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provincia, región, país, continente, o cualquier otro lugar o entidad política. El adjetivo gentilicio se puede
sustantivar, es decir, se puede referir a una persona mencionándola únicamente por su gentilicio y así se puede decir
correctamente el bruneano (en lugar de decir: el individuo bruneano), la francesa, etc.
Los gentilicios ordinarios del idioma castellano o español se forman con una variedad de sufijos: -a, -aco, -aíno, -án, -
ano, -ar, -arra, -ario, -asco, -ato, -e, -eco, -ego, -enco, -eno, -ense, -eño, -eo, -ero, -és, -esco, -í, -iego, -ín, -ino, -isco, -
ita, -o, -ol, -ón, -ota, -tarra, -ú, -uco, -ujo, -uso y -uz —más sus correspondientes variantes femeninas—. Asimismo, el
español reconoce un gran número de gentilicios particulares puesto que, además de los fundamentos lingüísticos, son
igualmente válidos para determinar un gentilicio aquellos relacionados con la cultura, la historia, la tradición y el uso.
Terminología
Según el diccionario de la lengua española de la Real Academia Española la palabra «gentilicio» proviene del latín
gentilitius, sustantivo que proviene a su vez de la palabra, también latina, gens. Para los antiguos romanos, la gens era
la cepa, la estirpe, el linaje, se podría decir incluso que es lo que corresponde a nuestros modernos apellidos. Así la
gens Iulia era la gente Julia, o la familia a la que perteneció, por ejemplo, Julio César. Gens era también para los
romanos una manera de llamar lo que hoy en día designan palabras como «nación», «pueblo» o «raza». De ahí que
gens evolucionara hacia «gentilicio», palabra referente a los habitantes de un pueblo, una ciudad, una región, un país,
una nación o un estado.
El gentilicio se forma con un sustantivo particular, por ejemplo «bilbilitano», o —cuando este no existe— con el
sujeto seguido de la preposición «de» seguida del topónimo o nombre del lugar del que se quiere denotar la
procedencia, por ejemplo: «mujer de Reus», «hombre de Liechtenstein». La formación del gentilicio considerada a
partir del nombre del lugar presenta muchos casos (tanto irregulares como regulares), formándose los regulares más
comunes con la raíz y sufijos como -ano, -co, -ense, -eño, -ero, -és o -ino (con algunas excepciones, como «argivo»,
originario de Argos). Existen también sufijos especialmente típicos en territorios como Cantabria (-ego/-iego)3 o el
País Vasco (-arra).
El gentilicio es una palabra que se convierte en carta de presentación, que identifica el origen de una persona y que
también remite a la comunidad cultural de la que es parte.
Es un adjetivo y sustantivo que define la pertenencia de una persona a un lugar y se utiliza desde hace siglos, aunque
en su origen tenía otro sentido.
Los adjetivos gentilicios son los que se utilizan para manifestar el origen de las personas o de cualquier objeto,
ya sea que su origen sea por ejemplo un país, una ciudad, una provincia, un continente o cualquier otro lugar.
Los adjetivos gentilicios pueden tomar el valor de un sustantivo, es decir que pueden ser utilizados para referirse a
una persona nombrando únicamente su gentilicio, o sea que es correcto decir “el europeo” en lugar de decir “la
persona que es originaria de Europa”.
Ejemplos de terminaciones de adjetivos gentilicios ordinarios: a, aco, aín, an, ano, ario, asco, eco, enco, eno, ense,
eño, eo, ero, és, esco, í, iego, ino, isco, ita, o, ol, ota, uco y uz (también sus variantes en femenino).
concretan o limitan la extensión del sustantivo, y expresan una relación de la persona, animal o cosa
respecto al espacio, la posesión, la cantidad, etc.: mi coche, muchos alumnos, esa chica.
Forman, junto a los artículos, una clase de palabras: los determinantes. Los artículos nos indican si la
persona, animal o cosa a la que nos referimos es conocida o no; y todos ellos, en general, son palabras
variables, de forma que otra de sus funciones es, precisamente, indicar el género y el número de los
sustantivos a los que acompañan.
También son útiles para hacer que funcionen como sustantivos los adjetivos: el móvil, lo bonito.
Algunos determinantes tienen dos formas, una apocopada, es decir, cortada al final, y otra plena: podemos
decir primer curso, o piso primero; o decir tu amigo o un amigo tuyo, dependiendo de donde coloquemos el
determinante, delante (forma apocopada), o detrás del sustantivo (forma plena).
Los adjetivos determinativos no aportan una información adicional descriptiva en términos de aspecto, sino que
especifican algo de tipo cuantitativo o bien de distancia, o incluso de relación de pertenencia entre el sujeto hablante
y el objeto. Por ejemplo: este, mi, ningún.
Los adjetivos determinativos son de uso muy frecuente y tienen la particularidad de que, más que “agregar”
información sobre el sustantivo, “limitan” su alcance.
Por ejemplo: La palabra libro hace referencia a la generalidad de los libros, mientras que la expresión este
libro circunscribe la categoría general a un solo miembro: el libro que se está señalando o sosteniendo. No debe
confundirse al adjetivo determinativo con el artículo.
Los adjetivos determinativos son, según la Real Academia Española (RAE), "los que tiene como función básica
introducir el sustantivo en la oración y delimitar su alcance, expresando a cuáles o cuántas de las entidades
designadas por el nombre se refiere el que habla: este coche, algunos amigos, tres días". Este tipo de adjetivos
recibe este nombre en la gramática tradicional porque su función es la de identificar al sustantivo y acotar su
significado, tal y como haría un determinante. Por esta razón, los adjetivos determinativos concuerdan siempre en
género y número con el sustantivo. En esta lección de unPROFESOR vamos a estudiar los tipos de adjetivos
determinativos con ejemplos.