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IGNACIO ELLACURIA

JON SOBRINO

MYSTERIUM LIBERATIONIS
Conceptos fundamentales de la teología de la liberación

EDITORIAL TROTTA
IGNACIO ELLACURIA

globalizador. Efectivamente es así. Una historia que abarca tanto


la historicidad de las existencias personales como la historia real
de los acontecimientos empíricos; una historia que no es ni Ur-
geschichte ni Uebergeschichte, pero que es, en su mismo carácter
empírico, trascendente, esto es, abierta a Dios porque en ella Dios
se ha hecho primero presente.
La trascendencia histórica no es entonces un tema exclusivo de LIBERTAD Y LIBERACIÓN
la teología de la liberación, pero ésta tiene un modo propio de
entender lo que es formalmente una trascendencia histórica cristia- Juan Luis Segundo
na. En las páginas que preceden se ha procurado indicar algunas
formas de expresar ese modo propio. Con ello, se ha querido
señalar la peculiaridad y la universalidad de la teología de la
liberación y, al mismo tiempo, su novedad y su tradicionalidad.
No se ha expuesto lo que los teólogos de la liberación han pensado
sobre este punto; se ha pretendido tan sólo mostrar una de las
formas posibles de conceptualizar el problema. Sobre él hay
todavía mucho que trabajar desde estudios bíblicos, hermenéuti-
cos, dogmáticos y pastorales. Pero la teología de la liberación Casi podría darse por descontado que la idea de liberación o de
muestra todavía tal vitalidad que es de esperar que esos trabajos se libertad no debería exigir tratamiento especial en una obra donde
vayan realizando. se intenta reseñar y explicar los conceptos fundamentales de la
teología de la liberación. El conocimiento comprensivo de éstos
debería llevar, en efecto, como por una rica convergencia, al
conocimiento de aquélla.
Pero este trámite cognoscitivo tranquilo se halla demasiado
amenazado por el contexto polémico en que ha debido moverse
esta teología que, no por casualidad, lleva el nombre de «teología
de la liberación», aun en las críticas que de ella hace el magisterio
de la Iglesia \
El hecho de que aparezca en este título como el genitivo de la
palabra «teología» parece dar a «liberación» (y a sus antecesores
semánticos, como «libertad», «liberar» o «librar») un matiz un sí
es no es ya chocante. Y que, por ello mismo, merece examen.
Esto se percibe hasta en expresiones neutras o aun benevolen-
tes. Un teólogo latinoamericano explicaba el surgimiento de la
teología de la liberación como resultado del Vaticano II. El diálogo
con el mundo que, a partir de él, se instauró o impulsó, «no sólo
destronó ricas sistematizaciones del pasado..., sino que hizo
penetrar en el interior de la teología, hasta entonces tranquila y
uniforme, la turbulencia del pluralismo cultural reinante en la
sociedad. En otras palabras, hizo que entrara dentro de la sacra
theologia una temática múltiple, responsable del nacimiento de las
teologías del genitivo (teología del progreso, de la historia, etc.)» 2.

1. Sagrada Congregación para la Doctrinade la Fe, Instrucción sobre algunos aspectos de


la «Teología de la Liberación», Roma, 6 de agosto de 1984.
2. M. de Franca Miranda, «Visáo panorámica de teología especialmente no Brasil»,

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Una de las teologías «del genitivo», he aquí cómo aparece la Desde ese punto de vista no es posible pedirle a la teología que
teología de la liberación en la óptica de muchos. Es decir, como ignore tales datos ni que los sacrifique a una falsa unidad. Desde
una amenazadora victoria de lo múltiple y de lo plural sobre la este punto de vista no podría ni siquiera acusarse a una teología de
tranquila unidad. Añádase a ello el que esa pluralidad está, se que usara un genitivo «geográfico», correspondiente al área donde
supone, compuesta de «lecturas diversas, parciales y a veces halla sus problemas y de donde surgen, por lo mismo, en gran
irreductibles de la misma realidad» 3, y se tendrá un elemento más medida, sus énfasis propios. Entre una «teología del trabajo» y
de la inquietud: la relatividad. Parece no haber ya teología que sea una «teología de América latina» hay una gran diferencia. El
la misma para todos. Y aquí sí entra a tallar ese genitivo específico primer rótulo apunta a un terreno o área temática particular den-
que acentúa, al parecer, los elementos amenazadores del cuadro. tro de la teología. El segundo, a toda la teología examinada desde
Se trata «de la liberación», palabra que alude, aunque no sea más el punto de vista exigido por la praxis cristiana frente a cir-
que por el opuesto, a una «opresión» y, por ende, a un conflicto. cunstancias concretas diferentes a las de otros continentes o re-
Hay en esta apreciación global afirmaciones discutibles, sobre giones.
todo desde el punto de vista cronológico, en la atribución que se Cuando se dice, en efecto, que la teología del trabajo o de la
hace al Vaticano II de factores que ya estaban operando bastante historia son «sectoriales» o «teologías del genitivo», y que no lo es,
antes de él. Pero lo que urge aclarar aquí es la relación existente por el contrario, una teología en una región o área geográfica
entre «teología» y «liberación». El genitivo es engañoso, pues no es determinada, ello se debe a que el genitivo es, en un caso, objetivo,
lo mismo hablar de «teología del trabajo» o de «teología de las y denota una parcialización de la temática, mientras que en el otro
relaciones terrenas», y hablar de «teología de la liberación». Dicho caso es subjetivo. No denota un área de temas, sino el conjunto de
de otra manera, la «teología de la liberación» no es una de las sujetos que la practican. Sujetos particulares teologizando sobre
llamadas «teologías del genitivo». No es, por lo menos, en la un objeto universal: la revelación que Dios nos hace de sí mismo,
intención de quienes la practican. de su amor y —todo es uno aquí— de su plan sobre el hombre (GS
No es esto una exclusividad de la palabra «liberación». 22). Tratando de entender toda la fe.
Cuando se habla de la «teología de la cruz» (tbeologia crucis) se Pero si esto es así, y es verdad que los teólogos de América
trata asimismo de un genitivo. No se entiende, sin embargo, que el latina pretenden dirigir sus miradas y su investigación a la
genitivo «de la cruz» signifique la introducción de un elemento de totalidad de la fe cristiana, ¿por qué su teología lleva el nombre
pluralidad o relatividad en una misma unidad hasta ayer tranquila que sugiere su pertenencia a las «teologías del genitivo»? ¿Qué
y sólida. Suele significar, en ése y otros casos similares, el genitivo relación hay entre el área geográfica donde surge y ese énfasis en la
un énfasis puesto en un término clave, desde el cual se procura «liberación», si es verdad que éste no indica una reducción
abrir la totalidad de la teología a horizontes hermenéuticamente temática? O, para ser más exactos, ¿cómo sucedió que aquello
ricos, pero aún insuficientemente tratados o desarrollados. que era simplemente teología se vuelve un día, en América latina,
Que esos distintos énfasis contribuyan a abrir un abanico de una teología caracterizada por ese énfasis especial en la libe-
sano pluralismo en una teología demasiado uniforme y repetidora, ración?
ello es claro. Es claro también, dando un paso más, que el No es para nada minimizar la importancia del libro, aparecido
necesario diálogo de la fe cristiana con el mundo, diálogo exigido en 1971, de Gustavo Gutiérrez Teología de la liberación, decir que
y fomentado por el Vaticano II y, durante cierto tiempo, por el es el primero en sistematizar muchos esfuerzos realizados durante
post-Concilio aun a nivel oficial, obligó a la teología a inclinarse la década anterior por la teología para llevar la fe cristiana a
sobre una realidad bastante más compleja de lo que imaginaba. La enfrentarse y a dialogar con el hombre en este continente. Sin
dificultad no estriba, con todo, en que se hagan de esa realidad excluir, por supuesto, al concilio Vaticano II y a Medellín, aunque
«lecturas» diversas, parciales y, a veces, irreductibles. Estriba, sí, tampoco sin reducirlos a ser un eco de estos dos hitos teológicos de
en que la realidad misma, por ejemplo en las diversas regiones del gran relevancia.
planeta, es diversa, y contiene posiciones parciales e irreductibles. Sin duda ese libro ayudó enormemente a la teología latinoame-
ricana a transitar por un camino común, si no exactamente único.
Pues bien, encontramos en él un comienzo de respuesta al
ponencia presentada a la XXV Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (ad instar
problema de las relaciones entre el área geográfica y el título que
tnanuscripti). va a denotar el énfasis propio de la teología: liberación. Se indica
3. lbid. en él que, en la existencia cristiana, una «teología» es siempre un

