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EL DERECHO COMO OBSTÁCULO AL CAMBIO SOCIAL

Eduardo Novoa Monreal

El derecho de propiedad privada con sentido absoluto.


Este derecho de propiedad privada fue declarado “natural, imprescriptible y absoluto”
en las declaraciones de fines del siglo XVIII y en artículos del Código Napoleón. Es
considerado como el medio más antiguo para que el hombre pueda gozar y disponer
de los bienes materiales que necesita. Pero dentro de los códigos, se olvida a su vez
de que puede convertirse pronto en fuente de abusos individuales y de clase. Mientras
que lo en realidad sucedió fue que la propiedad privada se concentro en manos de
algunos pocos individuos que acumularon grandes cantidades de riqueza, al paso que
otros quedaban prácticamente despojados. Sin embargo es este derecho el que en el
fondo ratifica el concepto individualista y lo impone en los hechos.

Limitaciones modernas al derecho de propiedad.


Para darse cuenta de la forma y medida en el que el derecho ha sufrido
transformaciones hasta la época, basta comparar las declaraciones de derechos
humanos de la Revolución Francesa con la de 1948. Las primeras consagran un
derecho de dominio absoluto y la segunda afirma el derecho a la propiedad individual y
colectiva. Con esto introduce dos alteraciones importantes en la garantía tradicional.
Por un lado, se modifica el derecho amparado, deja de ser el derecho de propiedad,
para transformarse en derecho a la propiedad, lo cual introduce una idea de que todo
hombre tiene derecho a tener acceso a la propiedad. Y en segundo lugar consagra
que no solo la propiedad privada, sino también la propiedad colectiva son plenamente
legítimas como forma de propiedad humana.

Deformaciones actuales del derecho de propiedad.


Friedmann y Ripert demuestran como el derecho de propiedad se ha ido deformando
por obra del individualismo y el capitalismo. La propiedad privada se ha ido
transformando en una fuente de poder y ganancias e intereses y renta, todas
características absolutamente ajenas a su objetivo original. Lo que viene a convertir al
gran propietario en una autoridad casi publica.
De esta forma el contacto humano se va esfumando y todo facilita a las decisiones
frías y calculadoras, capaces de imponerse a estados medianos y pequeños por su
poderío y su potencial económico.

Libertad de contratar y autonomía de la voluntad.


La libre contratación y la determinación de las obligaciones constituyen otro de los
pilares jurídicos del liberal-individualismo.
La teoría contractual individualista, supone la igualdad de todas las partes que
intervienen en una declaración de voluntad bilateral. Por lo tanto, toda obligación
contraída por personas jurídicamente capaces sin coacción exterior es válida.
El interés público exige ante todo que los hombres puedan contratar libremente y que
los contratos puedan ejecutarse sin trabas.
Sin embargo son muchas las leyes de toda especie que han traído restricción a la
absoluta autonomía de la voluntad individual (leyes de arrendamiento de habitaciones,
leyes que fijan precios máximos de venta a artículos de primera necesidad, etc.).
Los individualistas reclamaron la legitimidad de estas leyes sosteniendo que estas
vulneraban la libertad de contratar o que hasta afectaban los derechos y obligaciones
de contratos ya celebrados. Sin embargo esa clase de regulaciones legales aumentan
y se propagan en las legislaciones.
La irretroactividad de la ley.
La irretroactividad de la ley trata por una parte de impedir que el individuo que
incorporo grandes cantidades de bienes a su patrimonio, sea despojado
posteriormente de ellos mediante una nueva ley.
En su formulación clásica, este principio sostiene que una ley es retroactiva cuando se
aplica a derechos adquiridos bajo una ley anterior.
El derecho de propiedad, puede ser adquirido, por ejemplo, conforme a una ley y luego
derogarse esta y ser remplazada por otra que no admite esa adquisición. Empieza a
observarse que no tiene fundamento lógico ni social la proposición de mantener
intangible una situación creada al amparo de una ley antigua.

Seguridad y certeza jurídicas.


