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BIOGRAFÍA

Clara Rockmore fue la primera virtuosa de la música de la era de la electrónica. Históricamente el mundo de la música
ha sido siempre un feudo masculino, aspecto este que en el campo de la electrónica se ha visto más acrecentado si
cabe, tal vez por la idea aparentemente más cientifista que difunde, y que sólo en épocas muy recientes ha sido
abordado sin prejuicios de género.

Es por ello todavía más trascendente la aportación de Rockmore en los años 30. Considerada la mejor thereminista de
todos los tiempos, no recibió ninguna clase de instrucción sobre como interpretar un instrumento nuevo como el
theremin, sobre el que no existía ningún método de interpretación establecido. Clara supo encontrarlo y lo desarrolló
hasta el punto de convertirlo en el modo clásico de interpretarlo. Desde entonces, y han sido muchos los intérpretes de
theremin, ninguno ha logrado adoptar una pose tan elegante, de tal complicidad con el instrumento, de simbiosis
instrumento-intérprete, hasta entonces una característica sólo reservada a pianistas o violinistas. Por vez primera un
instrumento electrónico poseía características sonoras y estéticas que sólo tenían los instrumentos acústicos y por fin la
música electrónica había encontrado a su primera gran dama, a su primera gran diva.

La niña prodigio

Corría finales del año 1928, cuando una jovencita de apenas 18 años de la comunidad rusa de Nueva York llamada
Clara Reisenberg se presentó en el Hotel Plaza acompañada por un profesor de química, el Dr. Vinogradov, amigo del
célebre compositor ruso-estadounidense Joseph Schillinger (1895-1943). El objetivo de la visita a dicho establecimiento
era la de conocer a un científico e inventor recientemente llegado de la lejana Unión Soviética, de nombre Lev
Sergeyevich Termen, que había desarrollado un instrumento musical mágico que se tocaba sin necesidad de ser tocado
físicamente. La suite de Termen estaba atestada de invitados y periodistas que querían constatar las peculiaridades de
tan insólito aparato, que el propio inventor ya había demostrado con gran éxito en una gira que le había llevado por
varios países europeos.
Clara había acudido a la presentación con la intención de distraerse, sin saber lo que se encontraría, no obstante,
desde un primer momento quedó absolutamente intrigada por el aspecto externo del instrumento, por su calidad
estética y al mismo tiempo fascinada por la personalidad arrolladora de su creador.
Cuando Theremin muy cortésmente le ofreció a Clara probar el instrumento que lleva su nombre y la joven alzó los
brazos para proceder a tocarlo, probablemente nadie, ni siquiera la propia intérprete, sabía que aquel simple gesto iba a
cambiar su vida para siempre…

Clara Reisenberg había nacido el 3 de marzo de 1911 en Vilna (Vilnius), Lituania, entonces territorio que formaba parte
del Imperio Ruso. Con sólo tres años de edad causó una tremenda conmoción en el Conservatorio Imperial de Música
de San Petersburgo cuando tocó el piano y demostró una capacidad inusitada para coger los tonos con facilidad.
Leopold Auer (1845-1930), el renombrado y virtuoso violinista, según muchos el mejor del siglo XIX, y profesor de los
mejores violinistas del siglo XX, como fueron Jascha Heifetz (1900-1987), Mischa Elman (1891-1967) o Efrem Zimbalist
(1889-1985), la aceptó como estudiante "no oficial" de violín al año siguiente. Cuando en su examen
de ingreso al Conservatorio se encaramó sobre una mesa como si de una pequeña niña prodigio se
tratara, dejó asombrado al tribunal presidido por el célebre compositor Alexander Glazunov (1865-
1936), obteniendo un 5+, la calificación más alta posible. Con cinco años de edad, se convirtió en la
estudiante más joven jamás admitida en el Conservatorio Imperial de San Petersburgo, donde Clara se
centró en el estudio del violín. Su hermana mayor, Nadia, nacida en 1904 estudiaba piano. La familia
Reisenberg adoptó como residencia la entonces capital del país, con la intención de estar próximos a sus hijas.
No obstante, se vivían tiempos turbulentos. Durante el período de Guerra Civil que siguió a la caída del zar Nicolás II y
la Revolución Soviética de octubre de 1917, la familia Reisenberg atravesó por momentos precarios y padeció
penalidades y situaciones de persistente hambruna. Hacia 1919, mientras todos los profesores de música huían del
devastado Petrogrado (antes San Petersburgo), la familia siguió el mismo camino y regresó a su oriunda Vilna,
poniendo fin a los estudios de Clara y de Nadia.
Una vez asentado el régimen soviético bajo el gobierno de Lenin, hacia 1920 ella y su hermana Nadia, viajaron por
Polonia, Lituania, Alemania y Francia realizando conciertos con gran éxito en los cuales eran presentadas como niñas
prodigio. Así y todo la situación de inestabilidad social y política en Rusia era permanente y a finales de 1921 la familia
decidió emigrar a los Estados Unidos.
El 19 de diciembre de 1921, Clara, sus padres y sus hermanas, Anna y Nadia, arribaron a Nueva York como pasajeros
de entrepuente en un buque de vapor, portando declaraciones juradas de parientes estadounidenses, en las que
certificaban que tenían planes de asentarse de modo regular en los Estados Unidos. La familia se adaptó pronto a
Nueva York, donde se integraron en la importante comunidad rusa de la ciudad. Poco después de llegar, Clara quedó
gratamente sorprendida de reencontrarse con su antiguo tutor de violín, Leopold Auer, que había emigrado en 1918, y
con el que reemprendió las lecciones que la guerra tan bruscamente había interrumpido.
Clara y Nadia continuaron sus estudios en Estados Unidos, y siguieron ofreciendo recitales de piano y violín, pero ese
día de finales de 1928 lo cambió todo.

