También puede ponerse, se pone necesariamente, a
su servicio: hay, es cierto, una función de lo imaginario de la institución, aunque ahí todavía se
constate que el efecto de lo imaginario supera su función; no es «factor último» (no buscamos
alguno, en efecto), pero, sin él, la determinación tanto de lo simbólico como de lo funcional, la
especificidad y la unidad de lo primero, la orientación y la finalidad de lo segundo, permanecen
incompletos y finalmente incomprensibles.

La alienación y lo imaginario

La institución es una red simbólica, socialmente sancionada, en la que se combinan, en


proporción y relación variables, un componente funcional y un componente imaginario. La
alienación es la autonomización y el predominio del momento imaginario en la institución, que
implica la autonomización y el predominio de la institución relativamente a la sociedad. Esta
autonomización de la institución [211] se expresa y se encarna en la materialidad de la vida
social, pero siempre supone también que la sociedad vive sus relaciones con sus instituciones
a la manera de lo imaginario, dicho de otra forma, no reconoce en el imaginario de las
instituciones su propio producto.
Estaba dispuesto a reconocer el poder de las creaciones imaginarias del hombre –
sobrenaturales o sociales-, pero este poder no era para él más que el reflejo de su impotencia
real.

(…) la creación presupone, tanto como la alienación, la capacidad de darse lo que no es (lo que
no es dado en la percepción, o lo que no es dado en los encadenamientos simbólicos del
pensamiento racional ya constituido). (…) lo esencial de la creación no es «descubrimiento»,
sino constitución de lo nuevo: el arte no descubre, constituye, y la relación de lo que
constituye con lo «real», relación con seguridad muy compleja, no es en todo caso una
relación de verificación. Y, en el plano social, que es aquí nuestro interés central, la
emergencia de nuevas instituciones y de nuevas maneras de vivir, tampoco es un
«descubrimiento», es una constitución activa.

Cuando se afirma, en el caso de la institución, que lo imaginario no juega en ella un papel sino
porque hay problemas «reales» que los hombres no llegan a resolver, se olvida, pues, por un
lado, que los hombres no llegan precisamente a resolver estos problemas [215] reales, en la
medida en que lo consigan, sino porque son capaces de imaginario; y, por otra parte, que
estos problemas reales no pueden ser problemas, no se constituyen como aquellos problemas
que tal época o tal sociedad se da como tarea resolver, más que en función de un imaginario
central de la época o de la sociedad consideradas.

No hay el problema de la sociedad. No hay «algo» que los hombres quieren profundamente y
que hasta aquí no han podido tener porque la técnica era insuficiente o incluso porque la
sociedad seguía dividida en clases. Los hombres fueron, individual y colectivamente, ese
querer, esa necesidad, ese hacer, que se dio cada vez otro objeto y con ello otra «definición»
de sí mismo.

Las significaciones imaginarias sociales

Vimos que no pueden comprenderse las instituciones, y menos aún el conjunto de la vida
social, como un sistema simplemente [218] funcional, serie integrada de ordenaciones
sometidas a la satisfacción de las necesidades de la sociedad. (…) funcional en relación a qué y
con qué fin (…) Las instituciones son ciertamente funcionales en tanto que deben asegurar
necesariamente la supervivencia de la sociedad considerada. (…) instituciones son
«funcionales» en relación a unos fines que no se desprenden ni de la funcionalidad, ni de su
contrario.

Toda interpretación puramente simbólica de las instituciones [219] suscita inmediatamente


estas preguntas: ¿Por qué este sistema de símbolos, y no otro? ¿Cuáles son las significaciones
vehiculadas por los símbolos, el sistema de los significados al que remite el sistema de los
significantes? ¿Por qué y cómo las redes simbólicas consiguen autonomizarse?

a) Comprender, tanto como se pueda, la «elección» que una sociedad hace de su simbolismo
exige superar las consideraciones formales, o incluso «estructurales».

b) Comprender, e incluso simplemente captar, el simbolismo de una sociedad, es captar las


significaciones que conlleva.

Cuando, además, un análisis estructural reduce todo un conjunto de mitos arcaicos a la


intención de significar, [221] por medio de la oposición entre lo crudo y lo cocido, el paso de la
naturaleza a la cultura,150 ¿acaso no está claro que el contenido así significado posee un
sentido fundamental, o sea el interrogante y la obsesión sobre los orígenes, forma y parte de
la obsesión de la identidad, del ser del grupo que se lo plantea?

Es imposible sostener que el sentido es simplemente lo que resulta de la combinación de los


signos.151 Puede decirse igualmente que la combinación de los signos resulta del sentido,
pues finalmente el mundo no está hecho más que de gentes que interpretan el discurso de los
demás; para que éstos existan, primero es necesario que éstos hayan hablado, y hablar es ya
elegir signos, dudar, rehacerse, rectificar los signos ya elegidos –en función de un sentido. (…)
la reconstrucción de los códigos es mucho más radical, y mucho más escondida –en una
palabra, la constitución de los signos en función de un sentido es algo infinitamente más
complejo. Considerar el sentido como simple «resultado» de la diferencia de los signos, es
transformar las condiciones necesarias de la lectura de la historia en condiciones suficientes de
su existencia. Y, ciertamente, estas condiciones de lectura son ya intrínsecamente condiciones
de existencia, puesto que no hay historia sino del hecho de que los hombres comunican y
cooperan en un medio simbólico. Pero este simbolismo es él mismo creado. La historia no
existe sino en y por el «lenguaje» (todo tipo de lenguajes), pero este lenguaje, se lo da, lo
constituye, lo transforma.

(…) la característica más profunda del fenómeno simbólico, a saber su relativa


indeterminación. (…) ya claramente indicada por el fenómeno de la sobredeterminación de los
símbolos (varios significados pueden ser vinculados al mismo significante), –al que hay [223]
que añadir el fenómeno inverso, que podría llamarse la sobresimbolización del sentido (…)

Así es cómo se reduce el sentido, en la medida en que no es identificable con una combinación
de signos (aunque sólo fuera como su resultado necesario y unívoco), a una interioridad no
transportable, a un «cierto sabor».

c) Finalmente, es imposible eliminar la pregunta: ¿cómo y por qué el sistema simbólico de las
instituciones consigue autonomizarse? ¿Cómo y porqué la estructura institucional, en cuanto
se plantea se convierte en un factor al que la vida efectiva de la sociedad está subordinada y
como sometida?

No es inevitable caer en las trampas del simbolismo por haber reconocido su importancia. El
discurso no es independiente del simbolismo, y esto significa en efecto algo distinto a una
simple «condición externa»: el discurso está preso en el simbolismo. La distinción, que nos es
imposible evitar, entre quien, mirando a la Torre Eiffel, dice: «Es la Torre Eiffel», y quien, en las
mismas circunstancias, dice: «Mira, es la abuela», no puede encontrarse sino en la relación del
[225] significado de sus discursos con un significado canónico de los términos que utiliza y con
un núcleo independiente de todo discurso y de toda simbolización. Estas significaciones
pueden corresponder a lo percibido, a lo racional, o a lo imaginario. Las relaciones íntimas que
prácticamente siempre existen entre estos tres polos no deben hacer perder de vista su
especificidad.

Sea también ese fenómeno que Marx llama la reificación, más generalmente la
«deshumanización» de los individuos de las clases explotadas en ciertas fases históricas: La
reificación es una significación imaginaria (inútil subrayar que lo imaginario social, tal como lo
entendemos, es más real que lo «real»). Desde el punto de vista estrictamente simbólico, o
«lingüístico», aparece como un desplazamiento de sentido, como una combinación de
metáfora y de metonimia. (…) este deslizamiento de sentido –que es después de todo la
operación indefinidamente repetida del simbolismo-, el hecho de que bajo un significante
sobrevenga otro significado, es simplemente una manera de describir lo que sucedió y no da
cuenta ni de la génesis, ni del modo de ser del fenómeno considerado.

se constatan las mayores dificultades para distinguir los registros y la acción de lo simbólico y
de lo imaginario, no sólo son los prejuicios «realistas y «racionalistas» (cuyas tendencias más
extremas del «estructuralismo» contemporáneo representan una curiosa mezcla) que impiden
admitir el papel de lo imaginario. Lo cierto es que, en el caso de lo imaginario, el significado al
que remite el significante es casi imposible de captar como tal y, por definición, su «modo de
ser» es un modo de no-ser. En el registro de lo percibido (real) «exterior» o «interior», la
existencia físicamente distinta del significante y del significado es inmediata: nadie confundirá
la palabra árbol con un árbol real, la palabra cólera o tristeza con los afectos correspondientes.
En el registro de lo racional, la distinción no es menos clara: sabemos que la palabra (el
«término») que designa un concepto es una cosa y el concepto mismo, otra. Pero, en el caso
de lo imaginario, las cosas son menos simples.

