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Desde uno de los espacios geográficos de Latinoamérica, desde la tierra

natal del Libertador, el Pensamiento Pedagógico Emancipador orienta


hacia la formación de una nueva subjetividad que identifica lo que son los
pueblos del sur, los cuales han sido condenados como periferia explotada,
como pueblos oprimidos; es por ello que el pensamiento adquiere un
sentido crítico y humanistaarticulándose con la idea internacionalista,
integracionista, antiimperialista, anticapitalista del ALBA, como proyecto de
integración latinoamericana, vanguardia del modelo social para la
superación de los problemas que mantiene a los pueblos de América
Latina en situación de dependencia. Se trata pues de un pensamiento
radical, integral, crítico, humanista, insurgente, orientado a la formación de
la llamada subjetividad socialista bolivariana.

Tomando por referente histórico-temporal el final del siglo XX y la primera


década del actual siglo, Pinheir Barbosa (2011), concibe el hecho de la
acción política como el protagonista para la consolidación de estrategias
que aspiren cambios profundos, reconociendo a la Educación como uno de
los principales instrumentos de ruptura con la lógica excluyente y
deshumanizadora del capital. Muchos investigadores, considera la autora
citada, destacan tal potencialidad en la praxis política de los movimientos
sociales: Zibechi (2008), al analizar los movimientos sociales como
espacios educativos; Leher (2007), al proponer la Educación Popular como
estrategia política de los movimientos sociales en la región.

Además, comulgan con el legado de Paulo Freire donde la Educación


posee una dimensión filosófica y política cuando asume un potencial
libertador y es dotada de una función socio-política orientada a la
construcción de la autonomía y emancipación humanas.

Recordemos que para Freire, la educación constituye un camino en el


proceso de liberación de los pueblos. En este sentido, el educador
brasileño creía en la necesidad de una transformación social profunda para
que se abra camino a los cambios necesarios a la educación
latinoamericana. El transcurso del cambio posee una matiz política, una
vez que Freire “rescata la política como elemento más dinámico de la
cultura”, esta entendida como eje fundamental en el proceso de
vinculación dialógica entre culturas (Puiggrós, 2005, p.25).

El carácter político conferido a la educación se vincula al entendimiento de


la generación de una cultura emancipatoria construida entre los sujetos
políticos partícipes en este proceso, en el caso, los movimientos populares,
campesinos, indígenas, entre otros que ejercían la praxis de la Educación
Popular como camino de resistencia y lucha rumbo a procesos de
liberación. En este sentido, puntualizo mi argumento que siempre he
sostenido con respecto a la educación afirmando que, entre las acciones
de resistencia propia de estos movimientos, la educación constituye un
elemento valioso en la lucha por la emancipación política y cultural de los
pueblos de América Latina.

Un mirar panorámico sobre el continente nos permite visualizar los indicios


de un proyecto emancipador y que prima por el fortalecimiento del Poder
Popular, vinculado a un papel político conferido a la educación, manifiestos
en:

 Las primeras campañas de alfabetización cubana en los años 50 del


siglo XX
 La experiencia de educación popular de Nicaragua, fruto de la
Revolución Sandinista
 La trayectoria del Sector de Educación del MST
 La propuesta de creación de la Universidad del Sur
 Las experiencias de las Universidades Interculturales Indígenas en
Ecuador, Bolivia, Colombia y México
 La expresiva experiencia del Método Cubano de Alfabetización, “Sí,
Yo Puedo!”
 La creación de las Escuelas Rebeldes Autónomas Zapatistas
 El Instituto Agroecológico Latinoamericano de Estudios Campesinos,
Indígenas y Afrodescendientes – IALA, articulado por la Vía
Campesina en Venezuela
 Las experiencias de la Misión Robinson y Sucre, igualmente en
territorio venezolano; la creación de la Universidad de las Madres de
la Plaza de Mayo
 La experiencia pedagógica de los Círculos de Autoeducación
Docente, en Perú.

Entre otras propuestas que se han consolidado y avanzado gradualmente,


testigos vivos de que el “paradigma emancipador para América Latina”
tiene un pie en la educación, camino de transformación cultural en el
continente.

Todas estas experiencias reflejan un momento muy especial en la lucha


latinoamericana, donde el:

… cambio en ese panorama no es, evidentemente, un problema


estrictamente pedagógico. Los términos del debate sólo pudieron ser
modificados con la alteración de la correlación de fuerzas sociales. Delante
de los desafíos de las luchas anti neoliberales, los movimientos localizaron
la formación política (la educación como hegemonía) en el andar superior
de la agenda política, restableciendo, gradualmente, con avances y
retrocesos, los nexos entre educación, capitalismo y clase. (Leher, 2007, p.
22)

El planteamiento de Leher resalta la problemática de la hegemonía


presente en América Latina. Una reflexión política fundamental para pensar
la profundización de la democracia en el continente es comprender que la
dimensión de la hegemonía pertenece a una cuestión político-cultural, no
restringiéndose a los espacios políticos institucionalizados, como el Estado.

En este sentido, la acción político-educativa de los movimientos sociales


puede contribuir en la construcción de una nueva episteme (Leher, 2007)
que rompa con la lógica de la política neoliberal, por medio de una “batalla
de las ideas” (Anderson, 2003), donde se origine un conocimiento crítico,
demarcador y recuperador de conceptos esenciales, a propósito de Poder
Popular, que orienten la lucha política de estos movimientos sociales
rumbo a una praxis libertaria y emancipatoria.

Por tal razón, lo expresado hasta el momento sugiere reflexionar desde el


siguiente prisma: de la articulación existente entre la emergencia de una
educación libertaria mediada por pedagogías alternativas como camino de
activación del Poder Popular. Es determinante señalar que dos de los
representantes de la ilustración latinoamericana, Simón Rodríguez y José
Martí, defendían la construcción de un proyecto educativo como estrategia
política, dónde la educación era concebida como general y popular. Para
ambos, la educación era la precursora de un pueblo libre, una vez que
propiciaba la libertad del pensamiento y la capacidad de generar ideas.

Las verdaderas repúblicas se construirían bajo un igualitarismo político


entre hombres y mujeres, hecho que sólo sería posible con la ampliación
del derecho a la educación. Pero no una educación instructiva, sino que
emancipatoria. En las palabras de Rodríguez:

… ha llegado el tiempo de enseñar a las gentes a vivir, para que hagan


bien lo que han de hacer mal, sin que se pueda remediar .Antes, se
dejaban gobernar, porque creían que su única misión, en este mundo, era
obedecer: ahora no lo creen, y no se les puede impedir que pretendan, ni
(… lo que es peor…) que ayuden a pretender. (…) Los pueblos no pueden
dejar de haber aprendido, ni dejar de sentir que son fuertes: poco falta para
que se vulgarice, entre ellos, el principio motor de todas las acciones, que
es el siguiente: la fuerza de la masa está en la Masa y la moral en el
Movimiento. (Pinheir, 2011)

La educación, en este proceso, puede funcionar como herramienta


epistemológica radical, socializadora de los saberes en función del bien
común (Damiani & Bolívar, 2007). En la retomada de la lucha política, la
educación se torna punto neurálgico para el proceso de transformación
profunda de la sociedad.

Así, hay que pensarla dialógica e históricamente, dado que la historicidad


es movimiento, es acción y reacción, es construcción cotidiana, identifica y
comprende profundamente las fuerzas generadoras de las contradicciones
irrumpidas, en el sentido de tejer la crítica a ellas y proponer caminos de
superación de los modelos vigentes de dominación, no solo en lo político-
económico, sino sobre todo, ideológico.

