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El 25 de mayo y la Biblia

Por Carlos Samuel Mansilla


Pastor de Casa Bííblica Argentina

En 1569 se establecioí la inquisicioí n (*1) en Ameí rica. En ese anñ o tambieí n daba a luz la traduccioí n
de la Biblia por Casiodoro de Reina, revisada por Cipriano de Valera.
En 1623, en Lima, se emitieron decretos para censurar entre otras cosas LA BIBLIA, para evitar
su contrabando en barcos y naves. Esto corríía para Buenos Aires tambieí n. La biblia estaba
escapando del latíín para llegar a las lenguas del pueblo (Ingleí s, espanñ ol, Alemaí n, etceí tera), pero
esto era algo prohibido y una herejíía para el catolicismo:

“…si en el dicho navíío vienen algunas imaí genes o figuras de santos, papas, cardenales,
obispos, cleí rigos y religiosos, indecentes y ridíículas, de mala pintura, o libros prohibidos,
como biblias en cualquiera lengua vulgar, u otras de las sectas de Lutero, Calvino y otros
herejes, o de los prohibidos por el Santo Oficio de la Inquisicioí n…”
(La inquisicioí n en Hispanoameí rica (judííos, protestantes y patriotas), por
Boleslao Lewin. Editorial Proyeccioí n, Buenos Aires. 1962. Paí gina 213)

Lo curioso es que a lo largo de las prohibiciones figuran tres clase de libros: Obscenos,
subversivos y hereí ticos. Es decir que la Biblia estaba considerada por los censores como la
pornografíía de hoy en díía, de la misma condicioí n ambos tipos de libros.

Mientras amanecíía el 1800, en esos díías hubo personas que intentaban hacer historia llevando la
Biblia al Ríío de la Plata aun a pesar de la prohibicioí n espanñ ola y a costa de sus propias vidas. La
Sociedad Bííblica Britaí nica registra lo siguiente en su historia:

A pesar de que en Ameí rica del Sur se lograron pocos avances reales, auí n asíí, la Sociedad
tuvo un comienzo. A traveí s de mercaderes, viajeros y santos capitanes marinos, las
Escrituras encontraron su camino a Cartagena, a Brasil y alrededor del Cuerno a Chile. En
1806 se enviaron seiscientas copias a Buenos Aires y Monte Video, la primera vez que ha
llegado el Nuevo Testamento en español allí. Obtuvieron una raí pida circulacioí n; incluso
los sacerdotes los compraron, y los consideraron "copias buenas y justas"; pero cuando
bajamos nuestra bandera en Buenos Aires en 1807, todas las publicaciones religiosas
distribuidas durante la ocupacioí n britaí nica fueron convocadas bajo las penas maí s
severas.
(The Story Of The Bible Society, By william canton. London. John Murray, Albemarle
Street, W. 1904. Paí gina 72).

Arnoldo Canclini en su libro: “La Biblia en la Argentina, su distribucioí n e influencia hasta 1853”,
expone la carta de uno de estos misioneros de la difusioí n de la Biblia, Robert Crowie, miembro
de la Sociedad Bííblica Britaí nica:

Estimados Senñ ores:


Tengo un agente que sale en viaje de negocios a Buenos Aires, que es un hombre
informado e inteligente. Considerando que es una buena oportunidad para esparcir la
Palabra de Dios entre los espanñ oles en esos populosos lugares, quisiera saber si la
Sociedad tiene a mano alguna cantidad de Nuevos Testamentos en espanñ ol y en que
condiciones estaríía dispuesta a suplirme con 200 o 300 ejemplares,
Con toda estima para con ustedes, su amigo y servidor, Robt. Crowie.
Limestreet, 27 de septiembre de 1806
(La Biblia en la Argentina: su distribucion e influencia hasta 1853. Por Arnoldo Canclini.
Asociacion Sociedad Biblica Argentina, Buenos Aires, 1987, 2015. Paí gina 26).
En 1800, la Biblia estaba en pleno proceso de introduccioí n, aunque de manera clandestina y con
el esfuerzo de ingleses que respondíían a la Sociedad Bííblica de dicho paíís. Hay registros de que
algunos ejemplares comenzaron a llegar a ciertas manos dentro de la sociedad de Buenos Aires.
En ese tiempo nadie teníía la Biblia, la uí nica que existíía era en Latíín y era manipulada, ocultada,
sepultada y monopolizada por el catolicismo.
Al llegar 1810 circulaban ejemplares entre aquellos que buscaban la independencia. La Biblia
Reina Valera, junto a las ideas de libertad y con la aceptacioí n de pensamientos franceses e
ingleses, comenzaron a tomar protagonismo. Todo lo prohibido desde Espanñ a comenzaba a ser
anhelado.

