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Chile y los chilenos- Alberto Cabero.

23 de marzo de 1926

El “alma chilena”, un estudio de los “rasgos morales, físicos e intelectuales que


caracterizan a la raza chilena” y que la distinguen de “los demás pueblos de la
América”.

“casi todos los progresos de la civilización son debidos a la acción individual activa
y creadora de los hombres superiores, homogéneos a la masa” p. 20

“Cada nación está convencida de su superioridad, este orgullo nacional es una


fuerza que impele a hacer los mayores sacrificios colectivos para mantenerla” p. 22
” Rasgo común de mulatos, cholos, indios y zambos es la falta de sentido moral, de
probidad; cuando se les sorprende robando no sienten la menor vergüenza.
El cholo es altanero, díscolo, fácil en deslumbrarse por todo lo que brilla, envidioso
y muy susceptible; es más alcohólico, holgazán e inclinado a la rapiña que el indio”
“Cuando dos razas distintas subsisten en un mismo territorio sin confundirse, como
sucede en los países en que hay fuerte proporción de indígenas puros, son un
motivo de discordia permanente las diferencias de sus caracteres ancestrales y solo
los aproximaran debilitadamente los caracteres que juntos adquieran durante su
convivencia. P. 56

“La raza peruana, mezcla de quechuas pacíficos con andaluces brillantes,


exagerados e inactivos, y complicada con negros, es diferente a la raza chilena,
mezcla de indígenas viriles y salvajes con tenaces castellanos y vascos sobrios y
prudentes, sin contacto alguno de negro” p. 57

“sumadas la indolencia española, la pereza india, la apatía negra, resulta la


negligencia criolla, a quien le place más reposar, soñar, divertirse, que trabajar. P.
58
“en los países muy extensos en que las comunicaciones son difíciles, obstruidas por
desiertos, bosques, cordilleras, en que la escasa población se halla esparcida en
unas pocas ciudades, separadas por grandes distancias, el gobierno democrático
es imposible, la política es manejada exclusivamente por pequeños núcleos de
personas” (..) obsta también al ejercicio correcto del gobierno democrático el
analfabetismo, la situación del obrero que soporta una abyecta dependencia
económica y la existencia en el mismo suelo de raza india o negra, que no se ha
fundido con la blanca y que conserva sus costumbres e idiomas propis. Estas
circunstancias insalvables formadas por las diferencias de cultura, fortuna o raza,
que impiden su solidaridad y hacen ilusorias las leyes electorales más perfectas” p.
59-60
Sobre el carácter de los “pueblos hispanoamericanos” señala que “el alma” de estas
naciones difiere debido a las condiciones diversas a las que está expuesto como el
clima y el territorito, así como la mezcla de razas que ha producido “diferencias de
carácter, por ejemplo el argentino que habita el “país más rico y comercial, es
ostentoso, grandilocuente y optimista”, mientras que el boliviano que posee una
riqueza apenas explotada “es astuto, melifluo y falso”, los habitantes del Perú por
su parte se caracterizan por ser “melosos, urbanos, pretenciosos y fanfarrones”.
Chile, mientras tanto, se caracterizará por ser un pueblo “guerrero y viril, sus
pobladores son rudos, prosaicos y fríos, poco imaginativos, pesimistas y tenaces”.
P. 65-66

“la acción enervante del trópico y el hibridismo de razas, hacen del Perú un país
políticamente inestable y desorganizado en que se suceden las revoluciones y las
dictaduras” p. 69

“Bolivia y el Paraguay se han retardado en la civilización por ser heterogéneos los


elementos étnicos de que se compone, por su alejamiento del mundo civilizado, por
su inmensa población indígena que asfixia la población blanca.
Los indígenas bolivianos llevan una vida parca, dura, miserable; son objeto de
explotación y desprecio del blanco, humillación que soportan resignados sin alzar
las frentes abatidas; sólo cuando el alcohol los excita, llegan a ser feroces. (…) todo
esto hace que el indio sea profundamente triste; no sabe reír; su música, única
afección estética que se le conoce, es el recuerdo del sollozo de un niño maltratado,
y hace que sea, además, receloso, rapiñezco, degradado y que en su escasa
sensibilidad no conozca otro placer que el del alcohol.
La pereza intelectual y física, la desconfianza exagerada del indio, la tendencia
innata a disimular, son defectos, aunque más amortiguados, propios también del
mestizo, cuyo rasgo característico es ser falso. Falso es su lenguaje, abundoso en
términos cordiales, en cariñosos diminutivos, que no son la expresión del afecto
sincero, sino algo de temor, respeto y mucho de interés e hipocresía; falsas son sus
promesas, que jamás cumple, y falsos han sido sus hombres de Estado y
diplomáticos” p. 71
“Razón tenemos, después de conocer la anarquía y caudillaje hispano-americano,
de enorgullecernos de nuestra historia pacífica, exenta de tiranos; de nuestro
pueblo, celoso de sus libertades; de nuestros gobernantes, hasta ayer respetuosos
de la constitución; de nuestra política, tan acremente censurada y, sin embargo, con
opinión pública respetable, libertada de sufragio y partidos organizados que, por lo
menos en sus programas, persiguen ideales de bien público” p.77

