Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
“¿No habéis podido velar conmigo UNA HORA? Velad y Orad para que no entréis
en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”
(Mt 26:40-41)
1
I. ALABANZA
Un Acto de Adoración a la Divinidad
Comenzamos verbalizando una alabanza para Dios, esto indica que estamos
reconociendo a Dios como Dios.
Jesús les dejó a sus discípulos una sola oración como ejemplo en la cual basar
sus oraciones. (Mt 6:9-13).
Las Primeras once palabras de esta importante oración nos proporcionan una
base bíblica para comenzar toda oración con un tiempo de alabanza: “Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (v 6)
Santificar significa “reverenciar”; “hacer santo”; “apartar algo del uso común para
un uso exclusivo y único”.
El Fin Principal
La alabanza es más que un simple aspecto de la oración. Es un modo de vida.
El fin principal que debernos proponernos es llegar a ser, en esta vida, los más
perfectos adoradores de Dios que nos sea posible.
La Voz de la Alabanza
En 2Cr 5:13-14 Fue la voz de la alabanza la que hizo descender la gloria de Dios
que “llenó la casa”.
En el Salmo 22:3 se nos recuerda que Él habita “entre las alabanzas” de su
pueblo. Dios manifiesta su presencia viviente en el aposento de oración saturado
de alabanza.
2
2. Seleccionemos un tema específico de alabanza, como la justicia de Dios, su
Palabra, su Creación.
3. Haciendo uso del tema seleccionado, expresemos vocalmente todo lo que Dios
es.
4. Ampliemos el tema hasta donde le sea posible. A medida que transcurre el
tiempo de alabanza, permitamos que Dios nos revele nuevos temas para la
adoración.
II. LA ESPERA
Un Acto de Sumisión del Alma
El Centro de la Espera
Juan de Damasco, el antiguo teólogo griego, definió la espera como "la elevación
de la mente hacia Dios.
La más elevada adoración consiste en asociarnos totalmente con Él.
Es la forma más íntima de comunión en que la criatura adora a su Creador, lo
finito ante lo Infinito, lo frágil ante el Todopoderoso, la nada ante el Todo.
El Valor de Esperar
Es un paso importante que nos prepara para la confesión.
Esperar en silencio equivale a despedirse de la conversación terrenal y de la
atención a ella. Es ese puente vital que nos lleva del mundo carnal al espiritual.
Este silencioso rendimiento del alma a Dios nos abre la puerta hacia el plano
superior de su divino amor.
3
El Eslabón Divino
"Paso una gran parte de mi tiempo -dijo Robert Murray McCheyne- sintonizando
mi corazón para la oración. Es el eslabón divino que conecta la tierra con el
cielo."
Tanto Moisés como el apóstol Pablo tuvieron un tiempo de espera (capacitación)
antes de que sus ministerios se iniciaran y desarrollaran.
III. CONFESIÓN
Un Acto de Admisión Declarada
La palabra griega del Nuevo Testamento que se tradujo confesar, significa estar
de acuerdo con Dios en lo que se refiere a la opinión que Él tiene sobre cualquier
asunto. También significa admitir mi culpa.
Cuando confesamos nuestros pecados, estamos de acuerdo con Dios en lo que
se refiere al pecado en nuestra vida, tal como Él nos lo ha revelado en su
Palabra.
Sincero Reconocimiento
La confesión es un sincero reconocimiento de lo que somos. Confesamos
nuestros pecados porque necesitamos reconocer que hemos pecado, no porque
Dios lo necesita saber.
Mi vida de oración jamás podrá ser superior a mi vida personal en Jesucristo. Si
mi vida personal se mezcla demasiado con el mundo mi vida de oración sufre. El
4
salmista dice esto de manera clara: "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la
iniquidad, el Señor no me habría escuchado." (Sal 66:18).
La confesión es la parte más dolorosa de la oración personal. La confesión
específica y sincera de nuestros propios pecados no es un ejercicio gozoso; y el
hecho de despreciarnos a nosotros mismos, aunque sea saludable, no es
agradable. Pero nos permite que lo malo salga plenamente a la luz, sin excusa y
con nombre propio. Al fin y al cabo, es inútil que aparentemos delante de Dios.
Cirugía Espiritual
Este acto de declarada admisión le proporciona a Dios acceso a nuestro
corazón, y quita todos los obstáculos para la oración eficaz. Bien pudiera
describirse como una obra de cirugía espiritual. La confesión sana la herida que
el pecado ha producido en nuestros corazones.
El Espíritu Santo obra mejor por medio de un vaso limpio, y la confesión
comienza ese proceso de purificación.
