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Simposio Internacional de Arte Sonoro

“Mundos Sonoros: cruces, circulaciones, experiencias”


UNTREF / Instituto de Investigaciones en Arte y Cultura “Dr. Norberto Griffa”

“Subjetividad, identidad y memoria a través del


sonido”

Autora: Victoria Polti

Resumen
A través de la escucha los sujetos distinguimos y actualizamos los espacios sonoros, construyendo y
reconstruyendo nuestra identidad y memoria, nuestra forma de relacionarnos y nuestra manera de
ser y estar en el mundo. El carácter referencial que poseen los sonidos además de incidir en la
representación del espacio (Amphoux 1991 en Carlés 1997), lo hace en la conformación de las
biografías sonoras (Polti 2011) de quienes lo practican y actualizan. Pero no todos los sujetos
percibimos de la misma manera una misma fuente sonora, de aquí su carácter subjetivo.

Palabras Clave: identidad sonora, memoria sonora, biografía sonora, acustemología

Introducción

El abordaje del espacio sonoro1 nos permite dar cuenta de las formas sensibles que adquieren las
prácticas sociales de los sujetos en su vida cotidiana y de las interpretaciones sobre las expresiones
culturales urbanas. El sonido incide en la representación del espacio, ya que contribuye a la lectura,
organización e interpretación del lugar. De esta manera, el espacio configura y es configurado por
los significados que los sujetos le asignan, estableciéndose conexiones múltiples, no sólo físicas
sino también sociales, culturales y económicas (Lynch 1976 en Carlés 1991). Estos significados e
interpretaciones del espacio urbano están en la base de lo que podríamos denominar identidad
sonora de un lugar, es decir, aquello que define la relación entre el sujeto y los sonidos de estos
espacios (Carlés, 1997).

1
He definido espacio sonoro como el conjunto de prácticas, discursos y acontecimientos sonoros que
expresan las formas sensibles de la vida cotidiana en contextos determinados. A través de la escucha, los
sujetos actualizan este espacio sonoro, construyendo y reconstruyendo su memoria e identidad (Polti, 2011)
Pero el sonido posee además un carácter evocador que hace posible que nos situemos o
establezcamos referencias de manera contextuada. Según Steven Feld la escucha y la producción de
sonidos son competencias corporeizadas que sitúan a los actores sociales y su posibilidad de
agencia en mundos históricos concretos (Feld 1984).

El abordaje de este enfoque “acustemológico” (posicionar al sonido como producción de


conocimiento), nos permite abordar la comprensión y complejidad de las memorias que circulan y
que forman parte del posicionamiento de los sujetos y las distintas perspectivas, estrategias y
agencialidades presentes en sus universos de significación a partir del sonido.

Desde un punto de vista teórico-metodológico considero relevante hacer hincapié en la escucha no


sólo como objeto sino también como herramienta de análisis, proponiendo y alentando la
producción de etnografías sonoras y etnofonías como formas alternativas y complementarias de
conocimiento antropológico y de investigación social.

1. Algunos antecedentes

El sonido como objeto de investigación y análisis ha sido abordado desde muchos campos como la
acústica, la pedagogía musical y el arte sonoro, la comunicación desde la semiótica, la filosofía a
través de la fenomenología, y más recientemente desde la etnomusicología no sólo resituando este
tópico dentro de las problemáticas asociadas al campo musical sino para ampliar sus márgenes
epistemológicos.

Desde la antropología se han realizado algunos aportes relevantes a lo largo de las últimas décadas.
Seguramente Steven Feld figure entre los pioneros que ha sabido temprana y sensiblemente
comprender aspectos culturales y simbólicos a través de la escucha y el sonido (Feld, 1984). Otros
autores han problematizado en torno al campo sonoro (Clifford, 1986, Earlmann, 2004, Samuels,
David, Meintjes, Louise, Ochoa, Ana María, Porcello, Thomas, 2010 entre otros). Pero más allá de
las particularidades, desde el campo antropológico nos interesamos no tanto en las cualidad físicas
del sonido, sino en la escucha como práctica reflexiva, en cómo los sujetos percibimos estos
sonidos y qué significados les atribuimos.
Sonido y percepción sonora

Según Gustavo Basso (2006) la categoría sonido es usada en el lenguaje cotidiano para denotar dos
cosas diferentes: la onda física que se propaga por el aire y la percepción de esa onda. Según este
autor en el lenguaje científico –acústica- esta ambigüedad se resuelve llamando señal acústica a la
primera y sonido propiamente dicho a la segunda.

