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CONC LUSI ÓN
consti tuye un
Dentro de las religio nes del "Libro" (la Torah), la religión judía
partir de las tradici ones
caso particu lar, debido al proceso que la caract eriza a
las "prom esas" que
ancest rales vincul adas a la experi encia espirit ual del Dios de
a", hasta llegar a
funda la exigen cia de cumpl imient o de las "cláus ulas de la Alianz
rabíni cas reco-
la explic itación de esas cláusu las en las innum erable s enseñ anzas
gidas en la Mishn á y en los dos Talmu des ulterio res.
profun dos de
A la vez, al interio r de esa tradic ión tienen lugar movim ientos
s, les darán un ca-
tipo profético que, remiti endo a las misma s "Promesas" divina
clave interp retativ a
rácter de mayor "interi orizac ión" consti tuyend o una nueva
las de la Torah. Ley
de aquell as "promesas" y del signifi cado de las misma s cláusu
en contin ua tensió n, dentro del ju-
y Espíri tu se convie rten así en los dos polos,
n del cristia nismo que hunde
daísm o y seguir án siéndolo, de otra forma, tambié
sus raíces en la fe judía ancest ral.
160
Religio nes Semita s
ro" (53,7), se
vo sufrien te" y "homb re de dolores" (53,3) "cordero llevado al matade
de los pecado res, tendrá
cumpla n las promes as: "Por habers e entrega do en lugar
rá el design io de
descen dencia , prolon gará sus días y por medio de él se realiza
Jahvé" (53, 10SS).
por una
Finalm ente, la alianz a entre Dios y el pueblo se realiza rá
Dios. Así, el sacerdo te y profeta
interio rizació n de la fidelida d de corazó n para con
aré mi santuar io,
Ezequi el relativ iza el culto del Templo de Jerusal én: "Yo profan
de vues-
del que estáis tan orgullosos, por ser la delicia de vuestro s ojos, la pasión
co:
tra vida ..." (Ez 24,21), y llama a esa interio rizació n del culto auténti
arranca ré el corazón
"Yo les daré un corazón fiel y les infundi ré mi Espíritu . Les
corazón de carne ... Entonc es serán mi pueblo y yo seré su
de piedra y les daré un
Dios" (Ez n, 19-20; cf tambié n Jr 31, 31-33; Is 48, 6-8).
sino
Y el signo de esa nueva Alianz a será no tanto la circunc isión de la carne,
de las promes as, iniciad as durant e el exi-
la del corazón . Esas reinter pretaci ones
ualidad dentro del mismo judaísm o,
lio babilón ico por una corrien te de espirit
al de Jesús. Y así el cristia-
constit uyen la raíz históri ca de la experie ncia espiritu
momen to en
nismo comenz ó, en el interio r mismo del contex to judío, a partir del
Dios que había
que los seguid ores de Jesús tomaro n concie ncia de que el mismo
había cumpli-
hecho gratuit amente las promes as a los Padres , ahora, en Jesús, las
ponien do en
do con una plenitu d insospe chada. El evange lio de Lucas comien za
boca de María esa referen cia:
ido a nuestro s pa-
"Ha protegi do a Israel, su siervo, tal como lo había promet
n y a su descen dencia para siempre "
dres; se ha acordad o de su amor a Abrahá
(Le 1,54-55) .
(la fideli-
Por eso, Jesucri sto constit uye, para el Nuevo Testam ento, el Amén
sto; por eso es por
dad) de Dios: "Todas las promes as de Dios tienen su Sí en Jesucri
así, "el Amén,
medio de él que nosotro s decimo s nuestro Amén" (2C 1,20). Jesús es,
ento desta-
el Testim onio fiel" (Ap 3,14). Y el Apocal ipsis cierra el Nuevo Testam
Jesús:
cando ese cumpli miento fiel de las promes as por parte de Dios, en
nueva,
La tierra promet ida es, en definiti va, "aquell os cielos nuevos y tierra
la ciudad santa, la nueva
porque el primer cielo y la primer a tierra ya pasaro n ... yvi
Allí él "enjug ará
Jerusal én que bajaba del cielo, proced ente de Dios" (Ap 21, 1-2).
o llantos , ni
toda lágrim a de sus ojos y la muerte ya no existir á más; ni tampoc
n" (21,4).
