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I. Que el Juez a quo, a fs. 267 / 269 de la segunda pieza principal pronunció la
sentencia de mérito recurrida y en lo atingente resolvió: A) Declarar que no ha lugar a la
excepción de cosa juzgada planteada por la parte demandada. B) Decretó el divorcio entre -
------------------- y --------------------, por la separación de más de un año consecutivo,
disolviendo el vínculo matrimonial que contrajeron el día catorce de agosto de mil
novecientos ochenta y siete en East Hampton, Condado de Suffolk, Nueva York, Estados
Unidos de América, ante los oficios de Sheppard Frood, Juez del pueblo; C) Fijó la
cantidad de DOCE MIL COLONES (¢ 12,000.00) mensuales, que en concepto de pensión
compensatoria, deberá aportar el señor -------------------- a favor de --------------------,
durante un plazo de 3 años. Se le ordenó al obligado presentar garantía hipotecaria o fianza
personal, para garantizar el cumplimiento de la obligación. Los fundamentos de su
decisorio, en síntesis los expuso así: Consideró que era el Tribunal competente para
conocer del proceso de divorcio y en su caso decretar el divorcio entre los señores -----------
--------- y --------------------, en atención a lo dispuesto por los Arts. 96 y 144 de la
Constitución; 52, 54 y 322 de la Convención de Derecho Internacional privado o Código
Bustamante, 6 literal a) y 218 L. Pr. F., ya que por una parte ambos cónyuges se encuentran
domiciliados en el país y por la otra ha habido sometimiento expreso (a lo mejor quiso decir
tácito) a la jurisdicción de este Juzgado, de conformidad con las disposiciones antes citadas.
Estimó que con la documentación presentada, apoyada en la investigación psicosocial
realizada, se han aportado indicios sobre la capacidad económica del demandado de la cual
se colige que es bastante buena. Por otro lado, encontró elementos sobre la desmejora
económica sufrida por la demandante a consecuencia de la separación con su cónyuge, pues
ésta además de gozar de una mejor calidad de vida cuando vivía con el demandado,
contribuía laboralmente para las actividades de éste, razones que le bastaron al a quo para
determinar la procedencia de la pensión compensatoria.
Para Savigny los puntos de conexión o vinculación deben atender a dos criterios: el
domicilio para las personas y la voluntad de las partes o el lugar de ejecución para las
obligaciones convencionales. Pérez Nieto, seguidor de esta tendencia, afirma que:
"conforme al criterio del domicilio, podremos determinar cuales son las normas aplicables
al estado civil y la capacidad de las personas, y, con base en el de la voluntad de las partes o
el lugar de ejecución, sabremos que normas jurídicas se deben aplicar..." Afirma que "no
existe un conflicto de leyes en el sentido estricto del término, sino en realidad una duda por
parte de los aplicadores del derecho respecto a cual es el sistema jurídico aplicable cuando
ciertas conductas humanas o hechos se encuentran vinculados, por razón espacial, con otros
sistemas jurídicos". Y para disipar esa duda Adolfo Miaja de la Muela advierte que "la
cuestión de la competencia judicial en el orden internacional aparece como previa al
conflicto de leyes...cuando existan en la vida litigiosa elementos extranjeros, el juez tendrá
que apreciar si posee competencia objetiva y funcional para entender el caso, resuelto lo
cual afirmativamente, examinará su competencia territorial, y, finalmente, en ejercicio de
ella resolverá el fondo del litigio aplicando, según proceda en virtud a sus reglas de
conflicto, la ley material del foro o una extranjera". En nuestro sistema jurídico, una vez el
juez califica su competencia afirmativamente, conforme a las normas del foro, de inmediato
entra a conocer del fondo del asunto, amén de que la parte que se entienda agraviada por la
resolución sobre la competencia, valga decir, el demandado, alegue incompetencia
territorial, lo cual no sucedió en la especie; ni mucho menos podría concebirse, cuando
claramente se ha establecido que tanto el señor -------------------- y la Señora-------------------
-son de este domicilio desde hace muchos años.
