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El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento 1

EL ÁRBOL DE LA VIDA
Y
EL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO
PUBLICACIÓN DE LA ORDEN ROSA CRUZ KABALISTA

IVAN DARIO QUINTERO


Zerión
Copyright:

ISSN 0123 – 2185

Reservados todos los derechos

Apartado Aéreo 2656

Santiago de Cali, Colombia

ordenkabalistarc@hotmail.com

Febrero del 2005

Este folleto se publica con cooperaciones voluntarias y su distribución es gratuita


El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento 2

“El árbol de la Vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal que se
encuentran en el centro del paraíso, están relacionados con el centro de nuestro
cuerpo, porque allí está el sitio que proporciona la experiencia y la vida
diferenciada”

INTRODUCCIÓN

Hay dos senderos en el desarrollo espiritual, el sendero de la mística y el


sendero del esoterismo. El sendero de la mística lleva a la unificación
inconsciente con Dios. El místico siente un estado de extraordinaria plenitud
espiritual, pero no es consciente de cómo es el proceso, hasta cuando en
futuras encarnaciones siga el sendero de la filosofía y de la ciencia para
equilibrarse.

El esoterista tiene logros internos que comienzan por lo intelectual hasta


llegar a lo psíquico, pero hasta tanto no despierte la mística, esos logros
serán también incompletos. Se deben aunar el “corazón con la cabeza”;
pensar como filósofos y sentir como artistas, equilibrando los pensamientos
con los sentimientos para llegar a la interna realización.

Todos necesitamos un norte, necesitamos una cima a donde ascender.


Esa cima es la senso-consciencia (sensibilidad y consciencia). La
sensibilidad es el amor impersonal y altruista que debemos lograr por toda
vida. No es ponerse a llorar porque a cualquier persona le pasó algo, eso es
sensiblería, aunque está bien que sintamos cariño por los demás; es ser
sensiblemente conscientes.

La consciencia no es la mente racional no es el intelecto; no es tener una


memoria prodigiosa ni ser inteligente, ni siquiera sabio. Son peldaños que
nos conducen al conocimiento total de la evolución interna y externa que
tiene a la conciencia como síntesis.
El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento 3

EL ÁRBOL DE LA VIDA Y EL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO

El ser humano como microcosmos es la síntesis de las energías del


universo. Estamos en un proceso de evolución eterno e infinito. El micro,
el ser humano es una réplica absoluta del Macro, del universo. Las energías
que actúan en el Macro como inteligencia universal, van progresivamente
acortezándose, cristalizándose, densificándose, para hacer posible que la
Consciencia Infinita se vaya haciendo consciencia diferenciada en todas y
cada una de las manifestaciones en las cuales la Vida tiene su morada,
comenzando por los microorganismos, pasando a los vegetales, luego a los
animales y después al hombre. Esa es la simbólica escala de Jacob a la
cual hace referencia la Biblia.

Jacob que representa el Ego, el Espíritu humano, el centro de


consciencia, “debe ir a tierras extrañas” a tomar contacto con otras
humanidades; en ese camino le sorprende la noche; busca una piedra para
que le sirva de soporte a su cabeza “Y llegado a cierto lugar, queriendo
descansar en él después de puesto el sol, tomó una de las piedras que allí
había y poniéndosela por cabecera, durmió en aquel sitio. Gén. 28,11. Y
mientras duerme tiene una visión: una escalera infinita que llega hasta el
cielo. “Y vio en sueños una escala fija en la tierra, cuyo remate tocaba en
el cielo y ángeles de Dios que subían y bajaban por ella y al Señor
apoyado sobre la escala, que le decía: Yo soy”. Gén. 28, 12.

Los seres humanos somos Jacob, el Ego en un esfuerzo permanente por


evolucionar. En ese proceso apoyamos nuestra consciencia en el mundo
mineral, naturaleza terrestre en la cual nos encontramos, para que la
consciencia pueda progresivamente elevarse hasta llegar a la Divinidad.

El futuro de la humanidad es ir progresivamente perfeccionándose; no


vamos a ser siempre humanos, pero tampoco vamos a estar eternamente en
el planeta viviendo en ese estado de inconsciencia, de irresponsabilidad, de
abulia, en el cual se vive: nos levantamos en la mañana y seguimos unas
costumbres preestablecidas como un ritmo biológico organizado,
cumplimos relativamente con nuestros deberes, nos esforzamos muy poco
por aprender algo nuevo y cuando llega la noche nuestro Espíritu
abandonando su corteza física (el cuerpo denso), se sumerge en los mundos
espirituales procurando renovarse en su aspecto espiritual, dejando que el
cuerpo denso se también renueve y vitalice antes de introvertirse
nuevamente en la materia para hacer posible la adquisición de experiencia.
El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento 4

Pero, ¿estamos haciendo todo lo posible para obtener toda la


experiencia que necesitamos o estamos únicamente dejando pasar la vida?
Quizás es esto último, desaprovechando la encarnación que no es tan larga,
porque cuando menos nos damos cuenta, ya se está viejo, enfermo, vacío
de sensibilidad y sin querer saber nada más de este mundo, sino abandonar
el cuerpo que ya pesa demasiado.

La labor es muy distinta; es esforzarnos día a día, momento a momento


por adquirir la mayor cantidad de experiencia y de sensibilidad, para que
éstas se conviertan progresivamente en consciencia. Esa es la finalidad de
la evolución; crecer en Ego y en Alma.

El Ego es consciencia, es sabiduría, es comprensión, es experiencia y el


Alma es amor, estética, sensibilidad, generosidad, altruismo, bondad. Es
lo que los grandes seres vinieron a mostrarle al mundo; no vinieron a
fundar religiones.

Las religiones fueron fundadas por otras personas con un fin netamente
mercantilista y para anquilosar la consciencia y la sensibilidad de la
humanidad manteniéndola esclavizada, dogmatizada, limitada e impedirle
crecer tanto en lo anímico como en lo espiritual.

Los esoteristas comprenden que las religiones en la esencia misma


dejada por aquél que entregó esas enseñanzas, es divina, es magnífica, pero
siempre y cuando tratemos de vivir lo que esos grandes seres enseñaron,
para encarnarlas en nuestra vida. Pero las religiones son negativas y quizás
perversas cuando personas ajenas al conocimiento intentan inhibir la
consciencia, impedir el libre albedrío y dogmatizar a las personas que están
asistiendo a ese tipo de religión, de filosofía o de movimiento.

Tenemos como paternidad de la Vida cósmica el libre albedrío que no


puede ser inhibido por nadie ni por nada. Es el libre albedrío lo que nos
permite aprovechar las experiencias en el diario vivir. Debemos por lo
tanto aprovecharlo, utilizar nuestra inteligencia, nuestra relativa
consciencia, para analizar la religión en la cual nacimos o la cual nos gusta,
conociendo las enseñanzas dejadas en su pureza por aquél sabio que las
entregó. Tratemos de encarnarlas y vivirlas en nuestra existencia y así
nuestra vida será armoniosa, estaremos realmente en el sendero del
perfeccionamiento; pero si empezamos a creer lo que nos están diciendo, si
nos dejamos dogmatizar, si no nos esforzamos por pensar sino por aceptar
pasivamente lo que nos dicen, estamos en el peor de los senderos.
El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento 5

El árbol de la vida y el árbol del conocimiento a los que hace referencia


el texto bíblico, está en relación con la eclosión de las energías cósmicas
tanto en la naturaleza formal como en la naturaleza humana. Son las
energías del Macrocosmos, de Dios, del Alma del Mundo o de la Vida
Universal (el nombre que cada cual le quiera dar a la Consciencia Cósmica
Infinita y Eterna), eclosionando en nuestra vida. Constantemente estamos
recibiendo ese influjo, que crucificándose en la materia (substancia-forma),
hace posible que la vida diferenciada surja para adquirir experiencia.

Es por eso que los Rosa Cruces tienen como uno de sus símbolos la
cruz, no haciendo referencia a un madero en el cual clavaron a alguien, sino
el símbolo en sí mismo, un símbolo tan antiguo como lo es la historia de la
humanidad, la cruz. Sin el poder de la cruz nada puede existir; si no se
cruza la mirada de un hombre y de una mujer no puede surgir el amor, si no
se cruzan sus voces, sus cuerpos, sus semillas, se hace imposible la
perpetuación de la especie; si no se cruza una semilla en la tierra, no puede
surgir el árbol que ha de producir los frutos que alimenten a los seres vivos;
si no se cruzan los polos positivo y negativo de la electricidad, no puede
surgir el movimiento mecánico de las máquinas, la luz, el calor, etc.

Nuestro cuerpo es la cruz en donde el Alma del Mundo, la energía


cósmica, se ha crucificado, es decir, la ha penetrado, convirtiéndose en
substancia-vida a través de la semilla (poder genitor), para hacer posible
que la Vida Divina convertida en semilla, pueda perpetuarnos a través del
tiempo y del espacio, haciendo posible que la evolución pueda continuar y
que no desaparezcan la humanidad, los animales, los vegetales, los
microorganismos.

Es extraordinario el conocimiento tradicional que han guardado


celosamente unos sabios a través de los tiempos para que ese conocimiento
no fuera profanado por aquellas personas inconscientes e irresponsables
que habiendo sabido de ellas, las habrían destruido.

¿De dónde surge cada uno de nosotros en la forma? De una semilla que
no alcanzamos a ver físicamente si no a través de un microscopio de
relativa potencia. Esa semilla que generalmente es mirada con desprecio,
con obscenidad, quizás con asco, es lo más santo, lo más extraordinario y
divino que existe. Gracias a esa pequeñísima semilla fue posible que
nuestros padres nos engendraran, para tener la oportunidad hoy en día de
estar adquiriendo experiencia en este mundo tridimensional.
El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento 6

Gracias a esa semilla aparentemente insignificante en cuanto a tamaño


pero portentosa en cuanto a la esencia misma que contiene, podemos
engendrar a nuestros hijos a quienes con amor les guiamos y mostramos el
camino, el sendero de la espiritualización consciente.

Cuán diferente es el joven y la joven que aún no han perdido esa


energía prodigiosa que como energía y sustancia se pierden en el orgasmo.
Mientras los jóvenes y las jóvenes no han llegado al uso (o lo que es peor al
abuso de esa energía), son bellos, alegres, espirituales, espontáneos, dignos,
divinos, alegres; pero cuando se llega a ese proceso y se abusa de él,
vienen los desequilibrios, la tristeza y los problemas, inmediatamente surge
el dolor.

Cuando el Señor Jesús hacía referencia veladamente a estos


conocimientos, decía: “dejad que vengan los niños a mí y no se lo vedéis
porque de ellos es el reino de Dios”. Lc. 18,16. El reino de Dios es la
armonía espiritual; no es un lugar situado en el espacio ni en el tiempo, sino
un estado interior.

Los niños viven ese estado de pureza sin mancha; pero cuando la
emoción surge en la adolescencia y la mente racional al llegar a la etapa
adulta, ya se conoce la energía genésica, se pierde la pureza; entonces surge
la pasión y la lujuria lacera la sensibilidad, por lo que se quiere acallar esa
pasión una y otra vez pensando que satisfaciéndola se puede calmar ese
voraz fuego.

Esa energía no se calma con la concupiscencia, esa pasión no se acaba


satisfaciéndola porque es el combustible que aviva la llama y nos consume
en la locura del instinto. De ahí surgen la neurosis, la histeria, la depresión,
la angustia, la ansiedad, el hastío de la vida, las enfermedades de toda clase.
Los hospitales psiquiátricos se encuentran llenos de personas que han
abusado de esa energía. Enfermedades incurables y desconocidas aún por la
ciencia médica en su etiología, es decir, en su causa, se deben el abuso de
esa energía, de ese poder.

¿Por qué no nos habían enseñado esto antes? ¿Por qué nadie nos ha
hablado de esto? ¿Por qué los médicos no saben de esto nada? ¿Por qué
los educadores ignoran este conocimiento? Porque el ser humano se resiste
a trascender sus impulsos primarios, porque el ser humano por satisfacerlos
le duele la verdad y la rechaza. Por eso todos conocemos aquél adagio que
dice: “la verdad duele”...
El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento 7

Exactamente, cuando uno ve que está de alguna manera en peligro la


satisfacción de sus emociones o de sus impulsos, entonces, como niño grita
y patalea diciendo: “eso no es verdad”.

Pero, ¿quién de nosotros los adultos puede decir que estamos mintiendo
o que estamos equivocados? Llevemos estos conocimientos a nuestra vida
privada para llegar a las conclusiones adecuadas. Pero, ¿cuál es la
solución? La sublimación.

La palabra sublimación del latín sublimāre, es engrandecer, exaltar,


ensalzar o poner en altura; es en fin “acción sublime”, la acción de dirigir o
enfocar las energías más bajas de nuestra naturaleza hacia la senso-
consciencia.

Cuando hablamos de algo sublime, nos referimos a algo puro,


espiritual, noble, sagrado; entonces, la sublimación a la cual hacemos
referencia como salvación para ese grave problema que acucia a la
humanidad, es dirigir con nuestra imaginación y con la mayor mística
posible, hacia la esfera del corazón, todo ese poder, toda esa energía que
presiona en la esfera germinal.

Sentido espiritual
(amor divino)

Emoción Consciencia

Instinto
(amor humano)

En el corazón se encuentra el redentor de cada uno de nosotros; en el


corazón se encuentra el Cristo (la Vida Cósmica). Es la rosa simbólica de
los Rosa Cruces, la rosa que ha de abrir sus delicados pétalos como
símbolo del Alma e irradiar la más dulce ambrosía: bondad, inteligencia,
amor, ternura, cariño, espiritualidad, poesía, pintura, música, arte, belleza.
hacia todos aquellos con quien se ponga en contacto.

El Señor Jesús haciendo referencia a este estado dijo: “yo soy la rosa de
Sharón y el lirio del los valles”; la rosa del amor, la rosa de la paz y el lirio
de la consciencia.
El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento 8

¿Cómo realizar ese proceso? Cada vez que se sienta el presionar de la


energía instintiva (natural por su puesto) en nuestra naturaleza germinal,
inmediatamente debemos dirigir la imaginación a la esfera germinal;
visualizar toda esa energía como luz y la llevamos hasta el sacro-cóccix.
Luego, al inhalar, imaginar que toda esa luz se eleva por el centro mismo
de la columna vertebral hasta el corazón y allí se convierte en un radiante
sol, deseando al mismo tiempo que ese sol llegue a todos los seres
vivientes, con un mensaje de paz.

Pero no solamente se debe realizar este ejercicio cuando se sienta la


presión psicogenésica; debe verificarse todos los días sin falta, durante la
mañana al despertar y en la noche antes de entregarse al sueño. ¿Cuánto?
Mínimo 10 minutos. Así la vida se convertirá en un paraíso, volverá la
alegría, la paz, la felicidad perdida, convirtiéndose en niños espirituales
recuperando el derecho al reino de los cielos, el mundo de la armonía
espiritual, para llegar a ser verdaderos discípulos del sentido del amor
espiritual, del Cristo, que está latente en nuestro corazón.

De la esfera generadora se derivan dos caminos que hacen relación con


los dos alegóricos árboles que estaban plantados en la mitad del paraíso: el
árbol de la vida y el árbol del conocimiento.

El árbol de la Vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal (árbol del
conocimiento) que se encuentran en el centro del paraíso, están
exactamente relacionados con el centro de nuestro cuerpo, porque allí está
el sitio que proporciona la experiencia y la vida diferenciada.

Se dice que “el árbol de la Vida y el árbol del conocimiento, tienen sus
raíces en el mismo sitio”. Es el árbol de la Vida, cuando se exterioriza la
semilla para permitir que Egos expectantes puedan renacer, y es el árbol del
conocimiento, cuando la fuerza que subyace en la semilla no malgastada en
las locuras eróticas del instinto y de las pasiones, se sublima y se desplaza
como energía hacia los centros cerebrales para permitirnos pensar y ser
conscientes, a la laringe para exteriorizarse como elocuencia y veracidad, al
corazón para despertar el sentido espiritual del amor, hacia los centros
abdominales para desarrollar la acción fecunda en el mundo tridimensional
o bien se focaliza en las glándulas endógenas, permitiendo con la actividad
hormonal que el ser humano pueda manifestar toda la magnitud y grandeza
de su evolución.
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El árbol de la vida corresponde al sistema nervioso autónomo y a la


cadena glandular, a los que llegan las energías Cósmicas en nuestra
naturaleza, tomando contacto con tres átomos de Vida, de Amor y de
Poder: el átomo del Padre, la consciencia, en el centro del cerebro; el átomo
crístico en el corazón y el átomo del Espíritu Santo en la esfera germinal;
son los tres aspectos de la Divinidad en nosotros. Estos tres átomos de Luz
brillan como tres llamas; la primera de color azul como la llama del gas, es
el fuego del Espíritu; la segunda de color amarillo dorado, es el fuego del
amor impersonal y la tercera de color rojo rubí, es el fuego del cuerpo
físico que hay que sublimar.

En la base de la espina dorsal está latente el fuego rojo de la pasión,


odios, envidia, celos, instinto y egoísmo. Cada vez que se hace remontar
ese fuego por la espina dorsal se sutiliza y se hace menos oscuro. Este
fuego espinal asciende y desciende por el epéndimo. Esta es la escala de
Jacob, la Luz que conecta el cielo y la tierra en el microcosmos humano.

A medida que se eleva ese Ígneo Poder, se pone en contacto con la


refracción de las llamas dorada y azul en el plexo solar, hasta llegar al pons
varoli [1] y a la médula oblonga, para finalmente llegar al tercer ventrículo
del cerebro estimulando la actividad psíquica de las glándulas hipófisis y
pineal, relacionadas con los centros frontal y coronario.

El árbol del conocimiento corresponde con el sistema nervioso cerebro-


espinal, que permite que las energías que vienen de lo cósmico y se
convirtieron en substancia-Vida al eclosionar en nuestro cuerpo físico, nos
lleven a adquirir experiencia, que de alguna manera afectan la sensibilidad
y la consciencia.

Por eso, esa energía debe elevarse a por el árbol del conocimiento a
través de los siete principales estratos o centros de energía que en el oriente
llaman chakras, que son las siete rosas de los Rosacruces, situados a lo
largo de la espina dorsal y en el cerebro.

El primer centro es la resistencia a las energías del Alma del Mundo


que se acumulan en la base de la espina dorsal. Esas energías nos
estimulan a trabajar, a movernos, a luchar, a hacer todo lo que realizamos;
son las que soportan nuestro cuerpo haciendo que pueda asimilar y
desasimilar los alimentos.
_________________________________________________________
(1) Masa de neuronas de fibras transversales en la superficie ventral del cerebro y del extremo anterior de la médula espinal,
extendiéndose sus lados hacia arriba para formar los pedúnculos medios del cerebelo.
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El segundo centro tiene su foco de energía a través de la esfera de la


generación; es dificilísimo trascender el impulso germinal que lleva a
desear satisfacerlo una y otra vez. Allí radica la sede del amor humano;
pero del amor humano tenemos que ir al amor divino.

Es natural la atracción entre el hombre y la mujer. Cuando sus cuerpos


eclosionan, es un momento tan sagrado y especial, que si el ser humano
comprendiera que ese momento es para dedicarlo a la meditación, a la
sublimación y a la espiritualización de sus vehículos, trataría de hacerlo y
no al efímero impulso de la satisfacción del instinto, que provoca desgano,
cansancio, depresión, hastío. Pero si decide aprovechar esa poderosa
energía para ser dirigida con voluntad y con estética, la convierte de amor
humano en amor divino, adora a aquella que es su compañera o ella a aquél
que es su compañero como parte misma de la Divinidad.

El tercer centro corresponde a la fuerza del deseo. Es el estrato de la


emoción donde están localizadas todas las pasiones de la raza: el odio, la
ira, la envidia, los celos, el temor, la incertidumbre. Pero, ¿por qué esas
energías actúan de esa manera en nosotros? Porque es parte misma de la
evolución, fuente del progreso de la consciencia; fue necesario que
actuáramos así a lo largo de millones de años, pero ya tenemos que
liberarnos de los estratos bajos e ir hacia los estratos superiores,
aprovechando la fuerza de la acción emanada de la emoción, para lograr los
más elevados anhelos.

