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Sujetos de la Legítima

Defensa.

Fotografía 1 presenta un mallete y de fondo el libro de la ley encima una balanza, recuperado el 23 de febrero del 2018, a partir de la
fuente Siguiente: https://line.do/es/periodos-derecho-penal/qiq

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Material tomado por Maribel de los Santos para la asignatura Derecho Penal III. 2018
Sujetos de la Legítima Defensa
Asignatura. Derecho Penal III

Sujetos de la Legítima Defensa.

Fotografía 2 presenta una mujer defendiéndose de un hombre que tiene una pistola en la mano, recuperado el 23 de febrero del 2018,
a partir de la fuente Siguiente: https://www.diariodigitalcastelobranco.pt/detalhe.php?id=32972

Sujeto Activo
Doctrinariamente se ha discutido si en la legítima defensa el sujeto activo
puede serlo toda persona o tan sólo las que penalmente son capaces.
Autores como Manzini y Maggiore, enarbolan la última tesis: para el primero
de ellos la legítima defensa “presupone, a más de una actividad individual, un
cálculo intelectual y una consciencia unitaria”, que sólo pertenecen a quien
es penalmente capaz (por lo cual no puede decirse del loco, pueda ser sujeto
activo de legítima defensa)

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Otros tratadistas, que representan la tendencia mayoritaria, estiman que


cualquier persona puede ejercer la legítima defensa, aun cuando se trate en
menores o de incapaces mentales, dividiéndose si las opiniones cuando se
trata de personas jurídicas (estando frente a este problema, la mayoría por la
negativa).

Quienes sostienen la tesis afirmativa con referencia a las personas jurídicas,


como Frosali, el sujeto activo en la legítima defensa “puede ser un no
imputable, o un inmune, o un ente colectivo, pues, dado que de algunos de
estos entes puede llegar a ser autor de delito, nada impide que el delito o la
ilicitud desaparezcan cuando el hecho sea ejecutado en condiciones de
legítima defensa.

Sujeto Pasivo
El sujeto pasivo de la legítima defensa es la persona contra quien es posible
defenderse legítimamente. Los diversos tratadistas están uniformemente de
acuerdo en que la tutela legítima puede ponerse en acción contra cualquier
persona, imputable o no.

Sobre el interrogante de si la legítima defensa es válida contra los actos


arbitrarios de las autoridades, la respuesta es afirmativa, puesto que aun
partiendo de la autoridad, la agresión sería injusta; respuesta que no ha sido
uniforme en todas las épocas: en los gobiernos absolutistas se hizo siempre
predominar la acción, arbitraria o no, de la autoridad, y en otras ocasiones se
ha impuesta la tesis contraria, como en la Revolución Francesa (que proclamó
entre los derechos del hombre, el de la resistencia a la opresión y el “sagrado
derecho de rebelión”).

Frente a la solución afirmativa de aquel interrogante, aparece la duda de si se


debe conceder sin discriminaciones al particular el derecho de resistir las
órdenes o actuaciones de la autoridad, lo que pondría en serio peligro a la
tranquilidad pública y la existencia del derecho de autoridad, a los que
responde Quintano Ripolles así: Conceder desde luego al ciudadano el

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derecho de defensa violenta contra los actos de una autoridad legítima


porque los mismos no sean legítimos sería notable temeridad; equivaldría en
erigirle en supremo árbitro de las acciones autoritarias, las cuales,
naturalmente, siempre parecerán ilegítimas a quien las conculca. El otro
extremo sería en todo caso negar al ciudadano la facultad (que es más: un
derecho natural) de resistir las órdenes arbitrarias.

Romero Soto considera que tal vez sea lo mejor establecer un término medio,
en el sentido de la que las órdenes o actuaciones de la autoridad
manifiestamente injustas, puedan ser resistidas por los particulares, no así
aquellas que en su apariencia, se ciñan a las formas legales, a menos, que el
particular conozca, de antemano, su arbitrariedad. Igualmente en el terreno de
la doctrina se ha debatido si es legítima la defensa contra el niño o contra el
loco.

La respuesta ha sido diversa: para unos como Beling y Manzini, se han


pronunciado contra ella, por cuanto sostienen que la agresión además de
injusta debe ser culpable; para otros como Jiménez de Asúa, von Liszt, Mezger,
Florián y Antolisei, es posible la legítima defensa en tales casos. Una cuestión
fundamental que se plantea en este campo es la defensa de quien ha
ocasionado la agresión, vale decir, en otras palabras, la del provocador.

Sobre este particular puede afirmarse que mientras la provocación no


constituya en sí un ataque o sea de tal intensidad que pueda, por su propia
fuerza, poner en movimiento al provocado, y si, además, en este último caso,
no está dirigida a ese fin, da lugar a la legítima defensa.

Se habla entonces de “provocación suficiente”. La base de esta solución tanto


doctrinal como legislativa es la de que la provocación en sí no justifica la
agresión ni obliga al provocador a dejarse matar (conforme Luis Enrique
Romero Soto). Tesis compartida por Jiménez de Asúa, Quintano Ripolles,
Antolisei e Impallomeni, entre otros.

