Vous êtes sur la page 1sur 9

Capítulo 12—La religión en la familia-

TESTIMONIOS SELECTOS TOMO 3


Me fué mostrada la posición elevada e importante que los hijos de Dios deben ocupar.
Son la sal de la tierra y la luz del mundo, y deben andar como Cristo anduvo. Saldrán
vencedores de la gran tribulación. El tiempo actual es un tiempo de guerra y prueba.
Nuestro Señor dice en Apocalipsis 3:21: “Al que venciere, yo le daré que se siente
conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su
trono.” La recompensa no es dada a todos los que profesan seguir a Cristo, sino a los que
vencen como él venció. Debemos estudiar la vida de Cristo, y aprender lo que significa
confesarle delante del mundo. { 3TS 39.1 }
A fin de confesar a Cristo, debemos tenerlo en nosotros. Nadie puede verdaderamente
confesar a Cristo a menos que estén en él el ánimo y el espíritu de Cristo. Si la forma de
piedad, o el reconocimiento de la verdad, fuesen siempre una confesión de Cristo,
podríamos decir: “Ancho es el camino que conduce a la vida, y muchos son los que lo
hallan.” Debemos comprender lo que significa confesar a Cristo, y en qué le negamos.
Puede suceder que nuestros labios confiesen a Cristo, y que nuestras obras le nieguen.
Los frutos del Espíritu, manifestados en la vida, son una confesión de Cristo. Si todo lo
hemos abandonado por Cristo, nuestra vida será humilde, nuestra conversación
celestial, nuestra conducta intachable. La poderosa y purificadora influencia de la
verdad en el alma, y el carácter de Cristo manifestado en la vida, son una confesión de
Cristo. Si se han sembrado en nuestro corazón las palabras de vida eterna, el fruto será
justicia y paz. Podemos negar a Cristo en nuestra vida, entregándonos al amor de la
comodidad y del yo, bromeando y buscando los honores del mundo. Podemos negarle en
nuestro aspecto exterior, conformándonos al mundo, por un porte orgulloso o atavíos
costosos. Únicamente por la vigilancia constante y tenaz y la oración perseverante y casi
incesante podremos manifestar en nuestra vida el carácter de Cristo y la influencia
santificadora de la verdad. Muchos ahuyentan a Cristo de sus familias por abrigar un
espíritu impaciente y apasionado. Los tales deben vencerse en este respecto. { 3TS 39.2 }
Me fué presentada la actual condición debilitada de la familia humana. Cada generación
se ha estado debilitando más y la enfermedad, bajo todas sus formas, aflige a la especie
humana. Miles de pobres mortales, con cuerpos enfermizos deformados, con nervios y
mentes lóbregas, están arrastrando una mísera existencia. El poder de Satanás sobre la
familia humana aumenta. Si el Señor no viniese pronto y quebrantase su poder, la tierra
quedaría despoblada antes de mucho. { 3TS 40.1 }
Me fué revelado que el poder de Satanás se ejerce especialmente sobre los hijos de Dios.
Muchos me fueron presentados en una condición de duda y desesperación. Las
enfermedades del cuerpo afectan la mente. Un enemigo astuto y poderoso acompaña
nuestros pasos, y dedica su fuerza y habilidad a tratar de apartarnos del camino recto. Y
demasiado a menudo sucede que los hijos de Dios no están en guardia y, por lo tanto,
ignoran sus designios. El obra por los medios que mejor le permitan ocultarse, y a
menudo alcanza su objeto. { 3TS 40.2 }
Me fué mostrada la necesidad de abrir las puertas de nuestras casas y corazones al
Señor. Cuando empecemos a trabajar en serio por nosotros mismos y nuestras familias,
entonces recibiremos ayuda de Dios. Me fué mostrado que la mera observancia del
sábado, y el orar mañana y noche, no son evidencias positivas de que somos cristianos.
Estas formas externas pueden observarse estrictamente y, sin embargo, faltar la
verdadera piedad. “Que se dió a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda
iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.” Tito 2:14. Todos
los que profesan seguir a Cristo deben dominar su propio genio, y no permitirse hablar
nerviosa e impacientemente. El esposo y padre debe refrenar aquella palabra impaciente
que está por pronunciar.Debe estudiar el efecto de sus palabras, no sea que dejen
tristeza y llagas. { 3TS 40.3 }

La palabrería inútil y sin significado—El talento del habla es un don de Dios, y cuando
escuchamos tanta palabrería inútil y sin significado, podemos estar seguros de que los
que usan este precioso don, no son cristianos. No moran en Cristo, ni Cristo mora en
ellos. El árbol es conocido por sus frutos. “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón
saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas”. ¡Qué corriente
de mal y desperdicios fluye por el talento del habla! ¡Y cuántos niegan a Cristo por sus
palabras! En lugar de hacer una buena confesión de Cristo por su conversación, dicen:
“No conozco al Hombre”. Es muy fácil tener una forma de santidad; pero hacer una
completa confesión de nuestra fe en Cristo, significa que nuestras palabras, nuestra
manera de vestir, y nuestro espíritu testificarán del hecho.—Carta 19, 1897
Vi a Cristo en medio de un gran concurso de gente. Procuraba grabar sus enseñanzas en
las mentes. Pero era menospreciado y rechazado. Los hombres le abrumaban de injurias
e ignominia. Este espectáculo me produjo gran angustia. Rogué así a Dios: “¿Qué
sucederá a esta congregación? ¿Será posible que en la muchedumbre nadie renuncie a la
alta opinión que tiene de sí mismo para buscar al Señor como un niño? ¿Ninguno
quebrantará su corazón delante de Dios por medio del arrepentimiento y la confesión?” {
3JT 336.4;}
Luego vi la agonía de Cristo en el huerto de Getsemaní, cuando la copa misteriosa
temblaba en la mano del Redentor. “Padre mío—rogaba,—si es posible, pase de mí este
vaso; empero no como yo quiero, sino como tú.” Mateo 26:39. Mientras suplicaba a su
Padre, grandes gotas de sangre caían de su cara hasta el suelo. Las potestades de las
tinieblas se congregaban alrededor de él para desanimarlo. { 3JT 337.1; }
Levantándose del suelo, volvió adonde estaban sus discípulos a los que había
recomendado que velasen y orasen con él, por temor a que fuesen presa de la tentación.
El quería cerciorarse de si comprendían su agonía; experimentaba la necesidad de
simpatía humana. Pero los halló dormidos. Por tres veces fué a ellos y cada vez los
encontró durmiendo. { 3JT 337.2; 3TT.337.2 }
Por tres veces el Salvador pronunció la oración: “¡Padre mío, si es posible pase de mí este
vaso!” Fué entonces cuando el destino de un mundo perdido tembló en la balanza. Si
Cristo hubiese rehusado beber la copa, el resultado habría sido la ruina eterna de la
familia humana. Empero un ángel del cielo fortaleció al Hijo de Dios para que aceptara y
bebiera la amarga copa. { 3JT 337.3

Si queremos ofrecer oraciones aceptables, tenemos que realizar una obra de


confesión mutua de nuestros pecados. Si he faltado contra mi vecino de
palabra o acción, debo confesárselo. Si él me ha agraviado, debería
confesármelo. Hasta donde sea posible, el que ha agraviado a otro debe hacer
restitución. Luego, arrepentido, debe confesar su pecado a Dios, cuya ley ha
transgredido. Al pecar contra nuestro hermano, pecamos contra Dios, y
debemos buscar su perdón. Cualquiera que sea su pecado, si nos
arrepentimos y creemos en la sangre expiatoria de Cristo, seremos
perdonados.—The Review and Herald, 9 de febrero de 1897

