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Sánchez López, Cristina: Los cuantificadores: clases de cuantificadores y estructuras

cuantificativas en Gramática Descriptiva de la Lengua Española, Tomo I. Universidad


Autónoma de Madrid.

Un cuantificador puede expresar qué cantidad de individuos y objetos de un dominio dado


tienen una determinada propiedad, o en qué medida una propiedad es poseída por un
individuo u objeto. Los mecanismos sintácticos que pueden utilizarse para cuantificar son
numerosos y heterogéneos. No solo son varias las formas en que es posible realizar la
función cuantificativa, sino que además las distintas clases de cuantificadores determinan, a
su vez, distintas estructuras.

Sin embargo, existe una propiedad de carácter semántico que da unidad a esta clase:
todos los elementos incluidos en ella obedecen a un mecanismo interpretativo común,
consistente en desencadenar la interpretación cuantitativa de los términos a los que
modifican.

Los artículos, los demostrativos o los posesivos dan lugar a expresiones cuya referencia se
determina mediante la identificación del referente, en cambio, los cuantificadores crean
expresiones cuya referencia se determina por el tamaño del conjunto o por el número
de individualidades referidas. No expresan a la referencia de alguna identidad, sino que
alude a la cantidad. Esta interpretación tiene consecuencias relevantes: en los ejemplos
“Cada ministro estaba dispuesto a presentar su discurso”, “Muchos ministros estaban
dispuestos a presentar su discurso”; el posesivo SU al ser correferente con el sujeto no
posee una referencia singular ni concreta, sino que se interpreta de manera variable respecto
de los distintos valores que puede tomar el SN precedente. Por el contrario, en una oración
como “El presidente se mostró muy contrariado por la decisión del parlamento” MUY
cuantifica al adjetivo ‘contrariado’ que no denota un elemento individualizable, sino una
propiedad. Estos elementos que denotan cantidad son denominados “cuantificadores
graduales” o “de grado”. La diferencia fundamental entre unos y otros es que los primeros
cuantifican sobre individuos mientras que estos últimos lo hacen sobre niveles.

Como dijimos, los cuantificadores tienen una propiedad inherente: ejercer su función de
cuantificación sobre elementos a los que no modifican directamente, pero con los
cuales mantienen una determinada relación estructural. Por ejemplo “Cada ministro
estaba dispuesto a presentar su discurso” el SN ‘cada ministro’ no tiene referencia concreta
sino variable: refiere a cualquier persona que sea un ministro. Este significado se atribuye a
que el cuantificador se comporta como un operador ‘cualquier o todo’ que multiplica el
valor de una variable (X= ministro). El operador toma bajo su ámbito al dominio sintáctico
que puede contener esa variable, dominio que suele coincidir con la oración. El hecho de
que el ámbito del cuantificador no sea simplemente el nombre al que modifica, sino todo el
dominio sintáctico que lo contiene, tiene importantes consecuencias (entre ellas la del
posesivo ‘su’ que no es referencial sino cuantitativo ya que multiplica al cuantificador
‘cada’ al estar dentro del ámbito de dominio)

Clases de cuantificadores

Según denoten cantidades de forma explícita o implícita, pueden dividirse en


cuantificadores propios y cuantificadores focales o presuposicionales. Los primeros
expresan explícitamente una cantidad e incluyen elementos como: todos, muchos,
bastantes, tres, cada, etc. Mientras que los segundos denotan cantidad pero implican la
lectura cuantificada de los elementos incluidos en su ámbito.

1) a. Muchos libros resultaron interesantes


b. Tres de los libros resultaron interesantes
2) a. También Juan compró un auto
b. Sólo Juan compró un auto

En (1) los cuantificadores propios ‘muchos’ y ‘tres’ denotan cantidad de objetos de los que
se predica, en cambio, en (2) los cuantificadores ‘también’ y ‘sólo’ no indican la cantidad
de individuos llamados Juan, sino que desencadenan la interpretación cuantificada de la
oración puesto que obligan a presuponer la existencia de otros individuos que hicieron o no
lo mismo que el elemento cuantificado. Esto significa que una oración como 2a sólo será
verdadera si existe al menos un individuo distinto de Juan que compró un auto, de la misma
forma que 2b sólo será adecuada si no existe ningún individuo diferente de Juan que haya
comprado un auto.
Las gramáticas tradicionales definieron cuantificadores numerales (definidos) e indefinidos.
Estos últimos se caracterizan por denotar cantidades aproximadas e imprecisas. Tales
indefinidos pueden dividirse, a su vez, en aquellos que denotan la cantidad de un conjunto
determinado de elementos (universales): todos los edificios; frente a los que denotan la de
un conjunto indeterminado (no universales o indefinidos): muchos edificios.

