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LA ICONOGRAFÍA DE TLÁLOC

Además de en numerosas ollas Tláloc, el dios de la lluvia fue representado en Mesoamérica en


pinturas murales (por ejemplo en Teotihuacan), en esculturas, en bajorrelieves y en códices.

Los círculos alrededor de los ojos y los grandes colmillos constituyen rasgos característicos de
Tláloc. A partir del estudio de una estatua que se conserva en la colección Uhde en Berlín,
Eduard Seler (1963) demostró que esos motivos se originaron a partir de dos serpientes
enroscadas –que formaron los círculos de los ojos– cuyas fauces encontradas crearon la boca de
Tláloc.

En los códices, su cuerpo está pintado de negro, de amarillo o de verde, lleva atavíos de papel
salpicado de hule y su tocado se compone de ojos estelares, así como de plumas de quetzal y de
garza. Tláloc ostenta muchos atavíos de jade –del cual se decía que era “el cuerpo de
los tlaloque”–, símbolo del agua, como orejeras, collar, y también lleva un pectoral de oro. Entre
los elementos que carga el dios destaca un palo serpentiforme, a menudo pintado de azul, que
representa al rayo.

En un relieve del Templo Mayor se plasmaron dos rostros de Tláloc, uno encima del otro; el
superior es parte del cuerpo femenino (tiene senos) de Tlaltecuhtli, la deidad de la Tierra. El dios
de la lluvia también puede manifestarse de manera cuatripartita, como en la caja de piedra de
Tizapán, San Ángel, en la que se representaron cuatro figuras de Tláloc, de distintos colores,
como sostenedores del cielo.

Este aspecto cuatripartita nos remite al mito del robo de los mantenimientos (entre ellos los
maíces de distintos colores) por los tlaloque (azul, blanco, amarillo y rojo), después de que el
Tonacatépetl fuera abierto por el rayo de Nanáhuatl. Desde entonces, se atribuye a Tláloc “la
eclosión, el brote, el verdor, el florecimiento y el crecimiento del árbol, de la yerba, del maíz”.
Además, como patrón de la trecena que empieza con el signo ce quiáhuitl, 1 lluvia, Tláloc está
acompañado por Chicomecóatl, 7 Serpiente, diosa del maíz. A cambio de ofrendas y de
sacrificios –en particular de niños–, Tláloc otorgaba a los hombres todo lo necesario para la vida,
razón por la cual uno de sus nombres era Tlamacazqui, “El Dador”.

El complejo simbolismo de la serpiente está estrechamente vinculado con Tláloc. El ofidio puede representar al
rayo cuando está en las manos del dios, también simboliza la sangre que se riega sobre la tierra para fertilizarla.
Fueron también dos serpientes las que descuartizaron y fertilizaron a Tlaltéotl, deidad de la Tierra que se
confunde a menudo con Tláloc, para crear el cielo y la tierra. Estatua de Tláloc con dos serpientes que forman
sus anteojeras y sus fauces. Colección Uhde, Berlín. Digitalización: Raíces
ETZALCUALIZTLI
Etzalcualiztli

Veintena 6

(5-24 junio)

Nombres: Etzalcualiztli, “se come etzalli”. Deidades asociadas a los ritos: Tláloc, Chalchiuhtlicue

Ritos principales

En su conjunto, las fiestas celebradas en etzalcualiztli estaban dirigidas a la celebración de la


abundancia. En ellas se retribuía a Tláloc -quien representaba el aspecto masculino de la Tierra y
era el patrono de las lluvias– por los beneficios que había traído y a la vez se le suplicaba para
que hiciera lo propio en los meses por venir. Como además Tláloc era el patrono de los
sacerdotes, en etzalcualiztli éstos no sólo eran los sacrificantes principales sino que participaban
en otros ritos, como ayunos y penitencias, con un papel protagónico. Además de a Tláloc,
Chalchiuhtlicue y los tlaloque, se hacían algunas ceremonias en honor a Quetzalcóatl y Xólotl.

El platillo principal asociado a esta veintena era el etzalli, un guiso de maíz con frijol. De este
guiso algunos cronistas no sólo destacan su sabrosura, sino que lo relacionan con la
abundancia. Durante las fiestas la gente bailaba y llevaba en las manos mazorcas y ollas
con etzalli. Los jóvenes y los hombres que habían demostrado su valentía, se disfrazaban
de tlaloques, e iban de puerta en puerta solicitando algún alimento, en especial atole. Esta
generosidad puede verse como otra manera de celebrar la abundancia y como una especie de
reciprocidad del pueblo con los tlaloques, los que, al final de cuentas, eran vistos como los entes
gracias a los cuales se obtenían los frutos de la tierra.

