Vous êtes sur la page 1sur 6

Arístides Bastidas: “El paralítico más caminador

de Venezuela”
Este paisano es único e inigualable, pues su fortaleza estaba radicada en el
alma, en cada palmo de su ser, al punto de que supo andar por la vida sin
quejarse ni menospreciarse, sino todo lo contrario, pues su existencia la
dedicó al servicio de los demás a través de la comunicación social los 365
días de cada año que compartió con nosotros su anhelo constante de vivir,
sin importarle sus propios males.
Raúl Freytez
Yaracuy, nuestra hermosa región plena de historia, tradiciones, mitos y leyendas,
estrenó recientemente una nueva universidad, afincada en las bases sólidas y
profundas de lo que fue, y sigue siendo en el sentimiento de los yaracuyanos, el
Instituto Universitario de Tecnología del Yaracuy, mejor conocido como el IUTY,
cuyas labores académicas dieron inicio el 5 de marzo de 1974 mediante decreto
presidencial Nº 1641, bajo el mandato del presidente Dr. Rafael Caldera, pero
desde antes, el 15 de mayo de 1972, en la "Casa Yaracuy" de Caracas, ya había
germinado la semilla de esa casa de estudios en el alma del Dr. Félix Pifano,
Pedro Cordido Wohnsiedler y Francisco de Sales Pérez, entre otras
personalidades, quienes elaboraron un anteproyecto afín a la creación de la
primera casa de estudios universitarios para Yaracuy.
El proyecto nunca quedó engavetado, y en el año de 1975 designan al Dr. Pedro
Cordido Wohnsiedler como el primer director del Instituto Universitario de
Tecnología del Yaracuy, con las siglas IUTY, que al poco tiempo -por quebrantos
de salud- entrega el cargo al antropólogo Neptalí Álvarez. Los programas
académicos dieron inicio el 3 de octubre de 1975, en lo que fue la Escuela Granja
de la Hacienda Santa María en el caserío “El Ceibal”, del municipio Bruzual,
estado Yaracuy, donde por cierto, al pasar de los años, también se fundó la sede
del Centro Regional de Apoyo al Maestro del estado Yaracuy (CRAMY), la
Escuela de Formación de Policías y finalmente la Universidad Nacional
Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Nacional (UNEFA).
Fueron tiempos difíciles para los estudiantes, sobre todo para el traslado hacia El
Ceibal, pues la sede del IUTY quedaba en el corazón del campo bruzualense, y
aunque se adquirieron autobuses al efecto, de igual modo la lejanía les obligaba a
madrugar para poder llegar a tiempo al centro estudiantil.
Por tal motivo los ediles del Concejo municipal de San Felipe, para entonces
presidido por Nicolás Ojeda Parra, ubicaron un extenso terreno que luego fue
donado para construir allí la sede de esa casa de estudios, en la vieja calle 32 o
Av. Arturo Uslar Pietri, cruce con la Avenida Intercomunal José Antonio Páez
(frente a la Plaza Las Banderas), municipio Independencia, estado Yaracuy.
Luego de 35 años de formar Técnicos Superiores en las especialidades de
Tecnología Agrícola, Pecuaria, Alimentos, Recursos Naturales Renovables,
Administración, mención: Gerencia de Empresas y Enfermería, y luego de integrar
los Programas Nacionales de Formación (PNF) en Informática, Agroalimentación y
Administración, se inicia su transformación hacia Universidad Politécnica
Territorial, el 26 de enero de 2009, honrada con el nombre de Arístides Bastidas,
uno de los yaracuyanos más ilustres en el mundo de la investigación científica, la
escritura y el periodismo, formalizada por decreto presidencial 1.224, en la Gaceta
Oficial número 40.547, de fecha 24 de noviembre de 2014.
Esta nueva designación de IUTY a Universidad Politécnica Territorial Arístides
Bastidas, ahora con las siglas (UPTAB), tiene su razón de ser. Y se debe a la
necesidad de ampliar la oferta académica que anteriormente cobijaba una
matrícula que sobrepasaba los 7 mil estudiantes y ahora se amplió al punto de
duplicar el número de 15 mil plazas estudiantiles, por la profundización del sistema
de formación municipalizada que se aplica en el estado Yaracuy con la Misión
Sucre.
El IUTY, durante más de 40 años de fructífera labor académica, formó múltiples
cohortes de profesionales en las carreras de Ingeniería en Agroalimentación;
Higiene y Seguridad Laboral; Informática; Procesamiento y Distribución de
Alimentos; Enfermería Integral Comunitaria y Administración de Empresas, a lo
que se ha sumado la posibilidad a miles de estudiantes a nivel regional y nacional,
con la inclusión de las nuevas carreras de Seguridad Alimentaria y Cultura
Nutricional; y la oportunidad de que los venezolanos que hayan obtenido su
pregrado, ahora logren profesionalizarse en postgrados y doctorados, aquí en
Yaracuy donde los sueños pueden hacerse realidad.
