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Una maldición se puede comparar con un largo y maligno brazo que se extiende desde el pasado,
como una sombra negativa sobre la vida de alguien que causa circunstancias negativas,
usualmente se extienden de generación en generación y cada área de la vida e incluso las
relaciones. La maldición ocurre como consecuencia del pecado o de la desobediencia ya sea
propias o de generaciones anteriores.
2. Barreras invisibles
Hay barreras o fuerzas invisibles que impiden avanzar en algo específico en la vida, el capítulo
habla de esas cosas que uno puede concebir en su vida y no es consciente que pueden atraer
una maldición, como objetos por ejemplo, y esa maldición se manifiesta por medio de enfermedad,
fracaso, frustración o ruina, etc. Dios me llevaba a revisar mi vida y mi familia analizando qué
cosas han traído maldición a mi vida.
Hay fuerzas espirituales que influencian lo que ocurre en el plano visible o material. Las cosas
que pertenecen al plano visible son temporales pero en el plano invisible se encuentra la realidad
verdadera y permanente porque allí encontramos las fuerzas que moldean nuestro destino, estas
fuerzas espirituales son las bendiciones o maldiciones que revelan un poder sobrenatural sobre
nuestras vidas. Las bendiciones producen resultados buenos y beneficiosos y las maldiciones
resultados malos y dañinos.
6. Falsos dioses
Quebrantar los dos primeros de los 10 mandamientos es otra de las causas de las maldiciones,
es decir que reconocer a otro dios por encima de nuestro Dios y hacer o adorar cualquier
representación artificial, “No tendrás dioses ajenos delante de mí”.
Vengo de una generación que ha adorado a falsos dioses, tanto a santos, a la virgen maría o a
imagenes, como a diferentes cosas materiales que han tomado el lugar de Dios. Todo Esto ha
traído maldiciones fuertes sobre mi vida y mi familia.
“Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti
todas las familias de la tierra.” Israel es una tierra especialmente bendita por Dios y todo el que la
trate con desprecio u hostilidad desatará maldiciones sobre su vida.
La carnalidad es buscar ser independientes, siendo guiados por nuestra naturaleza y no guiados
por el Espíritu Santo, las prácticas de la carne son detestables para Dios y esta es también una
maldición fuerte sobre mi familia. Por otra parte, el legalismo hace que veamos la ley por encima
de la gracia de Dios, dice la Palabra “todos los que están bajo las obras de la ley están bajo
maldición. El libro dice “confiar en las obras de la ley (legalismo) y hacer de la carne nuestra fuerza
(carnalidad) culminan en una maldición. Como resultado, el pueblo de Dios se encuentra viviendo
en sequedades y en tierra despoblada.”
Zacarías 5: 1-4 describe una maldición que viene por robar a los hombres y jurar en falso. También
se desata una maldición cuando robamos a Dios negando los diezmos, sin embargo el
arrepentimiento y la restitución atraen nuevamente la bendición.
Malaquías 3:8-10: ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En
qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque
vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en
mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de
los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el
día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Mateo
12: 36-37
Cada palabra negativa que declaramos con nuestra boca encontra de nosotros mismos, aun
inconscientemente, puede traer un efecto negativo a nuestras vidas. Dios toma muy en serio
nuestras palabras aunque nosotros mismos no lo hagamos.
Los pasos para librarse de una confesión equivocada: arrepentirse, revocar, reemplazar. A lo largo
de mi vida me he juzgado a mi misma por varias cosas de mi físico y mi personalidad, declarando
cosas negativas sobre mí misma.
13. Los servidores de Satanás
Satanás es el enemigo de Dios que busca destruir su pueblo y sus propósitos, para esto tiene
servidores que operan usando también las maldiciones como las armas principales en contra del
pueblo de Dios. Sin embargo, como leímos también en el libros de “Cerdos en la sala”, Jesús no
dio la autoridad y potestad de echar fuera demonios, por el poder de su nombre y de su sangre.
Debemos reprender constantemente a los demonios y ser libres, usando la autoridad que Jesús
no dio y aun más para deshacernos de las maldiciones que nos han oprimido.
“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el
día del juicio.” Mateo 12:36
Hay fuerzas espirituales que provienen del comportamiento de los mismos creyentes, ya que
usualmente en la iglesia hay murmuración, queja o chisme, lo que causa división en la iglesia o
heridas entre los creyentes, todo esto está prohibido en la palabra ya que causa heridas y desata
palabras de maldición sobre la vida propia o sobre otros creyentes. Reconozco que muchas veces
he caído en palabras ociosas en contra de la iglesia o en contra de otros creyentes, lo cual según
el libro y la palabra se llama blasfemia.