En 1806 habíía sido enviado David Hill Greighton, quien ha sido considerado el primer misionero
en el Ríío de la Plata. Lamentablemente su labor se vio afectada por guerras, idas y vueltas en
plenas invasiones y contrainvasiones a lo largo de Europa y toda Ameí rica. En ese mismo anñ o,
Alexander Gillespie, capitaí n del ejeí rcito britaí nico fue tomado prisionero y trasladado desde San
Antonio de Areco hacia Calamuchita (Coí rdoba), viaje en el cual conocioí mucha gente y pudo
escribir el libro “Buenos Aires y el interior”, dejando constar entre sus entrevistas un registro en
el que menciona a la Biblia y la necesidad que la gente teníía de ella. En 1807, J. A. Wreyford,
comerciante ingleí s, distribuyoí maí s de 200 ejemplares en el paíís a gente deseosa de tenerla. En
1807 tambieí n se registra la distribucioí n en Montevideo de 600 ejemplares como parte de la obra
de Greighton. En esta misma ciudad, ese mismo anñ o se registra la primera donacioí n en la historia
para la impresioí n de ejemplares de la Palabra de Dios, por parte del capitaí n de navíío
Polyphemus, Robert Louthean.

En esta historia tambieí n van apareciendo personas oponieí ndose a la difusioí n de la Biblia en
lengua espanñ ola como el obispo Lueí y Ruega, gran opositor a la revolucioí n de Mayo, pero
tambieí n se encuentra registrado que Manuel Alberti fue una de aquellas personas quienes
conservaban uno de esos ejemplares distribuidos del nuevo testamento entre sus bienes
personales.

En fechas posteriores existen una gran cantidad de registros sobre personas luchando por que la
Biblia penetre e impregne las vidas y la sociedad, y podemos destacar a la Sra. MacKinnon,
esposa del presidente de la comisioí n de comerciantes ingleses: Alejandro, quien
sistemaí ticamente habríía realizado desde antes de 1812 el ingreso de nuevos testamentos en
espanñ ol, convirtieí ndose en la primera mujer de la “misioí n bííblica” en nuestro Paíís (Archivo de la
Sociedad Bííblica Britaí nica. Libro de actas del 3 de febrero de 1812).

Para culminar este anaí lisis, Manuel Alberti, a quieí n mencionamos anteriormente fue miembro
de la primera junta de gobierno surgida en el cabildo abierto el 25 de mayo de 1810. Las ideas de
Alberti, conociendo que era poseedor de un ejemplar de la Biblia, estaban embebidas de
cuestionamientos a las tradiciones religiosas de la eí poca y con ideas acerca de la libertad en
todos los oí rdenes. Alberti junto a Mariano Moreno fueron los que fundaron “La Gazeta de Buenos
Ayres” para que la gente esteí informada de todo cuanto acontecíía en la revolucioí n por parte de
los independentistas. Moreno se dio el lujo de publicar en su flamante “gazeta” el contrato social
de su admirado Rousseau, aunque en su traduccioí n se autocensuroí para no confrontar con la
Iglesia partes tales como:

“La religioí n es necesaria a los pueblos y a los jefes de las naciones; ninguí n imperio existioí
jamaí s sin ella. No confundamos la religioí n con el ceremonial de ella. El culto que pide
Dios es el del corazoí n; y eí ste, cuando es sincero, siempre es uniforme. Vanidad muy loca
es figurarse que tanto intereí s tome Dios en la forma del vestido del sacerdote, en el orden
de las palabras que pronuncia, en los ademanes que hace en el altar y en todas sus
genuflexiones”

No era momento de confrontar con la Iglesia en medio de una revolucioí n, pero escribioí desde su
corazoí n cosas como las siguientes:
“El culto exterior no tiene una intríínseca relacioí n al objeto a que se determina; ahora es
una accioí n de reverencia doblar la rodilla, y manñ ana podríía ser una senñ al de burla o
desacato”

En la investigacioí n de Roberto Di Stefano, podemos leer en la paí gina 206 de sus “Lecturas
polííticas de la Biblia en la revolucioí n rioplatense” lo siguiente:

“No es extranñ o encontrar en lo sermones revolucionarios rioplatenses, unas veces de


manera subyacente, otras explíícita, la concepcioí n de que los episodios que toca al orador
comentar constituyen momentos significativos de la historia de la Salvacioí n, de que
detraí s de los hechos humanos actuí a la mano invisible de la voluntad divina. Los oradores
buscan en la Biblia, y en particular en el Antiguo Testamento, claves para interpretar los
acontecimientos y otorgar sancioí n religiosa a la causa americana”.