La Necesidad de la Confesión
Spurgeon señala: "Una oración sin arrepentimiento no tiene aceptación. Si sobre
ella no ha caído ninguna lágrima, está marchita. Tiene que haber confesión de
pecado delante de Dios; de lo contrario, nuestra oración es defectuosa."
La Forma de la Confesión
David nos ofrece un modelo práctico de cuatro partes (Sal 51:10-11). David pide:
1) Santidad divina: “crea en mi un corazón limpio”. 2) Una actitud divina: “renueva
un espíritu recto dentro de mí”. 3) Dirección divina: “No me eches de delante de ti”.
4) Unción divina: “no quites de mí tu santo Espíritu”.
5
IV. ORACIÓN SATURADA DE BIBLIA
Un Acto de Apropiación por Fe
Alimento Divino
Jesús señalo: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios.” (Mt 4:4).
Pablo dijo: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Ro 10:17).
Una medida plena de la Palabra de Dios y de oración cada día, nos da una vida
saludable y poderosa.
Nuestro tiempo de oración, no importa cuán intenso sea, nunca está
verdaderamente completo sin el alimento divino que sólo se halla en la Palabra
de Dios.
6
Señor, ¡Enséñame a Reclamar tus Promesas!
V. LA ORACION EN VELA
Un Acto de Conciencia Mental
Jesús nos mandó diciendo: "Velad y orad" (Mateo 26:41; Marcos 14:38), y Pablo
también exhorta a los creyentes señalando: "Perseverad en la oración, velando
en ella con acción de gracias" (Colosenses 4:2).
Permanecer Alerta
Velar significa “estar despierto o vigilante”; es estar despierto a fin de vigilar.
También puede significar una “observación cuidadosa”, o “estar alerta”.
Velar en oración y súplica significa que tenemos la capacidad espiritual para
discernir las asechanzas de Satanás y descubrir el propósito y los medios de
éste (1Pe 5:8).
En el contexto de la batalla espiritual el apóstol pablo dijo: “. . . orando en todo
tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos” (Ef 6:18).
Para orar correctamente, tenemos que estar mentalmente alertas y vigilantes.
Muchas oraciones son entorpecidas por un estado de ánimo embotado y
amodorrado.
Como los vigilantes en las murallas de los tiempos bíblicos, nosotros debemos
estar alertas y atentos, no adormecidos y soñolientos. Debemos estar
conscientes de los planes del enemigo (Is 26:6).
La principal responsabilidad del guarda era la de advertir a los habitantes que se
acercaban los enemigos.
Un Espíritu de Vigilancia
Debemos estar conscientes de los diversos modos en que Satanás trata de
impedir la eficacia de nuestra oración.
Especialmente debemos guardamos de la oración carente de propósito.
También tenemos que estar conscientes de las "asechanzas del diablo", en lo
que se refiere al plan de Dios en todo el mundo.
7
Los Pasos que Hay que Dar para Velar
Desarrollemos un plan de oración que nos ayude a observar.
En primer lugar, leamos artículos que nos permitan estar espiritualmente
conscientes de las necesidades específicas del mundo.
En segundo lugar, durante la oración, reflexionemos acerca de las noticias del
día. Los problemas económicos, la sociedad civil, los cambios políticos y aun las
condiciones meteorológicas que pudieran afectar positiva o negativamente el
cumplimiento de la Gran Comisión.
Finalmente, y ciertamente lo más importante, pidamos a Dios la ayudad de su
Espíritu Santo para que nos indique exactamente qué debemos pedir en la
oración, y en qué forma debemos hacerlo.
Oración Espiritual
Pablo les dijo a los creyentes de Roma: ''Y de igual manera el Espíritu nos ayuda
en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos,
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el
que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque
conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" (Ro 8:26, 27).
En la Biblia se nos aconseja dos veces a "orar en el Espíritu" (Ef 6:18; Jud 20).
Visión Interna
Ver y/o percibir en nuestro interior rostros de personas o circunstancias, de forma
repetitiva, puede ser una indicación de que el Espíritu Santo nos está guiando a
orar en cierta dirección específica.
Andrew Murray afirmó: "La gran lección para todo momento de oración es, ante
todo, que usted se encomiende a la dirección del Espíritu Santo, y dependiendo
completamente de Él le conceda el primer lugar; porque por medio de Él, su
oración tendrá un valor que usted no puede ni imaginar, y por medio de Él usted
también aprenderá a expresar sus deseos en el nombre de Cristo."
