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TENEBRIO MOLITOR1

El ruido de los caballos despertó a los niños de la hacienda. Los hombres armados
venían con sus animales, como era su costumbre. Entraron por la puerta de
adelante, como señores y dueños del predio. Sin golpear, sin avisar, sin llamar a la
puerta. Simplemente irrumpieron buscando las llaves del contenedor del patio
trasero. A sus oídos llegó el rumor que los Peña tenían gran variedad de insectos
en su depósito particular. Querían saber de qué especie eran.
-Son simplemente grillos y gusanos de arena, no tenemos más. Dijo el hijo mayor
del campesino.
-Nos llegó información que están cultivando Tenebrio, ¿es eso cierto…??
-Usted sabe que cultivar esos animales requiere un espacio importante, mucha agua
y mucho alimento. Y ni siquiera tenemos para comer nosotros. Respondió el padre.
-Mire…le voy a ser sincero…todas estas tierras hasta lo que era el antiguo
Magdalena medio están sin una res y ni una sola hectárea cultivable…estamos
buscando a los campesinos que tengan Tenebrios en cría, en gusano o en pupa,
para cambiarlos por comida. Mire que es muy buen negocio. Piense en su familia.
El Estado está preocupado por su gente y su comida…así que debería ayudar a la
causa…
El hombre de sombrero que hablaba con propiedad del tema, haló la correa y sacó
a su animal de la sombra. Era un escarabajo de apariencia desagradable, lento para
su tamaño, pero feroz en apariencia, además su mandíbula le daba un aspecto
aterrador.
-Este pequeñito se llama Vicente…por que le encanta comer gente…!!
-Si ven…ustedes quieren a las crías no para disolver plástico…sino para
convertirlos en esas fieras…!!
El hombre acercó el animal a la hija menor del campesino. El insecto de una altura
no mayor a 70 centímetros y casi un metro de largo abrió su primer juego de
mandíbulas, sus diminutos ojos estaban tomando expresión de mamífero
adiestrado. La joven estaba aterrada, apretó fuerte la mano de su hermano mayor.
-Oiga…ya …suelte a mi hija…ya les dije que sólo tenemos gusanos, bueno… hay
algunos huevos, pero no alcanzan los 30 centímetros, significa que de larvas van
alcanzar medio metro apenas.
- No me vea la cara…