Los cuantificadores gradativos se caracterizan por expresar el grado de cantidad, número o


intensidad con que se toma una determinada realidad. Dentro de los gradativos podemos
distinguir dos subclases: los comparativos (como: más, menos, tanto) y los proporcionales
que se solapan con los indefinidos no universales (como: mucho, algo, bastante,
demasiado). Algunos de los elementos de ambas clases pueden tener usos intensivos.

Como hemos visto, los cuantificadores comparten la propiedad de denotar la cantidad del
elemento al que cuantifican. La otra propiedad es la facultad de poder determinar la
interpretación cuantitativa de otra unidad de la oración a la que no modifica directamente,
pero con la que mantiene una determinada relación estructural. Esta propiedad permite
hacer una nueva distinción: cuantificadores intrínsecos son aquellos que obligatoriamente
tienen interpretación cuantitativa, lo que se muestra en que extienden su ámbito más allá
del elemento al que cuantifican. Por otra parte están los cuantificadores no intrínsecos que
presentan una ambigüedad entre la lectura cuantitativa y la referencial y que, por lo tanto,
pueden ejercer de modo opcional la facultad de extender su interpretación cuantitativa a
otros elementos.

Ya observamos ejemplos como “Cada ministro estaba dispuesto a presentar su discurso”


donde el SN se interpreta como una variable que se aplica a cualquiera que cumpla las
propiedades de ser ministro y, a su vez, el pronombre posesivo es correferencial con el SN
pero también es una variable, no está expresando una individualidad. Entonces el
pronombre se interpreta de forma relativa, es decir, se referirá a tantos individuos como se
refiera el SN. Estos elementos llamados ‘variables ligadas’ no son sintagmas cuantificados
en sí mismos, pero adquieren valor cuantificativo por estar en el ámbito del cuantificador.

Los cuantificadores pueden ser nominales cuando manifiestan concordancia con


nombres y adjetivos, pero no pueden manifestar concordancia cuando son adverbiales.
Dado el diferente estatuto de tales elementos en cuanto a las categorías a las que modifican
habría que considerarlos como una clase sincategoremática a la que pertenecen
determinantes, adverbios y adjetivos, con el agravante de que un mismo elemento puede
pertenecer a todas las clases a la vez. Por ello es mejor dejar de lado esta cuestión y ceñirse
a lo que los cuantificadores tienen en común: su significado y sus mecanismos
interpretativos.

Para que un cuantificador indefinido pueda tener una lectura específica es preciso que se
haya introducido en el discurso o esté independientemente determinado un conjunto de
entidades respecto del cual el cuantificador establece proporción o porcentaje (Löbner,
1987: 192). Por esta razón, la lectura específica sólo será posible si el SN cuantificado toma
su referencia de un SN precedente o bien si forma parte de una estructura partitiva en la que
su referencia se establece en relación con el grupo de elementos denotado por el término de
la preposición. En cambio, en su interpretación no específica, los SSNN indefinidos no
tienen antecedentes discursivos sino que introducen en el discurso elementos que no han
sido mencionados previamente. La función del cuantificador en este caso no es denotar una
parte o porcentaje de un conjunto de objetos sino, por así decirlo, indicarnos el tamaño de
un conjunto indeterminado de elementos. En otras palabras, en su interpretación no
específica los cuantificadores no universales actúan como una especie de adjetivos que
predican una cantidad del nombre al que cuantifican.