“En Chile, a pesar del carácter militar de la raza formado por la lucha de tres siglos
con los araucanos, su diplomacia ha favorecido el arbitraje para resolver los
conflictos internaciones, su ejército estuvo hasta ayer siempre sometido al poder
civil y desde 1851 hasta 1924 no había gobernado el país ningún general”. P. 81
“los chilenos, descendientes de españoles e indios, forman una raza o sub-raza
nueva, casi homogénea, con características propias, sin tendencias regresivas
hacia ninguna de las razas que se deriva, predominando en la fusión la mentalidad
y civilización españolas.
Los indios mapuches del centro, más pacíficos que los araucanos puros y tan
vigorosos como éstos, constituyeron principalmente el factor femenino de la raza
chilena.
La raza paterna fue la conquistadora, producto étnico en que predomina la
civilización latina y que procede de diez razas por lo menos”
Esta mezcla de sangre de los mapuches del centro del país con españoles operó la
fusión de las dos razas por lo que en diversas proporciones corre sangre indígena
en la mayoría de los chilenos, existiendo todas las graduaciones posibles físicas,
intelectuales y morales que demuestran la diversa proporcionalidad de sangre
española e indígena que cada chileno lleva y que afecta a todas las clases sociales.
P. 84

Sobre la Araucana de Alonso de Ercilla, señala que carece de fidelidad psicológica


al presentar los indios como incivilizados, pero que el sentimiento nacional y de la
“propia superioridad racial y la altivez del alma nacional” son gracias a esta obra,
además de “producir el fanatismo patriótico y el heroísmo, son indispensables para
vencer, estímulos poderoso que hemos sabido cultivar y aprovechar en difíciles
momentos de nuestra historia”. P. 89

Sobre la psicología de la raza araucana “su pasión dominante era la embriaguez.


Este era su hábito social, el complemente obligado de fiestas y ceremonias que
daba origen a riñas y muertes”.
Por su mentalidad, el araucano no difería de los pueblos inferiores (…) desconocía
por completo los elevados ideales de los pueblos civilizados: los conceptos de ley,
justicia, derecho eran restringidos al interés personal o del grupo.
Han demostrado ser incapaces de evolucionar. Aun hoy continúan viviendo en sus
rucas de tierra, mal olientes, en promiscuidad nauseabunda con animales,
desperdicios y carroñas.
De carácter flemático, de aspecto taciturno, ninguna excitación animaba sus
semblantes indiferentes, máscara que ocultaba sus fuertes odios, rencores y
venganzas. P. 90

“el pensamiento más alto, la ocupación principal del araucano era la guerra; para
ella estaba preparado por sus hábitos de cazador, la unidad de lengua, constancia
en las fatigas, su energía en la desgracia, su fatalismo, su inclinación al robo y su
educación.
Por su inestabilidad mental, el araucano era versátil; por la limitación de su memoria
y dificultad para meditar y de conocimiento de la ley de causalidad, supersticioso;
por su incapacidad de distinguir entre el bien y el mal, ladrón; por su desprecio por
la vida, heroico”. P. 92

“las costumbres, el laboreo de los campos, la condición de la mujer, las creencias,


la moral, la mentalidad araucanas, se han modificado con la proximidad de los
pueblos, los ferrocarriles que cruzan el territorio, la vida pacífica, la enseñanza
religiosa, la instrucción primaria y la imitación a los chilenos. Persisten aún hoy el
desaseo, el decaimiento, la melancolía, la pereza, el alcoholismo, las
supersticiones, las creencias sobre las causas de las enfermedades y de la muerte,
las fiestas, los juegos y las ceremonias fúnebres”. P. 94

“De la raza indígena, indolente, rapiñadora, supersticiosa, alcohólica, triste, casi


fúnebre, nuestro pueblo tiene sus vicios, pero también sus virtudes: la rudeza viril,
la energía, el espíritu belicoso acrecido por la lucha secular llamada sin ironía alguna
“de pacificación de la Araucanía”. P. 103