Cuando la joven Clara elevó sus brazos delante de las antenas del theremin, la sensación fue diferente a todo lo que
había experimentado con anterioridad. Cada mínimo gesto de sus brazos y dedos bien calibrados de violinista, así como
una madurada sofisticación musical, le hacían adoptar una pose tan natural como caminar o respirar, mientras puntuaba
el aire con su música. Aquella demostración impactó a todos los asistentes, dado que desde un principio Clara fue
capaz de extraer del instrumento notas con gran precisión, algo que casi nadie podía hacer nada más ponerse delante
del theremin, y menos de un modo instintivo.
Termen, impactado por la gran habilidad técnica de Clara Reisenberg, vio en ella la gran oportunidad de llevar al
theremin a su máximo potencial como instrumento, al mismo nivel que cualquier otro instrumento tradicional. La
habilidad técnica de Clara era sensacional, pero lo que realmente le daba ventaja y la distinguía de otros thereministas
a los que el propio Termen instruyó desde su llegada a Norteamérica a finales de 1927, era su absoluta precisión para
conseguir los tonos, una cualidad fundamental para alguien que interpreta un instrumento que no le da una referencia
visual sobre dónde se encuentran las notas.
Clara se sentía muy halagada por los cumplidos del inventor, pero era una "violinista ocupada" con compromisos de
concierto que cumplir con Nadia. No obstante, un día, mientras ensayaba el Concierto Para Violín de Beethoven,
experimentó un dolor terrible en su brazo derecho. Ese dolor desembocó en una persistente debilidad que comenzó a
minar su energía y a mermar su técnica. Las consultas con los especialistas dieron con la raíz del problema: la
malnutrición que Clara había padecido cuando era niña a causa de la hambruna, durante la Revolución y la Guerra
Civil, le había provocado una severa debilidad ósea. A esas alturas había poco que se pudiera hacer para rehabilitar
unos huesos mal formados durante la etapa de crecimiento.
Termen, sabedor de los problemas físicos de Clara se presentó en su apartamento de la calle 69 con un regalo, un RCA
Theremin (un modelo fabricado en serie por la famosa firma estadounidense y del que se construyeron 500 unidades).
Clara lo guardó y por hobby lo tocaba de vez en cuando. El violín era todavía capital en su vida.
Desgraciadamente el brazo de Clara no mejoraba y aunque realizó dos o tres intentos de retomar el violín, los médicos
certificaron que tendría que abandonarlo definitivamente. Entre tanto había continuado probando el instrumento de
control espacial, también llamado eterófono.
Según pasaba el tiempo, Termen experimentaba un interés por Clara que iba más allá de la mera amistad. Siempre que
había fiestas y celebraciones de la comunidad rusa de Nueva York, Clara estaba invitada. Un ejemplo de su atracción
por ella lo encontramos el 3 de marzo de 1929, el día de su decimoctavo aniversario. Termen preparó para Clara un
pastel rodeado por un campo electromagnético. Cuando ella se acercó, el pastel que se encontraba sobre una
superficie mecánica rotó y la única vela que había en el centro se iluminó como por arte de magia. Lo que nació como
una amistad y una pasión común por la música, se estaba transformando en amor a ojos de Termen y en fuerte amistad
y cariño para Clara.
A menudo, tres o cuatro noches a la semana, iban juntos a los clubs nocturnos neoyorquinos, él con su smoking y ella
con vestidos negros de fiesta, siguiendo a las bandas de los más importantes hoteles. Termen era un gran bailarín, y en
muchas ocasiones ambos eran confundidos por profesionales, con los focos centrados en ellos mientras las otras
parejas les rodeaban y aplaudían. Según la propia Clara "Él era guapo, ágil... bailamos y bailamos tanto que se
enamoró profundamente de mí".

