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Al igual que con la tierra, para con los indígenas se aplicaron un conjunto de principios y

mecanismos de dominación que propiciaron la, hasta el momento, inferioridad indígena.


Entre esos principios y mecanismos podemos señalar:

La encomienda y el repartimiento, pese a que fueron verdaderos ejes del sistema colonial,
se conocen poco, y lo que de ellas se sabe aparece generalmente en definiciones muertas.

Repartimiento y encomienda fueron instituciones que nacieron unidas, entrelazadas, y así


permanecieron durante su primera etapa. Las implantó Cristóbal Colon en las Antillas, y en
su forma primitiva pasaron al continente. El repartimiento tenia dos aspectos, pues consistía
en repartir tierras y también indios para trabajarlas; y como este segundo aspecto se
justificaba diciendo que los indígenas eran entregados para que el favorecido velase por su
cristianización -le eran encomendados para ello-, repartir indios y encomendarlos fue, en
esa primera etapa, una misma cosa. La encomienda primitiva era en realidad un pretexto
para repartirse los indios y explotarlos y como ninguna instancia superior controlada lo que
se hacia con ellos, vinieron a estar, de hecho, esclavizados. Nos hayamos en la etapa
primitiva de la colonia. La corona de España no aprueba los vejámenes que se cometen en
su nombre pero tiene que tolerarlos, porque la despiadada explotación de los indígenas es
el acicate de la conquista y el pago de la implantación del imperio.

La encomienda primitiva fue una manera de disminuir, bajo el pretexto de que se entregaba
a los indios para cristianizarlos, el hecho de que se los repartía para explotarlos. La
esclavitud que se escondía tras el repartimiento y la economía primitivos no estaba
legalmente autorizada, era esclavitud virtual.

Sin embargo, hubo también en este sangriento periodo, justo a la esclavitud virtual, una
esclavitud autorizada y legal. En su afán de enriquecerse a toda prisa, los conquistadores
se las arreglaron para obtener permiso de esclavizar, con base legal, a aquellos indígenas
que presentaran una tercera parte resistencia armada. Este truco se complemento con el
celebre Requerimiento de Palacios Rubios, instrumento jurídico que bebía leerse a los
indios para llamarlos a aceptar pacíficamente la soberanía del monarca español.

Se les explicaba en él la existencia de los Papas como vicarios del Dios verdadero en la
tierra, y que el último Papa había donado los territorios indianos a los reyes de España. En
tal virtud, se invitaba -requería- a los indios a aceptar la nueva situación. Se les hacia saber
que, si rechazaban el requerimiento, "tomaremos vuestras personas, y a vuestras mujeres e
hijos, y los haremos esclavos, como tales venderemos, y dispondremos de ellos…" Esta
última amenaza era la verdadera razón de ser del requerimiento, porque servía para
justificar la esclavización de los indios y el robo de sus bienes. El documento fue elaborado
para que los indios lo aceptaran y evitar así la guerra, sino precisamente contando con lo
que no seria aceptado y daría una base legal a la esclavitud de guerra y al despojo de los
nativos. Así lo prueba el uso de el se hizo. El requerimiento se convirtió en parte integrante
del equipo que todo conquistador había de llevar consigo a América.

Acostumbrados como estamos a pensar la conquista desde el lado de los conquistadores,


olvidamos reflexionar sobre la que realmente significó para los conquistados. Imaginemos la
sorpresa de los indios al recibir o escuchar el requerimiento: Unos otros hombres venidos
del otro lado del mundo, cubierto el rostro con abundante pelambre y el cuerpo con
amenazantes atavíos de guerra, precedidos denla alarma y el terror de las matanzas y
despojos que vienen realizando en su recorrido, se plantan con un texto en la mano y con
las armas y las bestias listas para entrar en combate. Supongamos que se les traduce el
documento a su idioma y que se les da el plazo de cuatro o cinco días para deliberar y
decidirse. En ese plazo tendrían los indígenas, según las exigencias del requerimiento, que
abandonaran a sus divinidades y convencerse de que el Dios verdadero había venido al
mundo en tiempo remoto y en país desconocido, habría que echar por tierra las creencias
heredadas por siglos, y comenzar a rendirle culto a una pequeña figura humana fijada sobre
dos maderillas en cruzadas, que presentaba además el aspecto de los propios
conquistadores: tez pálida y luengas barbas. En unos pocos días habrá que renunciar al
dominio de las tierras y aceptar la soberanía de un Rey desconocido y lejano. Y peor de
todo: se sabe que se les exige inmediatamente pago de pesados tributos, la entrega de
metales preciosos, y que todos los pueblos que quisieron ser pacíficos tuvieron que
sublevarse a la vuelta de poco. Los indios deben haber comprendido que el requerimiento
era un truco, y que todas esas loas de un Papa y un Rey repartiéndose el mundo no tiene
otra finalidad que provocar el rechaza, justificar la guerra y darle bases legales a la
esclavización y al despojo. Es difícil pensar que no lo entendieran.

La esclavitud y esta forma de encomienda fueron suprimidas con las Leyes Nuevas, que
convirtieron a los indios en vasallos libres, obligados a tributar al Rey. Con estas Leyes, la
encomienda pasa a ser una concesión liberadora por el rey a un español con méritos de
conquista o colonización, consistente en percibir los tributos de un conglomerado indígena.
Esa fue la encomienda que se prolongó prácticamente durante toda la época de la colonia.

Pero mucho más importante que la nueva encomienda fue el nuevo repartimiento de indios:
sistema que obligaba a los nativos a trabajar por temporadas en las haciendas, retornando
con estricta regularidad a sus pueblos para trabajar en su propio sustento y en la producción
de atributos. Esta última institución fue la pieza clave para del sistema económico de la
colonia, y puede afirmarse que será imposible integrar una visión científica de la sociedad
colonial centroamericana (superando las limitaciones de la tradicional "historia de hechos",
así como el carácter fragmentario y des articulador de las monografías históricas) mientras
no se reconozca que la base de aquella estructura social fue su régimen de trabajo: el
repartimiento de indios, el trabajo obligatorio de los nativos, el riguroso control de los
indígenas en sus pueblos, desde los cuales eran enviados periódicamente a trabajar a las
haciendas y labores de los españoles y de sus descendientes a lo largo de los tres siglos
coloniales. Ese régimen le imprimió desde las bases un determinado carácter a la sociedad
colonial centroamericana y condicionó de manera decisiva las luchas sociales, las
ideologías, las formas del trato social y demás manifestaciones de la vida de aquella
sociedad.

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