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Práctica.

Identidad Social Alexis Hancevich X7331165F

¿Cómo explicaríais que haya personas para las que la pertenencia a un colectivo
es el aspecto identitario más importante (los miembros de algunas sectas, bandas
latinas, grupos de extrema izquierda/derecha, grupos terroristas...), lo cual les
lleva a un comportamiento extremo y predecible en base a su pertenencia grupal?,
¿Qué les recomendaríais?

Apartado 1º. Acercamiento al porqué de un patrón de conducta común, constante y


predecible dentro de un entorno grupal.

El comportamiento de los seres humanos rara vez, por no decir ninguna, se da


de forma aleatoria. Toda conducta humana sigue una serie de principios y reglas,
independientemente de que estas sean implícitas, explícitas, conscientes,
inconscientes, innatas o adquiridas, y ocurre dentro de un rango de respuestas posibles
que el sujeto es susceptible de aceptar (no todas las personas tienen los mismos límites
de conducta).

En los colectivos marcados por una idiosincrasia concreta (se orienta hacia una
única dirección), definida (conocidas las características necesarias y suficientes para
considerarse miembro o simpatizante) y acotada (la conducta de los miembros puede
fluctuar, pero siempre dentro de un rango de aceptación definido por parte del colectivo),
la conducta de los individuos sigue un corte común observable y predecible.

En este caso como marco teórico se ha tomado una explicación fundamentada


en los tres principios motivadores del comportamiento establecidos por la Psicología
Social (entendiendo esta como un continuo de disciplinas, evitando así caer en
interpretaciones reduccionistas). Estos principios explican el porqué de que los
individuos de un grupo se comporten por normal general de acuerdo a los intereses y
pautas del mismo. A su vez, estos intereses y pautas son ampliamente observables
conociendo la orientación idiosincrásica del grupo o colectivo. Por tanto, conociendo el
grupo al que pertenece un individuo, es posible predecir su conducta antes de que la
efectúe.

Principio 1º. Búsqueda de control.

Tal y como explica la ciencia cognitiva los seres humanos, entendidos como
agentes racionales, tienden mediante su conducta a reducir la incertidumbre a cero
(Sainz, F.J & Sainz, L., 2019). Esto se traduce en aumentar lo máximo posible la
influencia y control de la persona sobre el entorno mediante su conducta. Por tanto, las
personas tienden a efectuar las conductas que proporcionarán un mejor control de la
información del entorno en que se encuentren. Si entendemos un colectivo determinado
como un entorno, la conducta de una persona se verá dirigida hacia lo que ésta relacione
con el máximo control sobre el entorno por parte del grupo.

Como ejemplo, una persona miembro de una banda latina desarrollará, casi con
total seguridad y en la gran mayoría de los casos, conductas que mantengan y realcen
el prestigio y renombre de la banda de cara a las bandas contrarias, siendo un claro
ejemplo de esto los bien conocidos “ajustes de cuentas”.
Los ajustes de cuentas se dan cuando una persona contrae una deuda a favor de una
banda y, ante la imposibilidad de cobrarla, se toman represalias contra la integridad
física, moral, e incluso la propia vida de esa persona.

A nivel económico y de recursos, los ajustes de cuentas no aportan ningún


beneficio directo a una banda, pero saldar la deuda con la integridad de aquel que la
contrae crea una ilusión de elevado control sobre el entorno. Cuando esta ilusión es
percibida por miembros de bandas rivales, se reduce casi a cero la posibilidad de que
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una futura deuda quede impagada. Esta idea se apoya en lo propuesto por
aproximaciones econométricas al estudio de la conducta, que exponen que cuando las
consecuencias percibidas de una acción (no pagar una deuda) son mayores que el
beneficio esperado, no se produciría la conducta (contraer la deuda o dejarla en
situación de impago).

Principio 2º. Valoración de ellos mismos y de su entorno social afín.

Las Teorías de la Identidad Social remarcan la importancia de la Identidad Social


como parte fundamental del autoconcepto de las personas. Las personas
pertenecientes a un colectivo concreto tienden a actuar según el criterio establecido por
el grupo, y no tanto según su criterio individual. Yendo más allá, se puede afirmar que
las personas dentro de los grupos tienden a aceptar los criterios establecidos por el
mismo, estén o no totalmente de acuerdo con los mismos a nivel individual, dándose
continuamente procesos de normalización grupal. Actuar bajo la influencia de la
normalización tiene un efecto realzador de la imagen de una persona dentro de un
grupo. Es decir, la valoración de esa persona por parte de los miembros del grupo se
vuelve más positiva tanto en cuanto su conducta se aproxime a lo esperado por los
intereses del grupo.

Si se suma lo anterior a lo expuesto por lo conocido en relación a la


autopercepción, la cual expone que la Identidad Social de una persona en su entorno
(recordemos que en este caso entendemos el entorno como el ecosistema social del
grupo) media de forma drástica en la formación del autoconcepto de cada persona, se
puede concluir que uno de los motivos por los que el comportamiento de los individuos
dentro de un grupo es predecible y constante es que estos están guiados por lo que a
ojos del grupo estará mejor visto, y estos criterios son fácilmente accesibles sabiendo
la orientación idiosincrásica del grupo.

Principio 3º. Buscar vínculos con los demás

Es un hecho constatado que el ser humano necesita de las interacciones y


relaciones sociales por el valor adaptativo que éstas conllevan. Para comprenderlo es
necesario entender los grupos y asociaciones de personas como algo mayor que la
mera suma de sus partes. En los colectivos, la proximidad idiosincrásica (entre otros
factores) genera acercamientos entre personas del mismo grupo, y estos acercamientos
generan a su vez relaciones y vínculos interpersonales.