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«acto segundo» 4. Si la función de la teología es dar inteligibilidad explicarlo por una sola causa. Tal vez la rápida reconstrucción de
a la fe según la vieja fórmula fides quaerens intellectum, la fe una Europa destruida por la guerra, tal vez la aparición de una
existente y practicada es siempre previa al acto de teologizar. política aparentemente global para «desarrollar» América latina y
Por otra parte, la teología no consiste meramente en tomar las subsiguientes desilusiones que trajo su fracaso, tal vez la
nota de esa fe existente, primera. Ni siquiera en sistematizarla, insistencia de compañeros de ruta marxistas (universidad, sindica-
criticarla o justificarla. Debe conectarla con la revelación de Dios. tos o política mediante) en señalar que las barreras para el
Y es esta palabra divina, no el talante del teólogo, la que desarrollo no eran circunstanciales o efectos de malas intenciones
procurará, en ese «acto segundo», enriquecer la fe primera. Es un individuales, llevaron poco a poco a muchos cristianos comprome-
cierto «juicio» hecho con relación a esa palabra de verdad el que tidos a dar, también ellos, a la injusticia un carácter de «estructura
justificará, criticará, o hará ambas cosas, con la praxis de la fe. de pecado». Si, según el concilio, la fe orientaba «la mente hacia
Claro está que estos dos actos no son independientes. Existe entre soluciones más humanas» (GS 11), éstas debían consistir en un
ellos una relación de interdependencia compleja y creadora. Por cambio de esas estructuras. En efecto, ellas conseguían oprimir o
eso, en la «interpretación» de la palabra de Dios juega un papel continuar la opresión del hombre por el hombre, aun sin que
decisivo (hermenéutico), consciente o inconsciente, el modo como existiera intención clara y voluntaria de ejercerla. No era casuali-
esa palabra se lee; y en ese modo de leer está ya asimismo presente dad el que hubieran fracasado las muchas tentativas de los últimos
y activa una fe que debe iluminar aquello que, de otra manera, tiempos para cambiar esa situación.
sólo sería letra muerta o ideología justificatoria. Cristianos y no cristianos a la vez percibían que no bastaba un
Hay, pues, un círculo en la teología. Y es extraño, entonces, llamado a la «libertad» del hombre (por ejemplo, en el voto). La
que la «liberación» se encuentre en dos puntos de él. En el «abajo», libertad ya «dada» era un engaño, como se veía cuando se la
como formando parte del compromiso de una fe vivida, y en el quería ejercer en contra de ciertas esclavitudes y miserias huma-
«arriba», como siendo un concepto clave enfatizado para com- nas. Había, pues, que conquistarla. De ahí la primacía de «libera-
prender la palabra que Dios nos dirige. ción» sobre el sustantivo-raíz: «libertad».
Por cierto, no es éste el lugar para describir cómo apareció y se Semánticamente «liberación» debía entenderse en oposición a
desarrolló en la praxis cristiana el concepto de «liberación». su contrario: la «dependencia». De hecho varios teólogos de la
Bastará con indicar aquí sólo algunos elementos que tendrán luego liberación echaron mano, en aquella primera época, de la llamada
una importancia decisiva para comprender tanto la opción libera- «teoría de la dependencia». Esta, para resumir muy brevemente,
dora como la oposición que a ella se hace. explicaba la solidez de las estructuras de injusticia, principalmente
Durante casi cinco siglos el cristianismo convivió en el conti- de la dependencia estructural de América latina (en cuanto
nente latinoamericano con una situación de intolerante miseria y periferia pobre) del centro económico de América del Norte. En
opresión del hombre, sobre todo cuando éste pertenecía a la otras palabras, el subdesarrollo no sería sino la otra cara, oprimi-
población (en muchos lugares mayoritaria) indígena o esclava. da, del desarrollo. El precio que se pagaba (o que otros hacían
Desde el comienzo constituyó esta situación una espina clavada en pagar) por aquél.
el corazón de los cristianos más sensibles y comprometidos. Así Se ha pretendido que esta hipótesis sería científicamente falsa 6 .
como también, bueno es decirlo, en el corazón de los no cristianos Y que toda la teología de la liberación caería por su base junto con
de buena voluntad. ella. En cuanto a lo primero, es posible que cada uno, según dice el
¿Por qué en los años sesenta esa injusticia, que ha estado proverbio, cuente de la feria como le fue en ella. Es muy probable,
siempre ahí, se percibe más y más como «estructural» 5? No es fácil además, que la teoría de la dependencia haya exagerado la
influencia de la estructura internacional en la opresión del hombre
latinoamericano. Y que las estructuras internas de los países
4. G. Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas, Salamanca, 1972, p. 35 (cap. I,
párr. II, 2). pobres tengan mayor responsabilidad de la que esa teoría les
5. Véase la insistencia (por otra parte siempre equilibrada por la exigencia de una paralela adscribe. Lo que sí se olvida es que la «dependencia» de América
conversión de los corazones) de las Declaraciones finales de Medellín (especialmente en los
documentos Justicia y Paz) sobre las estructuras que generan una «situación de pecado». Con
esta expresión se alude no a un pecado «mítico», sino a la necesidad de llamar la atención de se tienen en cuenta las consecuencias que de esta omisión habrían de resultar para vida o
los cristianos sobre el hecho de que la indiferencia —y la consiguiente omisión frente a muerte, liberación u opresión, de millones de seres humanos.
estructuras que deshumanizan a multitudes de hombres— puede constituir a menudo un 6. Cf., por ejemplo, Enrique M. Ureña, El mito del cristianismo socialista, Madrid, 1981,
pecado mayor que cualquier violación voluntaria de una ley moral. Esto es así, por lo menos si p. 88.