Este nuevo sentir que reimpulsa el hecho educativo regional y nacional, nos eleva
la fe al cubo, pues los jóvenes crecerán de forma académica y por ende el país
tendrá en ustedes sus perfectos aliados para hacerlo más grande y próspero con
el apoyo y conocimiento de todos los profesionales egresados de esta magnífica
casa de estudios.
De ahí la necesidad que existe de que conozcamos el honor que nos han
conferido con la designación de este centro de luces con el nombre de “Arístides
Bastidas”, un paisano que se remonta a muchos años luz en grado de inteligencia,
tolerancia, amor al prójimo y perseverancia, pues aunque su vida no fue color de
rosa, jamás dio su brazo a torcer a pesar de las enfermedades y dolencias que
minaron su cuerpo, pero nunca su espíritu combativo.
Muchas veces vemos pasar a nuestro lado a miles de personas y desconocemos
el valor humano que cada uno de ellos representa para la comunidad. Nosotros, el
pueblo llano, ese que pisa a diario las calles de San Felipe y cada una de las
localidades que conforman el estado Yaracuy, tenemos mucho de qué
enorgullecernos. Nuestra tierra tiene el encanto de la naturaleza en su mágico
esplendor verde, en el valor de la herencia cultural, musical, natural y
arquitectónica, y sobre todo en el patrimonio humano relacionado a ese
valiosísimo pentagrama musicalizado de gente, de mujeres y hombres cuyo
esfuerzo se nota en su accionar, bien sea en el campo de la docencia, la
medicina, la historia, la ciencia, la cultura y la comunicación social, por nombrar
tan solo algunos oficios en los que se ha destacado nuestra gente.
Por eso es muy importante que conozcamos algunos aspectos relevantes de
Arístides Bastidas y su valioso aporte al conocimiento de las letras y del
periodismo científico e investigación. Y entre sus muchas frases y expresiones
más conocidas, para un hombre destinado a terminar sus años postrado en una
silla de ruedas a raíz de un accidente automovilístico, y luego ciego, padeciendo
de artritis soriática que inflamaba sus articulaciones con gran dolor, aun así
escribió en uno de sus libros más hermosos “El anhelo constante”, que, cito:
“Cuando la pena nos agobia un insustituible tónico puede estar en la sonrisa de
una desconocida en el arrullo de una voz cercana. En el corazón de nuestros
semejantes, si nos lo proponemos, encontraremos la mejor farmacopea para los
quebrantos del alma, aunque los psicólogos pretendan quitarnos del léxico esa
palabra”.
Esto dice mucho de una persona que aunque en principio tuvo que hacer grandes
esfuerzos para sobrellevar la pobreza en la que se vio sumergido, y luego su
grandeza al no decaer jamás a pesar de las enfermedades y a la misma
adversidad que le obligó a ser desplazado en silla de ruedas, nunca doblegó su
inquieto peregrinar hacia horizontes de grandeza, por lo que con mucha razón de
él dijo el escritor y expresidente de Venezuela Ramón J. Velásquez, que:
“(Arístides Bastidas) era el paralítico más caminador de Venezuela”.
Arístides Bastidas nació el 12 de marzo de 1924, en lo que era el poblado “El
Aserradero”, que con el correr de los años fue reconocido como “San Pablo”. Un
área rural del estado Yaracuy de escasos vecinos, donde cimentó un humilde
hogar la pareja conformada por Castorila Gámez y Nemesio Bastidas, que muy
pronto decidieron ir a probar suerte en Caracas (1936), donde Arístides no logró
culminar sus estudios como hubiera deseado, tanto así que no terminó el primer
año de bachillerato en el liceo “Fermín Toro”, y a partir de ese instante todo lo que
aprendió, y en buena medida, lo hizo en la universidad de la vida.
Desde entonces empezó a ganarse el sustento diario en varios oficios, hasta que
llegó el día en que se enamoró de lo que habría de ser su pasión hasta el final de
sus días: el periodismo. Eso fue en 1944 en el periódico “Últimas Noticias”, para
entonces dirigido por Kotepa Delgado, el mismo que acuñó la expresión “Escribe
que algo queda”.
“Esa Universidad de la vida” le otorgó la libertad de formarse de manera
autodidacta, con un desempeño adelantado para la época, raras veces visto en
otras personas, pues hizo de la escritura su razón de ser, y así Caracas pudo
notar que la gente llana de las barriadas, así como los altos funcionarios del
Estado se veían publicados en las páginas de “Últimas Noticias”, periódico en el
cual dejó grandes amigos y gratas experiencias laborales, que le hizo inclusive
fundar el Sindicato de Trabajadores de la Prensa y el Instituto de Previsión Social
del Periodista y del Círculo de Periodismo Científico.
A los pocos años empezó a trabajar en el diario El Nacional, allí se codeó con
Miguel Otero Silva y Antonio Arráiz, entre muchos precursores de la Asociación
Venezolana de Periodistas (AVP), y en ese sentir literario dejó claras huellas de
profesionalismo catedrático, pues en cada párrafo, en cada cuartilla dejaba el alma
escrita del pueblo, en sus reportajes y crónicas que destacaba en la página
científica dominical publicadas diariamente en la columna "La Ciencia Amena"
desde 1968 hasta el año de 1981.