La diva del éter

Al margen de su relación personal con el inventor, el 1 de abril de 1932 tuvo lugar la presentación en el Carnegie Hall
del terpsitone, el nuevo invento en el que Termen había estado trabajando durante diez años. En el marco de un
concierto eléctrico el inventor presentó además del terpsitone varios de sus instrumentos, como una orquesta con 16
thereministas, el theremin de teclado, el rhythmicon, el theremin cello y el Illumovox, un instrumento óptico que
generaba variados efectos lumínicos dependiendo de los cambios de tono efectuados con un theremin. El terpsitone se
trataba de un instrumento de control espacial con el cual el bailarín podía controlar el sonido mediante sus movimientos.
Una plancha metálica aislada debajo de la plataforma de baile actuaba como antena para el tono, registrando el
movimiento de elevación del cuerpo y el cese del mismo, como cambios relativos en el tono. El funcionamiento básico
era el mismo que el del theremin, si bien el volumen y el vibrato eran controlados separadamente por un operario detrás
del escenario.
El inventor había estado probando a diferentes bailarines profesionales que fueran capaces de interpretarlo
correctamente con resultados infructuosos, hasta que finalmente le pidió a Clara que lo intentara. A pesar de sus
reticencias iniciales, Clara disfrutó con la variedad de posiciones coreográficas que podía adoptar para crear una nota
determinada, algo que con el theremin estaba limitada a realizarlas sólo con la mano. Todo su cuerpo estaba dentro del
campo musical. Clara demostró el terpsitone interpretando el Ave Maria de Bach/Gounod acompañada por el arpista
Carlos Salzedo. Vestida de negro, comenzó a bailar sobre sus rodillas en posición de plegaria, levantándose
lentamente. A pesar de lo avanzado de la propuesta de Termen con la que se adelantó unos 40 años a experimentos
similares desarrollados en el MIT de Massachussetts, el terpsitone sólo se utilizó una vez más en una demostración en
la Columbia University por parte de Clara y quedó finalmente relegado al olvido.
Hacia 1932, Clara estaba totalmente comprometida en transferir sus sensibilidades musicales del violín al theremin,
pero no intentaría un debut en solitario, dejando aparte su presentación del terpsitone, hasta que no hubiera alcanzado
el nivel artístico que ella siempre se había autoexigido, aunque no existiera un precedente para él en el theremin. Clara
jamás estudió la técnica del theremin con su inventor más allá de tres lecciones introductorias, que fueron más
demostraciones de los movimientos básicos de los brazos que lecciones musicales formales. Practicaba a tiempo
completo estudios estándar de violín copiados de libros de ejercicios para centrarse en su precisión técnica (escalas, y
memorización de secuencias melódicas tales como patrones de notas de dos staccatos y dos legatos), como
preparación para su gran debut en Nueva York. Se ejercitó en la técnica de control espacial con el rigor que se había
aplicado con el violín, intuyendo los gestos más efectivos. Su inmersión en el dominio del instrumento fue tal que
desarrolló sus propios gestos y posiciones de las manos. Se dio cuenta de que manteniendo las puntas de sus dedos
pulgar e índice de la mano derecha en contacto, podía conseguir uniformidad y control del vibrato y extendiendo y
contrayendo cada dedo de la misma mano podía controlar con precisión la melodía dentro del campo eléctrico. Esta
técnica, bautizada por la prensa de la época como “aerial fingering” (digitación aérea), había sido adaptada de la
interpretación del violín, y fue la que sentó cátedra y ha perdurado como el método clásico para aprender a tocar el
theremin.
Cabe constatar que existían en aquella época una docena de thereministas cuyo entusiasmo por el instrumento
superaba con creces su habilidad para interpretarlo correctamente. Los casos de Lucie Bigelow Rosen, Lennington
Shewell o Juliet Wolfe Shaw, son ejemplos de intérpretes que se centraban en piezas lentas del repertorio popular y
generalmente de escasa dificultad. No obstante, es curioso observar como muchos de estos thereministas obraron
más -probablemente de modo inconsciente-, dificultando que alentando la aceptación pública del instrumento que
adoraban, dado que se trataba de personas de clase alta que promocionaban el instrumento en fiestas privadas y
reuniones de pequeñas elites y no entre las masas populares. Tiempo después muchos críticos llegaron a admitir
abiertamente que tras asistir a recitales de Clara Rockmore, habían cambiado sus ideas preconcebidas sobre el
potencial del theremin, que con su escasa técnica esos intérpretes menos diestros habían infundido entre la audiencia y
la prensa especializada.
En 1933 y de un modo inesperado, Clara Reisenberg se casó con Robert Rockmore, un distinguido representante de
artistas que había conocido a la edad de 14 años. Rockmore estaba bien situado en su profesión. Tenía una larga
asociación con el mundo del teatro como apoderado del actor, cantante y activista por los derechos civiles Paul
Robeson (1898-1976), y en un tiempo amigo y confidente del dramaturgo Eugene O'Neill (1888-1953). El último triunfo