En la República Bolivariana de Venezuela se ha instaurado un Programa


Nacional pedagógico con características radicales, humanista y
revolucionaria, enmarcado en una perspectiva ético-política que ejecuta a
través de la Universidad Bolivariana desde el año 2008, esperando que se
constituya en un núcleo generador de conciencia crítica, de praxis
revolucionaria y de organización estratégica de los educadores, en función
de contribuir en la construcción de lo que ellos han denominado
“socialismo bolivariano” como proyecto contra-hegemónico al capitalismo
neoliberal.

Este Programa se inserta en el Proyecto Bolivariano de la Patria y exponen


que la motivación, el alcance político y el contenido ideológico en la
formación de los Educadores, alientan el esfuerzo revolucionario de
transformación socialista en el país, contribuyendo además en un cambio
para Latinoamérica.

Indican que para fortalecer el Poder Popular, Moral y Luces es la consigna


que rezan para alcanzar la felicidad y plena realización humana en la
justicia social y en la libertad, sobre la base del compromiso colectivo, la
dignidad de ser humano y la responsabilidad histórica, ética y política, en la
construcción de un mundo más integrado, equitativo y solidario. El
Programa considera a los Educadores como protagonistas en el Proyecto
Socialista Bolivariano siendo su compromiso ético y político para
consolidarse como fuerzamoral, y profundizar la unidad popular, por
encima de intereses individuales y de grupos particulares.
Las posibles amenazas que ponen en riesgo al Proyecto Bolivariano, los
impulsa a fomentar una Educación insurgente que se proyecte como
estrategia de resistencia y a la vez de avance, para la construcción de un
nuevo estado. Esa educación radical y que a la vez la denominan popular,
constituye la base del proyecto económico-social, ético-político, y cultural e
ideológico que representa el Socialismo del Siglo XXI, para el país y para
América Latina toda.

Se considera en la formación pedagógica a la Emancipación desde bases


teórico-críticas, por lo tanto, se debe señalar que ésta comenzó a inicios
del siglo XIX en la América española, de la mano de figuras como
Francisco de Miranda (venezolano, 1750-1816), Simón Bolívar
(venezolano, 1783-1830), Simón Rodríguez (venezolano, 1771-1854),
entre otros; como epicentros de un pensamiento ético y moral que
reivindicara la estirpe americana y conquistara la libertad tantas veces
lapidada por quienes desde la conquista, pasando por la colonia, quisieron
destruir el alma y ánimo del pasado aborigen.

Es importante destacar que el término que amalgama la ética y moral en el


pensamiento latinoamericano pre-independentista es precisamente
emancipación; la cual se presenta como la acción que permite a las
personas deseosas de libertad y autodeterminación acceder a un estado
de autonomía al asumir conciencia de su lugar histórico y al imponerse,
sea a la fuerza o a elementos de contradicción-dialéctica, al cese de la
sujeción a alguna autoridad o potestad. Emanciparse es tomar control de lo
que se “es” y de lo que se “ha sido”.

Las reflexiones y búsquedas respecto a los movimientos revolucionarios o


de cambios que se revisan en estos lados del mundo nos hacen manejar
conceptos ideológicos que necesariamente fortalecen una visión socio-
crítica que particularmente considero indispensable para la orientación del
valor epistemológico y filosófico del pensamiento pedagógico emancipador
en Latinoamérica.
Jose marti : Influencia en la Educación
José Martí, con respecto a la educación tiene un pensamiento esencialmente
humanizador, tiene un propósito claro, desarrollar una cultura en el ser humano. En uno
de sus pensamientos reflexiona: Educar no es solo instruir, y la instrucción no debe
limitarse solo a reproducciones mecánicas y expositivas como lo suelen hacer muchos
de los docentes, que pueden ser rutinarios y recitadores de contenidos que aparecen
en diferentes textos y biografías.

Para Martí la educación tiene un sentido más noble, más amplio, más responsable como
darle un sentido a la vida, buscar un significado al contenido que es la parte de la
cultura que se interioriza y se aprende.
Aportes de José Martí a la pedagogía
Martí fue un acérrimo propugnador de la enseñanza científica y un critico tenaz de la
educación formalista verbal; memorista, desvinculada de los factores reales de la vida, "Que la
enseñanza científica vaya, como la savia en los árboles de la raíz al tope de
la educación publica" escribirá en La América, de Nueva York; en septiembre de 1883.
En la propia publicación, Martí dejo constancia clara de su manera de pensar:
"Alzamos la bandera y no la dejamos caer". "La enseñanza primaria tiene que ser científica". "El
mundo nuevo requiere la escuela nueva". "Es necesario sustituir al espíritu literario de la
educación"; el espíritu científico. Debe ajustarse un programa nuevo de la educación, que
empieza en la escuela de primeras letras y acabe en una Universidad brillante, útil, en acuerdo
con los tiempos, estado y aspiraciones de los países en que se enseña.
Esta educación (escribió Martí en febrero de 1884) directa y sana esta aplicación de
la inteligencia que requiere a la naturaleza que responde este empleo despreocupado y sereno
de la mente en la investigación de todo lo que salta a ella, la estimula y le da modos de vida;
este pleno equilibrado ejercicio del hombre, de manera que sea como de si mismo puede ser; y
como los demás ya fueron; esta educación natural, quisiéramos para todos los países nuevos de
la América y detrás de cada escuela un taller agrícola, a la lluvia y al sol, donde cada estudiante
sembrase un árbol. De textos secos y meramente lineales; no nacen, no, las frutas de la vida.
En lo que considerase una reafirmación de su gran objetivo pedagógico José Martí sugerirá:
"que la pluma debía manejarse por la tarde en la escuelas, pero por las mañanas la azada".
También planteaba nuestro apóstol que la teoría no este desvinculada de la práctica y que el
trabajo productivo sea parte indisoluble de la práctica lo enuncia cuando se refiere a la
educación mecánica: "Y por esta clase de talleres, donde la tarea ruda; y la mayor dificultad
vencida, deben pasar todos los que aspiren a una sólida educación mecánica".
Su defensa de la enseñanza científica y la combinación de la teoría con la práctica,
generalmente va vinculada a la educación con la agricultura y el trabajo, como la requiere la
enseñanza en los pueblos de América Latina y del Caribe. Con respecto a esto en 1878, Martí
recalca "Siémbrese química y agricultura y se cosechará grandeza y riqueza".
Los estudiantes cubanos han hecho suyo el sagrado deber de producir proclamado por José
Martí en su artículo "Inteligencia de creación y de aplicación" de julio de 1875:
"No se viene a la vida para disfrutar de productos ajenos: se trae la obligación de crear
productos propios".
Al respecto expresa que las escuelas deben preparar al hombre para la vida, Martí, recalca que
la educación no se aparta de la realidad si en ella está presente el trabajo humano, puesto que
se vive, justo es, donde se enseñe, se enseñe a conocer la vida. En las escuelas se ha de aprender
a cocer el pan de que se ha de vivir luego".
El remedio está en desenvolver a la vez la inteligencia del niño y las cualidades de amor y
pasión con la enseñanza ordenada y práctica de los elementos activos de la existencia en que ha
de combatir y la manera de utilizarlos y moverlos. El remedio está en cambiar radicalmente la
instrucción primaria de verbales experimental, de retórica científica, de enseñar al niño, a la
vez el abecedario de las palabras y el abecedario de la naturaleza.
La relación dialógica no anula, como se piensa a veces, la posibilidad del acto de enseñar. Por el
contrario, se funda ese acto, que se contempla y se sella en el otro, el de aprender, y ambos solo
se vuelven verdaderamente posibles cuando el pensamiento crítico, inquieto, del educador o de
la educadora no frena la capacidad del educando de pensar críticamente también.
Claramente se ve la preocupación de Martí por la educación en Cuba y el resto del mundo, su
actual y abrumadora vigencia, la veracidad de sus ideas revolucionarias del pensamiento, para
con la manera de enseñar a los niños y jóvenes explica la manera de instruirlos y prepararlos
para la vida; educarlos desde edades tempranas, para lograr un crecimiento de su pensamiento
rápido y seguro de tropiezos. Así Martí quería la educación porque "un pueblo culto es un
pueblo libre"…

LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA


Biografía

Luis Beltrán Prieto Figueroa nació en la ciudad de La Asunción en el estado Nueva


Esparta, el 14 de marzo de 1902. Realizó sus estudios primarios y parte del bachillerato
en la Escuela Federal Francisco Estéban Gómez. Culminó su educación secundaria en la
capital del país, en el Liceo Caracas, bajo la tutela del maestro Rómulo Gallegos.
En 1934, Prieto Figueroa finalizó sus estudios en Ciencias Políticas y Sociales en la
Universidad Central de Venezuela, y comenzó una intensa actividad política. En 1936
fundó el partido Organización Venezolana (Orve) y el Partido Democrático Nacional
(PDN). Fue senador de Nueva Esparta entre 1936 y 1941, y nuevamente entre 1959 y
1969. Formó parte de la comisión redactora de la Constitución Nacional en 1936 y de la
Carta Magna en 1961.
En 1941, Prieto Figueroa fundó quizás el partido más conocido de toda Venezuela, Acción
Democrática (AD). Fue su secretario general entre 1958 y 1959 y lo presidió entre 1963 y
1967, año en el que se separó del partido y formó el Movimiento Electoral del Pueblo
(MEP), el cual dirigió casi hasta su muerte.
Prieto Figueroa fue además secretario general de la Junta de Gobierno desde 1945 hasta
1948, así como Ministro de Educación entre 1947 y 1948, siendo en este período coautor
del primer proyecto de Ley de Educación. El golpe de Estado del 24 de noviembre de
1948 lo llevó al exilio, hasta el restablecimiento de la democracia en 1958.
En este período lejos del país fue profesor de la Universidad de la Habana, y se dedicó
incansablemente a la labor educativa como jefe de misión de la UNESCO en Costa Rica y
Honduras.
A su regreso continuó su labor política y educativa. En 1959 fundó el Instituto Nacional de
Cooperación Educativa (INCE). Luego promovió la publicación de las obras completas de
Simón Bolívar y de Andrés Bello, fue coautor de la Ley de Educación vigente, promulgada
el 9 de julio de 1980, y estuvo siempre presente en las comisiones presidenciales de
educación.
Prieto Figueroa murió el 23 de abril de 1993. Su constante labor a favor de la educación
en Venezuela lo hace merecerse el título de “maestro de maestros”.

APORTES EN LA EDUCACIÓN

Luego de la muerte de Juan Vicente Gómez, el nievo gobierno, asumido por Eleazar
López Contreras, provee a la población algunas de las libertades de las que carecieron en
el gobierno anterior. Libertad de prensa, de manifestar, de reunirse, fueron las primeras
luces de una nueva era en el país. Sin embargo, la libertad de organización fue el derecho
que marcó un hito en el proceso de transición que vivía el país. Partidos políticos y
sindicatos se organizaron rápidamente, aunque no con muy buenos ojos para el estado
por cuanto se apoyaron en la nueva corriente de pensamiento político y social: el
comunismo.
Entre las organizaciones fundadas durante este período está el gremio de profesores; es
a partir de entonces cuando la sociedad comienza a tomar conciencia sobre la
importancia de la educación como función decisiva para lograr cualquier propósito de
cambio o de renovación nacional.
Las ideas transformadoras necesarias para llevar a la educación a un nivel más elevado,
fueron impulsadas entre otros por el Profesor Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien funda en
1932 la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria (SVMIP), dedicada al
estudio de las ideas y movimientos pedagógicos que, para la época, ya tenían positiva
acogida en algunos países de Europa y en los Estados Unidos, así como sus postulantes:
John Dewey y Jean Piaget.
Cuando el número de representaciones de la SVMIP alcanzó una proporción significativa
a nivel nacional, surgió la necesidad de revisar su estructura e infundirle una organización
más dinámica y mejor identificada con los deseos de llevar a cabo funciones específicas
dirigidas al bienestar de los maestros, de la cultura y de los niños. Para concretar este
propósito, se convocó en agosto de 1936, la Primera Convención Nacional del Magisterio
Venezolano, celebrada en Caracas entre el 25 de agosto y el 5 de septiembre de dicho
año. Este evento constituyó la primera movilización nacional de profesionales, realizada
en el país hasta esa fecha. Su éxito fue tan rotundo, que dio paso para impulsar la
conveniencia de imprimirle carácter gremial a la anterior Sociedad Venezolana de
Maestros de Instrucción Primaria, aspiración que al fin se concreta con la creación de la
Federación Venezolana de Maestros, cuyo primer Presidente sería el doctor Luis Beltrán
Prieto Figueroa.
Más allá del ejercicio docente, el maestro Prieto se presentó como un fecundo escritor y
comunicador de esas ideas sobre las nuevas formas de enseñar a través de la exaltación
de los valores que todo docente debe cultivar. Esta muestra de su condición de educador
– comunicador, comienza a revelarse en 1936, cuando hace entrega, en su primer libro.
Se trata de una nueva trayectoria que se inicia con su obra Psicología y Canalización del
Instinto de Lucha.
Es ésta una publicación en la cual incursiona dentro de cierta temática social muy propia
de la Venezuela postgomecista. En ella, Prieto plantea con indiscutible preocupación
pedagógica, los riesgos previsibles para el futuro del país, si no se aborda de manera
científica el estudio de las peligrosas manifestaciones de violencia presentes en algunos
sectores de la sociedad, como desbordamientos de muchas tensiones reprimidas en la
población, a causa de tantos años de represión padecidos durante la larga tiranía de
Gómez.
Dada su sensible actitud de educador, alza la voz a tiempo para advertir que, ante los
impulsos desbordados de un pueblo reprimido durante veintisiete años, no son
propiamente las medidas compulsivas las que puedan garantizar efectividad en las
nuevas tareas hacia las cuales se aspira orientar al país. Cualquier procedimiento
represivo que se adopte, en lugar de ser una respuesta apropiada para calmar o
neutralizar la intensidad de la violencia, probablemente pueda transformarse más bien, en
un estímulo para aumentarla, sin esperanzas de garantizar después mayores
posibilidades de control, cuando las consecuencias generadas o desencadenadas por su
causa, en el futuro inmediato o lejano, ya hayan tomado proporciones de calamidad
irreversible.
Gracias a la firmeza de dichos principios, logró mantenerse consecuente en la convicción
de revalorizar la importancia del hombre, como factor esencial de todo proceso de
transformación social. Por eso perseveró en defender la necesidad de canalizar los
esfuerzos del ser humano, primordialmente, hacia propósitos que permitieran alcanzar la
superación de sus precarias condiciones de vida. En conformidad con esta posición, no
llegó a vacilar nunca en la necesidad de orientar el rumbo de sus expectativas, hacia la
meta del quehacer educativo.
Otro de sus grandes aportes en materia educativa, además de su legado bibliográfico, fue
la creación del Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE) en 1959. En su labor
como jurisconsulto integró la Comisión Redactora del Proyecto de Constitución Nacional
(1936) y de la Carta Magna de 1961. Asimismo, fue coautor del primer proyecto de Ley de
Educación (1948) y de la Ley de Educación vigente, promulgada el 9 de julio de 1980. En
1986 formó parte de la Comisión Presidencial del Proyecto Educativo Nacional coordinada
por el doctor Arturo Uslar Pietri.
Además de los aspectos anteriores, Prieto tuvo otras iniciativas de carácter institucional:
Consejo Nacional de Universidades; Patronato de Roperos Escolares y Comedores
Escolares; la primera escuela de Teatro de Venezuela (1947); el Taller Libre de Arte
(1948); el Instituto de Profesionalización del Magisterio (1947), actual Instituto de
Mejoramiento Profesional; adscribió la Radio Nacional, fundada en 1946, al Ministerio de
Educación (1947), modernizando sus instalaciones.
En este último año incrementó la subvención por parte del Estado a la Orquesta Sinfónica
de Venezuela, subvención existente desde 1936, e impulsó la creación del Servicio de
Investigaciones Folklóricas Nacionales y el órgano divulgativo del mismo, la Revista
Venezolana de Folklore, cuyo primer número corresponde al lapso enero-junio de 1947.
Mediante una resolución del 10 de julio del mismo año, transformó la vieja Escuela de
Artes y Oficios para Hombres en Escuela Técnica Industrial.

CONCEPTO FILOSÓFICO DE LA EDUCACIÓN


“Humanismo Democrático”

Para Luis Beltrán Prieto Figueroa, la educación está destinada a la formación integral del
hombre con énfasis en el desarrollo humanístico, acorde con el contexto social específico,
y su proyecto educativo estaba dirigido a la formación de hombres libres con herramientas
para desarrollarse económica y socialmente dentro de la sociedad.
En el Proyecto de Ley Orgánica de Educación Nacional (1948), planteaba en la
exposición de motivos los siguientes principios:
La filosofía de la educación nacional que fundamenta este proyecto puede sintetizarse en
una expresión de neto contenido: Humanismo democrático. Formar al hombre en la
plenitud de sus atributos físicos y morales, ubicado perfectamente en su medio y en su
tiempo como factor positivo del trabajo de la comunidad, tiene que ser la meta de un
sistema educativo moderno. La educación venezolana ha de ser, por tanto, humanista,
desde las escuelas primarias hasta los institutos superiores (Proyecto de Ley Orgánica de
Educación. 1948:4-5)
Prieto definió una nueva idea de lo que debía ser la educación en el país y del rol que
debía tener el Estado como actor docente en la construcción de una sociedad más
equitativa y democrática, así como de los maestros como ejes impulsores de la educación
de masas. Conocedor de la realidad venezolana, fue pilar fundamental en la implantación
y desarrollo de nuevos esquemas en el proceso educativo venezolano. Definió lo que
significa el Estado docente, las concepciones sobre la gratuidad de la enseñanza y el rol
de la educación privada.
En la “Ley Orgánica de Educación” de 1948, se establecieron siete objetivos
fundamentales:
• Lograr el desarrollo armonioso de la personalidad.
• Formar ciudadanos aptos para la vida y para el ejercicio de la democracia.
• Fortalecer los sentimientos de la nacionalidad.
• Acrecentar el espíritu de solidaridad humana y fomentar la Cultura.
• Valorizar el trabajo como deber cívico fundamental.
• Aprovechar las riquezas naturales.
• Desarrollar la capacidad productora de la nación. (LEY ORGANICA DE EDUCACION DE
1.948, Artículo 2º, Caracas).

El Estado Docente

Prieto hace uno de los más importantes aportes teóricos sobre la educación venezolana,
expuestos en la tesis del Estado docente, la cual elaboró a partir del concepto Estado
social de Hermann Heller, de la escuela política alemana. Esta tesis la expuso en una
conferencia dictada en la escuela normal Miguel Antonio Caro (agosto 1946), cuando
expresó que “todo Estado responsable y con autoridad real asume como función suya la
orientación general de la educación. Esa orientación expresa su doctrina política y en
consecuencia, conforma la conciencia de los ciudadanos”. De acuerdo con lo anterior, la
educación debía responder al interés de la mayoría y en tal sentido habría de ser
democrática, gratuita y obligatoria combinando la igualdad de oportunidades y la selección
sobre la base de las capacidades del individuo. Por lo tanto, la educación es función
esencial del Estado, y debe buscar dignificar la profesión docente.

El Alumno

Durante los últimos años de las primeras tres décadas del siglo veinte las generaciones
emergentes del país, comprendidas desde la infancia hasta los grupos de mayor
madurez, especialmente las correspondientes a la juventud, enfrentaban la realidad de
haber sido formados dentro de una tradición sociocultural basada en principios
autoritarios, propios del sistema sociopolítico que venía rigiendo el comportamiento del
país.
Entre los propósitos de mayor valoración social perseguidos por la educación de aquella
época estaban la obediencia, el respeto y la sumisión irrestricta a los criterios de la
autoridad, ya fuera ésta relativa al hogar o al resto de las instancias socioculturales o
políticas de la colectividad, resaltando como normas de conducta a ser perseguidas por el
sistema. Entonces, es fácil suponer la magnitud del grado de rigidez predominante en la
clase de educación que se debía impartir en aquellos tiempos para poder proporcionar de
manera consecuente el tipo de ciudadano requerido por la sociedad de entonces.
En virtud de tal preocupación hombres de una mentalidad tan progresista y revolucionaria
en el ámbito cultural, social y político como lo fue el Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, no
pudieron eludir la necesidad de plantear una nueva orientación para la educación que
debía implantarse en el país, con el fin de hacer posible una nueva sociedad totalmente
distanciada en inquietudes culturales e ideales políticos y sociales, de aquella que
predominó durante la dictadura de Juan Vicente Gómez.
Por tal motivo, así como estuvo consciente siempre de la necesidad de formar un
magisterio con nueva mentalidad para asumir las responsabilidades del desarrollo futuro
del país, asumió de igual modo la tarea de luchar por una educación más a tono con los
requerimientos nacionales. Se trataba de un enfoque diferente, según el cual la actividad
del educador debía desarrollarse como una función formativa, cuyo mayor énfasis
radicaba en el respeto a la personalidad del educando.
Con esta nueva concepción, los intereses del niño y su naturaleza psicofísica pasan a ser
los principales elementos a tener en cuenta para determinar las condiciones y propósitos
en los que deberá inspirarse el proceso de su formación. El niño es ahora el ser y el
sujeto que protagoniza el proceso educativo y no propiamente, como hasta entonces
venía ocurriendo, el objeto de la educación. Ahora es un ente propio y autónomo, con
esencia y facultades muy bien definidas, para que no se lo continúe considerando sólo
como un instante en la vida del hombre.
Ésta pasará a ser una concepción de implicaciones y consecuencias técnicas tan
novedosas en cuanto a enfoques y procedimientos pedagógicos, que sus efectos no
tardarán mucho en hacerse sentir en la educación, mediante cambios absolutamente
radicales en los métodos de enseñanza, hasta favorecer el justo reconocimiento y respeto
de la personalidad y naturaleza psicosocial del niño, para lograr de este modo, que se
definan y pongan en práctica los principios y normas que deberán regir en el proceso
formativo de su personalidad.

El Maestro

La tesis sostenida por el Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa sobre el rol del maestro en la
conformación del futuro de Venezuela, se manifiesta como una posibilidad estrechamente
vinculada con el progreso de su educación, cuyo logro será cada vez más efectivo y
duradero en aquella medida en que los maestros sean capaces de luchar con voluntad
para elevar el nivel cultural de sus habitantes.
El maestro debe desempeñarse como un orientador social nato y como consecuencia lo
fuerza a tener que cumplir obligaciones profesionales de tan compleja naturaleza que no
son fáciles de asumir por ninguno de los otros conductores cívicos de la sociedad. Es el
maestro quien tiene capacidad y formación para influir en el comportamiento humano y
están capacitados para desarrollar las facultades creativas de los hombres, para hacerlos
actuar en la dirección correcta; en una palabra, para educarlos.
En su libro El Concepto del líder, el maestro como líder (1969), Luis Beltrán Prieto
Figueroa expresaba lo siguiente:
No puede ser educador quien ha perdido la capacidad para aprender. No puede ser
educador quien no sienta la inquietud de renovación permanente, porque la educación es
eso, un proceso de cambio y de transformaciones en el cual nosotros cambiamos con el
mundo al mismo tiempo que intervenimos en el cambio en éste realizado. Educar es auto
educarse.
En este sentido, el Maestro Prieto estudió la situación relacionada con el proceso
evolutivo de la educación, tomando en cuenta la debilidad existente entre la identidad
nacional y sus raíces, con las exigencias del presente y más aún por su escasa visión
proyectiva como servicio que debe estar siempre en guardia contra la obsolescencia y,
por consiguiente, intuir y adelantarse a los requerimientos del futuro.
Propugna y estimula el liderazgo del educador para que sepa descubrir y encauzar de
manera positiva todas las reservas de creatividad encerradas en el mundo de los jóvenes.
Para que descubra y se aproveche de la facultad renovadora de la educación y una vez
ya en posesión de tal seguridad procurar juntos, maestros y alumnos, sentir la satisfacción
de saberse actualizados para inspirarse un recíproco entusiasmo de superación
permanente.

La Escuela Renovada. Métodos de Enseñanza

Para el Maestro Prieto la escuela renovada no consiste sólo en una transformación de


métodos y procedimientos, esto apenas son los medios; la Escuela Renovada es la
creación de un espíritu. Si la escuela antigua fue expresión de regímenes autocráticos, la
educación renovada, que aspira a incorporar a todos los hombres a la vida libre de la
colectividad, es democrática, y por tanto pide la intervención de los alumnos en su propia
educación, dejando al maestro la función de guía inteligente, que condiciona la
experiencia y hace factible una auto dirección de los espíritus infantiles, que marchan a la
integración.
Sólo se aprende lo que se practica y por ello es necesario auspiciar la introducción de las
prácticas democráticas en la escuela; si el mundo ha de ser democrático, el pueblo
precisa aprender a serlo; y cualquiera que sea el régimen educativo será preciso que se
enseñe, en cualquier lugar y de cualquier modo. Hay un modo de enseñarlo y la escuela
precisa practicarlo.

CONCLUSIONES

1) El Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa fue un educador de avanzada que propuso
estrategias en el ámbito educativo, las cuales permanecen vigentes y que a pesar de la
simplicidad con que planteó su filosofía, aún se intentan concretar sin resultados óptimos,
quizá por falta de un verdadero compromiso de cambio.
2) Sus aportes fueron numerosos, especialmente dirigidos hacia la dignificación de la
profesión docente a través de su continua formación, concientización y compromiso con
sus funciones, liderizando el proceso de descubrir y encauzar el potencial que cada
estudiante posee para su desarrollo humano y el de la sociedad.
3) Fue el primero en reconocer que los estudiantes no son objetos de la educación sino
más bien sujetos protagonistas activas de este proceso y por lo tanto es necesario
considerar sus individualidades, en oposición al modelo autoritario que prevaleció durante
todo el siglo XIX e inicios del XX.
4) Afirmó la necesidad de que la educación se masificara, y que fuese herramienta para
que la sociedad evolucionara hacia el progreso; este progreso debe ser cónsono con las
políticas del Estado, el cual debe asumir su cuota de responsabilidad dentro del sistema
educativo.