El sacrificio en honor a Tláloc era uno de los ritos esenciales en esta veintena. Se dice que dos
personajes que representaban a Tláloc y Chalchitlicue vivían juntos durante 20 días, al término
de los cuales y a la medianoche eran sacrificados. Algunas fuentes señalan que en las montañas
se sacrificaban entre 10 y 15 infantes. En el Tlalocan, el templo dedicado a Tláloc, se llevaba a
cabo a la medianoche el sacrificio de los que personificaban a los tlaloques. Primero se inmolaba
a cautivos de guerra, sobre cuyos cuerpos se depositarían los de los tlatoque. Luego, al tiempo
que se hacían ofrendas de papeles, plumas y jades, a estos últimos se les sacaba el corazón, los
que se depositaban en un mixcómitl, “recipiente de nubes”, de color azul. Después los
sacerdotes se dirigían en canoas al aóztoc, “cueva del agua”, un torbellino en el lago, en el lugar
llamado Pantitlan, en el que arrojaban el mixcómitl y ofrendas de papel y jades. Al final se
lanzaba un incensario con papeles en llamas.

Durante las fiestas de esta veintena, los jóvenes danzaban llevando palos con pájaros en la
punta. No se conoce el significado preciso de esta práctica pero podría estar relacionado con los
guerreros que tras acompañar al Sol regresaban, a la Tierra transformados en aves. También
podría tratarse de una alusión al mítico Tamoanchan.

Una parte importante del esquema ritual de esta veintena eran las ceremonias que se
realizaban en honor a Chalchiuhtlicue. En el Tlalocan se fabricaba una efigie de madera, que se
vestía con los atavíos propios de la diosa, a la que se le hacían ofrendas. Después se sacrificaba
frente a esa efigie a una mujer que personificaba a Chalchiuhtlicue, y que era obsequiada por
los vendedores de agua.

Tomado de Arqueología Mexicana, Edición especial núm. 59, 3 ácatl / 2015. El calendario mexica y
el calendario actual.

FUENTE: https://arqueologiamexicana.mx/calendarios/etzalcualiztli
Tláloc
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Para otros usos de este término, véase Tláloc (desambiguación).

Tláloc

Dios Tláloc en Códice Borgia

Civilización Tolteca, Tlaxcalteca, Mexica

Otros nombres Señor del Tercer Sol, Chaac(maya), Pitao


Cocijo(zapoteco), Chaneco (entre
los nahuas contemporáneos de Veracruz).1

Significado del "Néctar de la tierra"


nombre

Templos Capilla norte del Templo Mayor, yacimiento


arqueológico del monte Tláloc

Esculturas Monolito de Tláloc(posiblemente pertenece


más bien a Chalchiuhtlicue), efigies en la
Pirámide de Quetzalcóatl, Teotihuacan,
numerosos braseros "Tláloc"

Códice relacionado Códice Telleriano-Remensis, Códice


Borbónico, Códice Xólotl, Códice Borgia

Adoración actual Neotolteca

Genealogía

Padres (Tolteca: Ometecuhtli y Omecíhuatl)


(Mexica: Forjado por los Tezcatlipocas

Cónyuge o Xochiquetzal (primera


dualidad femenina esposa) Chalchiuhtlicue(segunda esposa)

ó Matlalcueye (equivalente tlaxcalteca),

Hijos (Mexica: Huixtocihuatl y Tlaloques)


(Tolteca: Tecciztecatl)

Características

Armas granizo, truenos, agua

Manifestaciones inundaciones, sequías, tormentas

Representaciones cara antropomorfa con anteojos redondos y


colmillos de serpiente; cruz florida (Los
cuatro tlaloques); yauhtli (planta)

Atributos Tlamacazqui ("Dador")2 y Xoxouhqui ("El


Verde");4

Simbolismo (Mexica: Dios de la lluvia, del rayo y de los


terremotos)

Ente celeste desconocido


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Tláloc (en náhuatl clásico: Tlālōc; AFI [ˈtɬaːloːk]) es una deidad mesoamericana del agua celeste. El nombre Tláloc
deriva de tlālli («tierra») y octli («néctar»), es decir: «el néctar de la tierra». Los mexicas lo tenían como el
responsable de la estación lluviosa y hacían ceremonias para honrarlo en el primer mes del año (ātl
cāhualo). Bernardino de Sahagún y Alfredo Chavero lo describen como el dios del rayo, de la lluvia y de los
terremotos.