de Rockmore había sido su producción en la primera obra de teatro de actores afroamericanos en Nueva York, Run,
Little Chillun!, que se estrenó en Broadway el 1 de marzo de 1933. La boda de Clara fue un duro golpe para Termen,
que pocas fechas antes le había pedido matrimonio. Al conocer la noticia súbitamente rompió todo contacto con ella.
El 30 de octubre de 1934, Clara realizó su recital de debut en el Town Hall de Nueva York, con su nuevo apellido de
casada, Rockmore. A pesar de que el inventor todavía mantenía las distancias, el grado de involucración de Clara con
el theremin continuó. Ella misma superó sus propias expectativas y desarrolló una consumada técnica que ningún otro
intérprete había alcanzado jamás. En su ambicioso programa, interpretó Berceuse de Igor Stravinsky, el Andante de la
Sinfonía Española de Edouard Lalo, Kaddisch de Maurice Ravel y piezas de Bach, Marcello, Goldmark, Glazunov,
Rachmaninoff y Tchaikovsky. Pierre Luboschutz la acompañó al piano y Joseph Yasser al órgano. El programa finalizó
con una serie de espirituales cantados por el Hall Johnson Male Sextet apoyados por el theremin y el órgano. Supuso el
primer intento solista del theremin en un recital completo de piezas legítimas del repertorio clásico. El concierto recabó
unas críticas excelentes por parte de la prensa neoyorquina.
Termen finalmente rompió su largo silencio cuando escuchó a Clara en la interpretación radiofónica de la pieza de Ravel
Kaddisch, acompañada por la Alfred Wallenstein Symphonietta. El teléfono de Clara sonó y le dijo en ruso "tocas como
un ángel". Termen finalmente se había hecho a la idea de su matrimonio con Robert Rockmore. Quería demasiado a
Clara como para perder incluso su amistad.
El 14 de agosto de 1937 en un concierto en el Robin Hood Dell con la Philadelphia Orchestra, Termen fue testigo junto
a una audiencia de 4500 espectadores, del más ambicioso concierto de Clara hasta la fecha: la interpretación de
Schelomo de Ernest Bloch en su RCA Theremin, una pieza originalmente compuesta para cello y orquesta, en donde el
theremin substituía íntegramente la parte de violonchelo. El Philadelphia Evening Bulletin la nombró "gran virtuosa del
instrumento" y concluyó que "Una de las mayores metas conseguidas por la señora Rockmore ha sido la casi total
eliminación del glissando", aspecto este que resultaba molesto a muchos oyentes. Clara había alcanzado la mayor
precisión posible en el theremin de RCA, pero su técnica era capaz de mucho más, y ya demandaba un instrumento con
mayor capacidad de respuesta. A pesar de las reticencias iniciales, y según el requerimiento de Clara, Termen comenzó
el diseño de un instrumento hecho a la medida del potencial real de su técnica. Ella demandaba un control más rápido
sobre el volumen y también aumentar el rango de octavas, de tres a cinco, con lo cual convertiría al theremin en un
instrumento mucho más flexible y perfectamente capaz de interpretar con él pasajes musicales mucho más rápidos con
mayor precisión.
El 15 de septiembre de 1938 Lev Termen desapareció de Nueva York sin dejar rastro regresando a la Unión Soviética,
no sin antes entregarle a Clara Rockmore el theremin con las nuevas especificaciones. Su situación económica era
acuciante. Los intentos de comercializar sus últimas invenciones extramusicales (alarmas, sistemas de apertura
automática de puertas, etc.), habían sido un fiasco y existían serios problemas con su permiso de residencia. La estrella
de Termen en América se había apagado definitivamente.
El 27 de octubre de 1938, Clara apareció en el Town Hall de Nueva York en su mayor recital en los
últimos cuatro años con el flamante theremin mejorado, sólo seis semanas después de la súbita
partida de Nueva York por parte de Termen. El nuevo theremin tenía un mueble ligeramente más
pequeño que el modelo comercial de la RCA porque el amplificador se ubicaba fuera de la caja, lo cual
lo convertía en menos voluminoso. Entre otros cambios, fue adaptado para incorporar sugerimientos
que Clara recibió por parte del pianista Josef Hofmann, entre los que se incluían un método para evitar
que los tubos de vacío se calentaran demasiado rápido, permitiendo que no se tuviera que afinar el
instrumento con tanta frecuencia.
Con su hermana Nadia en el piano, Clara llevó a cabo un ambicioso programa centrado por completo
en los cuatro movimientos de la Sonata Para Violín Y Piano de César Franck (1822-1890). Los resultados fueron
excelentes y los críticos de su tiempo consideraron que el instrumento había alcanzado su mayoría de edad, pudiendo
ya ser considerado un instrumento con un alto grado de expresividad, y se sentenció que el theremin parecía no poseer
límites técnicos.
Aunque hasta ahora se ha hecho referencia únicamente a Clara, cabe decir que su hermana Nadia está considerada
como una de las mejores intérpretes de la obra pianística de Franz Josef Haydn, y fue tutora de algunos de los mayores
virtuosos del piano de su época. Clara se refirió a su colaboración con su hermana en los siguientes términos: “éramos
como una sola alma, un solo cuerpo y un único par de oídos”.