La escena consiste en «imágenes» en el sentido más amplio del término. Estas imágenes están
hechas del mismo material del que pueden hacerse símbolos; ¿son símbolos? En la conciencia
explícita del sujeto, no; no están ahí por otra cosa, son «vividas» por ellas mismas. (…) el
fantasma fundamental del sujeto, su escena nuclear (no la «escena primitiva»), en la que
existe lo que constituye al sujeto en su singularidad: su esquema organizadororganizado que
se imagina y que existe, no en la simbolización, sino en la presentificación imaginaria que ya es
para el sujeto significación encarnada y operante, primera captación y constitución en una sola
vez de un sistema relacional articulado que plantea, separa y une «interior» y «exterior»,
esbozo de gesto y esbozo de percepción, reparto de papeles arquetípicos e imputación
originaria de papel al propio sujeto, valoración y desvaloración, [229] fuente de la significancia
simbólica ulterior, origen de las inversiones privilegiadas y específicas del sujeto, un
estructurante-estructurado.

(…) aparece en efecto como fundamento de posibilidad y de unidad de todo lo que hace la
singularidad del sujeto de otro modo que como singularidad puramente combinatoria, de todo
lo que en la vida del sujeto supera su realidad y su historia, condición última para que al sujeto
le sobrevengan una realidad y una historia.

Las significaciones imaginarias sociales –en todo caso las que son realmente últimas- no
denotan nada, y connotan poco más o menos todo; y por esto es por lo que son tan a menudo
confundidas con sus símbolos, no sólo por los pueblos que las llevan, sino por los científicos
que las analizan y que llegan por este hecho a considerar que sus significantes se significan
ellos mismos (puesto que no remiten a nada real, a nada racional que pudiese designarse), y a
atribuir a estos significantes como tales, al simbolismo tomado en sí mismo, un papel y una
eficacia infinitamente superiores a los que poseen ciertamente.

(…) sobre todo a nosotros, hombres de hoy, que poseen una «realidad» eminente de la que
estaría privado lo social. Pero, en otros aspectos, esta concepción es ilusoria, «el individuo es
una abstracción»; el hecho de que el campo social-histórico jamás sea comprensible como tal,
sino solamente por sus «efectos», no prueba que posea una mínima realidad, sería más bien lo
contrario. (…) una propiedad de «co-existencia» que surge a nivel del conjunto. Que en el
mundo humano nos encontremos con algo que es a la vez menos y más que una «sustancia» –
el individuo, el sujeto, el para-sí- no debe hacer disminuir a nuestros ojos la realidad del
«campo». (…) el individuo no puede colmar este lugar con sus propias producciones, sino tan
sólo utilizando significantes de los que no tiene la libre disposición. (…) cuyo fantasma privado
viene a colmar, allí donde hace falta y en el momento oportuno, el agujero del inconsciente de
los demás y posee suficiente «coherencia» funcional y racional para resultar viable una vez
simbolizado [232] y sancionado –es decir institucionalizado.

Sólo el mito de los orígenes, formulado por Freud en Totem y tabú, escapa en parte a estas
consideraciones, y esto porque es un mito, pero también en la medida en que se refiere a un
estado híbrido y, a decir verdad, incoherente. Lo instituido ya está ahí, incluso la horda
primitiva no es un hecho de naturaleza; ni la castración de los niños varones, ni la preservación
del último nacido pueden ser consideradas como relacionadas a un «instinto» biológico (¿con
qué finalidad, y cómo habría éste «desaparecido» a continuación?), pero traducen

Se desprende que, fuera de una postulación mítica de los orígenes, todo intento de derivación
exhaustiva de las significaciones sociales a partir de la psique individual parece abocada al
fracaso, ya que desconoce la imposibilidad de aislar esta psique de un continuo social que no
puede existir si no está siempre ya instituido. Y, para que se dé una significación social
imaginaria, son necesarios unos significantes colectivamente disponibles, pero sobre todo
[233] unos significados que no existen del modo en el que existen los significados individuales
(…)

Ninguna sociedad puede existir si no organiza la producción de su vida material y su


reproducción en tanto que sociedad. Pero ninguna de estas organizaciones es ni puede ser
dictada indefectiblemente por unas leyes naturales o por consideraciones racionales. (…)
margen de indeterminación se sitúa lo que es lo esencial desde el punto de vista de la historia
(…) mundo total dado a esta sociedad sea captado de una determinada manera práctica,
afectiva y mentalmente, que un sentido articulado le sea impuesto, que sean operadas unas
distinciones correlativas a lo que vale y a lo que no vale (…) entre lo que se debe y lo que no se
debe hacer.

(…) el mundo dado a la sensorialidad es ya necesariamente un mundo articulado, en la medida


también en que la corporalidad es ya necesidad, (…) una relación con el objeto y una relación
con el otro humano y, por consiguiente, una primera «definición» del sujeto como necesidad y
relación.

Papel de las significaciones imaginarias

La historia es imposible e inconcebible fuera de la imaginación productiva o creadora, de lo


que hemos llamado lo imaginario radical tal como se manifiesta a la vez e indisolublemente en
el hacer histórico, y en la constitución, antes de toda racionalidad explícita, de un universo de
significaciones. (…) este hacer plantea y se da algo distinto a lo que simplemente es, y es
también que está habitado por significaciones que no son ni simple reflejo de lo percibido (…)

(…) estas significaciones existen, una vez constituidas, al modo de lo que hemos llamado lo
imaginario efectivo (o lo imaginado). No es sino en relación a estas significaciones cómo
podemos comprender, tanto la «elección» que cada sociedad hace de su simbolismo
institucional, como los fines a los que subordina la «funcionalidad». Presa incontestablemente
de las coacciones de lo real y de lo racional, inserta siempre en una continuidad histórica, y por
consiguiente codeterminada por lo que ya estaba ahí, trabajando siempre con un simbolismo
ya dado y cuya manipulación no es libre, (…)
La sociedad debe definir su «identidad»: su articulación, el mundo, sus relaciones con él y con
los objetos que contiene, sus necesidades y sus deseos. Sin la «respuesta» a estas
«preguntas», sin estas «definiciones», no hay mundo humano, ni sociedad, ni cultura –pues
todo se quedaría en caos indiferenciado. El papel de las significaciones imaginarias es
proporcionar a estas preguntas una respuesta, respuesta que, con toda evidencia, ni la
«realidad» ni la «racionalidad» pueden proporcionar (salvo en un sentido especifico, sobre el
que volveremos).

(…) el trabajo de los hombres (tanto en el sentido más estricto como en el sentido más amplio)
indica por todos sus lados, en sus objetivos, en sus fines, en sus modalidades, en sus
instrumentos, una manera cada vez más específica de captar el mundo, de definirse como
necesidad, de plantearse en relación a los demás seres humanos.

(…) para las colectividades históricas de otros tiempos, se comprueba que el nombre no se
limitó a denotarlas, sino que al mismo tiempo las connotó –y esta connotación remite a un
significado que no es ni puede ser real, ni racional, sino imaginario (sea cual sea el contenido
específico, la naturaleza particular, de este imaginario). (…) más allá del nombre, en los totems,
en los dioses de la ciudad, en la extensión espacial y temporal de la persona del rey, se
constituye, cobra peso y se materializa la institución que ubica la colectividad como existente,
como sustancia definida y duradera más allá de sus moléculas perecederas, que responde a la
pregunta por su ser y por su identidad refiriéndolas a unos símbolos que la unen a otra
«realidad».

La nación (…), más allá de los accidentes de su constitución histórica, las funciones reales
desde el triunfo del capitalismo industrial) desempeña hoy en día este papel, cumple esta
función de identificación, mediante esa referencia triplemente imaginaria a una «historia
común» – triplemente, ya que esta historia no es más que pasado, que no es tan común y que,
finalmente, lo que de ella se sabe y lo que sirve de soporte a esta identificación colectivizante
en la conciencia de las gentes es en gran parte mítico (…) esta historia no es más que pasado,
que no es tan común y que, finalmente, lo que de ella se sabe y lo que sirve de soporte a esta
identificación colectivizante en la conciencia de las gentes es en gran parte mítico

Asimismo, cada sociedad define y elabora una imagen del mundo natural, del universo en el
que vive, intentando cada vez hacer de ella un conjunto significante, en el cual deben
ciertamente encontrar su lugar los objetos y los seres naturales que importan para la vida de la
colectividad, pero también esta misma colectividad, y finalmente cierto «orden del mundo».

La imagen de sí que se da la sociedad comporta como momento esencial la elección de los


objetos, actos, etc., en los que se encarna lo que para ella tiene sentido y valor. La sociedad se
define como aquello cuya existencia (la existencia «valorada», la existencia «digna de ser
vivida») puede ponerse en cuestión por la ausencia o la penuria de semejantes cosas y,
correlativamente, como la actividad que apunta a hacer existir estas cosas en cantidad
suficiente y según las modalidades adecuadas (cosas que pueden ser, en ciertos casos,
perfectamente inmateriales, por ejemplo la «santidad»).

(…) lo que constituye la necesidad humana (como distinta de la necesidad animal) es la


investidura del objeto con un valor que supera, por ejemplo, la simple inscripción en la
oposición «instintiva» nutritivono nutritivo (que «vale» también para el animal) y que
establece, en el interior de lo nutritivo, la distinción entre lo comestible y lo no comestible,
que crea el alimento en el sentido cultural y ordena los alimentos en una jerarquía, los clasifica
en «mejores» y «menos buenos» (en el sentido del valor cultural, y no de los gustos
subjetivos).