Índice

 1Culto
o 1.1Tláloc y sus manifestaciones

o 1.2Los rostros de Tláloc

 2Rituales

 3Monte Tláloc

o 3.1Sitio geográfico

o 3.2Evidencia arqueológica

 4Atributos y simbolismo

 5El paraíso de Tláloc

 6Cultura popular

 7Véase también

 8Referencias

Culto[editar]
Tláloc fue una de las divinidades más antiguas y veneradas de toda Mesoamérica. Su culto se extendió por gran
parte del territorio centroamericano. Fue tomado por los nómadas aztecas (así se llamaban los mexicas cuando
apenas acababan de salir de Aztlán) que se instalaron en el lago Texcoco, asimilándolo como divinidad agrícola.
Siguió siendo uno de los dioses fundamentales de las distintas comunidades agrícolas autóctonas; originario de la
cultura de Teotihuacan, dada la caída de la ciudad pasó a Tula, y de ahí su culto se esparció entre los
pueblos nahuas. Los teotihuacanos tuvieron contacto con los mayas, de ahí que ellos lo adoptaran o lo identificaran
en la forma del Dios Chaac. En la cosmología tlaxcalteca, Tláloc se casó primero con Xochiquétzal, Diosa de la
belleza, pero Tezcatlipocala secuestró. Tláloc se casó otra vez con Matlalcueye, y tiene una hija o hermana mayor
que es llamada Huixtocíhuatl.
Tláloc y sus manifestaciones[editar]
Como las divinidades mesoamericanas en general, posee una ambigüedad, en cuanto a que Es una Fuerza
Suprema en y de la naturaleza (la naturaleza y el cosmos no representan en los términos humanos bondad o
maldad, sino más bien un entramado de fuerzas, a veces en equilibrio, a veces en pugna; en ocasiones benéficas
para los humanos, otras tantas desastrosas); lo cual implica que, si bien es Dador de Vida, Providencia y
Benefactor, también muestra su faceta destructiva y aniquiladora. Así desciende desde el cielo para fecundar la
Tierra y poder cultivar la milpa, para germinar las semillas. Así también envía "los relámpagos y rayos, las
tempestades del agua y los peligros de los ríos y del mar"; dicho en palabras del fraile de Sahagún. Dominaba
también las fuerzas destructoras y si así era su voluntad podía enviar granizos, inundaciones, sequías, heladas y
rayos fulgurantes o fulminantes.
Estaba encargado de enviar el agua a la comunidad a través de sus ayudantes, los tlaloques; Tláloc mismo
multiplicado y diversificado, manifestado a los humanos como "seres enanos y antropomórficos" -como refiere Juan
Carlos Pérez Guerrero-, que desde el interior de los cerros enviaban las cuatro clases de lluvias. Ellos también
recibían súplicas y en su honor se realizaban ceremonias y rituales. Alain Musset asevera que, en vez de enanos,
son la representación de las montañas que rodean el Valle de México y sobre las cuales parecen formarse las
nubes que anuncian la lluvia. Su papel consistía en favorecer la venida de las aguas celestes pero también
protegían a los pescadores y los navegantes.
Tláloc fue uno de los más importantes en el altiplano de México, uno de los más representados y quizás también
uno de los de mayor antigüedad del panteón de Mesoamérica. Aparece representado desde la época teotihuacana.
Se le manifestaba siempre con unos atributos característicos:

 Anteojeras formadas por unas serpientes que se entrelazaban y cuyos colmillos acababan siendo las
fauces del dios.
 Una especie de bigotera que no era otra cosa que su labio superior. Se cree que este gran labio era el
símbolo de la entrada en la cueva que comunica con el inframundo y que deriva de la boca de las
figuras olmecas.
 La cara estaba casi siempre pintada de color negro o azul, más veces de color verde, para imitar los visos
que hace el agua.
 Llevaba en la mano una especie de estandarte de oro, largo y con forma de culebra, terminado en punta
aguda; era para representar los relámpagos y los truenos que acompañan a veces al agua de lluvia.
 En los dibujos de los códices puede verse que sus vestidos tienen pintados unas manchas que son el
símbolo de las gotas de agua.

Tláloc está compuesto en sus representaciones por los tlaloques o dioses de los 4 rumbos. Cada uno de ellos
manejaba y era el responsable de una vasija colocada en un rumbo. Cada vasija proporcionaba una lluvia
diferente.
La residencia de Tláloc era múltiple debido a la posibilidad de división de la sustancia que lo conformaba,
característica que trataremos al hablar de los tlaloques. Su morada se encontraba tanto en el Templo Mayor de
Tenochtitlan, como en el Tlálocán, en el interior del cerro que lleva su nombre, el cual pertenece a la cadena
montañosa Tlalocan, que separa el Valle de México del de Huexotzinco. Esto no es más que en hablando en
términos Eliadianos sublimación de la Paradoja de lo sagrado y lo profano. La libertad y poder absoluto que posee
la Divinidad le permite tomar cualquier forma, así como estar presente en cualquiera partes, y viendo la "Morada
divina" como una extensión de la misma divinidad, con aquella sucede lo mismo.
Los rostros de Tláloc[editar]
Una representación temprana del dios de la lluvia se encuentra en Estados Unidos, en los murales que pintó José
Clemente Orozco entre 1932 y 1934. En el principio de la narración, se ve al hombre-dios entre deidades
principales: Xipe-Tótec, Tezcatlipoca, Tláloc, con cuerpo humano y dos serpientes que forman su máscara.