En el otoño de 1940, Clara Rockmore inició una gira de conciertos junto a Paul Robeson, un cantante de espirituales y
actor de color, que años más tarde fue inhabilitado por el Comité de Actividades Anti-Americanas durante el
macartismo, dada su militancia comunista y su lucha por los derechos civiles de los afroamericanos. Robeson había
realizado diversos viajes a la Unión Soviética entre 1934 y 1937, y era un buen amigo de Robert Rockmore. Clara y
Paul a su vez se hicieron grandes amigos, llegando incluso a hablar en ruso durante las giras, para mayor confusión de
propios y extraños. Ella le llamaba “Pavlik” y él a ella “Clarochka”. En concierto interpretaban separadamente, en sets
alternos (él el primero y el tercero y Clara el segundo), cada uno con un pianista diferente. Clara se acompañaba por
Eugene Helmer. Tras el intermedio Clara abría la segunda parte del concierto y Paul lo concluía. Clara en esta primera
gira de costa a costa de Estados Unidos interpretó piezas de Brahms, Bach y Ravel.

Un segundo “tour” tuvo lugar durante el otoño de 1941 con William Schatzkamer como pianista, que les llevó desde el
medio oeste hasta Ottawa, cruzaron Canadá, actuaron en Winnipeg, Vancouver, y hacia el sur en el estado de
Washington, Oregon y en California (San Francisco y Los Ángeles). En Diciembre concluyó la gira y Clara retornó en el
expreso Santa Fé Chief a Nueva York.

Por último, en octubre de 1942, Clara y Paul realizaron una tercera gira, la más larga hasta la fecha, que duró seis
meses, y les llevó por todo el país y Canadá. Fueron unos 70 conciertos (uno cada dos o tres días). El éxito fue muy
grande, y como Clara comentó tiempo después "Disfruté de un gran reconocimiento y audiencias que jamás habría
conseguido por mi misma".

Durante aquella época, Clara Rockmore también contempló la idea de interpretar nuevos trabajos para
el theremin y no sólo circunscribirse al repertorio clásico, incluso espoleó a los compositores para que
escribieran piezas para el eterófono, pero aunque algunos incluyeron el theremin en sus
composiciones, ella siempre quiso interpretar música melódica, porque consideraba que esencialmente el theremin era
un instrumento melódico. En un gesto de cierto divismo por su parte, como la mayor parte de las piezas
contemporáneas no le gustaban, no las interpretaba. Muy ocasionalmente interpretaba piezas en la tradición romántica
de compositores contemporáneos como Erich Korngold (1897-1957), Joseph Achron (1886-1943), y Alexander
Grechaninov (1864-1956). No obstante, Clara siempre fue muy peculiar al respecto de su arte. Por ejemplo era muy
meticulosa en relación al espacio que necesitaba para tocar, dado que el theremin necesitaba un área alrededor del
mismo para ser interpretado según sus criterios. No aceptaba cámaras, periodistas e incluso a la propia orquesta
invadiendo su espacio. Asimismo demandaba una ubicación muy determinada para el altavoz del theremin, que ella
siempre situaba detrás de ella, ligeramente por encima de su cabeza y orientado hacia la audiencia. Con este
emplazamiento podía escuchar fácilmente el efecto de sus movimientos con las manos, aplicando las oportunas
correcciones de tono, volumen o timbre antes de que la audiencia se apercibiera de ellas.