Pero además del proceso fisiológico que implica la decodificación de la información recibida por
parte del sistema auditivo, el hecho de oír involucra otros niveles de cognición como la selección y
la interpretación de significados.

Numerosos autores provenientes de diversos campos han problematizado en torno a la escucha


(Meyer 1956, Shaeffer 1966, Schaffer 1967, Clifford 1986, Amphoux 1991, Chion 1998, Cruces
2002, Barthes 2002, Earlmann 2004, Pelinski 2007, Nancy 2007 en Sasmuels et all. 2010 entre
otros). A grandes rasgos, un primer nivel lo constituiría aquella escucha general de las propiedades
físicas del sonido, mientras que en un segundo nivel podemos ubicar las relaciones implicadas en el
espacio sonoro (Atienza 2004, Polti 2011).

Cuando decimos que los sonidos son percibidos, muchas veces nos referimos a los sentidos. Cada
sentido aporta un marco de referencia distintivo a través del cual se percibe el mundo. De esta
manera, los sentidos no sólo existen en tanto mecanismos fisiológicos generando sensaciones, sino
que además poseen una cualidad cultural que es la que permite mediar entre la realidad y la
experiencia (Merleau Ponty 1975).

Esto quiere decir que una determinada fuente sonora o evento sonoro puede ser percibido de manera
distinta por dos o más sujetos, y esto dependerá no sólo de determinadas condiciones
neurofisiológicas, sino fundamentalmente por la experiencia vivida (Merleau Ponty 1945). Inclusive
una misma fuente sonora puede ser percibida de manera distinta en dos momentos y/o contextos
distintos por un mismo sujeto. De esta manera, los sonidos adquieren significados múltiples que van
a depender no sólo del contexto sino también de la situación biográfica y el habitus de cada sujeto
(Bourdieu 1987).

He propuesto el concepto de biografía sonora como aquél repertorio de sonidos producidos,


escuchados y practicados por un sujeto a lo largo de su trayectoria de vida (Polti, 2014:142). Estos
sonidos pertenecen al campo del espacio sonoro, excediendo la organización que supone el lenguaje
musical y los paradigmas estéticos. Estos sonidos operan como marcas en la conformación de
nuestras memorias y matrices identitarias, generando sentido y vehiculizando estados emocionales.

La escucha en este sentido es una experiencia sensorio-emotivo-corporal. Es sonido encarnado y en


tanto experiencia subjetiva nos permite resituar el campo sonoro en la esfera misma de
conocimiento, desnaturalizar nuestro entorno y sensibilizar el propio proceso metodológico en la
investigación y en la creación. Se trata de una experiencia corporizada que nos sitúa como sujetos
reflexivos frente a las diferentes formas de ser y estar en el mundo.

Identidad sonora

Según Carlés, el sonido puede cumplir diferentes funciones informativas, estéticas, emocionales.
Una de ellas es la de contribuir a determinar la identidad de un objeto, producto, lugar o ciudad. El
sonido de un motor o el cierre de una puerta de un coche, la sonoridad de un edificio o los
emblemas sonoros de una ciudad pueden contribuir de manear determinante a la percepción,
valoración y por lo tanto a la identidad de dichos objetos o lugares, constituyendo lo que
denominamos identidad sonora.