Rituales[editar]
El Atlcahualo se celebraba del 12 de febrero al 3 de marzo. Dedicado a tlaloque, esta veintena implicaba el
sacrificio de niños en cimas de las montañas sagradas. Los niños eran bellamente adornados, vestidos al estilo de
Tláloc y Tlaloque. En camillas regadas con flores y plumas, rodeadas de danzantes, eran transportados a un
santuario y sus corazones eran arrancados por sacerdotes. Si en el camino hacia el santuario, estos niños lloraban,
sus lágrimas eran vistas como signos de lluvias inminentes y abundantes. En cada festival de Atlcahualo, siete
niños eran sacrificados en los alrededores del lago de Texcoco en la capital azteca. Ellos eran esclavos o hijos
segundos de los nobles.
El festival de Tozoztontli (del 24 de marzo al 12 de abril) similarmente implicaba el sacrificio de niños. Durante este
festival, las ofrendas eran hechas en cuevas. Las pieles desolladas de víctimas de los sacrificios que habían sido
usadas por los sacerdotes durante los últimos veinte días eran colocadas en estas cavernas mágicas y oscuras.
La veintena de invierno de Atemoztli (del 9 de diciembre al 28 de diciembre) también era dedicada a Tlaloque. Este
período precedía una importante estación de lluvias y eran hechas estatuas de masa de amaranto. Sus dientes
eran semillas de calabaza y sus ojos, frijoles. Una vez que a estas estatuas les eran ofrecidas esencias finas y
de copal, y les eran oradas y adornadas, se les presentaba comida.
Posteriormente, sus pechos de masa eran abiertos, sus "corazones" eran sacados y, por último, sus cuerpos eran
cortados y comidos. Los ornamentos con que habían sido adornadas se tomaban y se quemaban en los patios de
las personas. En el último día de la "veintena", las personas realizaban banquetes. 5

Monte Tláloc[editar]
Artículo principal: Monte Tláloc

Una montaña perteneciente a la Sierra Nevada lleva el nombre de Tláloc o Tlalocatépetl. Se trata de una de las
cumbres más altas del país (4120 msnm). En la cima existe un santuario dedicado a Tláloc. Se cree que la
localización de este santuario en relación con otros templos de la zona podría haber sido una manera para que los
mexicas pronosticaran el clima y calcularan el paso del tiempo. 6 Investigaciones muestran de hecho que diferentes
orientaciones relacionadas al monte Tláloc revelan un grupo de fechas al final de abril y al principio de mayo, las
cuales están asociadas con ciertos eventos astronómicos y meteorológicos. Información arqueológica, etnohistórica
y etnográfica indica que este fenómeno coincide con la cosecha del maíz en tierras áridas asociadas con sitios
agrícolas.7
Sitio geográfico[editar]
El monte Tláloc es el punto más alto de la Sierra del Río Frío que separa los valles de México y Puebla-Tlaxcala.
Se eleva sobre dos diferentes zonas ecológicas: prados alpinos y bosques sub-alpinos. La temporada de lluvias
empieza en mayo y dura hasta octubre. La temperatura más alta del año ocurre en abril, al principio de la
temporada de lluvias, y la temperatura más baja en diciembre-enero. Hace 500 años las condiciones del clima eran
ligeramente más severas, pero el mejor momento para subir a la montaña era prácticamente como es ahora: Desde
octubre hasta diciembre, y en febrero hasta el principio de mayo. La fecha del festín de Huey Tozotli celebrada en la
cima del Monte Tláloc coincide con el momento de mayor temperatura del año, justo antes de peligrosas tormentas
que podrían bloquear el acceso a la cima.8
Evidencia arqueológica[editar]
El primer relato detallado del monte Tláloc descrito por Jim Rickards en 1929 fue secundado por visitas y estudios
de otros investigadores. En 1953 Wicke y Horcasitas llevaron a cabo investigaciones preliminares en el sitio; sus
conclusiones fueron repetidas por Parsons en 1971. La investigación arqueo-astronómica empezó en 1984, de la
cual mucha continúa sin publicarse. En 1989 excavaciones fueron realizadas en el sitio por Solís y Townsend. 9