Cuando los objetos se proponen como secundarios en relación a los momentos abstractos de
las actividades sociales que los producen –lo cual presupone sin duda una evolución avanzada
de estas actividades des como técnica, una extensión del tamaño de las comunidades, etc.-,
son las mismas actividades las que proporcionan el fundamento de una articulación de la
sociedad, ya no en clanes, sino en castas. La aparición de la división antagónica de la sociedad
en clases, en el sentido marxista del término, es, sin lugar a dudas, el hecho capital para el
nacimiento y la evolución de las sociedades históricas.

Pero, si la existencia de una relación entre la tecnología de cada sociedad y su división en


clases no puede negarse sin caer en el absurdo, resulta trabajoso fundamentar a ésta sobre
aquélla.

Podemos describir, explicar e incluso «comprender» cómo y por qué las clases se perpetúan en
la sociedad actual. Pero no podemos decir gran cosa en cuanto a la manera en que nacen, o
mejor, en que nacieron. Pues toda explicación de este tipo cuaja en las clases nacientes de una
sociedad ya dividida en clases, en la que la significación clase era ya disponible. Podemos ver lo
que, en los mecanismos de la sociedad actual, sostiene la existencia de las clases y las
reproduce constantemente. La organización burocrática es autocatalítica, automultiplicativa, y
puede verse cómo informa al conjunto de la vida social.

Podemos comprender hoy este estado de casi-objeto porque disponemos de esta significación,
hemos nacido en esta historia. Pero sería una ilusión creer que podríamos producirla, y
reproducir, en modo comprensible, su emergencia.

Lo imaginario en el mundo moderno

Es, visiblemente, el caso de lo que sucede con la definición de las necesidades a las que se
supone que ella sirve. Más que en ninguna otra sociedad, el carácter «arbitrario», no natural,
no funcional de la definición social de las necesidades aparece en la sociedad moderna,
precisamente a causa de su desarrollo productivo (…)

Esta pretendida organización racional exhibe todas las características de un delirio sistemático;
es sabido por todos y de ello se viene hablando desde hace mucho tiempo, pero nadie lo ha
tomado en serio (…).

Rasgos esenciales de la burocracia de otros tiempos, como la referencia al «precedente» de la


voluntad de abolir lo nuevo como tal y de uniformizar el flujo del tiempo, son reemplazados
por la anticipación sistemática del porvenir; el fantasma de la organización como máquina bien
aceitada cede su lugar al fantasma de la organización como máquina autorreformadora y
autoexpansiva. La realidad no existe sino en la medida en que está registrada; en el límite, lo
verdadero no es nada y sólo el documento es verdadero. Y aquí aparece lo que nos parece el
rasgo específico, y más profundo, de lo imaginario moderno, lo más profundo en
consecuencias y en promesas también. Ese imaginario no tiene carne propia, toma prestada su
materia a otra cosa, es investidura fantasmática, valoración y autonomización de elementos
que, por sí mismos, no responden a lo imaginario: lo racional limitado del entendimiento y lo
simbólico. El mundo burocrático autonomiza la racionalidad en uno de sus momentos
parciales, el del entendimiento, que no se preocupa sino de la corrección de las conexiones
parciales e ignora las cuestiones de fundamento, de conjunto, de finalidad, y de la relación de
la razón con el hombre y con el mundo (es por lo que llamamos a su «racionalidad» una
pseudo-racionalidad); y vive, por lo esencial, en un universo de símbolos que, las más de las
veces ni representan lo real, ni son necesarios para pensarlo o manipularlo; es el que realiza
hasta el extremo la autonomización del puro simbolismo.

Es precisamente porque lo imaginario social moderno no tiene carne propia, es porque toma
prestada su sustancia a lo racional, en un momento de lo racional que transforma así en
pseudo-racional, por lo que contiene una antinomia radical, por lo que está abocado a la crisis
y al desgaste, y por lo que la sociedad moderna contiene la posibilidad «objetiva» de una
transformación de lo que hasta ahora fue el papel de lo imaginario en la historia.

Imaginario y racional

Es imposible comprender lo que fue y lo que es la historia humana prescindiendo de la


categoría de lo imaginario. No podemos comprender una sociedad sin un factor unificante que
proporcione un contenido significado y lo teja con las estructuras simbólicas. Este factor no es
lo simple «real», cada sociedad constituyó su real (…) no es tampoco racional (…) si la historia
contiene incontestablemente la progresión en la racionalidad –ya volveremos sobre ello-, no
puede ser reducida a ella. Un sentido aparece en ella, ya en los orígenes, que no es un sentido
de real (referido a lo percibido), que tampoco es racional, o positivamente ir-racional, que no
es ni verdadero ni falso pero que, sin embargo, es del orden de la significación, y que es la
creación imaginaria propia de la historia, aquello en y por lo que la historia se constituye para
empezar.

Si lo simbólico-racional es lo que representa lo real o lo que es in- dispensable para pensarlo o


actuarlo, ¿no es evidente que este papel también es desempeñado, en todas las sociedades,
por unas significaciones imaginarias? Lo «real», para cada sociedad ¿no comprende acaso,
inseparablemente, este componente imaginario tanto para lo que es de la naturaleza como,
sobre todo, para lo que es del mundo humano? Lo «real» de la naturaleza no puede ser
captado fuera de un marco categorial, de principios de organización de lo dado sensible, y
éstos no son nunca –ni siquiera en nuestra sociedad- simplemente equivalentes, sin exceso ni
defecto, en el cuadro de las categorías trazado por los lógicos (y, por lo demás, eternamente
rehecho). En cuanto a lo «real» del mundo humano, no es solamente en tanto que posible
objeto de conocimiento, es de manera inmanente, en su ser, en sí y para sí, cómo es
categorizado por la estructuración social y lo imaginario que ésta significa; relaciones entre
individuos y grupos, comportamiento, [259] motivaciones, no son solamente incomprensibles
para nosotros, son imposibles por sí mismos independientemente de este imaginario.

Cuando un individuo, que crece en nuestra cultura, que topa con una realidad estructurada de
una manera precisa, que vive sumergida en un control social perpetuo, «decide» o «elige» ver
en cada persona que encuentra un agresor potencial y desarrolla un delirio de persecución,
podemos calificar su percepción de los demás como imaginaria, no sólo «objetivamente» o
socialmente –con referencia a los puntos de referencia establecidos-, sino subjetivamente, en
el sentido de que «hubiese podido» forjarse una visión correcta del mundo (…)

Si las potencias divinas, si las clasificaciones «totémicas» son, para una sociedad antigua o
arcaica, unos principios categoriales de organización del mundo natural y social, como lo son
incontestablemente, ¿qué quiere decir, desde el punto de vista operativo (es decir para la
comprensión y la «explicación» de estas sociedades), la idea de que estos principios responden
a lo imaginario en tanto que se oponen a lo racional? Es este imaginario lo que hace que el
mundo de los griegos o de los aranda no sea un caos, sino una pluralidad ordenada que
organiza lo diverso sin aplastarlo, lo que hace emerger el valor y el no-valor, lo que traza para
estas sociedades la demarcación entre lo «verdadero» y lo «falso», lo permitido y lo prohibido
–sin lo cual no podrían existir ni un segundo.167 Este imaginario no desempeña solamente la
función de lo racional; ya [261] es una forma de éste, lo contiene en una indistinción primera e
infinitamente fecunda, y pueden discernirse en él los elementos que presupone nuestra propia
racionalidad.

La historia es siempre historia para [263] nosotros –lo que no quiere decir que tengamos el
derecho de estropearla como nos plazca, ni de someterla inocentemente a nuestras
proyecciones, puesto que precisamente lo que nos interesa en la historia es nuestra alteridad
auténtica, los demás posibles del hombre en su singularidad absoluta. En tanto que absoluta,
esta singularidad se diluye necesariamente en el momento en que intentamos captarla.

Ya que, entonces, el punto último de conjunción de estos dos proyectos –comprender y


transformar- no puede encontrarse cada vez sino en el presente vivo de la historia, que no
sería presente histórico si no se superase hacia un porvenir que está por hacer por nosotros. Y
el que no podamos comprender el antaño y el otro lugar de la humanidad sino en función de
nuestras propias categorías –lo cual, a su vez, revierte en estas categorías, las relativiza y nos
ayuda a superar la servidumbre a nuestras propias formas de imaginario e incluso de
racionalidad- no traduce simplemente las condiciones de todo conocimiento histórico y su
arraigo, sino el hecho de que toda elucidación que emprendamos es finalmente interesada, es
para nosotros en el sentido fuerte, pues no estamos aquí para decir lo que es, sino para hacer
ser lo que no es (a lo cual el decir lo que es pertenece como momento).