En 1944 Leopold Stokowski (1882-1977), pensó que ya era hora de realizar una composición para el theremin.
Stokowski sentía una gran admiración por Clara, a la que consideraba que "podía hacer música sobre el fogón de una
cocina". En los años 30 Stokowski estaba tan entusiasmado con el theremin y otros instrumentos electrónicos, que
había pensado en crear una orquesta eléctrica, pero sus planes quedaron en una simple declaración de intenciones
dada la poca capacidad de utilizar dichos instrumentos como orquestales, por tanto se concentró en el theremin como
instrumento solista. Con el propósito de que Clara lo interpretara, Stokowski le encargó la composición de un concierto
para theremin y orquesta al compositor y pianista de origen sirio-chipriota Anis Fuleihan (1900-1970), cuyas más
reseñables composiciones provenían de la década de 1930. Compositor y solista otorgaron especial importancia a los
aspectos técnicos, y Fuleihan produjo un concierto completo de tres movimientos. Clara presentó el concierto con
Stokowski como director y la New York City Symphony el 26 de febrero de 1945 en el New York City Center. La crítica
fue unánime, y se exaltaron tanto las cualidades de Clara como intérprete, como la calidad de la pieza
de Fuleihan.

En el marco de esta vorágine de éxito, Hollywood entró en escena. Para el film de Alfred Hitchcock
Spellbound (Recuerda, 1945), el compositor de la música Miklós Rózsa (1907-1995), creó un complejo
solo para theremin. Se le ofreció a Clara Rockmore una sustanciosa cantidad por la interpretación de dicha parte. No
obstante, Clara rechazó la oferta debido al uso frívolo que Hollywood le tenía reservado al instrumento, tratando de
crear sugestión, terror, angustia en el oyente, mediante la creación de efectos, no música. El enfoque de Clara con el
theremin estaba en las antípodas del que le pretendía dar el mundo del cine. Ella interpretaba música
seria, no aspiraba simplemente a asustar al público, a convertir su instrumento en una curiosidad de
feria. Finalmente, el thereminista que interpretó la pieza, y que a la postre se convertiría en célebre fue
el Dr. Samuel Hoffman (1904-1968), un quiropodista de Nueva York, que por las noches y de modo
amateur tocaba el theremin en diversos clubs de la ciudad. Hollywood utilizó el instrumento en films
como The Lost Weekend (Días Sin Huella, 1945), The Day The Earth Stood Still (Ultimátum A La
Tierra, 1951), y como un elemento cómico en la propia película como es el caso de The Delicate
Delinquent (Delicado Delincuente, 1957), protagonizada por el comediante Jerry Lewis. No obstante,
las películas que incluyen el instrumento desde entonces se pueden contar por centenares y abarcan
todos los géneros.

La partitura de Spellbound consiguió el Oscar de la Academia, y el theremin obtuvo el reconocimiento


inmediato. Por su parte Hoffman, fue, probablemente sin saberlo, el primero que le dio al público en
general, su primera gran dosis de música electrónica, y creó una asociación mental en el
subconsciente popular entre el sonido del theremin y las películas de ciencia ficción de serie B,
aspecto este que probablemente ha marcado a varias generaciones.

El 30 de julio de 1947, un público de 450 espectadores en el Manhattan Lewisohn Stadium escuchó el


Concerto de Fuleihan con la New York Philharmonic Symphony, dirigida por el compositor Bernard
Herrmann y Clara Rockmore al theremin. En enero de 1948 Clara interpretó nuevamente a Fuleihan
con la Philadelphia Orchestra bajo la batuta de Alexander Hilsberg en la Academy Of Music.

Clara continuó realizando conciertos hasta 1954, fecha tras la cual entró en un período de aparente inactividad del que
sólo reaparecía ocasionalmente para ofrecer alguna entrevista o conciertos privados. El theremin era requerido
fundamentalmente para crear efectos sonoros en el cine, pero no como instrumento de concierto. Pocas eran las piezas
musicales nuevas que lo incluían y no solían ser representadas en muchas ocasiones. Asimismo, Clara tras su retirada
se dedicó a dar clases particulares de theremin de modo ocasional, dado que el dinero no era un problema para el
matrimonio Rockmore. Cuando el profesor Termen todavía residía en Estados Unidos, Clara fue la única thereminista a
la que autorizó a enseñar el método de interpretación del instrumento.