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latina es un hecho 7 , independientemente del valor de las hipótesis A este conteo estadístico habría que añadir las veces, algunas
que tratan de explicarla. Y que esa «dependencia», que vuelve de ellas centrales, en que otros verbos semánticamente parientes
estructural la injusticia, interroga a la fe y al compromiso cristia- sirven, por su contexto, para apuntar la misma idea de liberación.
nos sobre la posible y necesaria «liberación». Así, por ejemplo, cuando, en uno de los pocos resúmenes que
Pero, ¿no es esto sólo sociología? Por cierto. La teología no tenemos de la misión de Jesús hechos por él mismo, hallamos en
tiene métodos de análisis que le sean propios. Usa los que tiene a Lucas que, en la sinagoga de Nazaret, aquél busca un pasaje de
su alcance en las ciencias sociales para conocer el material mismo Isaías para definir el presente que con él ha llegado. Y cita
con que está hecho ese mundo y ese hombre que interrogan, desde precisamente uno que habla de la «remisión» de los cautivos y
allí, su propia fe cristiana. Y es muy importante que la teología no oprimidos, es decir, de su liberación: «Me ha enviado (el Espíritu
desarrolle su tarea de espaldas a la problemática realidad. En ésta, del Señor) a anunciar a los pobres la buena noticia {evangelio), a
«la poderosa y casi irresistible aspiración a una liberación consti- proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a
tuye uno de los principales signos del tiempo que la Iglesia debe liberar con rescate a los oprimidos y a proclamar un año de gracia
discernir e interpretar a la luz del Evangelio» s , o sea, teología del Señor» (Le 4, 18-19).
mediante. De que se reúnan estrechamente estos dos términos —libera-
Ahora bien, ¿no es «liberación» un concepto socio-político ción y salvación— depende el que se reconozca a Dios en este
moderno, ajeno al campo teológico? Por de pronto, poco importa- continente, según Medellín:
ría que lo fuera si su contenido expresara, aunque fuera de otra
manera, exigencias paralelas a las que se encuentran en el evange- Así c o m o o t r o r a Israel, el p r i m e r P u e b l o , e x p e r i m e n t a b a la presencia
lio, es decir, en cualquiera de las formas normativas del mensaje salvífica de Dios c u a n d o lo liberaba de la o p r e s i ó n de Egipto..., así t a m b i é n
cristiano. Pero, para sorpresa de muchos cristianos mal informa- n o s o t r o s , n u e v o P u e b l o d e D i o s , n o p o d e m o s dejar d e sentir su p a s o q u e
salva c u a n d o se da «el v e r d a d e r o d e s a r r o l l o , q u e es el p a s o , p a r a cada u n o y
dos, «liberación» es una palabra central de la proclamación
p a r a t o d o s , d e c o n d i c i o n e s de vida m e n o s h u m a n a s , a c o n d i c i o n e s m á s
evangélica. Forma, junto con «salvación», los términos cardinales h u m a n a s » 10 .
para expresar la acción divina, y, en el Nuevo Testamento,
especialmente la misión de Jesús, la finalidad de su vida, acción y Si estos dos términos —reunidos— son centrales para conocer
mensaje: el plan que tiene Dios sobre la humanidad, plan revelado en
Jesucristo, ¿por qué, entonces, la «teología de la liberación»
Según el p u n t o de vista desde el q u e se considera esta acción ajena o r i e n t a d a marca, desde ese título, una preferencia tan marcada por uno de
hacia el bienestar del h o m b r e . . . m i e n t r a s q u e (el verbo) desatar, liberar (42 los dos conceptos? ¿Dónde está, para ella, la justificación de esa
veces en el N u e v o T e s t a m e n t o ) describe m á s bien el a c t o de la liberación
preferencia por «liberación»?
desde el p u n t o d e vista d e la supresión de la a t a d u r a s m e d i a n t e la acción d e
d e s a t a r l a s , o t a m b i é n desde el p u n t o de vista del rescate m e d i a n t e la entrega
Es menester aquí, al parecer, dar un paso más en la compren-
de algo a c a m b i o . . . , el verbo salvar, que es el que se utiliza con m á s sión de las consecuencias metodológicas que tiene para la teología
frecuencia (106 veces) y el q u e posee la m á s amplia g a m a de matices, el considerarse, como ya se ha visto en palabras de Gustavo
s u b r a y a p o r lo general la acción de arrancar, salvar de un peligro q u e Gutiérrez, como «acto segundo». Es decir, como reflexión —críti-
a m e n a z a la vida, m e d i a n t e la p u e s t a en juego d e u n a fuerza s u p e r i o r ' . ca— sobre la fe vivida y puesta por obra. Por supuesto que la
teología siempre ha reconocido esa su función crítica. Lo que es
más característico de la teología de la liberación es el ejercerla
7. Véase Medellín, Paz, I, 8 ss. sobre la praxis de la fe. Cuando algo inhumano se percibe en una
8. Instrucción sobre algunos aspectos de la «Teología de la Liberación», publicada por la práctica que los cristianos justifican con su fe, es menester
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, I, 1.
9. Diccionario teológico del Nuevo Testamento, editado por L. Coenen, El. Beyreuter y
sospechar que esa fe ha sido deformada, como tantos otros
otros, t. IV, Salamanca, 1980, p. 54, art. «Redención». No es menester señalar, de acuerdo con
el pasaje que aquí se cita, que no se apunta a distinción alguna entre el contenido de los
conceptos de «liberación» y «redención». Ambos términos significan (en el contexto de una fuerte del término profano original). Véase, no obstante, y por ejemplo, en los documentos de
sociedad esclavista) la libertad adquirida (por sí o por don ajeno) por el antes esclavo, mediante Medellín, la sinonimia fundamental: «Toda liberación es ya un anuncio de la plena redención
el pago del «rescate» debido. Ambas palabras son, así, en su origen, de uso profano. De él de Cristo» {Educación, 9; subrayado nuestro).
pasan, por extensión figurativa, al religioso. Ocurre, sin embargo, que «redención» ha perdido 10. Medellín, «Introducción», n. 6. La alusión al «verdadero desarrollo» es una cita de la
su significado profano primitivo y sólo conserva, en el uso corriente, un particular sentido encíclica Populorum progressio de Pablo VI y es, al mismo tiempo, un rastro del «desarrollis-
religioso o teológico (con derivaciones cosistas y jurídicas que no siempre responden al sentido mo» imperante en la época, asi como la protesta ante su reduccionismo economicista.