gritos, ni penas existir án más, puesto que las cosas de antes ya pasaro
Religi ones Semit as
as
del "hilo conduct or" de la Biblia que va de las Promes
250 Para un análisis más detallad o de este seguim iento iento fiel (Amen), pasando por el pro-
a los Padres hacia su cumplim
hechas "gratuit amente" (Hen) por Dios
parte de algunos grupos de judíos vincula dos a la
ceso "interiorizador" que tuvo lugar durante el exilio, por r en la reinterp retación cristian a de esas
Il lsaías, para culmina
tradició n profétic a de Jeremía s, Ezequie l y Madrid, Ed. PPC, 1997. Respect o a la
ncia bíblica: Gracia y ética,
Promes as, puede verse mi libro La experie te obra de M. Simon-A. Benoit, El ju-
ismo, remito a la excelen
relación entre judaísm o y el primer cristian E d. Labor, 1972. Y para una valorac ión de
(versión castella na}, Barcelo na,
daísmo y el cristian ismo antiguo signific ativa és la de F. Rosenzw eig, La
tiva judía, sin duda la obra más
la figura de Jesús desde la perspec na); asimism o son notable s la obra
ca, Ed. Síguem e, 1997 (versión castella
Estrella de la Redenci ón, Salaman ras, 1995, y la de G. Vernes, Jesús,
una religión judía, Barcelo na, Ed. Riopied
de D. Flusser, El cristian ismo,
el judío, Barcelo na, Ed. Muchni k, 1977.
Religi ones Semit as
166
Religiones Semitas
253 "Todos los que no tengan culpa ni en el espíritu ni en la carne, que estén prontos para el día de la venganza.
Ningún hombre que no esté limpio desde el día de la salida irá con ellos, porque los santos ángeles van en
compañía de sus ejércitos" (Manual de la Guerra, col. VII, op. cit. p. 151).
DIOS Y DIOSES 1 HISTORIA RELIGIOSA DEL HOMBRE 1 Antonio Bentué
Los interesados dan como razón simplemente que "han visto" al Resucitado.
Y esa experiencia les cambia la vida y los impulsa al anuncio hasta dar la vida por
ello. He aquí el enigma del origen del cristianismo que, por lo mismo, se centra
ante todo en la experiencia y el anuncio de la Resurrección de Cristo, así como en
su celebración eucarística (cf. 1C 11,2ss). Esa experiencia está en la base de los
relatos evangélicos de las "apariciones", así como de la "ascensión al cielo" (cf Hech
1, 3-9), los que quieren expresar esa experiencia fundante de la realidad del Resu-
citado, con la esperanza que conlleva, para los creyentes, de su propia resurrec-
ción (el "por nuestra salvación" que se incluye en las fórmulas medianas del
querigma).
b. La Filiación divina
A partir de la experiencia del Resucitado, los discípulos comprendieron tam-
bién aspectos de la vida prepascual de Jesús que, en vida de él, no habían captado
en su verdadera profundidad. En la perspectiva judía, el título "hijo de Dios" podía
ir vinculado al mismo título de Mesías, puesto que Dios es el "padre del rey Mesías",
sin que ello implicara, en ese contexto, ninguna connotación de "naturaleza divi-
na" propiamente tal. Así, pues, el "judea-cristianismo" consistió inicialmente en
reconocer en Jesús al Mesías, el "descendiente" del rey David, "que tenía que venir
al mundo" (cf. Jn 11,27), como verdadero Hijo de Dios. De esta manera, el título
mesiánico "hijo de Dios" fue asignado a Jesús no como un mero atributo del Mesías
esperado, sino con la connotación ontológica de un Hijo de la misma naturaleza
divina del Padre. El inicio del evangelio de Marcos, el más antiguo de los cuatro,
expresa simplemente: "Comienzo de la Buena noticia de Jesús, Mesías, hijo de Dios"
(Me 1,1). Mateo lo dice de manera aún más simple: "Genealogía de Jesús, Mesías,
hijo de David, hijo de Abrahán ..." (Mt 1,1). Lucas, por su parte, confiere al atributo
ese significado ontológico, vinculándolo al mesianismo de Jesús, en el relato del
anuncio del ángel Gabriel a María: "Concebirás un hijo, al cual pondrás por nom-
bre Jesús. El será grande, será llamado hijo del Altísismo; el Señor Dios le dará el
trono de David, su padre, reinará sobre la estirpe de Jacob por siempre y su reino
no tendrá fin ... por eso el niño será santo, será denominado Hijo de Dios" (Le 1,31-
35). El último evangelio, el de Juan, mucho más tardío y más elaborado ya
teológicamente, se inicia con el prólogo sobre el Verbo eterno de Dios que se hace
carne, y en quien "hemos visto su Gloria (Shekiná), la Gloria propia del Hijo único
del Padre ...A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo único, que es Dios y que está en
el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer" (Jn 1,14 y 18). Y en la misma tradición
juánica, recogida en su primera carta, el título "hijo de Dios" aplicado a Jesús-
Mesías (=Cristo) tiene ya también ese significado teológico: "El que cree que Jesús
es el Mesías ha nacido de Dios ... ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree
que Jesús es el Hijo de Dios?" (lJn 5, 1 y 5).