Lapassade Los grupos, las organizaciones y las instituciones como niveles de


análisis de la realidad (G. Lapassade).
Hasta los años 60´imperó una ideología que cambia a partir del 68´con lo que Lapassade
identifica con la “liberación de la palabra “y “liberación del cuerpo”; en esto se basa el cambio
ideológico microsociológico y micropolítica de los 60. A diferencia de la actualidad, que se halla
lejos del análisis institucional, pues la tarea actual consiste en deconstruir-reconstruir el
concepto mismo de institución.

El autor dice que no debemos confundir a la institución con el establecimiento. Ya no se define


el análisis institucional en situación de intervención por referencia a establecimiento. El análisis
institucional a entrado en crisis y se buscan nuevas formas de intervención. El estudio de
pequeños grupos, figura una esperanza en las ciencias humanas para descubrir leyes comunes
que rigen al individuo y a la sociedad. El pequeño grupo experimental, las relaciones
interprofesionales vinculadas a conductas de individuos. Todo sistema institucional está entre
nosotros aquí y ahora, en la disposición material de sitios y herramientas de trabajo.

Lapassade distingue tres variantes

1. Grupo familiar: primer nivel de cimiento más firme del orden social, la escuela le sigue
como base al sistema.
2. Nivel de organización: la fábrica en su totalidad, la universidad, la administración.
Grupos de grupos regidos por nuevas formas en donde se halla mediación entre la
sociedad civil y el estado. Nivel de organización burocrática de los aparatos
retransmisores.
3. Nivel de institución. Nivel del estado, lo instituyente; que da a las instituciones la
fuerza de ley.

La práctica pedagógica se establece en tres niveles. El primero es el de la unidad pedagógica de


base. Es el nivel escolar de la clase, de la práctica docente. En la pedagogía tradicional domina el
curso, la enseñanza magistral. Las reformas introducen trabajos dirigidos a la enseñanza
superior. Pero dentro de estas nuevas disposiciones la relación entre educadores y educandos
conserva su estructura de poder, basada en la disimetría que opone el saber al no saber. Es el
nivel del grupo-maestros-alumnos. En este grupo está aquello que ha sido instituido. La
institución determina radicalmente la relación maestro-alumno, la relación de formación en su
vivencia misma.

El segundo nivel es el del establecimiento: la escuela, la facultad. Sistema de las instituciones


externas. Es el nivel de la organización, la estructura de la administración que es por tradición
autoritaria, resulta de una elección o designación. Los educandos no participan del poder
administrativo. Por otro lado, no corresponde a las instituciones modificar por sí mismas sus
estructuras, la reforma solo puede provenir del estado. Se decreta desde arriba la supuesta
autonomía de las universidades.

Es el estado -tercer nivel- define las normas generales de la universidad (concursos, programas,
etc.)

El sistema jerárquico de la universidad, tal como se reproduce bajo el inmediato control del
estado se halla directamente ligado a la función de dominación que se le atribuye al saber dentro
de la división del trabajo. La escuela acostumbra a los hombres a creer que el presunto saber
otorga un poder de dominación y explotación. El sistema burocrático encuentra uno de sus
fundamentos esenciales en los misterios del conocimiento. Marx define el examen como el
bautismo burocrático del Saber. La posesión del Saber es el producto de una iniciación que nos
ubica del lado de quienes dominan una sociedad o que al menos nos pone a su servicio. La
universidad es una institución clasista, tiene la función de conservar las jerarquías en nuestra
sociedad, hecha para reproducir los sistemas de dominación, ella misma es una institución
dominante.

El sistema de las instituciones se sitúa en un nivel de estructura social. La sociología tiende a


distinguir entre infraestructura y superestructura (terminología marxista); o la base morfológica
y los sistemas institucionales (terminología de Durkheim); las instituciones estarían en el nivel
de superestructura, pero las relaciones de producción se hallan instituidas (3°nivel).

En el sistema universitario, es una institución donde se cruzan la instancia económica (vinculada


a la plaza de producción) y política (su relación con el Estado) y una instancia ideológica (produce
y difunde ideología, afirma que ésta es la Ciencia). La institución no es superestructura. Es la ley,
el código, la regla escrita. Es la constitución. El sistema de las instituciones políticas, no se limita
a su aspecto institucionalizado, registrado en leyes escritas. También está aquello que no ha sido
instituido, que no es visible, pero forma parte de la institución; es un producto del cruce de los
niveles o las instancias; producto sobre determinado por el conjunto del sistema a través de la
mediación del Estado.

El estado se establece en el compromiso de la lucha de clases, con el advenimiento de la


Revolución Francesa: el estado burgués. Marx y Lenin muestran este nacimiento y función del
estado, lugar de descifre del modo de producción. Para el modelo revolucionario esto es
determinante, el análisis político y la acción solo alcanzan su punto de legitimidad si el estado,
su policía, su ejército y su burocracia, se presenta visiblemente como tema de la crítica y como
elemento que se debe destruir. La clave del cambio revolucionario estriba en la destrucción del
aparato burgués. La sociedad burguesa y capitalista solo dejara de existir cuando haya perdido
la cabeza. Un rey guillotinado: es el símbolo más directo de la revolución. La revolución suplanta
al estado por una soberanía polimorfa, por un nuevo sistema institucional al que no sojuzgue ya
la dominación central y en el que las instituciones de la sociedad dejen de ser instituciones
dominantes. La conquista del aparato estatal, es posible, según Gramsci, cuando los obreros o
campesinos forman un sistema de instituciones capaz de sustituir al actual. Las instituciones de
la revolución son los clubes, las asociaciones, todo aquello que posibilita la expresión y el
ejercicio de soberanía colectiva. Las Asambleas Generales Permanentes, expresan la liberación
de lo instituyente en la sociedad, instituyen nuevas formas de vida social e inventan de manera
colectiva métodos de regulación. Se entabla una lucha entre la revolución oficial y la revolución
dentro de la revolución. La revolución no podrá en rigor producir instituciones acabadas, sino
instituir lo instituyente, hacer que la soberanía colectiva no se aliene en instituciones que se
autonomicen.

Las instituciones tienden a estatizarse en momentos en que la revolución comienza a abolir el


estado. Tienden a volverse autónomas y dominantes, al servicio de la nueva clase dominante. El
proceso instituye participa, de la construcción de la nueva clase. La ideología y las instituciones
se convierten en nuevas formas de represión social.

El análisis institucional debe dar cuenta del desconocimiento, no mediante la ignorancia de


estructuras y funcionamientos sociales, sino por un mecanismo de represión colectiva. No
podemos decir ni pensar lo verdadero, porque una represión social nos prohíbe el acceso a la
verdad sobre nuestra situación y sobre el conjunto del sistema. Represión permanente del
sentido en nuestra sociedad, que encuentra su origen en la dominación mantenida por las clases
dirigentes y por su instrumento de opresión: el Estado, que cumple la función de ocultación
ideología por mediaciones institucionales que penetran en la sociedad. Controla la educación, la
información, la cultura. La contraprueba es la liberación de la palabra dentro de la crisis
revolucionaria, cuando se levanta la represión.

Antes de la crisis de mayo, se buscaba superar los puntos de detenimiento de las “ciencias”
sociales, especialmente la psicosociología de las organizaciones y las instituciones, al mismo
tiempo se quería desarrollar con docentes técnicas de pedagogía institucional y la autogestión.
La empresa, a la vez teórica y práctica exigía la reconstrucción del concepto institución. Descubrir
la dimensión institucional del aquí y ahora de las relaciones de producción, formación
tratamiento. La universidad, apenas reformada, es pura fachada detrás solo hay regulación que
reemplaza las tareas de aprendizaje.

Sartre describe la soberanía colectiva e instituyente como momento del grupo en fusión.
Tiende a presentarla en términos de psicología de multitudes, la revolución efectiva se
encuentra detrás de ella, en la toma del poder, momento idea del estado. El momento
de la toma de la palabra social liberada, cuando todos son oradores, significa la
revolución. El habla social liberada es un significado, no un significante. En ese momento
del grupo, la institución ya está ahí, en su condición de movimiento instituyente, como
movimiento que efectúa en nuevos grupos institucionales.
Barbier, R. (1977 El concepto de "implicación" en ciencias humanas).

El problema fundamental en la implicación en la enseñanza y en la investigación en ciencias


humanas. Las relaciones entre el investigador y el objeto de su investigación fueron muy
discutidas a fines del siglo XIX. Se admitió que la ciencia reposa sobre un juicio de valor inicial: lo
universal es más aceptable que lo particular, más aún, la preferencia por lo universal se disimula
en la selección de lo que es interesante para el científico en función de su problemática. Además,
lo arbitrario y el juicio de valor están ya presentes en la elección del objeto de investigación.
Estos juicios de valor del científico son puestos bajo el signo de lo universal, pero es la sociedad
científica la que los reconoce. El entorno del investigador, su formación, lo modelos
intelectuales, juegan un papel decisivo. Los objetos de estudio “científicos” son aquellos que
cautivan a la ciudad sabia de la época. Es decir que los problemas que se descartan u opone,
implican el riesgo de que el investigador sea considerado por sus colegas como un caprichoso o
fanático. Las ciencias humanas están aún muy tocadas por la acción subterránea de la
subjetividad.