No solo las palabras que declaramos en contra de otros tienen poder, también las oraciones que
hacemos guiados por nuestra naturaleza carnal y en contra de la palabra y la voluntad de Dios,
cuando oramos fuera de la dependencia del Espíritu Santo podemos orar incorrectamente y hacer
que nuestra oración se abominable, como lo describe la palabra, además que cuando oramos así
estamos siendo guiados también por las motivaciones incorrectas. En este capítulo Dios me habla
directamente ya que muchas veces no sé cómo o qué orar y en vez de dejarme guiar y confiar en
el Espíritu Santo, empiezo a hablar confiando en mi propia sabiduría y Dios me muestra que estoy
equivocada y que esas oraciones no tienen validez. Dios me enseña que para orar debo
humillarme ante el Espíritu Santo y reconocer que lo necesito, entonces permito que me limpie de
mi motivaciones equivocadas y mis actitudes egoístas, para orar con amor y sinceridad por mi
misma y otras personas.
Maldiciones identificas en mi vida por causa de mis propios pecados o maldiciones generacionales
al leer la sección 2:
- Reconocimiento o adoración de falsos dioses
- Participación en ocultismo
- Faltar al respeto a los padres
- Opresión o injusticia
- Legalismo y carnalidad
- Sexo ilícito
- Robo y perjurio
- Robar a Dios con los diezmos y ofrendas
- Palabras declaradas en contra de las autoridades
- Maldiciones auto impuestas
- Maldiciones que proceden de los demonios
- Oraciones con malas intenciones en contra de otras personas
- Conversaciones acusadoras en contra de otras personas
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová
cargó en él el pecado de todos nosotros.” Isaías 53:6
Todos nos apartamos de Dios, le dimos la espalda y pecamos, trayendo el castigo o las
maldiciones sobre nuestras vidas, sin embargo Dios en su misericordia, tomó esos pecados y los
puso encima de Jesús para que pudiéramos ser libres y recibir la bendición, dice la palabra que
Jesús se hizo maldición y tomó nuestro lugar para redimirnos, sobre él recayó el castigo que debía
caer sobre nosotros. Esto solo lo podemos recibir gracias a la gracia de Dios y por medio de la fe
en Jesús y su obra.
La base para toda bendición en cada área de mi vida está en el intercambio que Jesús hizo en la
cruz.
Ahora que he recibido liberación y el perdón de Dios, puedo reclamar las bendiciones que Dios
ha prometido, estas son reveladas en la Palabra por medio del Espíritu Santo y están disponibles
para mí ahora puedo creerlo y disfrutarlas. Ahora estas maldiciones no afectarán mi descendencia
pero las bendiciones si la tocaran. Mi actitud hacia Dios debe ser gratitud y fe en que sus promesas
están vigentes para mí.
Por cada dificultad por la que pasamos, debemos proclamar la palabra de Dios declarando sus
promesas, de esta manera se activa el poder de Dios a nuestro favor y podemos obtener su ayuda.
Tenemos tres salidas pero la mejor es declarar palabras positivas junto con la palabra específica
de Dios, sin embargo, no puedo pedirle a Dios que cumpla su promesa si antes yo no he hecho
lo que él me ha pedido, además la confesión de la palabra debe producirse con fe en el corazón,
creyendo que en realidad Dios lo va a hacer porque él no miente y siempre cumple. Además,
debemos dar gracias a Dios por lo que él va a hacer, sin esperar hasta que la promesa se cumpla,
sino desde el momento que él hace la promesa confiando en que él va a cumplir y debemos
alabarlo por sus cualidades, por lo que Él es y lo que él representa a mi vida.
Como se mencionó en el capítulo anterior, es muy importante proclamar la palabra de Dios para
cada situación que enfrente, por una parte la proclamación atrae la bendición y ayuda de Dios,
por otro lado nos protege de los planes de satanás. La palabra debe ser proclama con sabiduría,
aplicándola a la situación específica y sin tergiversarla. Mi fe no debe estar en la proclamación,
sino únicamente en Dios, porque la proclamación solo demuestra nuestra fe en él.
Gálatas 3:13-14: Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque
está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición
de Abraham alcanzara a los gentiles, a fin de que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu.