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1.

LA CASA REDONDA:
Cuando yo tenía siete años mi papá leyó en el periódico una noticia sobre una casa
redonda que podía girar como si fuera un carrusel. Como mi papá era ingeniero, la noticia
le causó tal emoción que dijo que tenía que hacer algo igual. Me dijo ese día que íbamos a
vivir en una casa que da vueltas. A los pocos días me mostró en la cena los primeros
bosquejos de la casa. La terminó de construir dos años después. Cuando nos pasamos a
vivir ahí, mi papá y yo, nos dimos cuenta que la gente que nos visitaba cambiaba, como si
el giro de la casa también provoco un giro en la vida de las personas

2. EL VIEJO DEL BARRANCO


Todos los viernes a las cinco de la tarde nos íbamos al barranco con el Carlos y el Chejo.
Vivíamos en la misma colonia e íbamos al mismo colegio, a pocas cuadras de nuestras
casas. Nos juntábamos en la casa del Chejo y bajábamos hasta la casa del viejo, que nos
esperaba sentado en su mecedora fumando un cigarrillo mentolado. Sonreía al vernos
llegar, con los dientes amarillos que tenía. Se acariciaba la barba blanca y nos daba la
bienvenida mientras se seguía meciendo. Le llevábamos la comida que nos pedía: a veces
fruta, a veces pan, otras veces pollo o carne.

3. EL SERVICIO:
Alfonso llegó retrasado al ensayo de la iglesia. El pastor había citado a los doce pastores
auxiliares para el jueves a las seis de la tarde. Todos varones, como los doce apóstoles.
Les había indicado que era muy importante, y que además, no contaran a nadie. Después
de disculparse y recibir la mirada de reproche del pastor, se integró al grupo. Habría un
evento especial el sábado. El pastor dijo que los ingresos de la iglesia habían bajado y que
era necesario hacer algo especial para llamar la atención, el nuevo templo lo requería.
Cuando Alfonso se enteró de qué iba la cosa, se rió nerviosamente, pero después de ver la
mirada seria del pastor, sintió una mezcla de temor y aberración.
4. LOS CAMPEONES:
La temporada más feliz de mi vida fue cuando jugaba fútbol en los campos de Montserrat.
Con un grupo de cuates armamos un equipo al que llamamos FC Bárcenas. Le llamamos
así porque los dueños del equipo eran de Bárcenas. El Lito y el Cacho, hermanos, no eran
tan buenos para jugar, pero ponían los uniformes y las pelotas para entrenar. Todos
teníamos menos de veinte años y empezábamos la universidad, pocos trabajaban.
Entrenábamos casi todos los días, aunque no éramos tan buenos que digamos. Jugamos
tres torneos, en el primero empezamos ganando, contra todo pronóstico. Pero después
todo cambió.

5. LA ENTREVISTA:
Mientras observaba lo que habíamos llevado, nos decía, siempre, que si estábamos listos
para volar. Juventino López, un tipo simpático de menos de treinta años, lleva seis meses
sin empleo. Todos los lunes y los jueves revisa minuciosamente los clasificados de la
prensa para seleccionar algunas ofertas, ir a dejar currículums y esperar. Casi todas las
semanas ha tenido entrevistas. Siempre le dicen que lo llamarán si logra pasar la revisión.
En ocasiones lo llaman para hacer una segunda prueba. Quedan de llamarlo, pero igual,
no llaman. Un día lee un anuncio y decide llamar. Lo atiende la señorita Lupita, y lo cita
para una entrevista por la tarde.

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