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Existen datos históricos y el siguiente es recopilado del libro del Rev. Kittim Silva (bosquejos
para predicadores). Hubo una familia muy destacada y conocida en el estado de New York.
Una familia acomodada económicamente. El nombre de este papá o cabeza del hogar es Max
Jukes. El y su esposa no creían en valores cristianos. De sus 1,026 descendientes, 300
murieron prematuramente, 100 cumplieron sentencias de hasta 13 años, 190 fueron prostitutas
públicas, 100 se distinguieron por el alcohol en sus vidas. El costo de esta familia fue de más
de 6 millones en el estado de New York.
Hubo otro papá llamado Jonathan Edwards, procedente también de New York, quien se casó
con una mujer que al igual que él, sí creía en esos valores cristianos para enseñárselos a sus
hijos. De 729 descendientes de esa familia, 300 fueron predicadores, 75 profesores de
universidad, 13 presidieron como directores universitarios, 70 escribieron libros populares, 3
estuvieron en el congreso y 1 llegó a ser vice presidente de Estados Unidos.
Todo está fundamentado en el pasaje de Exodo 20:12, Deuteronomio 5:16 y 27:16, Levítico
19:32, Efesios 6:2-3 y Mateo 15:3-9.
Recordemos las palabras de un sabio que dijo: “Los muertos no huelen flores”
Lamentablemente la mayoría de las personas llevan Flores a los funerales cuando en vida no lo
hicieron. Reconocemos el valor de las personas cuando las perdemos, y cuando fallece uno de
los padres, lamentamos lo que no hicimos con ellos cuando aún estaban vivos. Es en vida que
debemos demostrar el amor y el respeto a nuestros padres.
Para tan grande enfermedad, se necesita una medicina especial y es así como el quinto
mandamiento de la ley de Dios, establece el antídoto y quien lo aplica a su vida tendrá
recompensa, pues escrito está, “Honra a tu padre y a tu madre, para que te vaya
bien y disfrutes de larga vida”. (Deuteronomio 5:16).
Entonces, ¿Por qué debemos honrar a nuestros padres?