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elementos de la cultura, pasando así a formar parte de esas La ventaja de la palabra «liberación» sobre el término «salva-
estructuras de opresión. ción» no depende, pues, de intenciones teológicas inconfesadas.
De ahí que no baste que la teología denuncie la opresión y Aun sin tener en cuenta que ambos términos son igualmente
reclame la liberación. También es menester que se libere a sí bíblicos, «liberación» ha preservado mejor, en el lenguaje usual, la
misma de los mecanismos de opresión que se hayan introducido en vocación del hombre a construir con Dios el reino (cf. Mt 6, 33;
ella sin que ella se diera cuenta. Así la ortopraxis conduce a la 25, 24-26), de tal manera que esa voluntad de Dios de crear un
ortodoxia (como la heteropraxis es fuente de heterodoxia). Pues mundo y una sociedad nuevas para todos los que sufren en la
bien, esto vale en el caso que aquí se examina. Los conceptos y actualidad se realice «en la tierra como ya se realiza en los cielos»
palabras que se usan para transmitir el mensaje cristiano tienen su (Mt 6, 10).
historia. Lo que significó en un comienzo algo salvador y liberador «Liberación» es, así, el termino más apto para apuntar a algo
puede, con el tiempo y sin que nadie perciba el cambio, convertirse que el uso acrítico y casi exclusivo de la palabra «salvación» ha
en un mensaje opresor. hecho perder de vista en el mensaje evangélico: que, como dice el
Eso ha acontecido con el uso corriente de la palabra «salva- concilio, «el reino está ya misteriosamente presente en nuestra
ción» (y con otros términos afines). Cabría añadir, de un modo tierra; cuando venga el Señor se consumará su perfección». Por eso
especial, que otro tanto ocurrió con el mismo término de «reden- «la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien
ción» que, en su uso original, era sinónimo de liberación, pero avivar, la precupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el
pasó, poco a poco, en el lenguaje corriente, a significar práctica- cuerpo de la nueva familia humana» (GS 39).
mente lo mismo que salvación y a experimentar la misma desvia- Todo esto contribuirá a explicar al lector que «liberación»
ción desde su sentido original 11 , que era el de «liberar». Salvación como tarea, y el «buscar» o preparar (o colaborar con) el reino,
y salvar, en el lenguaje bíblico, significaban el inclinarse del amor son sinónimos en el mismo lenguaje empleado por Jesús. Y que a
compasivo y activo de Dios sobre el hombre que sufre, para la pregunta de algunos —¿qué es liberación?— un cristiano debe
liberarlo de su fardo de dolor y para humanizar su suerte. O sea, contestar refiriéndose a todo lo que Jesús definió como propio de
la misma inclinación que Dios, al juzgar al hombre, le exige a su reino. Ir más allá en lo que significa el gran tema de Jesús, el
cada uno en la historia con relación al hermano necesitado, según reino de Dios, no es objeto de ese trabajo. Este se limita aquí a
Mt 25, 31. dejar establecida la sinonimia. Dios viene a establecer su reino y
Pero ¿qué ocurre con estas palabras? Que «buscar la salvación» ese reino significa liberación.
no resuena ya en los oídos cristianos como una convocatoria de Con todo, es posible que el lector desee saber algo más. A
Dios a participar con él en una tarea histórica común. «Salvarse», diferencia de un tipo de expresión figurada como es la de «reino de
«salvar el alma», «la salvación eterna» suenan hoy como un Dios», términos como liberación y salvación son relativos. Esto
llamado de atención hacia algo que el hombre debe procurar para equivale a decir que, al usarlos para expresar las prioridades de ese
sí mismo apartando su atención de lo que ocurre con su historia y Dios que viene a establecer en la tierra su voluntad, suscitan otra
con la suerte del hermano, para ponerla en Dios y en una vida pregunta: «liberar... ¿de qué?». O «salvar... ¿de qué?». También
ultraterrena. «Aunque el pueblo lo niegue en sus palabras, que la aquí, ello es obvio, el lector encontrará la respuesta interrogando
salvación es histórica continúa siendo uno de los más serios al evangelio sobre las prioridades del reino. Sin embargo, más qu e
obstáculos para vivir la fe y reflexionar auténticamente sobre este término positivo, tal vez por ser opuestos a una cautividad o
ella» 12. Es que el uso profano mismo de la palabra ha cambiado. un mal que al hombre se inflige, los dos arriba mencionados
«Salvarse», de uso tan corriente, expresa por lo común que alguien pueden ser iluminados por las descripciones que hace Jesús mismo
escapa individualmente a una catástrofe, por lo común colectiva. o los evangelistas sobre «el fuerte» o «el hombre fuerte» que tiene
Y así ha llegado a pensarse el destino y la vocación del hombre cautiva a la humanidad, y al que «el fuerte» que viene de Dios, o
cristiano. sea, Jesús, va a desplazar para repartir entre los hombres «sus
despojos» (Le 11, 21 par). Jesús muestra con curaciones, multipli-
11. Véase el desarrollo de esta temática en el capítulo Ií, «Liberación y salvación», de cación de alimentos, ataques muy claros a quienes oprimen a otros
Teología de la liberación, op. cit. de Gustavo Gutiérrez, pp. 193-241, tal vez el capítulo central, aun en nombre de Dios (cf. Le 11, 14; Me 6, 34 ss; Mt 21, 33. 43-
teológicamente hablando, de la obra. 46) cuáles son esos «despojos» que pretende restituir a la humani-
12. 1. Ellacuría, Teología política, San Salvador, 1973 (cito, a falta del original, la
traducción inglesa Freedom to be free, New York, 1976, p. 12), cap. I, párr. «El prejuicio de
dad cautiva.
que la salvación es a-histórica». Es cierto que, en su plan de humanizar al hombre, todos los