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En España, se reconoce el derecho a la legítima defensa de todos los bienes


jurídicos. La Corte de Casación de ese país por sentencia de fecha 1 de mayo
de 1958 decidió lo siguiente en un caso de atentado al honor se trataba del
caso de un procesado que se hallaba

“En un establecimiento de bebidas en que también se encontraba C., con el


que estaba enemistado, por atribuirle el primero manifestaciones contra la
dignidad y la honra de su esposa, y como éste profiriera contra aquél las
frases “cabrón” y “cornudo”, el procesado, reaccionando ante tal ofensa, dio
un puñetazo al otro que le produjo la pérdida de tres incisivos, con la
consiguiente desfiguración de su dentadura, así como una pequeña lesión en
la oreja, de la que curó dentro del segundo día”.

Condenado por la Audiencia el procesado como autor de un delito de


lesiones del artículo, con la atenuante del artículo 9 (vindicación de ofensa
grave), del propio Código, el Tribunal Supremo le absuelve del delito por el
que fue condenado con base en lo siguiente:

“Que la aplicación de las normas penales exige a los juzgadores un alto


espíritu de comprensión que los sitúe en la realidad de la vida para que sus
decisiones respondan a lo que demanda en cada caso la conciencia moral
pública, que, aunque algunas veces se desorienta, generalmente enfoca bien
los problemas que se relacionan con el ejercicio de los derechos naturales,
entre ellos los que hay que incluir el que tiene todo ser humano a que no se
mancille su honor, bien jurídico tan preciado como vida misma, porque una
persona sin honor pierde su prestigio y desmerece en el concepto público,
aureolas indispensables para la convivencia social, y esas consideraciones
llevan a esta Sala al cauce por donde discurre el primer motivo del recurso
dado que, en el caso concreto que se contempla, está perfectamente trazada
la figura triangular de la legítima defensa del derecho al patrimonio del
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honor, puesto que, sin que mediara ningún acto de provocación por parte del
procesado, se vio éste injusta y verbalmente agredido en un establecimiento
de bebidas de una localidad de reducido vecindario, con los epítetos que más
afectan al hombre casado y menoscaban su dignidad por atribuirle que
conoce, consiente y tolera la infidelidad de su mujer, a quien al propio
tiempo se le denigra y agravia, y como el empleo de esos vocablos habían
precedido manifestaciones del ofensor atentatorias a la honra de dicha mujer
casada, y la actitud pasiva ante la grave ofensa al honor conyugal sería
inexplicable y daría lugar a equívocas interpretaciones y comentarios poco
piadosos, fue lógica y natural la inmediata reacción del ofendido, que en un
movimiento instintivo calló la boca del lenguaraz, descargando en ella un
fuerte puñetazo que le produjo la pérdida de tres incisivos, medio necesario,
racional y adecuado para repeler el violento ataque verbal y evitar que
prosiguiera, y al concurrir los tres elementos que modelan la eximente (la
legítima defensa. G.C.), debe ser acogido el primer motivo del recurso.”

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Condiciones Necesarias para la admisión


de la legítima defensa.

Fotografía 3 presenta una balanza y el mallete elementos de la legítima defensa, recuperada el 23 de febrero del 2018, a partir de la
fuente Siguiente: http://www.elhorizonte.mx/local/ampliarian-concepto-de-legitima-defensa/1861738

A continuación se presentan los elementos a tomar en cuenta para poder


admitir una legítima defensa.
1ra. Una agresión
2da. Una agresión actual o inminente
3ra. Que se ejecute una acción delictuosa defendiéndose a sí mismo o a otro
4ta. Que la agresión sea injusta
5ta. Que la defensa no traspase los límites de la necesidad, es decir, que se
mantenga dentro de la racional proporcionalidad de los medios empleados.

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Referencias.
1. Código Penal de la Republica Dominicana, incluye las modificaciones de la Ley no.
24-97 del 28 de Enero DEL 1945, G .O. 9945 Y 36-2000. Santo Domingo. R.D. 2000.

2. Aníbal, Mauricio. Análisis de los artículos 321 al 329 del Código Penal
Dominicano. Encuentro Jurídico, 09 de noviembre de 2007.recuperado el 7 de
Marzo del 2018 de: http://www.encuentrojuridico.com/2007/11/anlisis-de-los-
artculos-321-al-329.html.

3. Ramos, Leoncio. (1986). Notas de derecho penal dominicano. República


Dominicana.

4. Jiménez de Azúa, Luis (1958) Principios del Derecho Penal, la Ley el Delito. Buenos
Aire Argentina: Editorial Sudamericana S.A.

5. S. Cardori, Caldearon. Legítima Defensa. Recuperado en 28 de marzo del 2018, a


partir de la fuente siguiente: http://www.academia.edu/6984517/LEGITIMA_DEFENSA

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