Se supone que el observador no interviene en el campo de observación cuyas características


están dadas por las variables dependientes e independientes. El razonamiento analítico y la
lógica formal, este conocimiento, jamás hace intervenir a la dialéctica entre el observador y el
objeto.

IMPLICACIÓN PSICOAFECTIVA

El investigador se ve rápidamente confrontado con su implicación psicoafectiva porque en la


investigación social el objeto de investigación siempre pone en cuestión los fundamentos
profundos de la Personalidad.
El investigador en ciencias humanas debe entrar, a menudo, en la problemática de la autoridad
durante su práctica científica. ¿Con qué derecho va a trabajar de ese modo y no de otro? En ese
caso el componente psicoafectivo de la autoridad juega un rol considerable. El fenómeno de
autoridad es solo la acentuación, la explotación y estabilización (sobre todo por la extorsión del
amor) de este miedo (es decir, la culpabilidad La socio-pedagogía que intenta efectuar una
investigación a través de la puesta en práctica de una experiencia pedagógica nueva, es clínica.

Es sobre esta dimensión psicológica que el investigador apoyará sus intuiciones e hipótesis de
base. Plantear el difícil problema de la objetividad es hacer un retorno sobre uno mismo y sobre
la propia socialización efectiva, es iluminar el arraigo social del sociólogo. En la implicación
histórica existencial se encuentra la noción de praxis y de proyecto. Entre las estructuras
objetivas anteriores que han labrado mi habitus encuadrando mis prácticas sociales y las
estructuras objetivas actuales en las que se inserta mi profesión, mi nivel de cultura, mi familia,
etc., hay una relación dialéctica por el intermedio de la praxis y del proyecto individual y
colectivo.

El hombre es un ser activo que se compromete en un proceso de transformación del mundo del
que es uno de los elementos. El ejercicio de esta actividad práctica le procura una experiencia
que le abre primero las puertas del conocimiento empírico y luego las del conocimiento
abstracto que guiará su actividad posterior. No conocer realmente la trampa de mi infancia, de
las clases populares y del sistema de enseñanza dominante, más que por la praxis que en mi
profesión de docente y de animador, me pone en contacto con mis propias contradicciones, en
el instante mismo en que ella contribuye a la transformación de lo instituido.

Es en el desarrollo del vector conocimiento empírico /conocimiento abstracto /aplicación


práctica que conozco el mundo y que me conozco. El proyecto es la vitamina de la praxis. No
podemos negar el impacto de las estructuras objetivas sobre el desarrollo de una existencia
individual, pero la noción de proyecto introducido en una teoría de la temporalidad dialéctica
de la historia, muestra que la praxis no es azarosa, es el devenir del proyecto sumido en el yugo
de las estructuras objetivas. ” La sociedad se presenta para cada uno como una perspectiva de
porvenir, que penetra como una motivación real de sus conductas.

El proyecto que anima la praxis está constituido por la voluntad de transformación de las
relaciones sociales y el mundo material en el sentido de un mejor ser colectivo de una sociedad
sin clases. Visto desde el exterior, el individualismo es una estructura particular del sujeto
colectivo; visto desde el interior, es el proyecto de una conciencia que se piensa como colectiva,
se sitúa en la dimensión histórica o trascendente. (Golman)

La implicación histórico-existencial significa al fin de cuentas que en tanto que ser social, el sujeto
cuestionador estará siempre en una relación dialéctica con el objeto cuestionado por el ángulo
esencial de la praxis. La existencia, la praxis, y el proyecto del investigador se originan, pasan y
retornan a la historia en su vasto movimiento de totalización dialéctica. Interrogar la implicación
histórico-existencial del investigador vuelve a aclarar la transversalidad histórica y mediatizada
que estructura y dinamiza el conjunto de sus proyectos, de sus prácticas y de sus productos.

Ser miembro de una Compañía Republicana de seguridad en una sociedad capitalista como
obrero metalúrgico militante significa comprender bien las diferencias existentes entre
implicación psicoafectiva e histórico-existencial

El trabajo, permite medir las capacidades innatas del individuo y suministra la radiografía más
profunda de la estructura de su personalidad, sus fuerzas y sus fallas. El héroe se rebela contra
una actividad laboral alienada y alienante, aún más reificada por el estado de las relaciones de
producción en la sociedad capitalista La implicación estructura profesional consiste en buscar
los elementos que tienen sentido en relación con el trabajo social del investigador y con su
arraigo socioeconómico en la sociedad contemporánea.

La actitud individual del profesional depende del rol social de su profesión sobre un mercado el
trabajo estructurado por las relaciones de clase. Cambiando de rol se cambia de actitud. Hacer
una investigación–acción en Ciencias Sociales es correr con el riesgo (que no conoce la Sociología
"sabia") de verse cuestionado en el rol y la función que uno tiene en tanto que investigador y
"especialista" en la sociedad, y de aceptar una interpelación sobre el sistema de valores y
actitudes del que depende el equilibrio de la personalidad.

A cada instante se choca contra un muro de la contradicción entre el proyecto histórico y


existencial y la realidad estructural de la acción profesional con sus presiones y límites
económicos, políticos y científicos. Así en la Investigación- Acción y la animación, nuestra sola
libertad no puede ser más que una libertad de actuar en contradicción, porque estamos puestos
en el cruce del compromiso y de la acción por la cual uno se compromete.

Se comprende que los distintos niveles de implicación se interpenetran y actúan uno sobre el
otro. Así el psicoafectivo e histórico-existencial atraviesan el estructuro-profesional. Las
relaciones entre el dinero, el saber, el poder, están profundamente marcadas y constituyen
puntos de referencia dentro del campo de posibles profesiones.

El investigador-animador proveniente de clases populares, justamente por no provenir de las


clases medias, es capaz de pasar de la seguridad a la inseguridad con una soltura y rapidez
incomprensibles para los que tienen otro ethos de clase.

Definición del Concepto de Implicación en Ciencias Humanas Clínicas

Implicar viene del latín, implicare: envolver dentro, comprometerse en y, en sentido figurado,
incluir, contener implícitamente. Implicación es un término de derecho: acción de implicar a una
persona en una demanda. En lógica es el estado de aquello que implica contradicción. Hoy alude
a una idea (noción o proposición) que cuenta a otra, ya sea bajo la forma de una consecuencia
necesaria, ya sea por ligazón experimental. Yo retomaré los elementos de comprometerse en y
en consecuencia NECESARIA.

La implicación en Ciencias Humanas puede definirse como un compromiso personal y colectivo


del investigador y por su praxis científica, en función de su historia familiar y libidinal, de sus
posiciones pasadas y actuales en las relaciones de producción y de clases, y de su proyecto
sociopolítico en acto, de tal suerte que la intervención necesariamente resultante es parte
integrante y dinámica de toda actividad del conocimiento. Ante un campo de intervención con
el que él forma sistema, el investigador en la investigación - acción deberá tener en cuenta su
implicación. Que el campo de intervención sea un establecimiento (escuela, prisión, fábrica) un
grupo más o menos informal, (una comunidad hippie) o bastante vasto (un barrio, una villa) un
grupo institucionalizado (los psicoanalistas), el sociólogo institucional por ejemplo, que intenta
buscar en el campo de la intervención la acción latente o manifiesta de las instituciones, deberá
sin duda reconocer que él está implicado como todos los actores sociales a los que se acerca
dentro de su práctica profesional.

El perímetro de intervención puede ser examinado en sus dos dimensiones: sistemática o


lógico
Funcional y la dimensión libidinal, a menudo conflictuales (deseo de orden y contra orden del
Deseo) en las cuales, la duración, la historia, introduce la dialéctica de lo instituyente y de lo
instituido. El examen de la dimensión sistemática supone el análisis de diferentes planos:

·los medios, los productos (base material);

·los hombres y sus prácticas (base social);

·los códigos y lenguajes funcionales (base comunicacional);

·las prácticas discursivas (bases ideológicas);

La dimensión libidinal es la más tratada por los investigadores en ciencias humanas porque es
siempre el grano de arena que bloquea la bella máquina construida para volver racionales los
elementos del campo. Sin embargo, el analista institucional que persigue ante todo la
constelación del poder que va del centro a la periferia no puede ignorar que el poder posee una
carga erótica.

La implicación del investigador en sus tres niveles, psicoafectivo, histórico existencial y


profesional, está orientada positivamente en relación a sus dos dimensiones, sistemática y
libidinal, del perímetro de intervención. El investigador se arriesga a un estado funcional con su
campo de investigación.

La institución de la educación y la escuela como organización. Sus sistemas:


cultural, imaginario y simbólico.
Alonso, M. C.; Difilipo, Z y Ramírez, N. (2007) El movimiento
institucionalista. Ficha de Cátedra Nº 1. Facultad de Humanidades. UNNE.
El análisis institucional: el movimiento institucionalista, su encuadre teórico y metodológico.