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sufrimientos reales afectan a aquel que ama con un amor sin Pero hay más. Los mismos evangelios, que privilegian libera-
límites. Pero ese amor, tal como Cristo lo manifestó de palabra y ción y liberar en relación a libertad y a ser libres, no son la única
de obra, no por ser ilimitado es idealista y neutral. Los evangelios forma en que se expresa la revelación cristiana. Más aún, de
muestran, como se acaba de indicar, una clara prioridad para las atenernos a la fecha de su redacción actual, no son ni siquiera los
víctimas de una deshumanización más radical o, si se prefiere, más primeros. Antes de que fueran redactados como ahora están por
material. Es un amor que empieza por el principio, es un mundo sus respectivos autores (Marcos, Mateo y Lucas), otros documen-
donde el cálculo de energías escasas exige prioridades. El reino tos del Nuevo Testamento presentan, a su modo, el significado,
hace «felices» (¡no «bienaventurados»!: aquí se tiene otro ejemplo para la vida humana, de Jesús y de su mensaje. Así, quince o veinte
de un deslizamiento de lenguaje que es a menudo aprovechado años antes de los evangelios sinópticos, tenemos cartas de Pablo,
para «espiritualizar» un amor que quiere ser realista) a los pobres, como las escritas a los Gálatas o a los Romanos (probablemente
a los que tienen hambre, a los que lloran (Le 6, 20-21). «El juicio del año 57). Y en ellas hallamos, como término clave, la palabra
final está estructurado en los términos de un catálogo de ítems «libertad». Y el correspondiente adjetivo «libres». Tan claves son
que son muy materiales en su naturaleza y que se refieren a que Pablo avisa que, de no reconocer quien se dice cristiano la
las necesidades de los hombres: hambre, sed, desnudez (Mt 25, necesidad de pasar ese umbral de la libertad, es decir, de volverse
35)» 13 . La liberación eficaz comienza en la historia, como el maduramente libre, «Cristo no le habría servido de nada» (Gal 5,
quehacer mismo del hombre, por las urgencias de lo material, 2; 3, 4, etc.).
aunque no se quede en ello. Y allí nos topamos con frases tan definitivas como ésta: «Para
Tal vez sea éste el momento de hacerse el lector una pregunta ser libres nos liberó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis
clave o, si se prefiere, de elevar una sospecha : ¿por qué será que en oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud» (Gal 5, 1). O
este cuadro tiene, aparentemente por lo menos, tanto que decir la esta otra: «Hermanos, habéis sido llamados a la libertad» (Gal 5,
palabra «liberación» y tan poco la palabra «libertad»? ¿No sería 13) 15 .
lógico pensar que la «liberación» y la acción llevada a cabo para Pablo no habla, como habló Jesús, del reino, cuya llegada se
«liberar» deben desembocar en «libertad», en ser, por fin, el confundía con la «liberación» y que liberaría a los hombres de
hombre «libre»? Por cierto, la pregunta va mucho más lejos que la todo lo que los mantenía en una situación inhumana. Pablo habla,
sospecha de que la teología de la liberación no mostraría mucho sí, de una «libertad» gracias a la cual los hombres libres pueden
aprecio por la libertad. El problema, anterior, es más hondo: ¿por colaborar (ser cooperadores) en «la agricultura de Dios, la cons-
qué no Jesús ni los evangelistas usan nunca el sustantivo «libertad» trucción de Dios» (1 Cor 3, 9). Pablo, que es muy fiel a Jesús, pero
o el adjetivo «libre»?14. de un modo creador que supera toda copia, no cita prácticamente
Una parte de la respuesta está, sin duda, en lo que se acaba de en sus cartas ninguna enseñanza de Jesús. La similitud hay que
decir. Liberar, como salvar, son verbos relativos a un complemen- buscarla cambiando la clave.
to implícito o explícito: liberar de... De ahí que el resultado En efecto, Jesús quiso revelarnos el corazón de Dios mostrán-
concreto, por ejemplo, de liberar a alguien del hambre no sea donos cómo y qué proyectaba Dios hacer como «rey» al venir a
tanto la «libertad» como la saciedad. Dicho de otro modo, el así ejercer su gobierno en Israel. Innumerables parábolas e imágenes
liberado no resulta tanto «libre» cuanto saciado. Es propio del usadas por Jesús (sin duda alguna en su historia y ciertamente en
realismo evangélico, que raya en el equilibrio y sano materialismo la versión de los sinópticos) sólo se entienden como la «política»
(si es que esta palabra puede tener un significado positivo), el de Dios hacia Israel. Muchas enseñanzas de Jesús rechinan cuando
apuntar a liberaciones concretas. O el desconfiar de abstracciones las prioridades del reino son pasadas, como, por ejemplo, en
o espiritualizaciones (v. gr. del amor de Dios, 1 Jn 4, 20), entre las Mateo o Lucas, a otra clave. Así, por ejemplo, las declaraciones de
cuales habría que poner la «libertad» o ser «libre», cuando se usan la «felicidad» asociada al reino. Mateo, que piensa en términos de
esos términos sin complemento «material», es decir, en cuanto moral más que de «política», convierte las mal llamadas «biena-
propiedades o valores absolutos. venturanzas» en premio a virtudes, y no en compasión y socorro a

13. Ibtd., p. 39. 15. Inútil señalar que Pablo usa asimismo términos como «liberación», «salvación»
14. Hay una sola excepción, que no es, en rigor, tal (y que muestra lo fácil que hubiera (aunque no en sentido absoluto, sino prácticamente siempre, tácita o implícitamente con un
sido ese empleo del término por ser éste de uso común) en Mt 17, 26, cuando Jesús dice que los complemento: «de...»), «redención» y los verbos correspondientes como se ve en los pasajes
hijos de los reyes están «libres» de pagar impuestos. citados aquí.