Atributos y simbolismo[editar]
Así, el Templo Mayor, los Cerros Sagrados, o incluso un altar doméstico, no son sino análogos, manifestación o
representación del Tlalocán, del Tonacatépetl, de Xochitlalpán (que presentan cada cual sus particularidades, pero
que son también análogos entre sí, por ser representaciones del axis mundi que sostiene el cosmos, y de la matriz
universal de donde todo proviene y a donde todo va); así, son partícipes de la misma sacralidad, de la misma
fuerza, son, sin serlo, lo mismo. La Paradoja de lo sagrado y lo profano, es en sí una ruptura ontológica presente
en toda hierofanía; paradoja en cuanto a que lo sagrado, lo intangible, se profaniza, se vuelve tangible para
mostrarse a la humanidad. Esto es parte de la Dialéctica de lo Sagrado, que es parte y fundamento de todas las
religiones. A consecuencia de este carácter dual muy fuerte, su culto entró dentro del sistema de reciprocidad de
las ofrendas; ofrendas de flores o libaciones diversas, autosacrificio, ofrenda de animales cuando las sequías se
dejaban percibir terribles y amenazaban la supervivencia misma de las sociedades (o en el caso de tierras muy
húmedas, como las Tierras Bajas Mayas; para evitar el exceso de lluvias, huracanes, tempestades o truenos
fulminantes, pues si Chaac (Tláloc en maya Yucateco) se enfurecía demasiado, aquellos podían destruir las
cosechas, deslavar cerros, desbordar los ríos y arrasar ciudades y pueblos enteros). Los ritos a Tláloc como
aquellos dedicados a los Tlaloques se solían realizar en los cerros o en el interior de las cuevas.
La cruz florida fue una evolución del símbolo de Tláloc y fue llamada Cruz de Tláloc; esta cruz surge por una razón:
el dios tenía cuatro hijos a los que se denominaba tlaloques, que vivían en cuatro ámbitos del cielo. Tláloc se
convirtió en época tolteca en un personaje semihumano, su cara estaba formada por dos serpientes enroscadas,
haciendo de marco de los ojos la curva de los reptiles. Las cabezas se proyectan en paralelo y constituyen el labio
superior del dios.
El paraíso de Tláloc[editar]
Artículo principal: Tlalocán

El lugar conocido como el paraíso de Tláloc se llama Tlalocán y está situado en la región oriental del Universo. De
este lugar procedía el agua beneficiosa y necesaria para la vida en la tierra. Las personas que morían ahogadas o
por hidropesía iban a morar a este paraíso. También acogía a los que morían de la enfermedad de la lepra. Se trata
de un enclave placentero, donde pueden verse toda clase de árboles frutales, así como maíz, chía (semilla de una
especie de salvia que se usa en México como refresco), frijoles y más productos. La vida allí era enteramente feliz.
Conocemos la descripción de esta morada del dios gracias a los escritos hechos por el padre Bernardino de
Sahagún y otros personajes, que lo oyeron de boca de los indígenas. Algunos siglos después, se descubrió en
Teotihuacan un mural en que se veía representada punto por punto esta descripción. Así se pudo conocer de
manera gráfica lo que ya se conocía a través de lo escrito.

 Galería de imágenes de representaciones de Tláloc


Tláloc descrito en el Códice Borgia, en atuendo de guerra. Portando un Atlátl, Chimalli y un Ichcahuipilli de cuerpo
completo (armadura flexible).

Estatua de Tláloc a las afueras del Museo Nacional de Antropología e Historiaen la Ciudad de México.

Vasija de Tláloc, se encuentra expuesta en el Museo del Templo Mayor.

Tláloc en el Códice Aubin

Tláloc, representado en Teotihuacán.


Incensario con la imagen de Tláloc (Museo de América, Madrid, España).

Tláloc, representando el diluvio según la Cosmogonía Náhuatl previo al Quinto Sol en el Códice Borgia.10

FUENTE: https://es.wikipedia.org/wiki/Tl%C3%A1loc
TLÁLOC, LEYENDA DEL DIOS DE LA LLUVIA
6 MAYO 2011 / FLORIÁN YUBERO