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Religiones Semitas
254 Para esto, puede consultarse a Joaquín Jeremías, Abbá. El mensaje central del Nuevo Testamento, Salamanca,
Ed. Sígueme, 1983, quien, después de constatar el uso constante de esa palabra por parte de Jesús, llega, por
contraste, a la conclusión siguiente: "No se ha encontrado hasta ahora, en la literatura del judaísmo palestino
antiguo, ningún testimonio de la invocación personal a Dios como Padre mío", p. 35·
DIOS Y DIOSES 1 HISTORIA RELIGIOSA DEL HOMBRE 1 Antonio Bentué
viera a profanarla. El evangelio más antiguo, el de Marcos, pone por eso como las
primeras palabras de Jesús, al entrar en escena, después del bautismo en el Jordán,
estas palabras:
"Ha llegado el tiempo en que el Reino de Dios se ha acercado (éggiken). Por eso,
cambien de mentalidad y crean en esa Buena Nueva (de la cercanía y no lejanía
castigadora de Dios)" (Me 1, 15).
"Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús. El cual, siendo de condi-
ción divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios. Al contrario,
se autovació (kénosis) de su grandeza, tomando la condición de esclavo y se hizo
igual a los hombres. Y en su condición de hombre, se humilló a sí mismo hacién-
dose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le
dio el Nombre que está por encima de todo nombre ... para que toda lengua procla-
me que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil 2, 5-11).
255 Por eso el texto alude a la estructura del Templo de Jerusalén, que distinguía atrios diferentes de mayor o
menor cercanía al lugar Santo donde estaba el Arca de la Alianza, y que estaba separado de los otros atrios
por el gran "velo del Templo": "Detrás del segundo velo estaba la parte de la tienda de la presencia llamada
lugar santísimo, con un altar de oro para el incienso y con el arca de la alianza ... En la primera estancia
entran en todo tiempo los sacerdotes para desempeñar su ministerio. Pero en la segunda no entra más que
el sumo sacerdote, una vez al año, con la sangre que ofrece por sus pecados y por los del pueblo. Con ello, el
Espíritu Santo daba a entender que el camino del santuario no estaba abierto mientras subsistiera la anti-
gua tienda de la presencia ... Cristo, en cambio, ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. La
suya es una tienda de la presencia más grande y más perfecta que la antigua, y no es hechura de hombres, es
decir, no es de este mundo. En ese santuario entró Cristo de una vez para siempre ..." (Heb 9, 3ss).
Religiones Semitas
c. El Me.Aian umo
La palabra con que se designa la religión "cristiana" constituye la traducción
griega del término hebreo Mesías, que significa "Ungido", tal como también ese es
el significad o de la palabra griega "Cristo", forma nominal del verbo griego
"Cresomai", cuyo significado es ungir. Así, Cristo es el "Ungido con Espíritu Santo y
poder" (Hech 10,38). Con ese nombre, "ungidos" o "cristianos", se designó también a
los seguidores de Jesús de Nazaret, aunque inicialmen te ellos se autodenom inaban
simplemente los "creyentes en Jesús" (cf. Hech 5,14), los "discípulos" (Hech 6,1; 9,1,26),
la "Iglesia" (cf Hech 8,1), o los "seguidores del Camino" (cf. Hech 9,2). Fue a partir del
momento en que se extendiero n fuera de Palestina y llegaron a Antioquía, cuando
"se empezó a llamar a los discípulos, cristianos " (Hech 11, 26).
Ahora bien, dentro del mundo judío, al cual perteneció Jesús como también
sus discípulos y primeros seguidores , el atributo de Mesías tenía una connota-
ción histórica muy clara, refiriéndo se al rey designado por Dios, con el envío de su
Espíritu para penetrarlo de tal manera que pudiera conducir al pueblo de Israel
hacia el pleno cumplimie nto de las promesas hechas a los Padres. Desde el retor-
no del exilio, el pueblo judío esperaba la irrupción del Mesías, el cual realizaría
definitivam ente la promesa, hecha a los Padres, de la Tierra, la cual sería denomi-
nada Reino, puesto que sería obtenida y garantizad a por la mediación del Rey
Mesías. Ya vimos cómo esa expectativ a mesiánica marcó fuertemen te a los esenios
de Qumram, hasta llevarlos a iniciar la primera guerra judía contra Roma, como
también, más tarde, llevó al Rabí Aquiba a identificar a Bar Kojba como el Mesías
anunciado proféticam ente por Balaam: "Una estrella (Kojba) sale de Jacob, un ce-
tro se alza en Israel" (Nm 24,17), iniciándos e la segunda guerra judía.
La expectativ a mesiánica estaba presente con igual fuerza en los primeros
discípulos de Jesús, tal como se ve en los diversos relatos evangélicos. Así, Andrés,
impactado por el encuentro con Jesús, le dice a su hermano Pedro: "Hemos encon-
trado al Mesías (que quiere decir Cristo)" (Jn 1,41). Si bien ese título no aparece
nunca dicho por Jesús mismo, sino que en boca de Pedro: "Tu eres el Mesías, el hijo
de Dios vivo" (Mt 16,16), también de Marta, la hermana de Lázaro: "Yo creo que tú
eres el Mesías, el hijo de Dios que tenía que venir a este mundo"(Jn 11,27), o, aún,
como cuestionam iento hecho por el Sumo Sacerdote en el juicio a Jesús, que deter-
minó su muerte: "Dinos si tú eres el Mesías, el hijo de Dios" (Mt 26,63); ante cuyo
interrogan te Jesús, según Mateo, aparece respondien do:"Eso lo has dicho tú"
(26,64), refiriéndo se, en cambio, a sí mismo como "hijo del hombre", según la cita
de Daniel (7,13). Lucas, por su parte, ante la pregunta del Sumo Sacerdote, pone en
boca de Jesús estas palabras: "Si os lo digo no me vais a creer, y si os hago pregun-
tas no me vais a contestar" (Le 22,67). Sólo según Marcos Jesús responde a ese
interrogan te del Sumo Sacerdote diciendo: "Yo soy" (Me 14,62), con un significado
teológico con el que intenciona lmente se asigna a Jesús el tetragram a sagrado
propio de Dios: {Javé=Yo soy), en forma similar a como lo hace el evangelio de Juan
DIOS Y DIOSES 1 HISTORIA RELIGIOSA DEL HOMBRE 1 Antonio Bentué
(cf Jn 8, 24,58; 10, 36; 18,5 y 8), donde el título de Mesías se asocia ya al de "Hijo de
Dios", en su carácter propiamente ontológico de identidad divina.
¿Pero cómo experimentó Jesús su identidad "mesiánica" con respecto a la
expectativa judía ambiental, correspondi ente tanto a la espiritualida d sinagogal,
marcada por los "Maestros de la Ley" pertenecien tes mayoritaria mente al grupo
de los fariseos, como a la espiritualida d puritana de los esenios?
Los tres evangelios sinópticos ubican la entrada en escena del Jesús adulto
en relación a la predicación de Juan Bautista en el río Jordán, donde anunciaba la
inminente irrupción del Mesías para implantar el Reinado de Dios. El Bautista
tiene una connotación claramente "esenia", tanto por su ubicación territorial, con
su carácter ascético de predicador de un "bautismo para el perdón de los peca-
dos", en el Jordán, como por el tipo de discurso puritano que lo caracteriza:
"!Raza de víboras¡ ¿Quién os ha enseñado a escapar del juicio inminente? Ya está
el hacha puesta a la raíz de los árboles; así que todo árbol que no dé buen fruto
será cortado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis;
pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo ... Tiene en su mano el bieldo y
va a aventar su parva; recogerá su trigo en el granero, y la paja la quemará con un
fuego que no se apaga" (Mt 3, 7-12).
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Religiones Semitas
lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan
limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la
buena nueva", añadiendo esta advertenc ia dirigida a los puritanos:"¡Y dichoso
quien no se escandalic e de mí!" (Mt 11,4-6).
La experienci a mesiánica de Jesús, pues, no suscita en él conciencia puritana
alguna, sino que lo mueve a la misericordia, pues esta constituye para él la substan-
cia misma de Dios. Por eso Jesús tiene expresione s muy provocativas a veces contra
ese puritanism o de algunos "jefes de los sacerdotes y ancianos del pueblo": "Os ase-
guro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que vosotros en el Reino de
Dios" (Mt 21,23 y 31). De ahí que el auténtico "fiel judío" se denomina hasid (=miseri-
cordioso). Y lucas lo justifica teológicam ente así: "Sed misericord iosos (hasidim),
porque vuestro Padre es misericord ioso (He sed)" (Le 6,36).
Esa experienci a mesianica de Jesús, que identifica el Espíritu de Dios que lo
constituye "mesías (=Cristo o Ungido) como "Espíritu de misericord ia", permite
comprend er el viraje que establece con respecto a las expectativ as mesiánica s del
judaísmo oficial, que esperaba un mesías guerrero y puritano en la separación
entre buenos y malos, como también entre judíos buenos y gentiles incircunci sos.
Jesús no comparte esa actitud y a menudo ello provoca conflictos con tal perspec-
tiva puritana. Incluso Pedro, quien lo ha reconocido como "Mesías, hijo de Dios" y
a quien Jesús responde con una ratificació n importante : "Feliz de ti, Simón, hijo
de Juan, porque eso no te lo ha revelado ningún mortal, sino mi Padre que está en
los cielos ..." (Mt 16, 17); sin embargo, casi a continuaci ón, cuando Jesús de camino
a Jerusalén comienza a anticipar a sus discípulos que va a acabar mal, y el mismo
Pedro "tomándol o aparte, se puso a recriminar te, diciéndole: ¡Dios no lo quiera,
Señor, no te puede ocurrir eso!", entonces Jesús le retira drásticam ente el recono-
cimiento anterior, diciéndole a Pedro: "¡Apártate de mí, Satanás! Pues eres para
mí un obstáculo, porque tus pensamien tos no son los de Dios, sino como los de los
hombres" (Mt 16, 22-23).
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DIOS Y DIOSES 1 HISTORIA RELIGIOSA DEL HOMBRE 1 Antonio Bentué
3· Jesús y la Iglesia
Resulta fuera de toda duda razonable que Jesús, en vida, tuvo y quiso tener
discípulos que convivieran con él para poder así interiorizar y transmitir su pro-
pio mensaje; cosa que era, por lo demás, habitual entre los rabinos. Y es por eso
que Jesús era visto por muchos como un "rabino", aunque muy particular, puesto
que sus comentarios a la Torah no eran los habituales, apartándose a menudo de
los comentarios rabínicos "oficiales". Y aun cuando proclamaba: "No penséis que
he venido a abolir la Ley y los profetas; no he venido a abolirlas, sino a llevarlas
hasta sus últimas consecuenci as" (Mt 5, 17), tomaba también distancia incluso
con respecto a diversos textos de la Torah:"Habéis oído que se dijo a nuestros an-
tepasados (citando la Torah )... Pero yo os digo" (corrigiendo el texto de la Torah, cf.
Mt 5, 21, 27, 31, 33, 38, 43 ). De ahí que la gente se admiraba de su enseñanza, "por-
que les enseñaba con autoridad y no como sus maestros de la Ley" (Mt 7, 28).