8
2. Leamos páginas web de organizaciones eclesiásticas y/o de evangelización
misionera, que nos ayuden a estar alertas con respecto a las necesidades
específicas que haya en la obra del Señor en todo el mundo.
3. Recordemos en la oración los diversos acontecimientos de noticias
internacionales que merecen oración especial.
4. Pidamos a Dios que por su Espíritu Santo nos revele otros asuntos de tipo
espiritual relacionados con esas necesidades. Esto nos ayudará a orar con más
inteligencia por dichas necesidades.
VI. LA INTERCESIÓN
Un Acto de Intensa Suplica
El Gran Clamor
La intercesión es mucho más que simple mente orar por otros. Es un intenso
clamor, es involucrarnos en una batalla real a favor de otros. Hay cierto espíritu
de autoridad que debe acompañar a gran parte de la intercesión.
9
El Asunto de la Repetición
Jesús enseñó: "Y orando, no uséis vanas peticiones, como los gentiles, que
piensan que por su palabrería serán oídos" (Mateo 6:7).
Jesús no nos dice que no hagamos repeticiones, sino, que no hagamos “vanas”
repeticiones (repeticiones “huecas”, “vacías”) como “los gentiles” (personas que
no conocen al Dios verdadero).
En Getsemaní, Jesús mismo hizo tres veces una oración, "diciendo las mismas
palabras" (Mateo 26:44). El rey David repitió una oración de alabanza 26 veces
en el Salmo 136.
VII. LA PETICIÓN
Un Acto de Suplica Personal
La Norma de Dios
Está bien decir que “pedir es la norma del reino". El autor de esta declaración,
Carlos Spurgeon, añade: "Es una regla que jamás será alterada en ningún caso.
Si el Hijo real y divino de Dios no pudo ser exceptuado de la regla de pedir para
tener, usted y yo no podemos esperar que se suavice la regla a nuestro favor.
10
Expresión de Dependencia
Es evidente que debemos expresar que dependemos de Cristo para toda
necesidad. La petición personal es nuestro medio de expresar esto.
La petición de un Niño
Aún la petición más sencilla, como la de un niño, cuando se hace con fe, abre las
puertas para los milagros.
1. Comencemos esta parte de la oración pidiendo a Dios que por su Espíritu Santo
nos ayude a expresar sólo aquellos deseos que hayan de honrarlo de manera
especial.
2. Hagamos una lista mental de las necesidades específicas que tenemos para
ese día y presentemos cada necesidad a Dios.
3. Ampliemos con cuidado la petición: apartemos tiempo para explicarle a Dios por
qué deseamos que Él le conteste esa petición.
4. Examinemos los motivos que tenemos para hacer una petición. Aseguremos
que sean puros ante los ojos de Dios.
Este es un acto en el que expresamos gratitud a Dios por las bendiciones que Él
nos ha dado.
11
También nos dice Pablo: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción
de gracias.” (Col 4:2), y “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Flp
4:6)
12
IX. EL CÁNTO
Un Acto de Adoración Melódica
Cantos de Alabanza
El salmista declaró: "Alabad al Señor, porque él es bueno; cantad salmos a su
nombre, porque él es benigno." (Sal 135:3).
13
Cantos de Acción de Gracias
La acción de gracias debe reconocer lo que Dios ha hecho a favor de nosotros.
En Esdras 3:11 podemos leer: "Y cantaban, alabando y dando gracias al Señor."
Al cantar con acción de gracias, creamos un cántico basado en aquellas
específicas dádivas o bendiciones que Dios nos ha otorgado.
14
2. Seleccionemos un tema especial para nuestro canto, como la alabanza, la
acción de gracias, o un pasaje predilecto de la Biblia.
3. Pidamos al Señor que su Espíritu Santo que produzca una melodía original en
nuestros corazones, para que nuestro canto sea verdaderamente un “cantico
nuevo”
4. No vacilemos en entonar "cantos de alabanza" por las bendiciones o las
victorias específicas que creemos Dios nos dará en los días venideros.
X. LA MEDITACIÓN
Un Acto de Evaluación Espiritual
El Don de la Atención
La palabra hebrea “meditar” significa “murmurar sobre”, “musitar”, parece ser una
onomatopeya “hagag”. El término sugiere una silenciosa reflexión interna sobre
algún asunto espiritual.
Esta es la esencia del significado del verbo "meditarás" en Josué 1:8: "Nunca se
apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en
él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque
entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."
Meditar es dedicar atención a como pudiéramos aplicar específicamente estas
reflexiones después que hemos terminado la hora de oración.