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los que sufren. Por eso los «pobres, los hambrientos, los que Cristo viene a poner fin a ese período. Jesús, el hijo por
lloran» son transformados por la clave moralizadora de Mateo en naturaleza de Dios, ha constituido a sus «hermanos», es decir, a la
los «pobres de espíritu, contritos, hambrientos de justicia»; mien- totalidad de los hombres (cf. Rom 8, 29), asimismo en «hijos de
tras que Lucas, con su clave «eclesiástica», los convierte en un Dios» por adopción. Ahora bien, esta afirmación, que ha perdido
«vosotros», pronunciado «levantando los ojos hacia los discípu- también en el curso del tiempo su profundidad y agudeza, la
los», en la situación social de los cristianos perseguidos en el interpretamos como una mera actitud de afecto y amor de Dios
tiempo en que se escribe el evangelio (comparar Mt 5, 3 ss con hacia nosotros. En la antigüedad, el fenómeno de la generación, en
Le 6, 20). Así rechina igualmente el final que agrega Mateo, por que los progenitores daban a la progenie no una naturaleza in-
razones moralizadoras, a la parábola «del banquete» (cf. Mt 22, ferior, sino la misma que ya poseían, constituía algo altamente'
11-13 y Le 14, 16-24). significativo. Y no sólo un lazo afectivo familiar. Cuando Pablo
Pablo, en cambio, actuando en un contexto diferente, transpor- dice que «hemos recibido la filiación»(Gal 4,5; Rom 8,16) quiere
ta el mensaje de Jesús a una clave diferente. Se trata, para él, de decir que Dios nos ha constituido algo así como pequeños dioses,
que en Jesús se revela la plenitud del hombre, el secreto más creadores en un universo a medio construir, y colocados allí como
íntimo de su existencia en la tierra. Puestos a ponerle un nombre a «dueños de casa», es decir, «herederos del mundo» (cf. ibid. y Gal
esa clave, diríamos que Jesús es presentado por Pablo en una clave 4, 1; 1 Cor 3, 21-23).
«antropológica» 16. Pablo se preocupa de enseñarles a los corintios las consecuen-
Las imágenes paulinas, la de la «agricultura» (el cultivo) o la de cias lógicas de la madurez en esa libertad. El heredero que, de
la «construcción» de Dios tienen sobre el término «reino» de Dios niño, estaba sujeto a órdenes que recibía de seres que, en realidad,
una cierta ventaja: si no fuera porque Jesús se preocupa de decir le pertenecían (Gal 3, 23-25; cf. 1 Cor 3, 21), se acostumbró a
que ese reino implica cooperación, se podría pensar, como lo hace informarse, antes de actuar, acerca de la «licitud» de sus acciones.
R. Bultmann, que ese «gobierno» divino liberador es obra de Dios Ahora, en cambio, cuando llega a su madurez y entra en posesión
solo sin cooperación alguna del hombre 17. En cambio, como se ha de su herencia, el universo, debe cambiar sus preguntas morales.
visto, los términos paulinos sugieren una obra colectiva, y Pablo se En lugar de inquirir sobre la licitud, debe interrogarse sobre la
apresura a acentuar precisamente, en el mismo versículo, que en conveniencia de actuar de una u otra manera. Porque «todo (le) es
esa obra somos cooperadores {synergountes en griego) de Dios. lícito, pero no todo (le) es conveniente. Todo es lícito, pero no
Sólo que no es posible, según Pablo, esa cooperación en la obra todo construye» (1 Cor 6, 12; 10, 23). Ya no se prescriben cosas de
liberadora de Dios si no somos «libres». No tanto para que manera absoluta, desde fuera de él mismo. Debe, en cambio,
podamos elegir entre lo bueno y lo malo, sino para que podamos consultar las leyes del universo para saber lo que conviene en
proyectar en forma creadora cómo cooperar y luego llevar a cabo relación con lo que proyecta.
nuestros proyectos. Y lo que proyecta no puede ser otra cosa, para el que cree en
Esa «libertad» supone, así, salir definitivamente, sin «recaí- Jesús, que crear amor en la historia, de cara a las necesidades del
das», de la esclavitud del «temor» (cf. Rom 8, 15), es decir, de una hermano (cf. 1 Cor 10, 24, 28-29; Gal 5, 13; Rom 13, 8-10, etc.).
angustia por asegurar el propio destino —la propia «salvación»— Porque el mismo Dios le va en ese proyecto. Dios mismo, en
con una contabilidad de buenas obras. Este miedo a la libertad que efecto, ha dado una importancia decisiva a la libertad creadora de
le impide al hombre desplegar su creatividad inventando nuevas los hombres. Los ha asociado tan de veras a ese algo que se ha de
formas de amor y solidaridad es propia, según Pablo, del período cultivar o construir y que él entrega a esa libertad asumida y
«infantil» del ser humano. convertida en proyectos históricos de amor y solidaridad («reino»
en el vocabulario de Jesús), que depende del éxito de esos
proyectos el que la creación misma, toda entera, no termine en
16. E. Kásemann confirma y especifica esto (corrigiendo a Bultmann)": «Mi propuesta es mera «inutilidad» (Rom 8, 19-21).
no considerar la antropología de Pablo, que indudablemente lo caracteriza, ni como una suma,
ni como un centro, sino como una función definida, y por cierto de la mayor importancia, de su Sólo que esta libertad propia de la madurez está amenazada
reología: sirve para expresar la realidad y el carácter radical de la toma de poder de Crisro en por todas partes, y aun por parte de elementos propiamente
cuanto Cosmocrátor» (Essais exégétiques, Neuchátel, 1972, pp. 135-136). Kásemann reconoce religiosos. Pablo muestra, por de pronto, que se halla amenazada
que la exégesis existencial de Bultmann es apropiada y corresponde al texto de Pablo «en la
medida en que en ninguna otra parte del Nuevo Testamento la antropología aparece como
por la tendencia que lleva al hombre a querer librarse del fardo de
tema de discusión» (lbid., p. 134). la libertad creadora, negociando con Dios mediante el estricto
17. R. Bultmann, Tbeology of tbe New Testament, t. I, New York, 1951, p. 4. cumplimiento literal de la ley de Moisés (Gal 3, 15 ss; 4, 5. 21-31).