El movimiento institucionalista nace en los 60 con la perspectiva de dos disciplinas la sociología


y el psicoanálisis, que contribuyen mediante el trabajo de campo y sus prácticas en escuelas y
hospitales mentales. Esto posibilitó mirar las prácticas sociales desde la dimensión institucional
y permitió una crítica a lo instituido en relación con las formas políticas de acción. Encierra una
autocrítica al considerar los procesos de implicación de quien realiza el análisis y en relación con
la institución que analiza.

Esta corriente de pensamiento intenta:

Descubrir hechos ocultos lo que no se sabe, lo no dicho.

Desarmar lo idealizado y dogmático.

Desentrañar y comprender para transformar las situaciones.

Poner en debate a las instituciones y acompañar en la definición de modificaciones a partir de


intervenciones pedagógicas y sociales para encarar nuevas formas de realizar tareas en
producciones colectivas y relaciones técnicas.

INSTITUCIÓN

Institución: existe en nivel simbólico de la vida social. Representaciones y significados


incorporados por los individuos que configuran una forma de ver el mundo que pone en juego
una lógica que les da seguridad y confianza en las reglas de funcionamiento institucional.
Dinámica de:

lo instituido: rasgos fijos de las instituciones

lo instituyente: movimiento que genera cuestionamiento, crítica y transformación. Representa


posibilidad de reinventar la institución.
Línea grupalista: acercamientos sociológicos y psicoanalíticos en torno a lo grupal: produce una
inflexión dentro de la corriente institucional. En nuestro país, en los 60´está encabezada por
Pichon Rivieré, la historia de este movimiento es como plantea Laureau una novela familiar, la
novela institucional supone rastrear lo que no se sabe, “describir para descubrir”

Autoanálisis: da la posibilidad de acceder a un saber sobre la propia vida de las instituciones,


saber acumulado a lo largo de su historia que requiere ser recuperado, pensado, analizado, por
la propia institución. Es también un saber sobre sus deseos, demandas, necesidades,
limitaciones. Las instituciones al acceder al poder sobre sus propias condiciones de vida pueden
conducir su propia existencia. El trabajo analítico no se convierte en dogma, sino que posibilita
una dialéctica interminable. El analista interviene crea los dispositivos y se pone en marcha lo
que se configura como “campo de análisis” y “campo de intervención”. El campo de análisis hace
referencia al recorte de la vida social (un establecimiento, la institución del trabajo) para percibir
y conocer cómo se articulan las múltiples determinaciones en dicho recorte. El campo de
intervención es el espacio delimitado para desplegar aquellas estrategias que todos los
involucrados en el campo consideren necesarias para operar sobre él y transformar lo instituido.
El interviniente actúa como un tercero, para que, a partir de los dispositivos creados,
desencadenar un proceso que posibilite la elucidación de la situación, ayude a los otros a pensar
y a encontrar soluciones a lo problematizado. La implicación, tanto en el interviniente como en
los sujetos del colectivo institucional siempre está ahí para deformar, distorsionar no solo los
hechos sino nuestra comprensión, por eso la importancia del análisis de la implicación.

El campo del análisis (…) [es configurado por el] sujeto que se decide analizar(…)
acontecimientos, rasgos que son cotidianos para su vida, que son parte (más cercana más
lejana)y se dispone a vincularse con esos hechos o acontecimiento(…) Entonces hay una
intención de conocimiento y hay un acercamiento a ese hecho, a esa realidad, a ese rasgo que
se ha convertido en objeto de conocimiento; un acercamiento que siempre (en mayor o menor
medida), es un reacercamiento. (…) en el acercamiento me voy a encontrar con todas mis
construcciones de ideas y de concepciones acerca de esto [del objeto de conocimiento] como
una barrera (…) Cuando me re-acerco, me encuentro (…) que son todas las construcciones
consuetudinarias (…) que me impiden ver la realidad [de otra manera] el re-acercamiento (…)
supone un trabajo previo (…). Un trabajo en profundidad con mi modo de estar y de
relacionarme con esto a lo cual yo quiero acercarme de nuevo [y este es el análisis de la
implicación].

El análisis institucional pretende aportar desde sus ideas centrales un acercamiento al


conocimiento de las instituciones por dentro; por lo tanto, para lograrlo, es importante,
considerar, entre otros datos, la dinámica institucional en el movimiento dialéctico resultante
entre lo instituido y lo instituyente, y el proceso de institucionalización.

MARTA SOUTO DE ASCH, Hacia una dialéctica de lo grupal


Fernández, Lidia. (1994) Análisis de los Institucional en la Escuela.
Capitulo 1 Lo institucional. Una dimensión constitutiva.

Institución: sinónimo de regularidad social, implica normas y leyes que representan valores
sociales y pautan el comportamiento de los individuos y los grupos fijando sus límites. Son
instituciones la norma constitucional que establece libertad y derecho de enseñar y aprender,
los programas vigentes, la ley de escolaridad primaria obligatoria, la norma pedagógica. El
individuo actúa siempre dentro de grupos y organizaciones y ellas sufren el efecto de dos tipos
de regulaciones EXTERNAS instituciones vigentes en un sistema mayor, que entran en el
grupo/organización moldeando sus condiciones de realidad INTERNAS resultantes de acuerdo
consolidados en la vida cotidiana y pueden modificar el modo en que operan las instituciones
externas. Institución también puede hacer referencia a organizaciones concretas (escuelas,
fábrica, hospital) donde se cumplen funciones especializadas con el propósito de concretar las
acciones-valores en la concepción anterior. Institución es establecimiento (organización con
función especializada que cuenta con espacio propio y conjunto de personas responsables en
el cumplimiento de determinadas tareas reguladas por diferentes sistemas).

Cap. 2 Lo institucional en el comportamiento

La definición de lo institucional en alusión a los establecimientos plantea el término en relación


a la sociabilización del sujeto en la particular cultura del establecimiento. Existe una tensión
inevitable entre la organización y el individuo. Proceso de inserción institucional que da cuenta
de esta tensión.

La pertenencia puede entrar en incompatibilidad con condiciones-valores-expectativas del


sujeto y es abandonada. Los establecimientos por lo general organizan sistemas destinados a
la sociabilización de sus miembros, pero las evidencias muestran que la organización informal y
la participación en la vida cotidiana institucional son las vías más fuertes de incorporación.

Hay que diferencias entre aquellos aprendizajes producto de situaciones formales de


formación y entrenamiento de aquellos que surgen de la vida cotidiana y de un tipo de
comunicación primaria. Estos explican la adopción del estilo institucional, una verdadera
marca.

Aspectos formales pasan a formar parte de la personalidad de los sujetos a través de la


personalidad de los sujetos a través de dos modalidades de aprendizaje:

1. Situaciones intencionales especialmente preparadas para provocarlos.


2. Lo que se produce a partir de la nueva interacción social y por operación de un nivel de
comunicación inconsciente, a través de la cual el sujeto capta significados y estructura
imágenes desde las que se percibe la realidad y selecciona las experiencias que le
permitirá entrar en su repertorio.

Capitulo iii Establecimientos

Como objeto de vinculación: ámbitos concretos donde se ejercen acciones sociales y se


expresan influencias de un medio. Espacio de concreción de lo que está instituido, aceptado,
establecido. Opera de forma manifiesta por un modelo institucional desde el que se pautan,
asignan espacios, tiempos, recursos, reglas para la organización del trabajo y las relaciones y
las normas para la valoración de la producción institucional. Lo instituido incide en los actores
institucionales operantes y confirmas las predicciones sociales. Los individuos reciben sus
servicios o aportan “insumos”. Un establecimiento es un objeto de relación portador de
significados y funciona en el campo psicológico como sector de importancia variante, según el
sujeto y su circunstancia con el que establece el vínculo.

Vinculo: ligazón entre sujetos y establecimientos institucionales, es más que una relación
temporaria: enlace en el que el individuo hace suyos aspectos y características institucionales y
da a la institución partes de sí mismo. Su producción, su tiempo, su poder, aspectos personales
que alienta. En este vínculo, encontramos afectos, cuidados, impulsos, identidad institucional,
(sentirse miembro, parte, ser perteneciente) lo cual se relaciona con niveles de autoestima y
autovaloración. Esto sirve para comprender los fenómenos de adhesión institucional y
resistencia al cambio.

El cambio institucional no solo significa cambio en la organización, las tareas, los espacios, sino
también la modificación de estas relaciones afectivas que los sujetos establece con la
institución.

El establecimiento como objeto de representación: en la historia de su pertenencia


institucional el sujeto va configurando un conjunto de imágenes del establecimiento en sí, de sí
mismo como miembro de la tarea propia y con los actores institucionales, las experiencias
previas en otra institución que inciden en el esquema con que el sujeto intentará dar sentido al
presente. Estas imágenes previas, funcionan como referencia, moldes, esquemas
conceptuales, ponen orden a los datos de la realidad.

