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Hilda Catz
Haré una breve revisión del término desde la teoría de Bion, y de las postulaciones
teóricas de Freud, Winnicott, Green, Rascovsky , Sor y Gazzano; y luego lo
ejemplificaré con ejemplos clínicos extraídos de películas .
Bion se pregunta acerca de cuando la madre quiere al niño, o sea, se pregunta acerca
del amor, ¿con qué lo hace? Y contesta de que además de los canales físicos de
comunicación,…”tengo la impresión de que el amor se expresa a través del ensueño”
(rêverie) y agrega que “el amor puede ser considerado inmaterial aunque comparable a
la leche en cuanto proporciona el bienestar mental del niño”.
El término “rêverie” fue un vocablo que acuñó y utilizó para designar el ejercicio de la
función α en el vínculo entre una madre y su bebé, complejo proceso que ocurre en la
madre cuando funciona como un sistema de transformaciones del mundo de los
objetos proyectados por su bebé. Lo más parecido al soñar que podemos encontrar en
la vigilia, es la función “rêverie” de una mamá que envuelve a su hijo con su cualidad
soñadora y abre la consciencia rudimentaria del niño. “Rêver” en francés, significa
soñar con, pensar, imaginarse.
Freud, cuando habla de hipnosis, dice que la conducta del hipnotizado, se comporta
hacia el mundo exterior como lo haría un durmiente, y sólo responde al hipnotizador a
quien oye, ve comprende y responde. Y agrega que ese fenómeno tan notable llamado
“rapport” tiene su correspondiente en la manera en que muchos humanos suelen
dormir, por ejemplo la madre que amamanta a su hijo.
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Dicho estado que envuelve y conecta al bebé y a su madre durante el inicio de la vida
humana, tiene un efecto duradero, profundo y primordial sobre todas las estructuras
futuras, factor primordial cuando la tarea a cumplir es crear un ser psicológico. La “cara
beatífica” de la madre embarazada, alude a una mamá perdida en la ensoñación de su
bebé, dedicada a mecerlo y acunarlo en su mente y en sus fantasías, separada del
mundo externo, pero no aislada. Según Winnicott, el bebé vive en un mundo subjetivo y
la madre se adapta, se implica en esa relación viva, a fin “de dar a su hijo una dosis
necesaria de omnipotencia” O sea que la madre presta su cuerpo durante nueve meses
para que el cuerpo del niño se forme, presta su mente durante un año o más, para que
la mente del niño devenga humana, desde la ilusión hacia ese viaje a la experiencia de
la paulatina desilusión.
La comparo con algunos pájaros que le dan la comida a sus pichones luego de haberla
digerido y regurgitado previamente, ya que Bion, remarca que tanto el desarrollo
mental como físico dependen del funcionamiento eficiente de un sistema alimentario
mental, donde el “componente mental, amor, seguridad, ansiedad, requiere un proceso
análogo a la digestión” susceptible de ser transformada por la función alfa, donde …”el
rêverie es un factor de la función alfa materna”.
Para Bion, la cualidad relevante de los elementos α generados por la función α, ejercida
por la “rêverie” materna, es crear lo que este autor denomina “barrera de contacto”,
especie de membrana que está formada por elementos α, que constituyen la intrínseca
capacidad para formar articulaciones, correlaciones, vínculos y nuevas recombinaciones
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Según Green, se instaura tanto en Bion como en Winnicott un pensamiento del par, y
aún del trío, cuando dice que…”el ingreso del padre en la ensoñación de la madre
es una explicación mejor que cualquier otra de la triangulación precoz presente
desde el comienzo de la vida”.
acción de la capacidad lúdica infantil, cuando la mamá generaba sus bebés imaginarios
y jugaba a ser una mamá también imaginaria.; lo que Winnicott dice acerca del uso de
la niña de sus muñecas, ositos y objetos que denominó fenómenos transicionales de la
primera infancia, si no ha sido privada del enorme valor que tienen los objetos
sustitutivos. Continua con la idea de un posible hijo, con el bebé en el útero, sucede con
todos sus fenómenos activos hasta varios meses después de nacido el bebé, se
prolonga muchas veces en el tiempo, hasta límites insospechados como puede
observarse en las patologías de la “revêrie” en la clínica y es en general, un estado
muy difícil de determinar en el tiempo.
Patologias de la Rêverie
Cuando en vez de elementos de esta clase tenemos otra calidad de membrana que
permite y facilita el pasaje hacia uno y otro lado de los elementos β, sin modificarlos
de ninguna manera, estamos ante lo que Bion llamó “pantalla β”. Los elementos α se
relacionan con la transformación en pensamientos y configuran la parte neurótica de
la personalidad; y los β con la transformación en alucinosis y forman la parte psicótica
de la personalidad.
Según Sor y Gazzano, la barrera de contacto –que también llaman “velo de ilusión”-,
encuentra su máxima expresión en la función “rêverie” materna que tiene la propiedad
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Según estos autores, así como Sostienen que no hay ser humano posible sin una
función “rêverie” que lo acompañe, acoja, anide y enseñe durante la gestación y los
primeros meses de vida. Lo plantean como un “imprinting” que el animal humano
recibe que si se efectúa en su debido momento lo capacita de ahí en adelante para el
contacto humano, para el vínculo con otros seres humanos.
Rascovsky sostiene que el autismo infantil tiene causas muy profundas y arranca
desde la vida intrauterina o fetal. Toma al niño autista como una prolongación
patológica y deformada del psiquismo fetal que no pudo establecer una simbiosis
satisfactoria con la madre y su consecuente instalación en la tríada.