En 1961, un joven ingeniero neoyorquino recién licenciado en física por la Universidad de Cornell llamado Robert Albert
Moog entró en contacto con Clara Rockmore. Desde que era un adolescente había estudiado los esquemas y
diagramas del RCA Theremin y estaba tan fascinado con el invento que había comenzado a fabricar su versión del
theremin en su propia empresa R. A. Moog Company (más tarde Moog Music Inc.). Clara le recibió muy amablemente
en su apartamento de la Calle 57 de Nueva York. El joven traía un theremin con la intención de que la diva lo probara y
le diera su opinión. Clara Rockmore le dijo que si quería que lo tomara como un tipo serio tendría que construir un
instrumento mucho mejor. Así y todo el joven no se amedrentó y siguió trabajando en pos de su idea de crear
instrumentos electrónicos.

En mayo de 1962 Robert y Clara Rockmore estaban de visita turística en Rusia. Mientras estaban en Moscú pensaron
en Lev Termen, pero ya había pasado un cuarto de siglo desde que lo habían visto por última vez. Una noche, durante
una cena con un científico, Robert Rockmore le preguntó por pura curiosidad si sabía algo de un inventor llamado
Termen. El científico, contestó como quien no quiere la cosa "he almorzado con él hoy". Clara casi se desmayó al
escuchar estas palabras.

Quedaban pocos días para que el matrimonio Rockmore abandonara la Unión Soviética, por tanto no podían recurrir a
los cauces oficiales para reencontrarse con el inventor. Al día siguiente y por medio de la recepcionista de su hotel se
arregló una conversación telefónica con él. La misma voz que Clara recordaba sonó al otro lado del aparato. Su
reencuentro se produjo en una estación de metro, un lugar idóneo para mitigar las voces de su conversación y las
escuchas indiscretas de los servicios de seguridad. Al día siguiente de este breve encuentro, el matrimonio Rockmore
tenía que asistir a una representación teatral. Termen les dijo que durante el intermedio salieran. Él estaba fuera
esperándoles en un taxi que les condujo al apartamento de Termen en el complejo de viviendas Leninsky Prospekt,
donde pasaron una velada muy musical con la esposa y las hijas del inventor.

En 1969, el joven constructor amateur de theremines Robert Albert Moog se había convertido en Bob Moog, el principal
artífice de la introducción del sintetizador en la música popular, y esta vez Clara sí lo tomó seriamente y mejoró su
opinión sobre los theremines que fabricaba su empresa. Desde entonces Moog y Clara Rockmore se hicieron buenos
amigos, hasta tal punto que la diva del éter accedió a que el fabricante de sintetizadores le restaurara el theremin que
Lev Termen había construido para ella en 1934, con la ayuda y supervisión de Mike Jasen el ingeniero de Rockmore
desde hacía varias décadas.

El arte del theremin. Un nuevo renacimiento

A mediados de los años 70 Clara ya sentía el peso de la edad, y quería dejar para la posteridad una grabación de su
forma de interpretar el theremin. Aunque llevaba cuarenta años interpretando el theremin, jamás había realizado una
grabación discográfica. En los años 50 había tenido conversaciones con Goddard Lieberson de Columbia Records, pero
aunque éste reconocía que Clara tocaba de un modo maravilloso no existía demanda de discos de theremin, por
consiguiente nunca se llevó a cabo una grabación.

En 1976, Robert Moog convenció a la diva para que realizara una serie de grabaciones del repertorio
clásico que había estado interpretando durante más de 40 años con el theremin, acompañada de su
hermana Nadia al piano. El subsiguiente LP apareció en 1977 bajo el título de The Art Of The
Theremin, reeditado en disco compacto en 1987 (Delos 1014), que incluye textos en el libreto escritos
por Robert Moog, que incluso ha afirmado que fue grabado suficiente material como para publicar un
segundo álbum, que espera publicar en un futuro próximo. En este álbum se incluyen piezas de Tchaikovsky, Ravel,
Rachmaninoff, Stravinsky, Achron o Manuel de Falla entre otros. Paralelamente a esa grabación
sonora, se realizó otra en video en la que Clara Rockmore ofrecía una entrevista y mostraba su técnica
con el theremin a lo largo de 58 minutos. El vídeo titulado Clara Rockmore. The Greatest Theremin
Virtuosa, incluye una introducción realizada por Bob Moog, está producido por Big
Briar, Inc y fue editado en 1998, tras el fallecimiento de la diva del theremin.