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Pero observa, a continuación, que existe el peligro de que el Nuevo, «el nuevo cielo (de Dios) y la nueva tierra (de los
hombre, hecho libre, use esa libertad para volverse esclavo de los hombres)» (Ap 21, 1; 2 Pe 3, 13). Esa nueva y definitiva «morada
caprichos de sus propias pasiones (Gal 5, 13). de Dios con los hombres» (Ap 21, 3) va a contener según Pablo, a
Tal vez sea aún más importante el peligro señalado a los quien sigue el Vaticano II, lo que, en la historia, «fue sembrado
corintios. Pablo les avisa que tampoco deben usar de los instru- bajo el signo de la debilidad y la corrupción». Todo ello «se
mentos «religiosos» de la comunidad cristiana —evangelización, revestirá de incorruptibilidad, y, permaneciendo el amor y sus
bautismos, autoridades— para hacerse otra «ley», abdicar en ella obras, se verán libres de servir a la inutilidad (o a lo vacío o
de la tarea de ser libres y exorcizar así la angustia que genera vanidad) todas las criaturas» (GS 39). Es cierto que para ello (en
muchas veces la libertad. un texto a que este mismo párrafo de la Gaudium et spes hace
Es que la libertad creadora es un fardo difícil de llevar para el ilusión) Dios, que sondea los corazones, separará de nuestras
ser humano. Se trata de crear con instrumentos ya creados. Y todo obras históricas, siempre mezcladas de amor y egoísmo, lo que
en la creación está dotado de mecanismos y leyes propias, que realmente «vale en cada obra humana». Y así veremos, convertido
ignoran la libertad del hombre y se resisten a abrirle paso a sus en algo definitivo, el amor puesto en la historia:
proyectos. Es más fácil dejarse llevar por los medios que el
universo nos ofrece, que dejar en él impresos nuestros proyectos. Los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad, limpios y
De todo ese conjunto de «leyes» que se oponen a la libertad con el transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino de verdad y de
peso del menor esfuerzo, hace Pablo un solo concepto: la «ley de justicia, (que) ya está misteriosamente presente en nuestra tierra (GS 39).
los miembros» (Rom 7, 23-24) o, lo que es lo mismo, como el
lenguaje figurado lo indica (cf. asimismo Rom 6,13), la ley de la Finalmente, y para resumir de alguna manera la riqueza de esta
instrumentalidad (de la que los miembros del cuerpo son el visión paulina y auténticamente cristiana de la «libertad», Pablo
principal analogante). sabe de nuestra eterna tentación: el miedo a la libertad. Sabe que el
El hombre no desea el mal por sí mismo. No está en eso la hombre pretende buscar la salvación y el acceso a lo trascendente,
libertad. Sí está, o debería estar, en que fuera capaz de realizar los huyendo de los riesgos de la historia y estableciendo con Dios el
proyectos que quiere (Rom 7, 15-18), pero los proyectos se desvían negocio de las obras buenas y de los consiguientes méritos. Pero el
por la dificultad que hay en manejar los instrumentos que apuntan llamado de la auténtica trascendencia nos aguarda en la historia,
a la realización, y que están dotados de mecanismos que parecen allí donde Dios, que sufre en el hermano, espera una ayuda que
ignorar la libertad. De ahí esa incomprensible distancia —el sólo puede venir de nuestra libertad. Para que la usemos sin temor,
pecado— entre lo que quiere hacer y lo que en realidad hace. Pablo pone en lugares claves de su obra la necesidad de una
Como el artista que no reconoce su idea en la obra realizada, así el actitud central: la «fe» (Gal 3, 23-24; Rom 3, 21-30, etc.). Es la
hombre, ante sus realizaciones históricas, no las reconoce. La capacidad de poner nuestro destino en las manos de Dios para
muerte de sus proyectos parece ser el destino del hombre en la vivir de esa promesa que es la historia que Dios, a su vez, pone en
historia (Rom 7, 20.24). nuestras manos. Pero, ¿podrá el hombre dejarle a Dios ese
Sin embargo, para Pablo, que participó en las experiencias de problema decisivo? Sí podrá, con tal de que crea lo que Dios le
Jesús resucitado, el fracaso no es la ley de la historia. En cambio, promete: que su plan, infalible, consiste no sólo en proponerle a
sí es ley de la historia el que permanezca invisible lo que ésta los hombres la salvación, sino en «hacerlos a todos juntos» (Rom
construye (cf. Rom 8, 24-25). Por eso es menester que el resultado 5,19) mediante «el amor de Dios que ha sido derramado en
definitivo de los proyectos del hombre, como aconteció con Jesús nuestros corazones» (Rom 5, 5). El plan de salvación de Dios
mismo, sea «manifestado». Ese es para Pablo el sentido lógico de incluye a los hombres todos, desde Adán hasta el último de su
la resurrección universal: que el amor, la vida, la gracia de Dios descendencia (Rom 5, 12-19). Después que Dios nos reconcilió
que nos da algo de su propio ser, se manifiesta en su plenitud. Para consigo dándonos a su Hijo por hermano precisamente cuando
Pablo, la definición misma de la resurrección es: «la manifestación éramos pecadores y no teníamos título alguno alguno para ser
(o gloria) de la libertad de los hijos de Dios» (Rom 8, 19.21). socorridos (Rom 5, 6-11; 8, 32), sería una locura pretender poner
De esa gracia de Dios más la libertad creadora del hombre, nuestra seguridad en otra cosa o temer por el resultado de nuestra
puesta en proyectos históricos, surgirá esa realidad definitiva que libertad histórica.
la comunidad cristiana llamó, tomando una expresión del Antiguo Así, por la «fe que dinamiza el amor» (que se vuelve energía en
Testamento, pero para designar algo central en la perspectiva del él: Gal 5, 6), se libera el hombre de la más poderosa fuerza del
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pecado. Pero esta libertad del pecado es asimismo, como se ha introyectar en las víctimas de esas estructuras sociales una justifi-
visto, libertad para la historia. Porque no existen dos historias, cación «divina» de su situación.
una en la que el hombre se apasiona y pierde de vista a la El redescubrimiento del énfasis evangélico puesto por el reino
trascendencia, y otra en la que vive pacientemente como en un de Dios, anunciado por Jesús, en la modificación de la suerte de
valle de lágrimas, mientras el Dios trascendente le llama a la los pobres, llorosos y hambrientos, corrió así parejas con el
soledad del corazón cuando cesan las urgencias y tareas de la descubrimiento de que no eran, por lo menos de modo directo,
primera 18. voluntades individuales, sino estructuras creadas y aceptadas por
Con esta rápida visión panorámica del pensamiento de Pablo la sociedad global, las causantes de las mayores injusticias. Y que
se percibe, creemos, la profunda complementariedad y convergen- la liberación requerida por el evangelio requería remedios no sólo
cia entre «liberación» y «libertad». Si «liberación» y sus derivados privados, sino políticos (en el más amplio sentido de la palabra), a
son usados por los evangelios y por Jesús mismo para apuntar a lo esta «situación de pecado» (Medellín, Paz) que «clama al cielo»
que el reino de Dios quiere realizar en la historia, «libertad» y sus (Medellín, Justicia). También sobre América latina como socie-
términos afines son usados por Pablo para mostrar con qué dad, tenía que ser proclamado en la realidad histórica un «año de
actitudes antropológicas puede el hombre comprometerse eficaz- gracia» del Señor, en el que los desposeídos y oprimidos fueran
mente en esa misma construcción histórica. nuevamente organizados en una sociedad distinta y solidaria (cf.
Teniendo en cuenta todos estos elementos, tal vez podamos Medellín, Justicia).
ahora dar una respuesta más cabal a la pregunta que dejamos Leída desde este ángulo, la palabra revelada por Dios en la
pendiente: ¿por qué muestra la teología de la liberación una Biblia traía a la memoria de los teólogos ese episodio grandioso de
preferencia tan marcada por el término que —no en vano— figura la historia de la salvación que fue la liberación efectuada por Dios
en su mismo título, y no pone, explícitamente por lo menos, un de su pueblo en el Éxodo. A éste se le dio, en el comienzo de la
énfasis parecido en su complemento (paulino) de «libertad»? teología de la liberación, una importancia decisiva y paradigmáti-
Entendemos, como ya se ha dicho, que esta teología pretende ca (como ya se vio en la cita que se hizo más arriba de la
no dar una versión «sectorial» de la fe cristiana, sino abarcarla en Introducción a los documentos de Medellín).
su totalidad. Pero su fidelidad a la ortopraxis le hace poner un Tal vez en esos comienzos las necesidades del contexto latinoa-
especial énfasis en aquellos puntos y problemas teológicos que han mericano, por un lado, y la relevancia de ese episodio veterotesta-
sido descuidados más sistemáticamente en la transmisión y com- mentario perteneciente al ámbito socio-político, por otro, conce-
prensión del mensaje cristiano en el contexto humano que conoce dió una importancia desequilibrante a ese paradigma de las
y con el que se compromete. La «opción de los pobres» quiere ser liberaciones divinas. Tal vez se confundió un poco la clave
detonadora de una visión mucho más comprometida de la fe. (política) con el mensaje mismo. Y como una buena parte de la
Comprometida con el dolor y la injusticia de la mayoría del revelación del Antiguo Testamento está hecha en clave política,
pueblo latinoamericano. fue esa parte la que más nutrió la teología de la liberación de la
Pues bien, esto supone, como se ha mostrado al comienzo, primera hora.
luchar por desterrar de la comprensión (teológica) del mensaje de Más adelante, la cristología, que había vegetado a la sombra
Jesús la deformación que significa la concepción de la «salvación» ideológica del supuesto de que Jesús (sólo) había interiorizado y
como la búsqueda privada, individual, de espaldas al reino, de espiritualizado el Antiguo Testamento, mostró que las investiga-
Dios y de la felicidad ultraterrena. Esto ha permitido a un ciones más serias sobre la historia de Jesús —los resultados de lo
continente entero durante siglos dar la espalda a una situacción que se llama la búsqueda del «Jesús histórico»— revelaban de
terriblemente inhumana de sus habitantes. E incluso ha llegado a nuevo, pero esta vez en la persona misma del Hijo de Dios, al
mismo Yahvé, al Dios que liberaba tomando partido por los
pobres y los oprimidos. Y que llegaban en su compromiso hasta la
18. Véase G. Gutiérrez, op. cit., pp. 199-273, o sea, el párr. II del cap. IX, «Una sola muerte, pagando así el precio de ese conflicto (político) suscitado
historia», así como el cap. X, «Encuentro con Dios en la historia». La Instrucción ya con los ricos y poderosos de Israel 19 .
mencionada de la Congregación romana parece olvidar esto cuando acusa a muchas, si no
todas, las formas de la teología de la liberación de dejar de lado la trascendencia por causa de
la historia y sus urgencias. A menos, claro está, que se nieguen esa unidad (que G. Gutiérrez 19. La importancia de esta liberación específica de la cristología para el compromiso
afirma de manera enfática y repetida) entre historia y trascendencia y se coloque esta última histórico y político del hombre aparece explicitada por primera vez en la teología de la
sólo en la energía que se roba a las tareas históricas. liberación, si no nos engañamos, en I. Ellacuría, Teología política (op. cit., caps. II y III) en