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Los aztecas, pueblo agricultor de creencias politeístas, en su mitología se
apoyaban en creencias de quien pudiera favorecerle con las lluvias, y así en
esta necesidad de que descendiera de los cielos el agua para que produjera
abundantes cosechas lo pedían a su dios Tláloc de las aguas que vienen del
cielo, representado por nubes en formas de serpientes, en color azul cielo con
cuyo color se decoraban los templos en su honor.
Había una diosa que cuidaba de las aguas de la tierra en fuentes, lagos y ríos,
era Chalchiuhtlicue, también llamada “falda de turquesas”.
Tláloc, fue muy importante y de los más adorados en México y uno de los más
representados desde la época remota teotihuacana. Se le manifestaba siempre
con unos atributos característicos:
 Anteojeras formadas por unas serpientes que se entrelazaban y cuyos
colmillos acababan siendo las fauces del dios.
 Una especie de bigotera que no era otra cosa que su labio superior. Se
cree que este gran labio era el símbolo de la entrada en la cueva que
comunica con el inframundo donde se encuentran los espíritus de los
fallecidos.
 La cara estaba casi siempre pintada de color negro o azul, más el verde,
como las aguas.
 Llevaba en la mano una especie de estandarte de oro, largo y con forma
de culebra, terminado en punta aguda; era para representar los
relámpagos y los truenos que acompañan a veces al agua de lluvia en las
tormentas.
 En sus vestidos tienen pintados unas manchas que son el símbolo de las
gotas de agua.
El dios Tláloc manejaba cuatro rumbos, situado en el oriente del universo, y
cada uno de ellos una gran vasija derramaba un tipo de lluvia diferente. De su
paraíso llamado Tlalocan procedía el agua beneficiosa y necesaria para la vida
en la tierra. Las personas que morían ahogadas o por hidropesía iban a morar
a este paraíso donde existían cosechas permanentes de toda clase de árboles
frutales, maíz, frijoles, aguacates piñas y otros productos que concedían una
feliz vida. Esta descripción corresponde al cronista padre Sahagún que lo
conoció a través de informes de los indígenas. Siglos después, se descubrió en
Teotihuacán un mural bellísimo en que se veía representada esta descripción.
Así se pudo conocer de manera gráfica lo que ya se conocía a través de lo
escrito.

A Tláloc se le atribuyen dos esposas, Xochiqueztal diosa de del amor de las


flores y la naturaleza, y Matlacuéyetl “la de la falda verde”, diosa de las
aguas, tuvo 4 hijos a los que se denominaban tlaloques. Vivían en 4 ámbitos
del cielo.
Se le atribuía una Fuerza Suprema de la naturaleza y el cosmos con fuerzas
diferentes enfrentadas, benéficas para los humanos en ocasiones y en otras
desastrosas; Benefactor, que en ocasiones se muestra destructivo, en
ocasiones desciende para fecundar las tierras y hacer germinar y crecer las
cosechas, o enviar relámpagos rayos y tempestades creando peligros en los
lagos, ríos y mares. y si era su voluntad enviaba granizo, inundaciones o
sequías. Era por tanto necesario hacerle ofrendas y adorarle para ganarse su
favor, en su honor se realizaban ceremonias y rituales. Siendo sus más
fervosoros peticionarios los agricultores, pescadores y marineros.
El poder de la Divinidad le permite tomar cualquier forma, así como estar
presente en cualquiera parte, y puede volverse tangible para mostrarse a la
humanidad. Esto es parte de la Dialéctica de lo Sagrado, que es parte y
fundamento de todas las religiones.
A consecuencia de este carácter dual muy fuerte, su culto entró dentro del
sistema de reciprocidad del sacrificio; con ofrendas de flores o libaciones
diversas, de autosacrificio, ofrenda de animales, y de seres humanos cuando
las sequías se dejaban percibir terribles y en los casos exceso de lluvias que
amenazaban a las sociedades con huracanes y tempestades, cuando Tláloc se
enfurecía. Los sacrificios a Tláloc se solían realizar en los cerros o en el interior
de las cuevas. En la mayoría de estos ritos propiciatorios, como indica, en las
ofrendas sacrificaban niños. Según el antropólogo Juan Carlos Román, la
evidencia arqueológica indica que los mexicas y los demás pueblos de cultura
culhuaca, sólo sacrificaban niños varones enfermos, pues todos los restos
muestran indicios de alguna enfermedad infecciosa.

FUENTE: https://lanaveva.wordpress.com/2011/05/06/tlaloc-leyenda-del-dios-de-la-lluvia/

Tláloc, el dios azteca de la lluvia

 JAIME MARQUEZ

 7 COMENTARIOS
Tláloc es el dios azteca de la lluvia y esposo de la diosa del agua y del
amor Chalchiuhtlicue, siendo ambos los padres de numerosos hijos conocidos como los
tlalocas (nubes). Tal y como se narra en el Códice Aubin, cuando la profetizada ubicación
de Tenochtitlan fue encontrada mediante la vista de un águila sobre un cactus
devorando una serpiente, el sacerdote Axolohua se sumergió en las aguas de la laguna y
un día después volvió a surgir de lago trayendo consigo el relato de su visita al propio
Tláloc, quien le reveló que aquella sería la morada de su hijo Huitzilopochtli. La voluntad
de Tláloc fue que los hombres vivieran unidos como hermanos sobre aquel lugar elegido
por los dioses.

Tláloc habita en Tlalocan, un mundo subacuático al que viajan los espíritus de todos
aquellos que fallecen por causas relacionadas con el agua, ya sea en inundaciones, por
enfermedades como la hidropesía o incluso quienes fuesen alcanzados por un rayo
durante una tormenta. En este reino submarino la comida crecía en abundancia y por
doquier se podían encontrar árboles frutales de todas clases y fértiles cosechas de maíz
y otros productos.

La caída o ausencia de la lluvia en una sociedad que vivía fundamentalmente de la


agricultura era una cuestión de vida o muerte, y no es de extrañar que su culto fuese de
los más extendidos. Su importancia (así como la de su hijo) que en la ciudad de
Tenochtitlan, en el Templo Mayor, hay dos capillas, una al norte para el culto a Tláloc y
otra al sur dedicada a las ceremonias en honor a Huitzilopochtli. Como otros dioses de la
Mitología azteca Tláloc era honrado por los creyentes con sacrificios de varias clases, ya
fuera mediante ofrendas de comida o sacrificios de animales y personas.

Generalmente se le representa con el cuerpo decorado con pinturas negras, verdes y


amarillas, y decora sus ropajes con plumas de garza y quetzal así como numerosos
adornos de jade en sus orejas y cuello, elemento estrechamente asociado al agua en la
cultura azteca. Protege su pecho con un pectoral forjado en oro y porta un báculo o cetro
con forma de serpiente, objeto con el que puede invocar al rayo durante las tormentas.

Foto vía: lanaveva

Publicado en: Mitología azteca

TAGS: DIOSES AZTECAS

FUENTE: https://sobreleyendas.com/2014/07/16/tlaloc-el-dios-azteca-de-la-lluvia/
7 dioses de la lluvia prehispánicos
El dios de la lluvia se llamaba Tláloc (o Tlálloc) entre los nahuas, entre los mayas se le conocía
como Chaac (o Chaahk), para los zapotecos era Cocijo (o Cociyo), los mixtecos lo llamaban
Dzahui (o Savui), los totonacas Tajín (o Aktsini). Desde luego, esta lista no es exhaustiva ya que
en Mesoamérica había por lo menos tantos nombres de dioses o espíritus de la lluvia como
idiomas o culturas. Tláloc, al que mejor conocemos, tenía al menos 26 advocaciones, cada una
relacionada con su naturaleza o con sus funciones. No conocemos los nombres exactos de los
dioses de las culturas más antiguas, pues para nombrarlos se emplean vocablos genéricos que
remiten más bien a un concepto o a una imagen.

Tomado de José Contel, “Los dioses de la lluvia en Mesoamérica”, Arqueología Mexicana núm. 96, pp. 20 - 25.

FUENTE: https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/7-dioses-de-la-lluvia-prehispanicos
Dioses prehispánicos: Tláloc, el
poderoso dios de la lluvia
Al morir, las almas llegaban a un sitio fértil, colmado de verdor. Era un mundo
subacuático en el que la comida crecía en abundancia, había los árboles frutales de
todas clases y fértiles cosechas de maíz. La vida allí era eternamente feliz.

Un paraíso en el que reina Tláloc, el dios azteca de la lluvia. A sus territorios solo podrían
entrar las almas de las personas que fallecían por causas relacionadas al agua como:
inundaciones, enfermedades como la hidropesía, aquellos que eran alcanzados por rayos
durante una tormenta e incluso a los hombres que en vida padecieron de lepra.

Tláloc fue una de las divinidades más veneradas de Mesoamérica. Su nombre


significa “el néctar de la tierra”tlālli («tierra») y octli («néctar»). En la época
prehispánica se le consideraba el responsable de la estación lluviosa, algunos misioneros
e historiadores lo describen como el dios del rayo, la lluvia y los terremotos. Sus armas
más importantes eran el granizo, los truenos y el agua.
Esta deidad mexica era representada con el rostro cubierto por la máscara sagrada. La
única parte que se dejaba ver de su cara eran sus ojos azules. Sus piernas y sus brazos
estaban desnudos y únicamente colgaban brazaletes de oro en sus pantorrillas y cactli
azules. Tenía una larga cabellera y una diadema de oro adornada con plumas blancas,
verdes y rojas. En su cuello colgaba un collar de cuentas de jade.