Esa relativa "autonomía" de Jesús con respecto al Rabinato oficial la habían
mostrado también frecuenteme nte muchos de los antiguos Profetas, pero la co-
257 Cf. el texto antes citado del Manual de la guerra, col. XI, 6·7, op. cit. p. 156.
174
Religi ones Semit as
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OSA DEL HOMBR E 1 Antoni o Bentué
DIOS y DIOSES 1 HISTOR IA RELIGI
iment ó como la
Pero, junto a la Palab ra y al Sacra mento , la Iglesi a se exper
itu que lo había pene-
Comu nidad de Jesús gracia s a la recep ción del mism o Espír
pe en la comu nidad de
trado a él, "ungiéndolo" como Cristo o "Mesías" y que irrum
os, tal como lo expre sa con fuerza el
los discíp ulos, ampli ándol a a todos los puebl
relato de Pente costés (Hch 2,1-11).
s (el más antiguo),
Esos son los tres aspec tos que tanto el evangelio de Marco
lados a la muert e de Jesús,
como el de Juan (el más tardío y elaborado) sitúan vincu
to del design io salvífico
como el testam ento final de su existe ncia en cump limien
de Dios para todos los seres huma nos:
prime r Credo, puest o
La Palab ra (profética), sintet izada en la "confesión" del
estab a frente a Jesús, al
en boca de un soldado roman o (gentil): "El centu rión que
ente este homb re era
ver que había expira do de aquel la mane ra, dijo: verda deram
te consti tuye tambi én la fórmu la
Hijo de Dios" (Me 15,39). Esa afirm ación creyen
de Juan: "Si uno confie sa queJe -
princi pal del Credo cristia no, según la tradic ión
y "¿quié n es el que vence al
sús es el Hijo de Dios, Dios perma nece en él y él e Dios";
ue quien tiene al Hijo
mund o sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? ... , "porq
Vida" ..."Os he escrit o estas
tiene la Vida; quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la
sepáis que tenéis la Vida
cosas a vosot ros que creéis en el hijo de Dios, para que
eterna " (1Jn 4,15; 5,5,12 y13).
notable con la im-
El Sacra mento (sacerdotal), expre sado por Juan de forma
o de Jesús, traspa sado
portan cia asigna da a la "sangre y el agua" salida del costad
abrió el costado con una
tambi én por un soldado romano: "Uno de los soldados le
vio estas cosas da testi-
lanza y, al punto, brotó de su costad o sangr e y agua. El que
dice la verdad, para que
monio de ellas, y su testim onio es verdadero. El sabe que
señala r que salió "sangre
tambi én vosotros creáis ..." (Jn 19, 34-35). La insist encia en
ra comu nidad cristia na tenía la "eu-
y agua" remite a la impor tancia que en la prime
(agua ), como la sacra menta lidad
carist ía" (sang re) y no sólo el "baut ismo"
lo mismo , con igual insis-
actual izado ra del miste rio de Cristo. Vuelve a destac arse
es el que vino por agua y
tencia, en la tradic ión joánica de su Prime ra Carta: "Este
y sangr e; y el Espír itu es
sangr e, Jesucristo; no por agua únicam ente, sino por agua
o que son tres los que dan
el que da testimonio, porque el Espír itu es la verdad. Puest
de acuerdo. Si aceptamos
testim onio: el Espíritu, el agua y la sangr e y los tres están
testim onio de Dios" (1Jn 5, 6-8).
el testim onio de los hombres, mayor es el
Religiones Semitas
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DIOS Y DIOSES 1 HISTORIA RELIGIOSA DEL HOMBRE 1 Antonio Bentué
"Se impone, por tanto, que uno de los que nos acompañaron durante todo el tiem-
po que el Señor Jesús estuvo con nosotros, comenzando desde el bautismo de
Juan hasta el día en que fue elevado a los cielos, entre a formar parte de nuestro
grupo, para ser con nosotros testigo de su resurrección"Hech 1,21-22).
que constaba como palabra proveniente del mismo Jesús: "Entre vosotros, el más
importante ha de ser como el menor, y el que manda como el que sirve" (Le 22,25).
