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Rafael Germán Rengifo Sánchez

Comentario sobre la obra “Así en la tierra como en el cielo”

¿Por qué el hombre se empeña tanto en descubrir la monumentalidad espacial, lo que hay más allá
del cielo? ¿Por qué no en cambio busca el lugar en su mismo espacio? ¿Hay una especie de anhelo
en lo infinito del universo? Estas son preguntas que me hice al terminar de ver la exposición, yo
solamente me hago una idea de la inmensidad y de lo aprehensible del universo, más allá de todos
los descubrimientos científicos, éste sigue siendo imperante para la imaginación de los hombres,
inconmensurable para el diminuto hombre y mágico para las mentes que lo contemplan.

Eternamente resguardando los misterios más siniestros, el universo es el espacio menos conocido;
fotografías, videos, satélites, alunizajes y demás medios que el hombre ha utilizado para alcanzar
con una mano -artificial- el universo; sin embargo, Guillermo Adarve nos muestra una cara más
fantástica de aquello desconocido pero que nos acoge eternamente, su obra, basada en su
contemplación del cielo, se extiende más allá de éste y el nombre de la exposición sólo hace alusión
a nuestra puesta terrenal frente a la eternidad del cielo. Con un punto de intersección: además de
reflejar una dualidad en nuestras referencias, indica que hay una unicidad en toda esta
fragmentación, hay una red que vincula lo que hay en nuestra mundanidad y espacio terrenal y lo
que hay allá afuera, en la naturaleza cósmica; la unicidad del todo.

La referencia cristiana del título no es para nada una referencia moral, es más bien, una referencia
espacial, es el anhelo del hombre por alcanzar el cielo, en la actualidad y en el mundo objetivista
científico no es nada más que la imperante necesidad de seguir conociendo la realidad que nos
parece inaprehensible; tal vez para este caso es necesario la imaginación derivada de la
contemplación, porque en los mitos es donde se guarda también el misterio de nuestro recóndita y
ambigua mentalidad, fantasiosa y sublime cuando lo imaginativo se vuelve realidad, cuando la
ausencia se hace presencia, cuando lo que no existe se hace visible en la mente del hombre.

La cualidad de las cosas de ser universales sin necesariamente ser las mismas permite que la
literalidad se transfigure y se convierta en metáfora, en imaginación, en mitos, en símbolos; la
materia viva se convierte en materia inorgánica, pero esta nunca es inerte, siempre se mantendrá
en la red interminable de la dinámica de las cosas: una permanencia total en el sistema cósmico-
universal. Evidentemente esto se refleja en la obra de Guilelrmo Adarve, con su toque astral plasma
las realidades invertidas como muestra de la otra forma de ver las cosas, es la magia pura de la
mística del universo.

¿Por qué se genera esta imaginería? Cuando entramos al cuarto piso, nos encontramos con una
especie de “telescopio” que tiene su lente hacia el cielo; es un espejo que nos devuelve la mirada
del cielo a la tierra, es una forma de decir que nuestros ojos se dirigen allí y que es necesario
contemplarlo invitándonos a lo desconocido. Pronto nos iremos dando cuenta que hay una
simbología chamánica en “Estación espacial”, también científica con “La cuadratura del círculo” pero
para mí, hay algo esencialmente siniestro en obras como “Abducción” y “Horizontes paralelos”.

El árbol que crece mas allá del cielo sistemáticamente crecerá sus raíces y se extendera en
profundidad ¿a medida que el hombre descubre algo nuevo necesita saber más? El desconocimiento
es proporcional a su anhelo de descubrir, es la relación dual de la naturaleza; sin embargo, el
mensaje que emana está entre aquella zona intermedia de lo que conocemos y lo que imaginamos.
En “Estación espacial” podemos observar aquella mística de la virtualidad, cuando el espacio, que
se convierte nuestra humanidad en el universo se transfigura en un espacio más fantástico: la
imaginación; clave alusión al tema religioso-astral, espiritual-natural. El hecho de que la Estación
espacial tome forma de un objeto misterioso, de procedencia chamánica y de aspecto natural -las
raíces, la esfera-, produce un efecto de fantasía, como si nos dijese que el universo es mágico
porque, reitero nuevamente, nuestra imaginación es inmensa, como el universo mismo.

En “La cuadratura del círculo” hay un aspecto simbólico en las formas del círculo y el cuadrado, y
también la cualidad de inversión se hace presenta ¿No consideramos la tierra rígida como el
cuadrado encerrado por el cielo curveado como el círculo? Pues en esta obra podemos observar lo
contrario, es el cielo que se ve enmarcado por la tierra, tal vez allí se hace presente lo misterioso del
círculo, incierto porque es el origen y el final del todo.

En “Abducción” se hace evidente el papel del agujero, especialmente en el espacio donde ocurren
los fenómenos como el agujero negro y los agujeros de gusano; uno plantea el final hacia el vacío y
lo no espacial y el otro un enlazamiento de espacios separados en el espacio. En la obra se hace
presente de nuevo el árbol, la pregunta es ¿serán raíces lo que salen de aquél agujero o estarán
siendo succionados o será la copa del árbol que sufre aquella dualidad? He ahí el misterio del
universo, que nos une a todos, desde abajo hasta arriba o desde arriba hasta abajo, completamente
y todo.

Tal es la magnitud de la obra de Guillermo Adarve que su obra muestra lo místico en lo científico,
uniéndonos al universo a través de formas de la naturaleza que explicitan vida y vinculación de lo
conocido y desconocido y de las dualidades presentes en nuestra existencia.

Ojos, jaulas y plumas

¿Hasta dónde nos puede llegar el placer que socava en nuestro interior para luego, en una explosión,
rebosarse y convertirse en dolor? ¿Cuándo nuestros deseos suplidos se convertirán en los martirios
de los lamentos? Tal es la experiencia que uno toma de las excesivas pinceladas empastadas y las
degeneradas figuras que explicitan el erotismo agónico de algunos homosexuales; Aunque ¿Por qué
no todos? Teniendo en cuenta la libertad sexual y ampliación del fenómeno erótico como muestra
de su oposición frente a la impositiva hetero-moralidad; masoquismo, sadomasoquismo, dolor y
placer, algolagnia, todos fenómenos del erotismo “perverso” y reflejo del pathos poroso por la
mirada inquisitiva de la sociedad conservadora-religiosa.

Las pinturas se construyen con rabia, sus fuertes empastes comparten en su excesivita el fuerte e
intenso deseo del pintar por liberarse: catarsis. En algún momento el toque desastroso de las
composiciones nos lleva a pensar que el autor quiere mostrar la “patología” sadomasoquista,
narcisista y egotista de aquellos que permanecen callados. Es una muestra del silencio que sale a la
luz explosivamente, como ruido producto de una vibración que busca resonar y chocar con todos
sus muros hasta ser penetrados; desde lo mas recóndito de la intimidad del sexo, los matices del
erotismo y del agravio moral del sujeto

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