El cuarto es el centro del amor, de la bondad, del altruismo, de la


mística, de la estética. Está en relación no solamente con la parte mística y
sensible de nuestro ser, sino también con el pensamiento; por eso se dice
que: “así como pienses en tu corazón, así serás”, así como sean nuestros
pensamientos, allí irán nuestros deseos, allí serán nuestros sentimientos.

El quinto centro corresponde con la laringe, relacionada con el


lenguaje. Allí se fonetiza, se pronuncia el sonido audible, lo que nos hace
meditar en los primeros versículos del evangelio de San Juan: “En
principio era el Verbo y todas las cosas por él fueron hechas”. El sonido es
preexistente a toda creación, a todo cuanto existe, primero viene el sonido y
después la luz, luego el color, después el calor y el movimiento. Entre más
evolución tenga una persona, mayor capacidad tendrá para exteriorizar su
palabra bella y espiritualmente; entre menos evolución tenga, su palabra
será insuficiente, ordinaria, soez, precaria. Eso lo da la evolución y el
poder del sonido. Es por eso que las escuelas esotéricas orientales y
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occidentales, dicen que para despertar todos estos centros es importante el


sonido.

El sexto centro corresponde al frontal, localizado en el entrecejo.


Cuando está activo, el ser humano desarrolla comprensión de los misterios
de la vida, comprende que la existencia es para adquirir experiencia, para
adquirir sabiduría, para amar y para servir; como resultado, la inteligencia
va formando parte inherente de su vida interior. Quien es inteligente tiene
la respuesta a todos los problemas de la existencia y sabe qué camino debe
seguir en cada momento determinado de su vida; ya se ha elevado por
encima del común de la humanidad y ha dejado de ser un simple
intelectual.

Hay personas que sin haber pasado por una universidad ni siquiera por
un colegio, son más inteligentes que muchos otros, porque en ellos el
cultivo espiritual les ha llevado a comprender los misterios de la vida y del
ser y a educir la verdadera inteligencia. Pero a través de ese proceso de
inteligencia, de comprensión, de estética, de mística, progresivamente
aprende que amar y servir a toda la humanidad sin excepción, es unificarse
a la Vida Cósmica conocida como Dios; así va haciendo cada vez más
consciencia.

El centro coronario solo se desarrolla en las personas muy


evolucionadas, radicado en la fontanela posterior. El Cristificado hablando
acerca del despertar de la consciencia, expresó: “Nadie llega al Padre sino
por Mí”; es decir, que nadie llega a la consciencia cósmica sino a través del
sentido espiritual. También expresó: “Yo y mi Padre somos Uno”, es decir,
que quien cultive la sensibilidad, radicada en el centro crístico, podrá
despertar la consciencia.

Por eso la palabra consciencia la escribimos con una s intermedia,


implicando que es consciencia sensorial. Ese es el camino, el sendero que
los Rosacruces le han mostrado al mundo a través de miles de años de
evolución. Es el sendero que siguieron el Señor Jesús, Hermes, Buddha,
Platón y otros grandes de la historia; es el sendero al que aspiramos,
elevarnos por la escala de Jacob, desde la base misma, del reino mineral, la
piedra, hasta conquistar finalmente la consciencia del Logos, la consciencia
del infinito.
El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento 12

Actividades de la Orden Rosa Cruz


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MARAVILLOSAS OBRAS PARA SU


ENNOBLECIMIENTO Y SUPERACION
LOS CHAKRAS__________C.W. Leadbether.
EL SECRETO DE LA SALUD Y LA
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TRATADO DE CIENCIA ROSACRUZ ________Iván Quintero.
VERBO GÉNESIS__________Iván Quintero.
LA SABIDURÍA KABALÍSTICA____________Iván Quintero.
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ADQUIERA EL HABITO DE LEER; ILUSTRARSE ES PROGRESAR.

Publicación de la

ORDEN ROSA CRUZ KABALISTA

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