Desde entonces no se detuvo en su exitosa trayectoria periodística y los
reconocimientos llegaron a raudales con el “Premio de Reportaje” otorgado por la
AVP; luego el “Premio Nacional de Periodismo” como mejor reportero del año;
después el “Premio Nacional de Periodismo” como el mejor periodista de
trayectoria profesional; también el “Premio de Periodismo Científico” otorgado por
la Sociedad Interamericana de Prensa, y de paso la Universidad Central de
Venezuela (UCV), lo reconoció con el título de Profesor Honoris Causa de la
Facultad de Humanidades, hasta que en 1982 obtuvo el premio “Kalinga”,
otorgado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura, (Unesco), considerado como el Premio Nobel de la divulgación
científica, un galardón recibido por muy pocos personajes del mundo.
A su paso por las aulas de la UCV, dejó una vasta obra periodística en crónicas y
reportajes, que fueron publicados en los libros “El anhelo constante”, “La ciencia”,
“La ciencia amena”, “Los órganos del ser humano”, “Hombres de la salud y la
ciencia”, “La Tierra, morada de la vida y del hombre” y “El átomo y sus
intimidades”, obras bibliográficas de un profundo contenido humano, tal y como
cuando escribió en el libro “El anhelo constante”, cito: “A veces la tristeza ronda en
torno de nosotros como un animal rapaz en torno de una liebre blanca. (…) Son
esas épocas en que la ternura y la alegría parecieran haberse espantado de este
mundo. (…) La fe en la esperanza se demuestra, precisamente, en estas
emergencias donde nos falta todo menos el anhelo de vivir”.
Esa forma de ser de Arístides Bastidas, extrovertido, polémico, de mente
hiperactiva, aun ante las enfermedades que minaron su cuerpo, no le impidieron
de ningún modo crear la Cátedra Libre de Periodismo Científico, de hecho fue el
pionero y primer presidente del Círculo del Periodismo Científico en Venezuela y
de paso fundador de la Asociación Iberoamericana de periodistas científicos.
Y en lo relacionado a la investigación y divulgación científica, Arístides siempre
sostuvo un lenguaje accesible y decodificado de la información que llegaba a la
gente con sencillez, didáctica y atracción en la lectura amena para estimular
curiosidad e interés por el tema a tratar.
Y, precisamente, esos elementos forman parte de los requerimientos que ustedes
como investigadores deben poner en práctica a la hora de realizar sus
experiencias pedagógicas, y por qué no, resucitar, reavivar aquí, en este centro de
luces el “Círculo de Periodismo Científico Arístides Bastidas”, en honor a este
hombre batallador, simbolizando un claro homenaje a su asombroso legado, al
que organizaciones locales, regionales y nacionales le han ofrendado
reconocimientos otorgándole su nombre a instituciones educativas como la
Universidad Católica Andrés Bello que fundó la Cátedra de Periodismo “Arístides
Bastidas”, y el hasta el mismo lugar donde nació lleva desde 1993 la designación
del Municipio Arístides Bastidas, cuya capital es San Pablo.
Este paisano es único e inigualable, pues su fortaleza estaba radicada en el alma,
en cada palmo de su ser, al punto de que supo andar por la vida sin quejarse ni
menospreciarse, sino todo lo contrario, pues su existencia la dedicó al servicio de
los demás a través de la comunicación social los 365 días de cada año que
compartió con nosotros su anhelo constante de vivir, sin importarle sus propios
males, hasta el día en que falleció en Caracas, a los 68 años, el 23 de septiembre
del año 1992.
Ustedes como investigadores, tienen un gran reto por delante, deben tener muy
clara la información que deseen difundir a través de los medios de comunicación
social, y sobre todo verificarla, bien sea de primera mano o de fuentes confiables,
para que los lectores de sus trabajos acojan el producto de sus investigaciones y
las evalúen con objetividad y respeto.
De modo que el buen nombre de este valioso yaracuyano está más vigente que
nunca por su fecunda labor de maestro de generaciones de comunicadores
sociales, hombre de letras y alma científica, que se manifiesta y conjuga
perfectamente con la misión de la “Universidad Politécnica Territorial de Yaracuy
Arístides Bastidas”, de suma relevancia al formar a las mujeres y hombres del país
capacitados como Técnicos Superior Universitarios, Licenciados e Ingenieros;
altamente calificados en las áreas de Agropecuaria, Agroindustrial, de Recursos
Naturales Renovables, Enfermería, Administración, Química, Informática, Higiene
y Seguridad Laboral, con capacidad y profesionalismo para contribuir al desarrollo
regional y nacional, y para orgullo de los yaracuyanos, esta casa del saber lleva el
nombre de uno de sus hijos más preclaros que con apenas un hilillo de voz y sin
piernas activas, llevó la ciencia y el producto de sus investigaciones a todos los
pueblos del mundo; se levantó como Lázaro que nunca murió, porque los poetas
no mueren, solo cierran los ojos para descansar. Ese es, Arístides Bastidas el
hombre convertido en Universidad, la casa de las luces de donde surge el
presente y futuro de la patria.

Vous aimerez peut-être aussi