En los últimos diez años he intentado problematizar desde la etnografía el campo del sonido y la
escucha. Dos de los trabajos que tuvieron como objeto la identidad sonora vinculan dos enclaves
sonoro espaciales con configuraciones sociales de cierta complejidad cultural, histórica y simbólica.
En el primer caso se trató de la reconstrucción del proceso de recuperación del Hotel Bauen por
parte de sus trabajadores a través de paseos sonoros. Se elaboraron circuitos a partir de un trabajo
colaborativo con los trabajadores, quienes fueron evocando y destacando espacios significativos. De
esta manera se fue reconstruyendo la historia de la recuperación del espacio a partir de los sonidos
evocados, los sonidos asociados al proceso de producción (cocina, lavadoras, ascensores, bombas
de agua, etc.) y huellas sonoras como la rotura de candado como rito de pasaje hacia un nuevo tipo
de organización cooperativa, o los sonidos de la organización y la lucha (bombos, megáfono, las
continuas movilizaciones que pasan por la puerta, dado que se encuentran ubicados sobre una de las
avenidas por las que suelen transitar las columnas de personas que marchan con consignas hacia o
desde el Congreso).
Otro de los trabajos etnográficos orientados a la identidad sonora fue realizado junto a otros
integrantes del equipo de Antropología del Sonido (UBA), y se trató de un relevamiento del barrio
de Flores2, destacando inicialmente tres enclaves: una zona de viviendas (residencial), una zona
comercial y el Bajo Flores (dentro de esta última zona que en principio comparte algunas
características con la zona residencial, se ubica una villa de emergencia en los márgenes del barrio
hacia el sur denominada Villa del Bajo Flores o Villa 1-11-14). En este trabajo se realizaron paseos
sonoros por estas tres áreas ponderando la escucha flotante3, entrevistas no directivas (Guber, 2011:
69) a sujetos que vivieran y/o transitaran los espacios relevados, y complementamos la técnica de la
observación participante con la escucha participante, entendida como “la herramienta teórico
metodológica que permite abordar rutinas sonoras, acontecimientos sonoros y discursos a través del
acto de oír y producir sonidos como práctica compartida por los sujetos y el investigador” (Polti,
2011: 10)4. El documento final fue una etnofonía, es decir un documento exclusivamente sonoro en
el que se pudiera dar cuenta de las distintas formas en las que los sujetos perciben, construyen y
reconstruyen los espacios por los que transitan y/o habitan.

Las entrevistas a su vez fueron complementadas por dos tipos de “pies sonoros”. Por un
lado se les preguntaba de manera abierta sobre qué sonidos serían los que caracterizaban al barrio, y
por otro se les hacía escuchar algunos sonidos y se les preguntaba si reconocían de qué parte del
barrio se trataba. En ambos casos surgieron ciertas caracterizaciones de cada lugar que indicaban
una carga de significación en la que los aspectos sonoros tendían a reforzar las percepciones
sociales de estos espacios y por otro cierta naturalización de numerosos sonidos como las campanas
de la iglesia, la bocina del tren o el silbato del policía en personas que pasan horas o de manera
rutinaria en sitios alcanzados por estos sonidos. En dichas entrevistas realizadas aparecieron, entre
otras problemáticas sociales asociadas al sonido: la inseguridad, la delincuencia, la droga (sonidos
de disparos, autos, gritos, etc.), el establecimiento de talleres textiles clandestinos (el sonido
constante de sus máquinas), y la presencia de “gente que no es del barrio”. A partir de algunas de
las categorías como música, ruido y la carga valorativa de determinados sonidos se pudo trabajar
sobre estas percepciones sociales hacia el interior de un barrio atravesado por las tensiones sociales

2
Como parte de los avances realizados se ha presentado en el IX Congreso Nacional de Antropología la
ponencia “Cartografías de la escucha: la dimensión sonora de la identidad urbana” (Polti, Victoria, Partucci,
Hugo, Petit Murat, Facundo y Alvarez Litke, Martín, XI CAAS 2011)
3
método que consiste en “fundirse con el espacio para describir las dinámicas que lo inundan” (Alonso
Cambrón, 2010: 29)
4
Los registros fueron realizados por medio de una cámara de video cuyas tomas de sonido son en 5.1
(surround) y grabadoras Zoom H4. El trabajo de edición fue llevado a cabo con los programas de software
Adobe (Premiere) y Sound Forge.
y discursos discriminatorios.

Memoria sonora

Otra de las formas en las cuales los sujetos otorgamos sentido a nuestras formas de ser y estar en el
mundo, es a través de la actualización de la memoria tanto individual como social. Uno no recuerda
sólo, aun cuando las memorias personales son únicas y singulares (Jelin 2001). Estos recuerdos
personales están inmersos en narrativas colectivas, que a menudo están reforzadas en rituales y
conmemoraciones grupales (Ricoeur 1999).