PAULO FREIRE

PRESENTACIÓN
Paulo Freire es quizá el educador de mayor influencia en la pedagogía de los últimos tiempos
en Latinoamérica; leer a Freire desde su perspectiva sociológica en la educación y sus impacto
en las ideas pedagógicas en nuestra actualidad, es ante todo un deleite, ya que es
trascendental conocer su pensamiento, analizar su proyecto social, político , su visión ética, el
cual estimula a reflexionar y a tomar providencias en nuestra vida personal, social y
académica. Uno de los principales aportes de Freire a la educación es su crítica a la educación
tradicional, o llamada educación bancaria; una pedagogía centrada en el maestro y no en el
alumno, una pedagogía que no toma en cuenta la experiencia y conocimientos de los
estudiantes. Freire le apuesta a la formación de un sujeto crítico y reflexivo. De ahí su crítica a
la educación autoritaria. Si bien Freire inicia su trabajo con el problema de la alfabetización,
sus aportaciones van más allá de la misma. Para Freire todos nacemos con la capacidad de
leer la realidad, pero esta lectura es una lectura un tanto ingenua; se trata de partir de esta
lectura ingenua y convertirla en una lectura crítica.
LA EDUCACIÓN; UN ACTO POLÍTICO Y ÉTICO
El primer aspecto que revisaremos en relación a Freire es su sentido ético y su compromiso
para que exista la educación, a partir de la forma de conciencia crítica frente al mundo; una
realidad llena de contradicciones e injusticias; la dificultad es que ya no nos conmovemos ante
estos hechos, donde vemos día a día la deshumanización del hombre; pues en nuestro
contexto, la mentira, el robo, la calumnia, la violación de los derechos humanos, lo vemos
como algo casi del orden natural, cotidiano, y dejamos se instalen en nuestro cómoda
inconsciencia. El riesgo de esta situación es asumir esto, como Freire lo ha llamado, el
establecimiento social en la cultura referente a la normalidad. La realidad en el México de
hoy, es que nada sorprende, todo es normal; cada vez más existe entre nosotros una mayor
apatía ante la importancia del sentido ético. ¿Podemos aprender y enseñar ética? Si
observamos que en lo cotidiano día a día nuestros valores se deterioran, y no hacemos nada
por trabajar en favor de ellos, de alguna forma nos hacemos cómplices.
Frente a esta situación ética, Freire (1997) señala que debemos retomar posiciones que nos
lleven a comprometernos a una búsqueda de consecuencias y alternativas de solución para,
de esta forma, ser coherentes en nuestro trabajo personal, como ciudadanos, como maestros
en el aula o en donde quiera que estemos. Freire habla de un compromiso ético que todo
educador debe asumir. Para Freire (1997), cuando hablamos de ética y de postura
esencialmente democrática, porque al no ser neutra la práctica educativa, la formación
humana, implica elecciones, rompimientos y disposiciones. Estar en favor de un sueño y
contra de alguien es imperativo exigir la eticidad del educador, su necesaria militancia
democrática, la obligación a tener una relación coherente, permanentemente; coherencia
entre el discurso y la práctica.
La educación y el educador no logran solo adjudicarse y trabajar sobre la idea de una aparente
neutralidad, la enseñanza envuelve el testimonio ético del profesor, porque no se puede dar
clase de libertad o igualdad y hacer del examen un acto perverso. Esto implica una
responsabilidad y una conciencia histórica y social, como educador y persona. Por tal motivo
señala Freire “Estoy profundamente convencido de la naturaleza ética de la práctica
educativa, en cuanto práctica especialmente humana. El ser humano es un ser ético,
cualquiera que sea su marco ético: la ética de la vida, la ética humanista, o cómo hemos
adquirido y adherido a la ética del mercado”. (Rocha, 2003:120).
A través de una educación para la libertad "los educandos van desarrollando su poder de
captación y de comprensión del mundo que, en sus relaciones con él, se les presenta, no ya
como una realidad estática, sino como una realidad en transformación, en proceso. ... La
tendencia entonces, tanto del educador-educando como la del educando-educador, es la de
establecer una forma auténtica de pensamiento y acción: pensarse a sí mismo y al mundo,
simultáneamente, sin dicotomizar este pensar de la acción”. (Freire, 2003: 43)
LA EDUCACIÓN COMO IDEOLOGÍA
Desde su perspectiva, Freire muestra que el educar requiere examinar la educación desde un
punto de vista de la ideología, sin embargo, se oculta y en lugar de ser conscientes, solo
consentimos dócilmente que lo que vemos es la realidad sin dudar, admitiendo dócilmente en
todo lo que nos es impuesto; acarreando a las trasgresiones en el plano de la ética universal
del ser humano, impuestas por sistemas capitalistas, neoliberales, en aras de la globalización.
Por todo lo descrito, corresponde al profesor estar atento del poder de la ideología, de su
discurso, de su atracción, con la influencia adormecedora y distorsionada de la realidad. Es
deber del educador cambiar la realidad. Como señala Freire: “Es cierto que las mujeres y los
hombres pueden cambiar el mundo para mejor, para hacerlo menos injusto, pero partiendo
de la realidad concreta a la que llegan en su generación, y no fundadas o fundados en
devaneos, sueños falsos sin raíces, puras ilusiones”. (Freire, 2001: 64).
Por otro lado, los estudiosos del currículo analizan la influencia del gobierno en la educación
donde no existe nada objetivo, sino que la ideología, la lucha por el poder y las ideas están en
constante pugna. Dentro de la teoría curricular se ha establecido el término curriculum oculto,
para designar justamente lo que está detrás de toda propuesta educativa (Stenhouse: 1998).
Por eso la función del maestro es más importante de lo que se aprecia a primera vista. Es
compromiso de cada uno abrir horizontes y ser conscientes de nuestro entorno, ser
autocríticos y no abandonar a las masas, porque el docente es finalmente también un
trabajador, un asalariado que vive propiamente las injusticias sociales; sino por el contrario,
desarrollar conciencia en ellas, a fin de tomar un posicionamiento frente al mundo.
(Stenhouse, 1998).
Dentro del pensamiento de Freire, se dispone la libertad en la enseñanza, sin embargo, todos
desconocemos o tendemos a encontrar esos límites sin los cuales la libertad degenera en
libertinaje; nos volvemos autoritarios por ese temor. Esta libertad se adquiere asumiendo
posturas, aun cuando éstas sean erróneas, porque solo decidiendo se aprende a decidir y
asumiendo la consecuencia del acto de decidir. La autonomía se forma todos los días. Esta
actitud protectora se extiende a todos los ámbitos; la idea de que los jóvenes no saben, no
aportan conocimientos, porque se tiene la idea equivocada de que no saben, sin embargo
desestimamos su poder de decisión, su alcance y el beneficio que la responsabilidad y la toma
de acción les puede hacer sujetos críticos, autónomos y más libres de pensamiento.
Un punto de vista adicional que tiene Freire es su compromiso sociopolítico, asumiendo
permanentemente a la educación como un acto político (Freire: 1997:120) sin tratarse de
política partidista, sino solo de ser conscientes que la educación se encuentra en un contexto
y quehacer político. Por otra parte, Freire no pretende evidenciar el analfabetismo o la no
asistencia a las escuelas, por la ineptitud de los padres o por el resultado de sus bajos
ingresos, para él la educación y las posibilidades que ella brinda de progreso a la humanidad,
son esenciales para la emancipación de los personas y su inserción en las sociedades, pero en
unas sociedades más justas, donde la educación no sea libresca, sino que tenga sentido lo que
se aprende dentro del aula con la realidad fuera de ella.
De la misma forma Freire (1997) rechaza la postura en relación a la neutralidad de la ciencia,
misma que es el resultado de la carencia de un compromiso; la imparcialidad no existe,
porque no hay acción humana desprovista de intención de un objetivo; y todos ocupamos un
tiempo, espacio, históricos y políticos. Esto no se debe confundir, con el tipo de ideología que
tomamos, o el partidismo político, sino de tener opción política, tomar conciencia y
compromiso ideológico por una causa. Todo acto educativo, afirma Freire, es un acto político,
pero un acto donde el docente está realmente comprometido con los demás y con él mismo.
Ahí radica la grandeza del pensamiento de este educador.
El desarrollo de la criticidad ineludible ante nuestro medio, nos impulsa a vislumbrar nuestra
actitud inocente al pensar que las clases dominantes organizarían una educación en favor de