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Nombre científico del coleóptero llamado escarabajo o gusano de la harina.
-Se lo juro, hace unos meses crecieron unas larvas grandes, pero llegaron otros
sujetos armados y se las llevaron y también nos amenazaron a todos. Aprendí la
lección y ahora solo tengo las crías suficientes para darles de comer a mi familia y
vender algunas en el pueblo. Para sobrevivir no más.
-Muéstreme el depósito, o si no Vicente les va a dejar un bonito recuerdo.
El padre inició el camino rumbo al depósito, tomó las llaves de la alacena y miró a
sus hijos. Los nervios y la ansiedad del momento tenían a los tres jóvenes contra
las sillas de la cocina sin poder moverse.
- Después de casi 40 años de evolución y manipulación genética, deberían saber
que con esas especies no se deberían meter…dijo el hombre del sombrero.
-Nosotros lo sabemos, pero de algo se debe vivir y no estamos haciendo nada malo.
-Una cosa es criar Tenebrio para comer y disolver plástico…otra muy distinta es
criar animales para grupos subversivos.
-Que no estoy cultivando Tenebrio…dijo enérgico el campesino. Y mucho menos
para los otros…ya es suficiente con ustedes que nos mantienen en zozobra cada
vez que llegan a la puerta.
Luego de una caminata de unos 40 pasos, llegaron al depósito. Su apariencia era
de un horno de panadería antiguo. Tenía una puerta de vidrio que permitía ver a su
interior. Tenía unas dimensiones de unos 30 metros de largo por 15 metros de
ancho. Estaba lleno de pequeñas urnas de medio metro con luces en su interior. Se
podían apreciar los huevos y las pupas moverse bajo el calor de los bombillos
alógenos que conservaban un poco de calor, sin embargo, la temperatura del
espacio interior era mucho mayor que la temperatura ambiente. Las manos del
campesino estaban marcadas con cicatrices de las mordidas que lanzaban las
larvas que ya crecidas podían alcanzar los 70 centímetros. Las larvas estaban en
un contenedor externo, una especie de cobertizo que permitía que las lavas se
movieran con mayor normalidad. Debían alimentarlas con las mismas pupas de las
otras crías que no alcanzaban a sobrevivir el paso a larva. Era un proceso en
general corto. Desde el pequeño huevo, debía pasar unos dos meses para alcanzar
su etapa de larva. En este momento debían venderlas lo más pronto posible antes
que se convirtieran en pupas, capullos que darían coleópteros usados para destruir
el plástico que estaba cubriendo la faz de la tierra. Debían venderlas porque una
pupa a punto de sacar un adulto era un peligro para los humanos.
Las investigaciones iniciaron a finales de los años 90 en algunas universidades de
Norteamérica. Científicos descubrieron las habilidades para desintegrar plástico de
estos insectos, gracias a una baba de proteína que expelían cuando comían
lograban disolver plástico que no era biodegradable, en tan sólo unas cuantas
horas. Con esto se logró diezmar la cantidad de plástico que estaba cubriendo la
tierra. Luego llegaron las hambrunas. El cambio climático subió la temperatura de
la tierra en un promedio de cuatro grados. El campesinado se vio obligado a buscar
otras especies vegetales para cultivar. Con el tiempo, la ganadería desapareció
como fuente de alimento en casi el 80% de la tierra. A finales de la década del
2020, llegaron a nuestro país para hacer las pruebas de laboratorio. El objetivo era
cultivar estos pequeños insectos para paliar el hambre de la población campesina y
la población en general, ya que los pequeños huertos orgánicos e hidropónicos no
daban abasto con las necesidades de la enorme población. Afortunadamente la Ley
de 0 hijos radicada en 2036 se aplicó con vehemencia y la población la acató sin
mayor resistencia. Ahora la población es muy vieja, los trámites para poder concebir
y tener un hijo se demoran años y muchos prefieren seguir cultivando insectos que
aumentar su prole. Los primeros que cultivaron Tenebrio fue el mismo Estado que
apoyó desde el comienzo esta iniciativa de los centros de genética y entomología
que se abrieron a raíz de la búsqueda de nuevas fuentes de alimentación para la
población. La manipulación genética, los experimentos y la desesperación por falta
de comida lograron que Científicos de MIT, sacaran una cría de Tenebrio de
dimensiones colosales, 10 centímetros. 80% de su tamaño original. Sin embargo, la
empresa privada y centros experimentales de entes no identificados, lograron a la
par resultados mucho más aterradores. Salieron a flote en la prensa la aparición de
los superinsectos. Los insectos de dimensiones gigantescas era la solución para la
problemática de hambre que era el principal problema de la tierra. Las grandes
multinacionales dejaron la tecnología, los nuevos combustibles y los medios de
comunicación y se concentraron en la manipulación genética, en un comienzo como
respuesta médica a enfermedades terminales y para evitar malformaciones
congénitas. Luego para ser supersoldados, pero el hambre era un problema mayor.
Todos los esfuerzos se reunieron en crear animales lo suficientemente grandes que
pudieran disolver una cantidad de plástico considerable y sirvieran al tiempo de
alimento para la sociedad.
Muchos campesinos iniciaron el cultivo en el campo de estos animales, no obstante,
pasaron muchos años para dejar el miedo por las dimensiones que alcanzaron estos
nuevos superinsectos. Ya con la nueva fuente de alimentación, se crearon mafias
de grupos que querían el control de las nuevas especies, la rivalidad fue tal que se
crearon los carteles de los insectos, se traficaban pupas y larvas como si fueran la
droga de las décadas anteriores. La ausencia del Estado en el campo, volvió a este
espacio en un nuevo escenario de violencia y conflicto. Los pobres campesinos se
encontraban contra la espada y la pared sin saber si debían seguir cultivando
Tenebrio o morir de hambre.