Por eso mismo "vosotros, no os hagáis llamar Maestro, porque Maestro sólo te-
néis uno, y todos vosotros sois hermanos" (Mt 23, 8). Y en el evangelio de Juan,
después de dar una lección de servicio, sobre todo a Pedro, Jesús concluirá: "Si,
pues, yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros
debéis lavaros los pies unos a otros" (Jn 13, 14). Desde la misma tradición primiti-
va, recogida en diversos textos de los Hechos de los Apóstoles y en cartas de Pablo,
consta que ese "servicio de conducción" fue entregado por los doce a otros "suce-
sores", denominado s a menudo "ancianos" (presbiteroi) o también "obispos"
(episcopoi) y "pastores" (cf. Hech 20 28; Tt 1,5-7). El gesto ritual con que, ya en esa
primera iglesia, se hacía esa transmisión a "sucesores" en la conducción episcopal,
presbiteral o pastoral, consistía fundamenta lmente en la imposición de las ma-
nos, invocando el Espíritu Santo sobre el receptor (cf. Hech 6,6; 13,3; 1Tim 4,14;
5,22; 2Tim 1,6). Ese rito, junto con la unción con el aceite (crisma), constituye el
núcleo de lo que la tradición católica fue explicitando como el denominado sacra-
mento del Orden, que compete propiamente en plenitud a los obispos. Si bien, en
la edad media, esa tradición será comprendid a de distinta manera por la llamada
Iglesia ortodoxa (de oriente) y, con la Reforma Protestante en occidente, constitui-
rá un factor de conflicto particularm ente grave en muchas de las Iglesias surgi-
das de esa Reforma que no reconocerán valor normativo fundado en la voluntad
histórica de Jesús al sacramento del Orden.
De acuerdo a los textos mismos neotestamen tarios, sin embargo, es claro que
los "ancianos u obispos" presidían las comunidade s como "sucesores de los apósto-
les" y eran los primeros responsables de su conducción, considerado s como los au-
ténticos intérpretes de la fe en casos de conflicto importante sobre su significado
(cf. Hech 15, 6-22). De tal manera que, en determinado s casos, la "opinión" (=dogma)
que éstos acordaban era reconocida como la que correspondía al significado dado
por el Espíritu Santo que había inspirado la Palabra revelada (cf. Hech 15,28).
La tradición histórica del primer cristianismo muestra que, en esa respon-
sabilidad de la conducción, Jesús mismo había asignado un papel especial a Pe-
dro. Es él quien aparece siempre en primer lugar en la enumeración de los doce (cf
Me 3,16), incluso separado del grupo de esos doce (cf. 1C 15,5); si bien, por el mismo
carácter de "servicio" dado por Jesús a esa responsabili dad conductora, es tam-
bién Pedro quien recibe personalmen te el correctivo contra la tentación de con-
fundir tal servicio como un poder dominador (cf. Mt 16, 23; Jn 13, 8, 13-15). El mis-
mo nombre griego y latino de "Pedro" remite al término arameo "Quefas", que sig-
nifica roca y, en un texto muy antiguo recogido por Mateo, Jesús aparece cambian-
do su nombre a Simón por el de Pedro, para simbolizar con ello su misión de pri-
mer responsable del servicio de conducción en la Iglesia: "Tu eres Pedro (piedra) y
sobre esa piedra construiré mi Iglesia, contra la cual no prevalecerán las puertas
179
DIOS Y DIOSES 1 HISTORIA RELIGIOSA DEL HOMBRE 1 Antonio
Bentué
del infierno" (Mt 16, 16). Aún así, destacand o el carácter de "servicio fraterno" de
esa misión conductor a, en otro texto muy primitivo conservad o por Lucas, sitúa
ese servicio en relación a la conciencia de debilidad propia del mismo Pedro:
"Simón, Simón, mira que Satanás os ha pedido para zarandear os como trigo. Pero
yo he rogado por ti, para que tu fe no decaiga, y tú, una vez convertido , confirma a
tus hermanos " (Le 22, 31-32; cf. también Jn 21, 15-23).