las clases desprotegidas. Esto nos lleva a reflexionar sobre nuestra aportación en la sociedad y
nuestra toma de acciones para definir a favor de quién y a quién se está educando. Al
explorar la dimensión política y adoptar ciertos modelos pedagógicos, decidimos a favor de
qué y para quién desarrollamos nuestra actividad educativa. Los profesores no trabajan con
máquinas, con materias primas, son seres humanos los que se tienen en cada aula; en cada
estudiante existe un ser humano, social, activo, autónomo, con inteligencia, capacidades y un
sentido de vida propio; mismo que tenemos el compromiso de desarrollar sus capacidades al
máximo.
Para Freire (1997), la educación requiere comprenderla como una forma de intervención en
el mundo, ya que como individuos coexistimos en el mundo y somos capacitados para prestar
atención, comprobar, valorar, resolver, interesarse, elegir y formarnos como seres éticos.
Como profesores e intelectuales, debemos estar a favor de la lucha constante contra
cualquier forma de discriminación, contra la dominación económica de las grandes empresas
capitalistas hacia los individuos.
Por otra parte, para Freire (1997), la actividad de enseñar contenidos es importante, ya si es
enseñada como un testimonio ético de lo enseñado, la práctica, implica un esfuerzo al
reproducir la ideología de lo enseñado, la práctica, implicando un esfuerzo al reproducir la
ideología dominante así como su desenmascaramiento. Esta doble dualidad que siempre
tenemos que trabajar y tener visible en nuestra práctica docente, porque en la medida que
tengamos un objetivo, un por qué y para qué, a quién y en contra de qué o quién, al
intentar implementar el acto educativo, en esa medida es que el ser humano se desarrolla en
nuestra aula. El concepto de ideología, que ya había sido planteado por Gramsci
anteriormente, es vital en el discurso educativo de Freire. Él estaba convencido que a los
ciudadanos se les puede o se les debe enseñar la democracia cada que hacen la democracia,
cuando la ejercen, analizan, o debaten los problemas y tienen una participación genuina.
FREIRE FRENTE AL MOVIMIENTO DE LA ESCUELA NUEVA
La Escuela Nueva como movimiento pedagógico de principios del siglo XX, mediante
instrumentos sencillos y concretos, muestra una gama de actividades donde se promueve el
aprendizaje activo, el aprendizaje colaborativo, y el fortalecimiento con la relación escuela-
comunidad y un mecanismo de promoción flexible adaptado a las condiciones y necesidades
de la niñez (Alcaraz: 2002). La escuela será vista bajo un modelo centrado en el niño, su
contexto, comunidad, incrementando la retención escolar, reduciendo la deserción y la
repetición y ha demostrado mejoramientos en logros académicos, así como en la formación
de comportamientos democráticos y de convivencia pacífica. Podemos darnos cuenta que la
Escuela Nueva transforma a la escuela convencional y su manera de aprender.
El punto de partica de su propuesta conceptual y metodológica es el nuevo paradigma de
aprendizaje de una Escuela Nueva, que pretende mejorar la efectividad y calidad de la
educación. El modelo de la Escuela Nueva intenta modificar el modelo educativo convencional
centrado en el docente, hacia un modelo participativo y colaborativo centrado en el
estudiante, donde se toma la escuela como la unidad fundamental de cambio para mejorar la
cobertura, calidad y equidad de la educación.
La forma de trabajar del maestro dentro de la Escuela Nueva se transforma, deja de ser
instructor como anteriormente se presentaba en la escuela tradicional, convirtiéndose en un
acompañante auxiliar del libre aprendizaje y desarrollo del alumno. Este es considerado como
un individuo que piensa y actúa en forma libre y espontánea. La relación que se establece
entre maestro-alumno es horizontal, pero con fines específicos. La participación de los padres
de familia dentro de la Escuela Nueva es fundamental, ya que su vivencia se refleja en la
experiencia del niño y ésta servirá de base a la educación intelectual, mediante el empleo
adecuado de trabajos manuales y la educación moral.
La Escuela Nueva retoma el naturalismo, (Palacios, 1984: 51) para Ferriere, la educación
intelectual de las escuelas nuevas puede caracterizarse en dos palabras: como una educación
en la que no se impone la ciencia a los niños de fuera a dentro, sino que se les coloca en
situación de poderla descubrir, o mejor dicho, de crearla dentro a fuera; y, por otra parte, las
actividades son libres; se pretende desarrollar en el niño la imaginación, la iniciativa y la
facultad creador a través de dibujos, pinturas y modelos libres, trabajos libres , exposiciones
libres. Hasta llegar a los textos libres; los recursos y materiales empleados, será naturales o
elaborados que logren mantener el interés del niño.
Las formas de evaluar en la Escuela Nueva, parten de registros de evaluación diaria, de
carácter formativo en los que se valoran habilidades, destrezas y actitudes, además de
considerar una autoevaluación. Esperando que con esta formación los alumnos sean capaces
de mejorar su entorno, y a la vez les propicie mejores condiciones de vida, llevándose a cabo,
la actividad, libertad, individualidad y colectividad, son rasgos que caracterizan la forma de
enseñanza en la escuela nueva. Un aspecto fundamental es el interés del niño, partiendo de
la experiencia que éste tiene, es decir, el trabajo individual se coloca en primer plano, cada
uno avanza a su ritmo y el trabajo en grupo reúne a los que tienen preferencias comunes e
igual nivel de progreso. Por último se recurre a la investigación (Alcaraz, 2002), el estudiante
inicia sus primeros trabajos sistemáticos cuando busca el conocimiento por sí mismo, pero
siempre con la conducción del docente.
PARA QUÉ EDUCAR
Una de las preguntas que hacían los filósofos de la educación era el para qué de la educación.
Siguiendo a Freire, el fin de la educación es mantener y acrecentar el potencial del niño,
salvaguardar su impulso vital, que no necesita que se le provea de los medios de ejercitarse;
de acrecentar sus recursos y capacidades. De ahí que el primer objetivo de la nueva educación
será aumentar la potencia espiritual y la capacidad de trabajo productivo del estudiante.
Para ello, habrá que saber no solo leer textos, sino fundamentalmente aprender a leer la
realidad, donde contexto y texto se funden en uno solo. (Freire, 1984: 95)
El camino para lograr este objetivo es triple por un lado, conservar y acrecentar la energía, el
impulso vital, corporal y espiritual más importante que cualquier conocimiento técnico, por
otro lado, el aprendizaje de una técnica, sea intelectual o manual, no se justifica sino como
medio para alcanzar ese fin; por último los conocimientos teóricos están subordinados a la
técnica misma, como medios a utilizar para alcanzar el fin expreso. El propósito esencial de la
educación es propiciar la actividad centrada en el niño, la que parte de la voluntad y de la
inteligencia personal para desembocar en un enriquecimiento intelectual, moral y espiritual
del sujeto. No debemos presionar sobre el alumno, sino estimularle para que a través de la
praxis, se conforme en un ciudadano nuevo.
La metodología utilizada por Freire sigue la misma línea dialéctica: teoría y método. La
metodología surge de la práctica social para volver, después de la reflexión, sobre la misma
práctica y transformarla. De esta manera, la metodología está determinada por el contexto de
lucha en que se ubica la práctica educativa: el marco de referencia está definido por lo
histórico y no puede ser rígido ni universal, sino que tiene que ser construido por los hombres
y las mujeres, en su calidad de sujetos cognoscentes, capaces de transformar su realidad. En la
manera en que Freire concibe la metodología, queda expresada en principales variables que
sirven de coordenadas al proceso educativo como acto político y como acto de conocimiento;
éstas son:
1. La capacidad creativa y transformadora del ser humano;
2. La capacidad de asombro, que cualquier persona tiene, sin importar la posición que ocupe
en la estructura social;
3. La naturaleza social del acto de conocimiento y la dimensión histórica de éste.
Por ser una pedagogía basada en la práctica, ésta está sometida constantemente al cambio, a
la evolución dinámica a la reformulación. Si el ser humano es un ser inacabado, y este ser
inacabado es el centro y motor de esta pedagogía, es obvio que el método tendrá que seguir
su ritmo de dinamicidad y desarrollo como una constante reformulación. Según Freire (Blanco,
1992), la educación debe comenzar por superar la contradicción educador- educando. Debe
