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Desde 1996 la Ciudad de Buenos Aires adeuda un Código Ambiental que regule las

actividades y sus impactos en la Ciudad. Este código es esencial para cumplir con
el Plan Urbano Ambiental de 2009, que dispone la creación de dicho marco
normativo. Desde el Observatorio de Derecho a la Ciudad realizaron una acción de
amparo, ante esta deuda histórica.

“No tenemos un código ambiental porque la clase política empresaria de la Ciudad


sabe bien que permitir el debate y la realización de diagnóstico participativo, que
son las instancias primarias y preparatorias para iniciar el debate de un nuevo
código, va a visibilizar las problemáticas ambientales que no tienen la suficiente
relevancia en la agenda pública y va a generar que la ciudadanía conquiste más
derechos”, expresó Jonatán Baldivieso, del Observatorio de Derecho a la Ciudad,
en dialogo con Gestionpublica.info.

La Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires consagra, en los artículos


26 a 30, la preservación y defensa del medio ambiente, la fauna y flora, así como
el patrimonio cultural, urbanístico y arquitectónico. Asimismo, el artículo 81
dispone que con el voto de la mayoría absoluta del total de los miembros de la
Legislatura porteña, esta “Aprueba y modifica los Códigos de Planeamiento
Urbano, Ambiental y de Edificación”.

Desde el Observatorio del Derecho a la Ciudad se acercaron a la justicia “para


pedir que se declare esta deuda, como una omisión inconstitucional y se obligue
tanto a la Legislatura Porteña, como al Poder Ejecutivo, a aprobar un Código
Ambiental para la ciudad y que se inicie inmediatamente la discusión y el debate
del contenido de este marco normativo, dando una amplia participación ciudadana
a los efectos de que el código no sea desarrollado únicamente por funcionario o
por los desarrolladores inmobiliarios como suele suceder. Sino que sea impulsada y
discutida desde la ciudadanía, asambleas, organizaciones y ciudadanos”, informó
Baldivieso.

Para que el Código Ambiental cuente con normas de amplio consenso y


legitimidad, resulta indispensable que su elaboración sea llevada a cabo a través
de un proceso participativo. La falta de participación ciudadana genera leyes que
no atienden a los impactos negativos de su implementación. Estos, según
Baldivieso, “son temas que la clase política no quiere correr el riesgo porque esa
obsolescencia de normativa les permitió seguir haciendo negocios inmobiliarios
con impacto ambiental que de otra forma no podrían haber hecho”.
No tener un código ambiental significa “tener muchas leyes no sistematizadas, que
implica dificultar el conocimiento de la cantidad de normativa ambiental que tiene
la Ciudad. Si tuviéramos un código ambiental sistematizado tendríamos
conocimiento de toda la normativa que existe y de lo que faltaría legislar”, explicó
Baldivieso. El hecho de no tener un marco normativo general hace que la
ciudadanía desconozca las leyes y ordenanzas que existen y si se aplican o no.

La sistematización normativa permite saber cuál es el estado actual del


ordenamiento jurídico en este caso en materia ambiental y eso “ayudaría mucho a
la defensa de los derechos, al conocimiento por parte de la ciudadanía y también
la rediscusión constante de lo eficiente o no que son estas leyes que tenemos
actualmente”, aseveró Baldivieso.

¿Qué regula el código ambiental?

El código ambiental debería regular todas las actividades humanas que generen un
impacto ambiental en la Ciudad de Buenos Aires. “La gran discusión es que se
interpreta como ambiente y como impacto, para nosotros la cuestión del ambiente
involucra a la mayoría de las decisiones que se toman, ya que el ambiente urbano
es prácticamente toda la ciudad. Uno puede tener la visión más restringida, donde
el ambiente es únicamente el tema de la contaminación del aire, del agua, del
suelo, de los residuos, de los árboles, pero hay que tener una visión más amplia
que el ambiente urbano que tiene que ver con el transporte, con las relaciones
económicas, sociales, las construcciones, la privatización de las tierras públicas, no
solamente las cuestiones que tienen que ver con las inundaciones y el cambios
climáticos”, enfatizó Baldivieso.

El incumplimiento por parte de la Legislatura y del Poder Ejecutivo, de aprobar un


Código Ambiental “está violando la Constitución de la Ciudad que establece esta
obligación de que Buenos Aires tenga una normativa ambiental desde el año 1996
y también viola desde el año 2009 el Plan Urbano Ambiental que ha reiterado con
mayor énfasis de que la ciudad debe tener un código ambiental, interpretando que
este sería una herramienta que ayudaría, a concretar ese plan urbano ambiental”,
agregó el referente del Observatorio.

La situación se agrava con la actual discusión del Código Urbanístico, sin tener en
cuenta esta deuda histórica ambiental. Un claro ejemplo de leyes ambientales cuya
aprobación parlamentaria burlaron la Constitución de la ciudad y eliminaron toda
forma obligatoria de participación ciudadana son la Ley N° 5.786 que creó el
Área Ambiental Buenos Aires Centro y la Ley N° 5.966 que autorizó la
incineración de residuos con recuperación de energía en la ciudad.

Pero la visión de un código ambiental es empezar a ver cuáles son todas las
relaciones de actividad humana que generan impactos en los otros y en el
ambiente que es toda la ciudad entera. Así que es analizar cuáles son los impactos
en toda esa ciudad no solamente en las cuestiones que tradicionalmente
consideramos que son ambientales, que son las cloacas, la contaminación de los
arroyos, sino los impactos que tenemos en la vida cotidiana urbana.

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