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El que Jesús haya usado esa determinada clave —la de un Todo esto, sin embargo, por justo o explicable que sea, no
gobierno de Dios decidido a implantar su voluntad sobre la debería hacer olvidar el papel central que juega, aunque de manera
estructura misma de la sociedad— para mostrar las prioridades del implícita, la «libertad» en el mismo Jesús histórico. En efecto,
corazón de Dios, no debería, sin embargo, llevar, como creemos muchas enseñanzas de Jesús muestran que la causa del reino
que sucedió en algunos casos, sobre todo en los comienzos, a una pasará a nuestro lado sin que la sintamos si no llevamos a la
parcialización del mensaje mismo 20 . La «liberación» de que habla- interpretación de los «signos de los tiempos» una libertad, nacida
ba Jesús actuó en desmedro de la «libertad» de que hablaba Pablo aun previamente a la letra de la palabra de Dios. Es esta libertad
como siendo la marca que, con Jesús, inauguraba una nueva época comprometida la que opta por los pobres, no tanto como resulta-
para el proceso de la humanidad guiada por Dios. Pablo, conside- do de la lectura de esa palabra, sino como la apuesta hermenéutica
rado como apolítico a causa de la clave antropológica con la que desde donde pensamos poder leerla comprendiendo su espíritu.
interpreta la significación de Jesús, quedó, y aún queda, algo al Las grandes polémicas (históricas) de Jesús con los fariseos
margen de las consideraciones y reflexiones de la teología de la según Marcos (cf. Me 2, 23-3,6;7, 14-32;8,11-12 con sus respectivos
liberación. paralelos; especialmente para la tercera controversia, ver su desa-
Habría que añadir a esto una razón de peso para ello que está, rrollo en Le 11, 14-22.29-32; 12, 54-57), insisten en la necesidad de
una vez más, originada por un deslizamiento lingüístico. La asumir el peligro de ir a la palabra de Dios con un corazón ya
interpretación corriente de los valores evangélicos ha sufrido el comprometido, con una sensibilidad ya abierta, con una opción ya
peso de una mentalidad clasista liberal. Para ésta es la «libertad» tomada, en una arriesgada libertad filial ante él. Hay que saber de
un valor tan central como abstracto. La privatización y espirituali- antemano lo que es bueno para el hombre para entender lo que
dad exageradas impuestas a la exégesis hicieron que la libertad Dios quiere del sábado. Hay que llevar la atención moral a los
para concebir, expresar y vivir ideas (tanto religiosas como proyectos que surgen de una opción decisiva antes de comprender
profanas) fuera contrapuesta y preferida al empeño por liberar a la cómo se usa una ley exterior. Hay que «juzgar por nosotros
gran mayoría de los hombres del continente de deshumanizaciones mismos lo que es justo» (Le 12, 57) para reconocer la presencia de
mucho más radicales: el hambre, la enfermedad, la falta de Dios en la historia, es decir, los signos de los tiempos.
instrucción, de oportunidades de trabajo, etc. Desde el evangelio Para todo ello, el evangelio de Pablo y su clave resultan
se pretendió evaluar las sociedades latinoamericanas principalmen- decisivos. No de espaldas al reino y a su contenido liberador en la
te en base al realismo o extensión de las «libertades» concedidas a historia, sino precisamente con vistas a él. La teología de la
grupos o clases sociales medios o altos. Y, viceversa, al coartar la liberación tiene que hacer «libre» a su agente para una historia
libertad de esos grupos cuando fue necesario hacer frente a las donde el hombre se encuentra con la trascendencia. Por ello tiene
necesidades básicas del hombre latinoamericano bastó para desa- que ser liberación de la propia teología, al mismo tiempo que
tar la oposición oficial de la Iglesia a algo que hubiera podido ser anuncio del Dios liberador.
considerado como una «incoativa» presencia del reino de Dios y
parte integrante de la evangelización, según las declaraciones del
mismo magisterio eclesiástico.

1973, y continúa en la obra de Jon Sobrino Cristología desde América latina, México, 1976,
cap. I: «El Jesús histórico como punto de partida de la cristología». Tal vez el descubrir la clave
política con que Jesús vive su compromiso con el reino descontó, sin bastante fundamento
exegético {cf., por ejemplo, Mt 21, 43-46), que el blanco de ella era el poder político, que, se
suponía, no podía ser otro sino el Imperio Romano (como lo fue para los zelotas). Quizá sería
históricamente menester poner énfasis en el carácter teocrático estructurante de la sociedad de
Israel, dejado intacto por los romanos y apoyado tanto en el poder ideológico de la teología
farisea como en el poder político de que gozaban, bajo las autoridades (saduceas) del sanedrín.
20. Esta (¿necesaria?, ¿provisional?) parcialización del énfasis o de las lecturas bíblicas que
se privilegian se fue subsanando con la creciente madurez de la teología de la liberación. Valga
como un ejemplo, entre mil otros posibles, el hermoso libro de G. Gutiérrez Hablar de Dios
desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión sobre el libro de Job, Lima, 1986. Aquí se
rehabilita, si así puede decirse, una zona bíblica (considerada asimismo apolítica) poco
transitada por la teología de la liberación (escrita): la de la literatura sapiencial.

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