16.5 La cuantificación de grado

Incluimos en el concepto de cuantificación de grado cualquier medio gramatical que


exprese cantidad, número o intensidad de una determinada realidad o cualidad de manera
relativa respecto de una escala. Son interpretados como cualquier cuantificador: por ligar
variables, la diferencia de tales variables es que no denotan individuos sino niveles
jerárquicamente ordenados en una escala. Una escala supone un conjunto ordenado de
elementos que tienen alguna propiedad en común. Pueden ordenar distintos elementos
como propiedades, eventos o individuos. Como veremos, la cuantificación de grado afecta
no sólo a entidades nominales sino también a adjetivos (y otro tipo de predicados) u
oraciones. Lo importante es que los elementos que forman dicho conjunto están
orientados según la valoración –sea cuantitativa o cualitativa- de aquello que
compartan. La orientación u ordenación de la escala suele establecerse a partir de factores
pragmáticos, no lingüísticos. Lo característico de un modelo escalar es la imposición de una
determinada estructura a un conjunto dado, de tal manera que la interpretación empírica de
este conjunto será contextual. Por ejemplo muy y demasiado pueden ser considerados
dentro de la subclase de los cuantificadores de grado ‘proporcionales’ o ‘evaluadores’ que
completarían elementos como algo, poco, un poco, bastante, mucho, demasiado. Todos
ellos sitúan al elemento cuantificado en algún punto dentro de una escala –cuantitativa o
cualitativa- y pueden tener como complemento (SComp) un SP que haga explícito el
criterio sobre el que se ordena.

Completan el sistema de cuantificadores de grado los ‘comparativos’ más, menos, tanto


cuya característica es que sitúan al elemento cuantificado dentro de una escala cuya
orientación está marcada por la ordenación relativa de dos puntos: aquel ocupado por el
elemento comparado y aquel que constituye el término de comparación. Así, en una oración
como ‘Tiene más trabajo del que puede abarcar’ no sabemos qué cantidad de trabajo tiene
el sujeto, sino únicamente que dicha cantidad es superior a aquella que podría realizar en
óptimas condiciones.

Los cuantificadores pueden tener un valor intensivo o ponderativo que consiste en


subrayar la localización del elemento cuantificado en un determinado punto de la escala
como un valor cualitativamente positivo.

16.5.1 Clases de elementos graduables

El criterio que determina tal admisión no es categorial sino semántico dado que cualquier
categoría léxica admite cuantificación de grado si su significado se adecua a ciertos
requisitos. En el caso de los adjetivos, se observa un claro contraste entre los adjetivos
calificativos que denotar propiedades graduables como: joven, viejo, inteligente, etc. Frente
a aquellos que, aun denotando cualidades, no son graduables: inmortal, inaudito, caduco,
eterno, etc. No admiten cuantificación de grado los relacionales, ya sean clasificativos o
argumentales, salvo que se recategoricen como calificativos. Ello se debe, según Bosque
(1989: 122) a que los adjetivos clarificativos pasan a denotar propiedades cuando se los
asocia a determinadas características o comportamientos estereotipados reconocidos como
tales por una comunidad de hablantes.

Podemos afirmar que las restricciones sobre el tipo de elementos que admiten
cuantificación de grado son semánticas y dependen de las propiedades significativas
inherentes de los elementos cuantificados. Este hecho arroja luz sobre el problema de la
adscripción categorial de los cuantificadores de grado. Los mismos elementos pueden
comportase como determinantes unas veces y como adverbios otras. El problema de la
doble categoría de estos elementos dejaría de ser crucial si suponemos que en cualquier
caso se trata de elementos cuantitativos que seleccionan su complemento no en función de
su categoría sintáctica sino de sus propiedades semánticas. El que estos cuantificadores no
presenten rasgos nominales cuando cuantifican adjetivos o adverbios no se debería a un
cambio categorial sino al hecho circunstancial de que dichos complementos no exijan la
concordancia de sus modificadores (PERO CON MÁS MUCHO Y MÁS POCO ESTO SI
PASA YA QUE HAY CIERTA CONCORDANCIA CON EL ELEMENTO AL QUE
MODIFICAN)

3.4 Los adjetivos calificativos

Bierwisch y Bally (1967 y 1932) plantean que la propiedad semántica central de estos
adjetivos es poseer un significado de grado. Todo adjetivo de esta clase lleva implícito un
constituyente de grado que incide en su conducta sintáctica y permite establecer
distinciones entre los adjetivos en cuanto a la manera de poseer tal grado o graduabilidad.

La existencia de un constituyente de grado se manifiesta de varias maneras en la sintaxis de


los adjetivos calificativos. Se pone de manifiesto, en primer lugar, en la posibilidad de
llevar adverbios de intensificación; en segundo lugar, en el hecho de que puedan constituir
construcciones comparativas y construcciones de medida de diversa forma.

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