Ciertas imágenes adquieren vigencia colectiva. Están presentes en el mundo cultural por
representaciones aprobadas y expresan concepciones, ideologías desde las que el grupo social
tiende a codificar y valorar la realidad. Parte del patrimonio cultural, conjunto de herramientas
para entender la realidad que cada individuo encuentra disponible para ordenar la experiencia
social. Las imágenes del individuo son producto de su intercambio social. Cada establecimiento
es un escenario donde se juegan estos mandatos. Es por eso que el establecimiento es algo
más que producen los actores institucionales singulares. Es mas que el espacio de concreción,
ámbito donde lo instituido entra en juego con las tendencias, fuerzas y fenómenos
instituyentes.

Dialéctica instituido-instituyente: dimensión de los establecimientos institucionales:


hechos/sujetos “desviantes” aparecen poniendo en duda las metas y fines de la institución, los
sistemas, la organización y el trabajo, las modalidades de vinculación afectiva y la calidad de
los resultados. Son indicadores de un tipo particular de cuestionamiento que emerge como
síntoma de potencias reprimidas/enajenadas.

Un drama que se desarrolla en el “escenario” de la institución, la lucha entre tendencias


explotación, invención, provocación de la realidad en tensión con las tendencias consolidadas,
presentación, cristalización de la realidad.

Capitulo iv: El conocimiento de las instituciones

El conocimiento institucional puede procurarse por diferentes caminos. La observación directa


de su vida cotidiana y el análisis de la información que proveen sus documentos y su personal
son vías directas. Para una descripción formal y manifiesta.

Busca comprender el estilo institucional y su vinculación determinante con la producción en


sus aspectos cuantitativos y cualitativos. Parte de unos supuestos del enfoque institucional:
1. En función de su historia particular, las características de sus miembros, singularidad
de sus ambientes y recursos; cada establecimiento hace una versión única de los
modelos institucionales.
2. Esta versión es en sí una cultura institucional que incluye un lenguaje, conjunto de
imágenes sobre la institución, sus tareas, roles, condiciones, modalidades técnicas
para el cumplimiento de las acciones vinculadas a su producción y mantenimiento.
Una forma de plantear y resolver las dificultades, manejar el tiempo-espacio, los
recursos, las relaciones con el ambiente, maneras de ordenar las relaciones entre sí.
3. Cualquier proyecto/programa que se proponga cumplir acciones dentro de une
establecimiento instituciona debe considerar el espacio singular que le conforma como
campo de operación decisivo y sus miembros, actores impostergables. La mayoría de
las corrientes institucionalistas parte de considerar que ningún acceso conocimiento
de la idiosincrasia institucional sin el aporte privilegiado que significa la interacción con
los componentes de la institución.
4. Comprender el estilo y el lenguaje propios de una unidad institucional, vía de acceso,
barrera al conocimiento y la comprensión del modo en que se produce un cierto tipo
de resultado. Se considera el resultado no solo los productos sino también el conjunto
de la cultura institucional, intercambio de los individuos entre si y sus condiciones
materiales; los grados de gratificación, identidad y adhesión a los valores
institucionales, sentimientos de pertenencia y espíritu de cuerpo que poseen los
individuos derivados en la vida institucional
5. El acceso al conocimiento de lo institucional es sus aspectos no manifiestos,
dimensiones psicopolíticas y psicoafectivas de la vida en el establecimiento se verá
obstaculizado ´por fenómenos de ocultamiento y resistencia conscientes-inconscientes
de los miembros. La negación y la resistencia es el primer obstáculo para renovar en el
intento de análisis.
6. El conocimiento de lo institucional es obstaculizado por nuestra propia implicación no
controlada. Seamos o no miembros de la institución estaremos de todos modos
comprometidos emocionalmente con ella pues la índole del material conmueve
nuestras imágenes y vínculos con instituciones sociales. Es gracias a los fenómenos de
implicación que podemos resonar con las experiencias institucionales de los otros y
obtener un material de análisis. La dificultad para hacer consciente nuestra propia
implicación y discriminar sus efectos es el segundo obstáculo que debemos superar
7. Comprensión de lo institucional y las instituciones no exigirá un proceso minucioso de
desciframiento de significados. Cuanto mas alejado de nuestra experiencia está la
institución o más próximo a nosotros más difícil será la tarea de descifrar.

El problema de la resistencia al conocimiento: está ligado profundamente a diferentes


prohibiciones sociales que pesan sobre el conocimiento. El conocimiento tiene la cualidad
de peligrosidad, remite a la curiosidad y al querer saber-espiar zonas secretas prohibidas
en la vida cotidiana. La resistencia y la negación a conocer funcionan como auxiliares
frente a ese peligro. En situaciones donde existe riesgo real para quienes cuestionan lo
instituido el intento de análisis institucional es una utopía. La condición primera para el
análisis institucional es la garantía de seguridad real. Cuando un grupo institucional logra
crear condiciones de suspensión de amenaza y castigo para los diferentes, la disposición
de renunciar a los excesos de poder, disponibilidad para asumir el costo de revisar las
instituciones y sus vínculos con ellas. Habrá puesto sus límites a una situación donde la
resistencia a conocer podrá ser detectada, planteada comprendida y superada.
El análisis institucional como propósito colectivo de una comunidad institucional no es un
intento frecuente. Es solo reclamado a un asesor externo en momento de crisis. el
problema de la implicancia: en las ciencias sociales genera una larga discusión inacabada
sobre el problema de la objetividad; inspirada en las ciencias físicas se consideraba como
un ideal la ausencia de implicación afectiva. La asepsia afectiva es vista hoy como una
ilusión, aspiración engañosa que ve en el compromiso emocional una amenaza contra la
percepción de “verdad”. Se entiende que nuestro propio modo de distorsionar los hechos
“objetivos” es una fuerte de datos valiosa para comprender una realidad multifacética. De
ahí la importancia de dar cuenta de las emociones, impresiones, sensaciones frente a un
material y no quedarnos solo con la descripción de lo observado objetivamente.

Capítulo V Escuela: institución.

La escuela es un tipo de institución a través del cual se busca cumplir la función social de
educar: creación de ambiente; definición de roles; postulación de metas; asignación de
espacios. Práctica que se rige por un currículo oficial. + estilo para percibir la realidad.
Posee un sello, una marca instituciona: espacio+identidad. El aprendizaje depende del
sujeto que aprende.

Vemos que hay cuestiones que dependen de la escuela y otras características que son
resultado de la familia.

Depende del

Medio: nivel económico; social; cultural; geografía.

Familia: pareja parental, educación de los padres, cuidado por el hijo, los estímulos

Alumno: nivel intelectual, experiencia, motivación.

Cap. VI Estilo: mediador entre condiciones-resultados

Condiciones: aspectos preexistentes al fenómeno estudiado y que tienen con este una
relación.

Resultados: fenómeno en sí y aspectos que aparecen derivados de esas condiciones.


Aspectos objetos derivados de la producción institucional en niveles materiales y
simbólicos (egresados en la escuela por ejemplo). Muchos aspectos considerados
“condiciones”, son también resultado de la acción institucional.
Estilo institucional: aspectos mas o menos estables en el proceso de producción. También
rasgos característicos en la modalidad de las relaciones interpersonales y grupales. Ciertas
concepciones pedagógicas explícitas-implícitas acerca de los roles, relaciones, formas de
tratar contenidos, recursos.

1. Descrpcion de la situación que se convierte en problema y se procura analizar


2. Características de la institución y las instituciones que se ponen en juego
3. Formulación de hipotesis que explique relaciones entre el problema y el contexto:
significa utilización de “analizadores” convertir y usar problemas, dispositivos
analizadores (naturales)

Cap. Vii: funcionamiento y estilo institucional

Cualquier hecho humano puede ser analizado en diferentes ámbitos de complejidad. Captar la
dinámica institucional, podemos registrar desde lo más circunscripto a lo más amplio.

- Manera como cada individuo se vincula con su tarea, los demás y el espacio material +
recursos.
- Características de las relaciones entre personas
- La estructura y funcionamiento de los grupos
- Los grupos funcionales (docentes, alumnos, directivos, preceptores)
- Grupos intersticiales: personas con diferentes funciones y se recurren a tareas de
conexión-articulación.
- Grupos informales: interacción no prevista y regulada por reglamentos
- Organizaciones en que se incluyen los grupos
- Relación de todo esto con contexto y la forma comunidad fija.

La psicología afectiva + la sociopolítica: ejes centrales de significación

Ámbito organizacional: esta dimensión se expresa de manera especial por dos tipos de
manifestación:

Fenómenos de resonancia / dimensión fantasmátoca

Fenómenos de identificación afectiva por el cual la gente de la institución se comunica (sentir


igual que otro)

La complementaridad con otras formas de vínculacion: los grupos y las instituciones se


organizan para defenderse de la hostilidad del ambiente, la pertenencia a estos grupos y las
instituciones “sirve” y se utiliza oara sentirse protegido y encarar ciertos peligros internos.
peligrosidad: al interior, por ejemplo el director, el jefe, etc. o a un enemigo “externo”. La
creación del enemigo externo para promover la derivación de las tensiones y odios creados al
interior del grupo e suna técnica muy utilizada.

