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Nuestro día a día está sujeto a una serie de convenciones, normas, parámetros que
propician el buen comportamiento y por ende las buenas relaciones entre los miembros
de una sociedad, independientemente de cuáles sean.
Ejemplos claros de estos problemas hay: la tensión política dentro de los partidos
que conforman el congreso, el aumento de los “ni-nis”, la clara decisión que tiene una
parte de los seguidores religiosos, si no la Iglesia completa presente en el país, respecto a
una curricula que busca la no discriminación, y también, como hace poco se ha visto, hay
posibilidad de que una incipiente protesta del SUTEP vuelva a acaecer en la capital.
Antes de seguir con la pregunta del por qué se está tan mal, cabe aclarar que no
dejé la delincuencia a un lado, al igual que el asesinato o violencia en general, de manera
arbitraria, sino que, entendiendo estos actos no cometidos mediante la reacción ante una
decisión o circunstancia que reduzca o dañe la integridad moral o económica del afectado,
aquel que reacciona, si no como actos meramente impulsivos, aún más el del asesinato,
cometidos con fin específico sin ser el mismo un acto de equivalente venganza.
Y es que esas terapias no te ayudan a que tú puedas arreglar el problema, sino que
seas dependiente de las mismas para tu bienestar y otras consecuencias provechosas para
el profesional que pueda tratar. Y es que muy poco se habla actualmente sobre esta
cuestión de los impulsos y el control de los mismos por la mera voluntad propia y poco
también sobre lo que se debe hacer para encontrar la tranquilidad en uno mismo sin la
necesidad de alguien más.
Anteriormente este tema era uno de los más tocados en el campo de la ética, sobre
cómo o qué es lo que debe hacer cada individuo para poder ser feliz, vivir en armonía que
no necesariamente significa ser feliz, y vivir correctamente y en paz con los demás, tema
que era necesario de trata debido a las situaciones precedentes, donde en el mundo eran
más propicias las guerras, la desigualdad, las acciones violentas y un cambio de centro,
refiriéndome al impacto que tuvo la revolución copernicana respecto a las sociedad de
aquel entonces.
Uno de los contados filósofos que tratan sobre esta cuestión es René Descartes.
No hay que entender, por ello, que ha escrito un tratado sobre la virtud, como los
anteriores filósofos, Aristóteles, Séneca, Platón, Cicerón entre otros, pues poco se habla
sobre la virtud en sus dos textos más conocidos que son “El Discurso del método” y
“Meditaciones metafísicas”, sin embargo, sí podemos encontrar este tópico en unas cartas
que enviaba a la princesa Isabel de Bohemia, entre 1643 y 1646, específicamente.
Una muestra clara del toque cartesiano respecto a la virtud la podemos encontrar
en las siguientes líneas:
II. No es necesario la creación de un denso tratado para hablar sobre la virtud o el buen
vivir, y con este trabajo intentaré demostrar, en mis posibilidades, que algunas cartas
demuestran más de lo que parece.
III. Se conoce más al filósofo no por sus trabajos, si no por su vida, pues si no llegas a
saber su modo de vida y mucho menos el contexto en el que se encontró, difícil será
entender lo que propone, y como Descartes no trata directamente la virtud si no en cartas
que de alguna u otra forma nada tenían que ver con una invención filosófica, se mostrará
lo importante que es saber ese lado vivencial de los filósofos.
Objetivos
I. Dar a conocer la virtud cartesiana más claramente.
II. Revalorizar el tema del individuo y su voluntad para la superación de los problemas.
III. Propiciar la lectura de textos no tan conocidos de distintos filósofos con el fin de
conocer más sobre aquello que se deja de lado por ser menos importante.
Capítulo I
René Descartes nació en el año 1596, en Francia, en una localidad llamada La Haye,
ubicada al centro del país. Hijo de Joachim Descartes y de su madre, desaparecida poco
después de su nacimiento, Jeanne Brochard, vivió en un hogar acomodado, pues su
padre fue consejero en el Parlamento de Bretaña y su abuelo fue un médico conocido de
la localidad.
Cursó sus estudios en el colegio La Flèche, colegio jesuita muy conocido en ese
entonces. Finalizó su etapa académica en el año 1916 graduándose en estudios sobre
leyes. Cuando Descartes se gradúa, en ese mismo año se da ese cambió de centro, se
empieza el rompimiento de las creencias astronómicas de la edad media a causa de las
ideas de Copérnico y el refuerzo matemático de Galileo, precedido por la muerte
Giordano Bruno al aseverar que hay otros mundos distintos a los conocidos.
Terminado sus estudios, en 1618 Descartes se unió a la milicia holandesa para luchar
contra los españoles, conociendo de esta forma gran parte de Europa, conociendo otras
culturas y vivencias. Mucho de estas vivencias son explicadas en el “Discurso del
método”, a modo de necesarias para entender su postura, origen mucho más vivencial
de lo que se cree de su texto que es un antecedente o introducción a su texto superior
“Las meditaciones metafísicas”.
En 1622 regresa a Francia y desde ese entonces hasta el año 1628, no encontramos
hechos o eventos importantes, por no decir ninguno, sino hasta el año 1628, cuando se
va a vivir al campo, donde escribe las “Reglas para la dirección del espíritu”, y ya en
1629 se va a Holanda donde yace 20 años en ese país.
En Holanda redacta varios textos, entre ellos tenemos los ensayos sobre física: “La
dióptrica, los meteoros y la geometría”, en el año 1637; en ese mismo año publica “El
discurso del método” y, en el año 1641 el mundo conocerá su texto elemental
“Meditaciones metafísicas”.
El mismo año del retiro hacía Estocolmo, Descartes publica su último libro, tocado
pocamente también por los historiadores y lectores de Descartes, “Las pasiones del
alma” donde trata de manera muy metódica lo que es el cuerpo, el alma o espíritu la
relación entre ambos y algunos vicios de los mismos.
En 1646, Isabel es mandada por su madre a Berlín debido a unas riñas dentro de la
familia. En 1649 regresó a Heildelberg, donde en ese entonces reinaba ya su hermanos
Carlos Luis I, pero pronto volvió a Brandemburgo, la corte berlinesa de Federico
Guillermo I, duque de Prusia, conocido también como el Rey Sargento.
Desde el año 1463 hasta la fecha de regreso a Heildelberg Isabel mantiene basta
correspondencia con Descartes en la que toca diversos temas, desde un par de textos en
los que ella se encuentra en sus dedicatorias y otros textos, entre ellos el más tocado en
las epístolas: De la brevedad de la vida de Séneca.