El hombre del sombrero se asomó a la puerta del contenedor y alcanzó a observar


huevos y pupas de grillos y otras especies menores que no eran de su interés.
-Abra…le dijo al campesino.
-El hombre tomó las llaves y las llevó al cerrojo, giro la gran manija y un hedor a
plástico quemado invadió todo el lugar. Ya acostumbrados a este aroma, los
hombres su pusieron pañuelos en la cara y entraron en el depósito. Vieron con
detenimiento los huevos y las pupas.
-¿Y las larvas…?? ¿Dónde están…?
-Las vendo rápido, apenas están a punto de salir las llevo al pueblo y se venden
solas. Tengo unas pocas en el patio, están dándole al plástico.
- Lléveme …le dijo el hombre señalando el patio.
En ningún momento soltó a su animal de compañía. El coleóptero del hombre tenía
todo su cuerpo marcado por cicatrices, evidencias de peleas que acostumbraban a
hacer para divertirse. Los ponían a pelear con perros, entre ellos y se escuchaba el
rumor a gritos que les daban de alimentar campesinos humildes que criaban
Tenebrios para los otros muchachos.
Llegaron al patio, un espacio de unas cuatro fanegadas que tenía varios cobertizos
de 40 metros de largo, allí reposaban las enormes larvas en contenedores que
cubrían con salvado, hojas de palma de plátano que ya no producían fruto y plástico
que desintegraban en un santiamén. Las larvas eran peligrosas, sus mandíbulas
podían arrancar la mano de un adulto, lo que obligaba a una manipulación
cuidadosa. Las movían entre varios hombres cuando era el momento de llevarlas
de nuevo al contenedor interno con temperatura modificada cuando se estaban
convirtiendo en pupas.
- Estas larvas son de Tebrios…dijo el hombre sereno.
-No, dijo el campesino, son de grillo y Palorus…les decimos palos. No son violentos
y producen más carne que los mismos Tenebrios, mire, le dijo el campesino
invitándolo a observar el interior del contenedor.
Los hijos del campesino encendieron las luces del cobertizo, se podían apreciar
perfectamente unas 300 larvas de insecto, la mayoría de unos 60 a 70 centimetros
de largo. Algunas increíblemente enormes alcanzaban el metro de largo. Su fuerza
era extraordinaria y aunque no eran mamíferos, sus ojos podían vislumbrar cierta
comprensión de lo que sucedía alrededor.
-No dijo que tenía poquitas…??
-Estas son poquitas, no ve que son para vender para más de 2000 habitantes del
departamento.
Al final del cobertizo se encontraba una bodega vieja y en mal estado. De allí
provenía un ruido eléctrico que se escuchaba a cierta distancia.
-Y qué tiene ahí..?
- Nada
- Vamos a ver
El hombre dirigió al campesino a la pequeña bodega. Estaba con unos candados
enormes colgados de unas grandes cadenas.
-¿Y para qué esos candados tan grandes..?
-Por seguridad señor, usted sabe cómo son las cosas por acá.
- Abra a ver …
El campesino tomó las llaves, sus hijos seguían todos los movimientos de su padre.
El hombre del sombrero encendió una linterna. Vio algo que se movía al interior de
la bodega.
-¿Qué tiene ahí? …Son Tenebrio….¿cierto?
-Ya le dije que no…Son Palos…Palorus…son inofensivos…no comen carne.
-El hombre con la linterna se dispuso a entrar en la bodega cuando uno de los
Palorus brincó sobre su humanidad. Un enorme coleóptero de más de un metro de
largo. Le arrancó la cabeza con una facilidad pasmosa. El pequeño Tenebrio que
acompañaba al hombre sufrió la embestida de otros dos Palorus que lo devoraron
en cuestión de minutos. Los hombres que acompañan al sujeto del sombrero no
alcanzaron a reaccionar y se vieron rodeados por una decena de Palorus que los
amenazaban con sus mandíbulas abiertas, soltaron las armas y pidieron
misericordia.
-Ahhh si… como cuando ustedes les dan de comer campesinos a sus
Tenebrios…nosotros debemos alimentar a estos palos y si vieran como comen
estos hijuemadres…!
Ya empezaba a asomarse el sol por la cordillera cuando el campesino y sus hijos
estaban alistando varias larvas y pupas para llevar a vender al pueblo.
La hija del campesino lo mira y le dice:
- Papá, van a venir más hombres.
-Como siempre ha sido mija
-Y ¿qué hacemos?
-Lo de siempre, los llevamos al cobertizo y si no se convencen les mandamos los
Palos, ¡ya sabe cómo mantienen de hambre...!

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