Una de las investigaciones que más me interpeló y cuya complejidad es aún pasible de seguir siendo
explorada, es aquella que inició Raúl Minsburg en la Universidad Nacional de Lanús y a la cual me
sumé al poco tiempo. Se trató de “La memoria sonora en la experiencia concentracionaria en la
Argentina durante la última dictadura cívico-militar”5. Para los detenidos que eran ingresados en
estos espacios, la escucha y el sonido pasaron a ser dos aspectos fundamentales de comunicación y
de supervivencia. El oído se constituyó como el sentido que primaba y les permitía mantener una
conexión con el entorno. Gran parte del relato de los sobrevivientes se construye desde el sentido
auditivo para describir los espacios de detención, las rutinas, la presencia de represores y de otros
detenidos6.

Como producto del análisis de material de archivo y entrevistas realizadas a sobrevivientes del Ex
CCDyE “El Atlético” se llegó a definir como memoria sonora al complejo experiencial fenoménico
que cada sujeto construye para dar sentido a su pasado, a través de los sonidos que percibe,
excediendo el hecho físico en sí mismo. De esta manera el sujeto a la vez que conforma su biografía
sonora, construye subjetivamente aspectos significativos de la memoria colectiva.

La presencia de numerosos sonidos índice han dado cuenta de la dimensión contextual, evocativa y
referencial que poseen los sonidos en relación a su entorno. En el mismo sentido, ha sido la

5
A partir de 1976 el gobierno de facto instaura de manera sistemática cientos de centros clandestinos de
detención en Argentina cuyas funciones principales fueron las de torturar, violar, y asesinar opositores y/o
personas sospechadas de oponerse.
6
En el III Encuentro de la Asoc. Latinoamericana de Antropología (5 al 9 de nov de 2012, Santiago de Chile)
he propuesto además analizar junto a la categoría de memoria sonora la noción de cuerpo como territorio de
poder, posesión y resistencia, considerándolo clave a la hora de analizar las relaciones implicadas entre el
cuerpo individual, el cuerpo social y el cuerpo político.
evocación de huellas sonoras los que han informado acerca del locus y/o el día o momento del día
en el que se encontraban. Una de las huellas más comúnmente citadas en “el Atlético” es el caso de
la pelotita de ping-pong. A partir de la presencia distintiva del sonido de la pelotita y las voces de
los torturadores acompañando esta actividad “recreativa”, varios de los sobrevivientes han podido
ubicar el lugar de cautiverio. Una segunda huella la constituyó la irrupción de cantos provenientes
de la calle y pertenecientes a hinchadas de fútbol y la referencia a partidos específicos, y una tercer
huella los discursos de Hitler que pasaban a todo volumen.

La escucha se constituyó de esta forma en un insterticio que ha permitido relacionar espacios,


lugares, personas, la propia presencia, ausencias, tiempos, situaciones, recuerdos, actos,
imposiciones, pequeños actos de supervivencia, ruidos, estados de ánimo, y con ello la posibilidad
de reconstruir a través de la memoria –y sobre todo a partir de la memoria sonora- estos espacios,
pero fundamentalmente una matriz de subjetividad que siempre conlleva la tensión entre lo
individual –biográfico/autobiográfico- y lo plural.

Conclusiones

Los sonidos poseen un carácter referencial que excede los rasgos acústicos e inciden en la
representación del espacio. A partir de la percepción del espacio sonoro urbano es posible abordar
las dinámicas, las tensiones, y las diferentes formas en que el espacio urbano es percibido,
representado, evocado y practicado.

A través de la escucha, los sujetos distinguimos y actualizamos estos espacios sonoros,


construyendo y reconstruyendo nuestra memoria e identidad, nuestra forma de relacionarnos, y
nuestras maneras de ser y estar en el mundo.
A través de algunos ejemplos etnográficos, se ha intentado dejar plasmado un abordaje del sonido
desde una perspectiva antropológica, destacando no sólo la complejidad en la escucha como sonido
encarnado, sino en las pluri-percepciones del sonido como formas sensibles de nuestro mundo
social.

Una de las intenciones que subyace al presente trabajo es el interés por una teoría y epistemología
del sonido que oriente nuestras sensibilidades hacia aquellas estéticas y poéticas de la vida cotidiana
resituando el sonido en la esfera de una escucha activa, crítica y reflexiva.
Referencias bibliográficas

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