Dimensión sociopolítica:

Dos modes de incidencia: intervención de la comunidad y sus dirigentes en la fijación de fines y


asignación de recursos. Marca que se desarrolla en la escena institucional. La división del
trabajo, sistema de distribución de responsabilidades; distribución de poder, autonomía,
autoridad: configura el medio político interno.
El resultado global de la institución, protocolo de la consideración de actors parciales de cada
sector institucional y su nivel de calidad dependerá del grado de autonomía de cada sector
para explorar, probar y crear nuevas formas de trabajo y técnicas de trataiento de su material.

En cualquier hecho institucional encontraremos por lo menos dos niveles de significación que
necesitan ser analizados:

- Proveniente de las interacciones de profundidad de los individuos


- Proveniente de la lucha ente los procesos de encubrimiento y descubrimiento de las
vicisitudes del poder y las condiciones institucionales que favorecen la enajenación.

Cuando queremos conocer el estilo institucional, debemos recoger información sobre el


modo en el que sus rasgos se dan en ámbitos individuales, interpersonales, grupales y
organizativos además de captar significados que expresen sus manifestaciones y aspectos.

Capitulo viii Dinámica institucional

El funcionamiento institucional depende de una serie de hechos.

El individuo: se relación con su mundo material y social de modo formal según su rol y las
normas que guian su desmpeño y según imágenes que ha estructurado sobre las
diferentes objetos del mundo. En todo grupo/organización existen movimientos hacia la
cohesion y la consolidación y otros hacia la dispersión y la disolcion. Todo grupo mantiene
relaciones de intercambios con su medio externo.

Movimiento institucional: resultado del interjuego entre fenómenos opuestos. Por


ejemplo: tendencia a reflejar el contexto en contraposición a la tendencia a modificarlo y
develar esas condiciones que permitnan su transformación.

Dinámica institucional: movimiento a traés del cual las dificultades se convierte en


problemas y se trabaja para su solución. Se habla de modalidades progresivas y regresivas
de funcionamiento institucional

M Regresiva: pérdida de capacidad instituciona para evaluar situaciones, discriminar


necesidades, problemas y asignar líneas exploratorias de solución.

M progresiva: Acompañada del control y la discriminación de aspectos irracionales, de


autonomía relativa respecto de instituciones externas y la posibilidad cosecuente de
planificar en función de la realidad institucional.

Dos aspectos significativos:

Grado de desarrollo de los individuos para participar reflexiva y criticamente, miembros


institucionales en la dimensión instrumental de las tareas.

El sistema político institucional: posibilidad que ofrece a los miembros para intervenir en
decisiones vinculadas a la tarea y vida cotidiana de la institución.

El análisis institucional de toda condición adversa debe prestar atención a la cultura que la
institución a construido a su alrededor y el modo en que a través de ella la consolida o
tranforma. “cultura” significados adscriptos a la condición como imágenes construidas y
formas técnicas de operar que la afectan.
Funcionamiento regresivo: cuando disminuye la capacidad institucional para el trabajo en
la dimensión instrumental. Si la resolución es de carácter defensivo, la institución (escuela)
terminafuncionando con los rasgos del problema que debiera haber solucionado.

Cap. 14: concepto de crisis en ciencias sociales históricas, alude a la perturbación,


conmoción, inestabilidad, acontecimientos sociales en los que se agudizan las tensiones y
se precipitan una serie de hechos entre los que se reconocen dos tipos.

1. Los que significan revelación, desocultamiento, descubrimiento de asuntos ocultos.


2. Los que dan cuenta de una transformación, un cambio cualitativo en el estado de
cosas preexistente.

Crisis: experiencia de interrupción en el devenir de las cosas, priman sentimientos de ruptura


en la continuidad.

En las escuelas se dan configuraciones críticas cuando simultáneamente se dan una serie de
hechos:

A= cambios y estados críticos sociales que afectan a las poblaciones y ponen en cuestión su
valor, misión o mportancia. B=conmoción y puesta en cuestión de los modelos y estilos
institucionales, puesta en dudas sobre la validez o la legitimidad de esos modelos,
desconfianza sobre la sinceridad de sus propósitos o inseguridad sobre la educación técnica de
sus modeoos de acción c=combinación de los dos últimos, como consecuencia estados de
desorganización en las relaciones, angustia, desconcierto, pñerdida de sentido en la tarea y la
pertenencia.

Las organizaciones en estos casos tienen incapacidad para tomar en cuenta la realidad psíquica
de los individuos y funcionar como un espacio de contención, de conexión y de transformación
de la reaidad. Hay tres tipos de fallas, las que tienen que ver con el contrato que liga al sujeto
con la institución, las vinculadas a dificultades para hacer bien la tarea primaria, y las
relacionadas con el mantenimiento de la capacidad instituyente. Cuando hay crisis la
institución deja de ser confiable, los sujetos se encuentran en situación de indefensión
sometidos a la ayuda externa, fáciles para entrar en dinámicas de conflictos, predispuestos
para convertir a la población con la que trabajan en culpable de su indefiension, en riesgo de
producir abandono en el campo de trabajo, etc.

La recuperación institucional, se relaciona con la capacidad de reforzar convocatoria en el


proyecto institucional, ya sea por su reformulación o cambio, ya por un interno de retorno a su
fuerza original.

Rasgos dramáticos que puede presentar una dinámica institucional:

Los espacios cerrados:

El rasgo central está en la instensificacion de mecanismos institucionales destinados a


preservar la identidad. El cierre de los inercicios de intercambio adentro-afuera y el control del
cumplimiento de normar institucionales son los más utilizados; los contenidos que se preseran
tienen que ver con el modelo institucional y varian en consecuencia.el afuera aparece revesido
de peligrosidad, por ser valores contrarios al modelo institucional.
El adentro aparece como garante de la proteccion de los valores. Cuando logran efectivamente
aislarse pueden configurar “otra realidad para sus miembros”, por ello en ciertas épocas
istoricas signadas por la represión estas dinámicas permiten mantener condiciones de
seguridad reales y preservar en medi hostiles producciones culturales, grupor, movimientos,
etc.

Metáforas que emplea lidia fernandez:

Caja de cristal, adentro espacio idealizado, donde se eita la producción de esilos y conflictos del
mundo externo. El esfuerzo de ciertas cooperadoras y directivos logran estructurar a los
alumnos en un mundo escolar sin carencias, dentro de un mundo social que las sufre
agudamente.

El espacio cerrado como caja fuerte: el adentro esta preparado para custodiar algo valioso para
el grupo que sostiene a la escuela y garantiza su transmisión. Las escuelas ara elites son
ejemplos de este tipo. Tienen fuertes controles que aseguran la pureza de los que acceden al
ppatrimonio., estos adquieren la significación de herederos, miembros que deben conservar
los bienes o valores o los estilos recibidos.

El esacio cerrado como lugar de encauzamiento: el adentro esta diseñado para controlar la
invasión de elementos dañnos del afuera, para corregir lo dañino de los individuos escuelas
con fuertes componentes coercitivos en su organización y en el imaginario que acompaña el
desempelo de roles.

El espacio sitiado: característica de los hospirales que sufren carencia de recursos para prestar
asistencia, el rasgo esencial es la hostilización de los intercambios. Se acentua la vivencia de la
peligrosidad del afuera. Aumentan las situaciones que pueden provocar las acciones agresivas.

Espacios abiertos: instituciones organizadas alrededor de un proyecto de cambi en momentos


de dificultad socio económica, son acompañadas por modalidades dinámicas de tipo heroico.
Se caracterizan por la convocatoria al sacrificio y la militancia.

Modalidad de conquista: el grupo lucha por recuperar un espacio de poder, y demostrar que
alguna tesis es posible, puede ser un lugar en la institución. En una dinámica con fuerte
representación de grupo, otra postura con la que se intenta avanzar. Por eso los fenómenos de
rivalidad y lucha política se intensifican

Modalidad de exploración: buscar un espacio donde generar una realidad diferente, dinámicas
donde la realidad diferente no está predicha. Estos procesos de transformación, tienen riesgos
como los de la rigidizacion de posiciones, militancias que pueden derivar en dogmatismo, o la
estigmatización de los diferentes. El desplazamientos de los intereses desde el proyecto por el
que se lucha.

Espacio estallado: suele presentarse como consecuencia del fracaso de las configuraciones
defensivas, y la quiebra de patrones para asignar sentido al sufrimiento institucional; impulsan
un avance hacia la invalidación, disminuye la fuerza para defender el proyecto. Su rasgo
dinámica central es la desorganización del comportamiento colectivo, que se apoya en un
estado de anomia y incremento de la dispersión por sobre los movimientos de integración, la
escuela invadida por un afuera turblento, o un adentro que no controla. Se asemeja a una
membrana protectora, a un organismo vital en la que desaparecen las líneas de frontera entre
el adentro-afuera.
Espacio desvastado: ausencia de motivación para actuar en vistas de cambiar las condiciones
de vida institucional. La desesperancza, el desanimo, incredulidad. La acción para modificar
estos aspectos que resultan negativos es reemplazada por la queja ante el sufrimiento ue
provocan. Sitúa al enemigo en el objeto de trabajo de la institución educativa (el estudiante)

Capitulo xv

Vous aimerez peut-être aussi