Los servicios religiosos, las oraciones, la alabanza, la confesión penitente del


pecado ascienden desde los verdaderos creyentes como incienso al santuario
celestial; pero al pasar a través de los corruptos canales de la humanidad, se
contaminan de tal modo que a menos que sean purificados por sangre, jamás
podrán ser de valor para Dios... Todo el incienso de los tabernáculos
terrenales debe ser humedecido con las gotas purificadoras de la sangre de
Cristo. Sostiene ante el Padre el incensario de sus propios méritos en el cual
no hay la menor traza de corrupción terrena. Reúne en este incensario las
oraciones, la alabanza y las confesiones de su pueblo, y une a ellos su propia
justicia inmaculada. Entonces, con el perfume de los méritos de la
propiciación de Cristo, el incienso asciende a Dios plenamente aceptable.—
The S.D.A. Bible Commentary 6:1077, 1078. { Maravillosa Gracia de Dios
154.4;

El Papa Francisco responde a los


que se confiesan “sólo con Dios”
En su catequesis de esta mañana en la Plaza de San Pedro ante miles de fieles
presentes, el Papa Francisco explicó la importancia y la necesidad de
confesarse; y respondió a los que creen erradamente que basta confesarse
“solamente con Dios” sin acudir a un sacerdote.
https://www.aciprensa.com/noticias/el-papa-francisco-responde-a-los-que-
se-confiesan-solo-con-dios-11788
Si Jesús, estando en la tierra, debía orar, cuánto más debemos hacerlo
nosotros—Cuando Jesús estuvo sobre la tierra, enseñó a sus discípulos a orar.
Les enseñó a presentar a Dios sus necesidades diarias y a echar toda su
solicitud sobre él. Y la seguridad que les dio de que sus oraciones serían oídas,
nos es dada también a nosotros. Or06 168.3
Jesús mismo, cuando habitó entre los hombres, oraba frecuentemente.
Nuestro Salvador se identificó con nuestras necesidades y flaquezas,
convirtiéndose en un suplicante que imploraba de su Padre nueva provisión
de fuerza, para avanzar fortalecido para el deber y la prueba. Él es nuestro
ejemplo en todas las cosas. Es un hermano en nuestras debilidades, “tentado
en todo así como nosotros”, pero como ser inmaculado, rehuyó el mal; sufrió
las luchas y torturas de alma de un mundo de pecado. Como humano, la
oración fue para él una necesidad y un privilegio. Encontraba consuelo y gozo
en estar en comunión con su Padre. Y si el Salvador de los hombres, el Hijo de
Dios, sintió la necesidad de orar, ¡cuánto más nosotros, débiles mortales,
manchados por el pecado, no debemos sentir la necesidad de orar con fervor
y constancia!—El Camino a Cristo, 93, 94. Or06 169.1
Cristo luchaba en oración ferviente; ofrecía sus súplicas al Padre con fuerte
llanto y lágrimas en beneficio de aquellos por cuya salvación él había dejado el
cielo, y había venido a esta tierra. Entonces, cuán apropiado, es más, cuán
esencial es que los hombres deben orar y no desmayar.—The Review and
Herald, 4-1-1890.

Como hombre, suplicaba ante el trono de Dios, hasta que su humanidad se


cargaba de una corriente celestial que unía la humanidad con la Divinidad.
Recibía vida de Dios, y la impartía a los hombres.—La Educación, 80, 81

Cristo acudió a recibir el bautismo, sin la confesión de ningún


pecado acerca del cual tuviera que arrepentirse, porque
estaba libre de toda mancha de pecado... En virtud de la
perfección de su carácter fue aceptado por el Padre como
mediador en favor del ser humano pecaminoso. El Capitán de
nuestra salvación fue perfeccionado mediante el sufrimiento,
y de este modo fue hecho idóneo para ayudar al hombre caído
exactamente en lo que necesitaba ayuda.- Youth's Instructor,
enero, 1874. 28
Enero19 UN EJEMPLO INMACULADO/Exaltad a Jesús