En la mano izquierda se le colocaba un escudo azul en el que se abren los cuatro pétalos
de una hermosa flor roja. En su mano derecha estaban los símbolos del granizo y del
rayo en oro. Tenía anteojeras formadas por serpientes que se entrelazaban y cuyos
colmillos acababan siendo las fauces de Tláloc.

Su labio superior era el símbolo de la entrada en la cueva que comunica el inframundo


según las representaciones olmecas del dios. Su cara era pintada de color negro, azul o
mayoritariamente de color verde que imitaba los visos que hace el agua.

Tláloc tenía a ayudantes llamados Tlaloques que vivían con él en el Tlalocan, situado en
la región oriental del Universo. Estas criaturas se situaban en las cuatro esquinas del
mundo en donde sostenían jarros con diferentes tipos de lluvia: las que brindaban
prósperas cosechas, las que las malograban, las que generaban heladas y las que
producían tormentas. Cuando los sirvientes de la deidad de la lluvia golpeaban sus
recipientes se generaban los truenos y cuando las rompían se suscitaban impactantes
rayos.

Rituales y otras fiestas en honor a Tláloc


Los rituales a los dioses eran el pan de cada día de las civilizaciones prehispánicas y
para Tláloc se celebraban varios ritos al año.

Atlcahualo del 12 de febrero al 3 de marzo. Esta veintena implicaba el sacrificio de


siete niños en la cima de las montañas sagradas. Los pequeños eran esclavos o hijos
segundos de los nobles. El ritual consistía en que los pequeños eran bellamente
adornados con el estilo de Tláloc o de los Tlaloques. Las camillas donde transportaban a
los niños eran regadas con flores y plumas, y una vez en los santuarios los sacerdotes
arrancaban sus corazones.

Tozoztontli del 24 de marzo al 12 de abril. Este festival también implicaba el sacrificio


de niños.

Atemoztli del 9 de diciembre al 28 de diciembre. La veintena de invierno era dedicada a


los Tlaloques. Para conmemorarlo se realizaban estatuas del dios con masa de amaranto
decorado con semillas de calabaza y frijoles. A estas figurillas se les ofrecían esencias
finas, copal y comida.
Una vez que terminaba la ofrenda, los pechos de masa eran abiertos y sus “corazones”
eran sacados, sus cuerpos cortados y comidos. Los elementos decorativos que se le
habían colocado a la figurilla se quemaban en el patio de las personas.

Tláloc, Chaac y Pitao Cocijo son el mismo dios


Se cree que Tláloc es una deidad Teotihuacana. Y su culto traspasó fronteras cuando
los teotihuacanos expandieron sus conocimientos con otras civilizaciones. La cultura
maya lo conocía como Chaac y los zapotecos le llamaban Pitao Cocijo.

Dato curioso…
Cuando los mexicas se apropian del culto de Tláloc y se asentaron en el Lago de Texcoco
su adoración por la deidad se extendió por la zona. En el siglo XX, fue localizada una
escultura de grandes proporciones en San Miguel Coatlinchán (del náhuatl cóatl,
serpiente; in, prefijo posesivo de tercera persona del plural; y, chantli, hogar: “la casa
de las serpientes”, en el actual municipio de Texcoco en el Estado de México.

Los antepasados de los habitantes de Coatlinchán escondieron la piedra antes de que los
españoles la destruyeran. Con el paso de los años, las personas de dicho pueblo
comenzaron a descubrir la figura y se convirtió en un sustento para el pueblo dado que
era el atractivo principal para los visitantes. Se contaban muchas leyendas alrededor de
la “piedra de los Tecomates”, muchas relacionadas con el fluir del agua en el pueblo. Se
dice que era un lugar con mucha vegetación y que las personas pedían a la piedra buen
tiempo para las cosechas.

En 1964, el gobierno decidió trasladar la escultura para colocarlo como la joya de la


corona del recién construido Museo de Antropología en Chapultepec. Los habitantes
del pequeño pueblo de Texcoco intentaron impedir el robo de su “posesión más
preciada”, con amenazas de que terribles cosas pasarían si se movía de lugar. Poco
pudieron hacer.

Como si hubiera sido una profecía, cuando el monolito entraba a la Ciudad deMéxico
cayó una tormenta de antología. Se rumora que desde entonces, la lluvia es constante
en la CDMX mientras que en Coatlinchán, el clima no fue tan benévolo pues se perdió la
riqueza natural de la que gozaron mientras Tláloc cuidaba de ese territorio.

Así lo escribió...

Daniela García
Escrito el 27 septiembre, 2017
FUENTE: https://mas-mexico.com.mx/dioses-prehispanicos-tlaloc-el-poderoso-dios-de-la-lluvia/

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