Otro de los resortes ideados por los juristas son las teorías de la seguridad jurídica y
de la certeza jurídica.
Según Delos la seguridad es, la garantía dada al individuo de que su persona, sus
bienes y sus derechos no serán objeto de ataques violentos o que si estos llegan a
producirse, le seran asegurados por la sociedad proteccion y reparación. Pero la
seguridad toma también forma de certeza jurídica (seguridad en el derecho mismo) y
la certeza del Derecho tendria que ser ademas, complementada por una cierta
seguridad contra las modificiones legales. De esta forma se ve claro el error que
conlleva la certeza jurídica, al ohmbre le interesa que en la vida social impere un orden
que le permita su propio perfeccionamiento, pero no necesita una seguridad de que las
reglas vigentes no serán cambiadas por otras mejores a las nuevas circunstancias
sociales. Tal seguridad constituiría un absurdo. Vemos que se pasa de una seguridad
necesaria y conveniente, a una pretendida seguridad que sale del ámbito juridico y es
socialmente dañoso e impide el progreso social.
CONCEPTOS MODERNOS Y ANTIGUOS DE CIUDADANÍA
Ellen Meiksins Wood

En la historia que se origino en el feudalismo europeo y que culmino en el capitalismo


liberal, la Carta Magna inglesa y el año 1688 fueron el origen de los modernos
principios constitucionales, las ideas del gobierno limitado y la separación de poderes,
entre otros.
Si la ciudadania es el concepto constitutivo de la democracia antigua, el principio
fundador de la otra variedad es tal vez, el señorio. El ciudadano ateniense se ufanaba
de no tener amo. La libertad que su ciudadanía implicaba, era la libertad del demos
respecto a los señoríos. La carta magna inglesa afirmaba sus privilegios feudales y la
libertad del señorío contra la Corona, así como contra la multitud popular, tal como la
libertad del 1688, represento el privilegio de los caballeros terratenientes con sus
tierras y sirvientes.
La fragmentación de la soberanía, el freno a la monarquía y a la centralización del
estado, habrían de ser la base de un nuevo poder estatal “limitado”, de donde se
denominarían luego los principios democráticos.
En la Inglaterra de principios de la era moderna surgió un corpus de pensamiento
político, que parecía tener como principio organizador central, un concepto de
ciudadanía que implicaba una comunidad de ciudadanos activos en pos de un bien
común. Esta concepción de ciudadanía tenía como núcleo la división entre la elite
terrateniente y la multitud trabajadora.
La propiedad de la tierra en Inglaterra estaba asumiendo ya una forma capitalista, en
la cual el poder económico no estaba unido ya con el estatus jurídico, positivo y militar
y la riqueza dependía cada vez mas del uso productivo de la propiedad. Una vez que
el poder económico dejo de depender de lo “extraeconómico” de los otros poderes,
para la elite ya no era indispensable el monopolio sobre la política

Al trasladar la sede del poder del señorío a la propiedad, el capitalismo le resto


notoriedad al estatus cívico y con el tiempo esto llego a hacer posible una nueva forma
de democracia.
En Inglaterra se inicio muy temprano la división del individuo de las instituciones y el
origen del capitalismo estuvo marcado por la creciente separación del hombre de
identidades y obligaciones tradicionales, corporativas, prescriptivas y comunales.
La aparición de este individuo aislado tuvo también su lago negativo, el proceso
histórico que dio origen al capitalismo y al asalariado moderno, “libre e igual”, fue el
mismo en el cual el campesino fue desposeído y desarraigado, no solo de su
propiedad y comunidad sino también de sus derechos.
Por ello mismo la capacidad de los campesinos para resistir o limitar la explotación por
parte de señores y estados dependía en gran parte de la fuerza de su propia
organización política.
Con el paso del tiempo, a medida que la propiedad de la tierra se fue concentrando
más y mas, el campesinado les cedió el paso a los grandes terratenientes por un lado
y a los jornaleros sin bienes, por otro. La “liberación” del individuo fue completa cuando
el capitalismo disipo las diferencias extraeconómicas del mercado de trabajo.
La democracia liberal moderna tiene en común con la democracia antigua una división
de la identidad civil del estatus socioeconómico, lo que permite la coexistencia de la
igualdad política formal con la desigualdad de clases. En la democracia capitalista, la
separación entre el estatus la civil y la posición de clase opera en ambas direcciones:
la posición socioeconómica no determina el derecho a la ciudadanía y la igualdad civil
no modifica la desigualdad de clases. La igualdad política en la democracia capitalista
no solo coexiste con la desigualdad económica, sino que la deja fundamentalmente
intacta.
Capitalismo y Democracia Ateniense
Esta democracia supero la barrera entre el Estado y la Aldea. Se convirtió en la unidad
constitutiva del Estado, y los campesinos se volvieron ciudadanos. El corolario
económico de este estatus fue para el campesino un grado excepcional de liberad.