No podemos dar cuenta de todos los detalles y matices en coí mo la Biblia estaba siendo
introducida tanto en el Ríío de la Plata como en los corazones de la sociedad o maí s precisamente
en la de los padres de la independencia, pero si es revelador que la Palabra de Dios estaba
llegando cada vez con maí s fuerza y de alguna manera transformando la mirada hacia la tiraníía.
Tambieí n podemos ver que las polííticas de la inquisicioí n no frenaban el avance de la reforma
protestante ni tampoco el regreso al evangelio puro de Jesucristo y al cristianismo primitivo
bííblico.
Todo esto revela nuevamente algo obvio: Dios actuí a y sus propoí sitos se cumplen.

En este brevíísimo estudio no podemos hacer constar todos los matices de la historia, ya que
seríía imposible, pero maí s allaí de la quema de Biblia en la plaza de mayo en pleno proceso de
revolucioí n, de las censuras constantes, de los castigos o matanzas a los que portaban las Biblias
prohibidas, podemos mostrar que habíía un deseo en muchas personas para que en Argentina,
desde su formacioí n, llegaran la verdades de las escrituras. Y esto por obra de Dios para alcanzar
a los que ahora viven en este suelo.
Maí s allaí de tantas situaciones histoí ricas, una historia paralela se ha estado escribiendo: Dios
quiere alcanzar siempre a las personas.

Por Carlos Samuel Mansilla


Pastor de Casa Bííblica Argentina

(*1) El teí rmino Inquisicioí n o Santa Inquisicioí n hace referencia a varias instituciones dedicadas a
la supresioí n de la herejíía mayoritariamente en el seno de la Iglesia catoí lica. Si bien esto
comienza desde la eí poca medieval, este estudio se centra en lo que compete a la persecucioí n del
catolicismo en estas fechas comprendidas.
Desde el catolicismo se persiguieron y asesinaron muchas personas que ahora son maí rtires del
cristianismo protestante, se persiguioí a asesinoí a quienes traducíían la Biblia a los idiomas en
que el pueblo hablaba, se quemaron libros que no estaban de acuerdo a lo que la inquisicioí n
disponíía. En definitiva fue una persecucioí n ideoloí gica contra todo y todos aquellos que no
estaban acorde al pensamiento de la iglesia catoí lica.

Bibliografiá:

*La inquisicioí n en Hispanoameí rica (judííos, protestantes y patriotas), por Boleslao Lewin.
Editorial Proyeccioí n, Buenos Aires. 1962. Paí gina 213.
*The Story Of The Bible Society, By william canton. London. John Murray, Albemarle Street, W.
1904. Paí gina 72.
*La Biblia en la Argentina: su distribucioí n e influencia hasta 1853. Por Arnoldo Canclini.
Asociacioí n Sociedad Bííblica Argentina, Buenos Aires, 1987, 2015. Paí gina 26.
*Mariano Moreno y algunas de sus grandes iniciativas como secretario de la Primera Junta.
Felipe Pigna.
*Moreno, Escritos, Buenos Aires, Estrada, 1943.
*Boleslao Lewin, Rousseau y la Independencia Americana, Buenos Aires, Eudeba, 1965.
*https://sba.org.ar/historia-de-la-sba-en-argentina/
*https://es.wikipedia.org/wiki/Benito_Lu%C3%A9_y_Riega
*https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Alberti
*La Biblia, El Corazoí n de Dios y Su amor por nosotros. La Historia de la Biblia en Argentina. Por
Ruben del Re. 03/09/2016. En la “Iglesia de la Unioí n”.
*Historia de la Biblia en la Argentina - Rubeí n Del Reí - 27/11/2016. En la “Iglesia Bautista
Nordeste”.

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