Tras estas grabaciones Clara Rockmore volvió a su plácida vida alejada de los escenarios, sólo
interrumpida por el fallecimiento de su hermana Nadia en 1983 a los 79 años.

Con la vejez, los hechos del pasado de reviven más vivamente. Clara Rockmore deseaba
reencontrarse con Termen nuevamente. Su siguiente encuentro se produjo en septiembre de 1991, cuando Lev Termen
fue invitado por el compositor y creador de la síntesis en modulación de frecuencia (FM), John Chowning del CCRMA
(Center for Computer Research in Music and Acoustics), de la Stanford University a los Estados Unidos. En este
encuentro, Clara recibió a Termen en su apartamento de estilo Art Déco de la Calle 57, donde tocó para él y
conversaron mientras tomaban té. Este viaje vino también propiciado por el cineasta neoyorquino
Steve M. Martin. En 1990 había estado en Moscú filmando exteriores y al propio Lev Termen en su
apartamento rememorando hechos del pasado, pero para completar su documental sobre la vida del
inventor necesitaba que Termen viajara a Estados Unidos. Finalmente se consiguió un visado por
parte de las autoridades soviéticas y se pudo hacer realidad el sueño de Clara, de Moog y de muchos
otros.

El 3 de noviembre de 1993 falleció en Moscú a los 97 años de edad Lev Sergeyevich Termen. Sólo un
día antes, el director Steve M. Martin había finalizado su documental Theremin: An Electronic Odyssey,
que narra la azarosa vida del inventor, los años que residió en Estados Unidos y su relación musical y
personal con Clara Rockmore.

El domingo 10 de mayo de 1998 a la edad de 88 años y a causa de las complicaciones derivadas de una apoplejía,
fallecía Clara Rockmore, la gran virtuosa, la gran diva del instrumento electrónico más famoso de todos los tiempos.

El legado musical de Rockmore, además de su disco The Art Of The Theremin, es una grabación (un ‘air-check’ de
hecho), del Concerto For Theremin And Orchestra tal y como fue presentado en Nueva York en 1945, incluido dentro
del álbum Ionisation (Symposium 1253), que incluye la pieza del mismo título de Edgar Varèse, además de varias
piezas de Beethoven, Sibelius o Elgar.

Pero aparte de su arte en forma de grabación discográfica o de su theremin mejorado, que ha pasado a manos de una
alumna suya llamada Dalit Warsaw, Clara Rockmore nos ha dejado mucho más. Un método de interpretar un
instrumento nuevo, un compromiso inquebrantable con una forma de concebir el theremin y su arte, y una importante
labor de divulgación del mismo a través de giras y conciertos.

Por otro lado, el theremin es un instrumento que sigue fascinando a nuevas generaciones de músicos. Se calcula que
existen en el mundo unos 12.000 theremines. El precio de uno de los 500 RCA Theremin que se fabricaron en los años
30 puede oscilar entre los 5.000 y los 25.000 dólares, dependiendo de su estado de conservación, y que son venerados
por todos los thereministas del mundo. Existen varias empresas que fabrican el theremin en kits de montaje, entre ellas
las firmas Moog Music Inc y PAiA, si bien hay otras que lo hacen de un modo más artesanal. Anualmente se celebran
varios certámenes de thereministas, fundamentalmente en Estados Unidos, donde dicho instrumento cuenta con
centenares de intérpretes aficionados, la mayoría de ellos con instrumentos de fabricación y diseño propio.

Su sonido es ya parte intrínseca de la cultura popular del siglo XX. Aunque su presencia en el mundo de la música
clásica ha sido tangencial con contados ejemplos de autores que han escrito piezas pensando en este instrumento, su
aportación al cine ha sido más que significativa. Toda película de ciencia ficción o de terror de los años 50 y 60 que se
precie ha de incluir un theremin en su banda sonora. La música pop y el jazz también han sido un terreno fértil para la
proliferación de grabaciones en las que ha estado presente el theremin. Desde Good Vibrations de The Beach Boys,
llevada a cabo con un sucedáneo del theremin denominado Tannerin, obra del músico e inventor Paul Tanner y de
ejecución similar a una ‘slide guitar’, pasando por discos de Jimmy Page o actualmente de grupos como Air, Mercury
Rev o Marilyn Manson entre muchos otros.

Con estos precedentes, y gracias a la semilla que plantó Clara Rockmore en los años 30, el theremin es un instrumento
que tiene garantizado su futuro.

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