Capitalismo y Ciudadanía Democrática


Al trasladar la sede del poder del Señorío a la Propiedad, el capitalismo le restó
notoriedad al estatus cívico y su origen estuvo signado por la disociación del individuo
de identidades y obligaciones tradicionales corporativas, prescriptivas y comunales.
El proceso histórico que dio origen al capitalismo y al asalariado moderno, “libre e
igual”, fue el mismo en el cual el campesino fue desposeído y desarraigado.
Los principales modos de extracción de plusvalor al que estaban sometidos los
campesinos solían adoptar la forma de diversos tipos de dependencia jurídica y
política.

De la Democracia al Liberalismo

Hasta la definición estadounidense, el significado predominante de “Democracia” era


el que le había dado los griegos: Gobierno del Demos (el pueblo).
Sin embargo, la redefinición tardaría un siglo más en concluir.
Hacia fines del siglo XIX se había hecho claro que la cuestión se estaba decidiendo a
favor de la “Democracia de las masas”.

En una época de movilización masiva, el concepto de democracia fue sometido a


nuevas presiones ideológicas de las clases dominantes, que no solo demandaban la
enajenación del poder democrático, sino también una diferencia entre “democracia
demos”. El concepto de democracia se fue identificando cada vez más con el de
liberalismo.

Así se llega a la democracia liberal. Aunque el liberalismo es una acuñación moderna


que presupone el estado moderno, son nociones centrales de libertad y de los límites
constitucionales. Tienen una procedencia anterior. Tiene su origen en los períodos de
finales de época medieval y principios de la época moderna, en el otorgamiento de
poderes independientes de los señores feudales por parte de la aristocracia europea.

Estos principios esencialmente feudales más tarde fueron apropiados para objetivos
más democráticos por fuerzas más modernas o progresistas. Pero los principios
originales del liberalismo se derivan de un sistema de relaciones sociales muy
diferentes de aquel al que han sido adaptados. El liberalismo se ha introducido en el
discurso político moderno no solo como un conjunto de ideas e instituciones
destinadas a limitar el poder del Estado sino también como un sustituto de la
Democracia.

Dentro de las contradicciones de la “Democracia Liberal”, vemos que en el mismo


momento en que la historia de la democracia confluye con la historia del señorío, los
señores feudales y los modos de explotación extraeconómica habían sido desplazados
(reemplazados) por la propiedad capitalista.

El capitalismo hizo posible la redefinición de la democracia: su reducción al


liberalismo.
Ahora había una esfera política independiente, en la que el estatus extraeconómico
NO tenía implicaciones directas para el poder económico, el poder de apropiación,
explotación y distribución.
El mercado es ahora concebido como una esfera de libertad, de elección, incluso por
parte de los que ven la necesidad de regularlo.

La esfera del poder económico en el capitalismo se ha extendido mucho más allá de la


capacidad de la “democracia” para manejarlo. Y la democracia liberal NO está
diseñada para extender su alcance a ese dominio.

Capitalismo y Bs Extraeconómicos

La autora sostiene que los bs extraeconómicos simplemente no son compatibles con


el capitalismo. Por ejemplo, la Paz Mundial. Y tampoco cree que el capitalismo pueda
evitar la devastación ecológica. Quizá pueda instituir cierto grado de cuidado, pero la
racionalidad esencial del impulso a la acumulación capitalista, es inevitablemente
hostil al equilibrio ecológico.
La situación en cuanto a la raza y el género es casi a la inversa. El antirracismo y el
antisexismo sí tienen identidades sociales específicas y pueden generar importantes
fuerzas sociales. Pero no está tan claro que sean antagonistas del capitalismo. Así
pues, cada uno de estos bienes extraeconómicos mantiene su propia relación
específica con el capitalismo.

A diferencia de modos de producción previos, la explotación capitalista no está


vinculada a identidades, desigualdades o diferencias extraeconómicas.
La obtención del plusvalor tiene lugar en una relación entre individuos formalmente
libres e iguales.

Por un lado, el racismo y el sexismo funcionan también en la sociedad capitalista en


parte porque realmente pueden servir a los intereses de ciertos sectores en la
competencia del mercado laboral. En principio la explotación capitalista puede llevarse
a cabo sin ninguna consideración por el color, raza, credo, género, etc. Y más que eso,
el desarrollo del capitalismo ha dado origen a presiones ideológicas contra esas
desigualdades y diferencias sin precedentes en sociedades pre-capitalistas.

Mientras la opresión colonial y la esclavitud en los puestos de avanzada del


capitalismo, la fuerza laboral nacional se hacía cada vez más proletaria. La relación
entre individuos formalmente libres e iguales conllevaba una ideología de igualdad y
libertad formal. Ideología que siempre ha sido un elemento vital de la hegemonía del
capitalismo.

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