La confesión de sus propias faltas alienta un espíritu de


confesión en la iglesia—Los que profesan ser siervos del Dios
viviente deben estar dispuestos a ser siervos de todos, en vez
de creerse exaltados sobre los hermanos, y deben poseer un
espíritu bondadoso y cortés. Si llegan a errar, deben estar
dispuestos a confesarlo cabalmente. La sinceridad de las
intenciones no puede usarse como excusa por no confesar los
errores. La confesión no reduciría la confianza de la iglesia en
el mensajero, mientras que él daría un buen ejemplo; se
alentaría un espíritu de confesión en la iglesia, y el resultado
sería una dulce unión.

¡Demasiado tarde! 25 de abril


Josué 7.
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los
confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13.
{ CV 121.1; CC.121.1 }
Acán reconoció su culpabilidad, pero lo hizo cuando ya
era muy tarde para que su confesión le beneficiara. Había
visto los ejércitos de Israel regresar de Hai derrotados y
desalentados; pero no se había adelantado a confesar su
pecado. Había visto a Josué y a los ancianos de Israel postrarse
en tierra con indecible congoja. Si hubiera hecho su confesión
entonces, habría dado cierta prueba de verdadero
arrepentimiento; pero siguió guardando silencio. Había
escuchado la proclamación de que se había cometido un gran
delito, y hasta había oído definir claramente su carácter. Pero
sus labios quedaron sellados. Luego se realizó la solemne
investigación. ¡Cómo se estremeció de terror su alma cuando
vio que se señalaba a su tribu, luego su familia y finalmente su
casa! Pero ni aún entonces dejó oír su confesión, hasta que el
dedo de Dios le tocó, por así decirlo. Entonces cuando su
pecado ya no pudo ocultarse, reconoció la verdad. ¡Cuán a
menudo se hacen semejantes confesiones! Hay una enorme
diferencia entre admitir los hechos una vez probados, y
confesar los pecados que sólo nosotros y Dios conocemos.
Acán no hubiera confesado su pecado si con ello no hubiera
esperado evitar las consecuencias. Pero su confesión sólo
sirvió para demostrar que su castigo era justo. No se había
arrepentido en verdad de su pecado; no había sentido
contrición, ni cambiado de propósito, ni aborrecía lo malo. {
CV 121.2; CC.121.2 }
Así también formularán sus confesiones los culpables
cuando estén delante del tribunal de Dios, después que cada
caso haya sido decidido para la vida o para la muerte...
Cuando se abran los registros del cielo, el Juez no declarará
con palabras su culpa a los hombres, sino que le bastará con
lanzar una mirada penetrante, que evocará vívidamente toda
acción y toda transacción de la vida, en la memoria del
obrador de iniquidad. La persona no tendrá que ser buscada...
sino que sus propios labios confesarán su vergüenza. Los
pecados ocultos al conocimiento de los hombres serán
entonces proclamados al mundo entero.—Historia de los
Patriarcas y Profetas, 532, 533. { CV 121.3; CC.121.3 }
Si tenéis pecados que confesar, no perdáis tiempo. Los
momentos son de oro. “Si confesamos nuestros pecados, él es
fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad”. 1 Juan 1:9; Mensajes Selectos 1:414.* { CV
121.4; CC.121.4 }

La confesión del pecado, sea pública o privada, debe ser


de corazón y libremente expresada. No hay que imponérsela
al pecador. No ha de llevarse a cabo de una manera liviana y
descuidada, o extraerse a la fuerza de los que no tienen una
verdadera conciencia del carácter aborrecible del pecado. La
confesión que va mezclada con lágrimas y tristeza, que
representa la efusión de lo más profundo del alma, encuentra
el camino hacia el Dios de misericordia infinita. Dice el
salmista: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
y salva a los contritos de espíritu”. Salmos 34:18. { 5TI 599.1;
5T.636.2 }

Vous aimerez peut-être aussi