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Una Media Docena de «Nuncas»

por Charlie Sheed


«Nunca digas nunca jamás, jamás» son las palabras de una canción, demasiado vieja para ser recordada, pero antes de que dejemos el tema de «cómo no
hacer esto», ¡voy a mencionar la palabra «nunca» una media docena de veces más para recordales que simplemente hay cosas que definitamente en las
realaciones de pareja nunca se deben hacer!
Así que aquí vamos con «una media docena de 'nuncas'», los cuales hubiera deseado que alguien me los dijera en mis
primeros años como esposo.

1. Nunca hagas burla de algo que ella no puede cambiar.


Como lo dijimos antes, un hombre inteligente es aquel que decide algunas cosas de una vez por todas. Una de esas debe
ser su decisión personal de nunca echarle en cara a su mujer las cosas que, sencillamente, ella no puede solucionar.
Recordarás la historia de Paquita y de cómo su esposo incluyó esas piernas descomunales en su amor para ganarse el
eterno respeto de ella.

Nunca lo olvides. El diccionario dice que el sadismo es el «cruel abuso de otros», y no hay nada más cruel que lanzar
palabras hirientes acerca de cosas que nunca podrán cambiar.

2. Nunca la critiques en público.


Habrás notado que ciertas parejas hacen un jueguito siniestro de darse bofetadas el uno al otro cuando están en presencia
de terceros. He aquí unos cuantos golpes que he escuchado últimamente: Esposo: «Gracias por invitarnos. ¡Este es un
cambio tan agradable a las comidas instantáneas que anuncian por la televisión!»; esposa: «¿Qué por qué Juan no lo
arregla? ¡Por favor! Si él no distingue una sierra de un caballete»; esposo: «¡Díganmelo a mí! ¡Jennie se perdería con una
escolta de policías!» esposa: «¿Escuchaste eso, querido? Andy le compró un automóvil Buick nuevo a Juanita. ¡A él sí que
le debe estar yendo bien!»

El recitar las debilidades del uno y del otro más allá de la puerta de su propia casa siempre es de mal gusto. Es
extremadamente vergonzoso para los espectadores inocentes; indica que no se ha estado sacando el rencor a la superficie
de una manera inteligente en casa; y lo único que posiblemente pueda producir entre ambos es un deseo de desquitarse.

Debes recordar que con las mujeres, algunas cosas son equipo estándar para todos los modelos. El Señor hizo algo bueno
por nosotros los hombres cuando las hizo así, siempre que comprendamos cómo funciona este equipo y lo hagamos
funcionar bien. Y en lo que respecta aquí, es muy difícil para una mujer aceptar la infidelidad en cualquier forma. Pero,
gracias a Dios, lo contrario también es cierto. Ella no puede evitar amar más y más al hombre que ella sabe que es digno de
toda confianza. Y porque esto es así, al inicio de tu matrimonio debes verla directo a los ojos y prometerle: «Nunca, ni de día
ni de noche, te haré quedar mal en compañía. Ni ante mi familia, ni ante tu familia, ni ante nuestra familia. Ni ante los
amigos, ni los conocidos, ni los extraños. Ni cuando estés conmigo o yo esté a tus espaldas. ¡Nunca, ni en broma, ni
haciendo comentarios insidiosos, ni en ninguna otra manera pretendo ser otra cosa que no sea leal a ti en un 100%!»

3. Nunca la compares de manera desfavorable con otras mujeres.


Recuerdo a una mujercita que se casó con un viudo. El era un buen partido y ella estaba feliz de tenerlo. Pero vio algo que
no le gustó y por eso vino a verme. «Lo que pasó», me dijo, «fue que, después de que habíamos salido de la iglesia, pareció
que su primera esposa hubiera vuelto a la vida y ya estoy harta de ella. Sé cómo cocinaba, cómo se veía, cómo caminaba,
cómo hablaba. De hecho», concluyó, «¡no creo que vaya a funcionar a menos que podamos quitarle el hechizo!»

¡Y no pudimos! Lamento informar que este pobre hombre nunca aprendió que nunca se puede ganar a una mujer recitando
repetidamente los méritos de otra. Esto se aplica a todos los tipos de persona ideal, ex-enamoradas, vecinas, las esposas de
otros hombres, guapas secretarias, estrellas de cine, esa preciosura en la portada de la revista, la del anuncio publicitario,
viudas, divorciadas, solteras, y la madre. Todas están en el mismo equipo.