“mientras la descendencia del elemento andaluz, formaba la clase pobre y sometida,


los descendientes de castellanos viejos, llegados después de fines del siglo XVII,
de vascos progenitores de orgullosas familias de Santiago y concepción, de
gallegos y navarros prolíficos fundadores de casas ilustres e influyentes de la
capital, formaron la aristocracia; tomaron la dirección del país, constituyéndose en
oligarquía en el siglo pasado; pusieron su sello falto de sentimentalismo e
imaginación a la raza, mostrando el ideal del individuo en el varón discreto, parco,
sesudo y activo; imprimieron los rumbos de su carácter, que tenía algo de solar
vasco, sobrio, severo, duro, al gobierno y a la administración, y nos dieron políticos
ponderados, estadistas circunspectos, gobernantes escrupulosos y enérgicos que
estabilizaron y organizaron la República.
A ellos se debe nuestro progreso moral jamás alcanzado en Hispano-América, la
altivez y arrogancia de nuestra diplomacia, la ambición y aptitud que el país
demostró para ensanchar sus fronteras por el trabajo o por las armas”. P. 104

“Nuestro mestizaje, formado con españoles puros, con mestizos de españoles e


indias peruanas o chilenas y en proporción escasísima con mulatos y zambos,
mezclados con indias chilenas del norte y centro del país, con peruanas de estirpe
quechua, y con pocas araucanas puras, constituyó, contrariando la mayor parte de
las teorías científicas sobre el mestizaje, una raza fuerte, sin señales degenerantes
y una nación civilizada y progresista”. P. 105

“nuestra diferencia de raza con el Perú, favorable a Chile, vemos que es motivada
por ser nuestra raza progenitora indígena más viril y enérgica que la quechua; por
haberse fundido íntimamente en nuestro país la raza indígena y española, mientras
en el Perú se mantienen aún separadas” p. 111
“La homogeneidad de la raza chilena, aunque no es absoluta por el distanciamiento
de la clase rica y la clase pobre mantenido hasta ahora por el orgullo y el egoísmo
de la primera, es, con todo, suficiente para constituir una ventaja apreciable respecto
de otros pueblos hispano-americanos”. P. 111

“esta homogeneidad proviene de que no han entrado en la formación de nuestro


pueblo mestizo sino dos razas, haciendo siglos de vida en común (…) de ambas
razas estuvieron aisladas del resto del mundo por su situación geográfica”, y de
cada raza aportó durante el mestizaje un solo elemento sexual, pues la
descendencia mestiza tuvo siempre su origen de matrimonios o concubinatos de
españoles con indias o mestizas. Esto último es, asimismo, el por qué hemos
heredado en nosotros la tez morena, el cabello negreo y los ojos oscuros y
atávicamente tenemos la mentalidad característica de la raza paterna española,
persistiendo los elementos fundamentales de su constitución espiritual: la moral
doméstica, base de nuestras familias; el castellano, expresión de nuestro
pensamiento, el cristianismo, fundamento de nuestras instituciones”. P. 111

“lo que hay de altivo en nuestro carácter, de identidad en nuestra mente lo recibimos
de España” (…) no fueron las hordas araucanas, sino los tercios castellanos los
héroes máximos, los fundadores de ciudades, los desbrozadores de la selva, los
creadores de nuestra nación.
La exaltación de Arauco es la leyenda imaginaria de los poetas; la epopeya de
España surge verídica de las frías crónicas de los prosadores.
La lanza fue símbolo de la barbarie, la cruz y la espada lo fueron de la civilización”.
P. 113

La superioridad de la raza chilena, en contraposición a Palacios, no se debería a


una supuesta superioridad de las razas mezcladas, sino que más bien se debería
las circunstancias especiales, como la historia, la geografía, la imitación y sugestion
de hombres superiores, los que han “llegado a formar u tipo étnico bastante
homogéneo, físicamente fuerte, capaz, mediante una evolución ordenada y
progresista, de nivelarse en cualidades y aptitudes a los más elevados tipos raciales
de la civilización actual y de alcanzar un alto grado de inteligencia, moralidad y
poder”. P. 115