Consideramos que el problema se reduce, en última instancia, a determinar la
competencia judicial. Sobre la cual, el proceder correcto de los jueces, es calificarla
conforme a las leyes procesales propias (lex fori), tal y como de una u otra forma lo hizo el
juez a quo. Decidida la materia de competencia, el Juez competente aplicará las leyes
sustantivas correspondientes. En el sub lite, tanto el señor --------------------, como la señora
-------, en razón de su domicilio en el país, se encontraban sometidos a las leyes
salvadoreñas, no importando su nacionalidad. Por tanto, podemos arribar desde ya a la
conclusión que los tribunales competentes para conocer del divorcio entre los señores -------
------------- –--------------------son los salvadoreños y concretamente los tribunales de su
domicilio, que para ambos era y es la ciudad de San Salvador. Mientras ellos no se hubieran
sometido voluntariamente o expresamente a la jurisdicción de otro estado, inclusive el de su
origen, si su domicilio es el de El Salvador, serán los Tribunales de éste, los competentes,
máxime cuando el Art. 52 del Código Bustamante, que también es Ley de la República,
estipula que el divorcio se regula por la ley del domicilio conyugal, el cual fue establecido
por ambos cónyuges en esta ciudad desde mil novecientos ochenta y siete, según quedó
demostrado en primera instancia.
Por otra parte, como corolario de los argumentos mencionados, podemos afirmar:
que la Certificación de la sentencia de divorcio proveída por el aludido Tribunal
Dominicano y la Certificación del Estado Familiar de divorciados de las partes, carecen de
eficacia probatoria, conforme al derecho de familia salvadoreño. Concederle valor
probatorio a un acto jurisdiccional que ha violado las más elementales reglas del
emplazamiento, del derecho de defensa y la garantía constitucional de audiencia,
consagrada en nuestra Carta Magna en el Art. 11 Inc. 1º, equivaldría a que este Tribunal, a
su vez vulnere esos mismos derechos, atentando contra el Estado Constitucional de
Derecho que nuestro ordenamiento jurídico establece. Por ende, a nuestro juicio, ni la
excepción de litis pendencia ni la de cosa juzgada, pueden ser acreditadas con la aludida
sentencia.
Para desvirtuar el argumento del apelante sobre la excepción de cosa juzgada, que
pretendió demostrar mediante la referida sentencia de divorcio decretada por el mencionado
Tribunal de República Dominicana, basta acogernos a lo dispuesto en el Art. 451 del
Código de Procedimientos Civiles que dice: "Las sentencias pronunciadas en países
extranjeros tendrán en El Salvador la fuerza que establezcan los tratados respectivos". No
se discute que esa sentencia de divorcio extranjera, pueda considerarse como documento
público, y al ser legalizada conforme al Art. 261 Pr. C.; podría tener fuerza probatoria. De
hecho se ha valorado como tal en el sentido de apreciarse en ella la intención del señor -----
--------------- de divorciarse. Empero, nuestro ordenamiento jurídico no es del todo expreso
en el tratamiento de sentencias extranjeras para considerarlas cosa juzgada, sin embargo,
del Art. 451 antes transcrito y siguientes, se colige el carácter restrictivo de nuestro sistema
jurídico en materia de reconocimiento de sentencias extranjeras y de su total asimilación a
la ejecutoriedad. Al respecto Jaime Guasp sostiene que: "El reconocimiento de una
sentencia extranjera tiene por finalidad primordial permitir que actúe, como título de
ejecución, en un proceso de esta clase. Pero este significado principal no es, en modo
alguno, el único, una sentencia extranjera puede perseguir finalidades distintas de las
puramente ejecutivas...Por ello, cabe hablar de proceso de reconocimiento y no de proceso
de ejecución de sentencias extranjeras, el reconocimiento es un verdadero proceso de
ejecución".
SECRETARIO.
gg.lemc.