Uno de los errores más comunes que veo en el tema de la otra mujer es el del hombre que nunca ha puesto a su mamá
donde debe estar. Estoy feliz de que tengas tan buena opinión de la tuya. Ella puede cocinar como las mejores. También
puede ocuparse de la casa. Es muy divertida y creo que es la mejor. Pero lo es para mí, ¡no para ti! Ahora tienes una nueva
persona a quien serle leal y será mejor que te asegures de que Marilyn sepa que ella ocupa el primer lugar de tu corazón.

Si insisto mucho en este punto, es porque he conocido a demasiados hombres a quienes nadie jamás les dijo, o se han
olvidado, de que nunca se le puede dar nueva forma a una mujer comparándola constantemente con otra.

4. Nunca eches una bomba después de tiempo.


Éstas vienen en diversos tipos y algunas son letales. Lo que tengo en mente es algo así: Repentinamente le dices a ella que
no te gusta algo que ha estado haciendo por largo tiempo. El darle a una mujer la idea de que ella te ha estado
desagradando todos estos años sin que tú le dijeras una palabra puede ser una experiencia un tanto devastadora. Y si se
pone a pensar, se preguntará «¿Qué otra cosa no le gusta?» Eso la pone nerviosa. Hace flaquear su confianza en sí misma,
en ti, y en el futuro.

Naturalmente, si acabas de darte cuenta de que no te gusta, eso es otra cosa. Pero aun aquí hay una manera correcta y otra
incorrecta para hacerle entender tu sentir, y será mejor que aprendas la diferencia.

5. Nunca te vayas cuando ella esté llorando.


Esto también se aplica cuando ella está gimiendo por dentro y tú lo sabes; o cuando sus ojos sólo están ligeramente
nublados; o cuando llora a mares. No importa si lo has causado tú u otra persona. Las lágrimas son un tiempo de ternura y
sólo hay una cosa que puedes hacer aquí. Es acercarla a ti y decirle que lo sientes.

«¿Por el amor de Dios, Marilyn, madura ya!» son ocho palabras que nunca deben salir de tus labios. Tal vez ella necesita
llorar. Algunas veces, las lágrimas son una terapia, y especialmente para una mujer, si ella tiene un hombro grande y fuerte
sobre el cual llorar. Ella apreciará estos momentos para siempre si le haces saber que te preocupas y que quieres
compartirlos con ella.

6. Nunca le pongas la mano encima excepto para amarla.


Naturalmente que el maltrato físico es ilegal en algunos lugares, pero probablemente causará un daño permanente aun
donde no lo sea. La mayoría de las esposas pueden perdonar que sus esposos no sean Valentino, que no sean grandes
intelectuales, o que no sean el vicepresidente de la compañía, pero el hombre que recurre a la fuerza bruta es otra cosa:
Con seguridad, es una desgracia para el coeficiente intelectual masculino. Recuerda el antiguo proverbio chino: «El que da
el primer golpe es porque ya no tiene más ideas». Así que si alguna vez te sientes tentado a hacerlo, lleva al perro en una
gira por los postes de luz; o de repente recuerda que tienes un compromiso importante; o si no crees que eso te dará tiempo
suficiente, entonces empaca tu pasta dental y vete fuera por una noche. ¡Cualquier cosa menos el maltrato!

He conocido a demasiados esposos que golpearon a sus esposas y después volvieron con los pedazos rotos para volverlos
a juntar. Claro que hacemos lo mejor que podemos, pero hay cosas en las que ya nunca se puede recuperar el antiguo
esplendor. Algunos de estos pobres tontos son enfermos, otros son sencillamente unos miserables, y a otros todavía les falta
madurar. Pero me es terriblemente difícil trabajar con todos ellos. Estoy seguro que la razón es en parte culpa mía. Lo que
pasa es que creo que sería una buena idea que todos los hombres que golpearan a una mujer fueran a su vez noqueados y
cayeran totalmente tendidos al piso.

Tomado del libro "Cartas a Felipe", Desarrollo Cristiano Internacional

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