basarse en una concepción abarcadora de los dos polos en una línea integradora, de manera
que ambos se hagan a la vez educadores y educandos. Es imprescindible que el educador
humanista tenga una profunda fe en el ser humano, en su poder creador y transformador de
la realidad. El educador debe hacerse un compañero de los educandos, y más que eso, un
igual a ellos en el sentido de que ambos son al final seres humanos.
LA PEDAGOGÍA ANTES DE FREIRE
La idea de que la educación debía ser transformada no es nueva, por ejemplo, el inglés John
Locke (1632-1704) había publicado La educación de los niños en 1693, obra en la que se critica
a la pedagogía libresca y se aconseja a los maestros utilizar métodos que pongan a los niños
en contacto con la vida. Asimismo, Michel de Montaigne (1533-1592) publica su ensayo sobre
la instrucción de los niños, donde impulsan una educación dulce, aislada, en contacto con la
naturaleza y con gran atención al cuerpo. Por otro lado, Montaigne quiere enseñar a jugar y a
vivir a los niños (Rocha, 2013).
Es Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) quien aporta una concepción de conjunto, una nueva
visión del niño y de su educación, Giovanni Enrique Pestalozzi ( 1746-1827), su discípulo, suizo
alemán nacido en Zúrich, es ya un precursor de los métodos nuevos; se trata de cómo llevar a
la práctica, en la escuela, los principios teóricos. Se puede apreciar que ya existía una nueva
manera de pensar la educación, donde lo teórico aprendido en el aula debía ponerse en
práctica en situaciones reales. Pestalozzi corrige uno de los puntos capitales de Rousseau, al
descubrir que la escuela es una verdadera sociedad en la que los niños aprenden, de la que
hay que servirse para educar a los niños, negando así del individualismo rousseauniano.
Friedrich Froebel (1782-1852), discípulo de Pestalozzi, pone en el centro la idea de actividad,
en la importancia del juego, pues es su máximo teórico y su más ilustre realizador práctico.
Pero todos ellos no dejan de ser precursores.
Para Jean Piaget, (Palacios: 1984) los nuevos métodos solo se han construido
verdaderamente con la elaboración de una psicología sistemática de la infancia; la aparición
de los métodos nuevos data de la aparición de esta última. La psicología genética moderna
está inmersa prácticamente en la Escuela Nueva. Piaget lo sostuvo siempre en el origen de
los nuevos métodos. Para pensadores como él, toda didáctica no es neutral, sino que está en
correspondencia con una nueva manera de pensar la psicología del niño.
Si analizamos las aportaciones de cada uno de los educadores más representativos de esta
propuesta educativa hicieron, nos damos cuenta inmediatamente que su fundamento es
eminentemente psicológico. La mayoría de los hombres que transforman la educación no
eran pedagogos, sino médicos y psicólogos los cuales llevaron al campo de la escuela los
conocimientos que sobre el ser humano adquirían en sus respectivas disciplinas (Pérez:
2002). La Escuela Nueva solo instituyó que existían diferencias en cada etapa de la vida del
niño, sino que las conoció de manera más objetiva; la escuela nueva representa todo un
movimiento, a través de un desarrollo histórico en el que cada uno de los integrantes está
sometido a cambio y evolución, esta educación se dirige a la conducta y a la vida total del
educando, así como a todas sus manifestaciones orgánicas, psíquicas y espirituales poniendo
énfasis todo a la vida física, activa y la originalidad de sus alumnos (Alcaraz, 2002). La función
de la Escuela Nueva es establecer para el educando un mundo real a su medida y se
familiarice con lo esencial de la vida, proporcionándole material para observar, tocar, jugar, y
trabajar y evitar que se sienta desamparado o inútil.
Actualmente la Escuela Nueva integra de manera sistemática cuatro componentes con
estrategias curriculares, comunitarias, de capacitación y seguimiento administrativo. Cada
componente contempla estrategias y elementos sencillos y concretos que promueven un
aprendizaje activo, participativo y cooperativo centrado en los estudiantes, un currículo
relevante relacionado con la vida diaria del estudiante (Carr, 1998). El calendario y sistemas de
evaluación y promoción deben ser flexibles, toma en cuenta la formación de valores y
actitudes democráticas y de participación, donde la formación de los docentes corresponde
ser más efectiva y práctica, como anteriormente lo hemos mencionado el rol del maestro
debe ser el de un facilitador.
El objetivo de esta Escuela Nueva es que los alumnos desarrollen diferentes habilidades en las
apliquen conocimientos en diferentes situaciones a las que están expuestos, y a enfrentarse a
un mundo cada vez más complejo. Que como maestros le enseñamos a que aprendan por sí
mismos. Podemos desarrollar su habilidad de pensamiento, logrando la expresión de manera
individual, así podremos mejorar su autoestima al hacerlo participativo en clase. Así mismo, el
alumno podrá desarrollar actitudes democráticas, de cooperación y solidaridad.
Conclusiones:
Con lo investigado y expuesto anteriormente sobre las aportaciones de Paulo Freire a la
educación, y con los aportes de la Escuela Nueva, podemos mencionar que es importante que
como sociedad sepamos el significado y métodos que lleva a cabo dicha escuela, al igual del
concepto, las características y objetivos en generar que en la Escuela Nueva se manejan. El
saber un poco sobre los precursores y desarrolladores de la Escuela Nueva, podemos analizar
la forma en que ellos perciban la educación en ese momento y perspectiva que tenían acerca
de cualquier método que implementaban para la mejorar la educación.
El pensamiento de Freire está enraizado sobre su concepción de hombre y de mujer
entendiéndolo como un ser en el mundo y con el mundo. Lo propio del hombre, su posición
fundamental, de un ser en situación; es decir, un ser engarzado en el espacio y en un tiempo
que su conciencia intencionada capta y trasciende. El método de concientización de Freire
busca rehacer críticamente el proceso dialéctico de la historización. No busca hacer que el
hombre conozca su posibilidad de ser libre, sino que aprendan a hacer efectiva su libertad, y la
ejerciten en bien de todos.
Pero el ser humano no sólo está en el mundo, sino que también están con el mundo. Estar con
él, es estar abierto al mundo, captarlo y comprenderlo; es actuar de acuerdo con sus
finalidades para transformarlo. El hombre y la mujer responden a los desafíos que el mundo
les va presentando y con ello lo van cambiando, dotándolo de su propio espíritu. Las personas
y el mundo están en constante interacción, no pueden ser entendidos fuera de esta relación,
ya que el uno implica al otro. Como un ser inconcluso y consciente de su inconclusión, el
hombre es un ser de búsqueda permanente. No podría existir el hombre sin la búsqueda,
como tampoco existiría la búsqueda sin el hombre.
Es necesario comprender que la vida humana sólo tiene sentido en la comunión con los
demás, ya que nuestra condición implica el intercambio significativo con otros parientes
simbólicos que confirman nuestra condición. (Savater, 1997: 42) Que el pensamiento del
educador sólo gana autenticidad en la autenticidad del pensar de los educandos, mediatizados
ambos por la realidad y, por ende, en la intercomunicación. Se trata de pensar a un educador
como un intelectual. (Giroux, 1997). Un intelectual comprometido consigo mismo y con los
demás, un educador que conciba al ser humano como inacabado, en constante renovación.
El educador ya no es sólo aquel que educa, sino también aquel que es educado por el
educando en el proceso de educación (Freire: 1998) a través del diálogo que se sostiene.
Tanto el educador como el educando son a su vez educando y educador en un proceso
dialéctico. Es así como ambos se transforman en sujetos centrales del proceso en un
crecimiento mutuo; aquí la autoridad requiere estar al servicio, siendo con las libertades y en
ningún caso contra ellas. Es fundamental, para realizar una educación como práctica de la
libertad, negar la existencia del hombre abstracto, aislado, suelto, desligado del mundo y, de
la misma manera, negar la realidad del mundo separada de los seres humanos.
Claramente aparece lo inacabado del proceso de la educación como algo propio y único del
ser humano que corresponde a su condición de ser histórico y de historicidad. Sólo si el
educando puede tomar conciencia de su verdadera condición puede apropiarse de su realidad
histórica y transformarla. Se trata de una búsqueda que va en la línea de "ser cada vez más",
de humanizar al ser humano.

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