El Valor de la Meditación
La meditación nos ofrece beneficios espirituales que no recibimos por ningún otro
medio. La paz personal interna es uno de estos beneficios: "Tú guardarás en
completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera" (ls 26:3).
Nada mejor que deleitarnos en los pensamientos de Dios: "¡Cuán preciosos me
son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los
enumero, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo." (Sal
139:17, 18).
El salmista declaró "Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en el
Señor" (Sal 104:34), y También: "En la multitud de mis pensamientos dentro de
mí, tus consolaciones alegraban mi alma" (Sal 94:19).
El Interior de la Oración
Los santos de tiempos antiguos apartaban tiempo para reflexionar en Dios, para
contemplarlo en un acto de suprema atención en que la voluntad inteligente y el
deseo concurrían en perfecta armonía.
Para que tengamos una hora de oración bien equilibrada, seleccionemos por lo
menos un aspecto cada día como tema central de nuestra meditación.
15
Centrarse en Dios Mismo
Durante este tiempo particular de meditación, reflexionemos sobre la naturaleza
de Dios con plena intensidad. Escudriñemos detenidamente todo lo que sabemos
acerca del Padre celestial, pidiendo constantemente al Señor que su Espíritu
Santo ilumine y amplíe nuestro pensamiento.
16
2. Permitamos que nuestra mente se pasee dentro del tema que hemos escogido.
Reflexionemos detenidamente en todos los aspectos del tema en relación con
Dios.
3. Hagamos preguntas acerca de este tema que pudieran llevarnos a un estudio
más profundo del mismo.
4. Incluyamos la Biblia en todas las fases de la meditación. Recordemos que la
Palabra de Dios es el fundamento esencial de todo pensamiento espiritual
significativo.
El Don de Escuchar
Acallar nuestro corazón con el propósito específico de recibir la dirección de
Dios, es a la vez un acto de dependencia y de fe. Escuchar implica que tenemos
confianza en que Dios verdaderamente desea hablamos.
Sólo cuando aprendemos a oír la voz del Padre, podemos aprender a disipar
las voces del mundo.
Por necesidad, gran parte de la oración tiene que ocurrir en silencio, por cuanto
gran parte de ella concierne al creyente que busca la dirección divina.
Qué fácil es oír nuestra propia voz que nos impulsa a hacer cosas egoístas. Pero
es la voz de Dios -la voz interna- la que tenemos que aprender a oír.
Es en el silencio de nuestro tiempo de oración donde se da y se recibe el don de
escuchar.
17
El precio del silencio no es otro que la entrega de uno mismo a Dios. Es cerrar
nuestros ojos a lo que el mundo considera importante y oír sólo el llamado del
Espíritu Santo.
La oración de calidad y creadora necesita un fundamento de silencio, y mientras
no estemos preparados para practicar este silencio, no hemos de tener la
esperanza de conocer el poder de la oración.
18
XII. LA ALABANZA
Un Acto de Glorificación a Dios
La actitud de la Oración
Tenemos que aprender a llevar con nosotros el espíritu de alabanza al salir de la
cuarto de oración. Ninguna cantidad de oración tiene valor si como guerreros de
oración no cambiamos.
Aprendamos esta gran lección: mi oración tiene que regir toda mi vida.
Que una actitud de oración inunde nuestro ser al prepararnos para ese día.
Recordemos siempre que Dios ha sido nuestro poder durante la oración, y lo
será a lo largo del día.
Un fuerte Amen
Jesús nos enseñó a concluir la oración con la labra "Amén" (Mt 6:13). Esta
palabra significa: ¡Así sea!; o ¡está hecho!
La palabra amén pudiera parafrasearse así: "Dios nuestro Rey es digno de
confianza." Decir "amén" es expresar la confianza de que Dios ha oído nuestra
oración.
Martín Lutero dijo: "¡Recuerde esto! que su amén sea fuerte, sin dudar nunca de
que Dios ciertamente lo está escuchando. Eso es lo que significa amén: que yo
sé con certeza que Dios ha oído mi oración."
19
Digamos: “confieso mi confianza en tus promesas. ¡Te alabo porque hecho está!
El don de la Alabanza
Hemos terminado nuestros sesenta minutos con Dios.
Ha concluido la oración con una ofrenda de nuestros labios. Hemos declarado
con el salmista: "Te ruego, oh Señor, que te sean agradables los sacrificios
voluntarios de mi boca" (Sal 119:108).
Nuestra meta fuera de nuestro cuarto de oración, es la de magnificar el nombre
de Dios en todo lo que hacemos durante el resto del día.
La grandeza de Dios ha de dominar todos nuestros pensamientos y toda nuestra
conducta.
Recomendación
20