Seis poemarios poeta le habla al oído al lector, en segunda persona, atizando la esperanza y dejando
rugir también el grito cuando necesario. En la poética planteada, la expresión es una
La propuesta de reunir en una sola colección seis poemarios diferentes, en vez de
publicarlos por separado o reuniendo todos los poemas en un solo libro, tiene que
ver con el juego de relaciones que se entablan entre ellos, proponiendolos al lector
como unidades y a la vez como partes de una constelación poética más amplia.
Contradicciones y contrastes, ampliaciones, evoluciones o retrocesos son algunas
de las impresiones que suscita la lectura de cada uno de los poemarios a la luz de
los otros, desafiando la unilateralidad estética, estilística y temática en favor de un
entramado de tensiones creativas y de lecturas diversas que multiplican y expanden el
universo poético contenido en la totalidad de la obra.
Cantos de obsidiana
Cantos de obsidiana es un diario de adentramientos. Un testimonio de una búsqueda
interior y de un encuentro con lo externo, con lo otro. Este viaje implica encontrarse
con las huellas de lo ancestral y los flujos cambiantes de una ciudad como Bogotá.
Una tensión entre lo natural y lo urbano, lo humano y lo animal, la destrucción
y la construcción, la luz y la sombra, surca todo el libro. Al parecer no hay una
conclusión definitiva al intercambio, sino una pista, una seña. La intuición de que
detrás de todos estos diálogos y manifestaciones se encuentra la oscuridad creadora, la
presencia innegable de una ciudad salvaje y formas de expresión humanas omitidas y
olvidadas. Perspectivas para entender el ser desde la naturaleza, el rito y la celebración
del instinto y la carne.
Jardines aéreos
Jardines aéreos nos habla por igual del nacimiento y del crecimiento. Nos introduce
a un terreno fértil en donde todo está a punto de surgir o lucha por mantenerse en
desarrollo. Nada más el título de la obra es una alusión a la poesía que en las alturas
de la mente y la profundidad del corazón va emergiendo como un jardín aéreo.
Entre los poemas respira una luz que con diversos tonos nos revela momentos de
intimidad como la amistad, el amor o la paternidad. Todos estos instantes configuran
la experiencia esencial del poemario: la plenitud. La forma potencial que busca
la semilla en su crecimiento es la misma que la vida alcanza en sus momentos de
éxtasis. La esperanza que tiene lo naciente de ser árbol o planta es la misma de que las
palabras comuniquen, de que digan lo esencial, que hablen de esos vínculos que nos
mantienen vivos y que alimentan nuestros propios jardines internos, nuestros propios
jardines aéreos.
Diente de león
A veces, el creador es testigo de la creación. Así ocurre en Diente de León, donde
la sinuosidad de lo aleatorio parece hacer parte del juego que el poemario propone,
como leños diversos componiendo un mismo fuego.
La experimentación en las voces del libro va de acuerdo con la amalgama de temas
que se despliegan de la imaginación animista y llena de misterio del libro. Afirma
el poemario en Tranquilidad Animal que “El cuerpo del poema es infinito”. Así, el
universo y la lengua que lo nombra son igualmente infinitos en significados y por
eso se comunican. La libertad resulta un imperativo en la indagación poética, como
señala Diente de León, si se quiere reflejar lo humano. Por eso también, lo corpóreo
tiene lugar como punto de partida y llegada de algunos de estos poemas, donde se
procura llegar a la expresión decantada y también se otorga lugar a lo experimental. El
necesidad humana; sus estrofas abren campo a lo mágico para instaurar un reino de
alquimia, música y silencio.
Semillas de volcán
Más que un poemario, Semillas de volcán es un poema extenso. Una composición
colectiva elaborada a varias manos entre Miguel Chavarro, David Moreu y Juan Pablo
Rodríguez. El poema se construye a partir de una búsqueda común de sentido entre
los participantes de la experiencia, dinámica creativa que se asemeja a lso Renga del
japón antiguo: cada poeta parte de la imagen planteada por el anterior y se teje con
una propia que será a su vez retomada por el que le sigue. La creación colectiva se
ha manifestado en múltiples ocaciones a lo largo de la historia: el Renga del japón
antiguo y el cadáver exquisito de los surrealistas son sólo un par de ejemplos. En la
actualidad, tal vez debido a la profunda individualidad que impera en la sociedad,
y a la noción tan arraigada de “autor”, es poco común encontrar poéticas colectivas.
Semillas de volcán es un experimento de disolución de las voces individuales en
función de una voz colectiva y múltiple, no una alternancia de voces previamente
constituidas, tal vez por eso la relación de este poema con lo mitológico es tan
estrecha, y entre sus versos pueden leerse tiempos divergentes y formas de nombrar la
memoria que no se encuentran en los libros de historia.
Senda Relámpago
Desde su gesto inicial, Senda Relámpago es la construcción un universo imaginativo
amplio, lleno de texturas y cantos ebrios de vida. Fértil de tonos, la poesía reside
entre sus páginas en la medida en que el autor crea con un tono y un ritmo vitalistas,
cercanos y salvajes poemas en donde la vida es construcción y resistencia. Escuchando
la memoria de lo antiguo, el libro se pregunta por el mundo en que vive, vocaliza
nuestro tiempo presente, con todos los matices del deterioro pero también la
espontaneidad inevitable de la vida (aún allí donde todo pareciera yerto). El diálogo
entre lo mundano y lo universal tiene lugar en las preguntas que sus poemas formulan.
La ausencia de puntuación es acorde a la voluntad de encontrar algo nuevo y único
como es esta Senda. Tomando así el riesgo de escribir la vida, el autor nos ofrece una
oportunidad de experimentar el mundo revitalizado por las imágenes que su espíritu
emana, imágenes encabalgadas con ágil voluptuosidad, con la claridad de quien tiene
sed de algo inmaterial y humano.
Baile de semillas
Es fácil quedarse en el hundimiento de lo oscuro y en la ascensión de lo lumínico.
Baile de semillas muestra un camino distinto. Expresa la manera en que la vida está
hecha de esos contrastes entre la luz y la oscuridad, la ignorancia y la epifanía, la
destrucción y la creación. El hombre es quien tiene la oportunidad de encontrar el
sentido y la paz dentro de estos intercambios, quien puede adquirir la capacidad de
transformar la sombra en brillo y de reconocer como todo fulgor está acompañado
de una sombra. El baile de semillas radica en ese fruto que aún en la oscuridad de lo
que no ha nacido, busca tocar la luz de lo existente. Se refiere a ese movimiento de
entrelazar lo ajeno y lo distinto. Por eso es un baile, un atravesamiento, una expansión.
La forma que encuentra lo vivo de habitar los azares y las oscilaciones, la manera que
tiene el hombre, el poeta y la vida misma de irse dando y mutando a cada paso.