En un texto particular mente important e del libro de los Hechos se narra
una situación en que se ha suscitado un conflicto grave entre la iglesia
"judaizant e" de Jerusalén y las de los gentiles fundadas por Pablo, sobre el signi-
ficado de la interpreta ción del cristianism o, referido a quién puede ser bautiza-
do como tal, si sólo los judíos o judaizante s circunciso s (como lo postulaba n tan-
to Pedro como Santiago), o también los creyentes gentiles incircunci sos (como
opinaban Pablo y Bernabé). Pedro hizo la experienc ia en Cesarea por la cual el
mismo "Espíritu Santo" descendió sobre el gentil incircunci so Cornelio y toda
su familia, mientras él no se decidía a bautizarlo debido a que Cornelio no era
circunciso . Sin embargo, ante la evidencia de que el Espíritu se había "precipi-
tado" (epepten) sobre el incircunci so Cornelio, Pedro se sintió obligado por ese
mismo Espíritu a cambiar de opinión, bautizand o a Cornelio. Lo cual obligó a San-
tiago, el "hermano del Señor" -que por ser pariente de Jesús se había impuesto
como sucesor de Pedro en la conducció n de la Iglesia de Jerusalén- , a convocar un
"concilio", que el mismo Santiago presidió y del cual fijó las conclusion es, una
vez el testimonio de Pedro había dejado en claro su experienc ia respecto a la
irrupción del Espíritu sobre Cornelio, que lo llevó a "cambiar su anterior opi-
nión". Ante tal evidencia, Santiago, por fidelidad al Espíritu, se ve también obli-
gado a cambiar su propia opinión anterior y mandar a las iglesias que tenían el
conflicto de concienci a la resolución expresada en estos términos: "Ha sido la
opinión (e-doksen, de donde deriva "dogma") del Espíritu Santo y nuestra no
imponeros otras cargas ..." (Hech 15,28). De esta manera, quedó desde entonces
adquirido en la conducció n oficial de la Iglesia que "no hay ya judío ni gentil" en
cuanto a las personas que pueden ser plenamen te integradas como cristianas
en las comunida des. El primado "doctrinal " de Pedro aparece así como reconoci-
do en lo que se considera el "primer Concilio Apostólico" del cristianism o, al
cual seguirán muchos otros, con los que irá haciéndos e patente la responsab ili-
dad conductor a de los "sucesores de los apóstoles", en quienes reside la transmi-
sión viva del sacrament o del Orden episcopal y cuyo "primado" es el obispo de
Roma. No porque ese episcopad o sea sacramen talmente distinto o superior al
de los demás miembros del "colegio episcopal", sino en el sentido de que el Obis-
po de Roma, o Papa, es desde siempre considerad o el "primus ínter pares" (pri-
mero entre iguales), con respecto a sus hermanos en el mismo y único sacra-
mento del Orden episcopal. La importanc ia primera de Pedro como primer após-
tol de los doce resulta evidente en los textos del evangelio, así como en muchos
otros textos neotestam entarios. Así, Pablo, después de su conversión fulminan-
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Religiones Semitas
4· El cristianismo "dogmático"
La persecución inicial del Sanedrín a la comunidad judea-cristiana determinó
la salida del cristianismo fuera de Palestina, extendiéndose inicialmente por la diás-
pora judía, a cuyas sinagogas se dirigía Pablo al comienzo para establecer una nue-
va relación entre judíos y gentiles, relativizando las "leyes" propias del judaísmo.
Ello provocó las rupturas internas, que incluso afectaron al mismo Pablo, de quien
se separó Bernabé junto a Juan Marcos (cf. Hech 15, 37-40). Sin embargo, el libro de
los Hechos termina señalando significativamente que también Pablo mismo, mo-
lesto por los obstáculos que ahí se le ponían, al final se desentendió de las Sinago-
gas y decidió orientar su predicación sólo a los gentiles:
"Sabed que esta salvación de Dios ha sido ofrecida a los paganos; ellos sí que la
escucharán. Pablo estuvo dos años enteros en una casa alquilada por él, y allí
recibía a todos los que iban a verlo. Podía anunciar el Reino de Dios y enseñar
cuanto se refiere a Jesucristo, el Señor, con toda libertad y sin obstáculo alguno"
(Hech 28, 28-31).
258 Al respecto cf. Jean Guitton, L'Eglise et l'Evangile, Paris, Ed. Grasset, 1959, pp. 111ss; y para las fuentes histó·
ricas sobre la primitiva Iglesia, recomiendo la obra clásica de P. Battifol, L'Église naissante et le catholicisme,
París, Ed. du Cerf, 1971 (la ed. de 1924)
259 Cf. Textos, w.Bh