“Todos los mestizos chilenos tienen rasgos comunes que los distinguen de los
demás americanos. Tienen escasos matices locales, obra del medio físico, como es
la diferencia que existe entre el místico, tímido y bondadoso chilote, que lleva en su
mente la ensoñación del paisaje encantado de sus islas verdes y el pampino del
norte, rebelde, incrédulo, agresivo, que lleva en la frente burilada por el sol la imagen
del árido y abrazado panorama del desierto” p. 119
El roto, “base étnica de la nación chilena; antaño activo, con profunda fe religiosa,
leal con sus patrones, más respetuoso y alegre que ogaño. Su carácter es una
mezcla confusa de virtudes y defectos; patriota y egoísta; hospitalario y duro, hostil;
fraternal y pendenciero; religioso y fatalista, supersticioso que cree en ánimas;
prudente y aventurero despilfarrador; sufrido, porfiado e inconstante; inteligente, con
un admirable poder asimilador e ignorante; abierto en ciertos momentos,
desconfiado casi siempre; resignado con su suerte, violento con los hombres; triste,
pesimista, callado, tranquilo y con ribetes de picardía y buen humor; socarrón,
rapiñador, marrullero y ebrio.
Su moral es poco sólida; carece del sentimiento del ideal y del íntimo de la creencia,
y es escaso su respeto por la ley y la propiedad”. P. 119

“En nuestras guerras exteriores, el primer factor de triunfo fueron las admirables
condiciones guerreras del pueblo: su disciplina en el cuartel, su fácil aprendizaje en
las armas, su arrojo incomparable en el combate, su constancia para soportar con
ánimo sereno y alegre todas las fatigas y privaciones, su desprecio por la vida que
le permite reír y chancearse a pocos pasos de la muerte y su amor e incondicional
abnegación por la patria” p. 146

“el chileno es patriota especialmente por la lucha incesante que formó la cuna de su
raza y que tuvo que sostener hasta su virilidad y porque los límites del país son muy
netos. La perfecta demarcación de nuestro territorio por el mar y la cordillera nos
aíslan del extranjero y hacen que la concepción geográfica del país sea muy clara
en la mente chilena. Es, pues, un patriotismo gráfico, expresivo y exaltado por las
hazañas de nuestros héroes, la única identidad que ha nutrido tal vez el espíritu del
pueblo desde niño, exornada con la fantasía maravillosa y atrayente de fabulas
leyendas.
Además del aislamiento geográfico y las guerras, han contribuido a acrecentar el
patriotismo chileno la relativa homogeneidad de la raza que le da carácter común,
idealidad colectiva, formados por el acervo acumulado en toda su integridad durante
tres siglos de intereses, ideas, sentimientos, simpatías, temores, alegrías y peligros
comunes. Por esto, al amar la patria, no amamos sólo sus valles sus montañas, su
mar y su cielo, sino también sus hombres: los pasados, que dieron lustre al país; los
presentes, que bregan por aumentar la herencia recibida de aquéllos. P. 147

“La campaña de 1838-1839 contra la confederación Perú-boliviana puso en


evidencia las cualidades guerreras del pueblo y la eficiencia del gobierno que
demostró después del triunfo una altura de miras, una generosidad con los
vencidos, un americanismo fraternal que sólo encuentra parangón en la historia con
el desprendimiento de los Estados Unidos en la gran guerra europea”.
“La gloria de la guerra del Pacífico pertenece talvez más que al ejercito a los
gobernantes que, sin ruido, sin aspiraciones personales, cooperaron a la victoria; el
triunfo se debio al esfuerzo de todos los chilenos y a la superioridad de nuestra raza
más homogénea, de nuestra historia sana y moral sobre otra convulsionada y
corrompida, de un gobierno de orden y honesto, sobre otro de caudillaje, peculados
y trastornos. P. 150

“La admiración por el coraje del roto, el culto por los héroes nacionales, la fe en la
superioridad de la raza, han impreso rumbos a la sociedad chilena” (…) “los chilenos
tenemos el orgullo racial del pueblo, de nuestras hazañas guerreras, lo que ha
mantenido hasta hoy vigoroso el patriotismo”. P 159

Sobre la guerra del Pacifico: “Nos dieron el triunfo, la unidad y vigor de nuestro
pueblo, la virtud racial del patriotismo, la virilidad y energía alcanzadas por un vivir
austero, la organización solida de nuestro gobierno constitucional” (…) “en Chile
había orden en el gobierno y las finanzas, historia sana y moral; en los aliados,
convulsiones, peculados, caudillaje, historia en que la patria se abatía oprimida
entre los intereses egoístas y personales” p. 178

Sobre Arturo Prat: “La acción de Prat ha tenido cien símiles en las guerras de Chile;
sin embargo, el héroe epónimo el héroe insuperado, el héroe por antonomasia es
él. ¿Por qué? Por sus antecedentes y las consecuencias de la acción; por el valor
moral de la víctima que sublimó el sacrificio y por el momento culminante en que se
inmoló señalando a Chile el camino de la victoria”. P. 189

Alberto Cabero, Chile y los chilenos, Ed. Nacimiento, Santiago de Chile, 1926, 437
pp.

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