Estos vínculos aportan seguridad, apoyo y afecto entre aquellos que los
contraen, pudiendo darse el caso de que estas propiedades emergentes excedan los
límites de los asuntos del grupo, y se lleven a un terreno más personal. Por ejemplo, si
un miembro de una banda tiene un problema individual no relacionado con la misma
(como sufrir una agresión no motivada por la pertenencia), podrá buscar apoyo,
protección y venganza en sus compañeros, aunque la situación se haya producido de
forma externa al grupo.

Estos tres principios motivadores del comportamiento podrían suponer una explicación
al hecho de que el comportamiento de individuos de un mismo grupo de pertenencia
siga un patrón determinado y sea, por tanto, observable.
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Apartado II. Recomendaciones e Intervención

Son varias las posturas y marcos teóricos que pueden servir de base para la
intervención en casos de personas radicalizadas en un colectivo, pero aplicarlas por
separado podría acabar resultando reduccionista e inservible.

Una aproximación econométrica nos diría que aumentando el valor de las


consecuencias de la conducta sobre los beneficios que a priori perciba el sujeto sobre
esta, se eliminaría la posibilidad de que la conducta tuviese lugar, y sin embargo esto
no ocurre así. El suicidio suele ser una opción común para miembros de bandas que
acaban siendo detenidos o están a punto de serlo, lo que contradice totalmente una
postura econométrica.

¿Por qué se prefiere perder la vida a delatar a compañeros de la banda o a


colaborar con la policía? Dos opciones son (1) que el sujeto pueda percibir que perder
la vida no es la consecuencia mayor a la que se enfrenta (podría darse en casos en que
la familia del individuo se viese amenazada) y (2) que las decisiones no se tomen
únicamente en base a una cuestión de coste/beneficio.

Si no fuese posible reducir la conducta humana a una relación entre beneficios


y costes, y es evidente que no lo es, entonces han de considerarse más factores a tener
en cuenta a la hora de efectuar una conducta. Por tanto, basarse en principios
econométricos para diseñar una intervención de estas características no sería lo más
recomendable.

Por otro lado, si bien los individuos pertenecen a grupos según su proximidad
idiosincrásica, los grupos no duran eternamente. En los grupos surgen diferencias, que
culminan en la escisión del grupo original y en algunos casos la formación de nuevos
grupos a partir del anterior. Diferencias en la ideología y valores entre el sujeto y el grupo
parecen ser causas más plausibles de la demarcación de personas respecto de un
grupo. Por tanto, el factor que a priori resulta más relevante y que es necesario tener en
cuenta, es cómo está formada la Identidad Social del individuo.

De acuerdo con lo anterior, remarcar al individuo sus diferencias de cara a la


corriente de pensamiento grupal del colectivo al que pertenece puede conllevar cambios
en la su propia categorización, desmarcándolo de la corriente grupal original. Por ello
fomentar el pensamiento crítico del individuo respecto a las creencias de la corriente
grupal podría suponer un descenso de las conductas delictivas asociadas a la
idiosincrasia del colectivo en el caso de bandas callejeras.

Los vínculos establecidos en bandas tienen como función, entre otras, suplir las
carencias individuales, tanto materiales o de recursos como personales o de
autoconcepto. Por ello, una etapa clave en la intervención en este tipo de situaciones
es realizar un estudio exhaustivo del contexto socio-económico-cultural del individuo no
solo en el momento de pertenecer a la banda, puesto que es importante considerar el
estado anterior a la inclusión del individuo en la misma.

Estableciendo una diferencia entre el estado inicial del sujeto y el estado en que
se encuentra dentro de la banda, pueden identificarse las carencias y necesidades del
sujeto que la banda suple y cubre, de forma que se posibilite facilitar soluciones
alternativas a tales carencias que el individuo perciba como de menor coste moral y más
adecuadas a sus intereses y valores individuales.
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En conclusión y a modo de resumen de lo expuesto hasta ahora, las bandas y


colectivos agrupan gente con carencias diversas y profundas, las cuales se suplen como
consecuencias de las relaciones que aparecen al pertenecer el grupo. Es necesario
actuar de acuerdo a la norma grupal para seguir formando parte, de modo que los
individuos como miembros de un grupo actúan según o corte o patrón común. Este
patrón está ligado a la idiosincrasia del grupo, la cual es visible desde fuera del mismo,
por tanto con conocer la orientación de un colectivo, es posible predecir el
comportamiento de aquellos que lo conforman.

Dada la insuficiencia de otros acercamientos, lo óptimo para intervenir en estos


casos es abordar dos puntos clave e imprescindibles, siendo estos:
a) La identificación de las necesidades del sujeto a nivel individual y la
facilitación de herramientas y soluciones alternativas a la pertenencia a una
banda para suplirlas.
b) La categorización que el propio sujeto hace de si mismo, influyendo así en la
Identidad Social del mismo, lo que a su vez conlleva una disminución del
sentimiento de pertenencia al colectivo y desmarca la conducta propia de la
conducta colectiva.

Un modelo de intervención que tuviera como base estos dos puntos principales podría
conseguir la reinserción y rehabilitación de personas pertenecientes a colectivos y
bandas radicales.
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Bibliografía consultada:

Sainz, F.J. & Sainz. L. (2019). Introducción a la Ciencia Cognitiva. Madrid: ExLibric.

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