Puede deducirse que el canal del “rêverie” es también selectivo para la transmisión
de los contenidos y usos autistas, psicóticos y fanáticos de la mente, donde la
mente tanto del feto como la del bebé absorbe lo imposible de digerir, atravesada por
fuerzas emocionales extremas. Estas fuerzas emocionales atormentadoras pueden
partir de la madre, del bebé y del padre como ambiente perturbador, o sea la triada en
su conjunto produciendo una catástrofe, donde lo invisible sería el núcleo fanático
que las alucinaciones invisibles contienen donde la falla estaría en el darse cuenta de
la cualidad humana de los otros. Podemos observarlo en ciertas madres con una
severa incapacidad para el maternaje, que han sufrido a su vez este proceso con sus
propias madres, sin ninguna posibilidad de ser auxiliadas por el entorno, que suelen
originar en sus hijos un trastorno psicológico grave. Este es un tipo particular de
simbiosis que darían lugar a estados autistas peculiares, donde la simbiosis sería
entendida como un recorte del mundo que configura un “núcleo autista de dos”.
Winnicott lo dice cuando habla del peor tipo de quehacer materno, que es aquel en que
la madre en una etapa muy temprana atormenta, en el sentido que es impredecible,
donde es dudoso que el bebé pueda recobrarse de esa experiencia. Ya que estas
perturbaciones tienen lugar en una primerísima etapa donde la fantasía no ha sido aún
aceptada y no existe odio, sólo asesinato.
El adolescente Kevin Katchadourian (Ezra Miller) está en la cárcel después de cometer una masacre en su
escuela. Su madre, Eva (Tilda Swinton), una escritora de viajes que alguna vez tuvo éxito, vive sola en una casa
en decadencia y trabaja en una agencia de viajes de un centro comercial en un pueblo cerca de la prisión donde
visita a Kevin. Ella lo recuerda mientras crecía y a su vez intenta hacer frente a la ira y la hostilidad de sus vecinos,
que saben que es la madre de Kevin. Sus recuerdos aparecen en escenas retrospectivas.
La vida de Kevin ha sido independiente y difícil. No se relaciona con su madre: cuando era un bebé lloraba
incesantemente, se resistía a aprender a ir al baño, rechazaba las muestras de cariño y no parecía tener ningún
interés en nada. Siendo todavía pequeño, la frustración de Eva con su hijo incorregible, la lleva a tirar a Kevin
contra la pared, rompiéndole el brazo. Cuando Eva intenta hablar con su esposo Franklin (John C. Reilly) acerca
de su creciente preocupación por los problemas de Kevin, rechaza sus preocupaciones e inventa excusas por el
comportamiento de Kevin. Su segunda hija, Celia, es vivaz y alegre. Kevin finalmente muestra interés en algo
cuando Franklin le regala a Kevin un arco y una flecha y le enseña tiro con arco. Kevin se convierte en un
excelente tirador. Cuando la mascota de Celia es asesinada, y queda ciega de un ojo por un incidente con un
líquido de limpieza cáustico, Eva está convencida de que Kevin les ha hecho daño a propósito a ella y a su
mascota, mientras que Franklin insiste en que estos eventos fueron accidentes y que él es inocente. Este patrón
de sospecha por parte de Eva y las excusas de Franklin intensifican el temor de Eva por su hijo, ya que empieza a
ver indicios crecientes de placer en Kevin al herir a los demás. Esto culmina con su trazado y ejecución de los
múltiples asesinatos que incluyen a su padre, a Celia, sus maestros y compañeros y, posteriormente, su
encarcelamiento por los crímenes.
La película concluye en el segundo aniversario de la masacre, cuando Eva visita a Kevin en prisión. Kevin está
ansioso porque su cumpleaños número 18 y su traslado a una prisión para adultos es inminente. Eva le pregunta
por qué cometió los asesinatos y él responde que no sabe por qué. Eva le da un abrazo a Kevin y él se despide de
ella mientras se lo llevan. Tenemos que hablar de Kevin (2011) —en inglés: «We need to talk about Kevin»— es
una película británico-americana adaptada y dirigida por Lynne Ramsay sobre la novela que lleva el mismo nombre
del autor estadounidense Lionel Shriver. Un largo proceso de desarrollo y financiación comenzó en 2005 y el
rodaje comenzó finalmente en abril de 2010., Tilda Swinton interpreta a la madre de Kevin, luchando para llegar a
un acuerdo con su hijo y los asesinatos que ha cometido. La película se estrenó en el Festival de Cannes 2011 y
fue lanzada en el Reino Unido el 21 de octubre de 2011., algunos críticos lo relacionan con personalidades
psicopáticas que se caracterizan por la imposibilidad de sentir empatía por el otro, que tinen que ver con fallas
genéticas y ambientales en conjunción trágica, en este caso.
Bibliografía
Freud, S. -:“Tratamiento psíquico”-(Tratamiento del alma, 1890) O. Completas, Edit.
Amorrortu, tomo 1
Bion, W. R. “Aprendiendo de la experiencia”. Editorial Paidos, Buenos Aires,
Bollas, Ch. “La sombra del objeto”. Bs. As., Amorrortu, 1991
Catz, Hilda- . “Observaciones sobre el déficit parental en los niños autistas” Parte 2:
Filicidio y Patología, pág. 75 en “La Universalidad del Filicidio”, Rascovsky, A. y
colaboradores, Edit. Legasa, Bs. As.
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Catz, Hilda - “El trauma en la piel. Tatuajes: de las cicatrices mortíferas a las marcas
simbolizantes”-Revista de psicoanálisis- APA- 2012, TOMO 4.